viernes, 27 de abril de 2012

Felicidad^^

Iba a colocar este mensaje el último día de abril pero en vista que no estaré presente en mi blog aquel día... 
Long & Only Life tiene ya dos años y eso para mi es felicidad neta porque No vendo ni promociono pero el blog ya tiene 3258 visitas^^. Algunos calleron aquí de casualidad, otros obligados y otros que siguen "I don't understand nothing".  Gracias a todos mis visitantes, un abrazo^^ a mis lectores silenciosos, los adoro.

Un parrafo de la historia que le dio nombre al blog: 

Dicen que los vampiros no tienen sueños mientras duermen, y cuando lo hacen es porque ven su final en ellos. También dicen que no sueñan porque los muertos no lo hacen. 
Solo sé que desde que me convertí en vampiro, he podido soñar, veo cosas tan lejanas y otras tan cercanas, nunca se lo he mencionado a nadie. 
Long & Only Life

lunes, 23 de abril de 2012

I Don't Understand Nothing: Capitulo XXVIII




Un reloj sonaba cerca de mi cabeza. Pegue un manotazo para apagarlo pero le pegue a algo más.
– Ya lo apago, maldita cosa. –Abrí los ojos de inmediato.
– ¿Heath?
Heath apagó la alarma y la dejo de nuevo en su mesilla de noche. Me miro algo desorientado, probablemente porque le había preguntado.
– ¿Qué? Ah ya entendí. –De pronto sonrió– ¿Quieres hablar sobre como no resistes una botella de vino?
Me sonroje, ahora recordaba que había pasado después de hacer el amor; Heath se había vestido y luego me había ayudado a vestirme a mi también y luego habíamos bebido una botella de vino que había comprado en la tienda, según para que aprendiera lo que era beber algo de buen sabor. Nos la bebimos pero luego…
Creo…
Me emborrache.
Sentí como el color cubrió mis mejillas de a poco como si fuera cámara lenta.
– Recuérdame que no te vuelva a dar vino. Te vuelves algo… –Dijo sonriendo– desinhibida.
Me sonroje aun más. Si, lo recordaba todo ahora.
Recordaba haber jugado con mi lengua en cierta parte de su cuerpo y también haber gritado por más y más cuando lo habíamos vuelto a hacer en su cuarto. No más bebidas alcohólicas para mí.
– Solo tengo una pregunta, ¿qué hago aun aquí? –Dije acomodándome la sabana que me cubría.
Heath se me acercó dándome un beso en la frente– No te pude despertar después de que te quedaras dormida como un tronco. Pero prometo llevarte a tú casa ahora mismo si quieres.
Puse mis manos en mi cara– Creo que sería bueno que me llevaras a casa ahora.
Heath se levanto de la cama, llevaba puestos unos bóxers negros que no recordaba haberlo visto colocándoselos. Aun  así, adormilada y severamente noqueada por la resaca que amenazaba en el fondo de mi cabeza, se me hacía agua la boca al verlo solo con los bóxers. Lo admito, ¡era una pervertida total! ¿Sería mucho pedir que se los quitara?
Heath me observaba mientras yo disfrutaba de la vista.
– Zoey. –Me hizo una seña con su dedo índice– Ven a ducharte bebé. Empecemos el día bien.
Salte de la cama no importándome estar desnuda. Heath me abrazo y me levanto agarrándome de los muslos, enrede mis piernas a su cintura y comenzamos a besarnos como los dos locos perdidamente enamorados que éramos.

***
Papá daba vueltas y más vueltas en la casa, en un principio pensé que era por la presencia del abuelo. Éste se veía demasiado feliz para mi gusto y por alguna razón se había quedado en casa después de la fiesta a diferencia de Betsy y Vincent que se habían ido en la madrugada con Marcus.
Pero luego me pase por la habitación de Zo y me di cuenta que no estaba, su cama seguía estando hecha. Por lo que veía al pie de las escaleras,  Edward estaba más que feliz en la sala con su amiga especial así que no quise molestarlos preguntándoles sobre Zoey que de seguro estaba con Heath.
Zoey estaba al alcance de una llamada pero papá no entendía eso. Me acerque al teléfono que estaba escondido al pie de la escalera y marque el número de Paul antes de darme cuenta de lo que estaba haciendo, y lo peor es que contesto antes de que yo pudiera cortar.
Y no iba a cortar ahora, no era una cobarde.
– Hola, ¿hay alguien ahí?
Me aclare la garganta– Si, lo hay, mira quie...
– Emily. No quiero hablar contigo, ya entiende de una vez. –Su voz se había vuelto fría cuando me contestó y antes de poder responderle me había cortado.
Abrace el teléfono y me quede bastante rato quieta sin saber que más hacer. Las lágrimas amenazaban con caer de mis ojos pero mi mente no las dejaba caer como tampoco podía aceptarlas. No podía, eso era para los débiles y yo no lo era.
Pero, ¿Por qué me trataba así? ¿Qué había hecho? No podía entenderlo.
– ¿Por qué lloras? –Me gire para ver al abuelo Fred. Me asustó pero más me asustó saber que en verdad estaba llorando. De inmediato me sequé las lágrimas con la manga de mi pijama.
– No pasa nada. –Dije mirando hacia otro lado, no lo había visto llegar y eso irónicamente le daba sentido a porque papá caminaba tan silenciosamente– Voy a desayunar.
El abuelo colocó su mano sobre mi hombro y francamente no supe si asustarme o sentirme feliz de que me mostrara afecto ya que nunca lo había hecho.
– Quiero hablar contigo, ¿puedo? –Asentí. Era de esperar que quisiera algo, eso desinfló mi anterior emoción– ¿Dónde podemos hablar?
Le hice una seña indicándole las escaleras– En mi cuarto nadie nos molestará.
El abuelo asintió– Te sigo.
Subí a mi cuarto lentamente con el abuelo detrás de mí. Cuando llegamos; le deje entrar y luego cerré la puerta.
Me senté en mi cama y le indiqué la silla del escritorio pero sorprendentemente él se sentó a mi lado en la cama.
– Sé que no somos amigos. –Me dijo inmediatamente.
Lo mire de reojo– Si. –Le respondí.
Se quedo callado un momento antes de hablar– Quiero que sepas que lamento eso.
Mis hombros se cayeron un poco, estaba preparada para la batalla que siempre teníamos, no para esto.
– Ya.
– Hablo en serio Emily, lo siento. En verdad que lo siento pero detesto verme reflejado en ti. –Pegué un respingo– Si, te pareces a mi tanto o más que tu padre, yo diría que más. En fin, somos testarudos y orgullosos. Una habitación no es suficiente para nosotros dos solos, necesitamos más espacio que eso para nuestros egos.
– ¿Cuál es tu punto? –Le pregunte, los escalofríos no paraban de recorrer mi espalda.
El abuelo suspiró– Quiero entregarle su parte de la herencia a tu padre y él ha aceptado. –Lo mire de inmediato, eso no era posible– Pero… eso no lo hace feliz, y odio decirlo pero siempre he creído que él sería más feliz con su herencia. Cuando le dije que ya no tendría que trabajar tanto como lo hace actualmente casi pude ver como la luz que iluminaba su mirada se apagaba frente a mí.
– Papá es más feliz en un juzgado que en Disney. Ser abogado es su razón de ser, siempre le ha gustado defender al débil de las injusticias del mundo. –Le dije con convicción.
El abuelo asintió– Si, tienes razón. Pero aun quiero darle esa parte por lo menos para que a ustedes nunca les falte nada.
Jugué con las manos en mi regazo– ¿Qué papel cumplo en esta conversación?
– Es difícil pero mis demás nietos no son tan… brillantes como tú y Edward además que ustedes no han visto todos los lujos de los que los otros se han rodeado, no se han dejado llevar por nada. –Suspiró con pesadez– En fin, lo que más me gusta de ustedes es que tú tienes esa actitud de nunca dar marcha atrás y Edward un ingenio con un talento único para las matemáticas y sería maravilloso si se orientará a algo bueno, pero no tiene el instinto de pelea como tú…
– ¿Qué pasa con Zo? –Le pregunte al escuchar que no la nombraba y más porque me asustaba como el demonio que hablara de mí con orgullo marcado en su voz.
El abuelo sonrió, siempre lo hacía cuando hablaba de Zo. Siempre había sentido algo de envidia por ello.
– Ella es… como Shenny, tiene demasiado corazón como para aplastar a la competencia del mundo de la hotelería. –Me miro sonriendo– Tu y yo, combatiríamos a la competencia por el amor a la guerra y a la victoria. Y a veces solo por el placer de hacerlo.
– Por la satisfacción de ver al otro derrotado y tu en la cima con los vencedores. –Sonreí. Siempre había sido competitiva y lo peor es que no me molestaba en nada serlo.
El abuelo soltó una carcajada– ¿Ves a lo que me refiero?
Asentí– Pero aun no sé que es lo que quieres de mí.
El abuelo medito un minuto– Quiero que te hagas cargo de los intereses de tu familia. Que te hagas cargo de lo que les corresponde a tus hermanos y a ti.
Me quede anonadada por lo que me estaba diciendo– Pero aun ni siquiera termino la universidad, todo lo contrario; estoy comenzando.
Él desestimó mi comentario con un movimiento de su mano– Yo te enseñaría todo lo que tuvieras que saber, podrías seguir estudiando leyes o… estudiar el negocio hotelero con una Administración en Hotelería. Claro, yo pagaría cada uno de tus gastos y necesidades que tuvieras, no hay problema.
Sacudí la cabeza eso quería decir…– Tendría que irme a vivir contigo.
Él asintió firmemente– Si, tendrías que vivir conmigo.
Lo mire preocupada y confundida. Había algo dentro de mi que gritaba porque quería entrar al reto y otra parte de mi gritaba porque no quería dejar el hogar y a mi familia. Me abrace el cuerpo al no llegar a un consenso con las partes. El abuelo vio mi preocupación y me tomo entre sus brazos.
– Prometo no ser un viejo metiche si vienes a vivir conmigo, te daré un departamento ¿Eso es lo que le gusta a los jóvenes, no? Un lugar para ellos sin padres o abuelos molestos a su lado.
Le sonreí– Si.
– Bien, te daría un auto para que te movieras en la ciudad aunque preferiría que tuvieras un chófer, aunque si lo quieres solo tienes que pedirlo.
Abrace al abuelo de vuelta– Abuelo, quiero algo.
El abuelo me miro a los ojos– Dímelo y te lo daré.
Me encantaba su convicción cuando no era para algo malo como un contrato de matrimonio– ¿Me abrazas cada vez que extrañe a mi familia?
El abuelo me miro enternecido– Te abrazaré aunque no extrañes a tu familia porque te debo muchos abrazos y cariños mi pequeña.
Con la voz temblorosa le conteste a la pregunta con más importancia de mi vida– Acepto, me iré contigo y me haré cargo de la herencia de mi familia. Voy a vivir contigo.
Sin más me puse a llorar. A llorar porque iba a dejar a mi familia pero si no volaba del nido ahora nunca lo iba a hacer y esto no solo me beneficiaría solo a mí sino que a toda mi familia.
Y lloré porque sabía que en el fondo no quería estar más cerca de nada que me recordará a Paul y a Mitch que también me había hecho mucho daño. Pero por sobre todo a Paul que ya no merecía ni una lágrima pero no podía evitar dejarlas caer por él.
Y lloraba porque ya no podía creer en los hombres, por lo menos sentimentalmente.
– Llora mi pequeña, el abuelo te va a cuidar de ahora en adelante, no te preocupes.
Asentí y deje que me acariciara el cabello como solía hacer papá cuando era una niña pequeña.

***
Mire mi plato, no estaba acostumbrada a comer tanto en las mañanas y menos una montaña de huevos revueltos. Siempre era mi cereal o mi café.
– ¿No vas a comer? Oh no, no me digas. No te gusta. –Heath tenía cara de espanto le sonreí y me comí una gran cucharada de huevo.
– Me gusta pero ¿no creerás en serio que todo esto entra en mi estómago?
Heath no tenía idea de que hablaba– ¿Acaso no?
Seguí comiendo. Era extraño pero aun no recibía llamadas de nadie y eso me estaba preocupando.
– Nadie me ha llamado.
Heath asintió– Si, nadie. Ni siquiera Emily te ha llamado. Voto porque nos vayamos ahora a tu casa algo debe estar pasando.
Asentí pero antes de levantarme de la mesa alguien entro por la puerta– Hola, ¿qué haces aquí Zoey? Y en vestido de fiesta aun.
Mire al padre de Heath; estaba vestido con pijama o mejor dicho con el pantalón de pijama. Me sonroje de inmediato pero antes de que nada más pasara Heath me cubrió los ojos con sus manos.
– ¿Qué te pasa viejo? ¿No conoces la moral? –Heath estaba gruñendo.
Escuche la risa de su padre– Estoy en mi casa, se supone que aun estas durmiendo, nunca te levantas antes de las nueve de la mañana para ir a clases y además se supone que no hay mujeres aquí; aparte de la ama de llaves que hoy no trabaja y Louis que esta durmiendo aun. ¿Qué dices a eso?
Quite las manos de Heath de mi rostro, su padre aun seguía con su amplio torso descubierto ahora sabía de donde había sacado Heath ese cuerpo. El señor Tanner no tenía ni una pisca de grasa en ese cuerpo, cuando joven debía de haber sido todo un rompe corazones, me pregunte si Heath lo era en Francia. Lo mire y este enarco una ceja.
– No seas pervertida. –Eso causo la risa de su padre y mi enojo, así que lo piñizque.
– Me alaga que mi hijo este celoso porque su novia me mira. –Y sonaba encantado– Ahora les digo que se vayan de una vez porque tu padre Zoey debe estar que se come vivo a alguien.
Heath rezongó– Si, ya nos vamos.
Su padre nos hizo unas señas– Vamos muévanse de una vez. Y si Edward les dice algo solo díganle que yo los estuve vigilando.
Le sonreí agradecida y Heath se dio un abrazo luego salimos haciendo unas cuantas señas para despedirnos.
Cuando subí al auto volví a revisar mi móvil pero aun no tenía señales de vida de nadie, quería llamar pero era mejor llegar primero a casa. Aun no sabía que iba a decir y Heath había comenzado a hacer andar el auto.
– ¿Qué vamos a decir cuando lleguemos a casa? –Le pregunte algo nerviosa.
Heath me miro un instante antes de seguir conduciendo– Estaba pensando; Nos quedamos en mi casa después de ir a la playa y nos quedamos dormidos. No es lo mejor que se me ha ocurrido pero es… factible, supongo.
Su poca seguridad me asustaba aun más pero era mejor eso que decirle a papá que habíamos estado haciendo y además que aparte de eso me había emborrachado. Que vergüenza.
– Me parece genial. –Le sonreí apenas.
El viaje a casa me pareció realmente rápido. No quería bajar cuando el auto se estacionó en la entrada de la casa.
– Zoey, es hora de que bajemos y que seamos responsables… por un momento.
Con un suspiro salí y me dirigí hasta la puerta de la casa. La abrí con la llave escondida y entre esperando encontrar de inmediato a mis padres al otro lado pero no había nadie y se escuchaba unos cuantos alaridos desde la sala.
Le hice una seña a Heath que estaba detrás de mí y seguí hasta mi cuarto. Me cambie de ropa rápidamente y salí para reunirme con Heath que me esperaba fuera de mi habitación. A diferencia de él que estaba tan relajado con su ropa sport yo me puse un vestido celeste con unas bailarinas, peiné mi cabello con las manos y estaba lista. Bajamos sin hacer ruido y entramos con todo a la sala.
Todos se quedaron callados. Todos eran; Papá, mamá, Emily y el abuelo. Por alguna razón Eward no estaba.
– Hola. –Saludamos Heath y yo.
Papá gruño algo inentendible– Ustedes… voy a hablar con ustedes después que resuelva esto.
Emily se levanto del sofá, aun estaba en pijama– No hay nada que resolver me voy de aquí con el abuelo, él me va a cuidar. No es como si me escapara de casa para irme con el circo.
– ¡Te vas! –Grite y señale al abuelo que estaba frunciéndole el ceño a Heath a mi lado– ¿Cómo que te vas? ¿Y con él?
El abuelo se enderezó en su asiento– Como es eso de “él”.
Me acerqué a él y le piñizque la mejilla– Aun no estas perdonado por ese tonto trato que hiciste con el abuelo de Heath, ¿cómo pudiste?
El abuelo se veía en verdad arrepentido– Pero mi pequeñita yo pensaba en lo mejor para todos… pero no pensé bien todo. ¿Me perdonas mi Zoey?
Hice un puchero– Promete que nunca más harás algo tan malo como eso. ¡Promételo!
El abuelo se levantó quedando por sobre mi, era un hombre muy alto– Lo prometo mi pequeñita. Nunca más haré nada como eso de nuevo, excepto si ese primo tuyo Rick no se endereza le he dicho a Jessy que haga algo con él, lo mismo con Henry pero no hacen nada por quitarle todos esos pirsin de la cara.
Nos reímos de eso, el tío Henry estaba casado con la hermana de papá y Rick era la oveja negra de la familia. Después de eso nos abrazamos y deje que me diera un beso en la frente haciéndome cosquillas con su barba. Todo volvía a la normalidad, ya que, nunca había podido enojarme con él, sentirme dolida tal vez pero nunca estar enojada.
– Bien, ya hicimos las paces todos aquí presentes, no hay nada más que…
Papá gruñó de nuevo– No te vas a ir de aquí.
– Si, me voy. –Emily comenzó a pasearse– Quiero ir, es la mejor oportunidad que me pudo haber ocurrido en mi vida, iré a la universidad y me haré cargo de algo importante…
Papá tenía cara de desesperación– Pero es que eres mi niñita…
– Y ahora ha llegado la hora en que salga del nido para seguir mi vida. Para conseguir una, por favor papá entiende eso. Quiero ir.
Mamá colocó su mano sobre la de papá– Nuestra pequeña ya creció y este es el momento cuando nos damos cuenta de ello.
Papá estaba triste– Si es lo que más quieres, es lo que tendrás. Sé lo que quieras ser y ve donde quieras estar. Yo estaré rezando por ti y por tu futuro.
Emily sonrió encantada cuando papá le extendió los brazos. Yo también estaba feliz por ella y algo triste por separarme de mi hermana pero siempre podía ir a verla.
Papá se dio la vuelta– Y ahora ustedes dos…

I Don't Understand Nothing: Capitulo XXVII




Al cerrar la puerta fue como si el oxígeno en la sala se hubiera quedado afuera y lo que hubiera quedado adentro parecía estar condensado, tanto así como para ser cortado por un cuchillo.
Me di ánimos mentalmente para seguir al señor Stonel hasta unos sofás que había en esta pequeña sala de reuniones. Como nunca pensé hacer, me senté a su lado. Su padre estaba parado cerca de una ventana haciendo poco esfuerzo por ignorándonos, era obvio que no le agradaba estar en esta posición, o es que nunca había estado en una situación que se le haya ido de las manos.
– ¿Qué quieres Edward?
El señor Stonel bufo exasperado a mi lado– No te burles viejo, el chico quiere hablar contigo, no yo. –El señor Stonel me miro– Háblale.
Me levante despacio– Esta es la cuestión, hace poco nos enteramos de un contrato de matrimonio.
El Abuelo ni siquiera me miro al hablar– Si, el de tu compromiso con Emily.
Mire al señor Stonel que también estaba pendiente de ese detalle.
Me aclare la garganta para continuar, había algo en el anciano en frente a mi que me decía que no le iba a agradar lo que iba a decir– El contrato decía con la hija de Edward Stonel, el señor Stonel tiene dos hijas.
El padre del Señor Stonel se dio la vuelta lentamente, parecía controlado eso quería decir que había comprendido de inmediato lo que había dicho– Vacio legal. Ese viejo estúpido siempre sintió debilidad por su único nieto. –Me quede sorprendido que dijera eso sobre mi abuelo– Hablaba de ti como si fueras lo único en su mundo, ni siquiera se detenía a pensar en su hijo, pero su nieto solo debía tener lo mejor. Lo mejor de mi familia.
La mirada que me dio me dejo petrificado. Por un momento me quede callado al no saber como tratar con esa información pero lo bueno es que no paso lo mismo con el señor Stonel.
El señor Stonel estaba controlándose, lo decía su voz– No ataques a Heath, debes pensar en que es el novio de tu nieta.
– ¡Ni en sueños! –Escupió el viejo– No me vengas con eso, mi pequeñita es menor de edad como para ser incluida en ese contrato. No lo acepto.
– Eso ya no es escusa y el contrato es valido con ella también. Revisa lo que firmas viejo. –Le dijo el señor Stonel a modo de burla– Luego ven a acusarme de lo que quieras.
– No me vengas con esas cosas mocoso, no creo que permitas eso, ¿no es la luz de tus ojos como me dijiste una vez? –El anciano se veía furioso– No vas a hacerle eso a mi pequeñita, no.
El señor Stonel se levanto de un salto– ¿Y a Emili si? Todos mis hijos son iguales para mí, a diferencia de ti que nunca pudiste tener ese favor conmigo ¿no?
Me interpuse entre los dos– Señores por favor, solo quiero que usted señor Alfred rompa el compromiso, un compromiso que ninguna de las dos partes quiere. Hasta mi padre esta de acuerdo en romper este compromiso. Por Dios, ni usted quiere un compromiso así para Zoy, su pequeñita. –Lo mire directo a los ojos. Nos sostuvimos la mirada por un largo momento– Usted tiene la capacidad de hacerlo, mientras este en todas sus facultades mentales no importa que mi abuelo halla muerto hace mucho tiempo, la ley aquí permite terminar un contrato de ese tipo en estas circunstancias. –El señor Stonel me miro– Emily y yo lo descubrimos ayer.
El señor Stonel se dirigió ha su padre– Padre, Dios sabe porque me odias pero ahora te pido por la felicidad de tu nieta, tu nieta adorada que termines con esto. Mi deuda se pago hace tiempo, no veo motivo para que hagas esto, no la metas a ella en tus rencores.
El anciano camino hasta sentarse en un sofá, parecía más viejo que hasta hace unos momentos.
– Yo no te odio Edward, solo quería que volvieras y te hicieras cargo de lo que era tuyo por derecho y que mis nietos tuvieran un buen futuro. Solo eso. Algo tan simple y no podías hacerlo. –Suspiró con pesar– Nunca pudiste hacer las cosas más simples.
El señor Stonel camino hasta él, colocándose de rodillas– Papá, si te prometo que me haré cargo de esas empresas que tanto amas… –Me miro un instante– ¿Dejarías a Zoey escoger su felicidad?
Me cruce de brazos pensando en la tontería que era el que nuestra felicidad, nuestra tranquilidad estuviera en manos de este hombre, un anciano que quería a su hijo más cerca de él. A veces las cosas eran extrañas…
– ¿Lo prometes de verdad? –Me enfoque de nuevo en el abuelo de Zoey, casi sentí lástima al ver a aquel anciano. Se veía tan viejo sin toda la altanería.
El señor Stonel se meso el cabello– No prometo prosperar.
– Sé que lo harás. –Dijo su padre con rotundidad– Eres mi hijo.
El señor Stonel agachó la cabeza– Heath sal de aquí, creo que le tienes que dar una noticia a tu novia.
Me quede un momento sorprendido al escucharlo dirigirse así a mí.
– Hijo, Zoey te espera. –Me dijo indicándome la puerta.
Antes de que dijera algo más salí corriendo para reunirme con mi novia. Mi adorada novia.

***
Si Heath no aparecía luego iba a estallar, me sentía abandonada aquí sin nadie más con quien hablar. Betsy debía estar ya dormida al igual que Emily. Edward y Kate estaban sentados en una mesa jugando con otros niños de su edad a algo con las servilletas. Era mejor ni mirar a mi derecha porque Paul estaba de un humor de perros y ni siquiera quería hablar.
– Zoey cambia la cara, estas en tu cumpleaños. –Me dijo mamá a mi lado.
– Pues me siento excluida. –Levante los brazos para hacer énfasis cuando unas manos me tomaron de la cintura y me levantaron– ¡Ay!
Heath se puso a reír antes de tirarme y tomarme en brazos– Voy a raptarte.
Me sonroje visiblemente– ¿A dónde?
– No sería un rapto si te lo dijera.
– Que romántico. –Mamá estaba alucinando a nuestro lado– Pero me puedes decir a dónde van.
Heath le sonrió encantado– Solo se lo diré a usted. Tu mi amor tendrás que tener fe en mi.
– Mi padre va a matarte. –Le señale con rotundidad.
– Hoy mi locura es justificada. Vamos. –Miro hacia Paul– A él nos lo llevamos para que no reclame después.
Asentí encantada por esta sorpresa de último minuto. No podía esperar.
Cuando Heath termino de susurrarle a mamá me tomo de la mano y caminamos a la salida. Paul nos seguía sin el menor ápice de ánimo y se negaba a hablarle a Heath.
– Hey, ¿dónde van? –El padre de Heath estaba hablando con una mujer, ahora que lo pensaba, ¿dónde estaba Louis?
Heath le sonrió y unió nuestras manos– Nos vamos de paseo.
Su padre le sonrió y miro a Paul– Y él va con ustedes. –Asentimos– Venga Paul no seas mal tercio, yo te llevo a casa, no es que me aburriera solo que estos ambientes ya no son para mi.
Heath le lanzo un golpe en las costillas pero su padre le tomo el brazo y lo jalo dándole de un coscorrón en la cabeza.
– No estoy viejo para enseñarte tu lugar niño. –Te palmeo la cabeza– Váyanse.
Cuando se soltó Heath me tiro con él hacia la puerta– Vámonos princesa, la noche nos espera.
Corrimos hasta el auto, había comenzado a helar.
Antes de subir mire atrás, nadie nos había visto irnos. Papá se iba a poner furioso cuando se diera cuenta de que me había ido con Heath.
El motor del auto se encendió– ¡Vamos!
Entre en el auto sin pensarlo más, esta noche aun no acababa y aun seguía siendo mi cumpleaños. Hoy celebraría como nunca.
Me subí y me acerque a darle un beso en la boca, sin necesitar más Heath me colocó en su regazo y profundizo el beso. Cuando me di cuenta sus manos estaban subiendo por debajo de mi falda.
Me separé de él– ¿Dónde vamos?
Él me miro directo a los ojos, se veían tan oscuros, apasionados– No te lo diré o no sería sorpresa. –Apretó la mano que aun se mantenía en mi muslo– Y tampoco sería un secuestro.
Me sonreí por dentro. Puse mis manos en sus hombros y luego me acomode en su regazo, Heath de inmediato puso sus manos en mis caderas. Se había dado cuenta de mis intenciones.
– No me vas a embaucar. A tu asiento.
Hice un puchero pero volví a mi asiento– Suenas como papá.
Heath no me respondió sino que puso en marcha el auto y nos condujo hacia quien sabe donde… espera, mi madre si sabía a donde íbamos. Mire por la ventanilla pero estaba demasiado oscuro como para ver que había fuera, solo se veía un manchón que se suponía eran los distintos edificios que pasábamos por nuestro camino.
Comencé a preocuparme cuando pasaron varios minutos y aun no llegábamos a ningún lugar, y Heath aun no me hablaba. A los treinta minutos lo mire seriamente pero él se reusaba a mirarme y eso siguió aun cuando paramos en un tienda de comida.
– Voy y vuelvo.
Lo vi bajar y salir corriendo, el frío se coló dentro haciéndome sentir escalofríos. Lo esperé obedientemente pero comenzaba a sentirme confundida sobre este viaje.
La puerta se volvió a abrir y vi un par de bolsas.
No me miro– Comida.
Asentí algo desilusionada cuando no dijo nada más, ¿qué había hecho?
Volvimos a la ruta y seguimos en silencio, me estaba inquietando. Me acomode la ropa comenzaba a sentirme incomoda, saque mi teléfono de uno de los plises de mi vestido, me saque las bailarinas y coloque mis pies en la guantera. Ahora estaba cómoda para jugar en mi I-phone.
– ¿Hay algo que pueda hacer por ti? Digo, para hacerte sentir cómoda.
Lo ignore mientras jugaba el Angry Bird, él había comenzado con todo esto de ignorar así que era su culpa si ahora yo quería ignorarlo. Venganza.
De pronto me vi pegada a la puerta por un giro del auto y luego se quedo parado. Heath apago el motor y todo se quedo a oscuras. Me acomode de nuevo pero las manos de Heath me atraparon y me pusieron en su regazo.
– ¿Qué haces?... –Los labios de Heath cubrieron los míos impidiéndome hablar.
Me sentía de vuelta en casa, sus labios moviéndose junto a los míos, tan dulces y exigentes a la vez, era un beso de reconciliación. Su lengua acariciaba mis labios, exigiendo la entrada. Me deje llevar y abrí mis labios para él, el roce aterciopelado de su lengua me enloquecía, sus manos me acariciaban de nuevo por debajo de la falda.
Puse mis manos para detenerlo pero él las quito y las colocó en sus hombros, intente volver a moverlas pero me mordió el labio inferior, las deje donde estaba. De inmediato volvieron a mis muslos acariciándolos con dedicación. Ya que él disfrutaba de acariciar mis piernas baje mis manos y las pase debajo de su camisa para acariciar su abdomen. Me acomode a hojarascas y una de mis manos viajo a su cabello enredando mis dedos en el.
Heath movió sus manos a mis pechos– Adoro tus pechos. Cuando te pusiste a hojarascas antes de venir aquí solo pensaba en poner mis manos por todo tu cuerpo. Y ahora solo pienso en que no es suficiente. –Me sorprendí por el ruido del cierre de mi vestido cuando Heath lo bajo hasta la cintura– Y quiero más.
Sus manos se colocaron en mis muslos y me levanto un poco. Mis manos seguían en sus hombros cuando su boca bajo a mis pechos. Gemidos salieron de lo más profundo de mi boca cuando me inundó aquella sensación que no sentía hace tiempo, la que solo me hacía sentir Heath.
Pasión.
Me moví para rosarme contra él, recordaba lo que habíamos hecho aquella vez en su casa, su cama ¿podríamos repetirlo? No me atreví a preguntar en voz alta para no romper este momento.
Sus manos ayudaron a mis caderas a moverse, mientras acariciaban mis muslos. Heath movió su atención al otro pecho. Seguí gimiendo descontroladamente, ni yo sabía porque sentía tan fuerte, solo quería más. Heath piñizco mis muslos advirtiéndome, me estaba moviendo demasiado.
– Por favor… Heath… te necesito, mmm… –Sin pensarlo entre gemidos comencé a rogar.
Heath se separó de mí y casi me pongo a rogar para que siguiera– Calma bebé, esta noche es especial. Te quiero por completo pero no ahora, no así, mereces más que un revolcón en un auto.
Puse mis manos en su rostro– Pero ya hemos hecho el amor…
Heath me beso levemente– Si, pero aquí sería incomodo y te podría hacer daño. Además… –Miro al asiento de atrás a las dos bolsas con comida– No tendríamos sorpresa.
Bese con fervor primero su labio inferior y luego el superior– Pero podríamos comer después.
Heath me sonrió– No me tientes, te quiero desnuda pero no aquí. –Me roce contra su ingle con descaro, y eso que ni siquiera había bebido nada. Heath tomo mis caderas y las guió lentamente por sobre un lugar en especial, gemí por el roce– Adoro esto, pero será para después. Ahora quiero que rememoremos algo. Vamos.
Me acomode el vestido y Heath me ayudo a subir el cierre. Volví a mi asiento y salí del auto, mire a todos lados. Rememorar algo, esto era más que eso. Era como la celebración de nuestro primer encuentro. Estábamos de nuevo en la playa, el agua estaba tranquila pero me estremecí por el frío que me golpeo de frente.
– Ten. –Heath me rodeo con su chaqueta. Lo observe, me era inevitable ya que estaba tan hermoso en camisa y con las mangas enrolladas– Me siento mucho mejor.
– Y yo que creí que te hacía sentir bien.
Heath me sonrió y luego se dio la vuelta y sacó las bolsas. Apenas cerró el auto cuando comenzó a caminar hacía el lugar donde nos habíamos conocido.
– Recuerdo haber venido en la peor noche posible. –Me sonrió– Había oído decir a unas personas que la playa era hermosa por la noche y quise venir a sentir la paz y la tranquilidad con mis cervezas y me encontré con una sirena perdida fuera de su ambiente. Recuerdo que tenía sueño en una fiesta. –Se encogió de hombros graciosamente– Increíble ¿no?
Le lance una patada de juego mientras mantenía la chaqueta bien pegada a mí.
– Tal vez las fiestas no eran parte de su ambiente.
Heath asintió– Después me la volví a encontrar, una coincidencia, estaba fuera de mi casa como si estuviera esperándome, llevaba un vestido que me tentaba a subírselo. Descuida no lo hice. –Me reí, parecía contar una historia, nuestra historia con tanto ánimo pero sabía que iba a algo– Solo la bese, unos pequeños besitos en unos labios que me recordaban a fresas maduras listas para comerlas…
Su voz había bajado a medida de que se iba acercando a mí. Levante mi rostro y lo deje besarme. A penas estaba comenzando cuando nos separamos.
– Pero siempre que la veía recordaba la noche que no terminamos lo que habíamos comenzado. Me obsesionó y la busque. –Dejo las bolsas en el suelo y se me acercó– Recuero haberla llevado hasta mi casa, a mi cama, haberla desnudado y tomado algo tan precioso. –Volvió a besarme esta vez más profundo– Pero sigo queriendo más de ella. Lo quiero todo.
Lo mire de forma extraña– ¿Qué es todo?
Heath me acarició el rostro– Una promesa.
Espere a que continuara, al ver como miraba el agua seguí hablando– ¿Qué promesa?
Heath me miro seriamente– Te amo y prometo amarte siempre.
Estaba tan serio y tan seguro de sus palabras que no pude evitar contestar a sus palabras.
– Yo también te amo y para siempre. –En lo más profundo sabía que estaba en lo correcto. Estar con él era lo correcto.
Heath asintió tomándome entre sus brazos– Quiero que sepas que ya no estas obligada a casarte conmigo, no hay tratos extraños ni nada. Tu abuelo al enterarse que era tu novio disolvió el contrato. Te ama mucho.
Me entristecí. No me entendía; no debía sentirme así pero lo hacía, ahora podía perder a Heath.
Me abrace más a él– Ya no somos prometidos.
– Estás triste. –Afirmo– No te sientas así, creí que estarías feliz.
Le sonreí– Es que temo perderte, ahora te puedes ir de mi lado.
Heath me sonrió tiernamente– Querías este compromiso. –Asentí algo tímida, me estaba comportando tal vez como una niña que no sabía que querer– ¿Te sentirías feliz si te digo que no me iré pronto?
Asentí emocionada– Si.
– No me iré en mucho tiempo. –Y luego quedo pensativo un minuto– Además, tenemos que encontrar a mi madre.
– Exacto. –Dije firmemente.
Heath tomo mis manos– Vamos a comer.
Asentí y nos fuimos a comer. Heath sacó de una de las bolsas una manta y la extendió luego nos sentamos a comer comida china. Heath me enseñó a usar los palillos, y después de un rato nos rendimos y comí con la mano.
Nos reímos un montón cuando Heath me pregunto sobre mis primos y si todos eran como Rick, tuve que decirle que la gran mayoría era como Rick, claro el lado Stonel era más recatado, aunque siempre estaban más alejados de nosotros. Solo sabía que teníamos unos cuantos primos de ese lado, unos eran gemelos y una era de mi edad.
Me tire en la manta para reposar y mirar las estrellas en lo alto del cielo.
– No puedo creer que estemos de nuevo aquí, parece que hubiera sido ayer cuando estábamos aquí, discutiendo por tu forma de contaminar el mundo.
Heath se acomodo a mi lado– Si, pero ahora quiero hacer algo que he querido desde esa misma noche en que nos conocimos. –Lo mire preguntándole silenciosamente pero no tarde en darme cuenta– Tus manos arriba de la cabeza.
Me quite su chaqueta de los hombros y coloque mis manos por sobre mi cabeza. Heath se quito la camisa dejándome su pecho y los músculos de su abdomen. Lo adoraba, amaba su cuerpo y como cuidaba de él.
– Siento que tengo algo pendiente aquí, ¿tu no? –Asentí de inmediato– Bien.
Me bajo el cierre y esta vez bajo el vestido hasta quitármelo. Sentí tentación de bajar mis manos pero Heath negó firmemente.
– Quiero verte así, sin nada que me estorbe si quiero tocarte y no quiero que te cubras.
Sus manos acariciaron mi cuerpo y cuando llegaron a mis caderas tomo mis bragas y las bajo con cuidado, luego se colocó encima de mí, tan pronto como estuvo bien acomodado enrolle mis piernas en sus caderas estrechándolo contra mí, fui recompensada con un gemido ronco. Comenzamos a besarnos con desesperación como en el auto.
Heath se tomo un respiro para levantarse con los codos– Zoey eres tan preciosa, quiero tomarte ahora bajo las estrellas…
Gemí al sentir sus manos en mi cuerpo– Por favor Heath… te necesito…
Me beso en la frente– Eso es todo lo que quería saber.
Nos besamos de nuevo y esta vez no paramos para nada. Sus manos recorrieron mi cuerpo tanto como las mías recorrieron el suyo. Hasta lo más íntimo.
Cuando por fin entro en mí, sentí como si todo estuviera por fin en su lugar. Todo estaba bien. Me sentí completa como nunca. Amaba tenerlo completamente dentro de mí.
– ¡Heath! –Gemí, enterrando mis uñas en su espalda cuando sentí esta extraña sensación en mi cuerpo que me hacía perder la cabeza.
– Je’t aime Zoey. –Su cuerpo se tenso y luego sentí como se dejaba ir– Je’t aime bien. –Gimió.
Nos besamos de nuevo pero esta vez era diferente, nuestro amor había crecido.