lunes, 13 de mayo de 2013

No Wait: Caitulo XL



–Me considero una persona optimista, y tal vez deberíamos ver el lado positivo, quizás encuentre los amigos que mando a la cárcel por sus desfalcos a la compañía que… –Sheney me guiñó un ojo.
Asentí– La compañía que desde hace un año no es suya. Su socio mayoritario estará encantado de escuchar cómo se lavo las manos una y otra vez. –Aunque no debía saber que ya habíamos mantenido una conversación de empresario a empresario antes de visitarlo.
El color de la cara del hombre poco a poco fue cambiando de color, primero estaba pálida y luego muy, muy roja. La rabia obraba milagros a veces.
–No tiene pruebas…
–Catorce millones de verdes pasaron a una cuenta con el nombre de una mujer, era un nombre algo exótico y en una isla muy exótica. Eso fue el treinta del mes pasado. –Le dijo Sheney mostrándole el papel que acreditaba el movimiento– Cuarenta millones pasaron el año pasado, se culpo al contador general de la empresa, el pobre hombre ha estado preso por ese desfalco. –Asintió comprensiva, estaba realmente comprometida con su papel– Eso fue un Once de junio a las veintitrés horas con cuarenta minutos y dieciocho segundos, el dinero después de pasar por diez bancos diferentes fue a parar a su cuenta en un banco parisino con la excusa de la venta de su casa de veraneo en Suiza, algo que ambos sabemos es una mentira porque su casa paso a manos de su hermano, quien no le pago nada.
Mire al hombre todo el tiempo, parecía haberse quedado plantado en el lugar sin saber que hacer, su cara volvía a estar pálida. Era mi hora de rematar.
–Tiene una hora para que su hija firme los papeles, en el minuto sesenta y uno, llamaré a la policía y presentaré los cargos pertinentes. –El tipo apenas y asintió– Es un gusto hacer negocios con usted.
–Lo mismo digo. –Sheney no le tendió la mano sino que lo miro directo a los ojos– Cualquier intento de hacer algo contra nosotros, no lo mandará a la cárcel. –El tipo pareció pestañar y casi pude ver la maldad en sus ojos por un segundo– Lo mandará a la tumba, mi familia no perdona a la gente como usted y esto no es una amenaza, es un concejo que deberá seguir.
–Creo que no nos conocemos, tal vez ustedes no sepan quién soy pero soy muy conocido en Francia. Soy un personaje respetado. –Dijo con orgullo.
Sheney me sonrió como si hubiera escuchado una buena broma– Es increíble, conocemos una celebridad. –Miró al hombre como si fuera una basura– No me interesa quién es, me interesa que llame a su hija o bien puedo llamar a la policía.
El tipo tragó saliva y levantó el teléfono– ¿Aló señor? Lo necesito aquí, tengo un problema con un par de locos.
Mire con un poco de preocupación a Sheney pero ella se encogió de hombros.
–Le mande un mensaje a alguien antes de venir.
Me acerqué más a ella– Puedo saber a quién.
–Si, el jefe de policía cuñado de uno de los perjudicados por... este señor. –Escuché caer el teléfono desde el otro lado del escritorio– Es un día lindo para arreglar lo que está mal.

Entre a la sala de estar sin mirar a la sirvienta que parecía molesta con mi presencia, probablemente porque la había obligado a dejarme pasar con un poco de ayuda de mis amigos guardaespaldas.
–Gracias Josh, ahora puedes vigilar desde donde gustes. –Dije con un poco de humor que de seguro ponía aun más molesta a la sirvienta.
–Con su permiso señor, estaré al alcance de un grito. –Era un hombre alto con el cabello cano y la barba blanca por los años. Puede que no lo pareciera pero Josh era tan fuerte como cualquier muchacho, me había acompañado desde hacía años cuidando no solo de mí sino de mis hijos también, más de una vez había salvado a Edward de alguna estupidez, a Zackary de alguna travesura desmedida o a Ana… solo que no estuvo cuando debía, con ella no.
Asentí tratando de despejar mi mente de ese recuerdo además de aceptar su retirada, necesitaba estar a solas para poder hacer mi trabajo bien. Josh al ver mi acuerdo se alejo por la puerta.
Tome asiento cerca de mi objetivo, hacían años desde que no lo veía aunque probablemente debería estar midiendo en décadas la última vez que lo había visto.
–Buen día. –Dije en cuanto me senté a su lado– ¿Cómo estás hoy viejo amigo?
Apenas y me dirigió mirada alguna cuando hable, parecía distraído.
–¿Qué haces aquí? No te veía desde que compraste aquellos hoteles miserables, ¿ya te hundiste por esa compra? –Dijo en un tono bastante apagado– Te dije que era una mala inversión.
Sonreí ligeramente– No y no tengo pronosticado irme a banca rota muy pronto y me tomo la libertad de decirte que no tienes ni un maldito ojo para los negocios. –Eso era verdad– Estaba acompañando a mi hijo en un negocio y pensé en venir a verte a tu lugar de retiro.
El suspiro que soltó era tan cansado como su apariencia– Gracias, ni mi familia viene a verme.
Tosí un poco– Por lo que sé, tu nieto Paul no tiene idea de ti desde la muerte de tu esposa, no sabe ni siquiera donde vives.
No sé cual fue la palabra clave pero una de las palabras que dije hizo que por fin hubiera emoción en su rostro cuando miro al suelo con una pena tan grande que si hubiera sido un poco más emocional estaría compartiendo su dolor, en parte sabía como dolía perder a alguien que amabas tanto. Solo Dios sabía que aun seguía buscando a Anabella y aun no daban con ella los investigadores que llevaban años buscándola por todas partes.
–No tenía ganas de vivir sin mi esposa, ella me acompañó desde que éramos pequeños y cuando murió de cáncer fue demasiado para mi. Tal vez debería lamentar haberme alejado de mis nietos porque no sé nada de ellos, creo que si los viera frente a frente no podría reconocerlos.
Me levante de golpe del asiento– ¡Ha llegado el momento de despertar! Estás aquí sentado mirando la nada, solo existiendo, ¿no te da vergüenza? Tus hijos perdieron el sentido de lo decente hace mucho, solo tienes dos nietos y una esta encerrada en un convento porque le molestaba a tu hija y el otro… esta casado con alguien que no quiere porque tu hijo necesitaba dinero para su campaña política. –Observe cada sentimiento que afloro en su cara antes de formular la pregunta que sentía lo iba a cambiar– ¿Qué vas a hacer ahora?

–Bien, ¿qué va a hacer ahora señor… Montagne? –Le pregunto Sheney con toda calma.
–Ustedes ganan, voy a llamar a Gabrielle. –Dijo enojado– Sepan que me las pagaran.
Me reí un poco, escuchaba la misma amenaza de gente que veía en la corte. Siempre amenazaban con…
–Voy a hundirlos…
Y…
–Sus hijos van a ser miserables cuando los encuentre…
¡Ah! Y también…
–Van a arrepentirse…
–…De  lo que me han hecho por el resto de sus vidas. –Me encogí de hombros– No es nada que no haya escuchado antes en la corte. Ahora levante el teléfono y llame.
La llamada no demoró, quizás por los gritos que se escuchaban desde ambos lados o quizás porque Sheney estaba haciendo sonar sus tacones con impaciencia a mi lado por lo que la lleve hasta un sofá y ahí nos sentamos a esperar.
Media hora después la puerta se abrió para dar paso a un mujer que nos hizo a Sheney y a mí mirarnos entre sí, era tan alta como Emily además de ser rubia y de ojos de la misma tonalidad pero había algo que no calzaba además e su ropa de diseño, faltaba algo en su imagen y cuando habló me di cuenta que era lo que faltaba.
–¡Te dije que no me molestaras hoy! es mi día para salir de compras.
Faltaba corazón.
–Cielo, ¿puedes firmar estos papeles? Necesito hacer unos trámites y necesito que firmes estos papeles. –La joven ni siquiera miro los papeles antes de firmarlos y si a eso íbamos, tampoco nos estaba mirando a nosotros.
–Espero que sea una nueva tarjeta de crédito. –De pronto nos vio a nosotros, y supe que la manzana no caía lejos del árbol– ¿Quiénes son… estos?
El hombre solo nos miro– Nadie que te interese.
Camine hasta él y revise los papeles, cuando vi que estaban todas las firmas los guarde en mi maletín– Sheney nos vamos, nos queda otra visita por hacer.
Sheney me miro dudando si debía o no debía salir de inmediato pero al final me siguió aunque antes de salir hizo algo que no me esperaba.
–No me gustan las mentiras, así que quiero que sepas que acabas de firmar los papeles de tu divorcio. –Dijo con un poco de lástima.
La tome de la mano y la aleje de los gritos que comenzaron a resonar en la oficina y por el pasillo.
–No debiste hacer eso. –Le dije algo desconcertado– Es su problema si le gusta mentirle a su hija tan descaradamente.
–No lo sé, es que se parecía tanto a Emily pero era tan fría. –La abrace al ver como se removía con desconcierto.
Era una lástima que la hubieran malcriado tanto o ella hubiera sido una persona mejor pero todo dependía del padre que tenía y eso no se podía cambiar.
Me separé un poco de ella– Vamos a hacer esa otra visita, ¿no?
–Si, me gustaría conocer a mis consuegros y tal vez amenazarlos un poquito. –Sonreí complacido al subir al ascensor.

–Déjame aquí por favor. –Mire el lugar donde estábamos, se veía bastante ostentoso y bastante…
–¿Hace cuanto no venías aquí? –Le pregunte interesado.
–Muchos años, pero creí que alguno de mis hijos se quedaría con la casa y la cuidaría. –Suspiró– Creo que no fue así.
La casa de aspecto colonial de color blanco y de tres pisos delante de nosotros parecía bastante descuidada; el jardín, que hace tiempo debía haber sido hermoso tenía malas hierbas por todos lados, las paredes de la casa estaban cubiertas con enredaderas y la pintura se estaba descascarando en las paredes del frente, obra de la lluvia y el descuido.
Me baje del auto y comencé a mirar los caminos empedrados y las farolas que se veía ya no encenderían más.
–¿Vas a remodelar?
–Lo haré, solo quería ver como estaba mi… casa. –Tosió un poco y casi podía ver la tristeza en sus ojos– Ahora vamos a ver a mi hijo, tengo unas palabras para él y otras para mi hija en cuanto la vea. –De pronto me miro con interés– ¿Supongo que vas a llevarme?
Mire a Josh quien ya estaba detrás del volante– Por supuesto.
–¿Y vas a decirme porqué te interesa mi familia? –La suspicacia estaba a flor de piel esta vez.
Lo deje subirse al auto antes que yo y cuando me subí fingí pensar en algo– Tal vez porque tu nieto esta actualmente en mi casa. –Aunque no era exactamente así, pero sabía que Jason no iba a saber nunca que estaba llevándome el crédito.
–¿Qué? ¿Cómo? –Me sujeto de golpe– ¿Por qué Paul está en tu casa? ¿Tú casa en Rumania?
Asentí– Si, en Rumania. –Como seguía mirándome fijamente continué hablando– Te lo explicare así; digamos que tu nieto más mi nieta es igual a un bisnieto que esta en camino. Fin.
Cabe decir que el agarre continuo en mi brazo con más fuerza– No puedes decirme que voy a tener un bisnieto de esa forma, ya no soy joven para que me des esta clase de noticias tan crudas.
Le fruncí el ceño– Yo tampoco lo soy y me ves tranquilo y eso que me entere de una forma peor. Yo vi a mi nieta en el hospital después de haberse desmayado en el baño de su departamento. –Dije bastante enojado por aquel recuerdo– Además mi bisnieto crecerá en casa.
–Sobre mi cadáver. –Soltándome de inmediato se dirigió a Josh– Conduce rápido a la siguiente dirección que te di y procura que nada te retrase.
Josh me dirigió antes una mirada que respondí con un sutil movimiento de cabeza, de inmediato Josh siguió camino.
–Como guste señor.
–No permití que mi partido ni mis contrarios me echaran abajo durante mi primera campaña, decían que tenía ideales muy altos pero ¿sabes qué? Yo gané y demostré que mis ideales eran los correctos. –Volvió a mirarme– No voy a dejar que mis nietos sigan viviendo de esta forma, voy a darles una lección a esos hijos míos.
Asentí de acuerdo con él, ningún mocoso debía desafiar a su padre.
– Si, pero primero vamos a ver a tu hijo.
–Primero vamos a salvar a mi nietecita. –No podía resistirme al escuchar su cariño– Recuerdo que tenía problemas para estar quieta todo el tiempo, era de esos niños extraños esos... hiper- hiperactivos.
Oh demonios.
Necesitaba terminar todo este drama antes de que me saliera una ulcera y muriera antes de ver la casa llena de niños de nuevo y éste tipo no me lo estaba haciendo fácil.
–Paul no me hagas esto, necesito un poco de paz en mi vida y quiero que mi bisnieto me vea mimarlo día a día. –Pase mi mano por mi frente para borrar algo del cansancio que comenzaba a sentir.
Me sonrió– Ya Alfred, ya vi la urgencia, supongo que mi nietecita estará bien un día más en ese infierno.
–Dirás en el cielo, recuerda que está en un convento. –Comenté con algo de alegría.
Negó con las manos– No, lo dije bien, ¿te imaginas el infierno que está pasando esa niña? Pero vamos a ver a mi hijo, ahora va a saber porque nadie debe hacerme enojar.
–Bien, bien.

2 comentarios:

  1. O.o! Oh por dios los padres de emili son tan peligrosos como mi madre xD jajaja de verdad que esos padres son de temer como como me han hecho reir de verdad...
    Dame un suspiro, el que esta con el abuelo de paul es el abuelo de emily? Que forma de dar una noticia como esa? A cualquiera le da un infarto sobre todo si has estado viviendo en el limbo y no te enteras de nada de la joya que se tiene de familia

    Un saludote grandote y gracias por actualizar

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    1. La madre de Emily es definitivamente como su familia y su padre bueno, él es obviamente "muy especial" xD
      Y sobre su abuelo, siiii y él nunca ha tenido sentido de la sutileza xD
      Bueno, te dejo nos leemos adios~ =)

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