sábado, 7 de julio de 2012

No Wait: Capitulo IV




Desmayarte no es agradable porque:
a) Sientes como si te fueras volando.
b) Es un imprevisto.
c) Porque no tienes idea de donde vas a caer. Este punto es el más terrible.
Me desperté a las ocho de la noche, con un hematoma en la frente y un dolor de cabeza increíble. Al parecer alguien me había rescatado de donde había caído porque estaba en mi cuarto y había analgésicos en la mesilla de noche. Algo bueno. Pero todo lo bueno tiene algo malo, no podía recordar que se me estaba pasando, al parecer tenía algo pendiente pero, ¿qué?
Me tome los analgésicos y me recosté de nuevo en la cama, no quería moverme para nada. Tal vez mañana.
Al parecer me volví a dormir porque la siguiente vez me desperté con la caricia de alguien que no podía definir, abrí los ojos para ver quien me estaba acariciando el cabello y me encontré de frente con los ojos marrones de Marcus.
Me levante pero él me hizo una seña y me quede donde estaba.
Se sentó a mi lado– ¿Qué paso?
Le fruncí el ceño– ¿Hola?
Me sonrió de medio lado, había escuchado a una amiga de Jane decir que daría todo porque él le diera una sonrisa así, que esa sonrisa deslumbraba y robaba el aliento. Pero yo no podía sentir de la misma manera que ella. Yo veía a mi primo, al mismo chico que sobornaba junto a Jane para comer galletas tranquila en la cocina.
Suspire, me hubiera gustado sentir de esa forma.
Marcus me toco la cara con sus manos– Me parece que mi rayito de sol no esta aquí conmigo.
Hice una mueca– Sabes que no me gusta ese sobrenombre.
–Y a mi me encanta, ¿te parece si me acuesto contigo? –Se separo de mi lado y me hizo señas para que me moviera, volví a suspirar.
Me moví con algo de dificultad pero lo logré. Marcus comenzó a desvestirse y de pronto solo estaba en bóxers, la camiseta negra que siempre vestía estaba en el piso con sus jeans. A diferencia de mis movimientos esto fue algo muy diferente, quitarle la vista a Marcus era algo muy difícil, tenía el mejor cuerpo que había visto y aunque tenía varias cicatrices en el cuerpo, no lucían horribles ni nada en él.
Debía sentirme algo mal porque a pesar de que no sentía esa conexión con él, no me molestaba para nada tenerlo muy cerca de mí.
–Me estas comiendo con los ojos belleza. –Se acercó a mí y me dio un beso en la boca– ¿Cómo te sientes?
Enrojecí porque ahora estábamos juntos en la cama– Me duele la cabeza horrores, estoy muy mal…
Él me volvió a besar sin dejarme terminar ya podía imaginarme que iba a pasar, Marcus era una persona que le agradaba el contacto, siempre que estábamos juntos tenía que despegar sus manos de mí. Como me lo esperaba comenzó a quitarme la camiseta que llevaba antes de desmayarme, ahora que lo pensaba; estaba metida en la cama totalmente vestida.
El broche de mi sujetador se separo.
–Marcus…
–¿Qué? –Sus besos siempre me encantaban, eran tan húmedos y deliciosos. Con un esfuerzo me separé– ¿Qué pasa cielo?
Mire mi camiseta que estaba sobre mis pechos dejándolos descubiertos ya que el sujetador había cedido– ¿No te parece que vamos rápido?
Marcus cubrió uno de mis pechos con su mano y yo respingue por el contacto áspero de sus manos que parecía como si escalofríos me recorrieran.
Marcus me miro– Yo creo que no, te prometo que tendré cuidado con tu cabecita mi amor.
Respire profundo, no podía dejarme llevar por mis deseos… Esta vez. Ahora tenía que hacer lo que había planeado hacer, era el momento.
–¿Recuerdas que me hiciste una pregunta?
Marcus me dio un beso en uno de mis pechos y se apartó de mí, bajando mi camiseta de paso.
–¿Vamos a hablar si o si? –Se recostó en una de las almohadas mirando al techo– Dejémoslo para mañana, hoy no.
Me quede con la boca abierta– ¿No te interesa mi respuesta?
Marcus ni se movió– Me interesan otras cosas ahora y si no estas dispuesta… –Me miro pero yo me cubrí con el cobertor– Entonces durmamos, ¿quieres que te abrace?
No, quisiera que me prestaras atención para poder dejarte y sentirme culpable pero no me lo estas dejando fácil.
–Estas teniendo un dialogo mental ¿no? –Le fruncí el ceño pero él estaba sonriendo mientras acomodaba los brazos detrás de su cabeza– ¿Quieres saber por qué no me interesa tu respuesta?
Asentí muy lentamente, mi cabeza aun se sentía como un globo de aire– Si, por favor.
Marcus se apoyo en un codo– Porque sé que vas a decir que no.
Lo mire sorprendida– ¿Desde cuándo eres adivino? Hasta donde yo sabía eras guardaespaldas.
Se rió quedamente– Ven abrázame y te lo cuento.
Con cuidado me abrace a él y me quede ahí un largo rato calentita y esperando a que me contestara.
Cedí a la tentación y le di un beso en la boca, no seríamos los mejores novios pero había algo entre nosotros. Marcus me beso con cuidado de no moverme bruscamente, cuando se separó de mí se quedo tan cerca como lo habíamos estado besándonos pero sin llegar a tocarnos.
–Porque ninguno de nosotros esta enamorado del otro y tú lo sabes. –Me acarició el rostro– Buscamos algo que ninguno de los dos tiene para ofrecer al otro, podemos besarnos, acariciarnos, jugar entre nosotros pero ninguno de los dos ha dejado de pensar en “es mi primo con el que estoy”. –Le fruncí el ceño, no entendía entonces porqué…– Te pedí que te casaras conmigo por mera debilidad, ambos vemos a nuestros padres feliz y queremos eso pero seamos realistas tu yo… no funciona. Solo estos que no es más que atracción física.
–Nos divertimos juntos. –Me abrace más a él– ¿Seguimos siendo amigos?
Marcus me beso hasta dejarme sin aliento, tanto que me olvide momentáneamente de que mi cabeza estaba a punto de explotar.
–Dame algo más de crédito, quiero ser tú amigo, primo y… –Me sonrió todo dientes– Algo más.
Lo bese para confirmarle, tal vez no tuviera la posibilidad de encontrar mi amor verdadero pero podía disfrutar de esto juntos.
Me separe y me quite la camiseta y el sujetador que aun colgaba de mis brazos– Creo ya me duele menos la cabeza.
Marcus me coloco sobre mi espalda y se coloco encima– ¿Qué tanto permiso me das?
Fingí pensármelo bien– Solo tocar.
Marcus se quejo– Nunca me dejaste que…
Lo cayé atrayéndolo a mí– ¿Eso quiere decir que no quieres…?
Marcus comenzó a besarme con desesperación.

Me desperté al otro día con un suave dolor de cabeza y semidesnuda, solo llevaba las bragas puestas. Me estire sin preocuparme de nada más.
–Me encanta la vista que tengo.
Me cubrí de inmediato y mire a Marcus, no se veía que llevara nada más para confirmarme el hecho levanto las cubiertas. Enrojecí aun más por eso, sabía que no debía sacar a mi suelta interior porque después podía arrepentirme. Me golpee en la frente e hice una mueca, dolía aun.
–Eso no fue lo más inteligente que pudiste hacer. –Me acercó a él y me dio un beso en los labios– Buenos días Em.
Lo abracé, de apoco iba recordando lo que había pasado anoche y me sentía más clara.
–Aun estoy dormida.
Marcus me revolvió el cabello y eso que sabía que lo odiaba. No se sorprendió cuando lo golpee– Oye, ¿no eres como un poquito gruñona? Vamos, arriba que es un día nuevo y…
–¿No tienes una vida a la cual volver? –No me gustaba el optimismo matutino.
Marcus me volvió a revolver el cabello, le gruñí– Bien, me voy de vuelta a mi vida. Espero te sientas culpable por tratarme como un juguete sexual y luego botarme.
Me cubrí con la sábana aun más– Yo recuerdo que fui el objeto de…
–Me voy. –De un salto se levanto y comenzó a recoger su ropa del piso y se adentro en el baño.
Siempre me llamaba la atención la comodidad que tenía al estar desnudo, en cambio yo de solo pensar en lo que había hecho la noche anterior solo podía pensar en ocultarme debajo de una roca, o ¿por qué no estaba borracha? Así tendría la excusa perfecta. Busque mi ropa y afronte lo que había hecho como la mujer que era porque podía tener una vida sexual, o el indicio de una.
Me vestí con ropa interior limpia y un vestido con flores mientras esperaba mi turno para la ducha, pero por algún motivo sentí ganas de salir de mi cuarto. Ya sabía porque.
–Tus malas vibras me atraen.

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