martes, 31 de julio de 2012

No Wait!: Capitulo XIV




Cuando tocó la media noche me retire a mi cuarto. Habíamos estado viendo películas antiguas por la tele de la sala de estar, pero ya me había dado mucho sueño y no tenía sentido estar más tiempo allí cuando Zack no se separaba de mí, manteniéndome apartada de Paul, como si quisiera volver a caer en sus redes.
Me había dedicado a pensar mientras veía la televisión, ahora no me sentía tan predispuesta a estar con él, había llegado a la misma conclusión que Zack, mientras no escuchara las palabras mágicas no lo dejaría enredarme en sus juegos. Esta bien que me distrajera pero Zack tenía razón él no había dicho que no a ese matrimonio y esta tarde había hablado con sus padres, no se veía mejor que antes, todo lo contrario más sombrío.
Me levante del suelo– Me voy a dormir, buenas noches a todos.
–Buenas noches. –Dijeron todos.
Me acerque a todos y les di un beso a todos, cuando llegue a Paul le di un beso en la frente.
Me detuvo un momento– Subiré en un rato.
Me sonroje– Esta bien, ¿algo importante que decir?
Me guiño– Algo importante que quiero que sepas.
Le di otro beso en la frente– Te esperare, no te demores.
–Emily Linda Stonel Evans, vete a dormir de una vez. –Me gruñó Zackary– Déjate de coquetearle a ese granuja.
–Voy a golpearlo, lo juro. –Me susurro Paul al oído– Ve a tú cuarto, ya iré más tarde.
Subí corriendo a mi cuarto y me cambie a mi pijama de franela, y tome las mantas que estaban en el armario. No sabía que quería decirme Paul pero si sabía que el frío había aumentado en el cuarto, solo había una chimenea en la sala y en los cuartos todavía no se conocía la calefacción central.
Me acurruque entre las mantas y al poco rato me quede dormida, o eso creí ya que las manos que me rodearon me sacudieron un poco, así que… ¿cómo entró el dueño de esas manos?
Abrí los ojos con pesadez y me encontré con los ojos claros de Paul frente a mí.
–Hola. –Dije medio dormida aun.
Paul apartó las mantas y se metió en la cama, debía de estar hace rato en la habitación porque estaba con la camiseta y los bóxers.
–Esta noche voy a dormir contigo, hace demasiado frío como para estar solo esta noche. –Me dijo divertido por algo.
Le sonreí adormilada– Bueno, puedes dormir aquí si quieres, mientras solo sea eso.
–Oui, mon amour platonique. –Me susurro al oído con algo de nostalgia, o eso me pareció.
Nos abrazamos y así dormimos juntos. Con unos cuantos susurros que me dedico contra el cabello, no las entendía porque estaba hablando en francés mientras me dedicaba leves caricias en el cabello.
Esa noche tuve los mejores sueños  que pude haber tenido en mi vida, después de conocer las peores pesadillas ya sabía cuando apreciar los buenos sueños. Sueños que involucraban una vida feliz, o así me sentía.
Camine por un prado lleno de flores con margaritas aquí y allá y varias flores más de verano. La brisa mecía mi cabellos, me sorprendí al llevarlo suelto, caía hasta mi cintura. Nunca había tenido el cabello tan largo.
La sorpresa por llevar el cabello suelto no fue nada en comparación con la sorpresa de ver mi vientre abultado. No fue miedo lo que sentí, sino felicidad… esto faltaba en mi vida, algo que fuera mío y de nadie más. Sonaba ridículo, tenía una familia maravillosa, sería tía dentro de poco y en menos probablemente volvería a serlo, si podía confiar en lo que veía a mí alrededor.
Acaricie mi pancita con cariño, era mi pequeñito que esperaba ver el mundo… Sonreí feliz de todo pero hacía falta alguien, ¿o era algo? Todo se volvió confuso en ese momento, me vi girando y girando y de pronto me hallaba rodeada de oscuridad. No quería estar aquí, no quería. Pero había alguien me dio su mano y todo volvía a ser lo de antes cuando la tome.
Abrí los ojos sintiéndome más tranquila, mire a todos lados pero no estaba mi acompañante. Me levante de golpe y pagué por eso, mi cabeza daba vueltas, tuve que quedarme sentada un rato y luego me levante.
Paul había querido hablar pero no había dicho nada mientras me abrazaba, nada que hubiera entendido. Mi francés no era para nada bueno, Zoey era la maniática del idioma y del país. Salí del cuarto en pijama y me encontré con una escena algo extraña.
–¿Qué pasa? –Les dije a Jane y a Zack que estaban parados en el pasillo.
Zack se encogió de hombros– Venía a despertar a Jane, es hora del almuerzo y quería que me ayudara a preparar algo.
Lo mire un tanto incrédula– ¿Sabes cocinar? ¿Tú?
Me sonrió– Sé hacer ensalada de lechuga y Jane se ofreció a enseñarme a cocinar algo decente.
Comencé a reírme– Menos mal sabes hacer algo muy difícil.
–Emily vas a avergonzarlo. –Me dijo Jane frunciéndome el ceño.
Deje de reírme pero por otro motivo– ¿Dónde esta el resto de la gente?
Jane dudo al mirar a Zack– Salieron un momento, no dijeron a que hora volverían.
Asentí, me di la vuelta y entre a mi cuarto. Me vestí rápidamente con una camiseta con gorro, un jeans y unas zapatillas.
Comimos un almuerzo contundente y después salí a recorrer el lugar, apenas me dirigí a las pesebreras cuando me encontré con el encargado del lugar. Era un hombre bajito y me sonrió apenas me vio. Con un francés lamentable y bastantes señas le pedí un caballo ensillado.
Veinte minutos después salí de las pesebreras, montada en un caballo inglés de carreras, cabalgar era otra cosa que aprendí con el abuelo. Al abuelo Alfred le encantaba andar a caballo pero ninguno de sus nietos que vivían con él le agradaba eso, en cuanto a mí, me había encantado en cuanto le pille el tranquillo y supe como ganarme al caballo, una zanahoria o manzana y eran los animales más felices de la historia.
Cabalgue por los senderos aledaños a los campos. Me dio un momento para pensar, y, ¿si Paul se había ido? Un pequeño dolor me comenzó en el centro del pecho, pero lo mitigue haciendo correr al caballo, quien mostro su alegría bufando y después comenzando a correr. Dimos la vuelta a la casa y volvimos a las pesebreras, allí nos esperaba un Paul vestido en jeans y una chaqueta ligera, me hizo una seña pero luego se interno dentro de las pesebreras, cuando salió lo hizo en un caballo bayo.
–¿Sabes montar? –Le dije bastante feliz de verlo.
Él me sonrió en respuesta– Si, estaba en el equipo de polo en el instituto.
Asentí, eso no lo sabía y si ya me ponía a ello, no tenía idea de nada de Paul. Debía cambiar eso.
–Paul, ¿cuál es tu color favorito?
Paul comenzó el trote y lo seguí– No lo sé, diría que el blanco, me grada el blanco.
–¿Cuál es tu comida favorita?
–¿Cuenta si es un postre? –Mire al cielo– Entonces, la crème brule.
–¿Cuáles son tus hobbies?
Paul pensó un momento– Me gusta crear juegos en ordenador, a veces tengo pacientes de doce años y les gusta que su doctor sepa algo “actual”. –Recalcó la palabra.
Se veía tan tranquilo y ni siquiera me pregunta el porque de tantas preguntas, le di un guiño.
–¿Tienes muchos pacientes? ¿Dónde atiendes? –Le pregunte interesada.
La risa de Paul me pillo desprevenida– Si, tengo varios pacientes, a veces atiendo a bebés y otras veces a niños malhumorados y otros felices de verme. Atiendo en un hospital de bajos recursos, en las zonas bajas de la ciudad. No, nadie sabe quien soy realmente. Y antes que pregunte, adoro mi trabajo y no lo cambiaría por nada.
Aminore el paso– Por tu tono de voz sabía que adorabas tu trabajo, ¿sabes que cuando me dijiste que eras Pediatra no te creí? Fue Edward quien me dijo que en verdad estudiabas pediatría y que le detectaste un dolor de oído, eso fue muy tierno por cierto. ¿Por qué me miras de esa forma?
La cara de Paul cambio– ¿Por qué me hacías tantas preguntas Emily?
–Me di cuenta de que apenas te conocía. –No pude evitar responder con sinceridad al verlo directamente a los ojos.
Paul asintió– Me parece justo, ahora comenzare yo, ¿cuál es tu color favorito?
Pensé un momento– Creo que el azul, siempre he tenido cosas con diferentes tonos de azul y me encantan.
–¿Cuál es tu comida favorita?
–Macarrones con queso, mucho queso. –Dije pensando en el plato, le había dicho a Jane que hiciera macarrones y ella solo me había mirado y había dicho que no. Maldita Jane, maldita.
Paul me jaló la manga– ¿Cuáles son tus hobbies? Aparte de montar, ya sé que te gusta por la cara de felicidad que tenías al correr a caballo.
Sentí el calor inundar mi cara– Si, me gusta. Tengo otros hobbies, suelo jugar al basquetbol.
–¿De verdad? –Asentí– Deberíamos jugar un día.
Asentí– Esta bien, oye una última pregunta, ¿te gustan los niños? No los de otros sino la idea de tener uno propio.
Paul se quedo en blanco– Me encantan los niños y me gusta la idea, pero no lo realizaría en un futuro muy cercano. Creo que en unos quince años más, mínimo. –Ante mi cara de escepticismo me dio una sonrisa– Adoro los niños pero aun no los míos.
Me sentí mal y no sabía porqué– Está bien, pero, ¿por qué tan… lejos?
Paul suspiró– Simple, porque quisiera darle un lugar lindo y lejos de cualquier manipulación de mi familia, lo criaría lejos de ellos y de todos, le daría una educación mejor que un internado, que fue lo que yo tuve. Si, definitivamente será dentro de quince años. Mis padres estarán casi con un pie en la tumba.
Hice una mueca– Que bien por ti, me parece algo muy racional de tu parte y un bonito detalle lo de tus padres.
Paul también hizo una mueca– Se ve que eso no te agrada, te haré la misma pregunta, ¿te gustan los niños?
–Si, ¿recuerdas que soy hermana mayor? Me encanta cuando niña ver dormir a Zoey, inclusive le di de comer varias veces a Edward, eso era una proeza, siempre lanzaba la comida y tenía una puntería inigualable.
La mano de Paul detuvo mis riendas– Sabes como ser hermana mayor, pero, ¿madre?
Tome su mano y continuamos– Mi mamá dice que nadie te prepara para ese trabajo, es instinto lo que te dice como valerte y los consejos de alguien más sabio, pero solo son consejos el resto es todo improvisación.
Paul no dijo nada más y continuamos el camino hasta la pesebrera, solté su mano al bajar del caballo y Paul me ayudo a quitarle la montura a mi caballo. Seguimos camino a casa y comenzaba a aburrirme del silencio.
–¿De quien será esta casa? –Dije al llegar a la entrada.
Paul me miro incrédulo– ¿En verdad no sabes? –Negué– La casa es de Heath, la heredo de Louis.
Me pare de inmediato– Pero creí que era una casa en la ciudad, decía así el testamento, ¿no?
Me dio un toque en la cabeza– Esta diez kilómetros de la ciudad, no es nada, esta prácticamente al lado de la ciudad.
Levante las manos en rendición– Esta bien, esta bien, pero es que, cuando pregunte nadie me quiso decir.
Paul me paso un brazo por los hombros– Descuida mon chere, la casa es bastante bonita y de la decoración me han dicho se ha encargado Zoey el verano pasado.
Hundí los hombros– Nadie me contó eso…
–Creo que vives muy lejos, ¿por qué no vuelves? –Dijo contra mi pelo.
¿Por qué no volvía? Varias veces me había tentado pero después lo había desechado, tenía un deber y a pesar de que había veces en que me veía superada, siempre encontraba esa motivación que me hacía seguir adelante. Sin contar que, el abuelo había puesto su fe en mí.
Levante la cabeza– Mi casa esta en Rumania junto a mi abuelo, allí me siento cómoda y soy muy feliz estudiando allí, tal vez no tenga amigas pero me importa poco con tal de cumplir mi objetivo.
–¿Cuál?
–No te lo diré, solo cuando cumpla lo que tengo en mente lo diré.
Entramos a la casa y nos separamos un momento por el bien de la salud mental de Zackary, que nos miraba con desconfianza.
–¿Nada que comentar? –Agregó secamente, aunque no logró causar mucho efecto con un delantal de florcitas.
–Lindo delantal. –Dije sin más, tratando de no reír al ver a un tipo muy macho de un metro ochenta y tantos vestido con un delantal rosa con florcitas– Muy lindo en verdad, saca tu mejor lado. –Me puse a reír a carcajadas.
Hizo una mueca– No te rías que tu no cocinas casi nada y me tienes envidia, además, Jane me lo puso, creo que después de todo hago mucho desastre pelando papas, estoy comenzando a pensar que la cocina no es para mí. –Asentí pero después sonrió encantado por algo– Pero como dicen, todos nos equivocamos cuando somos principiantes, ¿no? El lema es nunca rendirse.
Ante tanto optimismo lo mire interesada, no era la única Paul hacía lo mismo.
–Mon dieu todos hacen desastres pero no pelando patatas, es mejor que dejes a la chica hacerlo. Se ve que tiene experiencia con los cuchillos, espero que no sea de la forma que lo es con un bate. –Termino mirando a Jane que picaba cebollas con mucha destreza.
Zack lo apunto con un dedo– Supéralo, mi Jane es así y no tiene porque cambiar. Solo digo eso, por si se te ocurre algo así.
Paul me agarró por la camiseta– Vamos a un lugar menos conflictivo. Diviértanse cocinando niños.
Fuimos a la sala de estar y nos encontramos con un par de tortolos besándose, iba a retirarme pero Paul se puso a toser adrede.
–Lo siento, después de andar a caballo me pasa esto, mucho aire limpio creo para mis pulmones contaminados. –Dijo con voz enfermiza que era obviamente fingida.
Heath le hizo una seña con la mano– Cállate de una vez, no te creo nada. –Dio un suspiro pesado– Ya nadie deja que un hombre le de mimos a su bella esposa embarazada, no tienen respeto ya.
La risa de Zoey llamo mi atención, parecía divertida con el comentario de Heath– Vamos arriba para que sigas mimando a tu querida y hermosísima esposa. –Dijo Zoey levantándose– ¿Van a ver una película?
Mire a Paul– Creo que sí, ¿por qué no?
Paul negó– La verdad es que tenemos una conversación pendiente nosotros dos, agradezco que nos dejaran la sala de estar.

domingo, 29 de julio de 2012

No Wait!: Capitulo XIII



–Si alguien quiere bajar a la cocina, más vale que esperen un momento a que esos terminen. –Le dijo Heath a Zoey sentándose en mi cama– Tus primos no conocen la vergüenza cielo, ese par lo esta haciendo en la cocina a vista de todo el mundo.
Zoey me miro sonriendo– Disculpa a mi marido a veces no conoce el tacto.
Los mire exasperada, aun más con “ese” que estaba recostado en la puerta– Menos mal ya lo conozco. Oigan, no sé que hacen aquí, y menos con él pero quiero que salgan de mi cuarto, ¿por favor?
–Emily. –Me amenazo Zoey– cállate antes de seguir esa línea. Ahora la que va a hablar voy a ser yo. –Zoey miro a Paul y le hizo una seña– Siéntate allí y tú también, –Indico un sofá que había pegado a la pared– No se pongan remilgados, estoy embarazada y no deben hacerme enojar, ¿acaso no me quieren?
Mire al cielo pero iba a tener que ceder ante el chantaje.
Me senté en el sofá junto a Paul, y espere a que Zoey hablara.
–Creo que ustedes buscan herirse y no sé porqué, y me gustaría que lo hablaran. Si los dejamos solos, ¿hablarían? –Zoey nos miro primero a uno y luego al otro– Por favor.
Mire por el rabillo del ojo a Paul y asentí– Yo me quedaré porque es mi cuarto y no tengo porque irme.
Paul gruñó a mi lado– Me quedo porque soy un caballero y como tal quiero disculparme por lo de la sala.
Zoey miro cansinamente a Heath– Vamos amor.
–Vamos antes de que sienta la tentación de pegarle a este tipo. –Dijo rabiando– Por cierto, te vas a quedar en la habitación de al lado ahora la vamos a arreglar; primera puerta a la derecha. Yo me encuentro con Zo al final del pasillo, Zackary se encuentra al frente con Jane. Solo para que lo sepas, nada más.
Me sonroje, sabía lo que estaba insinuando.
Cuando salieron del cuarto un silencio incomodo calló en la habitación, me senté en mi cama y espere a que Paul comenzara pero él estaba muy tranquilo mirando sus manos.
–No sé que decir. –Dije al fin– Solo, hola Paul.
Paul se fue a sentar conmigo– Quiero disculparme contigo, tal vez suene a una excusa pero estoy algo tenso aun y no tengo muchos deseos de una pelea, debí ignorar tu comentario y no decir… eso.
Me rodee con los brazos– Lo siento si mi comentario te hirió. Aunque esa era mi intención, eso no lo voy a negar. Pero no debí decirlo, fui muy impulsiva, probablemente me comporte como una muchachita herida y lamento haberte herido.
Él asintió con pesar– Tu comentario dio en el blanco, me hirió, pero descuida ya se me paso el enojo y si no escucho mal tu disculpa es sincera. –Me miro durante un momento y asentí– Bien, ahora estoy más calmado como para seguir diciendo tonterías y, después de estar gritando con Heath y la amenaza velada de Zack, así se llama, ¿no?
–Si, es mi primo por parte de los Stonel. –Levante uno de mis mechones de cabello– ¿En verdad te amenazó?
–Si, te quiere mucho. –Su tono no era de admiración, era de acusación– Supongo que creas esa reacción en todos tus primos.
Mire hacia la ventana ignorándolo lo que había debajo de esa frase– Bueno, somos pocas las mujeres entre los Stonel, lo mínimo que pueden hacer es cuidar de nosotras. –Terminé presumidamente– Y por parte de los Evans pasa lo contrario, por lo que los hombres se creen dueños de las mujeres. Pregúntale a Jane, su hermano la sobreprotege a ella y a Betsy.
Me sonrió despacio– A las mujeres siempre hay que cuidarlas, sobreprotegerlas es lo ideal, tengo unas primas algo problemáticas por parte de mi madre, tal vez debí cuidar más de ellas, ¿no crees? –Seguía con las insinuaciones.
Asentí rápidamente– Debiste.
Su brazo me atrajo a él– Tal vez no solo debería cuidar de ellas…
Lo mire a los ojos pero su mirada, me di cuenta estaba pendiente de mi ropa, de pronto me sentí muy consciente de lo que llevaba puesto; mi camiseta de los Deftones negra, mis jeans desgastados y mis zapatillas de deporte. No me había esforzado nada últimamente en vestirme, comenzaba a verme como Edward y no me aterraba. Eso debía asustarme, supongo, estaba volviendo al pasado y lo peor es que nunca me había vestido de esta forma.
Paul tomo mi camiseta– Buen grupo. –Asentí– ¿Te vistes así normalmente? Porque recuerdo que te conocí con vestidos y ropa más…
Me sonroje– Atrevidas. Es la ropa con la que suelo ir a la universidad.
Paul me miro incrédulo– Guau, supongo que así llamas la atención de varios chicos.
Me encogí de hombros– Así me gusta vestir, es cómodo y más rápido por las mañanas cuando casi me quedo dormida, que es muy seguido y si no fuera por mi abuelo que siempre me levanta... –Paul me dio un toquecito en el hombro– ¿Estoy parloteando? ¿Me callo?
Asintió con una sonrisa– Sería bueno antes de que digas algo comprometedor, como que te duermes abrazada a alguien o que tu pijama es inexistente. –Lo mire incrédula– Bien, ahora soy yo quien esta parloteando, –Se toco el cuello e hizo una mueca– Creo que debería ir a la habitación y mentalizarme para hablar con mis padres sobre lo que ocurrió hoy.
Le quite la mano y comencé a masajearlo– Te vas a dejar peor.
Paul cerró los ojos– Deberías haber estudiado para masajista.
–Tome un curso en casa, bueno en casa de mi abuelito. –Me corregí. Le di la vuelta y comencé a quitarle la camisa, pero él coloco sus manos sobre las mías– No voy a acosarte, quítate la camisa y tiéndete en la cama, te voy a dar unos masajes para quitarte la tensión y después puedas hablar con tus padre con calma.
Paul se quito la camisa por la cabeza y se tendió en la cama.
Me miro por sobre el hombro– ¿Y si después quiero algo más? Como ya sabes, una noche de pasión.
–Te las aguantas. –Tome la crema corporal que estaba en mi mesilla de noche y se la deje caer en la espalda.
–¡Ah! ¡Emily! –Me gruño.
Me senté sobre su espalda baja y comencé a masajearlo– ¿Qué Paul?
Lanzo un suspiro– Bruja. –Dijo contra la almohada.
–Vamos a ver si para cuando termine piensas lo mismo. –Le dije dándole un piñizco en la espalda.
Masajee su cuello y luego su espalda con movimientos lentos y pausados, me encantada tener mis manos sobre su piel, al principio parecía algo pálido pero tenía un lindo color de piel; un color dorado muy suave.
–Emily. –Lo ignore.
Hundí mis dedos en la parte baja de su columna y luego comencé a subir lentamente, cuando llegué a su cuello volví a prestarle atención, tenía muchos nudos, estaba muy estresado.
–Emily. –Me dijo lentamente.
Esparcí la crema por su espalda y luego continué con los masajes en su cuello, de apoco se relajaba bajo mis manos.
–Emily.
Suspiré– Paul, cállate, cierra los ojos y relájate de una vez por todas, si sigues hablando lo único que vas a hacer es impedir que tus músculos se relajen.
Paul me miro sobre el hombro– Quiero algo más.
Le voltee la cabeza– Deja eso ya, no quiero escucharlo. –Se dio la vuelta de golpe y casi me caí encima de él– ¿Qué haces?
Paul miro mi camiseta con el ceño fruncido– No quiero que sigas con esa camiseta, quítatela y te dejo seguir con tu trabajo.
Bufe– Se supone que deberías agradecerme, no chantajearme tonto. Si va a ser así… ¡Ah!
Paul me jalo y me dejo debajo de él. Me quito la camiseta con una mano y así como si nada también desengancho mi sujetador, ¿cómo hacían eso los hombres? Me costaba un montón con las dos manos.
–Ahora puedes continuar. –Me cubrí con las manos pero él me las sujeto– Quiero más, mucho más.
Comenzó a besarme y luego…
–¡Emily Stonel! –Grito Zack desde la puerta abierta.
Me separé de Paul y me cubrí con las manos, no quería que Zackary me viera medio desnuda. Paul me entendió y me paso mi camiseta, que me puse inmediatamente sin importarme que él me viera.
Creo que ya nos conocemos demasiado bien para sentir vergüenza. Me dije.
De pronto en medio de mis pensamientos me vi alzada de la cama.
–Tú te alejas de este tipo, es una muy mala influencia para ti señorita. –Me dijo Zackary abrazándome– Y tú, te dije que te mantuvieras lejos de mi prima idiota, ¿no entiendes el idioma? –En un francés que me pareció muy fluido le dijo algo, que creí eran las mismas palabras que había dicho antes.
Paul se levanto de la cama con mucho cuidado– Déjame en paz. Si ambos queremos estar juntos no te incumbe.
Zack me puso detrás de él– Me incumbe, porque aun no te has decidido, aun te escucho decir en voz alta “No me voy a casar”. Cuando puedas decirlo puedes querer y hacer lo que quieras. No antes.
Paul me miro– ¿Puedes decirle que se vaya? Me esta irritando demasiado con su acto del hermano mayor.
Abrí y cerré la boca como un pez mientras los miraba a ambos. Coloqué mis manos en la cabeza– Salgan de aquí, fuera.
Zack me hizo verlo– Vine a buscarlos para comer, van a bajar conmigo y van a disfrutar del estofado que hizo mi novia. –Le fruncí el ceño– No voy a admitir replica de nadie, ¿escucharon?
–Esta bien, ya bajo pero ahora salgan los dos. –Paul estaba mirando al techo con una expresión rara– Tú también Paul, ahora.
Salió, no sin antes darme un beso en la boca.
–Ya hablaremos después.
Asentí solamente, no creía poder hacer ni decir más. Fui hasta mi cama y tome mi sujetador, haciendo peripecias me lo coloque sin sacarme la camiseta. Fui al baño y me arregle el cabello con una goma para el pelo. Luego me moje la cara con agua helada, debía quitarme el estado de ensoñación.
Deje el cuarto con el mejor de los ánimos y seguí adelante. Iba a entrar a la cocina, me di cuenta de que alguien estaba mirando la lluvia caer en la entrada principal.
–Jane, ¿qué haces?
Jane me dio una sonrisa cansada– ¿Puedes creer que tenga sueño a esta hora? La lluvia no me ayuda relajándome pero me hace añorar volver a casa, tonto porque solo salimos hace un par de días de allí.
Camine hasta ella y me quede observando la lluvia con ella. Estaba algo extraña pero decidí ignorarlo, si ella no quería compartirlo no iba a obligarla.
–Los pillaron con las manos en la masa ¿eh? –Se rió en voz baja.
Le di una patada– Por lo menos nosotros somos disimulados, ustedes en cambio… ¿tenías que gritar tan fuerte?
Jane sonrojo por completo, admirable que su sonrojo cubriera hasta el escote del vestido verde que llevaba.
–¿Grite?
Puse mi mano sobre mi boca para disimular– Tonta y exhibicionista.
–¡Jane! –Grito Zack desde la puerta de la cocina– ¿Qué hacen allí?
Jane seguía sonrojada cuando Zack se paro a su lado. Me sonreí encantada mirando la lluvia caer cada vez más fuerte.
–Solo le decía a Jane que ustedes son algo exhibicionistas.
Zack le dio la vuelta a Jane y le toco el escote– ¿Quieres hacerlo en la sala de estar? Propongo que probemos en el suelo, ya sabemos que contra la pared te encanta.
Me sonroje por completo– Ustedes son imposibles.
–Me lo dice alguien que vi semidesnuda. Nunca pensé que tuvieras una marca de nacimiento en…
Le tape la boca– Calla a tu novio, me voy a comer del rico estofado que hiciste con tanto esfuerzo.
–Vamos Jane, Zoey lo esta devorando como si se le fuera la vida en ello.
Me reí de ese comentario pero cuando abrí la puerta… Zack no exageraba en nada con Zoey.
–Esto esta buenísimo, ¿cuál es la receta Jane?

Werewolf: Capitulo XVI "Adiós"

>>Megan<<
Subí a prepararme para la ceremonia a las doce del día y me sorprendí encontrarme a la madre de Jay, la madre de Fred, que ahora sabía que se llamaba Elizabeth y a la Nana Vi. Cerré la puerta detrás de mí, no sabiendo si quedarme o huir hacia el lado contrario. Las mire esperando que dijeran pero nadie me hablaba.
–¿Puedo ayudarlas en algo? –Todas me sonrieron– ¿Si?
La madre de Jay me agarró del brazo– Nos pusimos de acuerdo en algo, ven al baño con nosotras, hoy vas a comenzar a representar el papel que tan gustosa aceptaste.
Mire a las dos mujeres que nos seguían– ¿Alguien sabe de que habla? Porque yo no.
Elizabeth me sonrió– Lamentablemente si, vamos a dejarte bella querida.
Nana Vi asintió– Vas a ir del brazo de Jeremy Wolf, no puedes lucir menos… ya sabes.
Negué desesperada– No tengo idea de que hablan.
Stephaniel me hizo sentar en un banquito. Esto estaba preparado. Me tome las manos y rece.

>>Jeremy<<
Lo sentía dar vueltas y vueltas dentro de mí, rondando en mi mente. Nunca se iba a ir, no de nuevo.
~Nunca~
Me removí incomodo frente a mi piano, lo ignore, ese maldito me hablaba cuando quería ¿por qué mi lobo no era mudo?
~No~ Me dijo.
Volví a tocar. La biblioteca había estado echa un desastre pero con un poco de esfuerzo Fred y yo logramos poner orden. Mi piano se había salvado por puro milagro de que un librero le cayera encima. Moví mis dedos en las teclas disfrutando del sonido.
Mire la hora en mi reloj, había tenido poco tiempo para vestirme cuando mi madre me había lanzado fuera de mi habitación con la excusa de que necesitaba mi cuarto para mi Megan. No sé que tanto tenía que hacer ahí pero no se cuestiona a mamá.
–¿Cuándo piensas ordenar tus papeles? Están todos por el piso. –Me dijo Fred pateando algunos papeles, iba a decirle que con eso no me ayudaba pero…
Me encogí de hombros– ¿Eso es un ofrecimiento Fred? Porque lo acepto.
Fred volvió a patear otro montón de papeles– Nop, dile a Megan. –Dijo– Tal vez ella acepte gustosa ayudarte, es más insisto en que le preguntes. Te lo imaginas.  –Lo mire esperando que iba a decir– Con una faldita y un delantal pequeñito…
–Para ahí, estas hablando de mi hembra tarado. –No pude evitar reírme– Tonto.
Fred se sentó en un sofá que levanto del suelo– A propósito, ¿Dónde está Megan? No la he visto desde hace más de media hora.
Me di la vuelta en el banquillo– Está arriba con mi madre, al parecer quería ayudarla a arreglarse, dijo que era mejor que se acostumbrara desde ya a ser mi mujer.
Fred me dio una mirada rara– Vaya, dieciocho años y ya te comprometiste con una mujer.
Me encogí de hombros– Recuerda que Franco va a ser papá dentro de poco, ese esta en un lío y que Daniel esta comprometido desde antes que yo con su Lily. Comienza a pensar en ello porque solo faltas tú y Mark. –Tome mi teléfono, Daniel me debía una charla muy importante– Recordando… tenemos que hacer unas reformas.
Fred se levanto de inmediato– Toda tu casa necesita una reforma. –Hizo un gesto chistoso– ¿Crees que Stephaniel querrá contratar a mamá para que rediseñe el castillo?
Me aclaré la garganta– ¿Cómo estas con eso? –Su mirada se perdió por un momento, cerré los ojos un momento concentrándome en él– Lamento que te duela de esa manera.
Un golpe me cayó en la cabeza– No me gusta que hagas eso, me siento raro. –Le sonreí esperando a que hiciera lo mismo– Sabes, cada vez que los veo siento ganas de tirar algo al piso, miro a mamá y me da pena verla tan triste, pero… no se podía evitar ¿cierto? Son pareja según el abuelo y con eso no se juega.
Asentí– Si, yo también escuche eso. Tampoco me siento muy bien al verlos juntos pero, una vez los vi abrazándose, vi como tu padre veía a mi madre y fue, como yo miro a Megan; No puedo quitar mis ojos de ella cuando nos encontramos, así estaban ellos. Por eso sé que ellos deben de estar juntos.
Fred comenzó a pasearse de un lado a otro– Pero… aun no entiendo como Steph paso a ser normal… –Le hice un gesto con la mano, haciendo los colmillos, por su cara pude ver que entendió– Oh, creo que ya no haré más preguntas.
Ambos nos volteamos al escuchar los pasos que se acercaban a la puerta. Era mamá, nadie caminaba de esa forma tan… peculiar, como si diera pasos cortos y veloces y la seguía alguien de cerca.
–Toc toc. –Abrió la puerta de par en par en un solo golpe, menos mal que habíamos afirmado los goznes– Tenemos una sorpresa para Jay, Elizabeth déjala pasar.
Ambos nos miramos sorprendidos. La madre de Fred entró con Megan y me quede con la boca abierta.
Megan me miro interesada en mi reacción, le di una sonrisa encantado con lo que veía. Mi Megan estaba vestida con un traje negro con falda, una falda muy corta y una blusa con escote. Babee.
~Mía~
~Cállate– le dije, que inoportuno.
Me concentré en Megan que me sonreía. Corrió hasta mí, y di gracias por mis reflejos cuando se tropezó con sus propios pies, esta era la primera vez que ella llevaba zapatos de tacón alto. Que tierna.
La tome entre mis brazos– Cuidado mi amor.
Me sonrió encantada– ¿Te gusta como me veo? –Baje la cabeza y la bese hasta levantarla del suelo. Se separó de mí por lo abucheos de los demás– ¿Eso es un si?
La bese en la frente– Si.
Mamá nos separó de pronto– Le vas a correr el maquillaje y nos costó mucho dejarla tan linda, ahora. –Tomo mi mano para ver la hora en mi reloj– Tenemos un compromiso, Fede ya me aviso que tenía todo listo, nos vamos a encontrar con ellos en la ceremonia. –La mire interesado– ¿Qué? Vamos, Fred tú vas con ellos, nosotras nos vamos en mi auto junto con Victoria y tu abuelo.
La madre de Fred hizo una mueca– Si me mareo va a ser tu culpa.
–No seas niñita, Victoria ya nos esta esperando con los niños así que bajemos. Muévanse. –Nos dijo y salió con la señora Stonel.
–¿Qué diablos esta pasando? –Fred me pregunto– ¿Cómo es que no se están matando? Antes de ayer mi mamá casi mata a Stephaniel y ahora…
Le di un toquecito a Megan– No sé Jay, de pronto ellas estaban en tu cuarto y ya estaban así, tienen una relación cordial o por lo menos eso sentí.
–¡Tú también! –Grito Fred.
–Sip, ahora me siento algo mareada y para colmo ando con tacones altos.
–Yo te sostendré. –Le dije– Ahora debemos ir o nos cerraran la puerta en la cara ¿no?
Megan frunció el ceño– Que lo intente.
Con ese comentario me tomo de la mano y partimos al cementerio.
No me agradaba el lugar, no me agradaban los recuerdos que tenía allí y no me agradaba el que hubiéramos perdido al padre de Megan, no me agradaba el darle el adiós un día nublado cuando él disfrutaba de los días soleados.
~A nadie le agradan~
~¿Por qué rayos eres tan elocuente?
~Mitad y mitad~
~Ayer no eras así.
~Poco a poco la conciencia llega~
Un escalofrío me recorrió la espalda. Me sentía como un loco, hablando con mi “otro yo” solo faltaba que comenzara a golpearme contra la pared cuando peleáramos.
Megan puso su mano en mi brazo– ¿Estás bien?
Puse mi mano sobre la suya– Si, ¿Cómo estás tú Fred?
Fred estaba pálido– Recordando a Ben. Y esto esta tan silencioso.
–La ceremonia será en la capilla del cementerio. –Los tres miramos a la derecha en la entrada.
El cementerio estaba a las afueras de la ciudad, un lugar lúgubre, mausoleos aquí y allá, lapidas pequeñas y simples, otras con formas de ángeles guardianes. A la derecha por la entrada se encontraba la capilla mezcla de gótico y barroco; muchos vídriales y cosas exageradas. Caminamos hacia allá después de estacionarnos fuera del cementerio. Mamá ya había llegado.
Megan y yo nos tomamos de las manos y caminamos juntos, Fred caminaba detrás de nosotros algo reticente.
–Alguien esta nervioso. –Me dijo Megan supuestamente a escondidas– Y algo…
Fred le tiro un mechón de cabello– Deja de hacer eso.
Megan se rió pero yo podía sentir sus nervios a flor de piel y miedo. Ella no quería estar aquí y no la culpaba, iba a darle el último adiós a su padre.
Ya en la puerta tuve que empujarlos a ambos, y no me sorprendió el que fuéramos los últimos en llegar. Entramos lentamente, volví a tomar a Megan de la mano y le di una mirada asesina a mi amigo que estaba a punto de correr en dirección opuesta.
–Dios, no quiero estar aquí. –Me susurró nervioso.
De pronto di un paso atrás y puse mi mano en su espalda y trate de transmitirle fuerza. No me di cuenta de lo que hacía hasta que Fred dio un suspiro de alivio. Megan me dio un guiño, que traduje como un; bien hecho. Busque a mamá con un rápido barrido con la mirada y la encontré sentada en la segunda fila, justo detrás de Gladys. Hice una mueca cuando Megan se fijo que Gladys estaba en el puesto de los dolientes.
Gladys fijo su mirada en Megan de inmediato– ¿Cómo te atreves a llegar tarde a la ceremonia fúnebre de tú padre?

>>Megan<<
Mire a Gladys con la frente en alto y me senté a su lado, tire de Jeremy que no se sentía muy cómodo y como si fueran uno, Fred se sentó a la vez.
Escuchamos en silencio las palabras del padre y de varios compañeros de papá, la misma Gladys subió a decir unas palabras. No me dieron la oportunidad. Me sentí rechazada al observar las miradas atentas de los amigos de papá y más cuando al salir varios le dieron su sentido pésame a Gladys, como si ella hubiera sido su esposa.
La ceremonia había durado una hora y media. Ese había sido el adiós de mi padre por parte de sus amigos.
Varios de los compañeros de papá cargaban del ataúd, los seguimos lentamente. O eso me parecía a mí, todo estaba ocurriendo como en una película y sino fuera por Jeremy probablemente no me hubiera mantenido en pie.
De la nada apareció una flor blanca en frente de mí. Levante la cabeza y me encontré con la cara del abuelo de Fred.
–Un adiós merece una flor, no importa quien muere siempre agradecen un pequeño gesto en el más allá. –Tome la flor sin saber que decir– Un narciso siempre es bello.
–Gracias.
El abuelo de Fred siguió caminando con nosotros– No te dejes humillar por esa mujer, te guarda rencor por ser la única que llenaba el corazón de tu padre.
Lo mire anonadada– ¡¿Qué?!
–Soy bastante perspicaz y estuve escuchando por ahí. Solo eso. –Se encogió de hombros– Dale esta flor a tu padre cuando lancen la primera palada.
Así como llego se fue, lo perdí de vista entre la gente.
–Es una tradición entre los Stonel. –Me dijo Fred– Darle un narciso a uno de los nuestros. Supongo que ya te adopto como nieta.
–¿Por qué? No entiendo. –Le fruncí el ceño, ya estábamos llegando.
–Hay un lío pero eso te lo explico después, ahora corre.
Mire adelante y me apresure junto con Jay a llegar junto al ataúd. Gladys volvía a estar al frente, sin dejarme amedrentar por sus actitudes me quede ahí.
–…Que tu espíritu encuentre la paz junto a Dios. –Dijo el padre y comenzaron  bajar el ataúd.
En cuanto llegó abajo el sepulturero lanzó la primera palada y lance el narciso.
–Adiós papi, te amo y espero verte un día… todavía me debes un día libre y una cena en el mejor restaurante por mi mayoría de edad…
No pude decir más, mi garganta se atoro y comencé a llorar. Ya no lo vería más, nunca más tendría sus abrazos y sus besos, sus ataques de celos que tanto me molestaban. Nunca más. Nunca más escucharía su voz diciéndome que era su princesa y que me amaba, ya nunca podría decirle que la culpa era de los que no nos entendían, cada vez que salíamos a jugar beisbol al parque. Nunca íbamos a hacer algo juntos otra vez.
 Deje que Jeremy me abrazara y me alejara.
Camino al auto comencé a escuchar al resto.
–Gladys dijo que la muchacha era un desastre, siempre le causaba problemas a Henry.
–Si, hace poco voló el laboratorio de su colegio.
–Siempre la veía en la jefatura de policía, y no de visita.
–Gladys siempre tenía que ir al colegio a firmar papeles y detenciones.
–Un desastre, un desastre.
Me sequé las lágrimas y seguí caminando. No les daría el gusto de verme débil y que vieran que sus comentarios hacían mella en mí.
–No les hagas caso, no merecen tu atención.
Bufe– Ojala no los escuche tu madre o creerá que soy una mala influencia para ti.
Escuche una risita detrás de mí pero no me gire hasta que una mano se poso en mi hombro, que Jeremy la quito de inmediato.
–Quita la mano Mark o te la rompo.
Mark me abrazo– Que celoso, Megan si te aburres de él ya sabes, yo estoy disponible.
Jeremy lo apartó– Déjala, ¿qué haces aquí?
Mark me revolvió el cabello– Vinimos a apoyarte, perdón, a apoyar a la hembra alfa. –Se encogió de hombros feliz por algo– Franco me dijo que hoy sería el funeral así que, aquí estamos.
Mire detrás de mí y venía Daniel con Lily y otro chico, ese era Franco aunque no recordaba bien su rostro. Ambos chicos estaban vestidos con trajes negros, aprecié el gesto de que estuvieran aquí por mí, en especial de Lily que me hacía señas.
–Hola Meg. –Le sonreí a Daniel, también estaba radiante– Bonito día para un nuevo comienzo.
Franco le dio un codazo– Acabamos de asistir al funeral de su padre, eres un insensible.
Me aparte de Jay y Mark y camine hasta Daniel para tomar sus manos– Gracias por salvarme anoche de ese lobo, en verdad te lo agradezco. –Me voltee hacia Lily– Me alegra mucho que estés aquí, gracias por haber venido.
Ella hizo unas cuantas señas raras, Daniel la miro y me sonrió– Dice que esta aquí porque te considera su amiga y porque este no es un momento para que estés sola.
Daniel me revolvió el cabello– Por mi parte, no des las gracias por ambas cosas ya te dije que no me parece eso de lastimar a las amigas de mi Lily. –Como si se hubiera acordado de algo busco en sus bolsillos– Dame un momento, aquí esta. Mi Lily hace cosas artesanales, le gusta mucho hacer pulseras y me dio esta para ti, ella no tenía donde guardarlo con ese vestidito. –Lily le dio un tirón de orejas y comenzó a hacer señas de nuevo– Dice que es un dije de amistad y que con él espera que aceptes su amistad.
Tome la pulsera que me estaba tendiendo, estaba llena de pequeñas pelotitas con dibujos de lunas y estrellas, me la coloqué de inmediato. Mire a Lily y jale de ella en un abrazo.
–Gracias, claro que quiero ser tu amiga eso me alegraría mucho pero debes de enseñarme como hacer eso, –Hice unas señas– No quiero hablar de cosas intimas con Daniel a mi lado.
Los chicos se rieron y Daniel asintió solemnemente– Yo no quiero escuchar que dice mi Lily de mí. –Hizo tronar los dedos y jalo a Lily hasta sus brazos– Puedo llevarte a que la visites pero te advierto que sería una visita corta, a tus padres no le gusta que estés mucho tiempo fuera.
Lily asintió y me sonrió de nuevo.
– Quizá pueda ir a verte yo.
–Me siento algo rechazado. –Dijo Mark– ¿Ustedes no?
Los mire, los cuatro chicos se veían muy guapos y todos se veían tan diferentes. Mark se veía divertido, Franco se veía aburrido, Fred se veía Interesado y Jeremy… estaba sonriéndome con un brillo especial en el rostro, me acerqué y le di un beso en la boca.
–Uh. –Dijo Mark en mi oído– ¡Auch! Jay eso dolió.
–Yo también te hubiera golpeado si te pones así de cerca de mi hembra. –Le dijo Daniel.
–Opino lo mismo. –Dijo Franco.
Recordé algo– ¿Cómo está Grace?
Y por primera vez vi a Franco sonreír– Hermosa, increíblemente bella. –Saco su billetera y me mostró una foto– Esta es mi Grace cuando estaba de cuatro meses, hace tres días cumplió los siete meses.
Mire la foto, esa chica la había visto antes en el instituto, y la recordaba porque era difícil olvidar a una chica pelirroja y que además tuviera el cabello rizado. Mire a Franco que era un chico de un metro ochenta, con el cabello oscuro y la tez morena y unos ojos verdes.
–Y ¿qué es? Niño o niña.
Franco tomo la foto y la guardo– Niña, y mi pequeñita se mueve cada noche por lo que mi pobre Grace no me deja dormir.
–Niños, niños, es hora de irse. –Stephaniel le quito la billetera a Franco– Que linda, ¿por qué nunca me la has presentado?
Franco se sonrojo– Lo siento señora.
Steph le piñizco la mejilla y se quedo quieta un momento mirando a la nada, cuando volvió a sonreír lo piñizco más fuerte– No importa, tu bebé va a nacer sana y salva y… tengo el presentimiento que antes de terminar el mes la tendrás entre tus brazos.
Franco se puso pálido– Si me disculpan, tengo que acompañar a mi Grace en casa. Adiós Megan, chicos, señora.
–Adiós, conduce con cuidado. –Nos miro– Creo que antes de terminar la semana… ¡Ups! Lo lamento Mark, Daniel, Lily querida pero nosotros tenemos un compromiso en casa. Fred tú madre y los niños ya se fueron con tu abuelo, nos vamos con tu padre. –Se dio la vuelta y se fue.
–A veces me parece que es un pequeño general en miniatura. –Dijo Mark.
Jeremy le dio un golpe– Vamos chicos.