lunes, 2 de julio de 2012

No Wait!: Capitulo I



Entre en casa a eso de la media noche…
Mire hacia todos lados pero no se veía nada, era bastante extraño porque se suponía que ella me esperaría, no, ya no podía pedirle eso. Me reí de eso.
–¿Por qué te ríes? –Zoey bostezó.
Zoey estaba parada en la escalera al segundo piso, desde hace un mes vivíamos en la casa-pensión de mamá o la ex casa de mamá ya que ahora vivían en la mansión que se veía mucho más familiar con Becca y Jeffry corriendo por todos lados. Jeffry ya tenía dos años y sabía como correr.
La mire con atención, se veía tan tierna– Vamos a la cama, parece que te vas a caer en cualquier momento.
Tome mi bolso que había dejado tirado en el suelo al entrar en casa y me encamine hasta ella. Le acaricié las mejillas y la bese en los labios.
–Vamos, arriba.
Zoey me abrazo– Vamos.
Me reí, se veía tan agotada y yo no podía dejar de sonreír como un idiota cuando la veía en especial cuando se vestía con los pijamas de ositos que le había comprado. Con un movimiento la levante en brazos.
Zoey me beso en los labios– Te amo.
–Si, yo también y ahora vamos a descansar ¿cómo estuvieron tus clases?
La sonrisa de Zoey fue de orgullo– Hasta ahora soy la mejor en literatura inglesa ¿quién lo iba a saber?
Subí las escaleras mientras me hablaba– Yo lo sabía, te devoras los libros con avidez y eres capaz de darme un análisis total de ellos. Solo no te esfuerces tanto.
–Bien, déjame decirte que no soy una minusválida sino una embarazada.
Entre en nuestro cuarto y la deposite en la cama, lancé mi bolso lejos. Después de todo eso y de quitarme la chaqueta del traje me tire aun lado de Zoey y como todas las noches me puse a adorar su pancita, nuestra bebé llegarían en seis meses más y ya era la consentida de sus abuelos paternos y maternos. ¿Cómo? Ya había una habitación llena con una cuna rosa y blanco, un cochecito con dibujos de muñecas, a propósito de estas había una repisa llena de estas desde algunas con cabello rubio y otras con piel morena (favor de su abuelo Edward que se dedica a buscar esas cosas).
–Ya quiero que nazca y no nos deje dormir.
Zoey me miro como si estuviera loco– Estas… no lo diré porque no quiero enseñarle malas palabras a mi Heather.
Me golpee con mis manos la cara– Ya te dije que ese nombre…
–Es genial, si, ya me lo habías dicho.
Me levante de un salto y me desvestí tan rápido como pude pero no fui lo suficientemente rápido para Zoey que se durmió apenas dejo de hablar, se había vuelto algo innato en ella desde hace un par de semanas según el doctor algo normal para ella en su estado.
Me dormí con ella entre mis brazos como lo haría ahora y siempre.
También me dormí con una idea que iba a poner en marcha mañana.

–¿Ya terminaste?
Levante mi cabeza de inmediato, me había vuelto a dormir. El abuelo estaba parado en el umbral de la puerta con su pijama. Me reí de él se veía tan gracioso.
–No me digas, ¿estás borracha? –Me apunto con el dedo y luego puso su mejor voz de amenaza– Emily…
Me levante y estiré mis brazos por encima de mi cabeza, que rico– Déjame decirte que no estoy borracha, sino que te ves… gracioso en pijama.
El abuelo se sonrojo– Yo creía que me veía bien.
–Te ves bien, pero también te ves gracioso hablando tan autoritariamente en pijama. ¿Qué dirían tus socios si te vieran?
Fui hasta mi armario y saque uno de mis pijamas de franela que eran bastante calentitos para esta época invernal, también un conjunto de ropa interior y… calcetines, no podía dormir sin ellos. Me di la vuelta para ver al abuelo, estaba con la nariz metida entre mis cuadernos.
–Deja eso, ahora jovencito. –Imite su voz.
El abuelo se rió de mí imitación– Pequeñita mimada.
Puse los ojos en blanco– Abuelo ya tengo veintiuno, soy mayor.
–Ya que tocamos ese tema… –Me miro de soslayo aun con uno de mis cuadernos en la mano– ¿Cuándo le vas a dar el si a Marcus?
Entre con mi ropa al baño y cerré la puerta lanzándole una mirada llena de odio a mi abuelo. No sabía como pero se había enterado de mi “relación” con Marcus, no era que quisiera que fuera un misterio pero habían cosas como esas que no me agradaban para nada que él supiera, se hacía ilusiones con bastante rapidez.
Cuando había llegado a la casa del abuelo hacía un par de años, bueno un poco más, casi tres años, me había enterado que para mi llegada ya estaba lista una gran habitación en el ala norte de la mansión, y un auto estaba fuera también a mi llegada. Para mí.
Me vestí con lentitud para aburrir al abuelo pero lo conocía lo suficiente como para saber que él no se iría así de fácil, lo mismo pasaba cuando salía de fiesta. Él siempre estaba esperándome en el recibidor como un perro guardián así que desde hace un año que no salía de noche me daba pena preocuparlo, aunque tampoco era lo mismo salir aquí, no tenía muchos amigos y cabe decir que eran todos mis primos. Ni siquiera quería salir con chicos, lamentablemente me había dado cuenta de una forma no muy agradable que era el centro de atención de todos aquellos hijos de quienes querían hacer negocios con mi abuelo, al ser la nieta pobre de Alfred Stonel creían que podían encandilarme con un poco de atención y joyas. Lamentable para ellos que Richard me había informado de eso, y el primer día lo había comprobado.
Suspire con desanimo pero no me duro mucho ese estado al recordar a mi primo, a pesar de que el abuelo pensaba que era la oveja negra de la familia era un chico muy considerado, se había tomado la molestia de guiarme en la universidad y de preocuparse de que nadie me molestara ya que muchas chicas también eran muy falsas a la hora de ver a una heredera.
Era la cosa más horrible.
Solía extrañar mi antigua vida. Antigua. Si, era antigua porque ahora esta era mi vida, diferente pero si así podía garantizar que Edward y Zoey, incluso mis padres pudieran vivir sin preocuparse de nada lo haría y también estaba el que me encantaba el trabajo en la empresa por ahora era ayudante de la asistente del abuelo, así me pondría al corriente de todo y cuando terminara de estudiar que sería el próximo año.
Terminé de vestirme y salí, el abuelo estaba sentado en mi cama acomodando las almohadas. Había estado tan solo. Fui hasta su lado lo abrace.
–Quiero a Marcus pero no siento… –Como lo que sentí con Paul, me dije para mis adentros– Eso especial que veo en ti y la abuela o en mis padres, por Dios lo veo hasta en Heath y Zoey.
El abuelo sonrió– Ese par, ¿Cómo crees que este Heath con las nauseas matutinas de mi princesita?
–Se las esta apañando muy bien. Y eso me lo ha dicho papá. –De inmediato me puse en plan defensivo, estimaba a mi cuñado– Y Zoey me dijo el otro día que Heath esta desesperado porque naciera Heather.
–¿Heather? ¿Por qué ese nombre?
Le di un pequeño apretón– Deja eso, es hora de dormir.
Asintió, se levanto y me dio un beso en la frente– Buenas noches, ¿quieres que le cierre la puerta en la cara a Marcus? Se que quiere una respuesta y ese chico es malditamente terco cuando quiere que le digan que sí.
Me reí y me metí en la cama– Yo sé que hacer, le diré que no.
Hace un año y medio que estábamos saliendo y hace un par de días me había pedido matrimonio, como me había quedado en blanco en el momento no le había podido responder.
Me cubrí con las mantas hasta la cabeza, no sabía como decirle que no pero estaba segura de que no quería casarme con él.
Con ese pensamiento me dormí.
Al otro día baje las escaleras sin mucho ánimo, no había tenido un sueño muy... conciliador que digamos y tampoco me sentía muy animada por el día que comenzaba. Tenía que dar una prueba y entregar un trabajo e ir a trabajar a la empresa y… una cita para cenar con Marcus.
Me sentía algo atrapada con eso, era un chico adorable y… si terminábamos mal seguiría viéndolo cada vez que fuera a ver al abuelo o a mi mejor amiga, que quizás dejara de serlo porque era su hermana. Maldición.
Camine hacia el comedor, mi café me esperaba como todas las mañanas al lado de mi abuelo. Me sentía más mimada de lo que había estado en toda mi vida, papá me amaba pero era realista con su amor, me daba lo que necesitaba junto con su cariño. El abuelo era harina de otro costal, procuraba darme de todo lo que podía; una black-card, auto, departamento (por si salía tarde de clases), ropa y… tenía un muy grande joyero con piezas muy lindas que harían llorar a cualquier mujer.
Me acerqué hasta él y le di un beso en la mejilla luego me senté. Era nuestra rutina. Detrás de mí llego corriendo el tío Sackary, el hermano mayor de mi papá.
Me dio un beso en la sien y al abuelo le dio un apretón en el hombro– ¿Qué tal están hoy?
–Bien. –Dijimos a coro.
–Y Emily tiene una cita para cortar con Marcus. –Agregó el abuelo– En una cena esta noche.
Tío Zack y yo lo miramos con los ojos abiertos como platos al escucharlo. Pero por distintas razones, tío por la sorpresa y yo porque… ¿cómo diablos se había enterado él de todo ello? si había recibido un mensaje de texto, a menos… no, él no podía haber revisado mi móvil.
–¿Para cortar? –Tío me miro– Creí que iban bien.
El abuelo tomo un trago de café– Resulta que no hay química, el chico no tiene oportunidad contra eso y si ya estamos en eso te digo, que es un poco falto en atención y además con eso de su trabajo...
–¿En serio?  –Dijo tío Zack.
Los mire a ambos furiosa– Estoy aquí, ¿saben?
Tío me miro interesado– En verdad, ¿vas a dejarlo por su trabajo?
Mordí un pastelito con ganas de matar a alguien– No voy a dejarlo por eso, no me molesta que sea guardaespaldas y que… haga trabajos de los que no puede hablar, solo me molesta el dejarlo porque no siento esa… –Recordé los ojos de Paul– chispa.
Tío me miro intrigado pero se quedo en silencio, algo que no pudo imitar su padre.
–Sabes, siempre haces lo mismo, te quedas como si quisieras decir algo más y terminas diciendo otra cosa. –Me miro ceñudo esperando a que le contestara pero no lo hice sino que seguí devorando los pastelitos– Vas a engordar.
Me sonroje porque era cierto que ya no estaba tan delgada, con todos los mimos del abuelo y la abuela con sus galletitas de miel había subido unos más que respetables cinco kilos que según Zoey no se me notaban más que su embarazo.
–Es solo tu imaginación. Ambas cosas. –Le dije por las dudas.
–Hola a todos. –Sin siquiera mirar me di cuenta de que era Sam.
–Hola. –Ese era Sackary hijo.
Tome un trago de café y les hice una seña, ambos eran gemelos pero eran dos polos opuestos; Sam era el gemelo feliz, Zack era el gemelo serio y reservado. Los gemelos tenían veintidós años y me llevaban con ellos a la universidad porque no quería conducir aun. Mi auto tenía cincuenta kilómetros de recorrido y había sido todo un logro porque los había hecho una vez que fui al centro turístico del abuelo.
–¿Siempre se levantan a la misma hora? –Les dije con picardía.
Zack me sonrió de su forma única, o sea, un leve alzamiento de una esquina de su boca– Siempre me levanto temprano para levantar a Sam, el muy perezoso nunca se levanta solo.
Sam hizo una mueca– Puedo levantarme solo. –Me miro suplicante– En serio.
Le hice una seña positiva con mi dedo– Te creo, pero no creo que lo hagas a horas muy decentes.
Tío se sonrió– Yo tampoco lo creo.
–¡Papá!! –Sam se sentó a un lado de su padre que estaba a la izquierda del abuelo– Si tú no me crees ¿quién lo hará?
–Yo puedo hacerlo, si quieres. –Agregó su hermana menor entrando al comedor.
Sonreí para mis adentros, la chica era el dolor de cabeza de sus padres que querían convertirla en una señorita de la alta sociedad y… fracasando absolutamente.
–Hey Em. –Le hice una seña con la mano y ella me respondió. A tío no le hizo gracia que nos hiciéramos señas “eso no lo hacían las señoritas”.
–Mi bomboncito. –Sam se levanto de un salto y aplasto a su hermana en un abrazo de oso.
–Suéltame pendejo. –Me reí a carcajadas.
–Robín. –Le dijo en tono de amenaza su padre.
Robín lo miro por sobre el hombro de Sam que seguía abrazándola. Hoy estaba vestida con una camisa escocesa roja y unos jeans desgastados en las rodillas, sus zapatos hoy eran zapatillas de deporte negras. No llevaba nada de maquillaje y nada para sujetar esa melena rubia oscura con risos.
–Dile a tu hijo que me baje. –Le dijo apretando la mandíbula.
Tío se dio por vencido– Déjala abajo, debe llegar al instituto de una vez y ya va tarde.
Una vez en el suelo Robín se “arreglo” el cabello, lo que consistía en quitarse el cabello de la cara– Gracias.
Se sentó a mi lado y comenzó a armarse un sándwich que hizo poner mala cara a todos los que estaban ahí; llevaba varias lonjas de jamón enrolladas y por encima dos de queso, luego volvían las lonjas de jamón y tomate y lechuga, ¿de dónde había sacado lechuga?
–Provecho. –Le dije y le serví algo de jugo para que pasara su sándwich.
Para remate– Gracias. –Su madre lanzó un grito de angustia al verla hablar con la boca llena– Hola mami.
–Traga antes de hablarme. –Su madre me miro– Buenos días Emily, ¿por qué no le enseñas algo de modales a esta niña? Estaría tan agradecida.
Tío me miro como si hubiera recibido una idea desde el cielo– Eso es una gran idea.
Los mire a todos, incluso el abuelo me sonreía asintiendo. Cordero inocente para el matadero, tenía que tenerlo escrito en la cara porque Sam se rió y Zack estaba también sonriendo pero más disimuladamente.
–Entonces esta decidido, querida vas a pasar más tiempo con tu prima Emily, ¿no te hace feliz?
Robín me miro sonriendo abiertamente, menos mal que ya había tragado la comida– Prometo que me portaré bien, lo juro.
–Está bien.
Eso esperaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario