sábado, 31 de diciembre de 2011

Oliwiii!!

Holas!! me pasaba por aquí para desear un feliz año^^ bueno hay gente que ya lo celebra, por estos lados queda un poco de rato aun. En fin, que tengan un próspero año nuevo y que este año que viene sea mejor que el anterior.

Les dejo un abrazo.
Yuuki^^

viernes, 23 de diciembre de 2011

Feliz Vacaciones^^

Bueno comienzan las vacaciones, para mi van a ser unos días que estaré alejada del blog porque quiero terminar mis proyectos inconclusos (esas son vacaciones para mí XD). Bueno y no quería dejar así como así botado el Blog sin ningún aviso así que para todos aquellos que se dejan caer por aquí les deseo felices fiestas y para aquellos que esperan algún adelanto de I Don't Understand Nothing, sorry deberán esperar un poquito (sip, se que es injusto), espero me entienda.
Les dejo un abrazo gigante

martes, 13 de diciembre de 2011

Seis cosas imposibles


Esta mañana abrí los ojos y vi un arcoíris cruzar el techo de mi habitación. Sus colores relucieron dándole vida a lo impensado, a ese opaco color. Aunque sabía que era algo imposible ya que la luz tenía poco acceso en mi habitación, deje a un lado toda cordura y decidí creer en lo que podía ver y seguí mirando embelesada todos los colores que bailaban en este arcoíris de ensueño.
Con toda la emoción que me había dado el arcoíris, me levante de un salto de la cama y corrí al armario para buscar la ropa que hoy me pondría para ir al instituto, pero cuando abrí la puerta me encontré a un hada, lo supe porque se parecía a todo lo que había oído alguna vez a través de los cuentos, era de pequeña estatura y vestía de vivos colores, volaba por entre la ropa que estaba colgada de las perchas, dejando todo cubierto con el mismo brillo que cubría sus pequeñas alas. Mi asombro supero la incredulidad, y mi éxtasis supero a mi asombro, cuando el hada salió de mi armario, cogí de inmediato la ropa que brillaba más de entre las otras que se veían más oscuras, aunque estaban cubiertas con el brillo, y en cuanto me vestí con ellas me pareció que me quedaban mejor que en otros días.
Partí al baño a asearme con una sonrisa dibujada en el rostro. En cuanto abrí la puerta y oí una voz melodiosa que me recibía, envolviéndome y haciéndome moverme por el cuarto al mismo son.
Sentado sobre una pequeña banca cerca de la tina estaba un extraño ser, que apenas vi con detenimiento ya que su canto siguió envolviéndome hasta que lo seguí con atención, una melodía desconocida para mí y que era interpretada con gran emoción. Mientras más me movía su canto más se intensificaba y más seguía envolviéndome, hasta que de un momento a otro me vi trasladada a un prado de vivos colores, lleno de flores y de árboles que nunca había visto en mi vida. Aunque demasiado pronto para mi gusto la canción se cortó y me vi de vuelta en mi cuarto de baño. Me di la vuelta para ver con más detalle al poseedor de aquella hermosa voz que me había hechizado con esa extraña melodía que solo podía venir de los sueños de una musa. El extraño ser vestía de verde desde los pies a la cabeza, solo tenía una prenda de un color diferente, era una cinta de un vivo color rojo que adornaba su cintura, y tenía unas orejas puntiagudas como los elfos de los cuentos de hadas que me contaba mi madre cuando era pequeña, en cuanto llegue a comprender eso lo vi desaparecer ante mis ojos, como si en el momento en que lo reconocí hubiera sido suficiente para que se fuera. Por el vacio que su presencia había dejado decidí salir del cuarto porque ya no me sentía cómoda allí, sentía como si fuera un lugar extraño al que yo no pertenecía.
Di dos pasos fuera del cuarto, sentí un golpe y de pronto me vi en el piso, al parecer había chocado con algo, cuando alcé la vista me encontré mirando a los ojos a algo que no reconocí, me pare de inmediato y note que el ser era de baja estatura, pero no se parecía en nada al elfo que había visto solo hace un momento, debía de ser muy fuerte porque aunque choqué con él, no se había caído. Moví los labios para decir algo pero antes de que pudiera hablar, me ató una cinta en el cabello y me paso unos zapatos que nunca había visto en mi armario o debajo de mi cama.
Me los coloque como si fueran de cristal y como si en cualquier momento fueran a desaparecer. No lucían como nada que haya visto con anterioridad, quería saltar de la alegría pero también tenía miedo de hacerle algún daño a algo tan hermoso, que ni siquiera tenía palabras para describir, no podía decir que se pareciera a mis sandalias o a mis zapatillas de charol porque sería una mentira absurda.
Mire hacia donde había estado ese pequeño ser, pero ya se había ido al igual que lo había hecho el elfo, el hada y el arcoíris. Ni siquiera había podido darle las gracias, a ninguno, salí de mi cuarto dispuesta a bajar y mostrarle a mi madre lo que vestía y contarle lo que me había pasado en cuanto me levante, de inmediato busque casi por inercia mi reloj de pulsera pero no lo llevaba conmigo. Una sensación extraña me embargo ya que nunca me lo quitaba para nada, varias veces me había visto con el entrando a la ducha e incluso mis propios compañeros hacían bromas sobre que había nacido con el puesto. Toque mi muñeca con añoro, pero tal vez solo me lo había olvidado después de bañarme anoche.
Camine hacía las escaleras cuando una flor llamo mi atención, sabía que era un narciso pero no sabía que mi madre le gustarán estas flores que eran más conocidas por crecer cerca del agua.  Una vez cerca la flor se movió, di un salto hacia atrás ¿me había equivocado y era una carnívora?
      No me tengas miedo pequeña, – Mire hacia todos los lados sin comprender quien hablaba, – Soy yo el narciso quien te habla. – Como adivinando mis pensamiento.
      ¿Cómo? – Dije apenas en un susurro. El narciso se encogió un poco como si le avergonzara mi pregunta, me acerque e hice lo que había hecho con todo lo anterior, creí. Camine los pasos que nos separaban para pedirle disculpas por mi impertinencia y en ese momento el narciso se movió y me roció algo.
      Te hacía falta eso, ya solo queda una cosa más, –  Quise preguntarle a que se refería con eso último pero olí la manga de mi vestido y me quede prendada al perfume que el narciso me había regalado. Alcé la cabeza para agradecerle por su gesto, y como si todo esto fuera planeado el narciso ya no estaba en el lugar, ya no estaba simplemente.
Sin saber a qué se debía todo esto o por qué me sucedía todo esto a mí, seguí mi camino y baje las escaleras aun embelesada con todas las cosas maravillosas que me estaban pasando antes del desayuno. Corrí como nunca hasta el comedor pero antes de poder entrar me encontré con una figura que estaba parada en frente de la puerta, era un hombre de gran estatura, no parecía un personaje de cuento, él se dio la vuelta en cuanto me quede parada, me regalo una sonrisa como nunca las había visto, quizá porque era sincera, me le acerque para saber que se le ofrecía ya que se veía como una persona normal como yo.
        Nadie me ha tachado nunca de normal, – Me detuve, ¿había hablado en voz alta? – No era necesario, ya te podía escuchar.
Sin saber que hacer me quede de pie frente a él, si gritaba tal vez mi madre o mi padre vendrían y me ayudarían, pero ¿qué tal si no? Mientras cavilaba él se acerco a mí.
        Te puedo escuchar porque soy un ángel, – Negué firmemente con la cabeza, eso era más que imposible, – Has creído en cinco cosas imposibles antes de mi aparición, ¿por qué no ésta, que la hace diferente?
        Que es más imposible que las demás, todos creemos que los cuentos de hadas son reales de cierto modo, pero un ángel… es imposible.
        No, no lo es, y me encantaría demostrártelo con más delicadeza pero ya es hora, te has quedado demasiado tiempo, ya debemos irnos.
        ¿A dónde? – Y como si algo dentro de mí lo supiera, él me tomo de la mano y me llevo a través del pasillo.
         Ya no perteneces aquí. – Las lágrimas corrían por mis mejillas, ya lo recordaba… – Ya no volverás a bajar las escaleras esperando encontrar a alguien que nunca volverás a ver, a veces la verdad nos duele, pero es mejor a una mentira. Ya estas lista para partir y dejar esta casa que te ha retenido desde que moriste dormida en tu cuarto; soñando con despertar y ver lo mágico que sería un mundo de fantasía.
Y con esas palabras desplego sus alas, y cargándome entre sus brazos me llevo más arriba de las nubes donde el sol reinaba en todo su esplendor.

lunes, 5 de diciembre de 2011

I Don't Understand Nothing: Capitulo XXI



Un grito llamo mi atención, me gire una y otra vez para ver de quien eran los gritos. Un golpe me hizo volver a quedar en negro y de pronto estaba en el suelo de la habitación de Emily quien gritaba como si estuviera poseída por algo.
Me levante con cuidado, Emily era terrible con sus pesadillas.
– Em, despierta soy yo. – Estaba diciendo Edward tranquilamente.
– ¡No!! ¡Déjame!!!! ¡No!!! – Emily pateaba hacía todos lados. Trate de acercármele pero me alejo de un golpe.
– ¡Emily!! ¡Calma!! ¡Soy Zo!! – Edward la agarro de los brazos mientras intentaba despertarla.
– ¡No me toques!! ¡No!!! – Emily rompió en un llanto desesperado. ¿Dónde estaba papá cuando lo necesitaba? ¿Qué hacía en estos casos para que se calmara?
– Emily cariño, calma. – ¿Por qué hacía esto? ¿Por qué lloraba? Yo también quería llorar. Mi hermana no despertaba y no sabía como hacer para que se diera cuenta que estaba en una pesadilla.
La puerta de la habitación se abrió de par en par. Me quede momentáneamente en shock, ¿por qué estaban aquí?
– ¡¿Qué sucede?! – Nos grito Paul. Probablemente no dábamos la mejor impresión estando encima de una Emily descontrolada porque la mirada de Paul estaba prendida con fuego.
– ¡Suéltame por favor!!! ¡Suéltame!!! – Mire a Emily una vez más. La sacudí un poco pero el esfuerzo fue en vano, no me hacía caso alguno.
Edward me miro y me hizo una seña, cuando asentí le soltó los brazos y yo me aleje de inmediato para no ser golpeada.
Emily siguió revolviéndose en la cama. Mire para ver a Paul que estaba más confundido que enojado.
– No despierta ¿dónde están papá y mamá? – Me pregunte en voz alta.
Edward fue de inmediato a la puerta. – Voy por ellos.
– Emily… – Hable despacio tratando aun de llamar su atención.
Paul puso una mano en mi hombro, – Déjame intentar, quédate por ahí con Heath mientras tanto.
– Ok. – Heath me envolvió entre sus brazos.
Ambos vimos como Paul subió a la cama con movimientos cuidadosos, puso las manos primero y después se apoyo con todo su cuerpo.
Las manos de Paul se cerraron en un brazo de Emily antes de que lo golpeara, en cuanto ella se puso a forcejear con desesperación comenzó a acariciarla con movimientos pausados y a hablarle cariñosamente. – Mon chère, C’est moi Paul. Me mon ange du cœur. – Mi querida, soy yo Paul. Mi ángel de mi corazón.
Emily sollozo, – ¿Paul?
– Oui, C’est moi. – Paul la abrazo contra su pecho. – Me petite ange.
Emily se abrazo a él y volvió a dormir supuse.
Suspire de alivio. – Gracias a Dios que estabas aquí.
– ¿Qué fueron todos esos gritos? – Vincent y papá estaban parados en el umbral de la puerta.
Le fruncí el ceño, tenía la cara menos marcada que antes pero había algo extraño en él, su mirada no estaba bien parecía asustado y no parecía que se hubiera acabado de levantar, sino más bien lucía como si no se hubiera ido a dormir aun.
– Emily tenía una pesadilla. – Dije mirando como ahora estaba en los brazos de Paul durmiendo relajadamente.
Papá se paso las manos por el cabello. – Gracias a Dios ahora esta mejor, no se como se me olvido lo sensible que es a las peleas, mi pobre niña.
– Paul logró lo que nosotros no pudimos, le hablo y la tranquilizo del todo, fue algo sorprendente de ver.
Papá me miro alzando una ceja, no me creía. Bueno no era para menos, Paul estaba vestido solo con sus jeans mientras abrazaba a Emily. – Ah-ha, si.
Le mostré con las manos como Paul aun arrullaba a Emily, diciéndole cosas en murmullos en francés que ni siquiera podíamos entender pero que obviamente hacían bien su trabajo.
Heath me apretó los hombros con las manos, – No tientes la suerte amor.
– Bien, pero es obvio que Paul la relaja. – Los mire a todos, – Creo que es mejor que los dejemos solos para que Emily descanse.
Papá me miro como si estuviera loca. Edward no estaba más convencido y Heath negaba rotundamente a mi lado. Mire a Vincent que estaba sonriendo, cuando capto mi mirada vocalizo; “Lo van a matar”.
– Por favor papá. – Dije bajito e intentando la cara de perrito de mamá.
Papá me sonrió, – Si te llega un sobrinito, tu vas a ayudar a cuidarlo. Yo, me lavo las manos. Vamos. – Antes de salir me miro de arriba abajo. – ¿No tiene ese pijama otra parte?
Me mordí la lengua. – No.
Mire a Heath que se removía a mi lado. Lo mire con detenimiento, estaba vestido con sus jeans negros y su camisa colgaba abierta de sus hombros, dejando ver su pecho totalmente desnudo. Mis manos picaban por tocar y estaba segura que mi boca estaba abierta.
Papá tosió. – Vamos a dormir, cada uno a su habitación.
Me cruce de brazos, – Por supuesto.
Con eso nos dejo solos, Edward se encogió de hombros y se fue seguido de Vincent. Entre a la habitación para recoger mis cosas. Me acerque a Paul y le di un beso en la frente.
– Buenas noches, cuídala mucho. – Paul asintió sin dejar de cantar el arrullo con el que mantenía a Emily tranquila. Eso era lo que murmuraba.
Moví las cobijas y Paul se acostó con Emily en sus brazos, los arrope bien y me fui. Cerré la puerta despacio.
– Te dejo en tu cuarto. – Pegue un salto. Heath estaba parado contra la pared.
Respire profundamente. – Me diste un susto horrible.
– Así tienes la conciencia amor, – Me tomo el pelo.
Me puse las manos en la cadera. – La tengo mejor que tu.
Heath alzo una ceja. – ¿Ah si?
Asentí. Moví mis manos a la altura de mis pechos. – No dejas de mirarme el busto ni las piernas.
– Tú pusiste la carne a la parrilla, yo solo espero el festín.
Lo tome del brazo. – Te quedarás con las ganas. Me voy a dormir.
Heath puso mala cara. – No me vengas con cosas. Quiero hacer algo más que mirar, aunque no sea el momento.
Heath me abrazo por la cintura y yo le devolví el gesto. – Tengo una duda.
Heath me beso en la sien. – No, no llevo bóxer.
Me coloque roja y Heath se rió de mí. Lo piñizque al costado, no quería arruinar ese hermoso six pack. – No era eso. Solo quería saber qué haces aun aquí.
Heath dejo de reírse de mí. – Tu madre dijo que era demasiado tarde para que nos fuéramos y que era mejor que durmamos en el sofá. Termine durmiendo con Paul en la habitación de Edward. – Heath bostezo. – Deberían de darle una cama más grande, ya me duele mi espalda.
Acaricié su espalda. – Pobrecito mi amor.
Heath gimió. – Tu cama es más grande.
Abrí los ojos de par en par. – ¿No es eso una sentencia de muerte?
– Amor, déjame no estoy pensando ahora y me siento feliz, ahora durmamos juntos haciendo cucharita. – Francamente no creía que eso fuera posible. – Me portaré bien, además no traigo condones.
Le di un codazo y camine sola a mi habitación. ¿Por qué tentaba a mis hormonas? Aunque no estaba segura si estaba enojada porque hubiera dicho eso o porque no tuviera los malditos condones, creo que por ambos.
Ya no me reconocía.
Llegue a mi habitación y me lance a mi cama. Estaba helada en comparación de la cama de Emily, claro que mis quejas se apagaron cuando Heath se acostó a mi lado.
Sus manos me rodearon. – Después de esto puedo morir tranquilo.
– Que bien, porque si papá te ve aquí te va a matar y no de la forma dulce.
– Ah ha, ¿me puedo quitar los pantalones? – Un escalofrío de anticipación me recorrió. Asentí lentamente. – Descuida, si llevo bóxer, no es lo mío andar sin ellos.
Suspiré desilusionada definitivamente. – Que bien. – Dije.
Heath salió de la cama y escuche como la ropa caía al suelo. – Listo. – Dijo metiéndose en la cama de nuevo.
Esta vez cuando entro en la cama su cuerpo se pego al mío. Íbamos a dormir a cucharita esperaba. O tal vez no, sus manos se posaron en mis caderas haciendo círculos en mis piernas.
– Heath…
– Déjame cumplir un sueño. – Me beso el hombro y el cuello pausadamente. Me arquee un poco cuando sus labios atraparon el lóbulo de mi oreja y sus manos se cerraron en mis pechos.
– Heath… – Volví a gemir.
Heath no me respondía, simplemente siguió haciendo lo que tenía entre manos. Coloque mis manos entre las suyas, que ya estaban bajando las tiras de mi pijama. De un jalón sus manos me dieron la vuelta y él enterró su cara en mi pecho, enrede mis manos en su cabeza para mantenerlo ahí, me encantaba como jugaba con mis pechos me arquee para él.
Heath se levanto haciendo que me quejara, no quería que parara. – Dame espacio, ábrete de piernas para mi nena.
Hice lo que me dijo sin titubear. Él se coloco entre mis piernas y comenzó a besarme, sus manos estaban puestas; una en mi cadera y la otra jugueteaba con uno de mis pezones. Enrede mis piernas en sus caderas, presionando una y otra vez hasta que logre que gimiera tanto como yo lo hacía con sus juegos.
La boca de Heath se movió hasta mi cuello donde me chupo sin consideración. Pase mis uñas por su espalda desnuda, por alguna razón necesitaba marcarlo y él no estaba lejos de hacer lo mismo con mi cuello.
– Te deseo tanto cielo. – Dijo contra mi cuello. – Tengo tantas ganas de estar contigo, de estar dentro de ti de nuevo.
– Heath, no podemos… – Jadee.
Heath gruño contra mi cuello. – Lo sé amor, lo sé. Pero eso no evita que no disfrutemos un rato.
Jadee, su mano piñizco mi pezón. Me arquee de nuevo. Solo que esta vez me restregué contra su erección. Su jadeo fue mi premio, sonreí descaradamente. Heath se separó de mí y me miro frunciendo el ceño. Gemí cuando se restregó contra mí.
– ¿Crees que eres la única que puede? – Heath me sonrió pícaramente, – Creo que vamos a dormir algo tarde.
Moví mi mano hasta acariciar su erección. – Creo que si.
Heath se removió, – No vayas por ahí dulce o no voy a responder.
– ¿No te molesta? – Heath puso en blanco los ojos. – Me refiero a que sería mejor que eso desapareciera.
Heath me dio la vuelta dejando mi espalda contra su pecho. – Mejor hasta ahí o no voy a parar.
– No pares. – Refunfuñe.
Heath coloco su cara contra la almohada. – Duerme.
Me acomode más contra él. – No.
– Si. – Dijo colocando una de sus manos en mis caderas.
Me baje las tiras del pijama y restregué mi trasero contra él, agarre una de sus manos, y la lleve hasta mis pechos expuestos. Su reacción fue inmediata, su mano apretó mi pezón.
– Eso no es justo. – Dijo contra la almohada. Sonreí complacida de tener su mano allí. Se podía quejar pero su mano seguía estando allí. – ¡Demonios!
Se movió tan rápido que apenas me di cuenta cuando volví a estar debajo de él de nuevo. Con una de sus manos agarró las mías y las mantuvo por arriba de mi cabeza y con la otra me abrió las piernas. Gemí. Su beso llego rápido y duro, su lengua jugaba contra la mía. Jadee contra su boca cuando su mano se metió dentro de mis bragas y uno de sus dedos me sondeo.
– Muévete contra mí, ahora.
Mi mente dejo de funcionar después de eso.
Sus manos me acariciaron hasta no poder más y eso fue todo antes de desconectar.
La luz de día me golpeo de frente, ¿qué diablos? Había vuelto a tener un sueño erótico con Heath.
– Debo de dejar de soñar esas cosas, no me hacen bien.
– ¿Puedo preguntar sobre que sueños hablas? O espera ¿incluyen sogas y látigos? Soy accesible por si quieres.
Mire a Heath como si fuera un extraterrestre. – Oh…
Heath ladeo su cabeza fingiendo inocencia. – ¿No?
– No recuerdo como llegaste aquí… y no sé que haría con una soga y un látigo. – Definitivamente no tenía ni idea.
Heath me atrajo a él y me abrazo dulcemente, – Se me olvida que solo tienes dieciséis, mi bebe es tan inocente.
Me separe de él. – No te entiendo.
Heath me sonrió complacido. – Dejémoslo para otra vez. Oh, eres tan dulce.
Me sonroje, sabía que me estaba perdiendo en parte de la conversación. – Bueno, después me lo vas a explicar.
Heath no dejaba de sonreírme, me estaba poniendo de más tonos de rojo. – Lo más gráfico posible.
Se levanto de la cama, dándome una gran vista de su trasero.
– Que lindo.
Heath se dio la vuelta de inmediato, sorprendido. – ¿Me estabas mirando el trasero?
Me mordí el labio. – Puede ser.
Heath se quedo con la boca abierta y se miro el trasero. – Pero sino tengo nada de eso.
Me levante de la cama con cuidado, me sentía algo sensible en ciertas partes. Salí de la cama y le piñizque el trasero.
Me mordí el labio de nuevo. – Definitivamente si tienes algo ahí.
Camine contoneando las caderas a propósito, mire sobre mi hombro. Sip, lo había conseguido, me miraba embobado. Me levante el faldón del pijama.
– Creo que ya no vas a poder adivinar hasta donde me llega.
Heath trago saliva. – Me imaginaba que ese era tu adorado pijama de la otra vez. Y déjame decir que no me desilusiono para nada, un escote que provoca y ¡Dios! Esas piernas.
Sonreí y entre al baño. Me sentía tan especial, él me hacía especial.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Incoherencias de la desilusión


Nado contra la marea en un mar de gente
¿Es mi culpa no saber?
¿Es mi culpa ser así?
Ser diferente es bueno dicen
Pero no hay quien entienda a este animal fuera del redil
La pieza que no calza en un rompecabezas.
¿No pertenezco ahí?
Me miro de pies a cabeza y no veo distinción
Algo me marca y es en mi interior
Cada cosa que oígo me toca
Una voz en mi cabeza intenta gritar
Apenas y la alcanzo a oír
Una fibra sensible vibra
Un dolor invisible tira dentro de mi
Y esa vos esta vez grita por salir
La reprimo
Mi espiritu esta débil
Un golpe inesperado es peor que cualquiera
Estoy en el piso y no me levanto
Por fin oigo la voz...
Esa pequeña voz que te insita a seguir...

martes, 22 de noviembre de 2011

WOOOOOOW!!

No se si yo me emociono demasiado... o es algo más.... pero estoy haciendo el medio baile y shos publico celebrando las dos mil visitas del blog XD....

lunes, 21 de noviembre de 2011

I Don't Understand Nothing; Capitulo XX



Me quede helado de pies a cabeza.
La madre de Zoey estaba en frente de Paul, que estaba sentado a un lado de la mesa de la cocina tocándose el ojo inflamado y gruñendo levemente, con algo en las manos. – Deja de jugar con eso y déjame colocarte esto en la cara. ¡Ya! O ese ojo va a empeorar y no va a ser bonito. No quieres eso ¿o si?
Paul se alejo de la madre de Zoey. Emily tomo el paquete y se lo coloco de un tirón en la cara a Paul, fue divertido ver como se retorcía del dolor.
– Ni se te ocurra quitártelo de encima. – Emily le dio una mirada sucia a Paul. Estaba más que furiosa diría yo.
– Mon Dieu, merci mille fois. – Mil gracias. Paul se coloco algo en la cara, casi me rió; era una bolsa de verduras congeladas. – ¿Hasta cuándo tendré que usar esto?
– ¿Qué tal hasta que la cordura te venga a la cabeza? – El padre de Zoey no se veía para nada feliz. – O mejor, ¿hasta que me digas por qué había un paparazzi en mi jardín?
– Cariño, es un poco tarde. Deja eso para mañana. – Sentí a Zoey moverse a mi lado, cuando la mire ella estaba concentrada con algo afuera en el patio.
El padre de Zoey apenas y nos prestaba atención. – ¿Mañana? Si les doy tiempo no me vas a dejar hacer nada.
– Cariño, estamos agotados y no es bueno pensar ahora cuando estas tan enojado con todo esto, es mejor que tengas la cabeza fría y despejada. – La madre de Zoey podía ganar el premio a la tranquilidad, hablaba suave y lentamente como si le hablara a un animal salvaje que necesitara escuchar algo tranquilizador.
– Quiero respuestas ahora, no mañana. – De apoco se escuchaba que la tensión dejaba al señor Stonel, pero aun necesitaría de más tiempo.
Me concentré en Zoey que estaba seguía pendiente de cualquiera que fuera la cosa que estaba a afuera. Le di un apretón a su mano para llamar su atención. – ¿Qué sucede? No dejas de mirar fuera.
Zoey me miro aprensiva. – ¿Era solo ese tipo que estaba en el jardín? O ¿hay más como él ahí afuera? No sería bueno.
Mi mente ya estaba funcionando, ese pensamiento no estaba del todo errado, antes de que pasara algo más tome la cámara y la puse en infrarrojo. Apague la luz que daba a la sala de estar donde hace tan poco habíamos estado divirtiéndonos. Me movía hasta una ventana y corrí suavemente la cortina. Enfoque la cámara a través del cristal y revise los lugares que se veían más oscuros, la luz de las farolas en los arboles no me fue de mucha ayuda pero contaba con que el incidente con el paparazzi alejara a los otros, si es que los había. Siempre había que estar preparado después de todo eran como la mala hierba, arrancabas una y salían más de la nada.
– ¿Ves algo? – Me susurro Zoey, provocándome un escalofrío en la espalda. Me di la vuelta.
Me aclare la garganta, de repente lo necesitaba. – No veo nada, de seguro solo había eso, Paul siempre es cuidadoso. – Apague la cámara. – Volvamos.
Suspire cuando la vi caminar de vuelta a la cocina. Sentía tantas ganas de atraerla contra mí y mantenerla abrazarla y besarla. Si, la adrenalina me volvía loco y ohh no… esas piernas en la mezcla; era fatal, muy mal para mí.
La seguí obedientemente. Cuando entramos de nuevo a la cocina, Paul estaba tratando de que Emily lo mirara pero no pasaba nada aun. Pase un brazo por la cintura de Zoey en cuanto pude llegar hasta ella.
– ¿Dejaste de buscar maleantes? – El padre de Zoey estaba aun que echaba chispas por los ojos pero definitivamente más tranquilo que hace un momento. No se porque pero asentí algo avergonzado. – Que bien, ahora dime. No, mejor explícame porque estaba ese tipo en mi casa. Ahora. – La madre de Zoey le puso mala cara pero él la ignoro. – No mañana, quiero hoy mis respuestas.
Mire a Paul, él estaba negando sutilmente sin que nadie se diera cuenta de nada. Le mostré la cámara con una leve inclinación de cabeza y él suspiró de alivio, fingiendo como si el paquete de verduras estuviera aliviando el dolor que sentía, probablemente también lo hacía pero más la cámara que estaba en mis manos con la grabación del millón.
Mire a los ojos al Señor Stonel, no quería que pensara nada de más. – Señor, decirle sobre eso no depende de mí…
El Señor Stonel se colocó a dos centímetros de mí. – ¿De quién depende?
Mire el señor Stonel. Estaba por responder cuando Paul se me adelanto.
– ¿Podríamos hablar en privado? Y así podría responderle a todas sus dudas. – Paul se levanto cuidadosamente del asiento. Le entrego el paquete de verduras congeladas a Emily que lo ignoraba aun, Paul hizo un nuevo intento para que lo mirara pero no pasó nada de nuevo. – Por favor. – Emily agarró el paquete de sus manos sin siquiera darle una mirada más. – Merci Chere.
– Estoy agotada, ha sido el día más largo de mi vida y quiero irme a la cama. Adiós nos vemos otro día. – Dijo Emily mirándome.
Con eso se largo sin decir más. Mire a Paul que ya tenía puesta su mejor cara de póker, el tipo era un fiel creyente del amor, por gente como él todavía era vigente la creencia de que los hombres en Francia sabían del amor. Pobre. Lo entendía bien, el sentirse ignorado. Y entendía mejor porque la cara de Póker.
– ¿Dónde podemos hablar? – Pregunto Paul.
El Padre de Zoey se alejo de mí y señalo hacía la puerta. – Vamos a mi estudio, es más privado.
– Odio ese lugar. – Murmuro Zoey a mi lado. Le di una pequeña sonrisa cómplice, lo que causo que se sonrojara, estaba más que dispuesto a apostar a que estaba rememorando los mejores momentos en ese estudio.
Era adorable de ver.
Paul se fue de la cocina con el padre de Zoey y yo lo seguí. No antes de darle un beso en la frente a Zoey. – Voy tras de mi chico, ve a dormir tu también. – Zoey me piñizco el brazo. – Ouch, eso duelo Zo.
– Tu fuiste el que puso el dedo en la yaga, no yo. – Le fruncí el ceño. – No tengo que ir al instituto de nuevo hasta en otros cuantos días más. ¿Recuerdas?
Ohh. Abrí mi boca pero era mejor callar. Al diablo. – Bien. Pero no era por eso… lo juró.
Zoey, ladeo su cabeza mirando detrás de mí. Por curiosidad me voltee para ver a Ed detrás de nosotros.
– La película era buena. – Le sonreí y lo atraje para revolverle el cabello.
– ¡Oye! Déjame en paz.
Le agarré la cabeza y le susurre al oído. – Si, era buena y la chica de la llamada de seguro más. – Edward se coloco rojísimo, igual a su hermana. – Voy a ver que tu padre no mate a nuestro amigo. Quédate y cuida de tu hermana por mí.
– ¿Y qué hay de mí? Yo estoy sola y desprotegida. – Mire a la madre de Zoey, parada aun lado de su hija. Eran como dos gotas de agua.
Asentí hacía ella. – Creo que su hijo la cuidaría no importando si se lo digo o no. – Cuando me sonrió parecía que brillaba, era una mujer despampanante.
– Tienes razón, ahora ve, mi marido tiende a despellejar gente cuando esta muy, muy enojado.
Trague. Y salí rápido a buscar a mi amigo.

Mire a mamá enojada. – ¿Por qué le dijiste eso?
Mamá frunció el ceño. – ¿Qué dije? No creo haber dicho nada fuera de lo normal, ni nada que fuera mentira. Tu padre estaba muy enojado esta vez y si contamos que ha estado enojándose durante este último tiempo bastante seguido... bueno hoy eso gana a las anteriores veces.
Le fruncí el ceño de vuelta. – No tenías que ser tan explicita con eso de despellejar. – Moví mis manos por la impotencia al ver que no me entendía, a veces mamá tenía esos lapsos en los que no le podías hacer entender algo. – Es como decir lo que vendrá en la siguiente colección de invierno cuando recién estas en primavera.
– Ahh… lo siento. – Dijo algo avergonzada.
– Exacto. – Dije cruzándome de brazos. Solo así entendía algunas cosas. Increíble.
Edward me jaló del brazo. Le tome la mano y me llevo con él escaleras arriba.
– Algo le paso a Em. Estaba aturdida.
Lo mire comprensivamente, yo también me preocupaba por Emily. – Sabes que ha ella nunca le han gustado las peleas.
Sentí el escalofrío que recorrió a Ed. – Aun recuerdo cuando era pequeño y esos niños se pusieron a pelear en frente de nosotros…
Si, esa vez había sido horrible. Los niños se pelearon aun lado de nosotros, casi me golpearon, papá llegó justo a tiempo pero no fue suficiente para que Emily dejara de llorar en toda la tarde. Las pesadillas que tuvo después de eso no nos dejaron dormir a nadie en la casa, nunca le dijo a nadie sobre que trataban sus pesadillas, solo sabíamos que eran horribles.
Por más que lo intentaba no recordaba nada sobre algo que le hubiera pasado a Emily y que pudiera dejarla tan traumada, aun hoy trataba de buscar algo en mi mente que pudiera ayudarla a superar sus miedos. Papá había tratado de llevarla al psicólogo pero no había sido buena idea, las pesadillas habían vuelto mucho peores que las anteriores veces, como lo harían esta noche de seguro.
Toque la puerta cuando llegamos a su cuarto.
– Pasen. – Su voz estaba amortiguada por la almohada. Ella tenía esa manía de echarse sobre su cama y taparse la cara con la almohada. De miedo.
– Vamos, – Le dije a Edward.
– Bien. – Asintió Edward. – No, espera, ya vuelvo.
Se fue corriendo antes de que pudiera decir nada más.
– Vale, déjame sola cobarde. – Murmure. Cuando abrí la puerta entre con mi mejor sonrisa Colgate. – ¿Qué tal?
Emily me miro a mí y detrás hacía la puerta. – Pensé que venías con compañía.
Moví mis cejas juguetonamente, – ¿Qué compañía esperabas? ¿Eh? Ma petite.
Emily me sonrió y me lanzo uno de sus peluches. – Tarada. Esperaba que fueras tú y Edward, Dah. Tonta. – Volvió a abrazar su almohada.
Coloque mis manos en el peluche. – Que mala eres, no tenías que tratar a un inocente así, menos un inocente que es adorable y eso último lo digo por mí.
Emily me sonrió de forma irónica. – Que graciosa te has vuelto, donde esta mi hermana la antisocial y que vivía para su laptop.
Le sonreí abiertamente y la golpee con el peluche. – ¿No puedo ser adorable y graciosa con mi hermana mayor?
– No.
– No eres para nada adorable, ni amable. Y eso no se ve nada bien en una señorita. – Dije recordando las palabras de la abuela Mary, la madre de papá y también imitando su tono de voz tan quisquilloso.
Emily se rió, – No puedes burlarte de tus mayores. – Otra frase celebre de la abuela. – Creo que no servimos para una vida decente, – Hizo comillas con las manos. – Somos poco elegantes.
– Y malcriadas, definitivamente malcriadas. – Me senté aun lado en su cama.
Emily me abrazo fuertemente. – Estoy bien, sabes. No me voy a volver loca durante la noche esta vez, ya soy mayor para esas cosas.
La mire por el rabillo del ojo. Su tono de voz no concordaba con sus manos que estaban moviéndose como si tuviera un tic nervioso. – ¿Estás segura de eso?
– Sip, – Sus manos seguían moviéndose descontroladamente sin que ella se diera cuenta de ello. – Estoy bien.
– Bien. – No creía eso ni siquiera por un segundo. – Si tú lo dices ok.
– Sip. – Me estaba comenzando a sentir nerviosa sobre eso.
– Ya llegué, ¿qué hacen? ¿Yo también puedo abrazar? – Edward se lanzó a la cama con nosotras.
– Solo únete hermanito. – Dijo Emily, los temblores en las manos estaban más tranquilos.
– ¿Por qué demoraste tanto? – Le pregunte a Edward.
Edward me dio un vistazo venía en pijama y traía otro en sus manos. El mío.
– Estaba pensando que hace tiempo que no dormimos los tres en una cama y pensé que hoy podíamos hacerlo. – Emily nos miro resentida. – Solo era una idea.
– No eres nada sutil, tontito. – Emily se separo de nosotros. – Estaré bien, no los necesito conmigo esta noche. Les prometo…
Tome una de las manos de Emily. – Tus manos tiemblan sin que te des cuenta de ello, porque no entiendes que solo queremos ayudarte, no importa que edad tengas o que tengas miedo, nosotros nos quedaremos a hacerte compañía. Así que acéptalo.
Ed tomo la otra mano de Emily. – Yo también suelo tener miedo y ya soy grande.
Emily y yo nos miramos y nos reímos de él. Ed se enfurruño.
– Esta bien Ed, tu también eres grande. – Suspiro. – No quiero tener pesadillas esta noche, quédense conmigo.
– ¿Por favor? – Dijo Edward tentativamente. Le di un codazo.
– Nos quedamos con gusto. Para eso somos los hermanos ¿no? – Le sonreí con gusto.
– Los quiero chicos. – Emily nos abrazo. – Aunque uno sea un nerd y la otra una loca obsesiva con novio.
– ¡Eh! – Dijimos al mismo tiempo Ed y yo.
– Eso no fue lindo. – Refunfuñe.
– Lo sé, por eso los quiero tanto, no me opacan para nada pero debo admitir que da un poco de vergüenza traer gente a casa. Así que ahora compórtense más ¿si? – Emily se escuchaba radiante cuando hablo.
Le di un codazo. – No puedo creer…
Emily me devolvió el codazo. – Tonta, es broma. Nunca me avergonzaría de ustedes, son mis hermanos y los amo aunque no sean perfectos. – Se quedo callada un momento, manteniéndonos a su lado aun con el abrazo. – Debo admitir que ni yo lo soy. No les pediría que cambiaran por nada, solo para que lo sepan.
– Eso esta mejor, mucho mejor. – Dijo Edward. – Ahora acostémonos ¿si?
Le quite mi pijama de sus manos y corrí al baño de Em para cambiarme. El pijama que me había traído Ed era el mismo que había llevado puesto cuando… me sonroje, aun recordaba esa conversación telefónica con Heath.
Me coloque bien mi pijama y me reuní con ellos. Emily pego un silbido.
– Que sexy te vas a dormir nena. – Dijo Em haciendo gestos.
– Sigo pensando que ese pijama tiene otra parte. – Edward refunfuñaba en medio de las cobijas al lado de Emily.
Me puse las manos en las caderas. – Este es todo el pijama Edward, es un Victoria Secret.
– Hecho para seducir hombres y hacerlos caer directo en tu cama. Uuuuhh.
Enrojecí por completo. – Mejor hazme un lugar ¿quieres?
Emily se regodeaba con mi reacción. – Claro ven, nena. Una pregunta; ¿Quedaban más en el sex shop?
Grite. – ¡Déjame en paz! – Me metí en la cama quitándole las cobijas de la mano. – Envidiosa, solo porque a mi me queda mucho mejor de lo que te quedaría a ti.
– Ja, ja, Ódiame pero yo tengo la razón. Eso no lo compraste en la tienda de siempre.
– Lo compre en la misma tienda de siempre. – Murmure. No era mentira, me lo había comprado en la tienda de lencería de siempre, solo que había sido un stock de una semana.
Nos quedamos callados un rato hasta que Emily rompió el silencio. – Tenemos una importante decisión que hacer.
– ¿Cuál? – Pregunto Ed al otro lado de Emily.
Emily se tomo su tiempo para responder. – ¿Quién apagará la luz?
De nuevo silencio.
– ¡Zoey!
Mire a los dos que me miraban con sus mejores caras de perrito. ¡Malditos!
– Está bien. – Me levante de un salto y fui a apagar la luz.
El botón estaba a un lado de la puerta, casi muero del susto cuando alguien la golpeo. Tuve que tomarme un tiempo para tranquilizarme antes de abrir la puerta. Mientras Edward y Emily se reían de mi, parecía que hoy era el día de reírse de Zoey. Ja - ja.
Refunfuñando abrí la puerta. Me quede helada.
– Guau… – Heath estaba parado en frente de mí sin hacer nada más. Moví mi mano en frente de su cara pero solo hizo que mirara a mi escote. Moví mi mano más abajo.
Paul paso aun lado de Heath, en cuanto se fijo en mí se cubrió la cara con sus manos. – ¡Mon Dieu! Lamentamos molestar si te estabas vistiendo.
La vena en mi frente punzo. Casi podía escuchar las risas amortiguadas de Ed y Em. – ¡No me estaba vistiendo! Este es mi pijama ¿ok?
Paul dejo caer las manos y me miro con la boca abierta. – Nunca lo hubiera pensado de ti, creí que Heath estaba corrompiendo…
Paul dejo de hablar por el golpe que Heath le dio en la cabeza. – Cállate. ¿Nunca habías visto un Victoria Secret?
– La verdad… – Comenzó a decir Paul.
– No te hagas. – Heath le dio un codazo y me agarró entre sus brazos, haciendo que el pijama se me subiera hasta las caderas.
– ¡Heath!! – Gritaron todos los demás.
– Quiero besarte mucho. – Me beso hasta dejarme sin aliento. Bueno, la verdad hasta que ese maldito de Paul comenzó a toser sin parar. Lo fulmine con la mirada.
– No creo que aquí… – Comencé a decir.
– ¿Por qué todavía están aquí? – Pregunto Emily desde su cama. – ¿No deberían irse a su casa?
Paul puso una cara de tristeza que hasta a mi me conmovió. – Emily, hablemos por favor.
Emily se acostó cubriéndose hasta la cabeza con las cobijas. – Estoy cansada, quiero dormir. Así que váyanse.
Paul hizo un intento de entrar en la habitación. – Pero…
Heath coloco una de sus manos en el hombro de Paul. – Déjalo, mañana temprano habla con ella.
Paul asintió pero se quedo parado mirando a Emily un buen rato, cuando Heath afirmo su agarre en su hombro se retiró. Heath me abrazo firmemente entonces. – Nos vemos mañana mi amor ¿bien?
Asentí y me puse de puntitas para besarlo en los labios. Me beso en los labios y después me beso en la cabeza. Se dio la vuelta y se fue.
– Buenas noches entonces. – Cerré la puerta algo desilusionada con la despedida. – Yo quería otro besito.
Emily murmuro algo antes de hablar fuerte y claro. – Si se acercaba más aun a ti, de seguro se corre.
– ¡Em!! – Grito Edward, me cubrí la cara por su poca vergüenza. ¿En verdad era mi hermana? Lo dudaba mucho.
– ¿Qué? ¿Tú no viste como se la comía con la mirada? Pues yo si, lo vi con estos dos ojitos – Se quito las cobijas de encima para mostrarme como se colocaba las manos en los ojos.
– Que dramática eres.
Golpeo la cama a su lado, – Deja el show nudista y ven a dormir.
Apague la luz y me metí entre las cobijas. Me acurruque contra Em.
– Estás calentita Em.
Emily se alejo de mí. – Y tu helada, así que muévete o te tiro de la cama. Aunque es más probable que tú me tires de la cama a mí y a Ed, Dios, nunca he visto una persona dormir tan mal como tu.
La ignore y me acosté de nuevo en mi rincón. No era tan mal dormir.
Al poco rato me dormí o era eso o me había desmayado, siempre me pasaba lo mismo cuando me pasaba lo uno o lo otro.
Caminaba descalza por una playa, la arena se metía por entre mis dedos cada vez que daba un paso. El agua era tibia, no sabía donde estaba, pero el azul del agua me cegaba cada vez que miraba hacia allá. Era un día brillante.
La suave brisa hizo que mi cabello se alborotara, siempre comenzaba de esa forma. Como si mi mente quisiera jugar conmigo, vi la figura de alguien al otro lado. La figura se movía lejos de mí, me desesperaba el que se alejara. ¿Por qué se iba? Yo quería que estuviera a mi lado.
Corrí detrás de la figura pero se iba alejando. Esto no era parte de mi sueño, en esta parte siempre se hacía de noche. La luna debía de aparecer por algún lado. Mire a todos lados pero no había nada, todavía era de día. Que raro.
Corrí más fuerte pero la ola que vino de un lado me golpeo inesperadamente las piernas haciéndome caer al suelo, trague agua salada.
¿Por qué me dejaba atrás?