viernes, 3 de junio de 2011

I Don´t Understand Nothing: Capitulo VI



– Oye mi hermana te extraña, ya hablaste con tu papá, ¿cierto?
– Ed tengo ganas de destruirlo todo. – Contrato de matrimonio, que estupidez más grande. Esta vez el viejo maldito se paso de la raya, sino estuviera muerto ya le habría cantado sus verdades, gritarle a mi padre no había servido de nada, solo me había hecho enojar aun más. “Pero Heath con ese trato ganamos todos”. Por no decir él.
– Eso quiere decir que o hablaste con tu padre o leíste ese contrato estúpido. – Le di una mirada sucia, ¿él sabía? – No me mires así, Zoey me mostró los papeles.
– Tema Tabú Edward, recuérdalo. – Tome una de las pesas que estaba usando Ed, después de la escena en su casa había venido los siguientes días, este ya era el cuarto día seguido en que estaba aquí. Comencé a hacer funcionar uno de mis brazos con la pesa.
– Vamos que alguna vez la voy a nombrar, es mi hermana y Zoey es la que más caso me hace en la casa.
– Tema tabú. – Le quite la otra pesa.
Edward bufo. – Oye quiero dejar de ser flacucho, y quizá así le guste más a Kate.
– Así que esa es la razón, siempre hay una chica detrás. – Lo mire sonriendo.
– Me vas a decir que tú no hacías lo mismo, ¿no? – Sonreí, por supuesto que había hecho lo mismo, mejor ni recordar por quien.
Le devolví la pesa a Ed y tome mi laptop y la encendí, me conecte y llame por Skype al rata, me contesto de inmediato.
– Hey que haces hermano, – Me hablo en francés.
– No seas vago y habla para que Ed te entienda también.
La cara del rata se ilumino, ninguno tenía hermanos pequeños así que era obvio de que se o nos encariñáramos con el chico, – Oh Eddy esta ahí, saludos amigo.
– Hola rata, ¿cómo estas?
– Bien amigo mío, cómo te va en la escuela, – Ed seguía jugando con las pesas.
– Bien, ahora estoy entrenando. – Se dio la vuelta y tomo otras pesas más pesadas que las anteriores. – Te veo luego rata.
– Que niño tan adorable, ya quiero ir a verlos, apropósito iré pronto. – Lo miré sorprendido. – Hey que quiero conocerlo personalmente.
– Bien, yo también quería decirte que voy a volver a Francia, ya no me ata nada aquí, – Oí las pesas golpear el suelo y mire a Ed, estaba parado muy quieto mirando el suelo. Me acerque rápidamente a él, – ¿Ed te paso algo, te golpeaste? Por Dios Ed háblame.
– Te vas a ir tan rápido… pero yo creí que ahora vivías aquí, – Le levante la cara.
– Lo siento Ed, lo único que puedo decir es que me iré dentro de dos semanas. – Dios me partía el corazón, le había dado un amigo y ahora se lo quitaba, – Amigo…
– Ya no los voy a ver, – Negué rotundamente con la cabeza.
– Amigo mío siempre podrás verme, y siempre podrás llamarme. – Ed asintió no muy convencido, – Y en vacaciones puedo mandarte un pasaje para que vayas a vernos al rata y a mí. – Ed levantó la cabeza de inmediato, sus ojos azules brillaban.
– Wi yo quiero ser visitado por Eddy, debes venir te mostraremos el Louvre. – Esta vez Ed saltó, – Pero tu debes mostrarme tu ciudad en cuanto yo llegue.
– ¡Si! Lo haré rata, te voy a mostrar la ciudad junto a Heath, ¿cierto? – Asentí.
– Bien, ¿cuándo vas a llegar? – Pregunte mientras Edward saltaba de un lado para otro.
– Pues llegaré, déjame ver, – Saco de entre su pasaporte un billete de avión, – Llegó en tres días, sip el martes a las 13 horas, más les vale ir a recibirme, los estaré esperando a ambos.
Mire a Edward, – Puedo faltar a clases, a esa hora estoy tomando mi almuerzo, Zo puede ayudarme a salir de la escuela.
Asentí algo incomodo. – Tema tabú, – Dije pero nadie me presto atención.
– ¿Querido Edward no deberías ya irte?, – Mire el reloj ya eran las nueve.
– Cierto, buenas noches rata, Heath debemos irnos. – El rata sonreía de oreja a oreja mientras le hacia señas.
***
Esto se estaba volviendo una costumbre, cada tarde Heath traía a Edward alrededor de las diez de la noche. Ya eran las nueve veinte y hablando del diablo, el rugido del auto se escucho afuera de las puertas de la casa.
Corrí a la puerta justo para ver como se iba el auto por la calzada.
– Hola. – Mire a Ed.
– Hey, ¿cómo estás?
– Cansado estuve entrenando, – Caminamos a la casa, una vez dentro camino directo a las escaleras.
– ¿No piensas comer?
– No, ya cene con Heath, – Lo mire dolida y él me devolvió la mirada, – Junto con el rata son mis únicos amigos, – Lo mire confundida, – Ellos me entienden así que no dejaré de verlos o chatear con ellos.
– No te lo estaba pidiendo solo podrías omitir su nombre de vez en cuando.
– Ok tema tabú ya entendí, buenas noches.
– Que descanses. – Dije muy confundida, ¿tema tabú?
– ¿Quienes son sus famosos amigos? – Me pregunto papá, pegue un salto, que manía la suya aparecer así.
– Tienes complejo de ninja, ¿lo sabías? – Papá me miro sonriente.
– Si algo así, ¿me vas a decir quienes son?
– Si prometes no alejarlo de ellos, – Mire seriamente a papá hasta que lo prometió. – Son Heath y su amigo el rata o algo así, ya sabes entre cerebros se entienden o eso me dijo una vez.
– No te estará hablando a través de él, ¿cierto? – Negué.
– No papá, la verdad es que es su amigo. – Me di la vuelta para irme.
– Lo siento cariño. – Asentí.
– Papá voy a colocar otra cama en mi cuarto para alojar a Betsy.
– ¿Aun sigue soñando con la novena nube?
– ¿Papá así hablabas de mi también? – Él me sonrió y me revolvió el cabello.
– Es hora de irme.
Sonreí. Lo bueno de todo esto era que Betsy llegaba pronto.
Al día siguiente me levante más animada era domingo, y no tenía tarea. Me vestí con unos shorts y una camiseta grande que me cubría prácticamente todo el short.
Ed ya estaba desayunando cuando llegue a la cocina.
– Que temprano te levantaste.
– Tengo cosas que hacer con el tema tabú.
– ¿Y qué es eso que van a hacer? – Dije ocultando un poco mi curiosidad.
– Es un secreto. – Dijo como sino quisiera que nadie lo escuchara.
– Dime.
Negó pero siguió hablando, – Necesito tu ayuda para salir de clases el martes a la hora del almuerzo.
Comencé a negar rotundamente, no me iba a ayudar para nada sacarlo de clases, de seguro me iban a culpar. – Oh no Edward, no voy a ayudarte. Además ese día tengo que ir a buscar a Betsy al aeropuerto con papá.
– Te acompañaré. Ahora me voy. – El rugido del motor me aviso de lo que estaba fuera. – ¿Dónde deje mi mochila?
– Quizás esta arriba en tu habitación. – Dije mirando hacía fuera, me voltee para ver a Ed subir corriendo.
Camine hacia la puerta y salí.
Estaba loca.
El amor te enloquece, me dijo esa vocecilla que solía salir de repente de cualquier lugar.
Me sacudí mentalmente, ¿cómo había dicho Betsy? Ah si, los cuentos de hadas suelen necesitar ayuda del mundo real para funcionar. Aquí iba la ayuda. Si es que esto en verdad un cuento de hadas.
Heath estaba recostado en su auto, inmediatamente levanto el rostro cuando estuve cerca de él.
– Hola. – Dije.
– Hola.
El silencio quedo pendiendo entre nosotros.
– Leí esa estupidez, no había oído nunca de esos papeles Zoey.
– Te creo, tus ojos lo dicen. Espero que ahora me entiendas, no puedo confiar en ti mientras eso este entre nosotros.
Negó, – No confías punto. – Suspiré.
– Por favor Heath, – Levanto una mano.
– Dime, ¿tu abuelo odia a tu padre? Digo, porque hacer ese trato solo quiere decir que se odian.
– Algo así, solo digamos que nunca se han entendido muy bien. – Eso era decir poco, el abuelo odiaba el que papá se hubiera ido de la casa a los dieciocho años, que hubiera estudiado leyes y que se hubiera negado a hacerse cargo de una parte de los negocios familiares, sin mencionar que odiaba el que nos “mantuviera en un estado de pobreza indefinido”. Era odio puro.
– Tu abuelo fue el capitalista hasta hace unos años atrás…
– ¿Cómo sabes eso? – Dije sabiendo que era el secreto mejor guardado de la familia.
Se encogió de hombros, – Debía de tener el poder para hacer eso y que no se pudiera remediar.
– Ese trato horrible.
– Ambas familias aceptan que el joven Tanner con la joven Stonel queden comprometidos, si esto no llegase a cumplirse la empresa en común entre ambas familias pasará al mercado para la venta de acciones. La consumación del compromiso o el matrimonio conllevará que la empresa pase a manos del joven Tanner y él y solo él dividirá las partes de la empresa entre los miembros de ambas familias como sea correspondiente. El matrimonio se cumplirá cuando la joven Stonel cumpla los veintiún años.
– Destacaste lo mejor, pero me alegro de que lo recuerdes. – Dije algo tensa por la precisión de sus palabras.
– Imposible olvidarlas, me botaste por eso. – Dijo amargado.
Comencé a jugar con mi cabello, era tan tonta a veces pero que más daba. – Heath no puedo seguir así pero no quiero sentirme como un objeto manipulable, me siento horrible. Pero sobre todo aunque sea un momento quisiera tenerte a mi lado… el 29 es mi cumpleaños, si quieres ir puedo darte… una invitación.
Heath se quedo callado un momento hasta que suspiró profundamente, – Gracias. – Colocó un mechón de cabello detrás de mi oreja, – Me encantaría verte ese día, a mi también me encantaría fingir que esto no esta pasando.
– Gracias por no odiarme.
– No te odio, voy a solucionar esto, puede que no sepa cuanta fue la cantidad de alcohol que ingirieron nuestros abuelos para hacer esa estupidez pero voy a solucionar esto.
Lo abrace, – Te extraño, pero lo nuestro no va a poder ser de esta forma.
– Conozco la ambición de mi padre y de Louis, y créeme que estoy de acuerdo contigo. Esto solo haría que ambas familias discutieran y tus padres ya creen que no soy sincero con lo que siento. – Tomo mi cara. – Sabes, me alegro que no te llamaras Julieta o esto sería ridículo.
Lo golpee en el hombro, – Tonto. – Heath me agarro y comenzó a besarme lentamente, el toque aterciopelado de su lengua me hizo gemir, tenía tal poder sobre mí que era increíble, – Te amo Heath.
– Y yo a ti. Demonios extrañaba tanto juguetear con tu lengua, – Me sonroje de pies a cabeza. – No te sonrojes por eso, sonrójate por esto que voy a decir, porque extraño acariciar otras partes de tu anatomía con mi lengua. – Me sentí mareada por la confesión, recordaba tan bien nuestro primer encuentro.
Heath miro por sobre mi cabeza. – Edward deja de mirar el suelo y sube al auto, tenemos cosas que hacer. – Añadió esto último para mí.
– ¿Qué cosas? – Me recuperé de mi mareo, mi curiosidad me estaba matando.
– Es un secreto, – Dicho esto me beso en los labios y se subió a su auto.
Estoy loca de remate, pero que va, nadie dijo que eso era malo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario