viernes, 25 de noviembre de 2011

Incoherencias de la desilusión


Nado contra la marea en un mar de gente
¿Es mi culpa no saber?
¿Es mi culpa ser así?
Ser diferente es bueno dicen
Pero no hay quien entienda a este animal fuera del redil
La pieza que no calza en un rompecabezas.
¿No pertenezco ahí?
Me miro de pies a cabeza y no veo distinción
Algo me marca y es en mi interior
Cada cosa que oígo me toca
Una voz en mi cabeza intenta gritar
Apenas y la alcanzo a oír
Una fibra sensible vibra
Un dolor invisible tira dentro de mi
Y esa vos esta vez grita por salir
La reprimo
Mi espiritu esta débil
Un golpe inesperado es peor que cualquiera
Estoy en el piso y no me levanto
Por fin oigo la voz...
Esa pequeña voz que te insita a seguir...

martes, 22 de noviembre de 2011

WOOOOOOW!!

No se si yo me emociono demasiado... o es algo más.... pero estoy haciendo el medio baile y shos publico celebrando las dos mil visitas del blog XD....

lunes, 21 de noviembre de 2011

I Don't Understand Nothing; Capitulo XX



Me quede helado de pies a cabeza.
La madre de Zoey estaba en frente de Paul, que estaba sentado a un lado de la mesa de la cocina tocándose el ojo inflamado y gruñendo levemente, con algo en las manos. – Deja de jugar con eso y déjame colocarte esto en la cara. ¡Ya! O ese ojo va a empeorar y no va a ser bonito. No quieres eso ¿o si?
Paul se alejo de la madre de Zoey. Emily tomo el paquete y se lo coloco de un tirón en la cara a Paul, fue divertido ver como se retorcía del dolor.
– Ni se te ocurra quitártelo de encima. – Emily le dio una mirada sucia a Paul. Estaba más que furiosa diría yo.
– Mon Dieu, merci mille fois. – Mil gracias. Paul se coloco algo en la cara, casi me rió; era una bolsa de verduras congeladas. – ¿Hasta cuándo tendré que usar esto?
– ¿Qué tal hasta que la cordura te venga a la cabeza? – El padre de Zoey no se veía para nada feliz. – O mejor, ¿hasta que me digas por qué había un paparazzi en mi jardín?
– Cariño, es un poco tarde. Deja eso para mañana. – Sentí a Zoey moverse a mi lado, cuando la mire ella estaba concentrada con algo afuera en el patio.
El padre de Zoey apenas y nos prestaba atención. – ¿Mañana? Si les doy tiempo no me vas a dejar hacer nada.
– Cariño, estamos agotados y no es bueno pensar ahora cuando estas tan enojado con todo esto, es mejor que tengas la cabeza fría y despejada. – La madre de Zoey podía ganar el premio a la tranquilidad, hablaba suave y lentamente como si le hablara a un animal salvaje que necesitara escuchar algo tranquilizador.
– Quiero respuestas ahora, no mañana. – De apoco se escuchaba que la tensión dejaba al señor Stonel, pero aun necesitaría de más tiempo.
Me concentré en Zoey que estaba seguía pendiente de cualquiera que fuera la cosa que estaba a afuera. Le di un apretón a su mano para llamar su atención. – ¿Qué sucede? No dejas de mirar fuera.
Zoey me miro aprensiva. – ¿Era solo ese tipo que estaba en el jardín? O ¿hay más como él ahí afuera? No sería bueno.
Mi mente ya estaba funcionando, ese pensamiento no estaba del todo errado, antes de que pasara algo más tome la cámara y la puse en infrarrojo. Apague la luz que daba a la sala de estar donde hace tan poco habíamos estado divirtiéndonos. Me movía hasta una ventana y corrí suavemente la cortina. Enfoque la cámara a través del cristal y revise los lugares que se veían más oscuros, la luz de las farolas en los arboles no me fue de mucha ayuda pero contaba con que el incidente con el paparazzi alejara a los otros, si es que los había. Siempre había que estar preparado después de todo eran como la mala hierba, arrancabas una y salían más de la nada.
– ¿Ves algo? – Me susurro Zoey, provocándome un escalofrío en la espalda. Me di la vuelta.
Me aclare la garganta, de repente lo necesitaba. – No veo nada, de seguro solo había eso, Paul siempre es cuidadoso. – Apague la cámara. – Volvamos.
Suspire cuando la vi caminar de vuelta a la cocina. Sentía tantas ganas de atraerla contra mí y mantenerla abrazarla y besarla. Si, la adrenalina me volvía loco y ohh no… esas piernas en la mezcla; era fatal, muy mal para mí.
La seguí obedientemente. Cuando entramos de nuevo a la cocina, Paul estaba tratando de que Emily lo mirara pero no pasaba nada aun. Pase un brazo por la cintura de Zoey en cuanto pude llegar hasta ella.
– ¿Dejaste de buscar maleantes? – El padre de Zoey estaba aun que echaba chispas por los ojos pero definitivamente más tranquilo que hace un momento. No se porque pero asentí algo avergonzado. – Que bien, ahora dime. No, mejor explícame porque estaba ese tipo en mi casa. Ahora. – La madre de Zoey le puso mala cara pero él la ignoro. – No mañana, quiero hoy mis respuestas.
Mire a Paul, él estaba negando sutilmente sin que nadie se diera cuenta de nada. Le mostré la cámara con una leve inclinación de cabeza y él suspiró de alivio, fingiendo como si el paquete de verduras estuviera aliviando el dolor que sentía, probablemente también lo hacía pero más la cámara que estaba en mis manos con la grabación del millón.
Mire a los ojos al Señor Stonel, no quería que pensara nada de más. – Señor, decirle sobre eso no depende de mí…
El Señor Stonel se colocó a dos centímetros de mí. – ¿De quién depende?
Mire el señor Stonel. Estaba por responder cuando Paul se me adelanto.
– ¿Podríamos hablar en privado? Y así podría responderle a todas sus dudas. – Paul se levanto cuidadosamente del asiento. Le entrego el paquete de verduras congeladas a Emily que lo ignoraba aun, Paul hizo un nuevo intento para que lo mirara pero no pasó nada de nuevo. – Por favor. – Emily agarró el paquete de sus manos sin siquiera darle una mirada más. – Merci Chere.
– Estoy agotada, ha sido el día más largo de mi vida y quiero irme a la cama. Adiós nos vemos otro día. – Dijo Emily mirándome.
Con eso se largo sin decir más. Mire a Paul que ya tenía puesta su mejor cara de póker, el tipo era un fiel creyente del amor, por gente como él todavía era vigente la creencia de que los hombres en Francia sabían del amor. Pobre. Lo entendía bien, el sentirse ignorado. Y entendía mejor porque la cara de Póker.
– ¿Dónde podemos hablar? – Pregunto Paul.
El Padre de Zoey se alejo de mí y señalo hacía la puerta. – Vamos a mi estudio, es más privado.
– Odio ese lugar. – Murmuro Zoey a mi lado. Le di una pequeña sonrisa cómplice, lo que causo que se sonrojara, estaba más que dispuesto a apostar a que estaba rememorando los mejores momentos en ese estudio.
Era adorable de ver.
Paul se fue de la cocina con el padre de Zoey y yo lo seguí. No antes de darle un beso en la frente a Zoey. – Voy tras de mi chico, ve a dormir tu también. – Zoey me piñizco el brazo. – Ouch, eso duelo Zo.
– Tu fuiste el que puso el dedo en la yaga, no yo. – Le fruncí el ceño. – No tengo que ir al instituto de nuevo hasta en otros cuantos días más. ¿Recuerdas?
Ohh. Abrí mi boca pero era mejor callar. Al diablo. – Bien. Pero no era por eso… lo juró.
Zoey, ladeo su cabeza mirando detrás de mí. Por curiosidad me voltee para ver a Ed detrás de nosotros.
– La película era buena. – Le sonreí y lo atraje para revolverle el cabello.
– ¡Oye! Déjame en paz.
Le agarré la cabeza y le susurre al oído. – Si, era buena y la chica de la llamada de seguro más. – Edward se coloco rojísimo, igual a su hermana. – Voy a ver que tu padre no mate a nuestro amigo. Quédate y cuida de tu hermana por mí.
– ¿Y qué hay de mí? Yo estoy sola y desprotegida. – Mire a la madre de Zoey, parada aun lado de su hija. Eran como dos gotas de agua.
Asentí hacía ella. – Creo que su hijo la cuidaría no importando si se lo digo o no. – Cuando me sonrió parecía que brillaba, era una mujer despampanante.
– Tienes razón, ahora ve, mi marido tiende a despellejar gente cuando esta muy, muy enojado.
Trague. Y salí rápido a buscar a mi amigo.

Mire a mamá enojada. – ¿Por qué le dijiste eso?
Mamá frunció el ceño. – ¿Qué dije? No creo haber dicho nada fuera de lo normal, ni nada que fuera mentira. Tu padre estaba muy enojado esta vez y si contamos que ha estado enojándose durante este último tiempo bastante seguido... bueno hoy eso gana a las anteriores veces.
Le fruncí el ceño de vuelta. – No tenías que ser tan explicita con eso de despellejar. – Moví mis manos por la impotencia al ver que no me entendía, a veces mamá tenía esos lapsos en los que no le podías hacer entender algo. – Es como decir lo que vendrá en la siguiente colección de invierno cuando recién estas en primavera.
– Ahh… lo siento. – Dijo algo avergonzada.
– Exacto. – Dije cruzándome de brazos. Solo así entendía algunas cosas. Increíble.
Edward me jaló del brazo. Le tome la mano y me llevo con él escaleras arriba.
– Algo le paso a Em. Estaba aturdida.
Lo mire comprensivamente, yo también me preocupaba por Emily. – Sabes que ha ella nunca le han gustado las peleas.
Sentí el escalofrío que recorrió a Ed. – Aun recuerdo cuando era pequeño y esos niños se pusieron a pelear en frente de nosotros…
Si, esa vez había sido horrible. Los niños se pelearon aun lado de nosotros, casi me golpearon, papá llegó justo a tiempo pero no fue suficiente para que Emily dejara de llorar en toda la tarde. Las pesadillas que tuvo después de eso no nos dejaron dormir a nadie en la casa, nunca le dijo a nadie sobre que trataban sus pesadillas, solo sabíamos que eran horribles.
Por más que lo intentaba no recordaba nada sobre algo que le hubiera pasado a Emily y que pudiera dejarla tan traumada, aun hoy trataba de buscar algo en mi mente que pudiera ayudarla a superar sus miedos. Papá había tratado de llevarla al psicólogo pero no había sido buena idea, las pesadillas habían vuelto mucho peores que las anteriores veces, como lo harían esta noche de seguro.
Toque la puerta cuando llegamos a su cuarto.
– Pasen. – Su voz estaba amortiguada por la almohada. Ella tenía esa manía de echarse sobre su cama y taparse la cara con la almohada. De miedo.
– Vamos, – Le dije a Edward.
– Bien. – Asintió Edward. – No, espera, ya vuelvo.
Se fue corriendo antes de que pudiera decir nada más.
– Vale, déjame sola cobarde. – Murmure. Cuando abrí la puerta entre con mi mejor sonrisa Colgate. – ¿Qué tal?
Emily me miro a mí y detrás hacía la puerta. – Pensé que venías con compañía.
Moví mis cejas juguetonamente, – ¿Qué compañía esperabas? ¿Eh? Ma petite.
Emily me sonrió y me lanzo uno de sus peluches. – Tarada. Esperaba que fueras tú y Edward, Dah. Tonta. – Volvió a abrazar su almohada.
Coloque mis manos en el peluche. – Que mala eres, no tenías que tratar a un inocente así, menos un inocente que es adorable y eso último lo digo por mí.
Emily me sonrió de forma irónica. – Que graciosa te has vuelto, donde esta mi hermana la antisocial y que vivía para su laptop.
Le sonreí abiertamente y la golpee con el peluche. – ¿No puedo ser adorable y graciosa con mi hermana mayor?
– No.
– No eres para nada adorable, ni amable. Y eso no se ve nada bien en una señorita. – Dije recordando las palabras de la abuela Mary, la madre de papá y también imitando su tono de voz tan quisquilloso.
Emily se rió, – No puedes burlarte de tus mayores. – Otra frase celebre de la abuela. – Creo que no servimos para una vida decente, – Hizo comillas con las manos. – Somos poco elegantes.
– Y malcriadas, definitivamente malcriadas. – Me senté aun lado en su cama.
Emily me abrazo fuertemente. – Estoy bien, sabes. No me voy a volver loca durante la noche esta vez, ya soy mayor para esas cosas.
La mire por el rabillo del ojo. Su tono de voz no concordaba con sus manos que estaban moviéndose como si tuviera un tic nervioso. – ¿Estás segura de eso?
– Sip, – Sus manos seguían moviéndose descontroladamente sin que ella se diera cuenta de ello. – Estoy bien.
– Bien. – No creía eso ni siquiera por un segundo. – Si tú lo dices ok.
– Sip. – Me estaba comenzando a sentir nerviosa sobre eso.
– Ya llegué, ¿qué hacen? ¿Yo también puedo abrazar? – Edward se lanzó a la cama con nosotras.
– Solo únete hermanito. – Dijo Emily, los temblores en las manos estaban más tranquilos.
– ¿Por qué demoraste tanto? – Le pregunte a Edward.
Edward me dio un vistazo venía en pijama y traía otro en sus manos. El mío.
– Estaba pensando que hace tiempo que no dormimos los tres en una cama y pensé que hoy podíamos hacerlo. – Emily nos miro resentida. – Solo era una idea.
– No eres nada sutil, tontito. – Emily se separo de nosotros. – Estaré bien, no los necesito conmigo esta noche. Les prometo…
Tome una de las manos de Emily. – Tus manos tiemblan sin que te des cuenta de ello, porque no entiendes que solo queremos ayudarte, no importa que edad tengas o que tengas miedo, nosotros nos quedaremos a hacerte compañía. Así que acéptalo.
Ed tomo la otra mano de Emily. – Yo también suelo tener miedo y ya soy grande.
Emily y yo nos miramos y nos reímos de él. Ed se enfurruño.
– Esta bien Ed, tu también eres grande. – Suspiro. – No quiero tener pesadillas esta noche, quédense conmigo.
– ¿Por favor? – Dijo Edward tentativamente. Le di un codazo.
– Nos quedamos con gusto. Para eso somos los hermanos ¿no? – Le sonreí con gusto.
– Los quiero chicos. – Emily nos abrazo. – Aunque uno sea un nerd y la otra una loca obsesiva con novio.
– ¡Eh! – Dijimos al mismo tiempo Ed y yo.
– Eso no fue lindo. – Refunfuñe.
– Lo sé, por eso los quiero tanto, no me opacan para nada pero debo admitir que da un poco de vergüenza traer gente a casa. Así que ahora compórtense más ¿si? – Emily se escuchaba radiante cuando hablo.
Le di un codazo. – No puedo creer…
Emily me devolvió el codazo. – Tonta, es broma. Nunca me avergonzaría de ustedes, son mis hermanos y los amo aunque no sean perfectos. – Se quedo callada un momento, manteniéndonos a su lado aun con el abrazo. – Debo admitir que ni yo lo soy. No les pediría que cambiaran por nada, solo para que lo sepan.
– Eso esta mejor, mucho mejor. – Dijo Edward. – Ahora acostémonos ¿si?
Le quite mi pijama de sus manos y corrí al baño de Em para cambiarme. El pijama que me había traído Ed era el mismo que había llevado puesto cuando… me sonroje, aun recordaba esa conversación telefónica con Heath.
Me coloque bien mi pijama y me reuní con ellos. Emily pego un silbido.
– Que sexy te vas a dormir nena. – Dijo Em haciendo gestos.
– Sigo pensando que ese pijama tiene otra parte. – Edward refunfuñaba en medio de las cobijas al lado de Emily.
Me puse las manos en las caderas. – Este es todo el pijama Edward, es un Victoria Secret.
– Hecho para seducir hombres y hacerlos caer directo en tu cama. Uuuuhh.
Enrojecí por completo. – Mejor hazme un lugar ¿quieres?
Emily se regodeaba con mi reacción. – Claro ven, nena. Una pregunta; ¿Quedaban más en el sex shop?
Grite. – ¡Déjame en paz! – Me metí en la cama quitándole las cobijas de la mano. – Envidiosa, solo porque a mi me queda mucho mejor de lo que te quedaría a ti.
– Ja, ja, Ódiame pero yo tengo la razón. Eso no lo compraste en la tienda de siempre.
– Lo compre en la misma tienda de siempre. – Murmure. No era mentira, me lo había comprado en la tienda de lencería de siempre, solo que había sido un stock de una semana.
Nos quedamos callados un rato hasta que Emily rompió el silencio. – Tenemos una importante decisión que hacer.
– ¿Cuál? – Pregunto Ed al otro lado de Emily.
Emily se tomo su tiempo para responder. – ¿Quién apagará la luz?
De nuevo silencio.
– ¡Zoey!
Mire a los dos que me miraban con sus mejores caras de perrito. ¡Malditos!
– Está bien. – Me levante de un salto y fui a apagar la luz.
El botón estaba a un lado de la puerta, casi muero del susto cuando alguien la golpeo. Tuve que tomarme un tiempo para tranquilizarme antes de abrir la puerta. Mientras Edward y Emily se reían de mi, parecía que hoy era el día de reírse de Zoey. Ja - ja.
Refunfuñando abrí la puerta. Me quede helada.
– Guau… – Heath estaba parado en frente de mí sin hacer nada más. Moví mi mano en frente de su cara pero solo hizo que mirara a mi escote. Moví mi mano más abajo.
Paul paso aun lado de Heath, en cuanto se fijo en mí se cubrió la cara con sus manos. – ¡Mon Dieu! Lamentamos molestar si te estabas vistiendo.
La vena en mi frente punzo. Casi podía escuchar las risas amortiguadas de Ed y Em. – ¡No me estaba vistiendo! Este es mi pijama ¿ok?
Paul dejo caer las manos y me miro con la boca abierta. – Nunca lo hubiera pensado de ti, creí que Heath estaba corrompiendo…
Paul dejo de hablar por el golpe que Heath le dio en la cabeza. – Cállate. ¿Nunca habías visto un Victoria Secret?
– La verdad… – Comenzó a decir Paul.
– No te hagas. – Heath le dio un codazo y me agarró entre sus brazos, haciendo que el pijama se me subiera hasta las caderas.
– ¡Heath!! – Gritaron todos los demás.
– Quiero besarte mucho. – Me beso hasta dejarme sin aliento. Bueno, la verdad hasta que ese maldito de Paul comenzó a toser sin parar. Lo fulmine con la mirada.
– No creo que aquí… – Comencé a decir.
– ¿Por qué todavía están aquí? – Pregunto Emily desde su cama. – ¿No deberían irse a su casa?
Paul puso una cara de tristeza que hasta a mi me conmovió. – Emily, hablemos por favor.
Emily se acostó cubriéndose hasta la cabeza con las cobijas. – Estoy cansada, quiero dormir. Así que váyanse.
Paul hizo un intento de entrar en la habitación. – Pero…
Heath coloco una de sus manos en el hombro de Paul. – Déjalo, mañana temprano habla con ella.
Paul asintió pero se quedo parado mirando a Emily un buen rato, cuando Heath afirmo su agarre en su hombro se retiró. Heath me abrazo firmemente entonces. – Nos vemos mañana mi amor ¿bien?
Asentí y me puse de puntitas para besarlo en los labios. Me beso en los labios y después me beso en la cabeza. Se dio la vuelta y se fue.
– Buenas noches entonces. – Cerré la puerta algo desilusionada con la despedida. – Yo quería otro besito.
Emily murmuro algo antes de hablar fuerte y claro. – Si se acercaba más aun a ti, de seguro se corre.
– ¡Em!! – Grito Edward, me cubrí la cara por su poca vergüenza. ¿En verdad era mi hermana? Lo dudaba mucho.
– ¿Qué? ¿Tú no viste como se la comía con la mirada? Pues yo si, lo vi con estos dos ojitos – Se quito las cobijas de encima para mostrarme como se colocaba las manos en los ojos.
– Que dramática eres.
Golpeo la cama a su lado, – Deja el show nudista y ven a dormir.
Apague la luz y me metí entre las cobijas. Me acurruque contra Em.
– Estás calentita Em.
Emily se alejo de mí. – Y tu helada, así que muévete o te tiro de la cama. Aunque es más probable que tú me tires de la cama a mí y a Ed, Dios, nunca he visto una persona dormir tan mal como tu.
La ignore y me acosté de nuevo en mi rincón. No era tan mal dormir.
Al poco rato me dormí o era eso o me había desmayado, siempre me pasaba lo mismo cuando me pasaba lo uno o lo otro.
Caminaba descalza por una playa, la arena se metía por entre mis dedos cada vez que daba un paso. El agua era tibia, no sabía donde estaba, pero el azul del agua me cegaba cada vez que miraba hacia allá. Era un día brillante.
La suave brisa hizo que mi cabello se alborotara, siempre comenzaba de esa forma. Como si mi mente quisiera jugar conmigo, vi la figura de alguien al otro lado. La figura se movía lejos de mí, me desesperaba el que se alejara. ¿Por qué se iba? Yo quería que estuviera a mi lado.
Corrí detrás de la figura pero se iba alejando. Esto no era parte de mi sueño, en esta parte siempre se hacía de noche. La luna debía de aparecer por algún lado. Mire a todos lados pero no había nada, todavía era de día. Que raro.
Corrí más fuerte pero la ola que vino de un lado me golpeo inesperadamente las piernas haciéndome caer al suelo, trague agua salada.
¿Por qué me dejaba atrás?

martes, 15 de noviembre de 2011

I Don't Understand Nothing: Capitulo XIX parte II



El tipo que estaba pegado en la valla tenía una cámara de video, estaba grabando lo que estaba del otro lado de la valla; la pelea de Paul y Vincent. Lo siguiente que supe fue que Heath le había arrancado la cámara de las manos con una patada y después que había derribado al tipo.
– Oh mi Dios. – Me acerqué hasta Heath, – Quieres…
Antes de que pudiera terminar, él ya estaba sacudiendo la cabeza, – ¡Ve por la cámara y corre dentro de la casa!
Asentí y salí corriendo a la casa, pase por alto la pelea que había parado y seguí hasta la casa. Abrí la puerta de un golpe ¿quién rayos la había cerrado? Probablemente yo. Me sacudí ¿cómo podía pensar eso ahora? Eso no era importante.
Corrí al estudio, pasando a traer los jarrones de porcelana de mamá. ¡Ay no! Eran de colección. Seguí corriendo hasta la puerta, la abrí de golpe y vi algo que no me apetecía. Me cubrí los ojos con las manos dejando caer la cámara de video.
– ¡Voy a quedar ciega! – Grite. La risa de papá me hizo quitarme las manos de la cara. – No es gracioso, para nada.
– Claro que lo es. – Papá aun reía, detrás de él mamá estaba arreglándose la ropa como si fuera de lo más normal.
Claro que no era gracioso ver a tus padres más cercanos de lo usual, una cosa era verlos besándose muy a gusto pero era muy distinto ver a tu madre a hojarascas encima de tu padre y sin decir que ella no tenía mucho en la parte de arriba.
¡Uaks! Escuche el ruido típico de una cámara de video cuando soltaba el disco, lo cual me recordó por lo que estaba aquí.
– ¡Ya! Venía por algo más, tenemos que ayudar a Heath.
Papá gruño, – ¿Se esta peleando con Vincent también?
Le fruncí el ceño enojada porque dijera eso, – No, vamos tenemos que ir a ayudarlo, – Papá me miraba dudoso, – Bien, un resumen; había alguien extraño en la valla y fuimos a investigar, luego Heath se encargo de él y yo vine por ayuda. ¡Vamos!
Eso si llamo la atención. Se apartó de inmediato de mamá y se me acercó. – Vamos.
Salí disparada de nuevo evitando los jarrones quebrados, solo esperaba que mamá no agregara más días a mi castigo por eso, si es que eso era posible. Mientras pensaba eso Papá iba detrás de mí y por la maldición que escuche él había visto los jarrones.
Trate de enfocarme en Heath y seguí corriendo. Cuando llegamos a él, aun  mantenía al tipo en el suelo, aunque ahora de cerca veía que su pelo estaba más revuelto y no era solo eso, su labio inferior tenía una mancha muy parecida a sangre… era sangre. Me puse nerviosa.
– ¿Qué paso? – Papá saco a Heath de encima del tipo y le dedico una mirada a este último.
Me alegre de ver que no estaba mejor que mi Heath.
Heath se removió incomodo. – No es nadie que valga la pena.
El desconocido pego un gemido de dolor cuando papá lo incorporó. – Deberías pensarlo mejor; Si te demanda va a tener valor. – Papá gruñó hacía Heath.
Me acerque a él para limpiar su boca ensangrentada con un pañuelo desechable que tenía en mi bolsillo. – ¿Estás bien? – Heath asintió pasando un brazo por mí cintura apretándome contra él.
– ¿Tienes la cámara? – Susurro contra mi oído. Asentí. – Bien, ¿cómo están nuestro par? – Señalo con la cabeza el patio detrás de nosotros. Me encogí de hombros.
– No tengo ni idea, me preocupa más ese labio partido que tienes ahí. – Enfatice tocando su labio.  – Que dos cabezas duras que creen que aun estamos en la edad de piedra para que necesiten golpearse como cavernícolas para solucionar sus problemas.
Heath intento sonreír pero de inmediato gimió por su labio, de inmediato coloque mi mano en su labio de nuevo. – Me encanta verte preocupa por mí, no sabes como me gustaría agradecerte como se debe, pero supongo que será para otro día.
– Mejor vamos dentro para que pueda cuidar de ti.
Justo en ese momento papá sacudió al tipo. – ¿Qué hacías aquí?
– Solo quiero mi cámara y me iré. – La mirada que le dio a Heath lo dijo todo, apostaba a que si tuviera la oportunidad se lanzaría sobre Heath.
Pero al parecer las palabras que dijo no eran las correctas. Papá lo agarró firmemente y lo llevo hacía el frente de la casa. – Ustedes entren ya los sigo.
Asentí por reflejo, pero luego mire con desconfianza a papá ¿qué iba a hacer con ese hombre? En fin, de todas formas me deje arrastrar de vuelta a la casa por Heath.
En cuanto llegamos al umbral de la puerta me preguntó. – ¿Dónde dejaste la cámara?
Hice un corto viaje a mi memoria y me sentí ruborizada, – Se me cayó en el estudio. – No era mi intención recordar lo que había visto, si pudiera me lavaría los ojos con jabón.
Heath se toco el labio lastimado antes de hablar. – Vamos, recojamos esa cámara y después me dices el motivo de ese sonrojo. – Me guiñó un ojo, en ese instante me di cuenta de que estaba conteniendo la risa. Iba a golpearlo pero sus palabras lo salvaron. – Te ves adorable toda roja, dan ganas de llevarte a un lado y ver hasta donde cubre todo ese color.
– No te voy a dar el placer… – Le guiñe un ojo antes de seguir mi camino al estudio. Me gire un poco antes de seguir hablando, quería ver su reacción. – Aun.
Me di la vuelta y corrí hasta el estudio de papá y busque la cámara, en aquel momento se me había caído de las manos por lo que debía estar en el suelo cerca de los libreros, mire y mire pero no se veía por ninguna parte.
¡Rayos!
Heath llego a mi lado. – Oh no, dime que no la perdiste, dime que después que se te cayó la pateaste debajo de algo.
Lo mire con culpa, – Te juro que se me cayó aquí, no pudo ir a ninguna parte.
Heath suspiró pesado, – Bien, busquemos. De todas formas, las cámaras aun no tienen patas.
Le sonreí un poco culpable aun, – Eso creo, pero aun no descartemos nada quizás esa cosa muto… – Heath me sonrió pero se veía nervioso, lo que había en la cámara lo asustaba o algo más.
Me coloque de gatas en el suelo al lado de los libreros, no pasaron ni dos minutos cuando vi donde estaba la cámara ¿cómo había llegado ahí?
– Ya la vi, esta allá debajo del estante gigante, si estiro la mano la tendré.
– Demórate lo que quieras tengo la mejor vista que he podido querer en años. – Me gire a ver que estaba mirando cuando me di cuenta de que.
Me puse rojísima, – No es justo que estés ahí mirándome el trasero, mientras hago el trabajo sucio.
– Disculpa cielo, es que aun estoy algo emocionado con lo del armario. – Heath se quedo callado pero siguió con la mirada fija en mí trasero, intente fruncirle el ceño pero no me prestaba atención. Bufe. La mano de Heath se estiró un poco y luego se detuvo. – ¿Qué tal si te inclinas un poquito más?
Negué, y seguí con mi trabajo; Recuperar la cámara. Aunque dentro de mí tenía una satisfacción insana, creo, me encantaba tenerlo con la mirada fija en mí, solo para mí. Me incline un poco más cuando llegue cerca de la cámara y en ese instante una mano cayó en mi trasero.
El tono ronco de Heath me lo dijo todo. – Amo tus piernas, y especialmente donde nacen.
Me aclaré la garganta. – Heath, debo… – ¿Estaba haciendo calor? – La cámara.
Heath siguió acariciándome, – No hay problema. – Oh no lo creía, me dio una palmada en el trasero. – Disfrutare de la actuación, pero si te inclinas un poquito más no me voy a aguantar. Ve hazlo.
Suspiré, si este fuera otro lugar… aquella vez aun estaba en mi memoria, aun no pasaba el tiempo suficiente como para olvidarlo y no estaba segura si un día pasaría el suficiente como para dejar de alucinar con eso. Y no solo porque era primera vez… bueno tal vez si, pero él era lindo, preocupado y muy tierno conmigo y como una vez había demostrado lo era también en esa otra parte más intima. Me sacudí, este no era ni de cerca el lugar indicado. El armario había sido genial pero ni de lejos intimo y definitivamente este lugar no era genial ni intimo. Ya lo había probado con papá y mamá minutos antes. No, eso iba a esperar, no sabía cuanto pero lo iba a hacer.
Heath se removió de donde estaba. – Nena, hazlo ya y saca esa cámara o voy a lanzarme sobre ti en un minuto más.
– Porque simplemente no lo haces. – Masculle. Oh eso lo adoraría. Suspiré.
Heath se acercó y se coloco sobre mí con una mano recorriendo mis muslos y la otra aferrada a uno de mis pechos. Me estremecí. – Porque si alguien nos ve así no va a ser bueno, aunque me encanta tenerte en esta posición. – Gemí. Heath se retiro de inmediato. – Vamos bebé, sácala de una vez.
Volví en mí, casi toda, aun estaba aquella parte que se había quedado en un lugar muy lejano llamado paraíso de las hormonas adolescentes, ooooh si, estaba gritando a todo pulmón ahora un “Tómame”. La ignore con dificultad y me incline aun más y me estire como una gomita hasta llegar a mi objetivo. La mano de Heath no había vuelto, una lastima pero había escuchado el leve gruñido que había soltado. Manjar para mi ego. Mis dedos tomaron la cinta que tenía la cámara a un costado y la jale conmigo. Resplandecí en cuanto se la mostré a Heath.
Él me sonrió. – Bien hecho nena, ahora tú premio.
Tomo mi mano libre y me levanto de un jalón y con eso me arrastro hasta el otro lado del librero. Cuando mi espalda toco la pared no fue amable, pero cuando aquella parte rígida se restregó en la parte de baja de mi estomago eso se me fue de la cabeza. Levante mi rostro, Heath estaba mirando mis pechos inexistentes pero a él le gustaban, lo sabía porque le gustaba darles especial atención. Me humedecí los labios y espere mi beso.
El beso llego rápido. Su lengua busco hasta que logró encontrarse con la mía, enredadas el éxtasis corría en mí. Mi cuerpo reaccionaba a Heath de una manera que me volvía loca.
Heath se separo demasiado rápido. – Salgamos de aquí ahora antes de que alguien nos encuentre haciendo lo que no debemos.
No pude evitarlo, hice un puchero. Él tenía razón con lo que decía. – Está bien, vamos.
Heath me acarició el rostro, – No sabes lo que me cuesta separarme de ti. Eres tan hermosa, – Le sonreí abiertamente, – Y no, no me canso de decirlo. Solo un beso más y nos vamos.
Asentí y estiré mi brazo libre para agarrar su cuello y traerlo a mí, con la otra mantuve la cámara firmemente agarrada. – ¿Tu labio cómo esta?
Heath hizo una mueca pero aun así me beso con todo, sus manos se enredaron en mi cintura haciendo que nuestros cuerpos quedaran muy pegados. Nos separamos después de un rato, cuando el beso se estaba tornando más caliente. Bueno, lo admito; cuando comencé a frotarme más en él.
Heath tomo aire antes de comenzar a hablar.
– Tú me haces olvidar cualquier dolor que pueda tener.
Puse mis dedos en sus labios. Aun quería seguir besando esos labios pero debía dolerle, sin contar que aun tenía un pequeño rastro de sangre en su barbilla, – De todas formas vamos a curar ese labio; tengo un botiquín en mi baño, ven vamos.
Heath me gruño levemente, aun no soltaba mi cintura. Conocía el sentimiento de seguir con algo tan bueno, pero debía curarse. Me solté de su agarre y salí del estudio y me dirigí hasta mi cuarto, por los pasos que escuchaba detrás de mí, Heath me estaba siguiendo sin reproches. Bien.
Cuando llegamos al segundo piso escuche que los pasos se detenían, me gire para preguntar que sucedía pero él no me estaba mirando.
– ¿Qué pasa? – Pregunte.
Heath me miro y frunció el ceño, – Creo que si quieres curarme el labio vas a tener que hacerlo rápido, desde aquí escucho a tu padre refunfuñar, aunque creo que esta apunto de gritar.
Tome su mano y lo jale conmigo, – Vamos, y después de curarte me vas a contar porque era tan necesaria la cámara. – Heath esquivo mi mirada. Puse mala cara antes de seguir hablando. – O no voy a entregártela.
– Zoey no… – Le di una mirada afilada y seguí mi camino. – ¡Bien! ¡Tú ganas!
Sonreí encantada hasta mi cuarto. Abrí la puerta y lance la cámara a mi cama y me lance de lleno a buscar el botiquín. Tuve que ponerme de puntitas para alcanzarlo, estaba en la parte alta del armario de las toallas junto a la ducha. En cuanto pude sacarlo lo lleve a mi cama donde Heath estaba cómodamente recostado, esperando por mí.
– Listo, – Dije tratando de evitar lo que veía, recostado en mi cama con el cabello revuelto y… si, la camisa fuera del pantalón se veía más que apetecible, en especial con esos ojos verdes observando cada uno de mis movimientos.
– Hazlo de una vez cariño, torturar a la gente no es lindo.
Me reí, – No voy a torturarte, – Saqué el algodón y el desinfectante. Tome sus barbilla, – Ahora levanta esa hermosa cara tuya y mírame a los ojos, esto solo va a doler un poquito.
Por los ojos en blanco, definitivamente no me creía. Le sonreí. – No me vas a comprar con esa sonrisa toda dulce.
Le sonreí más angelicalmente antes de empapar el algodón con el desinfectante y ponérselo en el labio. El grito que pego casi me dejo sorda y eso solo era el comienzo, cuando le puse más desinfectante llego a nivel cinco en volumen. No estaba feliz cuando me miro en cuanto le coloque la pomada.
Recogí los algodones usados y fui hasta mi papelero para eliminar eso, cuando me di la vuelta le sonreí tiernamente a mi paciente. – Vez, ya todo paso. ¿No ves? Fue rápido.
– Si, claro, – Mascullo por lo bajo Heath. Le golpee la cabeza con mi mano derecha hecha un puño.
– ¿No hay un gracias por allí? – Dije levantando sus brazos y tanteando los bolsillos de sus Jeans. Heath se rió de mí.
– Que tierna eres. Gracias, amor. Ahora bajemos y veamos que pasa allá abajo.
Asentí y agarre la cámara. – Bien, pero prometiste contarme por qué la cámara es tan importante.
Heath se acomodo en la cama y colocó una mano a su lado, – No es algo que me incumba, verás; es algo sobre la familia de Paul. Su familia es muy importante en Francia y de vez en cuando algún paparazzi se gana el sueldo del mes con una historia sobre su familia. No veía uno desde hace años, y me sorprende que este aquí; cuando estamos tan lejos de casa. Alguien debió de verlo en el aeropuerto y lo siguió. O quizás lo seguían de antes. Pero eso no es algo que me guste divulgar eso solo es de él, ¿ok?
– Ok. – Jugué con la cámara, seguía encendida pero no estaba grabando. – Bajemos.
Heath se levanto y abrió la puerta para mí.
Bajamos en silencio, una duda me atacaba en mi subconsciente. ¿Qué tan importante tenía que ser una familia para tener paparazzis detrás de ella? La familia de Betsy era famosa, pero eso se debía a la seguridad que brindaban solo a ciertas personas que eran prácticamente VIP, y algunos otros trabajos de los que Tío no hablaba y de los que tampoco mencionaba el abuelo, pero era siempre visto en aquella casa un grupo especial de personas que se la pasaba entrenado y que no parecían guardaespaldas pero a todas luces eran guardias.
Llegamos al último escalón en el mismo momento que Vincent y Betsy estaban por subir. Vincent llevaba la cara hecha un lío, el labio estaba partido y se estaba hinchando, el moratón que tenía en el ojo estaba de un color rojizo volviéndose rápidamente morado. Y era evidente que estaba haciendo un esfuerzo por no cojear.
Betsy me miraba con una expresión en la cara en que se debatía en la tristeza y la resignación.
Tome una de sus manos. – Hay un botiquín en mi cuarto, esta encima de mi cama.
Betsy me sonrió apesadumbrada. – Gracias, voy a descansar, este día se me esta haciendo eterno.
Vincent no dijo nada, solo se limitó a colocar un brazo bajo el codo de Betsy cuando comenzaron a subir las escaleras.
– Debe ser agotador tener un imbécil como novio. ¡Ouch!
Me coloque una mano sobre la boca. – ¡Ups! Mi codo se resbaló.
– Vamos a tener que hablar sobre esa parte violenta tuya contra mí. Me estas maltratando sin descanso.
– No te estoy agrediendo. Solo te ayudo a comportarte. – Dije causalmente. – Además, ella debe estar fatal, yo no le he ayudado para nada.
Heath coloco su brazo sobre mis hombros mientras caminábamos, – Si, tu también deberías descansar, creo que esta vez tu padre me va a echar de forma permanente de tu casa.
– Seamos positivos. – Nos sonreímos mutuamente, ambos sabíamos que papá no iba a estar feliz.

viernes, 11 de noviembre de 2011

nada de nada

Con tu aliento tocando mi oído...
Me dejo llevar por las palabras que me acarician...
Me quedo suspndida entre lo que quieres y lo que quiero...
Siento cada una de tus palpitaciones y las mías contra tu pecho...
Me siento viva una vez más
Con la oscura promesa de lo que esas palabras dichas y no dichas quieren
Tu abrazo me lleva más a ti y yo acudo sin vacilar...



Aun no se que más colocar^^

martes, 8 de noviembre de 2011

I Don't Understand Nothing: Capitulo XIX parte I



Papá era útil. Pero esta vez, era una de esas extrañas veces en las que era un absoluto cero a la izquierda.
Haciendo malabares para que Emily no intentara de nuevo aferrarse a Paul, me moví hasta papá y lo golpee en el costado con mi mano hecha un puño. – Te voy a acusar con mamá.
Papá se encogió de hombros. – Hay cosas que es mejor dejar que pasen, esos dos necesitan liberar estrés.
Abrí la boca de incredulidad. – ¿Dónde queda el cuanta hasta diez? ¿Eh?
Papá me golpeo de juego en la cabeza con su mano. – Eso solo te ayuda hasta cierta parte, ahora voy a volver a lo mío cuando terminen me avisas y vendré de inmediato, vigila que los vecinos no se den cuenta.
Agitando sus manos con despreocupación se fue definitivamente.
Mire a Ed que estaba mudo de asombro y a un no tan asombrado Heath. Me gire lejos de sus miradas y cerré los ojos.
– ¡¿Qué pasa aquí?! – Grite y levante un dedo. – ¿Qué les pasa a esos dos?
Mi cuerpo vibraba aun cuando el brazo de Emily se enredo en mi cintura.
Sentí la brisa que hacían sus rizos por como los agitaba mientras negaba con la cabeza. – No tengo idea. Creí que Paul era más cuerdo… ¿Por qué se comporta así?
– Tiene sus motivos, – Heath se nos acercó, – Me voy a vigilar que no se maten.
– ¿Qué no se maten? – Me exaspere. – Son unos niños, esto no es para tanto.
Heath se encogió de hombros y salió.
Mire a Betsy que estaba sollozando, y no pude evitar gritar. – ¡Genial!! Porque me pasa esto a mí, yo era una chica; simple, sencilla, tímida, nadie me prestaba atención porque era invisible… ahora, estoy apunto de explotar, estoy echa una gritona y tengo ganas de llorar.
Betsy me miro secándose las pocas lágrimas que le caían por las mejillas. – No sé que le pasa a Vincent, él no es así, él es dulce créanme. Ha estado así desde hace algún tiempo.
– ¿No deberíamos estar haciendo algo para detenerlos? – Edward estaba a un paso de saltar a la puerta.
Agite mis manos, – Tú, tú quédate aquí. Yo voy allá. Em suéltame, eso, quita ese brazo de ahí, bien. – Emily estaba como una estatua parada enfrente de mí, después de soltarme. – Va a estar todo bien Em, ve a tu cuarto.
– Se van a hacer daño… – Algún día, después de este, le iba a preguntar que pasaba con ese trauma a las peleas. Nunca la había visto tan asustada.
Extendí mi mano a Edward, – Ed se va a quedar contigo y con Betsy. – Mire a Edward. – Llévalas a la cocina y dales chocolate y cosas dulces. Ve. Ahora.
Deje a los tres y salí por la puerta y me sumergí en una película de Jet Lee. Heath estaba a un lado observando hacía la valla.
El jardín trasero tenía una valla de dos metros y cuarenta centímetros que impedía la visión desde la calle pero no la vista del vecino a nuestro lado o detrás de nosotros, cualquiera de los vecinos que decidiera que hoy era el día de ver que hacía el vecino, se iba a llevar una sorpresa; el vecino no estaba podando el pasto, no, no. Solo esperaba que los dos robles que estaban en el jardín cubrieran parte de la visión, aunque las farolas en las ramas podrían dar más visión.
Corrí hasta llegar a Heath y mire hacía los patios vecinos, nada… aun.
– ¿Por qué estas tan tranquilo? – Lo agarré del brazo y lo sacudí. – Tu amigo esta peleándose al mejor estilo de AMM.
Heath sacudió la cabeza y señalo a la valla, – Alguien anda ahí, eso si me preocupa. Vamos.
Lo mire incrédula. – No hablas en serio, ¿no? – Heath comenzó a caminar y me hizo un gesto con la cara, el clásico; Vamos.
A regañadientes lo seguí.
Heath me acercó y me brazo, de un momento a otro me vi arrastrada en un beso, y así como vino se fue. Me queje en voz alta pero Heath solo me dio una pequeña sonrisa. – Mi amor, debemos fingir que vamos a salir por la puerta de la valla, así yo puedo ver quien anda aquí.
Un escalofrío de miedo me recorrió el cuerpo, – ¿Hablas en serio? ¿Alguien puede andar aquí? ¿Un ladrón? – Heath sacudió la cabeza ligeramente, – ¿Quién?
Heath hizo una mueca, – Vamos a fijarnos y si es alguien molesto yo me hago cargo y tú corres por ayuda.
Negué internamente, esto no me gustaba nada. – Y mientras dejamos a ese par matándose a la vista de mis vecinos. Bien, vamos.
Heath me sonrió y me beso de nuevo. – Esa es mi chica.
Fuimos a la valla caminando despacio y hablando de naderías, desde como me había ido en las pocas horas de mi castigo a como le había ido en la Universidad. Para cuando llegamos a la valla los temas eran ya un caso de sueño o agotamiento.
Por el rabillo del ojo vi un movimiento que capto mi atención, – Heath…
– Ya lo sé, – Me susurro suavemente; uno de sus brazos me rodeo los hombros con firmeza. – Recuerda; pillo al intruso, tú corres.
Asentí vagamente, pero en el momento en que abrí la puerta él saltó fuera y corrió hacia los arbustos como alma que lleva el diablo y no solo eso, me quede helada.