lunes, 25 de marzo de 2013

No Wait: Capitulo XXXIII (ADELANTO)



A veces pienso que el tiempo pasa demasiado rápido para todo menos para el olvido. Recordé una canción romántica que decía algo así; me costo poco enamorarme de ti y mil años tratar de olvidarte.
Era tan cierta.
–De nuevo aquí afuera, ¿por qué te gusta tanto estar sola?
Me quede quieta pensando si responderle o no, podía seguir fingiendo que estaba dormida descansando en el suelo.
–No te vas a deshacer de mi Emily, soy tu padre y sé bien que estas fingiendo.
Abrí los ojos lentamente– Lo sé, pero no perdía nada con intentarlo.
Comenzaba a sentirme demasiado sobreprotegida mientras avanzaba mi embarazo. La pancita comenzaba a notárseme mas en este segundo trimestre y eso parecía afectar a mis padres y demás familiares, como si nunca hubieran visto una joven embarazada antes de mí.
–Y bueno, ¿no vas a responderme?
Suspire– Creo que me estoy volviendo melancólica, nada más. Estoy extrañando algo que nunca fue mío.
–Te dije cuando eras pequeña que no podía comprarte el carrusel, salía de mi presupuesto. –Le dirigí una mirada enfadada, lo que él respondió con una sonrisa agotada– Sé de que me estabas hablando pero fue mejor así, él no te merece y sé que lo único que ha hecho el tiempo es quitarte el enojo que sentías por el abandono.
Me levante de la tumbona donde había estado cavilando– Tienes razón, ya no me siento enojada con él. Supongo que él quería tanto que sus padres lo aprobaran que casarse fue la única manera que encontró, solo lamento que no pensara eso antes de habernos encontrado.
Papá me dio la mano para guiarme dentro de la casa– No lo lamentes, vas a tener un hijo y él no se merece eso. Él necesita ser amado.
Trate de sonreír– Si, él necesita mi amor y nada más.
Solo que desearía tener algo más que a mi misma que darle… pensé en mi interior.
Últimamente sentía ansias de verlo, pero me abstenía con todo mí ser, esperaba con demasiada desesperación que me llegara un mensaje de alguien contándome algo que no quisiera oír de Paul, como por ejemplo que su mujer estuviera embarazada y él encantado con la noticia. Eso sería material para una pesadilla.
–¿No tienes nada que hacer? –Le pregunte de pronto al recordar que era medio día– Generalmente estas trabajando a esta hora.
Disfrute un poco del que comenzara a rascarse la cabeza, un signo de que estaba preocupado por algo. Y era un gesto que estaba haciendo muy seguido este último mes.
–Necesitaba un tiempo a solas… muy lejos de tu abuelo. Juro que nunca nos hemos llevado bien.
–Si te sirve de consuelo, el abuelo piensa igual que tu.
O quizás pensaba peor, el abuelo juraba que no le agradaba a papá ni siquiera cuando era un bebé.
Aunque no debía ni siquiera pensarlo, me encantaban sus disputas, a veces solían pelear como si fueran niños, hasta buscaban excusas cuando uno perdía. Aunque siempre terminaban cuando la abuela los regañaba a ambos.
Lamentablemente aunque me divertía con sus peleas, no me alejaba el suficiente tiempo de mis pensamientos, era como si tuviera un imán que atrajera los recuerdos que no quería a mi cabeza. No me hacía sentir muy bien el que tuviera una veta masoquista en mi subconsciente.
–No me sirve de consuelo que tu abuelo piense así, y menos cuando vea a tu madre. Me ha estado jalando de las orejas como un niño cada vez que peleo con mi padre, a veces juraría que me trata como Edward. –Me reí– Hablando de mi mocoso, ¿cómo estará? No he hablado con él desde ayer…
–Enfréntate a mamá ya, Edward estará feliz de que lo llames en unas horas más.
Haciendo muecas se fue hasta mamá.

Por la tarde ya me había rendido de lo que sea que estaba pasando allí abajo, sentía la voz de papá retumbar hasta mi cuarto, y eso era decir algo ya que estaba en el segundo piso y lejos de su estudio, donde debía estar desahogándose con toda su alma porque ya llevaba treinta minutos gritándole a quienquiera que estaba al otro lado de la línea. Y algo raro en mí, me sentía curiosa. Y cuando la curiosidad golpeaba había que hacer algo.
Fui hasta el pasillo y con cuidado, aunque no lo necesitaba por la manera en que estaba gritando papá, descolgué el teléfono. La conversación que se estaba dando al otro lado de la línea me dejo asombrada.
–Suegro, sigo tratando de disculparme y usted no me deja…
–Ni voy a dejarte, ¿cómo se te ocurrió la brillante idea de mandar a Luke a ayudar a tu amigo? Si te tuviera a mi lado…
–Se que estaría muriendo por asfixia.
–Que bueno que lo sepas… quiero que le digas a Luke que vuelva, por alguna razón no contesta mis llamadas.
Por el tono en que lo decía, él sabía que Heath estaba involucrado en ese asunto.
–Él lo hace porque sabe que le va a ordenar que vuelva y él ya esta comprometido como el caso de Paul.
Paul…
¿Qué estaba sucediendo aquí? ¿Qué caso?
–Si no le molesta suegro…
–¡Claro que me molesta!
–No se inmiscuya en nuestros asuntos, estamos llevando bien la oficina sin usted. –Le gruñó de vuelta Heath.
–Si claro, aceptando casos que nos pueden costar bien nuestra oficina. ¿Qué crees que sentí cuando me llegó la amenaza de que nos iban a desalojar de nuestro edificio? Mejor dicho “mí” edificio. Porque según había un negocio de drogas encubierto en él, y que la policía iba a comenzar a investigar. He trabajado desde que me gradué en esa oficina y no para perderla.
–Suegro lo estoy manejando lo mejor que puedo, pero el padre de…
–Si, lo sé. El padre de la esposa de ese granuja es un poderoso empresario al que le teme medio país en Francia, pero me vale se esta metiendo conmigo y eso no me gusta.
–No puedo dejar a Paul así, le prometí ayuda…
–Ayúdalo tú.
–No tengo suficiente experiencia… –Dijo Heath en un suspiro.
Después de un breve momento, papá volvió a hablar– Eres lo suficientemente capaz hijo, solo debes decirte.
–Solo le pido este favor, deje que Luke se encargué del caso.
Haciendo memoria, trate de ubicar el nombre de Luke… en la oficina había solo un Luke y era el encargado de…
Oh no.
Era Luke McKensie, abogado de divorcios.