miércoles, 1 de mayo de 2013

No Wait: Capitulo XXXIX



Querida Emily;
                       Por motivos que no podemos explicarte con claridad tuvimos que hacer un viaje urgente con tu abuelo Alfred, son cosas de las que no debes preocuparte. Estaremos de vuelta en unos días, aunque me reservo el derecho a equivocarme si demoramos, descuida te hemos dejado en buenas manos, papá ha decidido que tú y Paul se quedaran bajo su cuidado durante nuestra ausencia por lo que deben estar tranquilos sobre posibles intentos de secuestro o cualquier cosa extraña.
Estarán bien, crean en mí pero por favor, mantente al lado de Paul y cuídense mutuamente, sé que no es demasiado pedir.
Nos vemos.
Con Amor mamá.
PD1: Tu padre dice que te ama y que comas bien ya que debes cuidar a Jean Pierre, también Paul debe procurar fijarse en eso (es una orden).
PD2: Tu abuelo dice que ese mocoso debería estar pegado a ti en todo momento [(también es una orden) a los Stonel les encanta mandar, ¿no es lindo?].
PD3: Tu padre dice que puede que estemos desconectados así que no te asustes si no respondemos a tus llamadas (además las llamadas a larga distancia son carísimas, no las hagas y por cierto eso no es una orden).

Leí la carta varias veces y aun no la comprendía, me había levantado para encontrarme abrazada a Paul y cuando ambos nos levantamos después de aclarar que él me estaba haciendo compañía bajamos para horas después llegara una carta de parte de mis padres.
–¿A dónde fueron? –Le pregunte al abuelo no por primera vez.
–Te he dicho que tenían cosas que hacer con Alfred, el viejo ya tiene un pie en la tumba y necesita poner todo en orden antes de irse, supongo. –Me dijo con lástima.
Mire a Paul que parecía conmovido por lo que estaba diciendo mi abuelo pero lo desestime con un movimiento de mi mano.
–La última vez que los vi juntos bebiendo como locos whisky se veían bastante sanos. –Mire a Paul– Además los dos son de la misma edad, por Dios si hasta estudiaron en el mismo instituto, ya suéltalo abuelo qué está pasando.
El abuelo Jason miraba con pena fingida a Paul, ya sabía que era un blanco fácil de conmover– Así son los nietos, te tratan de mentiroso y otras cosas cuando ya eres tan viejo que no te puedes defender.
–Mon Dieu Emily deja a tu grand-père en paz, quizás tus padres tenían cosas que hacer. –Lo mire a los ojos pero esquivo mi mirada, eso me dio una pista.
–¡Tu sabes donde están! –Lo acuse– ¿Qué está pasando?
–Creo saber donde están pero no quiero molestarte y no me agrada que te estés agitando de esa manera, no le hace bien a nuestro hijo. –Tenía ganas de gritar pero él sólo tomo mi rostro entre sus manos y continuó mirándome– Respira lento y a pausas para relajarte.
–Eres pediatra no…
–Shh… deja de buscar pelea y relájate. Vamos a ir a caminar fuera a los jardines y así te relajaras más rápido.
No lo creía pero lo seguí de todas formas, aunque me sentía tan malvada como para dejarlo vagar por varios corredores que no llevaban ni cerca al jardín, lo que me hizo sentir bastante feliz, después de todo me encantaba vagar por esos pasillos oscuros y tenebrosos llenos de pinturas extrañas.
–¿Cuándo vas a decirme hacia donde debo ir? –Me comentó Paul con una sonrisa mientras seguíamos otro pasillo equivocado.
Le sonreí complacida conmigo misma– Me gusta esto.
–¿Qué? ¿Vagar por los pasillos? –Un brazo me rodeo por los hombros.
–No, tonto. Me gusta esto, estar contigo. –Le dije más feliz de lo que me había sentido en mucho tiempo.
Me atrajo a él suavemente para luego depositar un beso en mi frente y luego en mi boca– No sabes lo feliz que he sido estas últimas horas contigo, me encantaría estar contigo para siempre.
Sonreí con tristeza– A mi también me gustaría.
Paul me miro de pronto ilusionado– ¿Sabes cuál es mi sueño? –Negué– Una pequeña casita en un barrio tranquilo llena de niños y tú esperándome después de llegar del trabajo, aunque nunca te obligaría a dejar tu trabajo sólo te pediría que me esperaras para pasar la tarde juntos en casa con los niños…
Me deje llevar por su sueño y asentí de acuerdo con la última frase– Y un perrito, aunque tendría que tomar pastillas por mi alergia al pelo animal pero me encantaría que los niños tuvieran uno.
–Y unos cuantos hámsteres, siempre he querido tenerlos como mascotas. Los niños los amarían. –Dijo pensativo– Siempre que le ofrecí uno a Heath mientras vivíamos en el departamento se negó, creo que les tiene pavor, poco después comenzó a llamarme el rata.
Me reí, siempre había querido saber sobre su sobrenombre– Podríamos ponerlos en tu oficina, aunque nunca me ha gustado eso de una oficina en casa, me parece algo de gente obsesionada con el trabajo y no es que piense eso de mi padre pero a veces su estudio me resulta intimidante.
Paul pareció estar de acuerdo conmigo– Si, creo lo mismo, por lo que haríamos una habitación fuera de casa junto a la casita en el árbol de los niños.
Comencé a imaginar la casa y el patio, el árbol y la casita sobre él– Y al lado de la casa del perro.
Paul asintió satisfecho– Si, cerca de los columpios de los niños, para verlos en todo momento.
Suspiré– Y ver cuando te hagan señas, hasta que ya sean demasiado mayores para jugar ahí. –Casi podía ver los niños jugando– Sería hermoso.
–Si, creo que deberíamos casarnos cuando tenga el divorcio.
–Si. –Dije antes de darme cuenta de lo que estaba diciendo– Espera, ¿Qué has…?
Paul miro hacia un lado– Vamos al jardín a caminar, el día esta tan lindo.
Y me llevó por el camino directo al jardín.

Habían pasado días que no veía a Emily y por lo que me habían contado estaba en casa de su abuelo Jason. Por lo que me habían contado estaban pasando muchas cosas últimamente por esos lados, razón por la cual iba a hacerle una visita. Me sentía bastante sola, aunque eso no era justo para Alex, quien me estaba acompañando a todos lados como el más lindo de los novios.
Claro también me seguía a todos lados un lindo gato que no paraba de maullar porque tía no estaba para cuidarlo y mimarlo.
Me estaba desquiciando.
–Sé que te molesta Frodo pero tía Sheney me lo encargo antes de salir de viaje. –Dijo Alex en tono de disculpa.
–Debería llamarse Gollum. –Porque de seguro en lo único que pensaba era en su “precioso” o mejor dicho preciosa dueña– ¿Debes cargarlo en todo momento? Puede caminar.
Alex me sonrió de manera distraída– Si por mí fuera, te cargaría todo el día.
Me sonroje, por más que pasaba el tiempo no me podía acostumbrar a esos comentarios– No, gracias. No sería cómodo para nadie.
–Si, lo imaginaba. –Suspiró con desaliento– ¿Quieres conducir por hoy? A Frodo no le gusta viajar en su caja.
Mire con celos al gato negro con esa mancha naranja que se burlaba de cualquiera que pensara que era un gato de mala suerte, aunque yo sabía la verdad que no daba mala suerte sino que era malvado hasta en lo más profundo de sus pequeños huesos.
–Yo conduciré, súbete al auto con tu querido… gato. –Recordaba haberlo escuchado maullar con toda su maldad al otro lado de la puerta de la habitación justo en el momento en que dormíamos abrazados, después de eso Alex se había levantado y lo había llevado a la cama, donde me había arañado más de una vez que había intentado abrazar a Alex.
Alex sin darse cuenta de mis pensamientos o quizás ignorando las malas vibras que estaba irradiando, comenzó a hablar de cosas triviales en todo el viaje hasta casa de Jane.
–…Juro que me encanta cuando ronronea, ¿no te gusta? –Trate de ignorarlo pero como seguía mirándome tuve que responderle.
–Me gustan los gatos. Pero no me gusta ese gato que llevas ahí. –Alex me sonrió pero apenas seguí la sonrisa se le borró.
–¿Por qué no te gusta? –Negué pero él insistió– Solo dilo Robin.
–No me gusta como me mira, ni cuando me araña cuando trato de acercarme a ti o cuando adrede no me deja dormir ronroneando en mi oído. –Dije mirándolo con odio.
Alex me miro algo decepcionado y casi me hizo sentirme fatal, sino fuera porque sabía que yo tenía razón.
–No lo hace con mala intención.
No hablamos hasta entrar en casa de Jane y encontrarnos con Emily y… el que suponía que era el padre de Jean Pierre. Un hombre alto de cabello castaño claro y unos ojos azules más claros que los míos o los de Emily, era realmente atractivo, en especial porque se veía bastante atlético.
Alex me frunció el ceño– ¿Quién es él?
–Je suis Paul, mucho gusto. –Dijo el susodicho sin ninguna molestia– ¿Cómo están? Robin y Alex, ¿no?
Acepte su mano– Mucho gusto, soy Robin Stonel.
–Oui, te pareces mucho a tu hermano Zackary. Para que no te asustes más, Emily me ha estado contando sobre su familia esta semana. –Nos sonrió de manera encantadora– Y me contó sobre su primo Alex que esta estudiando en la ciudad contigo, además de ser tu novio.
Alex le frunció el ceño, algo extraño en él porque solía ser bastante agradable con todo el mundo.
–¿Te vas a quedar?
Paul le sonrió a Emily como solo había visto hacer a las parejas felices de la familia, con un amor que no todos entenderían.
–Esa es la idea, a menos que tu prima me eche a patadas de aquí.
Emily le sonrió de vuelta– No te vas a librar tan fácil de tus resonsabilidades, tendrás que ayudarme a cambiar pañales y pasear a Jean Pierre por las noches.
Paul levanto las manos en señal de rendición– Claro que lo haré.
Le sonreí– A propósito, ¿dónde está Marcus? No lo he visto últimamente.
Emily retorció las manos– No creo que lo veamos muy pronto, está en una misión.
Paul miro a Alex– Ustedes dos comparten algo en común. –Alex lo miro sin saber de que estaba hablando– Ninguno de los dos soporta estar conmigo en la misma casa. –Se rio como si fuera un chiste privado– Ahora, ¿quieres jugar a matar zombis? Logre introducirme a mi base de datos on-line y descargue uno de mis juegos para Wii.
Alex me miro interesado pero después miro al gato, casi podía ver que estaba pensando.
–Dame el maldito gato y anda a jugar. –Le dije tendiendo mis manos hacia esa cosa peluda.
Alex me lo dio– No le hagas nada, es de tía Sheney. Te amo.
El gato me miraba de una manera que auguraba que pasaríamos un mal rato.
–Yo te amo más para aguantar esta tortura de forma voluntaria. Recuérdalo.

Un edificio cualquiera, una visita cualquiera.
–¿A dónde crees que haya ido tu padre? Dijo que nos encontraría después. –Me pregunto Sheney, no pude evitar pensar que se veía muy joven con un vestido hasta la rodilla y un abrigo morado, completaba el conjunto con unas botas y una boina morada. Parecía la hermana mayor de las niñas.
–También dijo que nos encargáramos del suegro de Paul. –Me aclare la garganta.
–¿Te dije lo guapo que te ves en ese traje? –Me sonrió pícaramente.
–No, pero me imagino lo que estas pensando. Lo haremos después. –La tome de la mano y la lleve dentro del edificio, llegué hasta el primer ascensor antes de que alguien interrumpiera mi paso– ¿Disculpe? –Le dije a la niña que estaba parada en frente de mí.
–Lo siento, no puede continuar su paso. No está invitado a entrar.
Le sonreí discretamente– Soy Edward Stonel, Abogado de las empresas Stonel ¿me deja pasar?
La niña iba a debatir pero Sheney la calló con una señal– Nos va a dejar pasar ahora, el hotel Stonel es uno de los destinos turísticos de esta ciudad, si se atreve a negarnos el paso me encargaré de propagar información desfavorable a su negocio.
La joven sin saber que hacer se retiro de nuestro paso.
Seguimos adelante y subimos hasta el último piso sin más demora.
–¿Crees que nos éste esperando seguridad? –Me preguntó sin la más mínima nota de preocupación.
–Probablemente, pero suena interesante ¿no crees?
Sheney salió primero del ascensor– Muy interesante, vamos a pelear.
–Yo hago la paz mi amor. –Le dije feliz de sus ánimos.
Entramos a la oficina sin hacer el menor caso de la secretaria que estaba levantándose de su escritorio y para su mal cerré la puerta con llave en cuanto entre.
Detrás de un gran escritorio de madera rústica estaba sentado un hombre mayor a mis ojos, sólo nos dedico una mirada de aburrimiento antes de levantarse de su lugar.
–No sé quienes son ustedes pero van a tener que salir de aquí, estoy ocupado ahora…
Me acerqué a su escritorio y con paciencia saqué los papeles que traía conmigo en mi maletín– Necesito la firma de su hija en los lugares señalados con una cruz.
El tipo me sonrió desagradablemente– Dígale al niño que vuelva, sus padres están muy tristes por su ausencia.
Le sonreí con mi mejor sonrisa de depredador– Dígale a su hija que firme los papeles o su papi va a ser un hombre muy desgraciado.
Antes de que dijera algo más Sheney se acercó a él– Va a ser un hombre muy miserable detrás de rejas, ¿no es cierto amor? –Asentí acercándola a mí– Aunque tal vez sea un poco más porque a nadie le gustan los estafadores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario