martes, 31 de julio de 2012

No Wait!: Capitulo XIV




Cuando tocó la media noche me retire a mi cuarto. Habíamos estado viendo películas antiguas por la tele de la sala de estar, pero ya me había dado mucho sueño y no tenía sentido estar más tiempo allí cuando Zack no se separaba de mí, manteniéndome apartada de Paul, como si quisiera volver a caer en sus redes.
Me había dedicado a pensar mientras veía la televisión, ahora no me sentía tan predispuesta a estar con él, había llegado a la misma conclusión que Zack, mientras no escuchara las palabras mágicas no lo dejaría enredarme en sus juegos. Esta bien que me distrajera pero Zack tenía razón él no había dicho que no a ese matrimonio y esta tarde había hablado con sus padres, no se veía mejor que antes, todo lo contrario más sombrío.
Me levante del suelo– Me voy a dormir, buenas noches a todos.
–Buenas noches. –Dijeron todos.
Me acerque a todos y les di un beso a todos, cuando llegue a Paul le di un beso en la frente.
Me detuvo un momento– Subiré en un rato.
Me sonroje– Esta bien, ¿algo importante que decir?
Me guiño– Algo importante que quiero que sepas.
Le di otro beso en la frente– Te esperare, no te demores.
–Emily Linda Stonel Evans, vete a dormir de una vez. –Me gruñó Zackary– Déjate de coquetearle a ese granuja.
–Voy a golpearlo, lo juro. –Me susurro Paul al oído– Ve a tú cuarto, ya iré más tarde.
Subí corriendo a mi cuarto y me cambie a mi pijama de franela, y tome las mantas que estaban en el armario. No sabía que quería decirme Paul pero si sabía que el frío había aumentado en el cuarto, solo había una chimenea en la sala y en los cuartos todavía no se conocía la calefacción central.
Me acurruque entre las mantas y al poco rato me quede dormida, o eso creí ya que las manos que me rodearon me sacudieron un poco, así que… ¿cómo entró el dueño de esas manos?
Abrí los ojos con pesadez y me encontré con los ojos claros de Paul frente a mí.
–Hola. –Dije medio dormida aun.
Paul apartó las mantas y se metió en la cama, debía de estar hace rato en la habitación porque estaba con la camiseta y los bóxers.
–Esta noche voy a dormir contigo, hace demasiado frío como para estar solo esta noche. –Me dijo divertido por algo.
Le sonreí adormilada– Bueno, puedes dormir aquí si quieres, mientras solo sea eso.
–Oui, mon amour platonique. –Me susurro al oído con algo de nostalgia, o eso me pareció.
Nos abrazamos y así dormimos juntos. Con unos cuantos susurros que me dedico contra el cabello, no las entendía porque estaba hablando en francés mientras me dedicaba leves caricias en el cabello.
Esa noche tuve los mejores sueños  que pude haber tenido en mi vida, después de conocer las peores pesadillas ya sabía cuando apreciar los buenos sueños. Sueños que involucraban una vida feliz, o así me sentía.
Camine por un prado lleno de flores con margaritas aquí y allá y varias flores más de verano. La brisa mecía mi cabellos, me sorprendí al llevarlo suelto, caía hasta mi cintura. Nunca había tenido el cabello tan largo.
La sorpresa por llevar el cabello suelto no fue nada en comparación con la sorpresa de ver mi vientre abultado. No fue miedo lo que sentí, sino felicidad… esto faltaba en mi vida, algo que fuera mío y de nadie más. Sonaba ridículo, tenía una familia maravillosa, sería tía dentro de poco y en menos probablemente volvería a serlo, si podía confiar en lo que veía a mí alrededor.
Acaricie mi pancita con cariño, era mi pequeñito que esperaba ver el mundo… Sonreí feliz de todo pero hacía falta alguien, ¿o era algo? Todo se volvió confuso en ese momento, me vi girando y girando y de pronto me hallaba rodeada de oscuridad. No quería estar aquí, no quería. Pero había alguien me dio su mano y todo volvía a ser lo de antes cuando la tome.
Abrí los ojos sintiéndome más tranquila, mire a todos lados pero no estaba mi acompañante. Me levante de golpe y pagué por eso, mi cabeza daba vueltas, tuve que quedarme sentada un rato y luego me levante.
Paul había querido hablar pero no había dicho nada mientras me abrazaba, nada que hubiera entendido. Mi francés no era para nada bueno, Zoey era la maniática del idioma y del país. Salí del cuarto en pijama y me encontré con una escena algo extraña.
–¿Qué pasa? –Les dije a Jane y a Zack que estaban parados en el pasillo.
Zack se encogió de hombros– Venía a despertar a Jane, es hora del almuerzo y quería que me ayudara a preparar algo.
Lo mire un tanto incrédula– ¿Sabes cocinar? ¿Tú?
Me sonrió– Sé hacer ensalada de lechuga y Jane se ofreció a enseñarme a cocinar algo decente.
Comencé a reírme– Menos mal sabes hacer algo muy difícil.
–Emily vas a avergonzarlo. –Me dijo Jane frunciéndome el ceño.
Deje de reírme pero por otro motivo– ¿Dónde esta el resto de la gente?
Jane dudo al mirar a Zack– Salieron un momento, no dijeron a que hora volverían.
Asentí, me di la vuelta y entre a mi cuarto. Me vestí rápidamente con una camiseta con gorro, un jeans y unas zapatillas.
Comimos un almuerzo contundente y después salí a recorrer el lugar, apenas me dirigí a las pesebreras cuando me encontré con el encargado del lugar. Era un hombre bajito y me sonrió apenas me vio. Con un francés lamentable y bastantes señas le pedí un caballo ensillado.
Veinte minutos después salí de las pesebreras, montada en un caballo inglés de carreras, cabalgar era otra cosa que aprendí con el abuelo. Al abuelo Alfred le encantaba andar a caballo pero ninguno de sus nietos que vivían con él le agradaba eso, en cuanto a mí, me había encantado en cuanto le pille el tranquillo y supe como ganarme al caballo, una zanahoria o manzana y eran los animales más felices de la historia.
Cabalgue por los senderos aledaños a los campos. Me dio un momento para pensar, y, ¿si Paul se había ido? Un pequeño dolor me comenzó en el centro del pecho, pero lo mitigue haciendo correr al caballo, quien mostro su alegría bufando y después comenzando a correr. Dimos la vuelta a la casa y volvimos a las pesebreras, allí nos esperaba un Paul vestido en jeans y una chaqueta ligera, me hizo una seña pero luego se interno dentro de las pesebreras, cuando salió lo hizo en un caballo bayo.
–¿Sabes montar? –Le dije bastante feliz de verlo.
Él me sonrió en respuesta– Si, estaba en el equipo de polo en el instituto.
Asentí, eso no lo sabía y si ya me ponía a ello, no tenía idea de nada de Paul. Debía cambiar eso.
–Paul, ¿cuál es tu color favorito?
Paul comenzó el trote y lo seguí– No lo sé, diría que el blanco, me grada el blanco.
–¿Cuál es tu comida favorita?
–¿Cuenta si es un postre? –Mire al cielo– Entonces, la crème brule.
–¿Cuáles son tus hobbies?
Paul pensó un momento– Me gusta crear juegos en ordenador, a veces tengo pacientes de doce años y les gusta que su doctor sepa algo “actual”. –Recalcó la palabra.
Se veía tan tranquilo y ni siquiera me pregunta el porque de tantas preguntas, le di un guiño.
–¿Tienes muchos pacientes? ¿Dónde atiendes? –Le pregunte interesada.
La risa de Paul me pillo desprevenida– Si, tengo varios pacientes, a veces atiendo a bebés y otras veces a niños malhumorados y otros felices de verme. Atiendo en un hospital de bajos recursos, en las zonas bajas de la ciudad. No, nadie sabe quien soy realmente. Y antes que pregunte, adoro mi trabajo y no lo cambiaría por nada.
Aminore el paso– Por tu tono de voz sabía que adorabas tu trabajo, ¿sabes que cuando me dijiste que eras Pediatra no te creí? Fue Edward quien me dijo que en verdad estudiabas pediatría y que le detectaste un dolor de oído, eso fue muy tierno por cierto. ¿Por qué me miras de esa forma?
La cara de Paul cambio– ¿Por qué me hacías tantas preguntas Emily?
–Me di cuenta de que apenas te conocía. –No pude evitar responder con sinceridad al verlo directamente a los ojos.
Paul asintió– Me parece justo, ahora comenzare yo, ¿cuál es tu color favorito?
Pensé un momento– Creo que el azul, siempre he tenido cosas con diferentes tonos de azul y me encantan.
–¿Cuál es tu comida favorita?
–Macarrones con queso, mucho queso. –Dije pensando en el plato, le había dicho a Jane que hiciera macarrones y ella solo me había mirado y había dicho que no. Maldita Jane, maldita.
Paul me jaló la manga– ¿Cuáles son tus hobbies? Aparte de montar, ya sé que te gusta por la cara de felicidad que tenías al correr a caballo.
Sentí el calor inundar mi cara– Si, me gusta. Tengo otros hobbies, suelo jugar al basquetbol.
–¿De verdad? –Asentí– Deberíamos jugar un día.
Asentí– Esta bien, oye una última pregunta, ¿te gustan los niños? No los de otros sino la idea de tener uno propio.
Paul se quedo en blanco– Me encantan los niños y me gusta la idea, pero no lo realizaría en un futuro muy cercano. Creo que en unos quince años más, mínimo. –Ante mi cara de escepticismo me dio una sonrisa– Adoro los niños pero aun no los míos.
Me sentí mal y no sabía porqué– Está bien, pero, ¿por qué tan… lejos?
Paul suspiró– Simple, porque quisiera darle un lugar lindo y lejos de cualquier manipulación de mi familia, lo criaría lejos de ellos y de todos, le daría una educación mejor que un internado, que fue lo que yo tuve. Si, definitivamente será dentro de quince años. Mis padres estarán casi con un pie en la tumba.
Hice una mueca– Que bien por ti, me parece algo muy racional de tu parte y un bonito detalle lo de tus padres.
Paul también hizo una mueca– Se ve que eso no te agrada, te haré la misma pregunta, ¿te gustan los niños?
–Si, ¿recuerdas que soy hermana mayor? Me encanta cuando niña ver dormir a Zoey, inclusive le di de comer varias veces a Edward, eso era una proeza, siempre lanzaba la comida y tenía una puntería inigualable.
La mano de Paul detuvo mis riendas– Sabes como ser hermana mayor, pero, ¿madre?
Tome su mano y continuamos– Mi mamá dice que nadie te prepara para ese trabajo, es instinto lo que te dice como valerte y los consejos de alguien más sabio, pero solo son consejos el resto es todo improvisación.
Paul no dijo nada más y continuamos el camino hasta la pesebrera, solté su mano al bajar del caballo y Paul me ayudo a quitarle la montura a mi caballo. Seguimos camino a casa y comenzaba a aburrirme del silencio.
–¿De quien será esta casa? –Dije al llegar a la entrada.
Paul me miro incrédulo– ¿En verdad no sabes? –Negué– La casa es de Heath, la heredo de Louis.
Me pare de inmediato– Pero creí que era una casa en la ciudad, decía así el testamento, ¿no?
Me dio un toque en la cabeza– Esta diez kilómetros de la ciudad, no es nada, esta prácticamente al lado de la ciudad.
Levante las manos en rendición– Esta bien, esta bien, pero es que, cuando pregunte nadie me quiso decir.
Paul me paso un brazo por los hombros– Descuida mon chere, la casa es bastante bonita y de la decoración me han dicho se ha encargado Zoey el verano pasado.
Hundí los hombros– Nadie me contó eso…
–Creo que vives muy lejos, ¿por qué no vuelves? –Dijo contra mi pelo.
¿Por qué no volvía? Varias veces me había tentado pero después lo había desechado, tenía un deber y a pesar de que había veces en que me veía superada, siempre encontraba esa motivación que me hacía seguir adelante. Sin contar que, el abuelo había puesto su fe en mí.
Levante la cabeza– Mi casa esta en Rumania junto a mi abuelo, allí me siento cómoda y soy muy feliz estudiando allí, tal vez no tenga amigas pero me importa poco con tal de cumplir mi objetivo.
–¿Cuál?
–No te lo diré, solo cuando cumpla lo que tengo en mente lo diré.
Entramos a la casa y nos separamos un momento por el bien de la salud mental de Zackary, que nos miraba con desconfianza.
–¿Nada que comentar? –Agregó secamente, aunque no logró causar mucho efecto con un delantal de florcitas.
–Lindo delantal. –Dije sin más, tratando de no reír al ver a un tipo muy macho de un metro ochenta y tantos vestido con un delantal rosa con florcitas– Muy lindo en verdad, saca tu mejor lado. –Me puse a reír a carcajadas.
Hizo una mueca– No te rías que tu no cocinas casi nada y me tienes envidia, además, Jane me lo puso, creo que después de todo hago mucho desastre pelando papas, estoy comenzando a pensar que la cocina no es para mí. –Asentí pero después sonrió encantado por algo– Pero como dicen, todos nos equivocamos cuando somos principiantes, ¿no? El lema es nunca rendirse.
Ante tanto optimismo lo mire interesada, no era la única Paul hacía lo mismo.
–Mon dieu todos hacen desastres pero no pelando patatas, es mejor que dejes a la chica hacerlo. Se ve que tiene experiencia con los cuchillos, espero que no sea de la forma que lo es con un bate. –Termino mirando a Jane que picaba cebollas con mucha destreza.
Zack lo apunto con un dedo– Supéralo, mi Jane es así y no tiene porque cambiar. Solo digo eso, por si se te ocurre algo así.
Paul me agarró por la camiseta– Vamos a un lugar menos conflictivo. Diviértanse cocinando niños.
Fuimos a la sala de estar y nos encontramos con un par de tortolos besándose, iba a retirarme pero Paul se puso a toser adrede.
–Lo siento, después de andar a caballo me pasa esto, mucho aire limpio creo para mis pulmones contaminados. –Dijo con voz enfermiza que era obviamente fingida.
Heath le hizo una seña con la mano– Cállate de una vez, no te creo nada. –Dio un suspiro pesado– Ya nadie deja que un hombre le de mimos a su bella esposa embarazada, no tienen respeto ya.
La risa de Zoey llamo mi atención, parecía divertida con el comentario de Heath– Vamos arriba para que sigas mimando a tu querida y hermosísima esposa. –Dijo Zoey levantándose– ¿Van a ver una película?
Mire a Paul– Creo que sí, ¿por qué no?
Paul negó– La verdad es que tenemos una conversación pendiente nosotros dos, agradezco que nos dejaran la sala de estar.

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