jueves, 16 de agosto de 2012

No Wait!: Capitulo XXI



Mire el papel, pero si hace un par de días estaba tan animada, bueno eso se lo debía a la salida con Robin. Lo había necesitado después de todas esas citas con los doctores que me había pedido el abuelo.
Eso había sido memorable, tirada en la piscina comencé a recordar ese día.

~Maldito día.
–¿Cómo estás ahora? –Me pregunto el abuelo, ya en el auto.
Estaba de muchas formas enojada, nerviosa y algo antipática, decidí resumir– Molesta.
–Eso es bueno. –Lucía feliz, muy feliz.
–No lo es. –Canté– Tengo una cita, y voy tarde gracias a ti y tus múltiples citas al médico.
–Llámale a tu cita y dile que ya vamos.
Me quede horrorizada– Supongo que no nos vas a acompañar, porque es una cita de chicas.
Me dio un rápido vistazo– Y ¿qué van a hacer?
Le sonreí con malicia– Voy a hacer sufrir a esa niña.
El instituto de Robin era un instituto para chicos ricos, se veía la opulencia desde lejos.
–Debes de estar bromeando. ¿No les dijeron que el estilo gótico murió hace tiempo?
La risa del abuelo me dijo que estaba de acuerdo– Es el mejor instituto y además esta de acuerdo con los estándares de seguridad que se le exigen por los niños que vienen a este colegio. Niños como tu prima Robin.
–Bien, ahora dime un pro que una chica de la edad de Rob entienda para aceptar un colegio como este.
–No es obligatorio usar uniforme.
Eso me lo decía todo– Lo acepto.
–Que bien, deberías llamarle a Robin y deja de llamarla Rob, a Zackary no le agrada que la llames como si fuera un chico.
Apoye mi brazo en la puerta del auto– Si es mi culpa decirle así, entonces es más su culpa ponerle nombre de chico.
–Era el nombre de la madre de tú tía Zara que falleció antes de nacer Robin.
–Ya entendí, historia triste. –No necesitaba más historias que me hicieran llorar, mi vida de por sí empezaba a ser una historia triste. Saqué mi móvil y marqué el número de Robin.
–¿Aló? –Me quede helada.
Corté y volví a marcar el número de Robin– ¿Robin?
–Esta en gimnasia. –Dijo el mismo chico que me había contestado antes.
–Ok. –Volví a cortar. Mire por el rabillo del ojo al abuelo– ¿Dónde esta el gimnasio?
El abuelo se estacionó– Ves la puerta principal del edificio, ¿cierto? Sigues el pasillo al fondo y vas a ver el gimnasio, otra maravilla del arte gótico del lugar. Te va a encantar.
Me reí de su ironía– Gracias, de aquí nos iremos en taxi, descuida.
El abuelo se mantuvo en su lugar– Las esperaré y luego las llevaré a donde tengan que ir, después me iré.
Rodee los ojos– Esta bien, ya vuelvo.
Salí del auto y camine hacia la entrada, para tener todos los elementos de seguridad necesarios, este colegio no parecía tener guardia ni nadie que tomara la identificación de las personas. Seguí el camino sin ver ni oír a nadie, camine hasta el final del pasillo y salí a un patio que se veía muy ameno, incluso tenían una pileta con forma de ángel. Cuando levante la mirada, supe porque el abuelo era tan irónico con el gimnasio, era grotesco con sus vitrales, ¿por qué había vitrales en un gimnasio? ¿Quién rayos había hecho esa cosa?
Las puertas estaban a un costado por lo que no me fue difícil dirigirme hasta allá, al entrar me encontré con una escena que no me gusto nada.
–Dame mi móvil, por favor. –Robin saltaba para alcanzar su teléfono que lanzaban de un lado para otro unos chicos– ¡Por favor! Alguien me llamo y quiero saber quien, por favor.
–Primero dame un beso y luego te lo doy. –Dijo uno reteniendo el móvil en alto– ¿Un trato?
Robin intento agarrarlo y el chico la abrazo– Me encantan tus curvas rubita.
–¡Suéltame! No me agradas.
El chico bajo su cabeza– Dame un besito.
–¡Suelta a mi prima imbécil! –Grite– ¿Te gusta aterrorizar chicas? Inténtalo conmigo si te atreves.
El chico se me acerco después de soltar a Robin– Nos estábamos divirtiendo, nada más.
Cuando estuvo a un metro de mí lancé una patada frontal conectando con su cara, antes de hiciera algo más me acerque y le di un rodillazo en el estómago sacándole el aire y rematando con un golpe en el cuello. Nadie se metía con mi prima, era como lanzarle piedras a un gatito.
–¿Alguien más que quiera meterse con mi prima? –Les pregunte a los otros tres chicos.
Los tres me miraron y estaban por acercárseme cuando me puse en guardia. Algo que había aprendido de entre todas las cosas desde mi llegada a casa del abuelo era a defenderme, eso se lo debía a Marcus que ya era cinturón negro segundo Dan, por lo que estaba calificado para enseñar, según él. Y había sido un buen maestro.
–Voy a sacarle los dientes al primero que se me acerque. –Le di otra patada al que ya estaba en el piso.
Robin recogió su móvil del suelo, donde había caído hace un rato, y corrió hasta mí– Em, vámonos por favor.
La agarre de un brazo– Si alguien nos sigue, me encargaré de que su vida se haga miserable.
Robin comenzó a retroceder– Vámonos.
Uno de los chicos que estaba sentado lejos del resto se levanto y me sonrió de forma desagradable– Entendemos. –Miro a Robin de forma distinta que no pude reconocer, de ninguna parte sacó una mochila y se la mostró a Robin– Nos vemos el lunes dulce Robin.
Robin se sonrojo cuando fue a tomar su mochila– Si.
Lo mire con odio– Atrévete a acercártele y te mato.
Esta vez cuando agarré a Robin la arrastre conmigo fuera de ese grotesco lugar. Una vez fuera la enfrente.
–Como es eso de “nos vemos dulce Robin” y eso de “si”. ¿Qué les pasa a esos tipos? –Comencé a levantar la voz con cada palabra– Dime.
Robin se sonrojo– Él no es tan malo y siempre los para cuando cree que los chicos se exceden molestando, no soy la única a la que molestan esos chicos de último año. –Le sostuve la mirada hasta que bajo la cabeza– Bueno, soy la única de mi salón a la que molestan pero sé que pronto se van a aburrir.
–No lo creo si sigues actuando de esa forma, debes dejarles las cosas claras. –Le dije, lamentando un poco que mi voz sonara tan dura.
Me sentí mal por ella al verla tan hundida en la vergüenza.
–Vamos, tenemos una cita. –Suspire– Y el abuelo nos esta esperando.
–¿Cómo te fue en el médico?
La abrace al verla tan preocupada– Me dieron una dieta, después en la ginecóloga me hicieron una revisión…
–¿Por qué estuviste en la ginecóloga?
–Porque es probable que vayas a ser tía. –No pude evitar hablar con sinceridad sobre lo que en verdad pensaba de mi situación con ella, al ver genuina preocupación en esos ojos azules, no creía que alguien se pudiera negar.
¿Cómo tenían esos chicos corazón para maltratarla?
Eran unos imbéciles.
–Emily…
–No digas nada, vamos a ir de compras tú y yo. –Le sonreí para alentarla– ¿Te gusta la idea?
Su cara me decía todo, una mueca de disgusto y el ceño fruncido. No, no le agradaban las compras.
–Te va a encantar.
Salimos sin darnos cuenta al estacionamiento.
El abuelo estaba hablando con un joven o eso me pareció hasta que me acerqué y vi que era un caballero de mediana edad.
–Buenas tardes.
–Buenas tardes profesor. –Dijo Robin a mi lado.
El hombre le sonrió amistosamente– ¿Escondiéndote de nuevo en el gimnasio Stonel?
Ella se sonrojo– No, no señor.
–Le decía a tú abuelo que sueles hacer eso cuando te toca la clase de historia. –Continuo el hombre sin hacer caso de Robin– Aun no descubro cual es la conexión pero ya lo sabré, descuide. –Terminó diciéndole al abuelo.
Robin miro al abuelo– No, es que…
–Hablaremos en casa con tú padre. –La voz del abuelo hacía saber que esa decisión era rotunda– Ahora tienes otras cosas que hacer.

Diez minutos después estábamos en el centro comercial, el abuelo nos había dejado por nuestra cuenta diciendo que tenía cosas que hacer, con eso había tranquilizado a Robin. Poco después de irse Robin me había mirado suplicante pero apreté mi bolso contra mí y la agarre del brazo. No se iba a librar de eso con la mirada de perrito suplicante.
–Si me vas a comprar vestidos, te aviso desde ya que no me quedan bien, mamá piensa que ningún color me favorece…
–Calla y sígueme niña. No has visto a tú prima en acción como para juzgar.
–Oye, ¿quién te enseño a pegar de esa forma? –Su carita mostró por fin interés.
Le sonreí con suficiencia– Me enseñó Marcus, a él le di mi primera patada frontal y ahora que lo pienso me siento muy bien de habérsela dado.
–Que mala eres. –Robin me sonrió– Que tal si, vamos a comprar y después me enseñas a golpear como tú.
Le revolví el cabello, ella tenía el mismo cabello que yo, el mismo color de ojos pero debía aceptar algo, ella era bajita y muy bella a pesar que no se podía distinguir su figura debajo de toda esa ropa que era una talla más grande que ella misma.
–Es un trato.
–¡Genial! –No tenía previsto que se iba a poner a bailar a mi alrededor– ¡Emily me va a enseñar a patear idiotas!
–Para la cancioncita, me marea. Ahora vamos a comprar ropa. –Le dije parando su baile.
–¡Si!! –Gritó.
Entramos a una tienda y comencé mi tarea.
–Bien, veo que te gusta esa ropa.
–Si.
–Bien, bien, mantendré tu estilo, lo prometo.
La arrastre por toda la tienda sacando ropa de las perchas y estantes. Jean, camisetas y diferentes camisas de cuadros, esta vez del tipo que usaría una chica de su edad.
Luego de escogida la ropa la arrastre a otra tienda. Dado a la alergia de Robin por las tiendas tenía que tomarla del brazo y a veces empujarla dentro de un tienda a otra en especial cuando llegamos a la última y no menos importante, una tienda exclusiva de ropa interior.
–Ya tengo ropa interior en casa. –Rezongó Robin.
La mire de arriba abajo– Voy a dejarte muy linda, pero quiero que te sientas especial por dentro también. –Robin me miro con confusión– Debajo de la ropa también importa y ya que estamos aquí, podrías comprarte unos pijamas, yo haré lo mismo.
Después de todo, Zoey me había pegado su afición por Victoria Secret.
–No voy a entrar ahí.
La mire con suspicacia– Debería decirle a Sam y Zack que su hermanita pequeña la molestan los mayores, ¿si o no?
Robin negó– Aunque de todas formas se lo vas a decir.
–Tienes razón, ahora entra y sin quejarte. –Le dije con mi mejor voz de mando, si había podido arrastrar a Zoey conmigo varias veces, esta niña no tenía oportunidad con ella.
–Esta bien, pero tendrás que enseñarme de verdad a pelear.
–Por supuesto, eso lo haría aun si no me lo pidieras. –Después de haber visto a esos tipos, estaba dispuesta a darle un arma si era necesario.
Entramos a la tienda y me asegure de buscarle las prendas que eran adecuadas para ella y encontré un pijama que me recordaba mucho al que había tenido Zoey hace años y con el que Heath aun estaba loco. Cuando se habían casado, le compró tres del mismo modelo pero de distinto color.
Sorprendentemente cuando Robin lo vio se enamoro de él, por mi bien, esperaba que nadie la viera con el pijama o iban a matarme.
Llamé al abuelo al poco salir de la tienda de lencería y me paré en la tienda de bebés, mientras esperaba que el abuelo contestará el teléfono me puse a mirar la ropita de bebé y los juguetes.
–¿Aló?
Casi tiro el teléfono cuando el abuelo contesto– Hola abuelo, ya terminamos ¿puedes venir por nosotras? Tenemos demasiadas bolsas que llevar.
–¿Lograste que comprara algo?
Quise sentirme ofendida por su incredulidad pero me negué a estarlo.
–Claro, te estaremos esperando. Llámame cuando llegues.
–Eso me esta sonando a una orden.
–¿Te gustan tus nietas no? Ahora es la hora de mimarlas. Te estaré esperando.
–Bueno, nos vemos en unos diez minutos. –Me dijo– ¡Mandona!
Mire a Robin que estaba tratando de ver lo que llevaba en una bolsa, le di un toquecito y le indiqué la tienda de bebés.
–Necesito algo de ahí.
Robin me sonrió y me quito las bolsas que estaba cargando– Te estaré esperando. 
–Gracias.

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