domingo, 26 de agosto de 2012

Bonus de "No Wait" Capitulo XXIII




–¡¿Embarazada?!!
Aparté el teléfono de mi oído– Deja de gritar.
–¿Qué deje de gritar? ¡Heath!!!
Escuche pasos del otro lado de la línea– ¿Qué pasa Zoe? No te alteres, no le hace bien a Heather.
Mire mi pancita, esperaba que Paul fuera así también cuando le llamara.
–Emily esta embarazada de Paul, tú amigo el idiota.
Eso no me sonaba bien, nada bien. Ella solía ser más compasiva con Paul, era su amiga, ¿qué le pasaba hoy? Había escuchado que las hormonas hacían estragos con una, pero no pensaba que tanto, esperaba controlarlas mejor que ella.
–Oh, Dios mío. No puede ser. –Escuche los susurros y luego el teléfono cambio de manos– Emily, ¿estas segura?
–Me hice unos test de embarazo y una prueba en el hospital, estoy muy segura. –Le dije sin sentirme muy bien, su tono de voz no me agradaba y comenzaba a asustarme.
–Emily, lo siento. –Su tono se estaba volviendo cada vez más penoso.
–¿Qué esta pasando?  No me agrada tu tono de voz. –Dije algo insegura– Me están asustando.
–Emily, Paul se casó hace una semana.
El teléfono se cayó de mis manos.

jueves, 16 de agosto de 2012

No Wait!: Capitulo XXII



La mañana del domingo estaba soleada y calurosa, algo que comenzaba a ser escaso por la época del año. Sentí muchas ganas de bañarme en la piscina y disfrutar del sol. No resistí la tentación y busque un bikini rojo, me lo coloque debajo de la ropa así no perdería el tiempo después de desayunar.
Y vestida de jeans y una camiseta de tirantes baje a desayunar, como nunca Robin ya estaba allí y me miro casi suplicante. Vivir con sus hermanos ya era un calvario en estos días y lo aceptaba, era mi culpa.
Estos últimos dos días me había mantenido entretenida enseñándole a Robin como defenderse, y tratando de que mis primos no me ahorcaran por comprarle ese pijama “diabólico” a su pequeña hermanita, hasta tío se había mostrado perturbado por eso diciendo que había pervertido a su bebita. Solo porque una noche Sam había entrado en la habitación de su hermana y la encontró vestida con su adorado pijama, el muy metiche corrió a contarle a su padre y a Zack y así empezó todo.
Por supuesto, exageraban.
–Vamos a desayunar juntas.
Robin me tendió la mano de mala gana– Si intentan de nuevo eso de quemar mi ropa, ¿Qué vas a hacer?
La mire muy segura– Procurar que no la quemen contigo dentro.
Robin se enfurruño– Eso no me gusta, pueden hacer lo que quieran con la ropa pero el pijama me encanta, es muy lindo y cómodo.
La estudie; llevaba una camisa ajustada a cuadros verdes, de los cuales llevaba varios botones abiertos dejando ver una pequeña camiseta blanca, y unos shorts negros también ajustados, con calzas verdes. Se veía como un duendecillo bastante hermoso y hasta tierna, aun con esas convers. Raro.
–Solo vamos a desayunar, te prometo que si intentan quemar tu ropa rescataré tu adorado pijama.
–Lo prometiste, recuérdalo.
Al entrar de nuevo veía que estaban todos sentados desayunando, se me había hecho costumbre, les hice a todos una seña y me fui a sentar al lado del abuelo.
El abuelo estaba como todos los domingos, vestido de una forma más relajada una camisa y unos pantalones de chándal. Y por alguna razón que desconocía estaba nervioso al mirarme.
–¿Qué sucede?
–Hablaremos después del desayuno. –Miro a Robin– Te ves hermosa, querida.
–Gracias abue, ¿le puedes decir a mis hermanos que dejen de intentar quemar mi ropa? Comienzan a comportarse como los mocosos malcriados que son. –Mientras hablaba no dejaba de mirar a sus hermanos.
–¿Por qué dejaste de vestirte como lo hacías? – Sam no ocultaba su mueca de disgusto
–¿Por qué te molesta? –Le preguntó claramente confundida– Ustedes querían que cambiara…
Zack interfirió– La verdad, me sorprende que te olvidaras de tu guardarropa tan rápido.
–Y, ¿por qué nadie me dijo que mi hermanita bebé tenía pechos? –Grito Sam.
Todos nos quedamos callados. Me concentré en el abuelo que intentaba no reírse, y en tío Zack que estaba bastante confundido. Al final, el abuelo rompió a reír.
–¿Qué pensabas? Es una chica y muy bella, no veo nada de malo en eso.
Sam estaba sonrojado– No entiendes, nadie me dijo que mi hermanita tenía las curvas de una mujer fatal. –Dijo– Así me hubiera esforzado más en cuidarla.
–¿Qué piensas Zackary? –Le pregunte con inocencia.
–Si veo a un tipo cerca de ti, Robin. Voy a golpearlo y nadie me va a parar hasta que lo mate. –Uy, estaba enojado. Su cara lucía un ceño fruncido.
–Y yo te voy a ayudar. –Dijo Sam bastante satisfecho– Oye Zack, se me acaba de ocurrir una idea, ¿quieres ir conmigo a buscar todas las tardes a nuestra hermanita al colegio? Digo, si quieres acompañarme, no te estoy obligando a que dejes de lado a Jane.
–Por supuesto que te acompaño hermano, Jane entenderá.
Los mire a ambos tan celosos y sobreprotectores con su hermana. Que tiernos.
Robin, por otro lado, estaba molesta– Son unos tontos.
–Tienes que ver el lado positivo de esto, tus hermanitos mayores son muy tiernos. –Le sonreí.
Sam y Zack me miraron, hablaron al mismo tiempo– Pijama.
–Que rico hay pastel de chocolate.
Con tensiones y al final con chistes sobre Sam y su incapacidad de mantener una novia, termino el desayuno.
–Ven conmigo a mi oficina. –El abuelo me tendió la mano– Vamos, es algo importante.
Me levante con su ayuda y salimos del comedor.
–Abuelo, me estas preocupando.
–Es un tema delicado, ayer no revise mi correo y antes de desayunar tuve tiempo de darle un vistazo.
–¿Le paso algo a Zoey? –Mis nervios se dispararon, si le pasaba algo a mi hermanita…
Negó con la cabeza– No te preocupes, quiero que lo veas con tus propios ojos.
Entré en la oficina, más conocido como su estudio, y me dirigí a su computador, después de mover varias veces el mouse vi la bandeja de entrada.
–¿Has pensado en comprar un netbook o notebook? –El abuelo me indico un correo y lo abrí– Oh mi Dios.
–Si, lo mismo pienso.

Escuche unos pasos acercárseme, pero no me preocupe, esos pasos silenciosos los conocía de hace bastante. Cuando se sentó a mi lado seguí callada, pasaron varios minutos o eso me pareció a mí antes de que él rompiera el silencio.
–¿Cómo estás? –Dijo por fin.
Lo mire sin saber que decirle, no tenía palabras para describir lo que sentía y no me sentía muy proclive a contarle algo tampoco. Pero gano la confianza que le tenía.
Mire a Marcus, pese hace un buen rato que se había sentado a mi lado en la piscina había esperado pacientemente, no dejando de mirarme, debía de haberle costado demasiado hacer su pregunta y si bien habíamos sido novios y hace tan poco que habíamos terminado no podía dejarlo aparte de esto, aunque doliera.
–Embarazada, así me siento.
Me había embarazado de otro hombre, por las fechas había sido esa primera noche en que Paul y yo nos vimos en el spa. Un par de días después de cortar con Marcus.
No me hacía sentir nada bien estar hablando de esto con Marcus, no era justo. Me dije. Seguía pensando, mientras él seguía aquí a mi lado.
–Y eso significa…
–Que estoy voluble, no me siento segura de nada y aun no sé como decírselo a mi padre sin que nos quiera destripar al abuelo y a mí. –Y si ya estamos, a ti tampoco. Lo mire a los ojos– Y eso no me hace sentirme demasiado segura ni feliz.
–¿Embarazada?
Me decidí a explicarle de la mejor forma...
Tire de una de sus manos y la puse sobre mi pancita– Si, embarazada. Bebé, ¿conoces el concepto?
Marcus asintió de mala gana y se recostó a la orilla de la piscina– ¿Lo vas a tener?
Lo mire indignada por su pregunta– Por supuesto, es mí bebé.
Me hizo una señal positiva con el dedo– Eso esta bien, ¿le vas a decir al padre del bebé sobre él?
–Claro. –No lo dude, Paul quería tener niños aunque no ahora pero él entendería la situación, de eso estaba segura– Él debe saber sobre su hijo.
–Está bien. –Nos quedamos callados un momento– ¿Aun lo le llamas?
–No.
–¿Qué esperas?
¿Qué esperaba?
Nada, quise decir pero eso no era verdad. Esperaba que un día de estos Paul me llamara y me dijera que me amaba y que no quería dejarme ir de nuevo, que había sido un tonto al decirme adiós de esa forma.
Mire el cielo y trate de no pensar en él.
El cielo se veía claro y ahora que lo pensaba mi bebé nacería en invierno, no lo vería este cielo despejado nacer. Me recosté en la orilla de la piscina como Marcus y seguí mirando el cielo.
–¿Cuándo comienzan las lluvias?
–En unos dos meses y luego vendrán las nevazones en unos cinco meses más. –Ni siquiera me pregunto el porqué de mi pregunta– Podremos salir a esquiar, bueno por lo menos yo podré ir.
Me reí– Te estas burlando de mí, ¿eh? –Me toqué la pancita– ¿Oíste eso bebé? Tío Marcus se burla de mamá.
Marcus se levanto y me miro de forma seria– Te sale natural el papel de madre.
Me sonroje– Bueno, lo seré dentro de unos meses, es mejor que comience a mentalizarme, mejor temprano que tarde.
–¿A quién más le has dicho que estás embarazada?
–Eres el primero. –Robin aun no lo sabía pero ella estaba enterada de la prueba. Marcus iba preguntarme algo pero me adelante– Me enteré hace un par de horas, ni el abuelo supo que decirme para amortiguar el golpe, así que, no te molestes en tratar de consolarme o decirme cosas lindas. –Disfrute del sol– No me siento mal, sino algo como... confusa, tengo sentimientos encontrados.
–¿Qué dijo tú abuelo? –Su mano se poso en mi mejilla pero cerré los ojos y los mantuve así– ¿Está enojado?
Disfrute de sus caricias, y por eso me sentí egoísta– No, solo se veía algo sorprendido pero lo deje solo, creo que necesitaba tiempo al igual que yo para digerir la noticia.
La sombra me cubrió y cuando sentí el roce de los labios de Marcus en la frente me di cuenta de que era su sombra la que sentía– ¿Aun la digieres?
Me sonroje por su cercanía– Más o menos, creo que ya estoy aceptando la idea que ahora seré madre. Es algo extraño, porque me sentía confusa sobre como cuidar de un niño pero nunca me cuestione de mi maternidad, en el fondo sé que quiero tenerlo conmigo. –Marcus no me decía nada y eso me estaba poniendo nerviosa y parlanchina– Tampoco me importa perder mi hermosa figura en el proceso.
Un beso cayó en la esquina de mi boca– Que bien, te verás hermosísima de eso estoy seguro.
–Gracias. –Trate de apartarme pero Marcus me mantuvo en mi sitio con uno de sus brazos, aun así no abrí los ojos– ¿Marcus…?
–Quédate quieta, te ves hermosa.
–Apártate muchacho. –Abrí los ojos adormilada ya por el sol– No deberías estar asoleándote Emily.
Bostecé– Si, eso creo.
–Que bueno. –Me dijo un abuelo no muy feliz.
Los mire a ambos y decidí irme por las buenas– Iré a dormir, ¿te veré después? –Le pregunte a Marcus.
Hasta ahora no me había dado cuenta de que le había contado mis problemas a Marcus y no le había preguntado porqué estaba aquí. Aunque aun me sentía algo sorprendida por contarle esas cosas a mi ex.
Me levante con su ayuda y volví a preguntarle.
–Depende de cuanto duermas, estaré aquí un rato hablando con Zack.
–No importa. –Le di un breve abrazo– Adiós, por cierto, ¿por qué estás aquí?
Me sonrió– Vine a amenazar a mi cuñado.
–Ah genial. –Mire al abuelo– ¿Y tú?
Imito a Marcus– Vine a amenazarlo a él, pero ya que vas a entrar vamos, no quiero que asolees más a nuestro pequeño.
–¿Desde cuando es “nuestro”?
–Desde que ese niño va a nacer aquí.
–Por si te olvidas, ya no estoy en la empresa; tú me sacaste. He perdido muchas clases, y sabes bien que habíamos quedado en que iba a volver a casa. –Enumere con mis dedos.
Él me golpeó la mano– Soy viejo y tengo derecho a cambiar de opinión.
–Y yo soy la inconstante. –Dije más despierta y algo molesta por sus cambios.
–Ya dije, yo soy viejo, tú no. –Me dijo ya empezando a caminar– Además Zackary se sentía mal por quitarte el puesto, no me tomes a mal, él también va a entrenarse de igual forma que tú pero con su padre decidimos que van a turnarse. Con tu embarazo, eso es ideal.
–Que considerado. –Mi molestia crecía.
El abuelo me abrazó por los hombros– Eres mi nietecita y debo cuidarte, no creo que a Edward le moleste si te quedas aquí durante el embarazo. –Me apretó– Por ahora vas a estudiar y a seguir tu rutina normal, ¿te parece?
–¿Si hablamos con papá primero? Él suele ser la voz de la razón.
El abuelo me frunció el ceño– Yo soy más viejo que él…
–Y él suele tener más razón que tú. –Lo interrumpí. Ya me sabía de memoria eso de “yo soy más sabio que él”, lo había escuchado miles de veces en sus peleas.
–Golpe bajo. –Dijo Marcus que se mantenía caminando por detrás de nosotros.
El abuelo le dio un golpe en la cabeza– Piérdete mocoso o has de una vez lo que has venido a hacer.
–Ya voy, ya voy, no se enoje.
Me reí pero dentro de unos minutos no me iba a reír para nada, era mejor comenzar a hacer llamados, a Zoey le iba a molestar si no era una de las tres primeras personas en saber que estaba embarazada. Papá iba a estar furioso pero se le pasaría, y no sabía que pensar de mamá, ella era la más sensata. 
Mi problema era el padre del bebé, ¿me respondería la llamada? Y si lo hacia, ¿cómo le contaba la noticia?

No Wait!: Capitulo XXI



Mire el papel, pero si hace un par de días estaba tan animada, bueno eso se lo debía a la salida con Robin. Lo había necesitado después de todas esas citas con los doctores que me había pedido el abuelo.
Eso había sido memorable, tirada en la piscina comencé a recordar ese día.

~Maldito día.
–¿Cómo estás ahora? –Me pregunto el abuelo, ya en el auto.
Estaba de muchas formas enojada, nerviosa y algo antipática, decidí resumir– Molesta.
–Eso es bueno. –Lucía feliz, muy feliz.
–No lo es. –Canté– Tengo una cita, y voy tarde gracias a ti y tus múltiples citas al médico.
–Llámale a tu cita y dile que ya vamos.
Me quede horrorizada– Supongo que no nos vas a acompañar, porque es una cita de chicas.
Me dio un rápido vistazo– Y ¿qué van a hacer?
Le sonreí con malicia– Voy a hacer sufrir a esa niña.
El instituto de Robin era un instituto para chicos ricos, se veía la opulencia desde lejos.
–Debes de estar bromeando. ¿No les dijeron que el estilo gótico murió hace tiempo?
La risa del abuelo me dijo que estaba de acuerdo– Es el mejor instituto y además esta de acuerdo con los estándares de seguridad que se le exigen por los niños que vienen a este colegio. Niños como tu prima Robin.
–Bien, ahora dime un pro que una chica de la edad de Rob entienda para aceptar un colegio como este.
–No es obligatorio usar uniforme.
Eso me lo decía todo– Lo acepto.
–Que bien, deberías llamarle a Robin y deja de llamarla Rob, a Zackary no le agrada que la llames como si fuera un chico.
Apoye mi brazo en la puerta del auto– Si es mi culpa decirle así, entonces es más su culpa ponerle nombre de chico.
–Era el nombre de la madre de tú tía Zara que falleció antes de nacer Robin.
–Ya entendí, historia triste. –No necesitaba más historias que me hicieran llorar, mi vida de por sí empezaba a ser una historia triste. Saqué mi móvil y marqué el número de Robin.
–¿Aló? –Me quede helada.
Corté y volví a marcar el número de Robin– ¿Robin?
–Esta en gimnasia. –Dijo el mismo chico que me había contestado antes.
–Ok. –Volví a cortar. Mire por el rabillo del ojo al abuelo– ¿Dónde esta el gimnasio?
El abuelo se estacionó– Ves la puerta principal del edificio, ¿cierto? Sigues el pasillo al fondo y vas a ver el gimnasio, otra maravilla del arte gótico del lugar. Te va a encantar.
Me reí de su ironía– Gracias, de aquí nos iremos en taxi, descuida.
El abuelo se mantuvo en su lugar– Las esperaré y luego las llevaré a donde tengan que ir, después me iré.
Rodee los ojos– Esta bien, ya vuelvo.
Salí del auto y camine hacia la entrada, para tener todos los elementos de seguridad necesarios, este colegio no parecía tener guardia ni nadie que tomara la identificación de las personas. Seguí el camino sin ver ni oír a nadie, camine hasta el final del pasillo y salí a un patio que se veía muy ameno, incluso tenían una pileta con forma de ángel. Cuando levante la mirada, supe porque el abuelo era tan irónico con el gimnasio, era grotesco con sus vitrales, ¿por qué había vitrales en un gimnasio? ¿Quién rayos había hecho esa cosa?
Las puertas estaban a un costado por lo que no me fue difícil dirigirme hasta allá, al entrar me encontré con una escena que no me gusto nada.
–Dame mi móvil, por favor. –Robin saltaba para alcanzar su teléfono que lanzaban de un lado para otro unos chicos– ¡Por favor! Alguien me llamo y quiero saber quien, por favor.
–Primero dame un beso y luego te lo doy. –Dijo uno reteniendo el móvil en alto– ¿Un trato?
Robin intento agarrarlo y el chico la abrazo– Me encantan tus curvas rubita.
–¡Suéltame! No me agradas.
El chico bajo su cabeza– Dame un besito.
–¡Suelta a mi prima imbécil! –Grite– ¿Te gusta aterrorizar chicas? Inténtalo conmigo si te atreves.
El chico se me acerco después de soltar a Robin– Nos estábamos divirtiendo, nada más.
Cuando estuvo a un metro de mí lancé una patada frontal conectando con su cara, antes de hiciera algo más me acerque y le di un rodillazo en el estómago sacándole el aire y rematando con un golpe en el cuello. Nadie se metía con mi prima, era como lanzarle piedras a un gatito.
–¿Alguien más que quiera meterse con mi prima? –Les pregunte a los otros tres chicos.
Los tres me miraron y estaban por acercárseme cuando me puse en guardia. Algo que había aprendido de entre todas las cosas desde mi llegada a casa del abuelo era a defenderme, eso se lo debía a Marcus que ya era cinturón negro segundo Dan, por lo que estaba calificado para enseñar, según él. Y había sido un buen maestro.
–Voy a sacarle los dientes al primero que se me acerque. –Le di otra patada al que ya estaba en el piso.
Robin recogió su móvil del suelo, donde había caído hace un rato, y corrió hasta mí– Em, vámonos por favor.
La agarre de un brazo– Si alguien nos sigue, me encargaré de que su vida se haga miserable.
Robin comenzó a retroceder– Vámonos.
Uno de los chicos que estaba sentado lejos del resto se levanto y me sonrió de forma desagradable– Entendemos. –Miro a Robin de forma distinta que no pude reconocer, de ninguna parte sacó una mochila y se la mostró a Robin– Nos vemos el lunes dulce Robin.
Robin se sonrojo cuando fue a tomar su mochila– Si.
Lo mire con odio– Atrévete a acercártele y te mato.
Esta vez cuando agarré a Robin la arrastre conmigo fuera de ese grotesco lugar. Una vez fuera la enfrente.
–Como es eso de “nos vemos dulce Robin” y eso de “si”. ¿Qué les pasa a esos tipos? –Comencé a levantar la voz con cada palabra– Dime.
Robin se sonrojo– Él no es tan malo y siempre los para cuando cree que los chicos se exceden molestando, no soy la única a la que molestan esos chicos de último año. –Le sostuve la mirada hasta que bajo la cabeza– Bueno, soy la única de mi salón a la que molestan pero sé que pronto se van a aburrir.
–No lo creo si sigues actuando de esa forma, debes dejarles las cosas claras. –Le dije, lamentando un poco que mi voz sonara tan dura.
Me sentí mal por ella al verla tan hundida en la vergüenza.
–Vamos, tenemos una cita. –Suspire– Y el abuelo nos esta esperando.
–¿Cómo te fue en el médico?
La abrace al verla tan preocupada– Me dieron una dieta, después en la ginecóloga me hicieron una revisión…
–¿Por qué estuviste en la ginecóloga?
–Porque es probable que vayas a ser tía. –No pude evitar hablar con sinceridad sobre lo que en verdad pensaba de mi situación con ella, al ver genuina preocupación en esos ojos azules, no creía que alguien se pudiera negar.
¿Cómo tenían esos chicos corazón para maltratarla?
Eran unos imbéciles.
–Emily…
–No digas nada, vamos a ir de compras tú y yo. –Le sonreí para alentarla– ¿Te gusta la idea?
Su cara me decía todo, una mueca de disgusto y el ceño fruncido. No, no le agradaban las compras.
–Te va a encantar.
Salimos sin darnos cuenta al estacionamiento.
El abuelo estaba hablando con un joven o eso me pareció hasta que me acerqué y vi que era un caballero de mediana edad.
–Buenas tardes.
–Buenas tardes profesor. –Dijo Robin a mi lado.
El hombre le sonrió amistosamente– ¿Escondiéndote de nuevo en el gimnasio Stonel?
Ella se sonrojo– No, no señor.
–Le decía a tú abuelo que sueles hacer eso cuando te toca la clase de historia. –Continuo el hombre sin hacer caso de Robin– Aun no descubro cual es la conexión pero ya lo sabré, descuide. –Terminó diciéndole al abuelo.
Robin miro al abuelo– No, es que…
–Hablaremos en casa con tú padre. –La voz del abuelo hacía saber que esa decisión era rotunda– Ahora tienes otras cosas que hacer.

Diez minutos después estábamos en el centro comercial, el abuelo nos había dejado por nuestra cuenta diciendo que tenía cosas que hacer, con eso había tranquilizado a Robin. Poco después de irse Robin me había mirado suplicante pero apreté mi bolso contra mí y la agarre del brazo. No se iba a librar de eso con la mirada de perrito suplicante.
–Si me vas a comprar vestidos, te aviso desde ya que no me quedan bien, mamá piensa que ningún color me favorece…
–Calla y sígueme niña. No has visto a tú prima en acción como para juzgar.
–Oye, ¿quién te enseño a pegar de esa forma? –Su carita mostró por fin interés.
Le sonreí con suficiencia– Me enseñó Marcus, a él le di mi primera patada frontal y ahora que lo pienso me siento muy bien de habérsela dado.
–Que mala eres. –Robin me sonrió– Que tal si, vamos a comprar y después me enseñas a golpear como tú.
Le revolví el cabello, ella tenía el mismo cabello que yo, el mismo color de ojos pero debía aceptar algo, ella era bajita y muy bella a pesar que no se podía distinguir su figura debajo de toda esa ropa que era una talla más grande que ella misma.
–Es un trato.
–¡Genial! –No tenía previsto que se iba a poner a bailar a mi alrededor– ¡Emily me va a enseñar a patear idiotas!
–Para la cancioncita, me marea. Ahora vamos a comprar ropa. –Le dije parando su baile.
–¡Si!! –Gritó.
Entramos a una tienda y comencé mi tarea.
–Bien, veo que te gusta esa ropa.
–Si.
–Bien, bien, mantendré tu estilo, lo prometo.
La arrastre por toda la tienda sacando ropa de las perchas y estantes. Jean, camisetas y diferentes camisas de cuadros, esta vez del tipo que usaría una chica de su edad.
Luego de escogida la ropa la arrastre a otra tienda. Dado a la alergia de Robin por las tiendas tenía que tomarla del brazo y a veces empujarla dentro de un tienda a otra en especial cuando llegamos a la última y no menos importante, una tienda exclusiva de ropa interior.
–Ya tengo ropa interior en casa. –Rezongó Robin.
La mire de arriba abajo– Voy a dejarte muy linda, pero quiero que te sientas especial por dentro también. –Robin me miro con confusión– Debajo de la ropa también importa y ya que estamos aquí, podrías comprarte unos pijamas, yo haré lo mismo.
Después de todo, Zoey me había pegado su afición por Victoria Secret.
–No voy a entrar ahí.
La mire con suspicacia– Debería decirle a Sam y Zack que su hermanita pequeña la molestan los mayores, ¿si o no?
Robin negó– Aunque de todas formas se lo vas a decir.
–Tienes razón, ahora entra y sin quejarte. –Le dije con mi mejor voz de mando, si había podido arrastrar a Zoey conmigo varias veces, esta niña no tenía oportunidad con ella.
–Esta bien, pero tendrás que enseñarme de verdad a pelear.
–Por supuesto, eso lo haría aun si no me lo pidieras. –Después de haber visto a esos tipos, estaba dispuesta a darle un arma si era necesario.
Entramos a la tienda y me asegure de buscarle las prendas que eran adecuadas para ella y encontré un pijama que me recordaba mucho al que había tenido Zoey hace años y con el que Heath aun estaba loco. Cuando se habían casado, le compró tres del mismo modelo pero de distinto color.
Sorprendentemente cuando Robin lo vio se enamoro de él, por mi bien, esperaba que nadie la viera con el pijama o iban a matarme.
Llamé al abuelo al poco salir de la tienda de lencería y me paré en la tienda de bebés, mientras esperaba que el abuelo contestará el teléfono me puse a mirar la ropita de bebé y los juguetes.
–¿Aló?
Casi tiro el teléfono cuando el abuelo contesto– Hola abuelo, ya terminamos ¿puedes venir por nosotras? Tenemos demasiadas bolsas que llevar.
–¿Lograste que comprara algo?
Quise sentirme ofendida por su incredulidad pero me negué a estarlo.
–Claro, te estaremos esperando. Llámame cuando llegues.
–Eso me esta sonando a una orden.
–¿Te gustan tus nietas no? Ahora es la hora de mimarlas. Te estaré esperando.
–Bueno, nos vemos en unos diez minutos. –Me dijo– ¡Mandona!
Mire a Robin que estaba tratando de ver lo que llevaba en una bolsa, le di un toquecito y le indiqué la tienda de bebés.
–Necesito algo de ahí.
Robin me sonrió y me quito las bolsas que estaba cargando– Te estaré esperando. 
–Gracias.

domingo, 12 de agosto de 2012

No Wait!: Capitulo XX



Estaba terminando de preparar mi hamburguesa después de freír con mucho cuidado la carne y cortar tomate y lechuga al ritmo de una canción que nunca llegue a reconocer pero Raluca, la cocinera, decía que era una canción típica de su pueblo, ella tenía sangre gitana.
–Jovencita, su abuelo la esta llamando. Al parecer cree que esta en su cuarto.
Me mire, después de mi tortilla de huevo había subido a cambiarme y a arreglarme. Pero las ganas de comer mi hamburguesa no me abandonaron nunca.
La mire con cara de perrito.
–Oh no, no señor, vaya a comer con él.
Tome mi hamburguesa y la coloque en un plato.
Entré en el comedor y con mucho cuidado de no dejar caer mi plato moví la puerta. Todo el mundo ya estaba en la mesa, y tía junto a Robin parecían algo sorprendidas de verme.
–Buenos días.
Sam llegó corriendo detrás de mí y chocando conmigo, por lo que casi se me cae la hamburguesa.
–Cuidado.
–¡Primita! –Me grito abrazándome como loco.
–Suéltame, vas a tirar mi comida.
Zack entro después– ¿Cómo estás hoy? ¿Mareos? ¿Nauseas? ¿Algo?
Sam me dio la vuelta, quitándome el plato y dándoselo a Zack– ¿Te pasa algo? ¿Estás enferma?
–No, no lo creo pero no te preocupes por mí, hoy voy al nutricionista y sabré que pasa.
Sam me abrazo– Ojala sea eso, nos preocupaste mucho.
Zack pasó por mi lado llevándose mi hamburguesa.
–¿Dónde vas con eso?
Zack me frunció el ceño– No te vas a comer eso, es asqueroso que te la comas para desayunar.
–Emily siéntate aquí conmigo. –El abuelo estaba sirviéndose café– Y deja esa cosa en otro lado.
–Quiero comer mi hamburguesa, me costo mucho tiempo prepararla.
–Si, me imagino por toda la mayonesa que tiene esa cosa. –Sam tenía la tapa de pan en su mano.
Me senté al lado del abuelo– No es justo.
–¿Cómo que vas al nutricionista?
Asentí– El doctor dijo que debía ir al nutricionista, estoy bajo peso según él, que es probable que por eso me sienta débil. –Agregué sabiendo que el doctor pensaba algo muy distinto. Esas malditas pruebas de embarazo no dejaban mi mente.
El abuelo siguió tomando su café.
Comí algo de pan con desgana hasta que Robin me dio, a pesar de las miradas de los demás, mi hamburguesa, gracias a ella terminé de desayunar satisfecha con todo.
–Eres un ángel Rob, gracias.
Ella se sonrojo– De nada Emily.
De pronto algo se ilumino en mí– ¿Hasta que hora tienes clase hoy?
–Hasta el medio día, hay reunión del profesorado.
Tío Zack no se veía muy contento– Y, ¿cuándo pensabas decirlo jovencita?
Vi como la pobre escondía la cara con la capucha de su camiseta. Hoy estaba vestida con una jardinera de color azul eléctrico y su camiseta con capucha y de manga larga, un atuendo típico en ella.
Como estaba sentada a mi lado puse mi mano en su hombro– ¿Quieres ir de compras conmigo? Tengo que ir al medico y luego quedo libre.
Robin se iluminó de pronto– ¿Por qué no voy contigo al hospital?
El golpe en la mesa me pillo desprevenida– No, tú vas al instituto, pero si después  vas a llevar a mi hija en auto, te sugiero que lleves un chofer, no quiero que pierdas el conocimiento conduciendo y termines matándola.
Mire a tío, se veía bastante enojado y no sabía porqué, y los más raro paso cuando me sentí terriblemente mal, ¿en verdad creía que pondría en peligro a Robin? Eso no era justo, la idea se me acababa de ocurrir y no pensaba en usar mi auto… sentí ganas de llorar y solo apenas logré controlar las lágrimas.
–¿Qué te pasa Zackary Stonel? –Tía lo miro con cierto enojo, esto nunca lo había visto, bueno solo un par de veces pero no así en frente de todos.
–Nada, –Al ver que tía no le creía añadió– Después hablaremos.
Tía se levantó de su asiento– Te lo haré recordar.
El abuelo me dio la mano– ¿Quieres que te acompañe al nutricionista?
Asentí, no me apetecía nada estar sola. Y comenzaba a sentirme bastante mal, tal vez no era buena idea que fuera con ella de compras.
–Si, primero debo llamar al hospital, ¿tienes una guía telefónica? –No tenía idea del número del hospital.
El abuelo se levanto– Vamos a mi estudio.
Salimos del comedor y al cerrar la puerta se dirigió a mí.
–Tú tío esta preocupado por Robin, esta teniendo ciertos problemas, le llamaron del instituto y le dijeron que ha dejado de estudiar y no saben porqué. Ella no le ha hablado de lo que pasa en el instituto. –Me tomo del brazo y caminamos por el pasillo– Cree que la está molesta por algo.
–Eso no quiere decir que me trate mal por eso. –Aun me dolía el comentario y creía que no lo iba a olvidar así como así.
Al final el abuelo terminó consiguiéndome una hora para el nutricionista, debía esperar porque iba a ser a las diez treinta de la mañana y eran cerca de las nueve.
Fui a mi cuarto y lo primero que vi fueron los test de embarazo, tome las tres cajitas y las lleve al baño. Ya en mis manos me sentí diferente, decidí ignorarlos, los deje en el estante que había en el baño para la ropa.
Iría al nutricionista y eso sería todo, no podía estar embarazada, solo había sido una vez el descuido después Paul y yo habíamos ocupado protección.
Me mire en el espejo del baño, no me veía diferente y Zoey me había mencionado una vez que antes de enterarse que estaba embarazada sentía le dolían los pechos y sentía el vientre hinchado. Mire mi vientre, sentía que estaba algo hinchado pero podía ser que estaba cerca mi menstruación, y ahora que lo pensaba también el deseo de dormir y sentirme algo sensible. Si, eso debía ser, ¿cómo pude olvidar que estaba pronta a menstruar? Que tonta, debía haberme intoxicado con la comida y de ahí los vómitos.
Ya más tranquila con mi resolución busqué ropa para ir al hospital, me vestí con más ánimo del que tenía cuando me levante y recordé tomar mis vitaminas, por alguna razón salí feliz de mi cuarto a reunirme con el abuelo en su estudio.
–¿Sabes que me recuerdas a papá con todos estos estantes horribles de libros?
–Él me copio a mí. –Estaba sobre una escalera buscando algo entre los libreros– Estoy contigo en un minuto.
Me acerqué a él– ¿Qué haces ahí? ¿Te ayudo?
–No, déjalo así puedo solo, además te puedes caer. –Sacó un libro gigantesco del último rincón del librero– Lo encontré.
Mire con interés lo que tenía en sus manos, se veía antiguo– ¿Qué es eso?
El libro estaba forrado en cuero– Son los primeros registros de mi primer negocio; era una constructora.
Me senté en un sofá– Te sientes nostálgico.
–Si. –Se puso a hojear el libro– Quería recordar cómo empecé, a veces es bueno recordar de donde empiezan las cosas, los primeros pasos que diste siempre son los más importantes.
Mire mi el reloj de su escritorio– Ya casi es hora.
–Cierto, vamos. –Dejo el libro sobre su mesa.
En la consulta me encontré con una nutricionista y tuve que pasar por varias pruebas de peso y otras cosas, me sacaron hasta sangre. Iuk.
El abuelo estuvo siempre a mi lado sin quitarme la vista de encima, comenzaba a asustarme la atención que me estaba colocando.
–Estás sana, pero te voy a dejar una dieta. –La mire, la nutricionista parecía una modelo y comenzaba a sentirme demasiado huesuda a su lado, ¿tendría el estado contrario a la anorexia?
–Tenemos unos cinco minutos antes de la próxima consulta.
Lo mire sorprendida– ¿Qué consulta?
Me sonrió– Lo siento pero te puedes enojar si te lo digo y ya estamos bien, ¿no?
Lo mire feo– Sabes, no tenía idea que te había molestado anoche mi respuesta.
–Aquí esta tu dieta, dale prioridad a la fruta, verduras y mucha fibra. Evita las grasas dañinas.
El abuelo se rió– Eso esta bien, hoy se comió una hamburguesa para desayunar.
Ante la cara de horror de la doctora tome al abuelo y salí de allí.
–¡Gracias por todo! –Le grite– ¿Algo que decir abuelito?
Me sonrió encantado– Tienes una cita con la ginecóloga.
–¿Por qué?
Paso su brazo por mis hombros atrayéndome a él– ¿Te hiciste las pruebas de embarazo?
Me sonroje pero negué– Tú las dejaste en la mesita.
–Si, Zack te llevo hasta tú cuarto y yo llevé la bolsa, sentí algo de curiosidad pero nunca pensé… –Me apretó más a él– No pensé que me tuvieras tan poca confianza.
Suspiré– No es eso, solo que no me siento cómoda con esas cosas, ni siquiera se lo he dicho a Jane ni a Zoey.
–¿Crees estar embarazada? –Me quede callada– Dime la verdad.
–Puede ser, pero no creo que sea así. En serio, solo creo que me esta por llegar el período y que tal vez me intoxique con algo. –Le dije con bochorno.
El abuelo asintió– La ginecóloga lo dirá.
–No puedes saber eso, y ella no lo sabrá con seguridad. –Le suplique con la mirada– Vámonos, ¿si?
–No, ya llegamos. –Toco a una puerta, una joven me miro– ¿Usted es la doctora Dawson?
Asintió– Emily Stonel, supongo.
Asentí– Soy yo.
–Pasa, por favor. –Se movió para hacerme paso. El abuelo iba a pasar pero la doctora lo paro– Lo siento, después lo haré pasar cuando hayamos terminado.
–Genial, creo que necesito hacer otro trámite. Vendré luego.
Corrí hasta él– ¿A dónde vas?
Me dio un piñizco en la mejilla– No te preocupes.
Seguí a la doctora dentro aun desconfiando del abuelo.
Por inercia me senté en la camilla, la doctora se sentó a mi lado mirándome interesada.
–Es muy especial tú papá.
Le sonreí– Es mi abuelo, pero si, es especial.
–Me dijo que no te sentías bien y que temías estar embarazada. –Asentí apesadumbrada, iba a tener una charla con ese viejito– ¿Cómo te has sentido?
–Confusa, rechazada, triste… –La mire sonriendo– He tenido nauseas, entre otras cosas.
–Genial, te voy a revisar, te preguntaré unas cosas y me vas a responder con sinceridad.
–Bien. –Dije, de todas formas que podía preguntarme que fuera tan terrible.
–¿Cuándo fue la última vez que tuviste relaciones? ¿Tienes una sola pareja? Y, ¿te ha llegado tu período dentro de ese lapso de tiempo?

El abuelo llegó veinte minutos después, entró como si fuera el dueño del lugar y sin importarle que me estuviera colocando la camiseta cuando abrió la puerta de par en par.
–Nunca te perdonaré esto.
–Sé que me vas a odiar, ¿Doctora cómo está mi pequeña?
La doctora me sonrió– Creo que podría estar embarazada pero recomiendo una prueba de embarazo, puede pedirla en los laboratorios, la respuesta va de uno a dos días.
–Vendremos otro día.
–Genial. –Dijo la doctora ya abriendo la puerta.
El abuelo me dio la mano para bajarme de la camilla– La verdad, ya tenemos una hora pedida, tenemos que ir ya.
Le di una sonrisa tensa– ¿Qué?
–Que ya vamos tarde, apresúrate.
Me despedí de la doctora– Gracias por todo.
–De nada, si estás embarazada vuelve y así comenzaras tus cuidados de premamá.
Asentí y fulmine con la mirada al abuelo.
–Ya verás.
–Me lo agradecerás, te lo aseguro.
–No lo creo.
–Comienza a creerlo, porque aquí. –Toco mi pancita con su mano– Podría estar mi primer bisnieto y quiero cuidarlo desde sus primeros meses de vida dentro de ti.
Le golpee la mano– O, puedo estar intoxicada.
Dos días más tarde llegaron los resultados.