lunes, 13 de mayo de 2013

No Wait: Caitulo XL



–Me considero una persona optimista, y tal vez deberíamos ver el lado positivo, quizás encuentre los amigos que mando a la cárcel por sus desfalcos a la compañía que… –Sheney me guiñó un ojo.
Asentí– La compañía que desde hace un año no es suya. Su socio mayoritario estará encantado de escuchar cómo se lavo las manos una y otra vez. –Aunque no debía saber que ya habíamos mantenido una conversación de empresario a empresario antes de visitarlo.
El color de la cara del hombre poco a poco fue cambiando de color, primero estaba pálida y luego muy, muy roja. La rabia obraba milagros a veces.
–No tiene pruebas…
–Catorce millones de verdes pasaron a una cuenta con el nombre de una mujer, era un nombre algo exótico y en una isla muy exótica. Eso fue el treinta del mes pasado. –Le dijo Sheney mostrándole el papel que acreditaba el movimiento– Cuarenta millones pasaron el año pasado, se culpo al contador general de la empresa, el pobre hombre ha estado preso por ese desfalco. –Asintió comprensiva, estaba realmente comprometida con su papel– Eso fue un Once de junio a las veintitrés horas con cuarenta minutos y dieciocho segundos, el dinero después de pasar por diez bancos diferentes fue a parar a su cuenta en un banco parisino con la excusa de la venta de su casa de veraneo en Suiza, algo que ambos sabemos es una mentira porque su casa paso a manos de su hermano, quien no le pago nada.
Mire al hombre todo el tiempo, parecía haberse quedado plantado en el lugar sin saber que hacer, su cara volvía a estar pálida. Era mi hora de rematar.
–Tiene una hora para que su hija firme los papeles, en el minuto sesenta y uno, llamaré a la policía y presentaré los cargos pertinentes. –El tipo apenas y asintió– Es un gusto hacer negocios con usted.
–Lo mismo digo. –Sheney no le tendió la mano sino que lo miro directo a los ojos– Cualquier intento de hacer algo contra nosotros, no lo mandará a la cárcel. –El tipo pareció pestañar y casi pude ver la maldad en sus ojos por un segundo– Lo mandará a la tumba, mi familia no perdona a la gente como usted y esto no es una amenaza, es un concejo que deberá seguir.
–Creo que no nos conocemos, tal vez ustedes no sepan quién soy pero soy muy conocido en Francia. Soy un personaje respetado. –Dijo con orgullo.
Sheney me sonrió como si hubiera escuchado una buena broma– Es increíble, conocemos una celebridad. –Miró al hombre como si fuera una basura– No me interesa quién es, me interesa que llame a su hija o bien puedo llamar a la policía.
El tipo tragó saliva y levantó el teléfono– ¿Aló señor? Lo necesito aquí, tengo un problema con un par de locos.
Mire con un poco de preocupación a Sheney pero ella se encogió de hombros.
–Le mande un mensaje a alguien antes de venir.
Me acerqué más a ella– Puedo saber a quién.
–Si, el jefe de policía cuñado de uno de los perjudicados por... este señor. –Escuché caer el teléfono desde el otro lado del escritorio– Es un día lindo para arreglar lo que está mal.

Entre a la sala de estar sin mirar a la sirvienta que parecía molesta con mi presencia, probablemente porque la había obligado a dejarme pasar con un poco de ayuda de mis amigos guardaespaldas.
–Gracias Josh, ahora puedes vigilar desde donde gustes. –Dije con un poco de humor que de seguro ponía aun más molesta a la sirvienta.
–Con su permiso señor, estaré al alcance de un grito. –Era un hombre alto con el cabello cano y la barba blanca por los años. Puede que no lo pareciera pero Josh era tan fuerte como cualquier muchacho, me había acompañado desde hacía años cuidando no solo de mí sino de mis hijos también, más de una vez había salvado a Edward de alguna estupidez, a Zackary de alguna travesura desmedida o a Ana… solo que no estuvo cuando debía, con ella no.
Asentí tratando de despejar mi mente de ese recuerdo además de aceptar su retirada, necesitaba estar a solas para poder hacer mi trabajo bien. Josh al ver mi acuerdo se alejo por la puerta.
Tome asiento cerca de mi objetivo, hacían años desde que no lo veía aunque probablemente debería estar midiendo en décadas la última vez que lo había visto.
–Buen día. –Dije en cuanto me senté a su lado– ¿Cómo estás hoy viejo amigo?
Apenas y me dirigió mirada alguna cuando hable, parecía distraído.
–¿Qué haces aquí? No te veía desde que compraste aquellos hoteles miserables, ¿ya te hundiste por esa compra? –Dijo en un tono bastante apagado– Te dije que era una mala inversión.
Sonreí ligeramente– No y no tengo pronosticado irme a banca rota muy pronto y me tomo la libertad de decirte que no tienes ni un maldito ojo para los negocios. –Eso era verdad– Estaba acompañando a mi hijo en un negocio y pensé en venir a verte a tu lugar de retiro.
El suspiro que soltó era tan cansado como su apariencia– Gracias, ni mi familia viene a verme.
Tosí un poco– Por lo que sé, tu nieto Paul no tiene idea de ti desde la muerte de tu esposa, no sabe ni siquiera donde vives.
No sé cual fue la palabra clave pero una de las palabras que dije hizo que por fin hubiera emoción en su rostro cuando miro al suelo con una pena tan grande que si hubiera sido un poco más emocional estaría compartiendo su dolor, en parte sabía como dolía perder a alguien que amabas tanto. Solo Dios sabía que aun seguía buscando a Anabella y aun no daban con ella los investigadores que llevaban años buscándola por todas partes.
–No tenía ganas de vivir sin mi esposa, ella me acompañó desde que éramos pequeños y cuando murió de cáncer fue demasiado para mi. Tal vez debería lamentar haberme alejado de mis nietos porque no sé nada de ellos, creo que si los viera frente a frente no podría reconocerlos.
Me levante de golpe del asiento– ¡Ha llegado el momento de despertar! Estás aquí sentado mirando la nada, solo existiendo, ¿no te da vergüenza? Tus hijos perdieron el sentido de lo decente hace mucho, solo tienes dos nietos y una esta encerrada en un convento porque le molestaba a tu hija y el otro… esta casado con alguien que no quiere porque tu hijo necesitaba dinero para su campaña política. –Observe cada sentimiento que afloro en su cara antes de formular la pregunta que sentía lo iba a cambiar– ¿Qué vas a hacer ahora?

–Bien, ¿qué va a hacer ahora señor… Montagne? –Le pregunto Sheney con toda calma.
–Ustedes ganan, voy a llamar a Gabrielle. –Dijo enojado– Sepan que me las pagaran.
Me reí un poco, escuchaba la misma amenaza de gente que veía en la corte. Siempre amenazaban con…
–Voy a hundirlos…
Y…
–Sus hijos van a ser miserables cuando los encuentre…
¡Ah! Y también…
–Van a arrepentirse…
–…De  lo que me han hecho por el resto de sus vidas. –Me encogí de hombros– No es nada que no haya escuchado antes en la corte. Ahora levante el teléfono y llame.
La llamada no demoró, quizás por los gritos que se escuchaban desde ambos lados o quizás porque Sheney estaba haciendo sonar sus tacones con impaciencia a mi lado por lo que la lleve hasta un sofá y ahí nos sentamos a esperar.
Media hora después la puerta se abrió para dar paso a un mujer que nos hizo a Sheney y a mí mirarnos entre sí, era tan alta como Emily además de ser rubia y de ojos de la misma tonalidad pero había algo que no calzaba además e su ropa de diseño, faltaba algo en su imagen y cuando habló me di cuenta que era lo que faltaba.
–¡Te dije que no me molestaras hoy! es mi día para salir de compras.
Faltaba corazón.
–Cielo, ¿puedes firmar estos papeles? Necesito hacer unos trámites y necesito que firmes estos papeles. –La joven ni siquiera miro los papeles antes de firmarlos y si a eso íbamos, tampoco nos estaba mirando a nosotros.
–Espero que sea una nueva tarjeta de crédito. –De pronto nos vio a nosotros, y supe que la manzana no caía lejos del árbol– ¿Quiénes son… estos?
El hombre solo nos miro– Nadie que te interese.
Camine hasta él y revise los papeles, cuando vi que estaban todas las firmas los guarde en mi maletín– Sheney nos vamos, nos queda otra visita por hacer.
Sheney me miro dudando si debía o no debía salir de inmediato pero al final me siguió aunque antes de salir hizo algo que no me esperaba.
–No me gustan las mentiras, así que quiero que sepas que acabas de firmar los papeles de tu divorcio. –Dijo con un poco de lástima.
La tome de la mano y la aleje de los gritos que comenzaron a resonar en la oficina y por el pasillo.
–No debiste hacer eso. –Le dije algo desconcertado– Es su problema si le gusta mentirle a su hija tan descaradamente.
–No lo sé, es que se parecía tanto a Emily pero era tan fría. –La abrace al ver como se removía con desconcierto.
Era una lástima que la hubieran malcriado tanto o ella hubiera sido una persona mejor pero todo dependía del padre que tenía y eso no se podía cambiar.
Me separé un poco de ella– Vamos a hacer esa otra visita, ¿no?
–Si, me gustaría conocer a mis consuegros y tal vez amenazarlos un poquito. –Sonreí complacido al subir al ascensor.

–Déjame aquí por favor. –Mire el lugar donde estábamos, se veía bastante ostentoso y bastante…
–¿Hace cuanto no venías aquí? –Le pregunte interesado.
–Muchos años, pero creí que alguno de mis hijos se quedaría con la casa y la cuidaría. –Suspiró– Creo que no fue así.
La casa de aspecto colonial de color blanco y de tres pisos delante de nosotros parecía bastante descuidada; el jardín, que hace tiempo debía haber sido hermoso tenía malas hierbas por todos lados, las paredes de la casa estaban cubiertas con enredaderas y la pintura se estaba descascarando en las paredes del frente, obra de la lluvia y el descuido.
Me baje del auto y comencé a mirar los caminos empedrados y las farolas que se veía ya no encenderían más.
–¿Vas a remodelar?
–Lo haré, solo quería ver como estaba mi… casa. –Tosió un poco y casi podía ver la tristeza en sus ojos– Ahora vamos a ver a mi hijo, tengo unas palabras para él y otras para mi hija en cuanto la vea. –De pronto me miro con interés– ¿Supongo que vas a llevarme?
Mire a Josh quien ya estaba detrás del volante– Por supuesto.
–¿Y vas a decirme porqué te interesa mi familia? –La suspicacia estaba a flor de piel esta vez.
Lo deje subirse al auto antes que yo y cuando me subí fingí pensar en algo– Tal vez porque tu nieto esta actualmente en mi casa. –Aunque no era exactamente así, pero sabía que Jason no iba a saber nunca que estaba llevándome el crédito.
–¿Qué? ¿Cómo? –Me sujeto de golpe– ¿Por qué Paul está en tu casa? ¿Tú casa en Rumania?
Asentí– Si, en Rumania. –Como seguía mirándome fijamente continué hablando– Te lo explicare así; digamos que tu nieto más mi nieta es igual a un bisnieto que esta en camino. Fin.
Cabe decir que el agarre continuo en mi brazo con más fuerza– No puedes decirme que voy a tener un bisnieto de esa forma, ya no soy joven para que me des esta clase de noticias tan crudas.
Le fruncí el ceño– Yo tampoco lo soy y me ves tranquilo y eso que me entere de una forma peor. Yo vi a mi nieta en el hospital después de haberse desmayado en el baño de su departamento. –Dije bastante enojado por aquel recuerdo– Además mi bisnieto crecerá en casa.
–Sobre mi cadáver. –Soltándome de inmediato se dirigió a Josh– Conduce rápido a la siguiente dirección que te di y procura que nada te retrase.
Josh me dirigió antes una mirada que respondí con un sutil movimiento de cabeza, de inmediato Josh siguió camino.
–Como guste señor.
–No permití que mi partido ni mis contrarios me echaran abajo durante mi primera campaña, decían que tenía ideales muy altos pero ¿sabes qué? Yo gané y demostré que mis ideales eran los correctos. –Volvió a mirarme– No voy a dejar que mis nietos sigan viviendo de esta forma, voy a darles una lección a esos hijos míos.
Asentí de acuerdo con él, ningún mocoso debía desafiar a su padre.
– Si, pero primero vamos a ver a tu hijo.
–Primero vamos a salvar a mi nietecita. –No podía resistirme al escuchar su cariño– Recuerdo que tenía problemas para estar quieta todo el tiempo, era de esos niños extraños esos... hiper- hiperactivos.
Oh demonios.
Necesitaba terminar todo este drama antes de que me saliera una ulcera y muriera antes de ver la casa llena de niños de nuevo y éste tipo no me lo estaba haciendo fácil.
–Paul no me hagas esto, necesito un poco de paz en mi vida y quiero que mi bisnieto me vea mimarlo día a día. –Pase mi mano por mi frente para borrar algo del cansancio que comenzaba a sentir.
Me sonrió– Ya Alfred, ya vi la urgencia, supongo que mi nietecita estará bien un día más en ese infierno.
–Dirás en el cielo, recuerda que está en un convento. –Comenté con algo de alegría.
Negó con las manos– No, lo dije bien, ¿te imaginas el infierno que está pasando esa niña? Pero vamos a ver a mi hijo, ahora va a saber porque nadie debe hacerme enojar.
–Bien, bien.

miércoles, 1 de mayo de 2013

No Wait: Capitulo XXXIX



Querida Emily;
                       Por motivos que no podemos explicarte con claridad tuvimos que hacer un viaje urgente con tu abuelo Alfred, son cosas de las que no debes preocuparte. Estaremos de vuelta en unos días, aunque me reservo el derecho a equivocarme si demoramos, descuida te hemos dejado en buenas manos, papá ha decidido que tú y Paul se quedaran bajo su cuidado durante nuestra ausencia por lo que deben estar tranquilos sobre posibles intentos de secuestro o cualquier cosa extraña.
Estarán bien, crean en mí pero por favor, mantente al lado de Paul y cuídense mutuamente, sé que no es demasiado pedir.
Nos vemos.
Con Amor mamá.
PD1: Tu padre dice que te ama y que comas bien ya que debes cuidar a Jean Pierre, también Paul debe procurar fijarse en eso (es una orden).
PD2: Tu abuelo dice que ese mocoso debería estar pegado a ti en todo momento [(también es una orden) a los Stonel les encanta mandar, ¿no es lindo?].
PD3: Tu padre dice que puede que estemos desconectados así que no te asustes si no respondemos a tus llamadas (además las llamadas a larga distancia son carísimas, no las hagas y por cierto eso no es una orden).

Leí la carta varias veces y aun no la comprendía, me había levantado para encontrarme abrazada a Paul y cuando ambos nos levantamos después de aclarar que él me estaba haciendo compañía bajamos para horas después llegara una carta de parte de mis padres.
–¿A dónde fueron? –Le pregunte al abuelo no por primera vez.
–Te he dicho que tenían cosas que hacer con Alfred, el viejo ya tiene un pie en la tumba y necesita poner todo en orden antes de irse, supongo. –Me dijo con lástima.
Mire a Paul que parecía conmovido por lo que estaba diciendo mi abuelo pero lo desestime con un movimiento de mi mano.
–La última vez que los vi juntos bebiendo como locos whisky se veían bastante sanos. –Mire a Paul– Además los dos son de la misma edad, por Dios si hasta estudiaron en el mismo instituto, ya suéltalo abuelo qué está pasando.
El abuelo Jason miraba con pena fingida a Paul, ya sabía que era un blanco fácil de conmover– Así son los nietos, te tratan de mentiroso y otras cosas cuando ya eres tan viejo que no te puedes defender.
–Mon Dieu Emily deja a tu grand-père en paz, quizás tus padres tenían cosas que hacer. –Lo mire a los ojos pero esquivo mi mirada, eso me dio una pista.
–¡Tu sabes donde están! –Lo acuse– ¿Qué está pasando?
–Creo saber donde están pero no quiero molestarte y no me agrada que te estés agitando de esa manera, no le hace bien a nuestro hijo. –Tenía ganas de gritar pero él sólo tomo mi rostro entre sus manos y continuó mirándome– Respira lento y a pausas para relajarte.
–Eres pediatra no…
–Shh… deja de buscar pelea y relájate. Vamos a ir a caminar fuera a los jardines y así te relajaras más rápido.
No lo creía pero lo seguí de todas formas, aunque me sentía tan malvada como para dejarlo vagar por varios corredores que no llevaban ni cerca al jardín, lo que me hizo sentir bastante feliz, después de todo me encantaba vagar por esos pasillos oscuros y tenebrosos llenos de pinturas extrañas.
–¿Cuándo vas a decirme hacia donde debo ir? –Me comentó Paul con una sonrisa mientras seguíamos otro pasillo equivocado.
Le sonreí complacida conmigo misma– Me gusta esto.
–¿Qué? ¿Vagar por los pasillos? –Un brazo me rodeo por los hombros.
–No, tonto. Me gusta esto, estar contigo. –Le dije más feliz de lo que me había sentido en mucho tiempo.
Me atrajo a él suavemente para luego depositar un beso en mi frente y luego en mi boca– No sabes lo feliz que he sido estas últimas horas contigo, me encantaría estar contigo para siempre.
Sonreí con tristeza– A mi también me gustaría.
Paul me miro de pronto ilusionado– ¿Sabes cuál es mi sueño? –Negué– Una pequeña casita en un barrio tranquilo llena de niños y tú esperándome después de llegar del trabajo, aunque nunca te obligaría a dejar tu trabajo sólo te pediría que me esperaras para pasar la tarde juntos en casa con los niños…
Me deje llevar por su sueño y asentí de acuerdo con la última frase– Y un perrito, aunque tendría que tomar pastillas por mi alergia al pelo animal pero me encantaría que los niños tuvieran uno.
–Y unos cuantos hámsteres, siempre he querido tenerlos como mascotas. Los niños los amarían. –Dijo pensativo– Siempre que le ofrecí uno a Heath mientras vivíamos en el departamento se negó, creo que les tiene pavor, poco después comenzó a llamarme el rata.
Me reí, siempre había querido saber sobre su sobrenombre– Podríamos ponerlos en tu oficina, aunque nunca me ha gustado eso de una oficina en casa, me parece algo de gente obsesionada con el trabajo y no es que piense eso de mi padre pero a veces su estudio me resulta intimidante.
Paul pareció estar de acuerdo conmigo– Si, creo lo mismo, por lo que haríamos una habitación fuera de casa junto a la casita en el árbol de los niños.
Comencé a imaginar la casa y el patio, el árbol y la casita sobre él– Y al lado de la casa del perro.
Paul asintió satisfecho– Si, cerca de los columpios de los niños, para verlos en todo momento.
Suspiré– Y ver cuando te hagan señas, hasta que ya sean demasiado mayores para jugar ahí. –Casi podía ver los niños jugando– Sería hermoso.
–Si, creo que deberíamos casarnos cuando tenga el divorcio.
–Si. –Dije antes de darme cuenta de lo que estaba diciendo– Espera, ¿Qué has…?
Paul miro hacia un lado– Vamos al jardín a caminar, el día esta tan lindo.
Y me llevó por el camino directo al jardín.

Habían pasado días que no veía a Emily y por lo que me habían contado estaba en casa de su abuelo Jason. Por lo que me habían contado estaban pasando muchas cosas últimamente por esos lados, razón por la cual iba a hacerle una visita. Me sentía bastante sola, aunque eso no era justo para Alex, quien me estaba acompañando a todos lados como el más lindo de los novios.
Claro también me seguía a todos lados un lindo gato que no paraba de maullar porque tía no estaba para cuidarlo y mimarlo.
Me estaba desquiciando.
–Sé que te molesta Frodo pero tía Sheney me lo encargo antes de salir de viaje. –Dijo Alex en tono de disculpa.
–Debería llamarse Gollum. –Porque de seguro en lo único que pensaba era en su “precioso” o mejor dicho preciosa dueña– ¿Debes cargarlo en todo momento? Puede caminar.
Alex me sonrió de manera distraída– Si por mí fuera, te cargaría todo el día.
Me sonroje, por más que pasaba el tiempo no me podía acostumbrar a esos comentarios– No, gracias. No sería cómodo para nadie.
–Si, lo imaginaba. –Suspiró con desaliento– ¿Quieres conducir por hoy? A Frodo no le gusta viajar en su caja.
Mire con celos al gato negro con esa mancha naranja que se burlaba de cualquiera que pensara que era un gato de mala suerte, aunque yo sabía la verdad que no daba mala suerte sino que era malvado hasta en lo más profundo de sus pequeños huesos.
–Yo conduciré, súbete al auto con tu querido… gato. –Recordaba haberlo escuchado maullar con toda su maldad al otro lado de la puerta de la habitación justo en el momento en que dormíamos abrazados, después de eso Alex se había levantado y lo había llevado a la cama, donde me había arañado más de una vez que había intentado abrazar a Alex.
Alex sin darse cuenta de mis pensamientos o quizás ignorando las malas vibras que estaba irradiando, comenzó a hablar de cosas triviales en todo el viaje hasta casa de Jane.
–…Juro que me encanta cuando ronronea, ¿no te gusta? –Trate de ignorarlo pero como seguía mirándome tuve que responderle.
–Me gustan los gatos. Pero no me gusta ese gato que llevas ahí. –Alex me sonrió pero apenas seguí la sonrisa se le borró.
–¿Por qué no te gusta? –Negué pero él insistió– Solo dilo Robin.
–No me gusta como me mira, ni cuando me araña cuando trato de acercarme a ti o cuando adrede no me deja dormir ronroneando en mi oído. –Dije mirándolo con odio.
Alex me miro algo decepcionado y casi me hizo sentirme fatal, sino fuera porque sabía que yo tenía razón.
–No lo hace con mala intención.
No hablamos hasta entrar en casa de Jane y encontrarnos con Emily y… el que suponía que era el padre de Jean Pierre. Un hombre alto de cabello castaño claro y unos ojos azules más claros que los míos o los de Emily, era realmente atractivo, en especial porque se veía bastante atlético.
Alex me frunció el ceño– ¿Quién es él?
–Je suis Paul, mucho gusto. –Dijo el susodicho sin ninguna molestia– ¿Cómo están? Robin y Alex, ¿no?
Acepte su mano– Mucho gusto, soy Robin Stonel.
–Oui, te pareces mucho a tu hermano Zackary. Para que no te asustes más, Emily me ha estado contando sobre su familia esta semana. –Nos sonrió de manera encantadora– Y me contó sobre su primo Alex que esta estudiando en la ciudad contigo, además de ser tu novio.
Alex le frunció el ceño, algo extraño en él porque solía ser bastante agradable con todo el mundo.
–¿Te vas a quedar?
Paul le sonrió a Emily como solo había visto hacer a las parejas felices de la familia, con un amor que no todos entenderían.
–Esa es la idea, a menos que tu prima me eche a patadas de aquí.
Emily le sonrió de vuelta– No te vas a librar tan fácil de tus resonsabilidades, tendrás que ayudarme a cambiar pañales y pasear a Jean Pierre por las noches.
Paul levanto las manos en señal de rendición– Claro que lo haré.
Le sonreí– A propósito, ¿dónde está Marcus? No lo he visto últimamente.
Emily retorció las manos– No creo que lo veamos muy pronto, está en una misión.
Paul miro a Alex– Ustedes dos comparten algo en común. –Alex lo miro sin saber de que estaba hablando– Ninguno de los dos soporta estar conmigo en la misma casa. –Se rio como si fuera un chiste privado– Ahora, ¿quieres jugar a matar zombis? Logre introducirme a mi base de datos on-line y descargue uno de mis juegos para Wii.
Alex me miro interesado pero después miro al gato, casi podía ver que estaba pensando.
–Dame el maldito gato y anda a jugar. –Le dije tendiendo mis manos hacia esa cosa peluda.
Alex me lo dio– No le hagas nada, es de tía Sheney. Te amo.
El gato me miraba de una manera que auguraba que pasaríamos un mal rato.
–Yo te amo más para aguantar esta tortura de forma voluntaria. Recuérdalo.

Un edificio cualquiera, una visita cualquiera.
–¿A dónde crees que haya ido tu padre? Dijo que nos encontraría después. –Me pregunto Sheney, no pude evitar pensar que se veía muy joven con un vestido hasta la rodilla y un abrigo morado, completaba el conjunto con unas botas y una boina morada. Parecía la hermana mayor de las niñas.
–También dijo que nos encargáramos del suegro de Paul. –Me aclare la garganta.
–¿Te dije lo guapo que te ves en ese traje? –Me sonrió pícaramente.
–No, pero me imagino lo que estas pensando. Lo haremos después. –La tome de la mano y la lleve dentro del edificio, llegué hasta el primer ascensor antes de que alguien interrumpiera mi paso– ¿Disculpe? –Le dije a la niña que estaba parada en frente de mí.
–Lo siento, no puede continuar su paso. No está invitado a entrar.
Le sonreí discretamente– Soy Edward Stonel, Abogado de las empresas Stonel ¿me deja pasar?
La niña iba a debatir pero Sheney la calló con una señal– Nos va a dejar pasar ahora, el hotel Stonel es uno de los destinos turísticos de esta ciudad, si se atreve a negarnos el paso me encargaré de propagar información desfavorable a su negocio.
La joven sin saber que hacer se retiro de nuestro paso.
Seguimos adelante y subimos hasta el último piso sin más demora.
–¿Crees que nos éste esperando seguridad? –Me preguntó sin la más mínima nota de preocupación.
–Probablemente, pero suena interesante ¿no crees?
Sheney salió primero del ascensor– Muy interesante, vamos a pelear.
–Yo hago la paz mi amor. –Le dije feliz de sus ánimos.
Entramos a la oficina sin hacer el menor caso de la secretaria que estaba levantándose de su escritorio y para su mal cerré la puerta con llave en cuanto entre.
Detrás de un gran escritorio de madera rústica estaba sentado un hombre mayor a mis ojos, sólo nos dedico una mirada de aburrimiento antes de levantarse de su lugar.
–No sé quienes son ustedes pero van a tener que salir de aquí, estoy ocupado ahora…
Me acerqué a su escritorio y con paciencia saqué los papeles que traía conmigo en mi maletín– Necesito la firma de su hija en los lugares señalados con una cruz.
El tipo me sonrió desagradablemente– Dígale al niño que vuelva, sus padres están muy tristes por su ausencia.
Le sonreí con mi mejor sonrisa de depredador– Dígale a su hija que firme los papeles o su papi va a ser un hombre muy desgraciado.
Antes de que dijera algo más Sheney se acercó a él– Va a ser un hombre muy miserable detrás de rejas, ¿no es cierto amor? –Asentí acercándola a mí– Aunque tal vez sea un poco más porque a nadie le gustan los estafadores.