viernes, 27 de julio de 2012

Werewolf: Capitulo XIV "Por fin"




>>Stephaniel<<
El sonido que retumbo por toda la habitación no me sorprendió, ni a Elizabeth. Ambas estábamos en estado de alerta después de que los niños se quedaran dormidos en la cama que había colocado en la replica de la habitación de Jay. Me quede en la misma posición en la que estaba.
–Vamos a estar bien.
Los ruidos siguieron hasta que escuche el clásico aullido de un lobo, mire a Elizabeth que estaba pegada a mi lado. Me gire y busque con la mirada hacia todos lados hasta que vi algo con que defenderme, era un cuchillo de plata de la decoración, era bastante propicio en este momento.
Cerré la puerta que daba paso a la habitación donde estaban los niños y me dispuse a esperar lo peor.
Al poco rato algo se rompió arriba de nuestras cabezas, supuse que era el ruido de la puerta al romperse que retumbaba en la habitación.
Mire a Elizabeth– Que sea lo que Dios quiera.
Elizabeth me dio una mirada seria que comprendí de inmediato. Nos habíamos unido por una buena razón. Y ella sabía que no teníamos oportunidad de defendernos y defender a los niños, esto prácticamente era nuestro adiós. Puse mi mano derecha sobre mi estómago donde mi pequeñita estaba indefensa. No quería perderla tan luego, cuando hace poco nos había dado tanta alegría.
–No quiero morir Elizabeth… –Le dije con pena– Lamento que nos lleváramos tan mal pero te prometo que esos malditos no le van a hacer nada a Nick y a Mick.
Elizabeth movió su cabeza de forma solemne.
El tipo que bajo nos miro, por lo menos a mí, de arriba abajo.
–Linda. Me voy a divertir. –Me estremecí por dentro.
Elizabeth aprovecho ese momento para lanzarse sobre el tipo y éste se enfoco en ella. Como estaba tan concentrado en sacarse a Elizabeth, me lance de lleno a su espalda con el cuchillo empuñado. El tipo se retorció del dolor al sentir la plata corriendo por su cuerpo. Trate de quitarle el cuchillo pero me fue imposible removerlo. Corrí por el otro cuchillo y mire por las escaleras pero no venía nadie más.
–¿Viene alguien? –Le pregunte a Elizabeth pero ella negó firmemente– ¿Crees que debemos movernos?
Elizabeth asintió. Corrí hasta la habitación y tome a Micky mientras movía a Nick.
–Bebé despierta es hora de movernos de aquí. Vamos. –Nick despertó algo desorientado– Vamos, mamá esta ahí y nos espera.
–Ya. –Me respondió aun algo distraído.
Cogí a Nick de la mano y salimos con Elizabeth delante de nosotros. Por un momento pensé en Megan y como estaría mi Jay. Mi corazón se oprimió por eso, pero me obligue a seguir adelante sin importar más.
Corríamos por los pasillos cuando nos encontramos con el padre de Fede y con Victoria, al verlos me sentí completamente feliz. Les sonreí aunque sabía que ellos no iban a poder responderme en su forma de lobos.
–No saben como de feliz me hace verlos. –Nick me jalo y apunto hacia la cocina.
Debía de haber al menos alguien ahí.
–Malo. –Fue lo único que dijo.
Apreté aun más a Micky contra mi pecho mientras Nick se abrazaba a mis piernas, lo único que me consolaba era que los niños estarían más seguros al tener tres lobos para protegerlos. Como si me leyeran el pensamiento, Victoria y el padre de Fede salieron disparados en la dirección que apuntaba Nick.
Escuché el alboroto y solo salí cuando Elizabeth me hizo una seña para movernos. Ningún lugar era seguro para estar…
Me quede pensando un momento sobre los lugares del castillo. Era verdad que había mandado construir el lugar pero, en base al lugar principal que había estado parado aquí y que tenía un sótano que ahora servía para guardar cosas de valor, según Jeremy era nuestra caja fuerte por la seguridad del lugar.
Le di un toquecito a Elizabeth– Vamos a las mazmorras, allí podremos defendernos de ellos.
Victoria volvió junto al señor Stonel en ese momento. Les hice una seña y nos siguieron.
Era imperdonable el que, siendo la dueña de una empresa de seguridad no pudiera cuidar de mi casa. Ahora iban a saber de que estaba hecha Stephaniel Difontiel.

>>Megan<<
Sabía donde ir pero no sabía hacia donde estaba ese lugar. Jeremy me había bloqueado y la desesperación estaba haciendo estragos en mí. Richard se paró de nuevo, era la tercera vez que lo hacía.
–Megan…
Negué– No siento nada, no puedo conectar con él. –Mire a Fred que estaba en una disputa de miradas con Daniel– Fred, tu conoces estos lugares necesito que me ayudes.
Fred me miro exasperado– ¿Qué debo hacer?
A pesar de mi poca paciencia me estaba dando cuenta de que algo estaba ocurriendo entre los lobos. No era solo yo quien estaba perdiendo la paciencia. Daniel estaba mirando la nada, aun así transmitía una serie de señales desagradables, Mark gruñía cada vez que parábamos y Richard y su padre estaban desorientados.
Algo estaba pasando y no me gustaba. Más odiaba el no saber nada de hombres lobo.
Me obligué a controlarme he hice acopio de mi poco control que me quedaba. Mire a Fred directamente a los ojos– Me acabo de dar cuenta de algo…
–No me digas.
Lo ignore– Si tu Alfa no está bien, ¿te afecta? –El padre de Fred me miro y agacho la cabeza de forma elegante– Eso quiere decir que Jeremy se esta desequilibrando porque veo que todos están como perdidos.
Fred me frunció el ceño– Somos lo que es nuestro Alfa, si él es civilizado lo somos, si él esta mal; la manada esta mal. Jeremy esta jalando de todos nosotros, es como si algo tratara de ocupar el lugar de Jay y eso nos molesta a todos.
Asentí aunque no entendía completamente– Necesito que reconozcas un lugar; escuche una cascada y hay un pequeño arroyo a un lado, un pequeño claro con árboles de hoja perenne…
Fred me detuvo con su mano– Ya sé donde es, Richard tómala vamos a subir la montaña. Más arriba hay una cascada y un arroyo, si Megan esta en lo cierto, Jeremy esta cerca de aquí.
Mire la montaña que estaba frente a nosotros me daba cuenta de que solo estábamos al pie del enorme monumento. No pude apreciarlo demasiado porque Richard me agarró y los demás ya se habían perdido de mi vista, no es como si pudiera seguirlos de todas maneras. Cerré mis ojos y deje que Richard me llevara en brazos.
Me di cuenta de que nos acercábamos al lugar mucho antes de que se detuviera Richard, ¿Cómo? Parecía ilógico cuando lo pensaba pero, había sentido a Jeremy antes de llegar. Cuando Richard me dejo en el suelo, me puse atenta para escuchar el sonido del agua cayendo, aun estábamos lejos.
–¿Por qué nos detuvimos antes? –Mire como los demás se alejaban, volví a dirigirme a Richard– ¿Por qué nos detuvimos Richard?
Richard me miro con lástima, no me gustaba eso– Lo siento Megan, pero no puedo seguir. –Iba a decirle que no hiciera caso a las ordenes de su hermano pero me detuvo– Cuando un lobo pelea ejerce su dominio en el lugar, así se evita que los lobos menores se entrometan en lo que no les concierne y yo soy menor, no tengo tanto dominio como mi hermano, ni siquiera el suficiente para tener algún puesto en la manada.
Apreté sus hombros– No te culpo Richard, sé que has hecho lo que podías. Creo que seguiré adelante sola.
Richard me sonrió con tristeza– Megan no estás apareada con el Alfa así que no creo que puedas moverte de aquí, sentirás como si una burbuja te mantuviera apartada de allí. –Aparte mi mirada de la suya– Aun un humano no querría ir allí, no podría ir allí.
Me aparté de él– Ya veremos.
Camine directo a los árboles que me separaban de reunirme con Jeremy. Podía sentir que la tensión hacía estragos en mí; las palmas de mis manos sudaban y por mi espalda también podía sentir que el sudor caía frío. Al querer pasar entre un par de árboles me di cuenta de que algo no quería dejarme pasar. Era una burbuja. Richard había estado en lo correcto en su descripción.
Puse mis manos frente a mí y empuje la burbuja hasta que esta me absorbió. Fue un golpe, un momento estaba empujando y en el otro me tomaban y me lanzaban dentro de la burbuja. Estuve a punto de caerme y algo más, ya que sentí a Richard jadear detrás de mí pero él ni siquiera podía acercarse a donde yo estaba.
–Richard, ¿dónde debo ir?
Richard me indico detrás de mí y me hizo señas para que siguiera adelante.
Me sentía confundida– ¿Me puedes oír? –Hable más fuerte, pero el solo asintió– ¿Por qué no me hablas?
Richard intento hablarme, pude verlo, pero no podía escucharlo. Me hizo unas señas tocándose la garganta y luego negando con la cabeza. Me anote mentalmente que esa sería una de las tantas preguntas que le haría a Jeremy cuando todo esto terminara.
Porque esto iba a terminar hoy, y mi Jeremy era quien iba a ganar. Acomode mi mochila bien en mis hombros y corrí en la dirección que me indicaba Richard. Corrí y corrí sin importar que escuchara ruidos de pelea, con los que ya me había familiarizado ya. Lo único que me importaba era Jeremy y el no caerme para no llegar tarde a él. No sabía porqué pero sabía que me necesitaría, y no le iba a fallar. Iba a estar con él.
–¡Megan!!
No me detuve al escuchar la voz de Fred, seguí corriendo como nunca lo había hecho, crucé entre los arboles, consiguiendo de paso varios rasguños, y rodee los que estaban caídos, aunque varias veces estuve a punto de caerme a causa de la escases de luz, a penas y la luna descubierta alumbraba mi camino pero estaba decidida a que nada me detuviera, menos la falta de luz. Quería llegar junto a Jeremy, y mi desesperación me llevó hasta el lugar que había visto en mi última conexión con Jeremy.
Me detuve y escuché, lo que no me agrado fue la burbuja de poder que rodeaba el lugar, volví a hacer lo mismo pero esta vez al poner mis manos frente a mí parecía que se iban a quemar. Me costo un buen rato y quemaduras en las palmas de las manos lograr pasar por la burbuja, solo importaba que ya estaba más cerca de Jeremy.

>>Jeremy<<
Seguí corriendo, desde algún lugar podía escuchar su voz. Me llamaba, desde algún lugar. Hasta ahora había evitado un par de balas de plata, esperaba que solo tuviera seis en la recamara de la pistola pero no me hacía ilusiones. Sentí un tirón dentro de mí, como si alguien me retuviera en mi lugar.
Megan.
Lo había estado haciendo desde hace un rato, me obligué a separarme de ella, esperaba no causarle mal a ella pero no podía seguir con la conexión.
Me concentré en seguir moviéndome de un lado a otro para no dejarle un margen de tiro. Llevábamos bastante rato jugando al gato y al ratón y ya comenzaba a fastidiarme de su juego.
–Vamos a jugar cachorro. –Sentí la risa en su voz– Oh, el cachorro no sabe donde estoy, tal vez deba darle una pista.
Mi sexto sentido no fue lo suficientemente rápido esta vez, la bala me cruzó el hombro con suma facilidad. Toque la herida con la punta de los dedos. Ardía. La plata avanzaba por mis venas quemando todo por donde viajaba y no podía hacer nada por detenerla.
–¡Cobarde ven y pelea! –Mi voz trono a mi alrededor y se disipo en murmullos sin conseguir una respuesta.
–Porque ir a pelear contigo frente a frente, si puedo ver tu dolor desde donde estoy… aunque admito que sería divertido ver tu dolor de otra forma… como ya sabes matar a tu noviecita enfrente de ti. Ahora que estas débil. –Terminó hablando despacio, supuse que para dar efecto. Lo logró.
Quise decirle que no estaba débil y que si tocaba a Megan estaría muerto. Pero otra bala me rozo, la plata me impedía hablar el dolor era tremendo pero el pensar en que ese tipo se le pudiera acercar a Megan me hizo moverme. Él había cometido un error, un grave error había disparado dos veces desde el mismo lugar.
Me transforme como pude, sentía cada fibra de mi ser retorcerse al cambiar, pero si era por su cuello. Lo haría mil veces.
Apenas me deshice de los restos de ropa, me arroje en la dirección de los disparos lo suficientemente rápido como para alcanzar a golpearlo. Logré lanzarlo contra un árbol, pero sin mayores daños, lo peor es que él podría curarse rápido en cambio yo no lo estaba haciendo, mis heridas sangraban apestando a plata.
–¡Maldito mocoso no volverás a ganarme! –Rugió desde el suelo– Esta vez de mataré, y mi manada volverá a mí; su verdadero dueño.
Era exasperante escuchar lo loco que estaba. En verdad creía que la manada era suya, pero la manada no era de nadie, un alfa solo cuidaba a la manada no la poseía; era su guardián principal y se encargaba de protegerla de los peligros que amenazaban a nuestro modo de vida.
Di un par de saltos y estuve por poco el piso al perder el equilibrio, la plata comenzaba a molestarme. Busque con la mirada al tipo pero al alejarnos y con todos los cambios, me di cuenta que buscaba algo fije mi mirada al lugar donde él tenía fija su mirada y me di cuenta que buscaba el arma, que estaba prácticamente en mis patas.
Me acerqué fingiendo en que iba en su dirección. Él me miro atento, por lo que no lo vio venir, así que, pise con una de mis patas el arma. Recordando como nos pasábamos una pelota con Fred cuando este se convertía involuntariamente en lobo durante el día. Así que lancé el arma al aire tomándola con mi hocico. Presencie con gran afán como se abrieron los ojos del tipo cuando de un “crack” el arma se hizo añicos entre mis mandíbulas.
Pero mi felicidad duro muy poco, la plata había vuelto a hacer efecto en mí. Caí sobre mis patas, como si estas ya no pudieran resistir mi peso ya más.
–Vaya, vaya, vaya, me preguntaba cuando la plata te inmovilizaría. –Fije mi mirada en él, me sonreía– Jeremy Wolf, ¿Sabes cómo se mata a un Alfa?
Lo mire atónito mientras sacaba un cuchillo, pude sentir desde donde estaba que la hoja era de plata.
–En efecto no solo debes exponerlo a la plata, el efecto es dañino pero en algún momento tu organismo se deshará de él como si no fuera nada. Así que hay que decapitar al susodicho Alfa con una hoja de plata, pero… antigua. Genial ¿no? Mientras los efectos de esta te mantengan inmovilizado esta hoja hará su trabajo. Estudie mucho sobre Alfas mientras estuve en el exilio. Y claro, mientras encontraba a un grupo lo suficientemente loco como para acompañarme en esta incursión.
Intente volver a mi forma humana pero me fue imposible, era cierto no podía moverme y este tipo tenía con que matarme sin siquiera sudar una gota.
Tendría que ver la cara de la muerte y ver como me arrebataba la vida con sus fríos dedos, como si fuera un borrego que va a ser sacrificado. Solo pedía a Dios que con su inmensidad protegiera a Megan, ya que yo ya no podría hacerlo nunca. Cerré mis ojos.
–¿Sabes qué? Matarte así es tan fácil, que te diré algo que te hará moverte. –Lo miré con frialdad– Tu novia va a estar en mi cama antes que amanezca y tu madre va a morir, me voy a asegurar esta vez de que así sea.
Mi mente se nubló y todo se volvió rojo.
Fije mi mirada en un lobo que se acercaba, toco mi hocico con el suyo– Déjame ir.
Esa voz. Era la misma voz que había escuchado cuando… mi mente lo conecto. La primera vez que la había oído era pidiendo la sangre de quien ahora me iba a matar.
–Déjame ir.
Todo a mí alrededor parecía ralentizarse mientras el lobo esperaba mi respuesta.
El lobo miro detrás de sí, donde el tipo se acercaba– Morir… o, vivir.
Este lobo, me dije; es mi lobo. Nunca me había sentido como mis amigos decían sentirse entre la gente común y corriente, como si les molestara lo lento que se movían los demás o como estos solo se preocupaban de sí mismos. Ninguno encajaba pero yo tenía amigos humanos y no me molestaban, yo encajaba con ellos.
El lobo volvió a tocar mi hocico– Déjame ir.
–Si te suelto, te volverás loco como la última vez…
El lobo gruñó enojado– Nuestra hembra.
Le gruñí de vuelta, nadie iba a tocar a Megan– Únete a mí.
Parecían pasar minutos mientras el lobo permanecía delante de mí pero Fergus no parecía moverse de su lugar. Después de otro rato el lobo me mostró el cuello en muestra de sumisión.
La ola de poder me encontró desprevenido, mi visión seguía roja y sentía ganas de sangre. Me levante y ocurrió lo que Fergus había dicho antes; el efecto de la plata desapareció gradualmente pero cuando me levante mis patas se sentían más ligeras de lo que habían estado antes. De lo que habían estado nunca.
Fergus se mantuvo en su lugar mientras yo me acercaba. Sabía que no se esperaba que me levantara después de sus grandes esfuerzos para mantenerme drogado con la plata.
El tipo dejo de reír, cuando habló la furia estaba marcada en su voz– Aun así te mataré, te haré un maldito felpudo.
Me lancé directo a él, estaba yendo directo a su cuchillo pero no me importaba quería su sangre. El tipo sonrió al colocar su cuchillo en frente, como si estuviera esperando el momento un disparo sonó a lo lejos y la sangre de la mano de Fergus cayó en mis ojos eso no me detuvo de seguir mi camino, caí sobre su cuerpo y desgarrarle la garganta.
Me separé de él saboreando la sangre que salía de la herida, intentó alejarme golpeándome, tome su brazo entre mis mandíbulas y comencé a desgarrarlo, no sin antes asegurarme de que su cabeza ya no estuviera en el lugar de siempre.
–¡Jeremy! –Escuché la voz de una hembra.
–¡Jeremy! –Un macho me agarró y me separó de mi presa– ¡Ya basta! Lo mataste, déjalo.
Me separé de él y le lancé una mordida. El tipo se alejo de mí, manteniendo su mirada en la mía. Lo rodee, comencé a asecharlo como la presa que era desde mi punto de vista.
El tipo me miro a los ojos– Jay, mírame soy yo Fred. Nos conocemos desde hace años, eres como mi hermano.
Otro tipo apareció de entre los arboles. Lo sentía acercarse– Fred, apártate con cuidado. Jeremy no esta aquí, el que esta al mando es su lobo y él no atiende razones. –Dijo con fuerza. Me molestaba– ¡Fred! Apártate, te esta evaluando como comida.
Les gruñí a ambos y comencé a acercármeles.

>>Megan<<
Le había disparado al tipo que iba a matar a Jeremy, y no había sentido nada, solo un leve sentimiento de agradecimiento a alguien superior que no me dejo fallar en un tiro tan difícil.
Pero, lo que estaba viendo ahora no daba crédito, sentía ganas de vomitar al ver como Jeremy se había saboreado la sangre del muerto. Y ahora, trataba de matar a Fred y a su padre.
Todos decían y me consideraban su hembra. –Me dije– Entonces, porque no intentar algo loco y espontaneo.
Me saque la mochila y la campera, deje a un lado mi arma, ya casi no me quedaban municiones, le había disparado a unos cuantos lobos antes de llegar aquí. Volví a lo que estaba haciendo; me enrolle la camiseta de Jeremy y me acerqué a Fred y a su padre. Les toque el hombro y ambos se pusieron tensos.
Los aparte y me hinqué frente al lobo– Jeremy, ¿puedes oírme?
El lobo se puso a olisquear a mí alrededor. No me estaba reconociendo. Sin apartar la mirada de Jeremy, les hablé a padre e hijo– Váyanse, ahora.
–¿Enloqueciste? –Me masculló Fred.
Su padre dio un paso atrás bastante tentativo, pero Jeremy estaba concentrado en mí. El señor Stonel intentó darme un pequeño toqué en el hombro, pero Jeremy le gruñó con ferocidad.
–Vamos hijo, está concentrado en Megan. –Fred quería protestar casi podía ver como mascullaba– Necesito a tu abuelo, su sangre es más fuerte que la tuya. –Me dio una mirada a hurtadillas– La última vez que Jeremy perdió el control yo y mi padre bloqueamos a su lobo, los separamos por su propio bien.
–¡¿Qué?! –Daba gracias que Jeremy me mirara a mi y a nadie más porque el grito de Fred pudo haber logrado que fuera el bocadillo de Jay.
Su padre dio otro paso atrás arrastrando a Fred con él esta vez– Su lobo no tiene su misma personalidad, si él es un chico lobo increíblemente amable y sociable, su lobo es un maniaco sanguinario. Demos gracias, porque esta vez no hizo los mismos estragos que la última vez. –Dijo a media voz– Necesito a tu abuelo, con la sangre de alfas corriendo por nuestras venas podemos retenerlo.
–Lo siento Megan, iremos por mi abuelo y volveremos de inmediato.
Asentí. Era increíble pero me sentía segura con Jeremy, no importaba que estuviera su lobo al mando. Cuando se fueron me acerque a Jeremy caminando a cuatro patas, cuando estuvimos a la misma distancia limpié su hocico con la camiseta. Después acaricie su cuello y sus orejas. No sabía que estaba haciendo pero parecía agradarle.
–¿Puedes volver a tu forma humana?
El lobo que estaba frente a mí se movió de un saltó quedando más lejos de mí, volvió a su forma pero aun así no era Jeremy el que estaba frente a mí. Me sonroje algo al volver a verlo desnudo. Cerré los ojos, cuando volví a abrirlos ya no estaba frente a mí, sentí pánico al no verlo pero no por mucho, de un momento a otro tenía su nariz pegada a mi cuello oliéndome.
–Jay… –Susurré.
Jeremy me abrazó– Mía.
Sabía lo que iba a hacer, casi sentía sus colmillos en mi cuello. Fue su lengua la que recorrió el camino desde mi oreja hasta mi hombro, sus manos se movían de a poco. Me giro y me encontré con sus ojos… rojos. Perdí el aliento al verlos. No por miedo, sino, por algo más. Atracción.
–Jay, ¿estás ahí?
Jeremy inclinó la cabeza, en un movimiento que era más lobuno que humano, aun así me negué a asustarme.
–Lo estoy. –Su voz sonaba ronca, como si hubiera estado gritando por horas– Si.
Tome su rostro entre mis manos– ¿Por qué atacaste a Fred? –Jeremy cerró los ojos y movió su cabeza, parecía… extasiado. Lo acaricié más aun– ¿Me vas a decir el porqué?
–Me apartó de mi presa, no tenía derecho. –Volvió a abrir sus ojos y por si fuera poco, el iris rojizo brillaba aun más.
Volví a ver las manchas de sangre que nos cubrían– Eso fue asqueroso Jeremy.
Él me tomo más fuerte entre sus brazos– Merecía lo peor. Dijo que iba a acostarse con mi hembra.
Empalidecí– Dios…
Jeremy hizo que lo rodeara con mis brazos– Pero eres mía. Mi olor debe estar en ti.
Lo mire sin saber– ¿Cómo consigo tu olor?
Jeremy ronroneo, de un movimiento me desgarró la camiseta. Me quede un tanto anonadada, pero no tanto como para no cubrirme con las manos.
–¡Jeremy! ¿Qué haces?
Jeremy me observaba con un brillo de hambre, y no de la clase que tienes cuando sientes ganas de comer algo en especial sino del tipo que un hombre tiene ante una mujer.
Y lo peor, yo le correspondía. Me quite los restos de la camiseta dejándolos en el suelo.

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