miércoles, 1 de junio de 2011

I Don´t Understand Nothing: Capitulo I



Estaba de nuevo en frente de mi notebook, sentada en el suelo de madera de la sala de estar, como otras tantas veces antes de la cena, Emily mi hermana mayor escuchaba música en el sofá que estaba a mi lado, mientras le daba vueltas y vueltas a un collar, con un dedo. Mientras, Edward mi hermano menor estaba en frente de mí haciendo un vago esfuerzo por arreglar un viejo artefacto de la casa, que parecía ser un DVD, no corrección era el DVD de mi habitación. No quise preguntárselo, a sabiendas que no iba a ganar nada discutiendo, mi hermano era uno de esos raros niños genios que hay de entre la población, y como había dicho Emily una vez, era de aquellos niños que no te gustaría saber cuantos números conformaban su IQ.
Por lo que volví la atención a mí notebook, estaba de nuevo escribiendo una historia para el blog que tengo con mi prima Betsy.
Al principio había comenzado el blog por mi cuenta pero después de un tiempo mi prima me ayudo, fue por el tiempo que las historias se volvieron conocidas, hasta que por fin hubieron seguidoras fieles, ¿por qué seguidoras? Básicamente las historias trataban de romances juveniles, otras de romances épicos, por lo que nunca captaron público masculino.
Con un fuerte suspiro su madre capto su atención, Sheeny Stonel se hizo presente, por la forma en que los miraba, parecía evaluar a quien era conveniente molestar primero, así que, cerré mi notebook y lo dejé a un lado, ya había escrito bastante de lo que me tocaba de la historia, por lo que le enviaría ya el Word a Betsy para que lo corrigiera a través de un email, si es que no estaba conectada ya al MSN, mi prima es una adicta a las redes sociales, sin contar que era una abierta soñadora, que tenía fe en que todavía su príncipe azul no había llegado. Por mi parte nunca me he negado al amor, pero el amor si se negaba a acercarse a mí, así que, siempre le decía a Betsy que ella no estaba muy interesada en esas cosas, teniendo dieciséis años estaba solo comenzando en la vida… creo. Mi prima o me creía firmemente o francamente se hacía la desinteresada, no estaba segura, pero prefería pensar que me creía.
Me levanté del suelo por fin con la intención de ayudar a mamá.
– ¿Ya esta lista la cena? – Pregunté.
– Si, porque no te adelantas y pasas a la mesa, tu padre ya llego. – Mi madre como siempre me dio una sonrisa cariñosa. Siempre había pensado que papá había escogido a mamá por ser totalmente opuesta a él. Total, los polos opuestos se atraen, ¿no?
Mamá era una mujer de estatura media, su cabello caía en rizos sobre sus hombros hasta unos centímetros más arriba de su cintura, tenían un color tan oscuro como el mío propio, el cual era de un color azabache, sus ojos eran de un chocolate exquisito, los míos son más bien del color de un chocolate verdaderamente negro, sin embargo, papá se empeña siempre en decir que poseo toda la belleza de mamá, pero yo sabía que lo decía para que no me acomplejara, ya que mis hermanos eran prácticamente iguales a él. Por eso siempre que me miro en el espejo veo todo lo contrario, mi cabello no es ni la mitad de hermoso, aunque tampoco me preocupo de cuidarlo, mis ojos…, mi rostro no era como el de mamá, tenía varias pecas por herencia injusta del lado de papá. Sin entrar en más detalles. No me veía como mamá.
Entré en el comedor y me senté en el asiento que siempre tomaba, a la mano izquierda de papá, según una vez me habían dicho mis abuelos paternos era el lugar que debía tomar Emily en la mesa, mi lugar era al lado de mamá en el segundo puesto a la derecha de papá, loco ¿eh? pero no les hago caso, ellos viven muy lejos.
Mientras reflexionaba sobre esto papá entro en el comedor. Estaba por tomar asiento a la cabecera de la mesa cuando se fijo en que solo estaba yo sentada. Me miro con aquellos ojos azules, en una expresión que lo dijo todo >>Donde están tu madre y tus hermanos<< Me encogí de hombros. Entonces papá se acerco y me beso en la frente.
– Solo esta mi pequeña princesita, ¿tu madre esta en la sala de estar? – Asentí. – Okay esperemos. – Dijo tomando asiento.
Si mamá es una modelo con rizos morenos, papá es un galán de cabellos dorados. Era alto, una vez le pregunté cuanto media para una tarea del colegio, me dijo que 1, 87 metros, era musculoso, ya que le gustaba estar en forma, según él para que su amada Sheeny no se buscara otro, sus ojos era lo que cualquier persona que busca lentes de contacto quiere, ojos azules como el cielo y que sean la envidia de varios. Claro que varias veces había visto a esos mismos ojos petrificar a la gente, papá era abogado, tenía bastante prestigio ya que llevaba un bufe de abogados con un colega, y todos los que buscaban su ayuda por lo general, necesitaban mucha ayuda.
Pasado un rato mamá entró con Emily y Edward, mis hermanos se acomodaron, mientras mamá servía la comida en cada plato. Mientras papá no le quitaba los ojos de encima a mamá. Ninguno de mis hermanos, ni yo nos atrevíamos a preguntarles porque tras dieciséis años de matrimonio aun se portaban como si fueran novios. En palabras de Betsy eran una pareja romántica, pero desde el punto de vista mío y de mis hermanos era algo más… varias veces nos habíamos topado con la sorpresa que papá y mamá estaban ocupados besándose en la cocina. A veces era algo más.
Mamá después de servirles por fin se sentó a un lado de papá.
– ¿Cómo te fue hoy cielo? – Pregunto mamá tras pasado un momento de silencio.
– Ya sabes aburrido, te extrañaba tanto que casi me retiro antes del trabajo – Emily hizo una mueca de asco, que nos hizo reírnos a Ed y a mí, papá y mamá nos miraron enojados. – La siguiente vez que encuentre a Mitchell besándote haré lo mismo.
Mitchell es el novio de Em, mi hermana es dos años mayor que yo por lo que tiene dieciocho años y Ed tiene once.
– Vamos pa, que solo era una bromita. – Dijo fingiendo un puchero. Era lo que mejor le salía, ponía además sus ojos tristones, claro que es un truco que te sale si tienes los ojos claros como ella.
Como nota; si, siento envidia a mi no me sale.
– Ja, seguro que era una broma – Dijo papá fingiendo estar muy enojado.
– Déjala cielo, algún día a ella le pasara lo mismo con sus hijos. – Dijo dándole la mano a papá.
– Los mandare a un internado, así no nos interrumpirán a mí y a mi futuro esposo. – Dijo dramatizando.
– Oh que Dios me ampare, ¿tú también harías eso Zo? – Papá me miraba fijamente.
– Creo que no, preferiría cuidarlos yo misma, que cualquier nana o internado. – Todos me quedaron mirando hasta que Emily rompió el silencio.
– Pues mira al frente hermana, ahí esta tu futuro – Dijo señalando a mamá que estaba en frete de nosotras. No fue un comentario dañino, pero los ojos de mamá se ensombrecieron un poco, creo que Emily no recordaba que mamá había dejado su prestigiosa carrera como diseñadora solo por cuidarla a ella y a mí. Sentí una punzada de pena, a ella le encantaba ese trabajo.
– Ya, mi amor me puedes traer un café – Dijo papá suavemente a mamá. Esta asintió distraídamente, y se fue en busca del café. Una vez comenzó a funcionar la cafetera papá empezó a hablar – Emily ese es un tema delicado para tu madre, no lo vuelvas a sacar.
– Pero es lo que mamá hace, cuida de la casa y de nosotros. Nunca la he visto hacer otra cosa. – Dijo Emily sin cuidado.
– No es algo que tu madre haya escogido propiamente, recuérdalo. – Fue lo que dijo al no escuchar más la cafetera. Mamá entro en la sala de estar de nuevo y nos miro a todos, luego bajo sus ojos y deposito la taza de café de papá antes de sentarse. – Bueno, primero que nada, mañana en la noche necesito de su ayuda con algo que es importante para mí. – Lo miramos expectante, – Iremos a una cena en casa de Jeffrey Tanner y quiero que se comporten.
– ¿Eso también va para mí cariño? – Dijo mamá recuperando su chispa de humor de nuevo. Papá la acerco y le dio un pequeño beso en los labios. – ¿Podemos saber a que se debe esta cena?
– Bueno, se debe a que quiere presentar a su hijo que ha estado estudiando en el extranjero desde que era pequeño.
– Siempre pensé que eran solo él y su esposa Louise – Dijo mamá, que se había puesto pensativa de repente.
– Pues no, su hijo tiene la edad de Emily, – Al ser nombrada Emily dejo de jugar con la servilleta que tenía en sus manos. Miro a papá y asintió – ¬Así que nos reuniremos en su casa como una bienvenida a su hogar.
– Suena a un precioso detalle, pero creo que a ti no te agrada demasiado. – Papá dejo que su frustración se viera en su rostro.
– No me agrada la idea, después de tantos años recuerda que tiene un hijo y que con sus palabras dijo tiene la misma edad de tu Emily soy abogado, sé leer entre líneas, además alega que solo vamos nosotros porque somos una familia, los demás colegas que tenemos son solteros o tienen relaciones pasajeras.
– Cariño a lo mejor estas viendo más de la cuenta. – Papá negó.
Después de eso mamá eligió cambiar de tema y lo dejamos pasar, después de todo tendríamos que ir de todas maneras a esa cena. Lastima que yo no poseía ni una cuarta de la inteligencia de papá o leería lo que él leyó entre líneas.
***
Subí las escaleras con todo el cansancio que había acumulado en todo el día, por fin podría dormir… pero aun no, necesitaba enviarle ese capi a Betsy, sé que estaría saltando de emoción si se lo enviaba, pero tal vez no sería buena idea… no, se lo enviaría. Volví a concentrarme en la tarea que tenía por delante de mis narices, subir los peldaños de las escaleras que se estaban volviendo infinitos.
– Zo, ven aquí. – Mire hacia arriba de las escaleras, Emily estaba vestida para salir con una minifalda y un top corto. La mire de arriba abajo.
– ¿Dónde vas vestida así? – Con un tono que de seguro era igual que el de papá.
Hizo rodar los ojos, – La pregunta es a dónde vamos hermanita.
– ¿Qué? – Maldita sea mi fortuna, la mire a los ojos, claro, ya había salido ya una vez esta semana con Mitch era obvio que ya no la dejarían salir más. – Por qué yo…
– Hermana cállate, es feo de tu parte el ponerte remilgada cuando te estoy invitando a una fiesta exclusiva de los de mi año. No pongas esa cara, le dije a papá que te llevaría, yo tampoco estoy feliz. – Tan típico de ella pensar solo en ella y bueno cuando estaba con su novio se volvía más… en fin se derretía ese corazón de hielo que tenía, el resto del tiempo era una mezcla de la reina roja y la bruja blanca.
Por lo que sabía que si intentaba pelear no me iba a llevar nada bueno, la última vez que lo intente mi colección de osos apareció misteriosamente de otro color y algunos decapitados. Suspire. Fui a mi cuarto y en cuanto entre vi que había ropa encima de mi cama.
Me golpee mentalmente, lo que menos se me ofrecía era que Emily me vistiera, no es que tenga mal gusto, solo que a ella le gusta mostrar y a mi no. Pero me resigne inmediatamente, haría todo por el bien de mi colección de osos.
La puerta se abrió detrás de mí. – ¿Todavía no te vistes? ¿Qué haces hay parada? Vístete. – Y volvió a salir de la habitación.
Me vestí a regañadientes, ahora llevaba un top sin mangas y sin tiras, ¡¿cómo rayos pensaba que lo iba a sujetar?! ¡NO tengo pechos!!! Y que además mostraba mi ombligo, también llevaba unos pantalones cortos, muy cortos. Me puse mis zapatillas de lona y salí a enfrentar por lo que sea que deba pagar, ¿es que había ahogado gatitos en mi otra vida? Aun no lo sabía. Pero comenzaba a tener sospechas.
Baje sintiéndome tonta por dejar que me arrastraran, cuando bajara le diría unas cuantas cosas a Emily…
– Te demoraste una eternidad. – Me reprocho y juro que por los ojos le salían chispas. Trague duro y me arme de valor para responderle.
– Emily yo…
– Papá ya nos vamos, di a adiós Zo, porque nos vamos de aquí. Mitch ya debe de estar aburrido de esperarte, no sé como puedes demorar tanto, escogí tu ropa…
– Papá ayu… – Me agarro del brazo y me arrastro fuera de casa, sin que yo pudiera decir más.
Afuera nos esperaba Mitch recostado en su auto, en el momento en que vio a Emily corrió hasta ella a abrazarla y besarla. Pase por el lado de ellos y me subí al auto, cuando mi hermana no estaba cerca de Mitch podíamos entablar una conversación normal, pero cuando ella era parte de la ecuación parecía que todo alrededor se le borraba.
Poco después se subieron al auto.
– No es muy buena idea que llevemos a Zo con nosotros Em. – Dijo Mitch en cuanto se sentó detrás del volante. Suspire, ¿Quizás podría ser él mi salvador?
– Zo se portará bien Mitch, permanecerá lejos de los problemas ¿cierto? – Me lanzó una mirada que yo conocía bien, “o te portas bien o te mato”, Asentí enérgicamente, no podría soportar que otra de mi colección de ositos fuera atacada.
– Bien, aunque no te preocupes Zo, te cuidaré bien. – Me sonrió, era obvio que mi hermana había tenido suerte con él, le devolví la sonrisa. Pero en el fondo de mi ser estaba lanzando una cantaleta de insultos, ¡Maldita sea Mitch niégale algo a esta bruja!!!
– Si, bien vámonos. – Mitch puso el auto en marcha y salimos pitando por la calle. Y solo ahora se me ocurre pensar ¿en dónde es la fiesta?
Debía de habérmelo imaginado antes, estábamos en la playa a las afueras de la ciudad. El único lugar en el que puedes hacer una fiesta ruidosa y no ser molestado con compañía que tú no invitaste, como la policía por ejemplo.
La fiesta estaba en su punto, por lo que dijo Emily, en cuanto vio a toda la gente que estaba congregada en frente de una hoguera. Ella siempre sabía cual era el momento de llegar a un lugar, y este al parecer era un buen momento.
Mitch y Emily saltaron del auto en cuanto pudieron encontrar un lugar donde aparcar, si antes no había estado convencida de salir, ahora estaba muerta del miedo, comenzaba a ponerme como esos tipos que le tienen miedo a salir a los exteriores.
– Sal de una vez Zoey, ¿no te piensas quedar hay cierto? – Dijo Emily poniendo cara de exasperación.
– Pues me parece una buena idea, y aquí me mantendré lejos de cualquier problema que pudiese causarles a ti o a Mitch.
– Oh, Zoey no pienso dejarte aquí sola, ven sal del auto y vayamos con los demás, – Mitch abrió mi puerta y con toda la resignación que pude salí del auto. Baje la mirada instintivamente cuando sentí que Mitch me miraba, cuando reuní el valor para mirar a Mitch, me di cuenta de que estaba con los ojos abiertos de par en par. Su mirada algo oscurecida me daba mala espina, muy mala espina.
– ¿Qué sucede? – Sabía que si me dejaba vestir por Emily algo malo iba a pasar. – Sabía que no me veía bien…
– Estas loca… – Me dijo Mitch, o no, porque estaba mirando a Emily, – No debiste haberla vestido así, no me malinterpretes cariño, – Se giro hacia mí, – Solo que estas muy… llamativa, no me había dado cuenta de eso cuando te subiste al auto. – Claro, porque solo la viste a ella, me dije algo resentida. Bueno, no era su culpa el haber caído bajo el embrujo de Emily.
Comencé a mirarme por todos lados pero solo me veía yo, con una ropa que parecía más adecuada para una niña de preescolar – por el tamaño.
– Oh Mitch, ya vamos. No le va a pasar nada, además quería que luciera bien, después de todo si dice que es mi hermana imagínate que desastre sería el que la vieran como se viste todos los días.
Oh genial, por eso me había vestido de esa manera, para que no opaque su popularidad. Los alcance, porque ellos ya habían comenzado a caminar hacía un grupo de gente que estaba cerca de una hoguera. O sea, ya se habían olvidado de mí.
En cuanto llegamos a más de alguno le llamo la atención el que yo estuviera con ellos, en los días de escuela pasaba totalmente inadvertida. Todos se presentaron amablemente, o eso creo, más de alguno lo vi mirando mi inexistente pecho o mis piernas, y el susodicho que me había dicho que me iba a cuidar se fue a alguna parte con mi hermana, entendía que papá no les quitaba los ojos de encima y en el colegio no podían compartir demasiado tiempo juntos, pero era bastante incomodo el que me hubieran dejado tirada a merced de la fieras.
Después de un rato de aguantar miradas lascivas me fui a la orilla de la playa, asegurándome antes que nadie me seguía. Creo que Mitch tenía razón estaba algo llamativa.
Camine por la orilla de la playa, sintiéndome como un cero a la izquierda. Cada vez estaba más lejos de los ruidos, de la estúpida hoguera. Sentía tanta rabia conmigo misma, si tan solo tuviera un poco más de… valor, nada de esto estaría pasando, yo estaría en mi cama durmiendo. Bostecé. Y le hubiera mandado ya el capi a Betsy y…
– ¿Cómo puede ser que tengas sueño en una fiesta? – Me gire en redondo al escuchar una voz ronca detrás de mi, me quede pasmada al verlo, nunca había visto a un chico tan… guapo. Mitch lo era con su cabello cobrizo y sus ojos marrones y su cuerpo, bueno él hacía ejercicio y al parecer éste chico también. Llevaba su cabello oscuro desordenado y tenía los ojos… me acerque un poco para verlo… eran verdes… – Cariño, si querías verme más de cerca pude haberme acercado.
Me aleje inmediatamente, me había acercado hasta quedar nariz con nariz. Maldita sea mi curiosidad.
– Yo, solo estaba curiosa. Soy demasiado curiosa a veces. – El chico asintió y me tendió una botella, la tome entre mis manos, estaba helada y la noche estaba muy calurosa. Pero él era un desconocido, y mi padre me había dicho demasiadas veces que no debía recibir cosas de extraños, menos cosas de comer.
– Bebe, – Dijo tomando un trago de su botella, al ver que yo tenía desconfianza, ¿y cómo no? Si estábamos más que apartados de la supuesta fiesta. Se acerco más y tomo de mis manos la botella y tomo un trago, luego me la devolvió.
– Gracias, – Tome un trago y lo escupí inmediatamente, era cerveza. – Es cerveza.
– Pues, si, – Dijo sonriéndome, me quede embobada tenía una sonrisa perfecta, como las que suele describir Betsy en sus historias sobre el príncipe azul que todas esperamos. Estaba apunto de ponerme a babear cuando volvió a hablar, sacándome así del hechizo. – ¿No es eso lo que uno bebe en una fiesta?
– ¿Qué edad tienes? – Me miro divertido. Estaba bastante segura que él no tenía más edad que Emily y Mitch, porque esta era una fiesta para los de su grado.
– Dieciocho y tú preciosa. – Dijo mirándome de pies a cabeza sin ningún remordimiento. ¡Ni si quiera se sonrojaba!! Yo estaba segura que estaba como un tomate maduro.
– Bueno tengo… – Lo mire sin saber que hacer, él estaba sonriendo mientras esperaba por mi respuesta, pero no sabía que hacer, tal vez decirle la verdad no era la mejor opción ¿y si se reía de mí? Me coloque las manos en las caderas y tome aire e hice lo único que se me ocurrió, – No te interesa, – Dije fingiendo la voz helada que había oído a Emily usar tantas veces con los chicos que la molestaban a diario, claro, cuando no estaba Mitch a la vista.
El chico me miro entre sorprendido y divertido, era obvio que con semejante apariencia nadie le negara algo. Y yo estaba siendo la pera en el cajón de manzanas.
– Disculpa si mi pregunta te molesto… es que se me olvidaba lo quisquillosas que son las mujeres con el tema de su edad… – Se acerco más a mi y tomo la botella que aun tenía en mis manos, – Aunque eres una belleza… – Mire hacia otro lado, mirando hacia la oscuridad me había puesto súper-roja, me voltee cuando sentí un pop.
Algo en mi se encendió de repente. Creo que mi conciencia. La botella ahora era parte del lago, formando parte de la contaminación medio ambiental, demoraría años en desintegrarse…
– ¡Te das cuenta de lo que hiciste! – Dije chistando de rabia, muchos de mis amigos se reían de mi, tengo dieciséis años y no los aparento, me dicen que soy mucho mayor que Emily incluso. Pero más que eso, soy una defensora del medio ambiente.
Salté al agua, el chico la había tirado unos cuantos metros más allá, pero podía alcanzarla. Estuve revisando durante diez minutos cuando por fin la alcance. Cuando volvía a la orilla el chico aun estaba allí, había esperado que se fuera al ver lo que hacía, después de todo hasta yo me había dado cuenta de que había actuado como una loca, pero estaba impasiblemente sentado en la arena.
– No sabía que eras un miembro de Greenpeace, – Me dijo burlón.
– Y del PETA también, así que no te atrevas a volver a hacer esto, – Menee la botella en frente de sus narices. El chico tomo un trago extenso de su botella y acto seguido la lanzó más lejos que la anterior. – Por qué…
– Ve, se esta hundiendo más… y más, – Lo hacía adrede, gruñí, literalmente hablando y esta vez cuando llegue a la parte donde había caído la botella me tuve que zambullir, estaba bastante más profundo que antes.
Volví dónde el chico que estaba sonriendo de oreja a oreja, y balanceando la botella que ya había sacado entre sus manos.
– Ni se te ocurra… – Lo amenacé con un dedo, mientras me acercaba a él. Tome su camisa y lo tiré hasta que nuestras narices quedaron pegadas. – ¿Por qué lo hiciste? – El chico me sonrió, si es que puede ser posible más abiertamente.
– Creí que no te habías mojado lo suficiente, verás la primera vez que te mojaste ese short, – Mire hacia abajo, – Se traslució un poco, y ahora tú blusa también. – Me coloque roja, sé que me puse roja. Solo que esta vez no tuve tiempo para sentirme abochornada, él había puesto sus manos alrededor de mi cintura y me acariciaba. Por primera vez me sentí consciente de que estaba con un desconocido a solas y lejos del grupo, lejos de mi hermana y de Mitch…
– Sería bueno… – Dije algo tímida, – Que me fuera estoy toda mojada… y me voy a resfriar. – El chico se aparto de mí y se quito la camisa, dejando ver un torso musculoso que no dejaba lugar a dudas que el gimnasio era su segundo hogar. – Oye…
– Tu lo acabas de decir, será mejor que te quites eso, yo amablemente te pasaré mi camisa, – Pero su mirada y su sonrisa no tenían nada de amable, tenía un brillo extraño en esos ojos esmeralda, un brillo que me hipnotizaba.
– Gracias, pero sería mejor que no… iré por allá… – Pero antes de dar un paso el chico tomo mi mano y me atrajo a él.
– No voy a dejar a una dama en problemas, mi padre no me crió así. – Me abrazo y comenzó a acariciar mi espalda, deje mis manos contra su pecho nunca en mi vida había estado así con un chico, nunca. Yo solo era la chica que estaba siempre detrás de mi notebook escribiendo, imaginando estas escenas, nunca participando en ellas. – Apuesto a que no sientes frío ahora.
Suspire, estaba tan relajada entre sus brazos era tan cálido, – Nop, ya no.
Tomo mi rostro entre sus manos, sus labios rosaron los míos suavemente. Este era mi primer beso ¡increíble!, y me lo daba un chico que no conocía y que ni siquiera sabía su nombre, más increíble cuando se lo contará a Betsy no se lo creería. Recordándola seguí su consejo. Moví mis labios como se supone lo hacían las chicas en las películas, y si había alguien que miraba demasiadas películas románticas esa era yop. Al poco rato mis manos se movieron hasta su cabello y me apreté más a él, el chico me abrazo más fuerte y una de sus manos se poso en mi trasero, comenzando a masajearlo, sentí algo raro en mí, no era una sensación molesta pero era extraña. Sentí una mano debajo de mi top, había visto esto en películas y… abrí mi boca para quéjame pero él metió su lengua en mi boca, enrede mi lengua con la suya, fue algo natural solo creí que debía ser así. Mi top poco a poco fue bajando hasta mi cintura y más abajo, de pronto estaba a mis pies, me separe para tomar aire y miré mi cuerpo, rápidamente me cubrí con las manos. Y mire con la boca abierta al chico.
– Yo me debo ir… – Dije recuperando algo el aliento.
– No, déjalo cielo. – Me volvió a atraer a él, trate de soltarme pero me tiro con más fuerza hasta él. – Todo está bien. – Volvió a abrazarme y a acariciarme y volví a caer en su embrujo. – Relájate… – Me dijo suavemente al oído, me acurruque más contra él y espere a que me acariciara, pero volvió a tomar mi rostro con una mano y me beso con sed mientras acariciaba mis inexistentes pechos con su otra mano.
Estaba tan ida, definitivamente no estaba en este lugar ya no estaba en la playa en una estúpida fiesta a la que me habían arrastrado, ya no estaba cansada, solo estaba extasiada total y definitivamente extasiada.
– Cariño ven. – Me dijo descendiendo hasta el suelo.
Me arrastro a la arena y se coloco medio encima en mi, una de sus piernas estaba entre las mías y sus manos me acariciaban lenta y suavemente. Su boca estaba descendiendo, besando mi cuello y descendía más abajo, me sorprendió lo siguiente… él estaba… estaba… oh… succionando mi pecho derecho, me sorprendí pero me sorprendí aun más cuando un gemido salió de mi boca.
– Para… – Dije, esto era tan extraño… tan…
– No… ah… – Seguía succionando y piñizcando mi otro pecho con su mano.
– Mm… esto es… tan… – Mi cuerpo estaba temblando por esa emoción tan extraña. Enrede mis manos en su cabello para mantenerlo allí, lo que provoco que el chico soltara un gemido.
– Más vale que pares imbécil, antes de que te parta la cara. – Rugió alguien a cierta distancia de nosotros. El chico se aparto de mí sin muchas ganas y yo me puse lo primero que encontré, que fue la camisa que él me había tendido antes. Las mangas me quedaban enormes y sin contar que me cubría más allá de la cintura.
– Y quién se supone que eres tu, oh no, no me digas. – Se giro hasta mi con aires de reproche, – Si tenías novio debiste decírmelo ¿Sabes?
– No es… – Intente decir mientras me abrochaba la camisa, pero me interrumpieron.
– No te interesa si soy su novio o no, solo quítale las manos de encima. – Nunca había visto a Mitch tan furioso, parecía que estaba aguantando con todas sus ganas el no estrangular al chico.
– Oye, que si me interesa, estábamos a mitad de algo cuando tú llegaste a interrumpirnos.
– Vete al carajo, no voy a dejarte terminar nada, – Mitch ya estaba acercándose peligrosamente al chico cuando me abrace a él.
– Vámonos Mitch, por favor, – Agregue mirándolo con miedo. – Por favor.
– ¿Mitch ya encontraste a Zo? – Lo que faltaba, la reina de la fiesta.
– Si, aquí esta conmigo y un idiota. – Dijo Mitch sin soltarme y sin dejar de mirar al chico.
– Oye imbécil no me llames así. – Dijo el chico, o genial ahora iba a tener una prueba de lo que la testosterona le hace al cerebro de los chicos, me solté del abrazo de Mitch y me puse en medio con los brazos extendidos.
– Pues tu no te vuelvas a acercar a Zo, – Hice rodar los ojos.
– Pues a tu Zo no le molesto para nada que la tocara…
– ¡¿Qué?! – Emily se acerco a nosotros y me quito del lado como si fuera una basura, Mitch me acerco y volvió a abrazarme.
– Si te suelto lo mato, – Me susurro al oído, así que deje que me abrazara.
– ¡Quién te crees que eres para tocar a mi hermanita imbécil! – Dijo Emily acercándose peligrosamente al chico.
– Oye tu no te metas. – Dijo algo desconcertado el chico.
– Emily vamos ¿si? Ya déjalo, cierto Mitch dile a Em que nos vayamos de aquí. – Mire a Mitch y este asintió.
– Vámonos de aquí Em. – Emily se dio la media vuelta y se largo de allí echa una furia, Mitch me soltó, – Adelántate yo te sigo.
– Y yo soy la tonta que me lo creo, pues o nos vamos juntos o no me muevo de aquí, –Mitch me miro extrañado, yo nunca le respondía a nadie era de esperar a que se sorprendiera.
– Okay vamos. – Se giro y comenzó a seguir a Emily. Me gire hasta ver al chico.
– Lo… lo lamento. – No pude verlo a los ojos, estaba por marcharme cuando me tomo del brazo.
– Lo dejamos pendiente cariño, cuenta las horas porque vamos a terminar esto. – Tomo mi rostro, espere a que me besara en los labios pero me beso en la nariz, al parecer me había quejado porque sonrió y ese brillo extraño volvió a sus ojos, – Ya será la próxima vez preciosa.
Me soltó y yo me fui de allí corriendo hasta alcanzar a Emily y a Mitch, ambos estaban con los ceños fruncidos. Me odiaban, o tal vez eso era quedarse corto. Ellos simplemente siguieron caminando como si nada hasta el auto, me subí sin chistar.
El viaje fue realmente incomodo, ninguno hablaba nada y cada vez que Mitch miraba por el retrovisor sabía que me estaba reprochando por mi actitud, ¿y yo qué podía decir? estaba bastante ida con todo esto, ni yo misma estaba segura de lo que había estado haciendo con ese chico. Suspire al ver que llegábamos a casa, esto iba a ir de mal en peor.
Emily se giro para verme cuando Mitch paro el auto en frente de la casa.
– Lo que hiciste fue estúpido y se lo voy a decir todo a papá. No te mereces ninguna consideración. – Me dijo destilando veneno. Ahora estaba a un paso de estar muerta, papá siempre me sobreprotegía ¿qué haría él al saber esto? Mire a Mitch, pero él solo asintió. Estaba sola en esto.
De pronto mi instinto de supervivencia se activo, – Si le dices eso, entonces yo le diré que me dejaste sola en medio de la fiesta, con desconocidos que me miraban raro y que te largaste de ahí para ir a besuquearte con Mitch, o eso es lo que creo que estabas haciendo, – Dije mirando mis manos y hablando muy claramente. Alce la vista y vi que Mitch ya no me miraba y que Emily estaba mordiéndose el labio inferior de la sola rabia.
Baje del auto y corrí a casa, la puerta estaba cerrada pero la copia estaba detrás del macetero de siempre, por lo que abrí la puerta con ella y corrí escaleras arriba a mi cuarto. Me lance al cuarto de baño y me duche hasta que el agua de la ducha se volvió fría. Después de eso me acomode en mi cama y dormí plácidamente. Después de todo si estaba cansada.

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