lunes, 21 de noviembre de 2011

I Don't Understand Nothing; Capitulo XX



Me quede helado de pies a cabeza.
La madre de Zoey estaba en frente de Paul, que estaba sentado a un lado de la mesa de la cocina tocándose el ojo inflamado y gruñendo levemente, con algo en las manos. – Deja de jugar con eso y déjame colocarte esto en la cara. ¡Ya! O ese ojo va a empeorar y no va a ser bonito. No quieres eso ¿o si?
Paul se alejo de la madre de Zoey. Emily tomo el paquete y se lo coloco de un tirón en la cara a Paul, fue divertido ver como se retorcía del dolor.
– Ni se te ocurra quitártelo de encima. – Emily le dio una mirada sucia a Paul. Estaba más que furiosa diría yo.
– Mon Dieu, merci mille fois. – Mil gracias. Paul se coloco algo en la cara, casi me rió; era una bolsa de verduras congeladas. – ¿Hasta cuándo tendré que usar esto?
– ¿Qué tal hasta que la cordura te venga a la cabeza? – El padre de Zoey no se veía para nada feliz. – O mejor, ¿hasta que me digas por qué había un paparazzi en mi jardín?
– Cariño, es un poco tarde. Deja eso para mañana. – Sentí a Zoey moverse a mi lado, cuando la mire ella estaba concentrada con algo afuera en el patio.
El padre de Zoey apenas y nos prestaba atención. – ¿Mañana? Si les doy tiempo no me vas a dejar hacer nada.
– Cariño, estamos agotados y no es bueno pensar ahora cuando estas tan enojado con todo esto, es mejor que tengas la cabeza fría y despejada. – La madre de Zoey podía ganar el premio a la tranquilidad, hablaba suave y lentamente como si le hablara a un animal salvaje que necesitara escuchar algo tranquilizador.
– Quiero respuestas ahora, no mañana. – De apoco se escuchaba que la tensión dejaba al señor Stonel, pero aun necesitaría de más tiempo.
Me concentré en Zoey que estaba seguía pendiente de cualquiera que fuera la cosa que estaba a afuera. Le di un apretón a su mano para llamar su atención. – ¿Qué sucede? No dejas de mirar fuera.
Zoey me miro aprensiva. – ¿Era solo ese tipo que estaba en el jardín? O ¿hay más como él ahí afuera? No sería bueno.
Mi mente ya estaba funcionando, ese pensamiento no estaba del todo errado, antes de que pasara algo más tome la cámara y la puse en infrarrojo. Apague la luz que daba a la sala de estar donde hace tan poco habíamos estado divirtiéndonos. Me movía hasta una ventana y corrí suavemente la cortina. Enfoque la cámara a través del cristal y revise los lugares que se veían más oscuros, la luz de las farolas en los arboles no me fue de mucha ayuda pero contaba con que el incidente con el paparazzi alejara a los otros, si es que los había. Siempre había que estar preparado después de todo eran como la mala hierba, arrancabas una y salían más de la nada.
– ¿Ves algo? – Me susurro Zoey, provocándome un escalofrío en la espalda. Me di la vuelta.
Me aclare la garganta, de repente lo necesitaba. – No veo nada, de seguro solo había eso, Paul siempre es cuidadoso. – Apague la cámara. – Volvamos.
Suspire cuando la vi caminar de vuelta a la cocina. Sentía tantas ganas de atraerla contra mí y mantenerla abrazarla y besarla. Si, la adrenalina me volvía loco y ohh no… esas piernas en la mezcla; era fatal, muy mal para mí.
La seguí obedientemente. Cuando entramos de nuevo a la cocina, Paul estaba tratando de que Emily lo mirara pero no pasaba nada aun. Pase un brazo por la cintura de Zoey en cuanto pude llegar hasta ella.
– ¿Dejaste de buscar maleantes? – El padre de Zoey estaba aun que echaba chispas por los ojos pero definitivamente más tranquilo que hace un momento. No se porque pero asentí algo avergonzado. – Que bien, ahora dime. No, mejor explícame porque estaba ese tipo en mi casa. Ahora. – La madre de Zoey le puso mala cara pero él la ignoro. – No mañana, quiero hoy mis respuestas.
Mire a Paul, él estaba negando sutilmente sin que nadie se diera cuenta de nada. Le mostré la cámara con una leve inclinación de cabeza y él suspiró de alivio, fingiendo como si el paquete de verduras estuviera aliviando el dolor que sentía, probablemente también lo hacía pero más la cámara que estaba en mis manos con la grabación del millón.
Mire a los ojos al Señor Stonel, no quería que pensara nada de más. – Señor, decirle sobre eso no depende de mí…
El Señor Stonel se colocó a dos centímetros de mí. – ¿De quién depende?
Mire el señor Stonel. Estaba por responder cuando Paul se me adelanto.
– ¿Podríamos hablar en privado? Y así podría responderle a todas sus dudas. – Paul se levanto cuidadosamente del asiento. Le entrego el paquete de verduras congeladas a Emily que lo ignoraba aun, Paul hizo un nuevo intento para que lo mirara pero no pasó nada de nuevo. – Por favor. – Emily agarró el paquete de sus manos sin siquiera darle una mirada más. – Merci Chere.
– Estoy agotada, ha sido el día más largo de mi vida y quiero irme a la cama. Adiós nos vemos otro día. – Dijo Emily mirándome.
Con eso se largo sin decir más. Mire a Paul que ya tenía puesta su mejor cara de póker, el tipo era un fiel creyente del amor, por gente como él todavía era vigente la creencia de que los hombres en Francia sabían del amor. Pobre. Lo entendía bien, el sentirse ignorado. Y entendía mejor porque la cara de Póker.
– ¿Dónde podemos hablar? – Pregunto Paul.
El Padre de Zoey se alejo de mí y señalo hacía la puerta. – Vamos a mi estudio, es más privado.
– Odio ese lugar. – Murmuro Zoey a mi lado. Le di una pequeña sonrisa cómplice, lo que causo que se sonrojara, estaba más que dispuesto a apostar a que estaba rememorando los mejores momentos en ese estudio.
Era adorable de ver.
Paul se fue de la cocina con el padre de Zoey y yo lo seguí. No antes de darle un beso en la frente a Zoey. – Voy tras de mi chico, ve a dormir tu también. – Zoey me piñizco el brazo. – Ouch, eso duelo Zo.
– Tu fuiste el que puso el dedo en la yaga, no yo. – Le fruncí el ceño. – No tengo que ir al instituto de nuevo hasta en otros cuantos días más. ¿Recuerdas?
Ohh. Abrí mi boca pero era mejor callar. Al diablo. – Bien. Pero no era por eso… lo juró.
Zoey, ladeo su cabeza mirando detrás de mí. Por curiosidad me voltee para ver a Ed detrás de nosotros.
– La película era buena. – Le sonreí y lo atraje para revolverle el cabello.
– ¡Oye! Déjame en paz.
Le agarré la cabeza y le susurre al oído. – Si, era buena y la chica de la llamada de seguro más. – Edward se coloco rojísimo, igual a su hermana. – Voy a ver que tu padre no mate a nuestro amigo. Quédate y cuida de tu hermana por mí.
– ¿Y qué hay de mí? Yo estoy sola y desprotegida. – Mire a la madre de Zoey, parada aun lado de su hija. Eran como dos gotas de agua.
Asentí hacía ella. – Creo que su hijo la cuidaría no importando si se lo digo o no. – Cuando me sonrió parecía que brillaba, era una mujer despampanante.
– Tienes razón, ahora ve, mi marido tiende a despellejar gente cuando esta muy, muy enojado.
Trague. Y salí rápido a buscar a mi amigo.

Mire a mamá enojada. – ¿Por qué le dijiste eso?
Mamá frunció el ceño. – ¿Qué dije? No creo haber dicho nada fuera de lo normal, ni nada que fuera mentira. Tu padre estaba muy enojado esta vez y si contamos que ha estado enojándose durante este último tiempo bastante seguido... bueno hoy eso gana a las anteriores veces.
Le fruncí el ceño de vuelta. – No tenías que ser tan explicita con eso de despellejar. – Moví mis manos por la impotencia al ver que no me entendía, a veces mamá tenía esos lapsos en los que no le podías hacer entender algo. – Es como decir lo que vendrá en la siguiente colección de invierno cuando recién estas en primavera.
– Ahh… lo siento. – Dijo algo avergonzada.
– Exacto. – Dije cruzándome de brazos. Solo así entendía algunas cosas. Increíble.
Edward me jaló del brazo. Le tome la mano y me llevo con él escaleras arriba.
– Algo le paso a Em. Estaba aturdida.
Lo mire comprensivamente, yo también me preocupaba por Emily. – Sabes que ha ella nunca le han gustado las peleas.
Sentí el escalofrío que recorrió a Ed. – Aun recuerdo cuando era pequeño y esos niños se pusieron a pelear en frente de nosotros…
Si, esa vez había sido horrible. Los niños se pelearon aun lado de nosotros, casi me golpearon, papá llegó justo a tiempo pero no fue suficiente para que Emily dejara de llorar en toda la tarde. Las pesadillas que tuvo después de eso no nos dejaron dormir a nadie en la casa, nunca le dijo a nadie sobre que trataban sus pesadillas, solo sabíamos que eran horribles.
Por más que lo intentaba no recordaba nada sobre algo que le hubiera pasado a Emily y que pudiera dejarla tan traumada, aun hoy trataba de buscar algo en mi mente que pudiera ayudarla a superar sus miedos. Papá había tratado de llevarla al psicólogo pero no había sido buena idea, las pesadillas habían vuelto mucho peores que las anteriores veces, como lo harían esta noche de seguro.
Toque la puerta cuando llegamos a su cuarto.
– Pasen. – Su voz estaba amortiguada por la almohada. Ella tenía esa manía de echarse sobre su cama y taparse la cara con la almohada. De miedo.
– Vamos, – Le dije a Edward.
– Bien. – Asintió Edward. – No, espera, ya vuelvo.
Se fue corriendo antes de que pudiera decir nada más.
– Vale, déjame sola cobarde. – Murmure. Cuando abrí la puerta entre con mi mejor sonrisa Colgate. – ¿Qué tal?
Emily me miro a mí y detrás hacía la puerta. – Pensé que venías con compañía.
Moví mis cejas juguetonamente, – ¿Qué compañía esperabas? ¿Eh? Ma petite.
Emily me sonrió y me lanzo uno de sus peluches. – Tarada. Esperaba que fueras tú y Edward, Dah. Tonta. – Volvió a abrazar su almohada.
Coloque mis manos en el peluche. – Que mala eres, no tenías que tratar a un inocente así, menos un inocente que es adorable y eso último lo digo por mí.
Emily me sonrió de forma irónica. – Que graciosa te has vuelto, donde esta mi hermana la antisocial y que vivía para su laptop.
Le sonreí abiertamente y la golpee con el peluche. – ¿No puedo ser adorable y graciosa con mi hermana mayor?
– No.
– No eres para nada adorable, ni amable. Y eso no se ve nada bien en una señorita. – Dije recordando las palabras de la abuela Mary, la madre de papá y también imitando su tono de voz tan quisquilloso.
Emily se rió, – No puedes burlarte de tus mayores. – Otra frase celebre de la abuela. – Creo que no servimos para una vida decente, – Hizo comillas con las manos. – Somos poco elegantes.
– Y malcriadas, definitivamente malcriadas. – Me senté aun lado en su cama.
Emily me abrazo fuertemente. – Estoy bien, sabes. No me voy a volver loca durante la noche esta vez, ya soy mayor para esas cosas.
La mire por el rabillo del ojo. Su tono de voz no concordaba con sus manos que estaban moviéndose como si tuviera un tic nervioso. – ¿Estás segura de eso?
– Sip, – Sus manos seguían moviéndose descontroladamente sin que ella se diera cuenta de ello. – Estoy bien.
– Bien. – No creía eso ni siquiera por un segundo. – Si tú lo dices ok.
– Sip. – Me estaba comenzando a sentir nerviosa sobre eso.
– Ya llegué, ¿qué hacen? ¿Yo también puedo abrazar? – Edward se lanzó a la cama con nosotras.
– Solo únete hermanito. – Dijo Emily, los temblores en las manos estaban más tranquilos.
– ¿Por qué demoraste tanto? – Le pregunte a Edward.
Edward me dio un vistazo venía en pijama y traía otro en sus manos. El mío.
– Estaba pensando que hace tiempo que no dormimos los tres en una cama y pensé que hoy podíamos hacerlo. – Emily nos miro resentida. – Solo era una idea.
– No eres nada sutil, tontito. – Emily se separo de nosotros. – Estaré bien, no los necesito conmigo esta noche. Les prometo…
Tome una de las manos de Emily. – Tus manos tiemblan sin que te des cuenta de ello, porque no entiendes que solo queremos ayudarte, no importa que edad tengas o que tengas miedo, nosotros nos quedaremos a hacerte compañía. Así que acéptalo.
Ed tomo la otra mano de Emily. – Yo también suelo tener miedo y ya soy grande.
Emily y yo nos miramos y nos reímos de él. Ed se enfurruño.
– Esta bien Ed, tu también eres grande. – Suspiro. – No quiero tener pesadillas esta noche, quédense conmigo.
– ¿Por favor? – Dijo Edward tentativamente. Le di un codazo.
– Nos quedamos con gusto. Para eso somos los hermanos ¿no? – Le sonreí con gusto.
– Los quiero chicos. – Emily nos abrazo. – Aunque uno sea un nerd y la otra una loca obsesiva con novio.
– ¡Eh! – Dijimos al mismo tiempo Ed y yo.
– Eso no fue lindo. – Refunfuñe.
– Lo sé, por eso los quiero tanto, no me opacan para nada pero debo admitir que da un poco de vergüenza traer gente a casa. Así que ahora compórtense más ¿si? – Emily se escuchaba radiante cuando hablo.
Le di un codazo. – No puedo creer…
Emily me devolvió el codazo. – Tonta, es broma. Nunca me avergonzaría de ustedes, son mis hermanos y los amo aunque no sean perfectos. – Se quedo callada un momento, manteniéndonos a su lado aun con el abrazo. – Debo admitir que ni yo lo soy. No les pediría que cambiaran por nada, solo para que lo sepan.
– Eso esta mejor, mucho mejor. – Dijo Edward. – Ahora acostémonos ¿si?
Le quite mi pijama de sus manos y corrí al baño de Em para cambiarme. El pijama que me había traído Ed era el mismo que había llevado puesto cuando… me sonroje, aun recordaba esa conversación telefónica con Heath.
Me coloque bien mi pijama y me reuní con ellos. Emily pego un silbido.
– Que sexy te vas a dormir nena. – Dijo Em haciendo gestos.
– Sigo pensando que ese pijama tiene otra parte. – Edward refunfuñaba en medio de las cobijas al lado de Emily.
Me puse las manos en las caderas. – Este es todo el pijama Edward, es un Victoria Secret.
– Hecho para seducir hombres y hacerlos caer directo en tu cama. Uuuuhh.
Enrojecí por completo. – Mejor hazme un lugar ¿quieres?
Emily se regodeaba con mi reacción. – Claro ven, nena. Una pregunta; ¿Quedaban más en el sex shop?
Grite. – ¡Déjame en paz! – Me metí en la cama quitándole las cobijas de la mano. – Envidiosa, solo porque a mi me queda mucho mejor de lo que te quedaría a ti.
– Ja, ja, Ódiame pero yo tengo la razón. Eso no lo compraste en la tienda de siempre.
– Lo compre en la misma tienda de siempre. – Murmure. No era mentira, me lo había comprado en la tienda de lencería de siempre, solo que había sido un stock de una semana.
Nos quedamos callados un rato hasta que Emily rompió el silencio. – Tenemos una importante decisión que hacer.
– ¿Cuál? – Pregunto Ed al otro lado de Emily.
Emily se tomo su tiempo para responder. – ¿Quién apagará la luz?
De nuevo silencio.
– ¡Zoey!
Mire a los dos que me miraban con sus mejores caras de perrito. ¡Malditos!
– Está bien. – Me levante de un salto y fui a apagar la luz.
El botón estaba a un lado de la puerta, casi muero del susto cuando alguien la golpeo. Tuve que tomarme un tiempo para tranquilizarme antes de abrir la puerta. Mientras Edward y Emily se reían de mi, parecía que hoy era el día de reírse de Zoey. Ja - ja.
Refunfuñando abrí la puerta. Me quede helada.
– Guau… – Heath estaba parado en frente de mí sin hacer nada más. Moví mi mano en frente de su cara pero solo hizo que mirara a mi escote. Moví mi mano más abajo.
Paul paso aun lado de Heath, en cuanto se fijo en mí se cubrió la cara con sus manos. – ¡Mon Dieu! Lamentamos molestar si te estabas vistiendo.
La vena en mi frente punzo. Casi podía escuchar las risas amortiguadas de Ed y Em. – ¡No me estaba vistiendo! Este es mi pijama ¿ok?
Paul dejo caer las manos y me miro con la boca abierta. – Nunca lo hubiera pensado de ti, creí que Heath estaba corrompiendo…
Paul dejo de hablar por el golpe que Heath le dio en la cabeza. – Cállate. ¿Nunca habías visto un Victoria Secret?
– La verdad… – Comenzó a decir Paul.
– No te hagas. – Heath le dio un codazo y me agarró entre sus brazos, haciendo que el pijama se me subiera hasta las caderas.
– ¡Heath!! – Gritaron todos los demás.
– Quiero besarte mucho. – Me beso hasta dejarme sin aliento. Bueno, la verdad hasta que ese maldito de Paul comenzó a toser sin parar. Lo fulmine con la mirada.
– No creo que aquí… – Comencé a decir.
– ¿Por qué todavía están aquí? – Pregunto Emily desde su cama. – ¿No deberían irse a su casa?
Paul puso una cara de tristeza que hasta a mi me conmovió. – Emily, hablemos por favor.
Emily se acostó cubriéndose hasta la cabeza con las cobijas. – Estoy cansada, quiero dormir. Así que váyanse.
Paul hizo un intento de entrar en la habitación. – Pero…
Heath coloco una de sus manos en el hombro de Paul. – Déjalo, mañana temprano habla con ella.
Paul asintió pero se quedo parado mirando a Emily un buen rato, cuando Heath afirmo su agarre en su hombro se retiró. Heath me abrazo firmemente entonces. – Nos vemos mañana mi amor ¿bien?
Asentí y me puse de puntitas para besarlo en los labios. Me beso en los labios y después me beso en la cabeza. Se dio la vuelta y se fue.
– Buenas noches entonces. – Cerré la puerta algo desilusionada con la despedida. – Yo quería otro besito.
Emily murmuro algo antes de hablar fuerte y claro. – Si se acercaba más aun a ti, de seguro se corre.
– ¡Em!! – Grito Edward, me cubrí la cara por su poca vergüenza. ¿En verdad era mi hermana? Lo dudaba mucho.
– ¿Qué? ¿Tú no viste como se la comía con la mirada? Pues yo si, lo vi con estos dos ojitos – Se quito las cobijas de encima para mostrarme como se colocaba las manos en los ojos.
– Que dramática eres.
Golpeo la cama a su lado, – Deja el show nudista y ven a dormir.
Apague la luz y me metí entre las cobijas. Me acurruque contra Em.
– Estás calentita Em.
Emily se alejo de mí. – Y tu helada, así que muévete o te tiro de la cama. Aunque es más probable que tú me tires de la cama a mí y a Ed, Dios, nunca he visto una persona dormir tan mal como tu.
La ignore y me acosté de nuevo en mi rincón. No era tan mal dormir.
Al poco rato me dormí o era eso o me había desmayado, siempre me pasaba lo mismo cuando me pasaba lo uno o lo otro.
Caminaba descalza por una playa, la arena se metía por entre mis dedos cada vez que daba un paso. El agua era tibia, no sabía donde estaba, pero el azul del agua me cegaba cada vez que miraba hacia allá. Era un día brillante.
La suave brisa hizo que mi cabello se alborotara, siempre comenzaba de esa forma. Como si mi mente quisiera jugar conmigo, vi la figura de alguien al otro lado. La figura se movía lejos de mí, me desesperaba el que se alejara. ¿Por qué se iba? Yo quería que estuviera a mi lado.
Corrí detrás de la figura pero se iba alejando. Esto no era parte de mi sueño, en esta parte siempre se hacía de noche. La luna debía de aparecer por algún lado. Mire a todos lados pero no había nada, todavía era de día. Que raro.
Corrí más fuerte pero la ola que vino de un lado me golpeo inesperadamente las piernas haciéndome caer al suelo, trague agua salada.
¿Por qué me dejaba atrás?

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