martes, 20 de septiembre de 2011

I Don´t Understand Nothing: Capitulo XIV




Por enésima vez mire a Betsy, – No puedo creer que me hayas convencido para hacer esto… si Heath se entera me matará. – La sola idea me hacia sentir mal.
– Calla y escribe. – Me dijo Betsy desde mi cama, mientras seguía leyendo una de mis novelas románticas de Day Leclaire, Una herencia sroprendente. Me encantaba esa historia. Le disparé una mirada asesina desde mi escritorio donde había estado escribiendo durante las últimas horas.
Esto estaba mal. Lloriquee.
Despegue mis dedos del teclado. – ¿No crees que esto está mal? ¿No te dice nada tu sentido común? ¿Quizás tú conciencia?
Ella negó, – ¿Por qué piensas que esta mal? Además mi conciencia me dice que está bien, – En verdad me miro como si yo fuera la loca. Volví mi mirada un momento a lo que estaba escribiendo, uff, esto no iba bien. – Zoey, tu historia de amor es lo que necesita nuestro blog…
– No way. – Dije imitándola, me puse las manos en la cara fingiendo asombro. – ¡Oh! ¿En serio eso crees?
Betsy me lanzó un peluche, – Me debes una gran historia, tuve que encargarme de terminar las últimas historias sola… mi Bichito es testigo de ello, solo para que no dejaran de leernos, – Dijo haciendo un puchero. Juro que casi vi lagrimas en sus ojos.
Ooookay, eso si que fue raro…
Me encogí de hombros mentalmente, tal vez ya me estaba volviendo loca, solo eso. Después de no poder tomar un respiro para despegar mis manos del teclado, estaba sufriendo estrés. Si eso era.
Además ambas queríamos ser escritoras y era mejor pulir nuestras mentes desde ya… por lo que era importante que el blog viviera. Definitivamente era eso.
– No escucho esas teclas… – Me dijo Betsy tentativamente.
Gruñí y seguí escribiendo las cosas que hasta ahora me habían ocurrido. Claro, omitiendo ciertas cosas que eran demasiado privadas como para ser contadas en público. No le iba a entregar todo a Betsy.
***
– Oye amigo, ¿qué pasa?
La pregunta del millón. Y la que más se había repetido en la última hora en que habíamos estado entrenando y como siempre me producía algo dentro de mí. Le lancé una patada al torso pero el maldito la esquivo. Tal vez si lo golpeaba duro dejaría de preguntar cosas de las que no quería hablar.
– No pensarás en verdad arruinar mi hegmoso cuegpo, ¿cierto?
Le sonreí a Paul al notar su acento, esa patada no le había gustado. – Sino puedes defenderte, no mereces tener ‘ese’ hermoso cuerpo. – Por estar despistado, me agarro en un llave y me lanzó al suelo presionando mi cabeza contra el piso duro y frío.
– ¿Crees que le molestará a Zoey, si su novio tiene unos cuantos moretones? – Dijo imitando mucho mejor el acento.
Le sonreí de lado, mientras trataba con todas mis fuerzas de deshacerme de la llave. – Amigo, no la quieres hacer enojar, créeme. – Dije resaltando la última palabra. – Es muy sobreprotectora. – Todavía la recordaba cuando se puso en medio de mi y Emily.
Paul se rió de mí y se levanto. Me levante de un salto, masajeando mi pobre y dolorido hombro que había sufrido con su llave, aparte de mi cabeza. El maldito aun tenía un agarre mortal.
Pero con esa pregunta había recordado también el que mi pobre cosita estaba castigada por lanzarme sobre sus huesos sin consideración, ni pensar en donde nos encontrábamos. Aun no entendía el por qué me había levantado esta mañana con unas ganas terribles y desesperadas de estar con ella…
Ah claro… ahora que lo recordaba bien había tenido el mejor sueño erótico de mi vida. Había recordado el como se sentían sus piernas enrolladas en mi cintura, presionando, pidiendo por más… si, definitivamente tenía un fetichismo desde que había visto esas piernas y esos pechos que rogaban por mi toque en aquella playa y en mi cuarto… si solo la hubiera tenido un rato más debajo de mí entre aquellos árboles…
– Heath, amigo, creo que estas apunto de entrar en combustión espontanea, si sigues pensando eso que estas pensando. – Dijo realmente divertido. – ¿No quieres compartir tus pensamientos?
Prácticamente le gruñí al Rata, – No te interesa.
Paul se encogió de hombros aun sonriendo, ¿nada le borraba la sonrisa de la cara? Bufe. – Por supuesto que no me interesa, – Dijo simplemente, – Pero me importa más que me presentes bien a Emily, esa charla en el aeropuerto fue muy corta para mi gusto.
Comencé de inmediato a hacer gestos para alejar al mal augurio. – Amigo, esa rubia tiene el temperamento más explosivo que ni te lo puedes imaginar, prácticamente se enciende con agua.
Paul se puso una mano en el pecho, – Mi alma gemela… – Ya estaba de nuevo hablando soñadoramente.
Chasquee las manos en frente de su cara, – No lo creo amigo, esa chica no.
Paul me agarro y me sacudió, – No lo entiendes Heath, yo tengo una paciencia infinita y ella es explosiva, me necesita a su lado con ella.
Ahora fue mi turno de sacudirlo, – No Paul, ella definitivamente no es para ti, ella necesita un domesticador no un tipo que la aguante.
Pero mis palabras no llegaron a oídos, Paul ya estaba fantaseando y de seguro ya iba por la novena nube. Lo deje con su ensoñación y subí a mi cuarto, apenas entre mire en mi laptop que estaba anunciando que tenía mensajes sin revisar. Los abrí esperando que fueran todos de Zoey, solo había uno de ella quejándose de la explotadora de su prima y el resto eran de Edward que quería jugar con el Rata el nuevo juego de Zombis que había comprado en un rato libre fuera de la Universidad.
Paul entro y camino directo a donde estaba yo, – Mon Diu, hay que ir por el niño debe de estar muerto de aburrimiento, pobrecillo.
Lo mire como si estuviera loco, – Si voy allí su padre me va a matar a sangre fría, después de lograr que le dieran ocho días de suspensión a su hija menor no creo que sea lo mejor que me aparezca por allá… – Sin agregar los comentarios sarcásticos de su padre a la lista de ‘odiemos a Heath’. Justo cuando creía que podía llevarme bien con el padre de Zoey ¡demonios! C’est la vie, diría Paul. Así es la vida.
Paul puso una mano sobre mi hombro, – Pero yo puedo ir por Eddy, tu solo llévame y yo haré el resto. Quizás hasta tenga suerte.
Lo mire con desconfianza, – Esta bien, no creo que sea lo mejor, pero el pobre chico va a gastarse los siete gigas de mi E-mail. Y quizás no tengas tanta suerte.
Él me miro con tristeza, – No seas así. Mejor, no se diga más, vamos por nuestro pequeño amigo.
Esto no pintaba nada bien. Ya podía sentirlo.
***
– ¡Ya no más!
Desde mi cuarto podía oír a Zoey reclamándole a Betsy. Habían tenido una tarde bastante interesante el día de hoy. Aun podía recordar a papá despotricando sobre que Heath era un pervertido y estaba llevando a su princesita por el mal camino.
Me cubrí la boca para aguantar la risa, papá aun no entendía que estaba tratando con una adolecente con las hormonas alborotadas. En fin ya me había quedado demasiado tiempo en mi habitación, había terminado con los trabajos para mañana así que salí fuera rumbo a la sala de estar.
Estaba parada en la escala cuando escuche a mamá hablando con alguien, me acerque hasta donde estaba ella en la puerta.
– Mamá… – Estaba rogando Edward. Me puse de puntitas y vi al más hermoso ejemplar de hombre que había del otro lado de la puerta… Paul.
– Emily dile a tu padre que venga, ¿quieres? – Estaba cruzada de brazos mirando aun a Paul como si fuera la peor cosa que le pudiera haber sucedido el día de hoy. O tal vez lo era.
La mire con el ceño fruncido. – No me vas a echar a los leones, tú eres la única a la que va a escuchar, con ese humor terrible que tiene después de lo que ha pasado hoy... – Deje inconclusa la frase para que se enterara de que no me iba a mandar allá sola.
Refunfuñando, se dio la vuelta y me señalo. Entendí de inmediato con la mirada que me dio: ‘cuida a tu hermano que no se vaya.’ Le sonreí y tome su lugar en la puerta.
Paul se acerco a mí de inmediato y me dio un beso en cada mejilla, me coloque roja por completo. Nadie se tomaba tantas libertades conmigo.
– Hoy definitivamente es mi día de suerte, ya que he visto la más hermosa de las flores en este país.
Mi pulso se acelero con sus palabras y aun más cuando no se movió ni un centímetro después de darme los besos. Su aliento me rosaba la cara, coloque una mano en su pecho y él cubrió mi mano con la suya, era tan grande.
Me aclare la garganta. – Que gusto es verte de nuevo Paul.
Su sonrisa me deslumbro, – ¿En verdad te gusto verme? – Asentí lentamente. Él agarró un mechón de pelo que se había soltado de mi moño, y lo llevo hasta su rostro para olerlo. – Oh ma petite, hueles tan bien.
Pegue un respingo ante sus palabras, nunca me había sentido pequeña pero con sus palabras me había sentido así, menuda y pequeñita. Sin pensarlo me pegue más a él.
– ¿Te gusta? – Le pregunte y él me sonrió a cambio.
Sus manos se enrollaron en mi cintura, definitivamente a su lado parecía pequeña y no lo era, con los genes de mi padre media mas de 1,70 mt. Me acomode mejor esperando por su respuesta.
– Por supuesto. – Su aliento golpeaba mi rostro como la más suave de las brisas.
– Hola, ya volví por si no se dieron cuenta, me había ido. Hable con Heath un buen rato esperando a que ustedes se calmaran pero después de un rato me di cuenta de que eso sería difícil y Heath opina lo mismo.
Lo fulmine con la mirada pero eso no resulta si a quien fulminas esta precisamente fulminando con su mirada al chico que tienes a tu lado. Di un suspiro exasperado. – No exageres Eddy, apenas hemos hablado un poquito.
Edward por fin me miro, – Pero ustedes estaban pegados, ni un lápiz podría haber pasado entre ustedes dos.
Paul estaba sonriendo. – Eddy, si hubiéramos estado así de pegados no me hubieras separado de ella.
Enrojecí, aun estaba entre sus brazos. Apoye mi rostro en su pecho.
– Bien, ¿qué pasa aquí? – Dijo papá detrás de nosotros. Me escabullí de entre los brazos de Paul, para poder mirar a papá pero mamá venía con él y lo distrajo lo suficiente informándole de lo que estaba pasando. Menos mal porque no le había preguntado nada a Paul sobre lo que estaba haciendo.
– Esta aquí buscando a Edward para ir a casa de… – Mamá estaba aguantando la risa ahora, – El innombrable.
Paul sonrió ante eso, – ¿Tabú? – Pregunto mirándome, asentí.
– El día de hoy, sí. – Papá me miro gélidamente. Le tire un beso y le guiñe. Me moví hasta quedar a su lado y poder amarrarme a su brazo. – ¿Todavía estas enojado?
– Puede ser. – Me respondió secamente. – Depende, si Edward se queda o se va.
– Pero papi, él solo quiere ir a ver a sus amigos, – Hice un puchero, – Dale permiso, ¿si? – Papá me frunció el ceño sorprendido, hasta que miro a Paul.
– Oh no, oh no… por este… prefería al otro. – Me hele, ¿cómo podía pensar eso? Si solo él supiera…
Todo mi buen humor se esfumó. Me solté de su brazo y entre en la casa, sin darme cuenta de que ya estaba prácticamente corriendo hasta mi habitación. Solo me di cuenta del portazo que le di a mi puerta.
***
– No era mi intención… – Dijo papá algo aturdido, luego miro a mamá. – Aunque, ¿Qué dije?
Mamá le jalo la oreja, – Te falto tacto bebé, aunque ella se puso algo rara...
Emily de verdad se había puesto rara. Además, hasta desde aquí pude escuchar el portazo que le dio a la puerta.
– Ed ¿qué paso aquí? – Paul estaba igual de confundido que yo. Me encogí de hombros, no tenía idea de que decir. Paul se rasco la barba de un día que le cubría la cara.
– Edward ve, pero vuelve antes de que se haga tarde. Y tú, no vienes a menos…
Paul se volvió hacia papá, – ¿Puedo quedarme? Me gustaría saber si esta bien.
Me encogí por dentro, él no tenía ningún instinto de preservación, hasta Heath había tenido lo suficiente de sentido común con papá.
Papá lo evaluó por unos buenos minutos antes de que asintiera. – No te quiero en su cuarto más tiempo del necesario. Solo un minuto más y te mato.
– Le prometo que me comportaré. – Y con eso salió pitando escaleras arriba antes de que papá pudiera decirle su límite de tiempo.
Papá lo miro con desconfianza y luego me miro a mí. – De vuelta aquí, antes de tu hora de dormir jovencito y vete antes de que me arrepienta.
Asentí y corrí al auto con Heath.
– Llévame lejos de aquí. – Dije colocándome el cinturón de seguridad.
Heath alzo una ceja, – No se te olvida algo, así como ¿un chico que sobrepasa el 1,80 de altura?
Puse en blanco los ojos, el sarcasmo no le iba. – Se quedo para consolar a mi hermana, que le dio un momento friki. Bueno, en realidad papá le recordó a Michel y ella se puso así toda… rara, en fin creo que fue por eso. Nunca voy a entender a las chicas.
Heath levanto una mano para callarme, – Me lo cuentas de camino a casa con detalle. Bueno vamos a tener que arreglárnosla solos para matar todos los zombis. – Me sonrió.
Me rasque la cabeza. – Y supongo que quieres información sobre mi otra hermana, ¿no?
– Todo lo que ha hecho desde que ha cruzado el umbral de tu puerta, todo.
Rodé los ojos, – Me lo imaginaba. Dame paz mental y dime que no todos los hombres se ponen tan obsesivos compulsivos con sus novias.
Sonrió aun más abiertamente, – Oh amigo, solo yo soy de esa forma, así que comienza a cantar, ¿ha estado bien? Tú prima no la ha martirizado de verdad, ¿no?
Uff y me quedaba media hora más hasta llegar a su casa y matar zombis.
***
– ¿Por qué hice eso? Hay días en los que no me entiendo. – Suspire apesadumbrada, estaba por echarme contra de mi almohada cuando alguien toco mi puerta. Me levante sin ánimos, de seguro ahora papá querría saber porque tanto berrinche por solo unas cuantas palabras. Pero cuando abrí la puerta me quede con la boca abierta. – ¿Qué haces tú aquí? – Mire por todos lados, o lo poco que dejaba ver Paul, él definitivamente sabía como llenar una puerta.
Paul no respondió a mi pregunta solo entró como si estuviera entrando en su propio cuarto y cerró la puerta con seguro. Ok eso era raro, mire embobada la puerta y luego levante mi mirada a él. Aun sin responderme tomo mi mano y me llevo con él hasta la cama, estaba por decirle que hasta ahí llegaba cuando tomo mi rostro y me miro.
Sus ojos tenían un brillo especial, – Nos vamos a acomodar aquí y vamos a hablar.
Me sonroje, solo unos centímetros y podría saborear sus labios. Volví a meter a mi ninfómana interior de regreso a su baúl. – Porque no nos quedamos así, tú aquí y yo por allá. – Apunte a mi escritorio que actualmente estaba apunto de rebozar con tanta tarea.
– Simple, cuando hablo con alguien ma petite, me gusta hacerlo de forma cómoda y una cama es muy cómoda. – Me sonrió de medio lado. Definitivamente esa sonrisa incitaba a algo.
Le devolví la sonrisa con una que me había echo ganar puntos en el instituto. – Entonces, ¿también hablas con Heath de esta forma? – No pude evitar tomarle el pelo.
Paul asintió con el rostro completamente serio. – ¿De qué otra forma podríamos? – Me sonroje, de nuevo mi ninfómana interior volvió y para colmo con una imagen de ambos chicos en una cama, con casi nada de ropa… Dios, eso si que era una imagen, los dos eran demasiado guapos para la salud mental de cualquier chica. No culpaba para nada a Zoey por lanzarse sobre los huesos de Heath. – Mentira, lo hacemos como los dos neandertales que somos, vamos a un gimnasio y nos golpeamos hasta ya no poder, – Eso logró enfriarme por completo, la imagen mental que me había formado se desinflo como un globo, prácticamente ya lo veía volando. Mientras yo lamentaba la perdida de mi imagen súper estimulante, él sonreía. – ¿Chère en qué estabas pensando? Tu cara tenía un color sonrosado muy hermoso.
Me lance a mi cama y me cubrí el rostro con una almohada, antes muerta que decirle que es lo que estaba pensando. Esa parte de mí, era absolutamente privada.
– ¿No me vas a decir nada Chère? Ok, como quieras, – Me moví al sentir el peso en mi cama, – Quédate así, y descuida ma petite, mis manos para mí, aunque si tú quieres podría hacer una concesión y mover un poquito mis manos. Siempre es bueno compartir un poco de calor corporal, creo que ya necesito calorcito de alguien. Oh tu estás aquí.
Me reí ante sus descaro, – No soy tan fácil, ¿ok? Lo que paso allá abajo fue… algo muy poco común en mí. – Termine aclarándome la garganta. – No reacciono así con los demás chicos. – Ni si quiera lo había hecho con Michel las primeras veces que nos vimos.
Paul no había perdido el tiempo mientras yo balbuceaba, ya me tenía fuertemente sujeta en un abrazo, su cuerpo estaba pegado al mío, muy pegado al mío. Su pecho pegado a mi espalda y sus brazos rodeándome, o sí esto era como el mejor sueño hecho realidad, si moviera sus manos como lo había dicho… ¡No! ¡Emily concéntrate! Aunque solo hacia falta que… su cara estaba enterrada en mi nuca.
Esa era mi parte sensible…
– Sigo diciendo que hueles fantástica. – Tócame ahí y algo más va a ser fantástico en mí. Si, la maldita ninfómana había vuelto.
– ¿No tendrás un fetiche por los perfumes? – Tome una de sus manos y jugué con sus dedos. Eran tan largos, al parecer yo si que tenía un fetiche. – Eso sería un problema, no me gusta compartir mi perfume.
Su risa retumbaba contra mi pelo. – Oui ma petite, yo también creo que sería un problema, a mí tampoco me gusta compartir.
Sonreí como una demente hasta que la claridad me llegó, – ¿Cómo es que estás aquí? – Me acomode un poco para verlo mejor, su cara estaba seria.
– Nos preocupaste un poco, – Dijo clavándome esa mirada tan azul como el cielo, – ¿Qué pasó allá abajo?
Me di la vuelta y me abrace a su pecho, – No hablemos de eso. No me gusta nada este tema.
En especial porque prefería hacer otras cosas, pero no hoy, creo.
Él me abrazo fuerte y así nos quedamos, bueno, hasta que él tomo mi rostro entre sus manos y volvió a clavar su mirada en la mía.
– Habla cuando quieras ma petite, no te voy a forzar a nada. – Suspiré, él sabía como hablarme. – Pero quizás por el momento querrías hacer algo más…
Bajo su mirada a mis labios y pronto los suyos me estaban robando el aliento, sin pensármelo dos veces enrede mis manos en su cabello.
Él si que sabía como besar. De pronto todo se encendió cuando su boca estaba besando, lamiendo y mordisqueando mi cuello pausadamente.
Al diablo con todo, pegue un gemido y puse manos a la obra.
***
Ya estaba, tenía los suficientes capítulos como para mantener satisfecha a mi muy exigente prima, que por cierto se había largado hace rato con su novio Vincent. Ambos querían recorrer la ciudad de noche y disfrutar de las maravillas que esta ofrecía. Antes de irse Betsy me había informado sobre lo que más quería hacer Vincent; salir a cenar a algún restaurante. Prácticamente se comportaban como una pareja que lleva años, quizá siglos juntos.
Que envidia. Yo quería lo mismo con Heath, en cambio estaba encerrada en la torre con el dragón custodiándome hasta que tuviera la suficiente edad como para tener nietos.
Mire mi móvil de ositos, estaba cargado y disponible… listo para hacer una llamada al amor de mi vida que de seguro estaría pensando en mí, o por lo menos eso esperaba de él. Me sonreí a mi misma en el espejo a un lado de mi escritorio, tal vez podía comprobarlo. Antes de pensarlo más, lo tome y marque el número de Heath. Era el número 1 en marcación rápida. De todas formas no tenía nada que perder, esta vez papá no me había quitado ni el móvil ni la laptop.
Sonaba el pitido. Pip, pib…. Espere, espere y espere, hasta que una voz grave sonó del otro lado de la línea.
– ¿Aló? – Dije algo confundida, este era el número de Heath, definitivamente.
– ¿Zoey? – Reconocí esa voz de inmediato.
– Si, soy yo señor Tanner. – Respondí dulcemente, aunque él ya había visto mi mal humor unas cuantas horas antes en el instituto, pero valía la pena intentar cambiar un poco la imagen que se hacía de mí.
– Hey, ¿cómo estás hija? – Me ruborice, ¿el señor Tanner ya me creía de la familia? No seas tonta Zoey todo el mundo te trata así.
– Estoy bien ¿y usted? – Le dije por educación. Era una de esas preguntas que tienes grabadas en tu memoria RAM.
El señor Tanner se aclaró la garganta, – Aquí estoy peleando con este estúpido computador que no quiere hacer lo que le digo. – Me reí. Ya podía verlo hablándole al computador. – La flechita del mouse no se mueve, y necesito mi computador ya para terminar un trabajo.
– ¿Tal vez debería pedir ayuda a Heath? – Le ofrecí sin pensar antes.
Hubo un silencio del otro lado. – Mi hijo no quiere verme ahora. Creo que será mejor que llame al servicio técnico. No me apetece ser el desayuno de tu padre mañana.
No sabía cuanto lo entendía. – Pero allí tiene a Heath y si mal creo a mi hermano, aun. Ellos lo pueden ayudar, claro si usted esta dispuesto a pedírselo.
El señor Tanner pareció pensar mi propuesta, – Creo que podría intentarlo. – Suspiró. – De todas formas no creo que llamaras para hablar con un viejo pasado de moda, que ni siquiera puede tratar con un computador. – Escuche el ruido de pasos. Él estaba caminando. – Mataré dos pájaros de un tiro; le pasaré su teléfono y le pediré ayuda. Si, genial.
– Ya verá que su hijo le ayuda. – Dije animada. Él pobre parecía estar dándose ánimos con cada paso.
Después de unos minutos escuche el sonido indiscutible de alguien golpeando la puerta.
– Lárgate viejo. – Un escalofrío me recorrió. La voz de Heath se escuchaba mortalmente fría.
– Venía a traerte el teléfono, es Zoey…
– ¿Por qué tienes tú mi teléfono? – Esta vez su voz cortaba como un cuchillo.
El señor Tanner se aclaro la garganta. Debía estar incomodo. – Se te callo abajo, te lo iba a traer antes pero se me olvido, lo recordé cuando Zoey llamo. – Respondió quedamente.
Su voz sonaba tan ajena a la situación, prácticamente no había nada en ella, pena dolor, alegría, nada. Pero sin embargo, todo en mi me decía que él estaba triste porque Heath le hablara de esa forma.
– Bien, gracias viejo, ahora lárgate. – Escuche un portazo. – ¿Zoey?
Estaba algo confundida, deseaba hablar con Heath pero después de escuchar como había tratado a su padre ya no me sentía tan segura. Seguro, tenía sus buenas razones, hasta yo tenía buenas razones para detestarlo pero aun así lo que escuchaba en su voz me daba pequeñas señales.
Además el pobre no iba a poder terminar su trabajo sin su computador. Me odiaba por a hacer esto pero lo haría.
– Sino ayudas a tu papá, no quiero hablar contigo. – Y corte la llamada.

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