lunes, 23 de abril de 2012

I Don't Understand Nothing: Capitulo XXVIII




Un reloj sonaba cerca de mi cabeza. Pegue un manotazo para apagarlo pero le pegue a algo más.
– Ya lo apago, maldita cosa. –Abrí los ojos de inmediato.
– ¿Heath?
Heath apagó la alarma y la dejo de nuevo en su mesilla de noche. Me miro algo desorientado, probablemente porque le había preguntado.
– ¿Qué? Ah ya entendí. –De pronto sonrió– ¿Quieres hablar sobre como no resistes una botella de vino?
Me sonroje, ahora recordaba que había pasado después de hacer el amor; Heath se había vestido y luego me había ayudado a vestirme a mi también y luego habíamos bebido una botella de vino que había comprado en la tienda, según para que aprendiera lo que era beber algo de buen sabor. Nos la bebimos pero luego…
Creo…
Me emborrache.
Sentí como el color cubrió mis mejillas de a poco como si fuera cámara lenta.
– Recuérdame que no te vuelva a dar vino. Te vuelves algo… –Dijo sonriendo– desinhibida.
Me sonroje aun más. Si, lo recordaba todo ahora.
Recordaba haber jugado con mi lengua en cierta parte de su cuerpo y también haber gritado por más y más cuando lo habíamos vuelto a hacer en su cuarto. No más bebidas alcohólicas para mí.
– Solo tengo una pregunta, ¿qué hago aun aquí? –Dije acomodándome la sabana que me cubría.
Heath se me acercó dándome un beso en la frente– No te pude despertar después de que te quedaras dormida como un tronco. Pero prometo llevarte a tú casa ahora mismo si quieres.
Puse mis manos en mi cara– Creo que sería bueno que me llevaras a casa ahora.
Heath se levanto de la cama, llevaba puestos unos bóxers negros que no recordaba haberlo visto colocándoselos. Aun  así, adormilada y severamente noqueada por la resaca que amenazaba en el fondo de mi cabeza, se me hacía agua la boca al verlo solo con los bóxers. Lo admito, ¡era una pervertida total! ¿Sería mucho pedir que se los quitara?
Heath me observaba mientras yo disfrutaba de la vista.
– Zoey. –Me hizo una seña con su dedo índice– Ven a ducharte bebé. Empecemos el día bien.
Salte de la cama no importándome estar desnuda. Heath me abrazo y me levanto agarrándome de los muslos, enrede mis piernas a su cintura y comenzamos a besarnos como los dos locos perdidamente enamorados que éramos.

***
Papá daba vueltas y más vueltas en la casa, en un principio pensé que era por la presencia del abuelo. Éste se veía demasiado feliz para mi gusto y por alguna razón se había quedado en casa después de la fiesta a diferencia de Betsy y Vincent que se habían ido en la madrugada con Marcus.
Pero luego me pase por la habitación de Zo y me di cuenta que no estaba, su cama seguía estando hecha. Por lo que veía al pie de las escaleras,  Edward estaba más que feliz en la sala con su amiga especial así que no quise molestarlos preguntándoles sobre Zoey que de seguro estaba con Heath.
Zoey estaba al alcance de una llamada pero papá no entendía eso. Me acerque al teléfono que estaba escondido al pie de la escalera y marque el número de Paul antes de darme cuenta de lo que estaba haciendo, y lo peor es que contesto antes de que yo pudiera cortar.
Y no iba a cortar ahora, no era una cobarde.
– Hola, ¿hay alguien ahí?
Me aclare la garganta– Si, lo hay, mira quie...
– Emily. No quiero hablar contigo, ya entiende de una vez. –Su voz se había vuelto fría cuando me contestó y antes de poder responderle me había cortado.
Abrace el teléfono y me quede bastante rato quieta sin saber que más hacer. Las lágrimas amenazaban con caer de mis ojos pero mi mente no las dejaba caer como tampoco podía aceptarlas. No podía, eso era para los débiles y yo no lo era.
Pero, ¿Por qué me trataba así? ¿Qué había hecho? No podía entenderlo.
– ¿Por qué lloras? –Me gire para ver al abuelo Fred. Me asustó pero más me asustó saber que en verdad estaba llorando. De inmediato me sequé las lágrimas con la manga de mi pijama.
– No pasa nada. –Dije mirando hacia otro lado, no lo había visto llegar y eso irónicamente le daba sentido a porque papá caminaba tan silenciosamente– Voy a desayunar.
El abuelo colocó su mano sobre mi hombro y francamente no supe si asustarme o sentirme feliz de que me mostrara afecto ya que nunca lo había hecho.
– Quiero hablar contigo, ¿puedo? –Asentí. Era de esperar que quisiera algo, eso desinfló mi anterior emoción– ¿Dónde podemos hablar?
Le hice una seña indicándole las escaleras– En mi cuarto nadie nos molestará.
El abuelo asintió– Te sigo.
Subí a mi cuarto lentamente con el abuelo detrás de mí. Cuando llegamos; le deje entrar y luego cerré la puerta.
Me senté en mi cama y le indiqué la silla del escritorio pero sorprendentemente él se sentó a mi lado en la cama.
– Sé que no somos amigos. –Me dijo inmediatamente.
Lo mire de reojo– Si. –Le respondí.
Se quedo callado un momento antes de hablar– Quiero que sepas que lamento eso.
Mis hombros se cayeron un poco, estaba preparada para la batalla que siempre teníamos, no para esto.
– Ya.
– Hablo en serio Emily, lo siento. En verdad que lo siento pero detesto verme reflejado en ti. –Pegué un respingo– Si, te pareces a mi tanto o más que tu padre, yo diría que más. En fin, somos testarudos y orgullosos. Una habitación no es suficiente para nosotros dos solos, necesitamos más espacio que eso para nuestros egos.
– ¿Cuál es tu punto? –Le pregunte, los escalofríos no paraban de recorrer mi espalda.
El abuelo suspiró– Quiero entregarle su parte de la herencia a tu padre y él ha aceptado. –Lo mire de inmediato, eso no era posible– Pero… eso no lo hace feliz, y odio decirlo pero siempre he creído que él sería más feliz con su herencia. Cuando le dije que ya no tendría que trabajar tanto como lo hace actualmente casi pude ver como la luz que iluminaba su mirada se apagaba frente a mí.
– Papá es más feliz en un juzgado que en Disney. Ser abogado es su razón de ser, siempre le ha gustado defender al débil de las injusticias del mundo. –Le dije con convicción.
El abuelo asintió– Si, tienes razón. Pero aun quiero darle esa parte por lo menos para que a ustedes nunca les falte nada.
Jugué con las manos en mi regazo– ¿Qué papel cumplo en esta conversación?
– Es difícil pero mis demás nietos no son tan… brillantes como tú y Edward además que ustedes no han visto todos los lujos de los que los otros se han rodeado, no se han dejado llevar por nada. –Suspiró con pesadez– En fin, lo que más me gusta de ustedes es que tú tienes esa actitud de nunca dar marcha atrás y Edward un ingenio con un talento único para las matemáticas y sería maravilloso si se orientará a algo bueno, pero no tiene el instinto de pelea como tú…
– ¿Qué pasa con Zo? –Le pregunte al escuchar que no la nombraba y más porque me asustaba como el demonio que hablara de mí con orgullo marcado en su voz.
El abuelo sonrió, siempre lo hacía cuando hablaba de Zo. Siempre había sentido algo de envidia por ello.
– Ella es… como Shenny, tiene demasiado corazón como para aplastar a la competencia del mundo de la hotelería. –Me miro sonriendo– Tu y yo, combatiríamos a la competencia por el amor a la guerra y a la victoria. Y a veces solo por el placer de hacerlo.
– Por la satisfacción de ver al otro derrotado y tu en la cima con los vencedores. –Sonreí. Siempre había sido competitiva y lo peor es que no me molestaba en nada serlo.
El abuelo soltó una carcajada– ¿Ves a lo que me refiero?
Asentí– Pero aun no sé que es lo que quieres de mí.
El abuelo medito un minuto– Quiero que te hagas cargo de los intereses de tu familia. Que te hagas cargo de lo que les corresponde a tus hermanos y a ti.
Me quede anonadada por lo que me estaba diciendo– Pero aun ni siquiera termino la universidad, todo lo contrario; estoy comenzando.
Él desestimó mi comentario con un movimiento de su mano– Yo te enseñaría todo lo que tuvieras que saber, podrías seguir estudiando leyes o… estudiar el negocio hotelero con una Administración en Hotelería. Claro, yo pagaría cada uno de tus gastos y necesidades que tuvieras, no hay problema.
Sacudí la cabeza eso quería decir…– Tendría que irme a vivir contigo.
Él asintió firmemente– Si, tendrías que vivir conmigo.
Lo mire preocupada y confundida. Había algo dentro de mi que gritaba porque quería entrar al reto y otra parte de mi gritaba porque no quería dejar el hogar y a mi familia. Me abrace el cuerpo al no llegar a un consenso con las partes. El abuelo vio mi preocupación y me tomo entre sus brazos.
– Prometo no ser un viejo metiche si vienes a vivir conmigo, te daré un departamento ¿Eso es lo que le gusta a los jóvenes, no? Un lugar para ellos sin padres o abuelos molestos a su lado.
Le sonreí– Si.
– Bien, te daría un auto para que te movieras en la ciudad aunque preferiría que tuvieras un chófer, aunque si lo quieres solo tienes que pedirlo.
Abrace al abuelo de vuelta– Abuelo, quiero algo.
El abuelo me miro a los ojos– Dímelo y te lo daré.
Me encantaba su convicción cuando no era para algo malo como un contrato de matrimonio– ¿Me abrazas cada vez que extrañe a mi familia?
El abuelo me miro enternecido– Te abrazaré aunque no extrañes a tu familia porque te debo muchos abrazos y cariños mi pequeña.
Con la voz temblorosa le conteste a la pregunta con más importancia de mi vida– Acepto, me iré contigo y me haré cargo de la herencia de mi familia. Voy a vivir contigo.
Sin más me puse a llorar. A llorar porque iba a dejar a mi familia pero si no volaba del nido ahora nunca lo iba a hacer y esto no solo me beneficiaría solo a mí sino que a toda mi familia.
Y lloré porque sabía que en el fondo no quería estar más cerca de nada que me recordará a Paul y a Mitch que también me había hecho mucho daño. Pero por sobre todo a Paul que ya no merecía ni una lágrima pero no podía evitar dejarlas caer por él.
Y lloraba porque ya no podía creer en los hombres, por lo menos sentimentalmente.
– Llora mi pequeña, el abuelo te va a cuidar de ahora en adelante, no te preocupes.
Asentí y deje que me acariciara el cabello como solía hacer papá cuando era una niña pequeña.

***
Mire mi plato, no estaba acostumbrada a comer tanto en las mañanas y menos una montaña de huevos revueltos. Siempre era mi cereal o mi café.
– ¿No vas a comer? Oh no, no me digas. No te gusta. –Heath tenía cara de espanto le sonreí y me comí una gran cucharada de huevo.
– Me gusta pero ¿no creerás en serio que todo esto entra en mi estómago?
Heath no tenía idea de que hablaba– ¿Acaso no?
Seguí comiendo. Era extraño pero aun no recibía llamadas de nadie y eso me estaba preocupando.
– Nadie me ha llamado.
Heath asintió– Si, nadie. Ni siquiera Emily te ha llamado. Voto porque nos vayamos ahora a tu casa algo debe estar pasando.
Asentí pero antes de levantarme de la mesa alguien entro por la puerta– Hola, ¿qué haces aquí Zoey? Y en vestido de fiesta aun.
Mire al padre de Heath; estaba vestido con pijama o mejor dicho con el pantalón de pijama. Me sonroje de inmediato pero antes de que nada más pasara Heath me cubrió los ojos con sus manos.
– ¿Qué te pasa viejo? ¿No conoces la moral? –Heath estaba gruñendo.
Escuche la risa de su padre– Estoy en mi casa, se supone que aun estas durmiendo, nunca te levantas antes de las nueve de la mañana para ir a clases y además se supone que no hay mujeres aquí; aparte de la ama de llaves que hoy no trabaja y Louis que esta durmiendo aun. ¿Qué dices a eso?
Quite las manos de Heath de mi rostro, su padre aun seguía con su amplio torso descubierto ahora sabía de donde había sacado Heath ese cuerpo. El señor Tanner no tenía ni una pisca de grasa en ese cuerpo, cuando joven debía de haber sido todo un rompe corazones, me pregunte si Heath lo era en Francia. Lo mire y este enarco una ceja.
– No seas pervertida. –Eso causo la risa de su padre y mi enojo, así que lo piñizque.
– Me alaga que mi hijo este celoso porque su novia me mira. –Y sonaba encantado– Ahora les digo que se vayan de una vez porque tu padre Zoey debe estar que se come vivo a alguien.
Heath rezongó– Si, ya nos vamos.
Su padre nos hizo unas señas– Vamos muévanse de una vez. Y si Edward les dice algo solo díganle que yo los estuve vigilando.
Le sonreí agradecida y Heath se dio un abrazo luego salimos haciendo unas cuantas señas para despedirnos.
Cuando subí al auto volví a revisar mi móvil pero aun no tenía señales de vida de nadie, quería llamar pero era mejor llegar primero a casa. Aun no sabía que iba a decir y Heath había comenzado a hacer andar el auto.
– ¿Qué vamos a decir cuando lleguemos a casa? –Le pregunte algo nerviosa.
Heath me miro un instante antes de seguir conduciendo– Estaba pensando; Nos quedamos en mi casa después de ir a la playa y nos quedamos dormidos. No es lo mejor que se me ha ocurrido pero es… factible, supongo.
Su poca seguridad me asustaba aun más pero era mejor eso que decirle a papá que habíamos estado haciendo y además que aparte de eso me había emborrachado. Que vergüenza.
– Me parece genial. –Le sonreí apenas.
El viaje a casa me pareció realmente rápido. No quería bajar cuando el auto se estacionó en la entrada de la casa.
– Zoey, es hora de que bajemos y que seamos responsables… por un momento.
Con un suspiro salí y me dirigí hasta la puerta de la casa. La abrí con la llave escondida y entre esperando encontrar de inmediato a mis padres al otro lado pero no había nadie y se escuchaba unos cuantos alaridos desde la sala.
Le hice una seña a Heath que estaba detrás de mí y seguí hasta mi cuarto. Me cambie de ropa rápidamente y salí para reunirme con Heath que me esperaba fuera de mi habitación. A diferencia de él que estaba tan relajado con su ropa sport yo me puse un vestido celeste con unas bailarinas, peiné mi cabello con las manos y estaba lista. Bajamos sin hacer ruido y entramos con todo a la sala.
Todos se quedaron callados. Todos eran; Papá, mamá, Emily y el abuelo. Por alguna razón Eward no estaba.
– Hola. –Saludamos Heath y yo.
Papá gruño algo inentendible– Ustedes… voy a hablar con ustedes después que resuelva esto.
Emily se levanto del sofá, aun estaba en pijama– No hay nada que resolver me voy de aquí con el abuelo, él me va a cuidar. No es como si me escapara de casa para irme con el circo.
– ¡Te vas! –Grite y señale al abuelo que estaba frunciéndole el ceño a Heath a mi lado– ¿Cómo que te vas? ¿Y con él?
El abuelo se enderezó en su asiento– Como es eso de “él”.
Me acerqué a él y le piñizque la mejilla– Aun no estas perdonado por ese tonto trato que hiciste con el abuelo de Heath, ¿cómo pudiste?
El abuelo se veía en verdad arrepentido– Pero mi pequeñita yo pensaba en lo mejor para todos… pero no pensé bien todo. ¿Me perdonas mi Zoey?
Hice un puchero– Promete que nunca más harás algo tan malo como eso. ¡Promételo!
El abuelo se levantó quedando por sobre mi, era un hombre muy alto– Lo prometo mi pequeñita. Nunca más haré nada como eso de nuevo, excepto si ese primo tuyo Rick no se endereza le he dicho a Jessy que haga algo con él, lo mismo con Henry pero no hacen nada por quitarle todos esos pirsin de la cara.
Nos reímos de eso, el tío Henry estaba casado con la hermana de papá y Rick era la oveja negra de la familia. Después de eso nos abrazamos y deje que me diera un beso en la frente haciéndome cosquillas con su barba. Todo volvía a la normalidad, ya que, nunca había podido enojarme con él, sentirme dolida tal vez pero nunca estar enojada.
– Bien, ya hicimos las paces todos aquí presentes, no hay nada más que…
Papá gruñó de nuevo– No te vas a ir de aquí.
– Si, me voy. –Emily comenzó a pasearse– Quiero ir, es la mejor oportunidad que me pudo haber ocurrido en mi vida, iré a la universidad y me haré cargo de algo importante…
Papá tenía cara de desesperación– Pero es que eres mi niñita…
– Y ahora ha llegado la hora en que salga del nido para seguir mi vida. Para conseguir una, por favor papá entiende eso. Quiero ir.
Mamá colocó su mano sobre la de papá– Nuestra pequeña ya creció y este es el momento cuando nos damos cuenta de ello.
Papá estaba triste– Si es lo que más quieres, es lo que tendrás. Sé lo que quieras ser y ve donde quieras estar. Yo estaré rezando por ti y por tu futuro.
Emily sonrió encantada cuando papá le extendió los brazos. Yo también estaba feliz por ella y algo triste por separarme de mi hermana pero siempre podía ir a verla.
Papá se dio la vuelta– Y ahora ustedes dos…

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