lunes, 26 de septiembre de 2011

I Don't Understand Nothing: Capitulo XV



¿Qué diablos? Mire el teléfono como si este me pudiera decir algo más. Como no lo hizo volví a llamarle, pero el teléfono me lanzaba al buzón de voz.
– ¿Qué pasa Heath? ¿Vas a seguir jugando?
Mire a Ed, no tenía idea de porque Zoey me hacía esto pero iba a saberlo. Busque en la agenda del móvil hasta que di con el teléfono que usaba el rata y lo llame. Estaba impacientándome cuando por fin contesto el maldito teléfono.
¿Para que tienes un móvil si ni si quieras lo vas a contestar?
– ¿Por qué no contestabas? – Dije furioso, juro que el teléfono prácticamente crujía por la fuerza de mi agarre.
Paul se aclaro la garganta, – Estaba ocupado… muy ocupado. – Me quede paralizado, después de terminar de hablar escuche un jadeo.
Mire el teléfono antes de seguir escuchando. – ¿Sabes si Zoey esta en su cuarto?
– Mère de Dieu, Je ne sais pas. Madre de Dios, no lo sé. Hablo despacio pero con el rencor marcado en su voz.
Mi boca se abrió en un ‘O’ perfecta. – Oh mi Dios, no te interrumpí haciendo eso, ¿o si?
Solo en pocas ocasiones él hablaba Francés, por alguna razón le encantaba hablar francés solo si la ocasión lo ameritaba o cuando no lo podía evitar.
Paul se rió despacio, – No mi amigo no estaba aun en ‘eso’, pero estaba tan cerca… ¡ouch! Mon ange, por favor.
– Por favor y un carajo, y quiero saber donde dejaste… – Hasta yo pude escuchar como la sangre cubría la cara de Emily desde aquí.
– ¿Quieres tu brassier? Creo que lo deje por allí. – Dijo Paul tranquilamente. En cambio yo también me coloque rojo, no era mi intención saber tanto sobre lo que ellos habían estado haciendo.
Un gruñido llamo mi atención. – Eres tan… – Y escuche otro jadeo.
– Pero nos llevamos tan bien mon chère, – Le dijo a Emily. Luego agrego para mí. – Iré a echar un vistazo, ¿Emily me ayudas? A propósito ¿por qué me necesitas? ¿Por qué no le llamas y listo?
Gruñí, no era la hora de las veinte preguntas, – ¿Por qué estabas encima de su hermana? ¿Por qué su padre aun no se lanza sobre tu garganta? ¡¿Por qué aun me estas hablando y no vas a hacer lo que te dije?!
Paul gruño de vuelta, – Mon Dieu, Esta bien, ya entendí que no estas de ánimo. Luego te llamo.
– Merci, – Le conteste y corte la llamada.
Me quede cruzado de brazos mientras esperaba afuera de mi cuarto a que Paul me devolviera la llamada.
– Ya no vamos a jugar ¿cierto? – Dijo Edward resignado.
Lo mire con lastima el pobre chico venía para que le hiciera compañía y yo lo dejaba solo.
– Lo siento Ed, es solo una cuestión de novios… ya lo entenderás a su tiempo. – Ed solo me miro y se encogió de hombros para luego volver dentro del cuarto, al poco rato escuche la música del juego.
Mi teléfono volvió a timbrar. Conteste. – ¿Si?
– Dice que no va a hablar contigo hasta que le ayudes a tu padre… – Paul se quedo en silencio un rato. – Con su gran problema.
– ¿Por qué debo ayudarle? – Hable sin pensar.
Escuche un sonido raro, – ¿Por qué no le ayudas? Él te necesita y también le duele que le trates así.
Quería escuchar su voz pero no de esa forma, enojada conmigo. – Mi amor, él no tiene sentimientos, te dije que no le molesto para nada dejarme tirado en ese internado.
– Te has puesto a pensar que quizás él te dejo allí para que no vivieras con Louis y sus insultos, o que se yo, tal vez algún otro motivo familiar.
Quería tanto gruñirle pero no sería lo mejor gruñirle a Zo, ella no se merecía eso, ella solo no podía evitar ser así de dulce con la gente, – Él se merece lo peor y más…
– Pásame a Edward.
Bufe, – No lo metas en esto, ni siquiera deberías meter a mi padre en esto…
Me interrumpió, – Pásame a Edward.
Mire el teléfono, y luego fui por Edward. Estaba con los audífonos puestos. Se los quite y le pase el teléfono.
– ¿Si?... Oki, eso es fácil… sip lo haré… nos vemos luego, besos. – Termino de hablar y después hizo lo impensable, cortó la llamada.
Le fruncí el ceño, – ¿Por qué hiciste eso?
– Ay no, ¿no tenía que hacer eso? – Lo dijo tan sinceramente que lo perdone, pero eso no cambiaba mi humor de perros.
Respiré profundamente antes de hablar de nuevo. – Ya no importa, ¿qué te dijo?
Antes de que pudiera terminar de hablar Edward se levanto y se fue corriendo a la puerta. – ¡No me dijo nada!
Fui corriendo detrás de él escaleras abajo. Hasta que entro en el despacho de papá.
Oh, no.
Papá estaba cabizbajo detrás de su escritorio jugando con una lapicera, levanto la mirada cuando escucho la puerta. Se veía bastante sorprendido por vernos allí, como yo con el que Zoey llamara a su hermano para esto. Aun así no pensaba hablarle a papá, no tenía razones últimamente como para cruzar palabras con ese hombre.
– Zoey me dijo que me necesitaba. – Edward camino tranquilamente hasta el escritorio. – Déjeme echarle un vistazo a su computador.
Papá le sonrió, – Es todo tuyo, pequeño. – Papá se movió y le cedió el lugar.
Camine hasta estar al lado de Edward, le eche un vistazo y me fui a mi cuarto.
***
Mire al Señor Tanner en el momento en que Heath se fue, ahora veía lo que decía Zoe. Recordé su petición.
Conteste el móvil como autómata, estaba tan aburrido de jugar solo, – ¿Si?
– Ed ¿puedes ayudar al señor Tanner con su computador? – La voz de Zo se escuchaba extraña del otro lado de la línea.
Le respondí de inmediato; los computadores los entendía mejor que las personas, les dabas una orden y estos la seguían, si necesitaban ayuda le cambiabas una pieza o golpeabas unas cuantas teclas y todo bien, – Oki, eso es fácil.
– ¿En serio puedes ayudarlo? Se escuchaba tan triste al teléfono hace solo un rato, por favor hazlo. – Esta vez la voz de Zoey se escuchaba como si le hubiera quitado un peso de encima.
– Sip, lo haré. – En el momento en que respondí me di cuenta de que la tensión abundaba en la habitación, casi podía sentir las emociones de Heath golpeando detrás de mí.
– Oh gracias Eddy, nos vemos en casa. – Me lanzó unos besos.
– Nos vemos luego, besos. – Luego salí pitando de ahí.
-*-*-
– ¿Guardo su información antes de que su computador se pegara?
Él me miro en blanco, – Creo que no.
Le sonreí, – No importa, trataré de reiniciarlo.
Él me miro sonriendo, – Por favor hazlo.
Asentí y me puse a ello. Por alguna razón este computador no quería hacer caso de mis ordenes, por más que apretaba las teclas estás no me hacían caso, más que eso el teclado no funcionaba y el mouse no respondía. Estaba por desconectarlo cuando Heath apareció en la puerta.
– Requiero de unos drivers. – Le avise, con la mano en el cable.
Heath asintió. – Están en mi escritorio, ve.
Lo mire raro pero le hice caso, era mejor no buscar pleito. Salí y cerré la puerta detrás de mí, quizás cuando volviera todo estaría mejor, ¿no?
***
Mire a papá, estaba sentado en el sofá jugando con su lapicera aun. Había sentido una extraña punzada en el pecho al ver su cara, estaba contento como un niño de que alguien lo ayudara con su problema.
Creo que era culpa. Era lo suficientemente inteligente como para darme cuenta de eso, y de que por más que estuviera enojado con papá, no podía dejarle en un momento en que me necesitaba, y más con algo tan sencillo.
Y odiaba más ser tan testarudo como para hacer enojar a Zoey con ello. Ahora ella no quería hablar conmigo por esta estupidez.
– Ten, mejor comienzas a trabajar antes de que te retrases con tu trabajo por tu estúpida computadora. – Le pase mi notebook. La había traído como ofrenda de paz.
Papá la tomo con tanto cuidado como si le estuviera pasando el secreto de la vida eterna. Y eso me hizo sentir más mal de lo que ya me estaba sintiendo.
– Solo es un notebook papá, no es como si no pudieras comprarte una tú, deberías haberlo hecho hace mucho, pero no, en cambio tienes un PC tarro que ya no anda de la misma manera que lo hacía hace veinte años cuando era nueva. Te juró que es el mismo que tenías de cuando yo era niño.
Tome aire, después de lanzarle tremendo discurso.
El me sonrió abiertamente, – Es que siempre me ha encantado ese computador, siempre me ha servido…
Bufe, – Ese computador demora diez a veinte minutos a conectarse a internet. – Lo había intentado una vez… para nunca jamás volver a hacerlo. – Ni siquiera podrías chatear si quisieras.
Su sonrisa se desvaneció de a poco. – No tengo con quien chatear, realmente.
Lo mire escéptico, – Tienes compañeros de trabajo ¿no?
El me hizo un gesto raro con las manos, – Con esos no quiero hablar. Edward solo quiere explotarme y el resto no quiero ni pensar que me van a decir si me pongo a chatear con ellos, no, definitivamente no, no quiero eso en mi computador.
Me acerque hasta él y para zarandearlo ¿qué clase de tipo era mi padre? Pero antes de que pudiera hacer eso papá me agarro y me tiro a un lado del sofá con él. El viejo aun era rápido, dejo el notebook a un lado y luego me hizo cosquillas. Un recuerdo me golpeo fuerte.
Estaba en mi cuarto haciendo dibujos… papá llegaba siempre del trabajo y después jugaba conmigo. El ataque de cosquillas era lo que más le gustaba hacerme, él sabía que yo era cosquilloso. Me reía tanto. Hasta que me lanzó a ese agujero donde nadie me quería.
Antes de poder detenerme hable.
– ¿Por qué pa? ¿Por qué me dejaste allí solo? – Sentía un nudo en la garganta.
Papá se detuvo y me miro mientras se acomodaba a mi lado. – Te dejaba demasiado tiempo solo, no me gustaba como mi padre daba ordenes sobre como debía educarte, además de como Louis te miraba. Sé bien que ella nunca te quiso, te parecías… – Respiro fuerte. – Te pareces mucho a Maggie, los ojos verdes y tu memoria fotográfica. – Me alzo una ceja.
Me sonroje, evitaba pensar en eso, ni siquiera se lo había mencionado a Zoey aun, ella solo pensaba que tenía buena memoria por recordar ‘ciertos’ detalles de nuestro primer encuentro. – No me gusta ser más raro de lo que soy. – Termine diciendo.
Papá me tiro de la oreja, – No eres raro Heath eres especial, que es muy distinto.
Bufe, – Si, seguro. Mejor hablemos de mamá ¿por qué ella no esta aquí? ¿Por qué tenemos al monstruo del armario en cambio?
La cara de papá cambio, paso de ser el papá comprensivo a su cara en blanco destinada a los juicios. O genial, ahora estaba a nivel de un ex-convicto, como paria.
– Ya sabes de primera mano lo bueno que era tu abuelo con los contratos de matrimonio. ¿No crees que probo la idea antes de usarla contigo? – Podía escuchar la tristeza en su voz. – Por tu bien Heath, no preguntes nada sobre Maggie, no la busques.
Mire a papá embobado. – Tu también.
Su sonrisa cuando hablo era la mascara de la tristeza. – ­Tu tienes la oportunidad de salir de esto si quieres, al principio pensé como mi padre; que sería conveniente el contrato de matrimonio, pero después me di cuenta de que no podía obligarte a pasar por lo que yo he pasado. – Se levanto del sofá y tomo el notebook y sus papeles. – Amando a una mujer y teniendo que vivir con otra.
Me quede petrificado. Él estaba enamorado de mi madre aun… Oh mi Dios…
Papá estaba por salir ya de la habitación cuando se aclaro la garganta con dificultad, – No te duermas muy tarde, ¿ok? Tienes escuela mañana.
Asentí. Esto parecía un sueño, no entendía esto, ¿por qué yo tenía una salida y él no? Y ¿cuál era mi salida?
– ¿Ya puedo entrar?
Mire a Edward y le hice una seña para que entrara.
– ¿Qué pasa? – Palmee el asiento a mi lado. Edward me hizo caso de inmediato y se sentó conmigo. – ¿No me dices?
– Ya, amigo, ya. Solo tuve una charla extraña con papá. – Mire los Cd que tenía Edward en su mano. – Déjalos encima del escritorio, ya me encargo después de eso. Ahora, vamos a tu casa, antes de que tu papá mate a Paul.
Edward asintió. – Vamos.
Me levante y espere a que fuera por sus cosas.
Nunca había esperado que él me dijera tanto. Y menos que él había pasado por lo mismo que yo, prácticamente me estaba sintiendo ahora mismo identificado, no, me estaba sintiendo entendido. Pero sobre todo agradecido a que él abuelo no me había amarrado a una víbora como Louis, sino a alguien sensible y dulce como mi Zoey. Acordándome de eso, corrí hasta las escaleras, tenía que hacer algo para que ella no me odiara más.
***
– Edward no te estreses por favor. – Estaba diciendo mamá, tranquilamente sentada en el sofá.
– Mi dios, papá por favor no te pongas así. – Emily se mantenía de pie a un lado del sofá con Paul detrás de ella.
– ¿Qué no me ponga como? Te encerraste con este chico en tu cuarto. – La vena que le cruzaba la cien estaba hinchada. Desde donde estaba podía apreciarlo, se había hinchado en el momento en que vio a Emily bajar abrazada de Paul. – Te deje entrar en su cuarto pero no era para que te pases de la raya encerrándote a solas con ella.
Emily rodo los ojos, – Exageras, Paul solo me ofreció su compañía durante un rato. Papá él es muy divertido, en serio. – Le dio una sonrisa cómplice a Paul. – Y por se nos paso el tiempo volando.
Paul se coloco al lado de Emily y tomo su mano. – Mon ange, contigo el tiempo pasa demasiado rápido para mi gusto.
Sonreí embobada, por alguna razón me encantaba Francia, un lugar lleno de glamur, moda, el idioma más romántico del mundo… ah… suspire.
Todo el mundo me miro.
– Adoro el francés, es un idioma tan lindo.
Paul me sonrió encantado, – Le diré a Heath que te hable más en francés. Te encantará, tiene un tono profundo, en el internado había un montón de chicas que estaban detrás de él solo por el sonido de su voz, debo admitir que lo envidiaba, la vie n’est pas juste.
Quede pensando mis clases de verano en que me enseñaron francés. – La vida no es justa. – Le dije a Paul y él me sonrió en respuesta, – Entonces debes conformarte… C’est la vie. – Es la vida.
– Touche, – Me dijo, aun acariciando la mano de Emily.
– Eso me vale poco, lo que quiero es que este franchute se largue de mi casa ¡ahora!
Emily se puso entre Paul y papá, – Heath aun no llega con Ed, él aun no puede irse.
Papá la estaba fulminando con la mirada, – Ese es otro que no quiero aquí, ¿por qué mis niñas no pueden ser adolescentes normales? Y tener novios a una edad respetable como a los veinticinco. – Suspiró dramáticamente.
Emily le sonrió de medio lado, – Fácil, porque la era victoriana termino hace mucho rato. Estas en el siglo XXI, las chicas podemos salir con chicos incluso por las noches…
Papá la cortó de inmediato, – No vayas por ese lado pequeña, o te mandare a un claustro.
– Mi prima esta en un claustro y dice que es como el infierno en la tierra, – Lo miramos como si fuera un ovni. – Tío la envió allí después de hacer un escándalo público.
Me acerque a él y le di un piñizco, él definitivamente decía las cosas más raras en el mundo, todo un cambio en los novios de Emily. Hablando de ella me dio un golpe en la cabeza.
– Déjalo en paz, le gusta desvariar un rato. – Luego acaricio a Paul donde yo lo había piñizcado. – No te dolió ¿cierto?
Paul le sonrió encantado de que ella se preocupara por él, – No, definitivamente hay que tener miedo de Heath, no de ella, todavía me duelen los golpes de la mañana.
– ¿Por qué sigue hablando como si ellos fueran pareja? – Papá ya estaba exasperado. Y estaba apunto de voltear su frustración en mí. Me miro preguntándome silenciosamente por las palabras de Paul.
Me encogí de hombros. Y escuche el inconfundible ruido del motor del auto de Heath. Oh genial. Mire a Paul que parecía también haber escuchado el ruido, aunque era algo obvio vivíamos en una zona residencial bastante privada. Al poco rato entro Edward a la sala donde estábamos todos reunidos.
– Hola, – Miro a Paul, – Heath dijo que estarías en problemas, así que volví antes. – Luego abrió su mochila y saco un osito negro. – Te lo envía Heath. Dice que ya hizo lo que le dijiste y que espera que no sigas enojada con él.
Me sonroje pero lo tome de inmediato y lo abrace, era tan hermoso. – Me alegro de que me haya hecho caso. – Olí el perfume de Heath, el osito lo tenía impregnado.
– Mon Dieu, pero si es Big Grizz, – Dijo Paul riendo, – No lo puedo creer, no lo veía desde que Heath cumplió ocho. Déjame verlo, oh si aquí esta. – Me mostro la etiqueta que estaba pegada en la pata del osito. – Ves.
Mire y me reí, allí estaba el nombre que Paul había dicho. Estaba escrito en una forma bastante infantil. – Oh es tan lindo.
– Pensé que Heath lo había tirado, esto es tan extraño, verlo después de tantos años. – Paul dio un suspiro nostálgico. – Cuídalo. Su padre siempre decía que había nacido con Heath.
Lo aprecie aun más.
– Lo cuidaré mucho. – Dije sintiéndolo de verdad.
– Edward mira que gesto tan adorable, – Mire a mamá que estaba aferrada al brazo de papá, – ¿Recuerdas los regalos que me dabas? Nunca me diste algo tuyo de bebé.
Papá le dio una mirada incomoda, – Ay no, no comiences con eso, tu sabes porque no pude darte nada de eso.
Mamá hizo un puchero, – No vale.
Papá la miro con desconfianza, – Sabes, comienzo a pensar que ya no estas de mi lado.
– Tonterías mi amor, – Antes de que mamá continuara hablando la agarró y la beso mientras la mantenía en un abrazo apretado contra sí. Rodé los ojos por su sutilidad en frente de nosotros.
Emily comenzó a hacer sonidos de asco, – Iuk, por favor, ¿y nosotros somos los adolescentes? Ustedes si que tienen problemas con sus hormonas.
Paul tenía una cara indescifrable, – Deberías estar feliz de que tus padres se aman y también los aman a ustedes.
Emily se puso seria y le tendió una mano a Paul, – Mi pobre cosita…
Paul se sonrojo, – No, esta bien mon ange.
Papá y mamá lo miraron, y luego se miraron entre sí, – Ya entendí lo que pasa aquí. – Hablo papá. – Las mujeres de esta familia atraen a los chicos con problemas familiares, definitivamente es eso.
Mamá le dio un codazo de juego en las costillas, – Edward no seas así.
Papá puso los ojos en blanco, e imito la voz suave de mamá, – Edward no seas así, Edward no digas eso, Edward…
Mamá lo ignoro mientras se acercaba a Paul, cuando lo tuvo cerca lo atrapo en uno de sus abrazos de osos, – Puedes venir cuando quieras mi niño, eres bienvenido, y tal vez si cierta persona esta dispuesta a dar su brazo a torcer podríamos invitar a…
Papá le frunció el ceño, – Ya le di una oportunidad.
– Quizás deberíamos darle otra. – Mamá miro significativamente a papá, – Yo creo en las segundas oportunidades, e incluso en las terceras si es necesario.
El sonido que papá hizo fue bastante espeluznante. – Ordenen pizza, ya vuelvo.
Se dio la vuelta y desapareció por la puerta. Emily, Edward y yo cruzamos miradas. ¿No iba a hacer eso o sí?
– Bien niños, ¿quién va a pedir la pizza?
Emily saco un teléfono del bolsillo del pantalón de Paul y comenzó a marcar. Paul la miraba entretenido, ahora que lo pensaba si hubiera hecho eso mismo con Mitch él le habría quitado el teléfono y le habría dicho que no lo haga de nuevo. Mitch la había adorado Aparentemente en frente de nosotros, pero si había algo que no le gustaba era que tocaran su preciado teléfono. ¿Quién sabe por qué? Hay gente que tiene manías extrañas.
Después de pedir la pizza Emily devolvió el móvil a donde lo había encontrado. Paul tomo su mano y la beso en la palma.
Mamá hablo en ese momento, – Voy por jugo, ¿quién quiere uno? – Todos levantamos las manos. – Bien ya vuelvo.
Edward se levanto al mismo tiempo que mamá, – Te ayudo mamá. – Ella le sonrió y se fueron a la cocina.
Mire a Emily y a Paul inquisitivamente, – ¿Qué pasa entre ustedes dos?
Emily sonrió como una boba, – Nada.
Puse en blanco los ojos, – Si, seguro. Esta bien, no me cuenten. – Abrace mi osito con más ganas. Sentía como si ahora tuviera una parte de Heath conmigo, una parte solo para mí.
– Si ese osito tuviera vida, en este momento se estaría asfixiando. –Dijo Emily riéndose de mí como siempre.
Mire a Paul haciendo un puchero, – Ves como me trata, es muy mala conmigo, siempre me trata de esa forma.
Paul nos miro a ambas, – ¿Sabes lo que veo Zoey? Veo a un par de hermanas muy parecidas teniendo una pelea de juego. Y se veían adorables, por cierto.
– Mis bebés siempre han sido adorables. – Mamá entro con unas galletas y Edward traía los jugos, nos servimos. – Vaya tu papá esta demorando allá fuera.
Me levante, – Voy a echar un vistazo allá fuera y vuelvo.
La puerta se abrió en ese momento pero no fue papá el que entró, sino Vincent y Betsy, ambos venían sonriendo como los dos enamorados que eran. Que envidia.
– ¿Pasa algo? – Pregunto de inmediato Betsy. Luego se le ilumino la cara al ver a Paul, – Tu eres el amigo de Heath que vimos en el aeropuerto.
Paul asintió solemnemente, – Y tu eres la chica que podría ser la gemela de Zoey, con la que hacían trabajo de investigación, – Termino tomándole el pelo.
Vincent se removió a su lado, – ¿Debo sentirme celoso? O simplemente le rompo la cara y todo se termina.
Betsy le sonrió encantada. Definitivamente ellos eran tal para cual, – Nop, para los que no  saben quien es él, es Vincent mi novio adorado, – Ella obviamente se dirigía a Paul, – Mi alma gemela.
– Y eso no se tranza. – Termino Vincent.
Mamá les sonrió como si recordara un chiste, – ¿Eso ya se lo dijiste a mi hermano?
La cara de Vincent perdió todos los colores, – Con él usamos otra técnica de cooperación.
La ceja de mamá se levanto inquisitivamente, – ¿Y qué técnica sería esa? Porque la última vez que intente disuadirlo de algo, él me ignoro totalmente.
Betsy estaba nerviosa, nos miraba a todos hasta que su mirada se clavo en la de Vincent, – Supongo que de todas formas se iban a enterar, no es como si fuera un secreto.
Vincent suspiró, – Si, eso es verdad.
Betsy tomo la mano de Vincent, – Bien, tía, primos, casi extraño; Vincent y yo vamos a ser padres. Estoy embarazada.

martes, 20 de septiembre de 2011

I Don´t Understand Nothing: Capitulo XIV




Por enésima vez mire a Betsy, – No puedo creer que me hayas convencido para hacer esto… si Heath se entera me matará. – La sola idea me hacia sentir mal.
– Calla y escribe. – Me dijo Betsy desde mi cama, mientras seguía leyendo una de mis novelas románticas de Day Leclaire, Una herencia sroprendente. Me encantaba esa historia. Le disparé una mirada asesina desde mi escritorio donde había estado escribiendo durante las últimas horas.
Esto estaba mal. Lloriquee.
Despegue mis dedos del teclado. – ¿No crees que esto está mal? ¿No te dice nada tu sentido común? ¿Quizás tú conciencia?
Ella negó, – ¿Por qué piensas que esta mal? Además mi conciencia me dice que está bien, – En verdad me miro como si yo fuera la loca. Volví mi mirada un momento a lo que estaba escribiendo, uff, esto no iba bien. – Zoey, tu historia de amor es lo que necesita nuestro blog…
– No way. – Dije imitándola, me puse las manos en la cara fingiendo asombro. – ¡Oh! ¿En serio eso crees?
Betsy me lanzó un peluche, – Me debes una gran historia, tuve que encargarme de terminar las últimas historias sola… mi Bichito es testigo de ello, solo para que no dejaran de leernos, – Dijo haciendo un puchero. Juro que casi vi lagrimas en sus ojos.
Ooookay, eso si que fue raro…
Me encogí de hombros mentalmente, tal vez ya me estaba volviendo loca, solo eso. Después de no poder tomar un respiro para despegar mis manos del teclado, estaba sufriendo estrés. Si eso era.
Además ambas queríamos ser escritoras y era mejor pulir nuestras mentes desde ya… por lo que era importante que el blog viviera. Definitivamente era eso.
– No escucho esas teclas… – Me dijo Betsy tentativamente.
Gruñí y seguí escribiendo las cosas que hasta ahora me habían ocurrido. Claro, omitiendo ciertas cosas que eran demasiado privadas como para ser contadas en público. No le iba a entregar todo a Betsy.
***
– Oye amigo, ¿qué pasa?
La pregunta del millón. Y la que más se había repetido en la última hora en que habíamos estado entrenando y como siempre me producía algo dentro de mí. Le lancé una patada al torso pero el maldito la esquivo. Tal vez si lo golpeaba duro dejaría de preguntar cosas de las que no quería hablar.
– No pensarás en verdad arruinar mi hegmoso cuegpo, ¿cierto?
Le sonreí a Paul al notar su acento, esa patada no le había gustado. – Sino puedes defenderte, no mereces tener ‘ese’ hermoso cuerpo. – Por estar despistado, me agarro en un llave y me lanzó al suelo presionando mi cabeza contra el piso duro y frío.
– ¿Crees que le molestará a Zoey, si su novio tiene unos cuantos moretones? – Dijo imitando mucho mejor el acento.
Le sonreí de lado, mientras trataba con todas mis fuerzas de deshacerme de la llave. – Amigo, no la quieres hacer enojar, créeme. – Dije resaltando la última palabra. – Es muy sobreprotectora. – Todavía la recordaba cuando se puso en medio de mi y Emily.
Paul se rió de mí y se levanto. Me levante de un salto, masajeando mi pobre y dolorido hombro que había sufrido con su llave, aparte de mi cabeza. El maldito aun tenía un agarre mortal.
Pero con esa pregunta había recordado también el que mi pobre cosita estaba castigada por lanzarme sobre sus huesos sin consideración, ni pensar en donde nos encontrábamos. Aun no entendía el por qué me había levantado esta mañana con unas ganas terribles y desesperadas de estar con ella…
Ah claro… ahora que lo recordaba bien había tenido el mejor sueño erótico de mi vida. Había recordado el como se sentían sus piernas enrolladas en mi cintura, presionando, pidiendo por más… si, definitivamente tenía un fetichismo desde que había visto esas piernas y esos pechos que rogaban por mi toque en aquella playa y en mi cuarto… si solo la hubiera tenido un rato más debajo de mí entre aquellos árboles…
– Heath, amigo, creo que estas apunto de entrar en combustión espontanea, si sigues pensando eso que estas pensando. – Dijo realmente divertido. – ¿No quieres compartir tus pensamientos?
Prácticamente le gruñí al Rata, – No te interesa.
Paul se encogió de hombros aun sonriendo, ¿nada le borraba la sonrisa de la cara? Bufe. – Por supuesto que no me interesa, – Dijo simplemente, – Pero me importa más que me presentes bien a Emily, esa charla en el aeropuerto fue muy corta para mi gusto.
Comencé de inmediato a hacer gestos para alejar al mal augurio. – Amigo, esa rubia tiene el temperamento más explosivo que ni te lo puedes imaginar, prácticamente se enciende con agua.
Paul se puso una mano en el pecho, – Mi alma gemela… – Ya estaba de nuevo hablando soñadoramente.
Chasquee las manos en frente de su cara, – No lo creo amigo, esa chica no.
Paul me agarro y me sacudió, – No lo entiendes Heath, yo tengo una paciencia infinita y ella es explosiva, me necesita a su lado con ella.
Ahora fue mi turno de sacudirlo, – No Paul, ella definitivamente no es para ti, ella necesita un domesticador no un tipo que la aguante.
Pero mis palabras no llegaron a oídos, Paul ya estaba fantaseando y de seguro ya iba por la novena nube. Lo deje con su ensoñación y subí a mi cuarto, apenas entre mire en mi laptop que estaba anunciando que tenía mensajes sin revisar. Los abrí esperando que fueran todos de Zoey, solo había uno de ella quejándose de la explotadora de su prima y el resto eran de Edward que quería jugar con el Rata el nuevo juego de Zombis que había comprado en un rato libre fuera de la Universidad.
Paul entro y camino directo a donde estaba yo, – Mon Diu, hay que ir por el niño debe de estar muerto de aburrimiento, pobrecillo.
Lo mire como si estuviera loco, – Si voy allí su padre me va a matar a sangre fría, después de lograr que le dieran ocho días de suspensión a su hija menor no creo que sea lo mejor que me aparezca por allá… – Sin agregar los comentarios sarcásticos de su padre a la lista de ‘odiemos a Heath’. Justo cuando creía que podía llevarme bien con el padre de Zoey ¡demonios! C’est la vie, diría Paul. Así es la vida.
Paul puso una mano sobre mi hombro, – Pero yo puedo ir por Eddy, tu solo llévame y yo haré el resto. Quizás hasta tenga suerte.
Lo mire con desconfianza, – Esta bien, no creo que sea lo mejor, pero el pobre chico va a gastarse los siete gigas de mi E-mail. Y quizás no tengas tanta suerte.
Él me miro con tristeza, – No seas así. Mejor, no se diga más, vamos por nuestro pequeño amigo.
Esto no pintaba nada bien. Ya podía sentirlo.
***
– ¡Ya no más!
Desde mi cuarto podía oír a Zoey reclamándole a Betsy. Habían tenido una tarde bastante interesante el día de hoy. Aun podía recordar a papá despotricando sobre que Heath era un pervertido y estaba llevando a su princesita por el mal camino.
Me cubrí la boca para aguantar la risa, papá aun no entendía que estaba tratando con una adolecente con las hormonas alborotadas. En fin ya me había quedado demasiado tiempo en mi habitación, había terminado con los trabajos para mañana así que salí fuera rumbo a la sala de estar.
Estaba parada en la escala cuando escuche a mamá hablando con alguien, me acerque hasta donde estaba ella en la puerta.
– Mamá… – Estaba rogando Edward. Me puse de puntitas y vi al más hermoso ejemplar de hombre que había del otro lado de la puerta… Paul.
– Emily dile a tu padre que venga, ¿quieres? – Estaba cruzada de brazos mirando aun a Paul como si fuera la peor cosa que le pudiera haber sucedido el día de hoy. O tal vez lo era.
La mire con el ceño fruncido. – No me vas a echar a los leones, tú eres la única a la que va a escuchar, con ese humor terrible que tiene después de lo que ha pasado hoy... – Deje inconclusa la frase para que se enterara de que no me iba a mandar allá sola.
Refunfuñando, se dio la vuelta y me señalo. Entendí de inmediato con la mirada que me dio: ‘cuida a tu hermano que no se vaya.’ Le sonreí y tome su lugar en la puerta.
Paul se acerco a mí de inmediato y me dio un beso en cada mejilla, me coloque roja por completo. Nadie se tomaba tantas libertades conmigo.
– Hoy definitivamente es mi día de suerte, ya que he visto la más hermosa de las flores en este país.
Mi pulso se acelero con sus palabras y aun más cuando no se movió ni un centímetro después de darme los besos. Su aliento me rosaba la cara, coloque una mano en su pecho y él cubrió mi mano con la suya, era tan grande.
Me aclare la garganta. – Que gusto es verte de nuevo Paul.
Su sonrisa me deslumbro, – ¿En verdad te gusto verme? – Asentí lentamente. Él agarró un mechón de pelo que se había soltado de mi moño, y lo llevo hasta su rostro para olerlo. – Oh ma petite, hueles tan bien.
Pegue un respingo ante sus palabras, nunca me había sentido pequeña pero con sus palabras me había sentido así, menuda y pequeñita. Sin pensarlo me pegue más a él.
– ¿Te gusta? – Le pregunte y él me sonrió a cambio.
Sus manos se enrollaron en mi cintura, definitivamente a su lado parecía pequeña y no lo era, con los genes de mi padre media mas de 1,70 mt. Me acomode mejor esperando por su respuesta.
– Por supuesto. – Su aliento golpeaba mi rostro como la más suave de las brisas.
– Hola, ya volví por si no se dieron cuenta, me había ido. Hable con Heath un buen rato esperando a que ustedes se calmaran pero después de un rato me di cuenta de que eso sería difícil y Heath opina lo mismo.
Lo fulmine con la mirada pero eso no resulta si a quien fulminas esta precisamente fulminando con su mirada al chico que tienes a tu lado. Di un suspiro exasperado. – No exageres Eddy, apenas hemos hablado un poquito.
Edward por fin me miro, – Pero ustedes estaban pegados, ni un lápiz podría haber pasado entre ustedes dos.
Paul estaba sonriendo. – Eddy, si hubiéramos estado así de pegados no me hubieras separado de ella.
Enrojecí, aun estaba entre sus brazos. Apoye mi rostro en su pecho.
– Bien, ¿qué pasa aquí? – Dijo papá detrás de nosotros. Me escabullí de entre los brazos de Paul, para poder mirar a papá pero mamá venía con él y lo distrajo lo suficiente informándole de lo que estaba pasando. Menos mal porque no le había preguntado nada a Paul sobre lo que estaba haciendo.
– Esta aquí buscando a Edward para ir a casa de… – Mamá estaba aguantando la risa ahora, – El innombrable.
Paul sonrió ante eso, – ¿Tabú? – Pregunto mirándome, asentí.
– El día de hoy, sí. – Papá me miro gélidamente. Le tire un beso y le guiñe. Me moví hasta quedar a su lado y poder amarrarme a su brazo. – ¿Todavía estas enojado?
– Puede ser. – Me respondió secamente. – Depende, si Edward se queda o se va.
– Pero papi, él solo quiere ir a ver a sus amigos, – Hice un puchero, – Dale permiso, ¿si? – Papá me frunció el ceño sorprendido, hasta que miro a Paul.
– Oh no, oh no… por este… prefería al otro. – Me hele, ¿cómo podía pensar eso? Si solo él supiera…
Todo mi buen humor se esfumó. Me solté de su brazo y entre en la casa, sin darme cuenta de que ya estaba prácticamente corriendo hasta mi habitación. Solo me di cuenta del portazo que le di a mi puerta.
***
– No era mi intención… – Dijo papá algo aturdido, luego miro a mamá. – Aunque, ¿Qué dije?
Mamá le jalo la oreja, – Te falto tacto bebé, aunque ella se puso algo rara...
Emily de verdad se había puesto rara. Además, hasta desde aquí pude escuchar el portazo que le dio a la puerta.
– Ed ¿qué paso aquí? – Paul estaba igual de confundido que yo. Me encogí de hombros, no tenía idea de que decir. Paul se rasco la barba de un día que le cubría la cara.
– Edward ve, pero vuelve antes de que se haga tarde. Y tú, no vienes a menos…
Paul se volvió hacia papá, – ¿Puedo quedarme? Me gustaría saber si esta bien.
Me encogí por dentro, él no tenía ningún instinto de preservación, hasta Heath había tenido lo suficiente de sentido común con papá.
Papá lo evaluó por unos buenos minutos antes de que asintiera. – No te quiero en su cuarto más tiempo del necesario. Solo un minuto más y te mato.
– Le prometo que me comportaré. – Y con eso salió pitando escaleras arriba antes de que papá pudiera decirle su límite de tiempo.
Papá lo miro con desconfianza y luego me miro a mí. – De vuelta aquí, antes de tu hora de dormir jovencito y vete antes de que me arrepienta.
Asentí y corrí al auto con Heath.
– Llévame lejos de aquí. – Dije colocándome el cinturón de seguridad.
Heath alzo una ceja, – No se te olvida algo, así como ¿un chico que sobrepasa el 1,80 de altura?
Puse en blanco los ojos, el sarcasmo no le iba. – Se quedo para consolar a mi hermana, que le dio un momento friki. Bueno, en realidad papá le recordó a Michel y ella se puso así toda… rara, en fin creo que fue por eso. Nunca voy a entender a las chicas.
Heath levanto una mano para callarme, – Me lo cuentas de camino a casa con detalle. Bueno vamos a tener que arreglárnosla solos para matar todos los zombis. – Me sonrió.
Me rasque la cabeza. – Y supongo que quieres información sobre mi otra hermana, ¿no?
– Todo lo que ha hecho desde que ha cruzado el umbral de tu puerta, todo.
Rodé los ojos, – Me lo imaginaba. Dame paz mental y dime que no todos los hombres se ponen tan obsesivos compulsivos con sus novias.
Sonrió aun más abiertamente, – Oh amigo, solo yo soy de esa forma, así que comienza a cantar, ¿ha estado bien? Tú prima no la ha martirizado de verdad, ¿no?
Uff y me quedaba media hora más hasta llegar a su casa y matar zombis.
***
– ¿Por qué hice eso? Hay días en los que no me entiendo. – Suspire apesadumbrada, estaba por echarme contra de mi almohada cuando alguien toco mi puerta. Me levante sin ánimos, de seguro ahora papá querría saber porque tanto berrinche por solo unas cuantas palabras. Pero cuando abrí la puerta me quede con la boca abierta. – ¿Qué haces tú aquí? – Mire por todos lados, o lo poco que dejaba ver Paul, él definitivamente sabía como llenar una puerta.
Paul no respondió a mi pregunta solo entró como si estuviera entrando en su propio cuarto y cerró la puerta con seguro. Ok eso era raro, mire embobada la puerta y luego levante mi mirada a él. Aun sin responderme tomo mi mano y me llevo con él hasta la cama, estaba por decirle que hasta ahí llegaba cuando tomo mi rostro y me miro.
Sus ojos tenían un brillo especial, – Nos vamos a acomodar aquí y vamos a hablar.
Me sonroje, solo unos centímetros y podría saborear sus labios. Volví a meter a mi ninfómana interior de regreso a su baúl. – Porque no nos quedamos así, tú aquí y yo por allá. – Apunte a mi escritorio que actualmente estaba apunto de rebozar con tanta tarea.
– Simple, cuando hablo con alguien ma petite, me gusta hacerlo de forma cómoda y una cama es muy cómoda. – Me sonrió de medio lado. Definitivamente esa sonrisa incitaba a algo.
Le devolví la sonrisa con una que me había echo ganar puntos en el instituto. – Entonces, ¿también hablas con Heath de esta forma? – No pude evitar tomarle el pelo.
Paul asintió con el rostro completamente serio. – ¿De qué otra forma podríamos? – Me sonroje, de nuevo mi ninfómana interior volvió y para colmo con una imagen de ambos chicos en una cama, con casi nada de ropa… Dios, eso si que era una imagen, los dos eran demasiado guapos para la salud mental de cualquier chica. No culpaba para nada a Zoey por lanzarse sobre los huesos de Heath. – Mentira, lo hacemos como los dos neandertales que somos, vamos a un gimnasio y nos golpeamos hasta ya no poder, – Eso logró enfriarme por completo, la imagen mental que me había formado se desinflo como un globo, prácticamente ya lo veía volando. Mientras yo lamentaba la perdida de mi imagen súper estimulante, él sonreía. – ¿Chère en qué estabas pensando? Tu cara tenía un color sonrosado muy hermoso.
Me lance a mi cama y me cubrí el rostro con una almohada, antes muerta que decirle que es lo que estaba pensando. Esa parte de mí, era absolutamente privada.
– ¿No me vas a decir nada Chère? Ok, como quieras, – Me moví al sentir el peso en mi cama, – Quédate así, y descuida ma petite, mis manos para mí, aunque si tú quieres podría hacer una concesión y mover un poquito mis manos. Siempre es bueno compartir un poco de calor corporal, creo que ya necesito calorcito de alguien. Oh tu estás aquí.
Me reí ante sus descaro, – No soy tan fácil, ¿ok? Lo que paso allá abajo fue… algo muy poco común en mí. – Termine aclarándome la garganta. – No reacciono así con los demás chicos. – Ni si quiera lo había hecho con Michel las primeras veces que nos vimos.
Paul no había perdido el tiempo mientras yo balbuceaba, ya me tenía fuertemente sujeta en un abrazo, su cuerpo estaba pegado al mío, muy pegado al mío. Su pecho pegado a mi espalda y sus brazos rodeándome, o sí esto era como el mejor sueño hecho realidad, si moviera sus manos como lo había dicho… ¡No! ¡Emily concéntrate! Aunque solo hacia falta que… su cara estaba enterrada en mi nuca.
Esa era mi parte sensible…
– Sigo diciendo que hueles fantástica. – Tócame ahí y algo más va a ser fantástico en mí. Si, la maldita ninfómana había vuelto.
– ¿No tendrás un fetiche por los perfumes? – Tome una de sus manos y jugué con sus dedos. Eran tan largos, al parecer yo si que tenía un fetiche. – Eso sería un problema, no me gusta compartir mi perfume.
Su risa retumbaba contra mi pelo. – Oui ma petite, yo también creo que sería un problema, a mí tampoco me gusta compartir.
Sonreí como una demente hasta que la claridad me llegó, – ¿Cómo es que estás aquí? – Me acomode un poco para verlo mejor, su cara estaba seria.
– Nos preocupaste un poco, – Dijo clavándome esa mirada tan azul como el cielo, – ¿Qué pasó allá abajo?
Me di la vuelta y me abrace a su pecho, – No hablemos de eso. No me gusta nada este tema.
En especial porque prefería hacer otras cosas, pero no hoy, creo.
Él me abrazo fuerte y así nos quedamos, bueno, hasta que él tomo mi rostro entre sus manos y volvió a clavar su mirada en la mía.
– Habla cuando quieras ma petite, no te voy a forzar a nada. – Suspiré, él sabía como hablarme. – Pero quizás por el momento querrías hacer algo más…
Bajo su mirada a mis labios y pronto los suyos me estaban robando el aliento, sin pensármelo dos veces enrede mis manos en su cabello.
Él si que sabía como besar. De pronto todo se encendió cuando su boca estaba besando, lamiendo y mordisqueando mi cuello pausadamente.
Al diablo con todo, pegue un gemido y puse manos a la obra.
***
Ya estaba, tenía los suficientes capítulos como para mantener satisfecha a mi muy exigente prima, que por cierto se había largado hace rato con su novio Vincent. Ambos querían recorrer la ciudad de noche y disfrutar de las maravillas que esta ofrecía. Antes de irse Betsy me había informado sobre lo que más quería hacer Vincent; salir a cenar a algún restaurante. Prácticamente se comportaban como una pareja que lleva años, quizá siglos juntos.
Que envidia. Yo quería lo mismo con Heath, en cambio estaba encerrada en la torre con el dragón custodiándome hasta que tuviera la suficiente edad como para tener nietos.
Mire mi móvil de ositos, estaba cargado y disponible… listo para hacer una llamada al amor de mi vida que de seguro estaría pensando en mí, o por lo menos eso esperaba de él. Me sonreí a mi misma en el espejo a un lado de mi escritorio, tal vez podía comprobarlo. Antes de pensarlo más, lo tome y marque el número de Heath. Era el número 1 en marcación rápida. De todas formas no tenía nada que perder, esta vez papá no me había quitado ni el móvil ni la laptop.
Sonaba el pitido. Pip, pib…. Espere, espere y espere, hasta que una voz grave sonó del otro lado de la línea.
– ¿Aló? – Dije algo confundida, este era el número de Heath, definitivamente.
– ¿Zoey? – Reconocí esa voz de inmediato.
– Si, soy yo señor Tanner. – Respondí dulcemente, aunque él ya había visto mi mal humor unas cuantas horas antes en el instituto, pero valía la pena intentar cambiar un poco la imagen que se hacía de mí.
– Hey, ¿cómo estás hija? – Me ruborice, ¿el señor Tanner ya me creía de la familia? No seas tonta Zoey todo el mundo te trata así.
– Estoy bien ¿y usted? – Le dije por educación. Era una de esas preguntas que tienes grabadas en tu memoria RAM.
El señor Tanner se aclaró la garganta, – Aquí estoy peleando con este estúpido computador que no quiere hacer lo que le digo. – Me reí. Ya podía verlo hablándole al computador. – La flechita del mouse no se mueve, y necesito mi computador ya para terminar un trabajo.
– ¿Tal vez debería pedir ayuda a Heath? – Le ofrecí sin pensar antes.
Hubo un silencio del otro lado. – Mi hijo no quiere verme ahora. Creo que será mejor que llame al servicio técnico. No me apetece ser el desayuno de tu padre mañana.
No sabía cuanto lo entendía. – Pero allí tiene a Heath y si mal creo a mi hermano, aun. Ellos lo pueden ayudar, claro si usted esta dispuesto a pedírselo.
El señor Tanner pareció pensar mi propuesta, – Creo que podría intentarlo. – Suspiró. – De todas formas no creo que llamaras para hablar con un viejo pasado de moda, que ni siquiera puede tratar con un computador. – Escuche el ruido de pasos. Él estaba caminando. – Mataré dos pájaros de un tiro; le pasaré su teléfono y le pediré ayuda. Si, genial.
– Ya verá que su hijo le ayuda. – Dije animada. Él pobre parecía estar dándose ánimos con cada paso.
Después de unos minutos escuche el sonido indiscutible de alguien golpeando la puerta.
– Lárgate viejo. – Un escalofrío me recorrió. La voz de Heath se escuchaba mortalmente fría.
– Venía a traerte el teléfono, es Zoey…
– ¿Por qué tienes tú mi teléfono? – Esta vez su voz cortaba como un cuchillo.
El señor Tanner se aclaro la garganta. Debía estar incomodo. – Se te callo abajo, te lo iba a traer antes pero se me olvido, lo recordé cuando Zoey llamo. – Respondió quedamente.
Su voz sonaba tan ajena a la situación, prácticamente no había nada en ella, pena dolor, alegría, nada. Pero sin embargo, todo en mi me decía que él estaba triste porque Heath le hablara de esa forma.
– Bien, gracias viejo, ahora lárgate. – Escuche un portazo. – ¿Zoey?
Estaba algo confundida, deseaba hablar con Heath pero después de escuchar como había tratado a su padre ya no me sentía tan segura. Seguro, tenía sus buenas razones, hasta yo tenía buenas razones para detestarlo pero aun así lo que escuchaba en su voz me daba pequeñas señales.
Además el pobre no iba a poder terminar su trabajo sin su computador. Me odiaba por a hacer esto pero lo haría.
– Sino ayudas a tu papá, no quiero hablar contigo. – Y corte la llamada.