domingo, 12 de agosto de 2012

No Wait!: Capitulo XX



Estaba terminando de preparar mi hamburguesa después de freír con mucho cuidado la carne y cortar tomate y lechuga al ritmo de una canción que nunca llegue a reconocer pero Raluca, la cocinera, decía que era una canción típica de su pueblo, ella tenía sangre gitana.
–Jovencita, su abuelo la esta llamando. Al parecer cree que esta en su cuarto.
Me mire, después de mi tortilla de huevo había subido a cambiarme y a arreglarme. Pero las ganas de comer mi hamburguesa no me abandonaron nunca.
La mire con cara de perrito.
–Oh no, no señor, vaya a comer con él.
Tome mi hamburguesa y la coloque en un plato.
Entré en el comedor y con mucho cuidado de no dejar caer mi plato moví la puerta. Todo el mundo ya estaba en la mesa, y tía junto a Robin parecían algo sorprendidas de verme.
–Buenos días.
Sam llegó corriendo detrás de mí y chocando conmigo, por lo que casi se me cae la hamburguesa.
–Cuidado.
–¡Primita! –Me grito abrazándome como loco.
–Suéltame, vas a tirar mi comida.
Zack entro después– ¿Cómo estás hoy? ¿Mareos? ¿Nauseas? ¿Algo?
Sam me dio la vuelta, quitándome el plato y dándoselo a Zack– ¿Te pasa algo? ¿Estás enferma?
–No, no lo creo pero no te preocupes por mí, hoy voy al nutricionista y sabré que pasa.
Sam me abrazo– Ojala sea eso, nos preocupaste mucho.
Zack pasó por mi lado llevándose mi hamburguesa.
–¿Dónde vas con eso?
Zack me frunció el ceño– No te vas a comer eso, es asqueroso que te la comas para desayunar.
–Emily siéntate aquí conmigo. –El abuelo estaba sirviéndose café– Y deja esa cosa en otro lado.
–Quiero comer mi hamburguesa, me costo mucho tiempo prepararla.
–Si, me imagino por toda la mayonesa que tiene esa cosa. –Sam tenía la tapa de pan en su mano.
Me senté al lado del abuelo– No es justo.
–¿Cómo que vas al nutricionista?
Asentí– El doctor dijo que debía ir al nutricionista, estoy bajo peso según él, que es probable que por eso me sienta débil. –Agregué sabiendo que el doctor pensaba algo muy distinto. Esas malditas pruebas de embarazo no dejaban mi mente.
El abuelo siguió tomando su café.
Comí algo de pan con desgana hasta que Robin me dio, a pesar de las miradas de los demás, mi hamburguesa, gracias a ella terminé de desayunar satisfecha con todo.
–Eres un ángel Rob, gracias.
Ella se sonrojo– De nada Emily.
De pronto algo se ilumino en mí– ¿Hasta que hora tienes clase hoy?
–Hasta el medio día, hay reunión del profesorado.
Tío Zack no se veía muy contento– Y, ¿cuándo pensabas decirlo jovencita?
Vi como la pobre escondía la cara con la capucha de su camiseta. Hoy estaba vestida con una jardinera de color azul eléctrico y su camiseta con capucha y de manga larga, un atuendo típico en ella.
Como estaba sentada a mi lado puse mi mano en su hombro– ¿Quieres ir de compras conmigo? Tengo que ir al medico y luego quedo libre.
Robin se iluminó de pronto– ¿Por qué no voy contigo al hospital?
El golpe en la mesa me pillo desprevenida– No, tú vas al instituto, pero si después  vas a llevar a mi hija en auto, te sugiero que lleves un chofer, no quiero que pierdas el conocimiento conduciendo y termines matándola.
Mire a tío, se veía bastante enojado y no sabía porqué, y los más raro paso cuando me sentí terriblemente mal, ¿en verdad creía que pondría en peligro a Robin? Eso no era justo, la idea se me acababa de ocurrir y no pensaba en usar mi auto… sentí ganas de llorar y solo apenas logré controlar las lágrimas.
–¿Qué te pasa Zackary Stonel? –Tía lo miro con cierto enojo, esto nunca lo había visto, bueno solo un par de veces pero no así en frente de todos.
–Nada, –Al ver que tía no le creía añadió– Después hablaremos.
Tía se levantó de su asiento– Te lo haré recordar.
El abuelo me dio la mano– ¿Quieres que te acompañe al nutricionista?
Asentí, no me apetecía nada estar sola. Y comenzaba a sentirme bastante mal, tal vez no era buena idea que fuera con ella de compras.
–Si, primero debo llamar al hospital, ¿tienes una guía telefónica? –No tenía idea del número del hospital.
El abuelo se levanto– Vamos a mi estudio.
Salimos del comedor y al cerrar la puerta se dirigió a mí.
–Tú tío esta preocupado por Robin, esta teniendo ciertos problemas, le llamaron del instituto y le dijeron que ha dejado de estudiar y no saben porqué. Ella no le ha hablado de lo que pasa en el instituto. –Me tomo del brazo y caminamos por el pasillo– Cree que la está molesta por algo.
–Eso no quiere decir que me trate mal por eso. –Aun me dolía el comentario y creía que no lo iba a olvidar así como así.
Al final el abuelo terminó consiguiéndome una hora para el nutricionista, debía esperar porque iba a ser a las diez treinta de la mañana y eran cerca de las nueve.
Fui a mi cuarto y lo primero que vi fueron los test de embarazo, tome las tres cajitas y las lleve al baño. Ya en mis manos me sentí diferente, decidí ignorarlos, los deje en el estante que había en el baño para la ropa.
Iría al nutricionista y eso sería todo, no podía estar embarazada, solo había sido una vez el descuido después Paul y yo habíamos ocupado protección.
Me mire en el espejo del baño, no me veía diferente y Zoey me había mencionado una vez que antes de enterarse que estaba embarazada sentía le dolían los pechos y sentía el vientre hinchado. Mire mi vientre, sentía que estaba algo hinchado pero podía ser que estaba cerca mi menstruación, y ahora que lo pensaba también el deseo de dormir y sentirme algo sensible. Si, eso debía ser, ¿cómo pude olvidar que estaba pronta a menstruar? Que tonta, debía haberme intoxicado con la comida y de ahí los vómitos.
Ya más tranquila con mi resolución busqué ropa para ir al hospital, me vestí con más ánimo del que tenía cuando me levante y recordé tomar mis vitaminas, por alguna razón salí feliz de mi cuarto a reunirme con el abuelo en su estudio.
–¿Sabes que me recuerdas a papá con todos estos estantes horribles de libros?
–Él me copio a mí. –Estaba sobre una escalera buscando algo entre los libreros– Estoy contigo en un minuto.
Me acerqué a él– ¿Qué haces ahí? ¿Te ayudo?
–No, déjalo así puedo solo, además te puedes caer. –Sacó un libro gigantesco del último rincón del librero– Lo encontré.
Mire con interés lo que tenía en sus manos, se veía antiguo– ¿Qué es eso?
El libro estaba forrado en cuero– Son los primeros registros de mi primer negocio; era una constructora.
Me senté en un sofá– Te sientes nostálgico.
–Si. –Se puso a hojear el libro– Quería recordar cómo empecé, a veces es bueno recordar de donde empiezan las cosas, los primeros pasos que diste siempre son los más importantes.
Mire mi el reloj de su escritorio– Ya casi es hora.
–Cierto, vamos. –Dejo el libro sobre su mesa.
En la consulta me encontré con una nutricionista y tuve que pasar por varias pruebas de peso y otras cosas, me sacaron hasta sangre. Iuk.
El abuelo estuvo siempre a mi lado sin quitarme la vista de encima, comenzaba a asustarme la atención que me estaba colocando.
–Estás sana, pero te voy a dejar una dieta. –La mire, la nutricionista parecía una modelo y comenzaba a sentirme demasiado huesuda a su lado, ¿tendría el estado contrario a la anorexia?
–Tenemos unos cinco minutos antes de la próxima consulta.
Lo mire sorprendida– ¿Qué consulta?
Me sonrió– Lo siento pero te puedes enojar si te lo digo y ya estamos bien, ¿no?
Lo mire feo– Sabes, no tenía idea que te había molestado anoche mi respuesta.
–Aquí esta tu dieta, dale prioridad a la fruta, verduras y mucha fibra. Evita las grasas dañinas.
El abuelo se rió– Eso esta bien, hoy se comió una hamburguesa para desayunar.
Ante la cara de horror de la doctora tome al abuelo y salí de allí.
–¡Gracias por todo! –Le grite– ¿Algo que decir abuelito?
Me sonrió encantado– Tienes una cita con la ginecóloga.
–¿Por qué?
Paso su brazo por mis hombros atrayéndome a él– ¿Te hiciste las pruebas de embarazo?
Me sonroje pero negué– Tú las dejaste en la mesita.
–Si, Zack te llevo hasta tú cuarto y yo llevé la bolsa, sentí algo de curiosidad pero nunca pensé… –Me apretó más a él– No pensé que me tuvieras tan poca confianza.
Suspiré– No es eso, solo que no me siento cómoda con esas cosas, ni siquiera se lo he dicho a Jane ni a Zoey.
–¿Crees estar embarazada? –Me quede callada– Dime la verdad.
–Puede ser, pero no creo que sea así. En serio, solo creo que me esta por llegar el período y que tal vez me intoxique con algo. –Le dije con bochorno.
El abuelo asintió– La ginecóloga lo dirá.
–No puedes saber eso, y ella no lo sabrá con seguridad. –Le suplique con la mirada– Vámonos, ¿si?
–No, ya llegamos. –Toco a una puerta, una joven me miro– ¿Usted es la doctora Dawson?
Asintió– Emily Stonel, supongo.
Asentí– Soy yo.
–Pasa, por favor. –Se movió para hacerme paso. El abuelo iba a pasar pero la doctora lo paro– Lo siento, después lo haré pasar cuando hayamos terminado.
–Genial, creo que necesito hacer otro trámite. Vendré luego.
Corrí hasta él– ¿A dónde vas?
Me dio un piñizco en la mejilla– No te preocupes.
Seguí a la doctora dentro aun desconfiando del abuelo.
Por inercia me senté en la camilla, la doctora se sentó a mi lado mirándome interesada.
–Es muy especial tú papá.
Le sonreí– Es mi abuelo, pero si, es especial.
–Me dijo que no te sentías bien y que temías estar embarazada. –Asentí apesadumbrada, iba a tener una charla con ese viejito– ¿Cómo te has sentido?
–Confusa, rechazada, triste… –La mire sonriendo– He tenido nauseas, entre otras cosas.
–Genial, te voy a revisar, te preguntaré unas cosas y me vas a responder con sinceridad.
–Bien. –Dije, de todas formas que podía preguntarme que fuera tan terrible.
–¿Cuándo fue la última vez que tuviste relaciones? ¿Tienes una sola pareja? Y, ¿te ha llegado tu período dentro de ese lapso de tiempo?

El abuelo llegó veinte minutos después, entró como si fuera el dueño del lugar y sin importarle que me estuviera colocando la camiseta cuando abrió la puerta de par en par.
–Nunca te perdonaré esto.
–Sé que me vas a odiar, ¿Doctora cómo está mi pequeña?
La doctora me sonrió– Creo que podría estar embarazada pero recomiendo una prueba de embarazo, puede pedirla en los laboratorios, la respuesta va de uno a dos días.
–Vendremos otro día.
–Genial. –Dijo la doctora ya abriendo la puerta.
El abuelo me dio la mano para bajarme de la camilla– La verdad, ya tenemos una hora pedida, tenemos que ir ya.
Le di una sonrisa tensa– ¿Qué?
–Que ya vamos tarde, apresúrate.
Me despedí de la doctora– Gracias por todo.
–De nada, si estás embarazada vuelve y así comenzaras tus cuidados de premamá.
Asentí y fulmine con la mirada al abuelo.
–Ya verás.
–Me lo agradecerás, te lo aseguro.
–No lo creo.
–Comienza a creerlo, porque aquí. –Toco mi pancita con su mano– Podría estar mi primer bisnieto y quiero cuidarlo desde sus primeros meses de vida dentro de ti.
Le golpee la mano– O, puedo estar intoxicada.
Dos días más tarde llegaron los resultados.

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