lunes, 5 de diciembre de 2011

I Don't Understand Nothing: Capitulo XXI



Un grito llamo mi atención, me gire una y otra vez para ver de quien eran los gritos. Un golpe me hizo volver a quedar en negro y de pronto estaba en el suelo de la habitación de Emily quien gritaba como si estuviera poseída por algo.
Me levante con cuidado, Emily era terrible con sus pesadillas.
– Em, despierta soy yo. – Estaba diciendo Edward tranquilamente.
– ¡No!! ¡Déjame!!!! ¡No!!! – Emily pateaba hacía todos lados. Trate de acercármele pero me alejo de un golpe.
– ¡Emily!! ¡Calma!! ¡Soy Zo!! – Edward la agarro de los brazos mientras intentaba despertarla.
– ¡No me toques!! ¡No!!! – Emily rompió en un llanto desesperado. ¿Dónde estaba papá cuando lo necesitaba? ¿Qué hacía en estos casos para que se calmara?
– Emily cariño, calma. – ¿Por qué hacía esto? ¿Por qué lloraba? Yo también quería llorar. Mi hermana no despertaba y no sabía como hacer para que se diera cuenta que estaba en una pesadilla.
La puerta de la habitación se abrió de par en par. Me quede momentáneamente en shock, ¿por qué estaban aquí?
– ¡¿Qué sucede?! – Nos grito Paul. Probablemente no dábamos la mejor impresión estando encima de una Emily descontrolada porque la mirada de Paul estaba prendida con fuego.
– ¡Suéltame por favor!!! ¡Suéltame!!! – Mire a Emily una vez más. La sacudí un poco pero el esfuerzo fue en vano, no me hacía caso alguno.
Edward me miro y me hizo una seña, cuando asentí le soltó los brazos y yo me aleje de inmediato para no ser golpeada.
Emily siguió revolviéndose en la cama. Mire para ver a Paul que estaba más confundido que enojado.
– No despierta ¿dónde están papá y mamá? – Me pregunte en voz alta.
Edward fue de inmediato a la puerta. – Voy por ellos.
– Emily… – Hable despacio tratando aun de llamar su atención.
Paul puso una mano en mi hombro, – Déjame intentar, quédate por ahí con Heath mientras tanto.
– Ok. – Heath me envolvió entre sus brazos.
Ambos vimos como Paul subió a la cama con movimientos cuidadosos, puso las manos primero y después se apoyo con todo su cuerpo.
Las manos de Paul se cerraron en un brazo de Emily antes de que lo golpeara, en cuanto ella se puso a forcejear con desesperación comenzó a acariciarla con movimientos pausados y a hablarle cariñosamente. – Mon chère, C’est moi Paul. Me mon ange du cœur. – Mi querida, soy yo Paul. Mi ángel de mi corazón.
Emily sollozo, – ¿Paul?
– Oui, C’est moi. – Paul la abrazo contra su pecho. – Me petite ange.
Emily se abrazo a él y volvió a dormir supuse.
Suspire de alivio. – Gracias a Dios que estabas aquí.
– ¿Qué fueron todos esos gritos? – Vincent y papá estaban parados en el umbral de la puerta.
Le fruncí el ceño, tenía la cara menos marcada que antes pero había algo extraño en él, su mirada no estaba bien parecía asustado y no parecía que se hubiera acabado de levantar, sino más bien lucía como si no se hubiera ido a dormir aun.
– Emily tenía una pesadilla. – Dije mirando como ahora estaba en los brazos de Paul durmiendo relajadamente.
Papá se paso las manos por el cabello. – Gracias a Dios ahora esta mejor, no se como se me olvido lo sensible que es a las peleas, mi pobre niña.
– Paul logró lo que nosotros no pudimos, le hablo y la tranquilizo del todo, fue algo sorprendente de ver.
Papá me miro alzando una ceja, no me creía. Bueno no era para menos, Paul estaba vestido solo con sus jeans mientras abrazaba a Emily. – Ah-ha, si.
Le mostré con las manos como Paul aun arrullaba a Emily, diciéndole cosas en murmullos en francés que ni siquiera podíamos entender pero que obviamente hacían bien su trabajo.
Heath me apretó los hombros con las manos, – No tientes la suerte amor.
– Bien, pero es obvio que Paul la relaja. – Los mire a todos, – Creo que es mejor que los dejemos solos para que Emily descanse.
Papá me miro como si estuviera loca. Edward no estaba más convencido y Heath negaba rotundamente a mi lado. Mire a Vincent que estaba sonriendo, cuando capto mi mirada vocalizo; “Lo van a matar”.
– Por favor papá. – Dije bajito e intentando la cara de perrito de mamá.
Papá me sonrió, – Si te llega un sobrinito, tu vas a ayudar a cuidarlo. Yo, me lavo las manos. Vamos. – Antes de salir me miro de arriba abajo. – ¿No tiene ese pijama otra parte?
Me mordí la lengua. – No.
Mire a Heath que se removía a mi lado. Lo mire con detenimiento, estaba vestido con sus jeans negros y su camisa colgaba abierta de sus hombros, dejando ver su pecho totalmente desnudo. Mis manos picaban por tocar y estaba segura que mi boca estaba abierta.
Papá tosió. – Vamos a dormir, cada uno a su habitación.
Me cruce de brazos, – Por supuesto.
Con eso nos dejo solos, Edward se encogió de hombros y se fue seguido de Vincent. Entre a la habitación para recoger mis cosas. Me acerque a Paul y le di un beso en la frente.
– Buenas noches, cuídala mucho. – Paul asintió sin dejar de cantar el arrullo con el que mantenía a Emily tranquila. Eso era lo que murmuraba.
Moví las cobijas y Paul se acostó con Emily en sus brazos, los arrope bien y me fui. Cerré la puerta despacio.
– Te dejo en tu cuarto. – Pegue un salto. Heath estaba parado contra la pared.
Respire profundamente. – Me diste un susto horrible.
– Así tienes la conciencia amor, – Me tomo el pelo.
Me puse las manos en la cadera. – La tengo mejor que tu.
Heath alzo una ceja. – ¿Ah si?
Asentí. Moví mis manos a la altura de mis pechos. – No dejas de mirarme el busto ni las piernas.
– Tú pusiste la carne a la parrilla, yo solo espero el festín.
Lo tome del brazo. – Te quedarás con las ganas. Me voy a dormir.
Heath puso mala cara. – No me vengas con cosas. Quiero hacer algo más que mirar, aunque no sea el momento.
Heath me abrazo por la cintura y yo le devolví el gesto. – Tengo una duda.
Heath me beso en la sien. – No, no llevo bóxer.
Me coloque roja y Heath se rió de mí. Lo piñizque al costado, no quería arruinar ese hermoso six pack. – No era eso. Solo quería saber qué haces aun aquí.
Heath dejo de reírse de mí. – Tu madre dijo que era demasiado tarde para que nos fuéramos y que era mejor que durmamos en el sofá. Termine durmiendo con Paul en la habitación de Edward. – Heath bostezo. – Deberían de darle una cama más grande, ya me duele mi espalda.
Acaricié su espalda. – Pobrecito mi amor.
Heath gimió. – Tu cama es más grande.
Abrí los ojos de par en par. – ¿No es eso una sentencia de muerte?
– Amor, déjame no estoy pensando ahora y me siento feliz, ahora durmamos juntos haciendo cucharita. – Francamente no creía que eso fuera posible. – Me portaré bien, además no traigo condones.
Le di un codazo y camine sola a mi habitación. ¿Por qué tentaba a mis hormonas? Aunque no estaba segura si estaba enojada porque hubiera dicho eso o porque no tuviera los malditos condones, creo que por ambos.
Ya no me reconocía.
Llegue a mi habitación y me lance a mi cama. Estaba helada en comparación de la cama de Emily, claro que mis quejas se apagaron cuando Heath se acostó a mi lado.
Sus manos me rodearon. – Después de esto puedo morir tranquilo.
– Que bien, porque si papá te ve aquí te va a matar y no de la forma dulce.
– Ah ha, ¿me puedo quitar los pantalones? – Un escalofrío de anticipación me recorrió. Asentí lentamente. – Descuida, si llevo bóxer, no es lo mío andar sin ellos.
Suspiré desilusionada definitivamente. – Que bien. – Dije.
Heath salió de la cama y escuche como la ropa caía al suelo. – Listo. – Dijo metiéndose en la cama de nuevo.
Esta vez cuando entro en la cama su cuerpo se pego al mío. Íbamos a dormir a cucharita esperaba. O tal vez no, sus manos se posaron en mis caderas haciendo círculos en mis piernas.
– Heath…
– Déjame cumplir un sueño. – Me beso el hombro y el cuello pausadamente. Me arquee un poco cuando sus labios atraparon el lóbulo de mi oreja y sus manos se cerraron en mis pechos.
– Heath… – Volví a gemir.
Heath no me respondía, simplemente siguió haciendo lo que tenía entre manos. Coloque mis manos entre las suyas, que ya estaban bajando las tiras de mi pijama. De un jalón sus manos me dieron la vuelta y él enterró su cara en mi pecho, enrede mis manos en su cabeza para mantenerlo ahí, me encantaba como jugaba con mis pechos me arquee para él.
Heath se levanto haciendo que me quejara, no quería que parara. – Dame espacio, ábrete de piernas para mi nena.
Hice lo que me dijo sin titubear. Él se coloco entre mis piernas y comenzó a besarme, sus manos estaban puestas; una en mi cadera y la otra jugueteaba con uno de mis pezones. Enrede mis piernas en sus caderas, presionando una y otra vez hasta que logre que gimiera tanto como yo lo hacía con sus juegos.
La boca de Heath se movió hasta mi cuello donde me chupo sin consideración. Pase mis uñas por su espalda desnuda, por alguna razón necesitaba marcarlo y él no estaba lejos de hacer lo mismo con mi cuello.
– Te deseo tanto cielo. – Dijo contra mi cuello. – Tengo tantas ganas de estar contigo, de estar dentro de ti de nuevo.
– Heath, no podemos… – Jadee.
Heath gruño contra mi cuello. – Lo sé amor, lo sé. Pero eso no evita que no disfrutemos un rato.
Jadee, su mano piñizco mi pezón. Me arquee de nuevo. Solo que esta vez me restregué contra su erección. Su jadeo fue mi premio, sonreí descaradamente. Heath se separó de mí y me miro frunciendo el ceño. Gemí cuando se restregó contra mí.
– ¿Crees que eres la única que puede? – Heath me sonrió pícaramente, – Creo que vamos a dormir algo tarde.
Moví mi mano hasta acariciar su erección. – Creo que si.
Heath se removió, – No vayas por ahí dulce o no voy a responder.
– ¿No te molesta? – Heath puso en blanco los ojos. – Me refiero a que sería mejor que eso desapareciera.
Heath me dio la vuelta dejando mi espalda contra su pecho. – Mejor hasta ahí o no voy a parar.
– No pares. – Refunfuñe.
Heath coloco su cara contra la almohada. – Duerme.
Me acomode más contra él. – No.
– Si. – Dijo colocando una de sus manos en mis caderas.
Me baje las tiras del pijama y restregué mi trasero contra él, agarre una de sus manos, y la lleve hasta mis pechos expuestos. Su reacción fue inmediata, su mano apretó mi pezón.
– Eso no es justo. – Dijo contra la almohada. Sonreí complacida de tener su mano allí. Se podía quejar pero su mano seguía estando allí. – ¡Demonios!
Se movió tan rápido que apenas me di cuenta cuando volví a estar debajo de él de nuevo. Con una de sus manos agarró las mías y las mantuvo por arriba de mi cabeza y con la otra me abrió las piernas. Gemí. Su beso llego rápido y duro, su lengua jugaba contra la mía. Jadee contra su boca cuando su mano se metió dentro de mis bragas y uno de sus dedos me sondeo.
– Muévete contra mí, ahora.
Mi mente dejo de funcionar después de eso.
Sus manos me acariciaron hasta no poder más y eso fue todo antes de desconectar.
La luz de día me golpeo de frente, ¿qué diablos? Había vuelto a tener un sueño erótico con Heath.
– Debo de dejar de soñar esas cosas, no me hacen bien.
– ¿Puedo preguntar sobre que sueños hablas? O espera ¿incluyen sogas y látigos? Soy accesible por si quieres.
Mire a Heath como si fuera un extraterrestre. – Oh…
Heath ladeo su cabeza fingiendo inocencia. – ¿No?
– No recuerdo como llegaste aquí… y no sé que haría con una soga y un látigo. – Definitivamente no tenía ni idea.
Heath me atrajo a él y me abrazo dulcemente, – Se me olvida que solo tienes dieciséis, mi bebe es tan inocente.
Me separe de él. – No te entiendo.
Heath me sonrió complacido. – Dejémoslo para otra vez. Oh, eres tan dulce.
Me sonroje, sabía que me estaba perdiendo en parte de la conversación. – Bueno, después me lo vas a explicar.
Heath no dejaba de sonreírme, me estaba poniendo de más tonos de rojo. – Lo más gráfico posible.
Se levanto de la cama, dándome una gran vista de su trasero.
– Que lindo.
Heath se dio la vuelta de inmediato, sorprendido. – ¿Me estabas mirando el trasero?
Me mordí el labio. – Puede ser.
Heath se quedo con la boca abierta y se miro el trasero. – Pero sino tengo nada de eso.
Me levante de la cama con cuidado, me sentía algo sensible en ciertas partes. Salí de la cama y le piñizque el trasero.
Me mordí el labio de nuevo. – Definitivamente si tienes algo ahí.
Camine contoneando las caderas a propósito, mire sobre mi hombro. Sip, lo había conseguido, me miraba embobado. Me levante el faldón del pijama.
– Creo que ya no vas a poder adivinar hasta donde me llega.
Heath trago saliva. – Me imaginaba que ese era tu adorado pijama de la otra vez. Y déjame decir que no me desilusiono para nada, un escote que provoca y ¡Dios! Esas piernas.
Sonreí y entre al baño. Me sentía tan especial, él me hacía especial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario