martes, 26 de julio de 2011

Cuando La Luna Al Fin Sale: "Solo sé, que nada sé"




>>Leah<<
Eso era difícil de asimilar, ver a Liam en una oficina, vestido de traje, bueno se vería más acorde en alguna otra profesión… esta bien no se me ocurre nada… ¡pero en una oficina! Eso es como para tomarle el pelo a cualquiera.
Lo mire detenidamente durante unos momentos más, Alto, de cuerpo fornido, cabello castaño, un tanto rebelde, ojos ambarinos, un rostro que expresaba despreocupación. No encajaba en lo que yo entendía por un hombre de negocios, alguien serio, con arrugas en el rostro por lo estresante de su trabajo y que Vista traje… no alguien que se notaba que le gustaba vestir de jeans y deportivas And1 además de una camisa de franela a cuadros. Alguien muy relajado.
– Oye, se que me estas juzgando y eso no vale, así que te dejo con eso – Dijo levantándose de la mesa – Bien me voy, luego nos vemos, solo te pido que lo pienses.
Se me acerco y me dio un leve beso en los labios. Y en un hilo de voz me susurro un débil Nos vemos pronto. Lo vi salir de la casa. Luego me volví en redondo que iba a hacer ahora. Mi voz mental me dio una respuesta no pedida Pensar en la propuesta que te han hecho.
Volví a girar en redondo y decidí que la casa necesitaba un poco de limpieza general, si, eso era hoy haría limpieza. ¿Y mañana?, me pare un segundo pero después comencé la limpieza.
>>Liam<<
– Que mañana tan rara. – Me dije al salir de la casa de los Clearwater. Mi lobo me iba a causar problemas si volvía a medianoche a acompañar en su sueño a Leah. Estaba apostando a que eso iba a pasar de nuevo. – Haber Liam has memoria anoche nos encontramos a Leah en la playa, luego vino ese idiota… y… desperté al lado de una Leah vestida con un pijama muy sexy. Si. Y ¿qué fue lo que paso en ese lapsus? Bueno estoy entero por lo que no debería importarme, sino fuera porque mi mente de lobo no retiene mucha información...
Decidí dejar de pensar cuando comenzó a dolerme la cabeza y me puse a correr rumbo a la que sería mi casa por tiempo indefinido. Camine por un sendero hasta llegar a la cabaña. Me recordó a un cuento de hadas que le contaba a mi hermanita cuando pequeña, sobre la bruja mala que habitaba una cabaña en el bosque. Sonreí ante el recuerdo.
Apenas entre pose mi mirada en el lugar, un olor había invadido la pequeña cabaña. Esta constaba de una pequeña sala de estar, una cocina, un par de cuartos y un baño. No era mucho pero era lo suficiente para mi estadía. Camine hacia la habitación que ocupaba y encontré al dueño del olor. Mis labios se arrugaron y un gruñido escapo de mi garganta.
– Me encanta el buen humor que tienes por las mañanas Liam.
– Es siempre un placer verte por aquí Steve. Ahora lárgate – Dije en un gruñido.
– La verdad me encantaría, pero cumplo ordenes, sin mencionar que tu estas aquí por la misma razón. – Arrugo la nariz, al parecer había olido algo desagradable en mí – Espero que hayas aprovechado tu noche buscando a la sanguijuela que falta.
– La verdad es que no recuerdo lo que hice anoche – Desde pequeños nos enseñan a que mentir a otro hombre lobo es inútil, así que es mejor jugar con la verdad. Mencionar solo parte de ella.
– Vaya has caído al nivel de un cachorro, creí que tu padre te había enviado aquí porque creía que estabas listo, pero ahora veo que no…
Matar al Beta de la manada esta mal, matar al Beta de la manada esta mal, matar al Beta de la manada esta mal… Respire profundamente. Papá se enteraría de esto y eso no era algo bueno. Aun así a él ni a nadie de la manada le hablaría de Leah. Me relaje debía pensar bien y él solo quería molestarme para sacarme información.
– ¿Qué es lo que quieres Steve? – Lo mire a los ojos, y supe que no lo había desilusionado mucho con mi reacción – Se que no vienes solo a molestarme.
– Si, tienes razón. La verdad es que no confió en tus habilidades ni en tu responsabilidad – Se levanto de la cama – ¿Dónde estabas anoche?
– No te interesa, lo único que debe interesarte es que haré mi trabajo bien.
– Eso espero, no puedo vigilarte por siempre. – Camino hacia la salida, al pasar a mi lado se detuvo. Era una cabeza más bajo que yo por lo que no me intimido en nada – Soy el Macho Beta de la manada, demuestra respeto. No siempre serás el hijo consentido de papá. Y ese día tendrás que cuidar tus espaldas.
– Lo mismo digo. – Dicho esto se retiro.
Respire profundamente varias veces para relajarme. Ser un Macho Alfa sin manada me hacia ser el más codiciado por la muerte. Cualquiera querría mi cabeza como trofeo y Steve era el que más la deseaba. Desde pequeño me odiaba, nunca le tome sentido hasta que se volvió Beta. Yo había nacido para ser Alfa.
Hace ya siete años mi padre organizo peleas en la manada en búsqueda del Macho Beta. Como era de esperarse mi padre me hizo competir por el puesto, en ese entonces yo recién había cumplido 17 años. Mi madre se opuso, pero la opinión de una hembra no tiene mucho valor entre la manada. Competí y en resumidas cuentas Steve limpió el piso conmigo, por mi parte no tenía razones para ganar, pero en cuanto perdí me di cuenta de que mi padre ya no me miraba de la misma manera. Ya no era su hijo el futuro Alfa de la manada, era solo un elemento fallido e inservible. Y ya nunca más volvió a llamarme hijo, ni me dejo vivir junto a ellos en la mansión. Decía que no tenía materia de Alfa, por lo que él ya no me protegería. Al parecer Steve no estaba muy enterado de esto último.
Creo que papá guardaba esperanzas en Susan, para su mal mamá también percibió sus intenciones y se fue en cuanto pudo salir de la mansión, llevándose a una pequeña Susan de 7 años – Suspire – Recordar eso no me hacia sentir mejor. Pero era la verdad, mamá había huido, sin siquiera llevarme con ellas. Desde ese momento he vivido solo, y cumpliendo desde la lejanía las ordenes de mi padre.
Después de tranquilizarme me cambié de ropa, dejando la de Seth en la lavadora. De pronto sentí que ese espacio era demasiado reducido.
Salí de casa rumbo al bosque en búsqueda de aire puro y algunas pistas, como no sentí nada extraño en el ambiente me subí al coche rumbo al pueblo, confiaba en mi suerte. Así había encontrado al anterior vampiro. Bueno tal vez pude haber tenido un poco de ayuda, pero la suerte siempre era mi ayudante.
La carretera estaba vacía, ningún coche cerca, era un día lluvioso como los que siempre había escuchado que habían por este lugar. Un día que cualquier vampiro adoraría. Sin duda alguna.
Por una vez en la vida pensé en que mi vida no era tan mala, podría vivir fácilmente en este lugar. Debía escoger destinos como este más seguido. Una vez llegando a la ciudad, baje del vehículo con mi cazadora en la mano, no había nadie por los alrededores, de seguro porque yo era el único loco en la ciudad que estaría bajo la lluvia, mientras que la demás gente estaba resguardada bajo techo. Sin importarme mucho eso camine por los alrededores, mientras me colocaba la cazadora. No tuve que caminar mucho para sentir unos ojos pegados a mi nuca, fingí que no me importaba y seguí caminando hasta un sitio apartado, cuando ya no sentí vida humana cerca, espere a quién me seguía. Me lleve una desilusión al ver a un chico nativo en frente de mí.
– ¿Qué quieres? – Dije sin hacer rodeos.
– Nada solo quería saber quien era el tipo que esta haciendo tanto revuelo en La Push – Enarqué una ceja ante su comentario – Soy Jacob y soy amigo de Leah y Seth. Últimamente le has causado algunos problemas a Leah.
– ¿Problemas?, ella no me ha dicho nada. – Ahora fue el turno de él de enarcar una ceja – No hablare de mi vida personal contigo.
Dije terminantemente, el chico solo se encogió de hombros. Nos miramos fijamente durante unos momentos, lo deje estudiarme, mientras yo hacia lo mismo con él. ¿Sabría él que con esa actitud me estaba provocando?, No, respondí entre mí. Por su forma de ser y la forma en que Leah se movía, sabía que esta no era una manada común.
– ¿Qué eres? – Pregunte secamente. Él se extraño durante un rato, luego pareció entender lo que le decía.
– Soy un lobo quileute ¿y tú?
– No eres un lobo – Hice que la sangre en mi hirviera y puse mi dominio sobre el suyo, nada resulto, él no era un hombre lobo. O se hubiera asustado o entendido que no podía dirigirse así a mí al sentir mi fuerza sobre la suya. Su única reacción fue la que los humanos tienen al estar cerca de ellos, un leve desconcierto y respeto, nada más.
– ¿Qué hiciste?
– Nada que te interese, y reitero NO eres un hombre lobo.
– No he dicho que sea un hombre lobo, solo que soy un lobo – Mi cara se volvió de incredulidad – Hace tiempo los Vulturis nos clasificaron como cambia-formas, y la forma que tomamos es la de un lobo. Aunque admito que me gusta que me digan que soy un hombre lobo.
Me mostró una sonrisa, que te incitaba a sonreír. Se la devolví, he hice ademán de irme.
– Oye espera, aun no sé como te llamas, ni que haces por estos lados. ¿No crees que sería una muestra de educación decirlo?
– Chico los lobos no somos domesticados. – Hice una seña con mi mano diciéndole adiós – Me llamo Liam y si vez un vampiro por estos lados es mío.
– ¿Qué clase de vampiro? – Me gire en redondo y lo mire. Él seguía esperando mi respuesta.
– De los que tienen ojos rojos, colmillos y le chupan la sangre a los humanos. De cuales más.
– Hay de ojos ambarinos, y te advierto que ni se te ocurra tocarlos – Dijo seriamente. Él chico tenía potencial como Alpha, podía ser tranquilo, pero se cabreaba. Sonreí ante eso.
– Si los hay, no me les acercaría, solo busco a mi objetivo un vampiro que no es de esos, además no me iré hasta matarlo.
– Entonces, que tengas buena suerte en tu cacería. Y cuídate de Sam esta cabreado contigo. – Se dio media vuelta y se fue.
Yo proseguí por mi camino, recorriendo la ciudad, y pensando sobre aquellos de ojos ambarinos, ¿sería por eso que yo los confundía? Sentí asco, porque me confundieran con un vampiro, ¡puaj!
Las calles seguían vacías, ni un alma alrededor, después del encuentro con Jacob. Nada raro aquí. Había pocas opciones y ninguna me agradaba, Primero era que ya alguien se hubiera cargado al vampiro, malo para mí ya que YO debía hacerlo. Segundo se había enterado que alguien lo esperaba aquí y se había ido, malo para mí Yo debía ir detrás de él por lo que dejaría a Leah aquí. Tercero Steve me había engañado y me mando a seguir un rastro falso, malo para mí porque me dejaría como un idiota.
Di un fuerte suspiro, no había nada que me favoreciera y un dolor de cabeza estaba por volverme loco.
Salí rumbo a la carretera. Después de unos cuantos minutos de viaje me tope con unos acantilados. Aunque el día no era especialmente lindo con toda esta lluvia, pero aun así pare a un lado de la carretera, baje del auto y me acerque a la orilla del acantilado, la vista definitivamente era imponente, el frío que llegaba desde el mar, me calaba los huesos, aun así daba la impresión de inmensidad. Las olas chocaban contra el acantilado cada vez más fuertes a causa de los fuertes vientos. Suena descabellado, pero me sentí pequeño alrededor de aquel paisaje. Respire profundamente la tranquilidad del lugar.
Pero algo rompió esto.
Levante mi rostro y deje que las gotas de lluvia rodaran por mí. Pensar, que el viento me traería el aroma que necesitaba, el aroma de un ser tan extraño como yo en estas tierras. El cazador dentro de mí aulló de alegría, mientras que por fuera fui tan estéril como pude, soy un cazador paciente y me muevo con cautela, por lo que aguce mis sentidos para detectar a mi presa. Mis oídos no me ayudaron lo suficiente y mi olfato estaba en iguales o peores condiciones a causa del viento, cuidadosamente mire alrededor, no pude ver mucho por lo que decidí moverme hacia el auto, por lo menos ahí tendría una excusa para ver más especifico el perímetro. El auto estaba a unos cuantos metros de distancia, desde allí podría moverme con más facilidad para lanzarme al acecho. O eso creí hasta que lo sentí a mis espaldas, me moví rápido pero no lo suficiente como para esquivar el golpe que me dio, lanzándome directo al agua helada.
El agua estaba muy, muy helada. Sin contar que los golpes contra el agua “duelen,” por lo que quede algo atontado. Pero pude nadar con relativa facilidad a la orilla.
Apenas toque tierra peque un grito, lo maldije al maldito y a toda su casta. ¡Urgh bastardo!!! Siempre he oído que algo bueno debe haber en todo, me quebré la cabeza pensando en lo buenos que esto tenía, porque DEBÍA tener algo. Mire hacia la parte baja del acantilado y encontré lo que buscaba. Pude haber caído sobre las rocas y haber muerto a causa de romperme la columna, además ya sabía con certeza que era el maldito bastardo que buscaba, también podía decir con certeza que no descansaría hasta mandarlo al infierno vuelto cenizas!
Respire hondo un par de veces, debía subir por el coche, si es que todavía hab…
Mis palabras fueron oídas, el coche cayó frente a mis ojos. Sentí un nervio tensarse en mi mandíbula mientras veía hundirse mi coche.
– ¡Mierda!!!
>>Leah<<
Cuando vi a Liam en el umbral de la casa, no supe que decir, si decirle que estaba feliz de verlo o preguntar qué rayos le había pasado.
Opte por esto último.
– Liam, ¿qué rayos fue lo que te paso? – Su rostro estaba pálido, y tenía ojeras. Si no estuviera con el seño fruncido tal vez bromearía con él.
– Vampiro – Masculló, luego entro. Fui detrás y vi como adoraba a la estufa de la cocina.
– ¿Qué tal si eres… ya sabes, un poquitín más especifico y colocas eso en una oración?
Liam respiro profundamente y se quito la chaqueta, cuando lo hizo cayeron al suelo la billetera y el móvil. Al ver esto Liam profirió un gruñido.
– Me. Gustaba. Ese. Teléfono – Se agacho y recogió sus cosas, le dio una última mirada a su móvil y lo dejó en la mesa con la billetera. Siguió con lo de antes y se quito las deportivas y la camisa que llevaba puesta.
Como seguí mirándolo embobada, se me acerco y me dio un pequeño beso en los labios.
– Lo siento cielo – Dijo cansado – Pero esto es lo que paso, Vampiro me encuentra por sorpresa y me lanza por un acantilado. Salgo nadando y el muy bastardo lanza mi auto, ¡mi auto al mar!!! – Su voz retumbaba dentro de la casa. ¿Debía decirle que Seth ya estaba en casa?
Liam tomo un par de respiros – Discúlpame cielo, solo que…
– Solo que debías sacarlo, te entiendo yo lo hago siempre.
– Gracias – Se acerco y me abrazo.
– Wow, ¿no pudiste con un vampiro? Creo que deberías pedirle a mi hermana que cuide de ti – Dijo Seth riéndose.
Liam no le dijo nada, solo me levanto la barbilla con una mano y me beso con pasión, entreabrí mis labios y él metió su lengua en mi boca.
– Dios que asco – Dijo Seth – podrían parar sigo aquí.
Liam me estrecho más a él poniendo su mano más abajo de mi columna. Su otra mano subía por debajo de mi blusa, cuando sentimos la puerta de la habitación de Seth. Fue entonces cuando Liam se separo de mí, aunque antes me dio un pequeño mordisco en el cuello que me hizo gemir.
– Bien, ahora si me siento mejor.
– Me alegro – Dije jadeante.
– Aunque – Señalo la mesa – Sería feliz si tu tiraras a la basura a mi pobrecillo teléfono. Yo – Dijo dramatizando – No podría hacer eso nunca.
– Creo que lo pensare, ya que yo sería muy feliz si no me acosaras así en frente de mi hermano. – Dije frunciendo el ceño.
Liam puso un dedo en mi ceño y lo aliso. Luego sonrió y me beso en la nariz.
– Y yo sería más feliz contigo en una cama cariño – Me sonroje – Pero creo que no será así, por lo que no tenemos trato.
– Bien, entonces tira tu mismo tu teléfono.
Salí de la cocina rumbo a mi cuarto con una sonrisa boba en la cara, le había ganado…
– Y yo creo que esta noche tendremos problemas al compartir la cama.
Me gire en redondo, con los ojos abiertos de par en par. Mientras que él estaba con el semblante serio, esperando por mí replica. Como no hube respondido al momento, siguió.
– Mi lobo se rehúsa a dormir sin ti, o por lo menos hasta que te marque, creo. ¿Qué me dices de ti?
– Que no quiero una almohada extra.
– Oh eso duele, – Puso una mano en su pecho – ¿Ni siquiera porque soy esponjosito? – Me reí de él – Ves, me echaras de menos.
– Tonto.
– Tú tonto cariño, desde anoche soy tuyo. Y NO se aceptan devoluciones.
Lo mire seriamente, su tono de vos era despreocupado pero hablaba en serio.
¿Podría ser verdad? Siempre creí que le pertenecería a alguien, que me volvería ciega de amor por esa persona especial, en fin, que sería igual que los demás imprimados. Pero lo sentía, sabía, algo muy dentro de mí me decía que Liam era esa persona especial, y ese algo dentro de mí saltaba de alegría al saber que él también lo sabía.
– Mi lobo se sentiría solo sin ti Leah, él te ama – Negó con la cabeza – Yo ya lo hago – Dijo seriamente.
Me atrajo a él y rozo sus labios con los míos – Y tú también lo haces.
Pude haber respondido, pero el dolor del recuerdo me hizo insegura, ¿podía ser él?, ¿qué tal si me dejaba igual que Sam?, En mi interior lo negué, él no era Sam.
Acorte la distancia entre nosotros y lo bese con cariño. Cuando pude apartarme y estuve segura que mi voz no me fallaría, hable.
– Bien, quiero que sepas que no me cambiare de ropa delante de ti esta noche. – Me miro extrañado, hasta que por fin entendió.
– Preferiría que lo hicieras cuando estoy en forma humana y pueda tocarte – Enrojecí por completo, ¿por qué era tan directo?
– Creo que no has escuchado esto alguna vez. – Apunte con mi dedo su pecho – Hay oportunidades que solo se dan una vez en la vida.
Camine hacia mi cuarto.
Estaba apunto de cerrar mi puerta cuando me lo impidió.
– Cariño a veces la gente tiene golpes de suerte.
– Seria demasiada suerte, y creo que estas abusando de ella – Lo afronte cara a cara, su mano rozo mi rostro.
– Creo que puedo arriesgarme un poco más, después de todo no me convertiré en “cachorro” en un buen rato – Dijo con su voz ronca cerca de mí.
– Déjame ver cuánto tiempo tengo antes que mi príncipe vuelva a ser un sapo, ¿sí?
– Lo suficiente. – Más cerca de mí, mientras que yo retrocedía hacia mi cuarto.
– Liam si te dejo entrar sería un error.
– ¿Por qué? – Sentí la puerta detrás de mí.
– Porque… porque… apenas me conoces – Él negó. Y entramos al cuarto, Liam cerró la puerta.
– Esa no es una excusa válida. Ven. – Me senté en la cama, y me negué a moverme de ahí. Había dos posibilidades, si me levantaba las piernas me iban a fallar, eso solo me haría caer en sus brazos más rápido, pero si me quedaba quieta podía resistirme. Seguí sentada ignorándolo.
– Cariño porque me haces más difícil este día. Pero sabes, tal vez no es tan difícil…
Liam se sentó a mi lado y me abrazo, puso su cara en mi cuello.
– ¿Te acuerdas? Quise abrazarte por mero impulso aquella vez, eres tan bella. Cuando estuve tan cerca me volviste loco, solo tu aroma me desequilibro, y mírame, cómo si pudiera estar lejos de ti ahora. Odie la semana pasada, no sabía quién eras, deteste el salir huyendo y para colmo quería abrazarte, sentir tus labios de nuevo. Pero no debería quejarme, ahora te tengo aquí, sin embargo sigo ansiando más. Quiero que seas mía Leah.
–Valla no sé qué decirte, creo que sería mejor admitir que yo también te extrañe mucho Liam.
Liam me atrajo hasta sí y me beso tiernamente, sentí un “Te quiero” contra mis labios antes de caer en la cama con él.
Liam me acomodo con cuidado debajo de él.
Demonios, he tenido una mala semana probablemente lo siga siendo, me despidieron. Además tengo que aguantar el mal humor de Sam. Y probablemente lo único bueno que me ha pasado en mucho tiempo sea esto, estar con Liam. Mi Liam.
– Cariño, no quiero intimidarte – Me acomode debajo de él frotándome intencionadamente contra su erección, la cual llenaba su pantalón, definitivamente él me deseaba. Y atraje su rostro hacia el mío.
Lo bese como si se me fuera la vida en ello, tomo mi rostro entre sus manos, y entreabrí mis labios invitándolo a entrar, él entendió de inmediato y metió su lengua en mi boca, su sabor era delicioso. Una de sus manos se metió por debajo de mi blusa tocando mis pechos me arquee contra el pidiendo más contacto, gemí cuando le dio un pequeño peñisco a mi pezón endurecido. Dejo de besarme por unos momentos y bajo a mi cuello, me mordió con fuerza, un gemido que cualquiera que estuviera afuera de mi habitación escucharía escapo de mi garganta.
Liam se aprovecho de ese momento para arrancarme la blusa. Mi único pensamiento conciente fue Se acabo el señor amabilidad. Comenzó a amasar mis pechos y luego comenzó a chupar mis pezones turnándose, enterré mis uñas en su espalda a causa de la excitación, tenía ganas de gritar cuando paro de chupar mis pechos, sentir su lengua era maravilloso. Al parecer un quejido se escapo de mis labios, porque me sonrió.
– Cariño tranquila todavía queda tiempo – Me pregunte como podía hablar yo apenas y juntaba las palabras – Deberías dejar de gemir así o llegaremos al orgasmo demasiado rápido.
– Liam… – Dije apenas con aliento y toque su erección, sus ojos ardieron, desbotone sus jeans y metí mi mano para tocarlo de más cerca. Me sentí desilusionada cuando me aparto de su miembro alejando mis manos.
Me dio un poco de espacio y me quito las deportivas y desabotono mis jeans quitándomelos junto con las bragas. Me quedo mirando un rato, sus ojos denotaban hambre cuando recorría con la mirada cada centímetro de mi cuerpo.
Fue hacia la puerta y hecho el cerrojo – No quiero interrupciones. Porque esta vez no te salvas, vas a ser mía por completo.
No pude estar más de acuerdo, quería que me hiciera suya ya. Como estaba de excitada con solo un poco de su tacto… esta vez no quería parar.
Liam se quito los pantalones y pude ver su erección, mi estomago se apretó, lo quería dentro de mí. Liam se acerco y separo mis piernas y comenzó a recorrer mi intimidad con un dedo, luego lo hundió sin piedad, comenzando a moverlo lentamente. Mis manos se fueron a la cabecera de la cama, mientras el me torturaba con sus movimientos lentos. La anterior vez me quede quieta esperando el placer que me daba, esta vez me moví contra su dedo, de repente metió otro más en mí y subió el ritmo de los movimientos. El orgasmo me sacudió por completo cuando llego. Los espasmos todavía estaban cuando quito sus dedos de mi intimidad y los cambio por su boca, me sacudí con cada lamida y chupada que me daba, sentí su lengua dentro de mí y me volví loca. Estaba por sacudirme otro orgasmo cuando me penetro.
Fue tan brusco y a la vez tan excitante, sus movimientos eran fuertes, enrede mis piernas en su cintura y reclame más de esa brusquedad. Definitivamente era una masoquista, pero me volvía loca con cada envestida. Bajo su cabeza como tantas veces lo había hecho y mordió mi cuello, apreté mis piernas más contra él, y aumento el ritmo. Esta vez fui yo la que mordió su cuello, y por una vez los gemidos que llenaban la habitación no eran solo míos.
Llegamos juntos al orgasmo.
Rodé por la cama, sentir la luz del sol por las mañanas era delicioso, en especial por estos lugares en que es tan extraño tener un día soleado.
Busque a tientas a Liam, pero no lo encontré, me levante de inmediato. No era para nada lo que esperaba, mire el reloj en la veladora, eran las 8 am, a estas horas ya debía de haber cambiado y estar cerca de aquí. Fui a la cocina y lo encontré con mi madre que parecía estar regañándolo.
– Mamá, ¿qué haces? – Mire a mamá con el ceño fruncido, pero no me duro mucho, ya que ella me lo devolvió ¿y adivinen? sip ella me lo enseño, nunca la he superado. Liam se me acerco y deposito un pequeño beso sobre mis labios. Quise más pero me obligue a recordar que mi madre estaba al lado de mí prácticamente.
– Cielo que bueno que despertaste.
– Si, no tenía ganas de levantarme, pero no estabas. – Liam me abrazo.
– ¿Ya ves lo que paso yo mamá?, siempre se besan ¡puaj! – Dijo Seth al lado de mamá.
– Se comprensible con tu hermana. Además algún día tendrás tu pareja y seré yo la que diga ¡puaj! – Dijo mamá acercándose a mí, me dio un peñisco en el brazo – Leah debemos hablar.
– Aun no he comido – Dije tomándome mi pancita.
– Traga, estaré en mi habitación. – Y se fue. Me di media vuelta y mire a Seth, este se encogió de hombros, mire a Liam y supe que él me podía decir lo que quería.
– Habla – Dije. Este señalo la mesa.
– Come primero, no quiero que te desvanezcas – Dijo serio – Además qué pasa con mi cachorro.
Seth se puso rígido detrás de mí, podía sentirlo, ese tema era tabú en casa, mire mis manos y me senté a la mesa. A Liam no se le paso por alto la reacción de Seth.
– ¿Qué pasa?
– No puedo tener hijos – Dije, Liam me miro un rato seriamente, y se encogió de hombros.
– Ya veremos – Estaba por responder cuando siguió – solo porque un idiota no haya podido preñarte no quiere decir que yo tampoco pueda. Solo esperemos, sino llegan estará bien, de todas formas no te quiero por eso sino por ti. Tu me atraes, no lo que me puedas dar.
– Liam – Volvió a señalar la mesa y me serví un café y unas tostadas. Comí en silencio, de dónde había llegado él, definitivamente el era lo mejor en mi vida. – Gracias.
– No hay de que, eres mi compañera. Todo lo que puedo querer. – Me sonrió – Tenemos toda una vida por delante, no nos amarguemos ahora ¿te parece?
– ¿Una vida? – Enarqué una ceja, se encogió de hombros como si la respuesta fuera muy obvia. Sonreí como tonta, él era fácil de adorar.
– Em, Leah, no me vuelvas a dejar solo de nuevo ¿quieres? – Mire a Seth que había hablado a mi lado. De seguro mi cara mostraba la misma duda que tenía por dentro, ¿por qué solo? – Teníamos que patrullar anoche.
Oh, y yo en cambio me dormí como una piedra después de acostarme con Liam, Dios, enrojecí por completo al recordar los detalles de anoche. Mire a Liam de soslayo y lo vi aguantándose la risa, maldito ¿es que nada le daba vergüenza?
– Perdón creo que es mi culpa – Dijo Liam alzando las manos.
– No me interesa, solo tengo un mensaje para Liam, me había olvidado decírtelo, Jacob dijo que tu vampiro esta cerca.
– Gracias Seth, cuando veas a Jacob agradécele de mi parte la información.
– ¿Qué significa eso?
– Cariño… – Lo mire esperando su respuesta – Mereces saber la verdad, tuve que volver por dos cosas a este lugar, – La culpa se reflejo en sus ojos – Al principio pensaba volver por ti, pero debo obedecer ordenes de mi Alpha y mi misión aquí es acabar con un vampiro, que venía persiguiendo al que matamos hace una semana en el bosque…
Cuanto hubiera deseado no escuchar eso, “Obedecer órdenes.” Eso solo quería decir algo para mí.
¿Era el que te encontraste ayer? – Liam asintió, otra pregunta llego a mí con la comprensión – ¿Cuándo te iras? – Sus ojos reflejaron dolor al escucharme.
– Si esta cerca de aquí, será muy pronto.
– Oh… – No sabía que decirle. Eso me había pillado por sorpresa, ¿cómo no se me había ocurrido que podía tener más razones para estar aquí?
– Tu madre te espera mi amor, ve con ella, yo estaré aquí un rato más por si quieres hablar.
– Si quiero, espérame no me demorare. – Iba a salir de la cocina cuando volví y lo bese. – Te quiero Liam.
– Yo igual mi amor, ahora ve – Salí de allí rápidamente si me quedaba un rato más podía hacer cualquier cosa, como amarrarlo a mí para asegurarme que él no se iría a ninguna parte.
Uf! ¡Piernas… caminen!!! Debía entrar, no había un león hambriento a punto de comerme detrás de la puerta solo era mamá, y no es como si me diera miedo un león tampoco, – pero solo tal vez… mamá si – entraría, y me enteraría de que es lo que quería le daría mi opinión y me iría con Liam. Bien, todo planeado solo que mis piernas no estaban tan seguras sobre todo esto, que pasa si me decía algo que no me agradaba, solo Dios sabe que ella sabía ocupar la razón a su favor.
– Leah se que estas allí, entra – Ella no necesitaba tener mis sentidos agudos para mortificarme. Abrí la puerta con seguridad, que se esfumo cuando la vi fruncir el ceño. Estaba sentada en la cama al lado de la veladora y sostenía algo en sus manos.
– Bien, ¿qué sucede? – Golpeo suavemente con una mano a su lado en la cama. Me acerque lentamente y me senté junto a ella.
– Leah, qué piensas sobre esta foto – Me paso una fotografía mía y de papá, el me cargaba en sus hombros por la playa. Cómo olvidarlo, fue mi premio por terminar el primer día de clases. Llevaba un par de trencitas, mi uniforme y una paleta en una mano que papá me había comprado. Era tan feliz, Seth me decía que había sido una mimada desde pequeña, nunca le respondí porque era la verdad, papá siempre me consentía.
– Hace mucho que no la veía, mantienes las fotos bajo siete llaves. – Acaricie la superficie de la fotografía.
– Dicen que el dolor se va más rápido si no vez lo que te lo produce. – Tome aire, no me gustaba hablar de esto y a ella tampoco, ¿adónde quería llegar con esto?
– Lo mejor del día es acabarlo en familia… eso me dijo ese día. Lo recuerdo bien, fue el momento y la palabra adecuada.
– Si, él era así. Dime ¿qué es lo que ves?
– Mmm… a papá y a mí disfrutando de una tarde juntos…
– No estas viendo en detalles – Negó – Lo que yo veo es a una familia unida. Sabes, Harry siempre decía; “Ellos siempre serán nuestros niños.”
– Eso es lo que dicen todos los padres, mamá.
– Leah… sé que eres mayor, y de a poco estas haciendo tu vida… – Oh, oh – Ese joven se ve que le importas, solo que Sam también se veía igual. No quiero que cometas el mismo error dos veces, enamorándote de alguien tan rápido. Según Seth es tu pareja. Pero yo quisiera que fueras con más calma, me preocupas mucho, encontrármelo en la cocina al comenzar el día fue una sorpresa bastante grande.
– Oh, Es que él…
– Ya me lo explico, dice que es un Lobo y la luna llena lo manda o cosas así. Me dijo algo que no me agrado y que espero ignores…
– ¿De qué hablas, no te entiendo?
– No quisiera decírtelo yo, pero no quiero que te presione con respuestas apresuradas. – Tomo aire – Quiere llevarte con él, no sé adonde, pero no me agrada esa idea. No creo que sea bueno que estés lejos de la manada, aquí te necesitamos y también tu nos necesitas, ¿qué tal si estando lejos no es el mismo y nos necesitas?
– Mamá, creo que estas exagerando, sobre la manada, hay muchos dispuestos a defender La Push más que yo, y no creo que Liam sea de esa forma que dices. Mmm… además Liam no me ha dicho nada, solo me ofreció un trabajo, pero creo que no lo aceptare, ni si quiera sé donde es. – Me reí algo nerviosa. ¿Liam quería llevarme con él? No había planeado irse sin mí, salte de alegría dentro de mí. Pero, ¿por qué mamá estaba tan preocupada?
– Leah, definitivamente no quiero que aceptes nada de él, ¡lo conoces desde la semana pasada! – Oh, oh mamá no perdía la compostura, esto estaba mal. A lo mejor…
– Has estado hablando con Sam. – La acuse.
– No necesito hablar con nadie para preocuparme por mi hija. Demonios Leah, solo quiero que entiendas esto. Estas yendo muy rápido, y no quiero que te lastimes.
– Mamá te prometo que esta vez… – Comenzó a negar con la cabeza – esta vez no será igual que antes… – Mi voz termino en un hilo.
– No quiero promesas que no se cumplirán.
– No son promesas que no se cumplirán – Me levante de la cama de un golpe hacia la puerta.
– Si lo único que me queda es ver como mi hija se hace daño… esta bien.
La mire atónita, estaba tan convencida de eso, que no pude hacer nada. Agache la mirada y salí del cuarto. Levante la vista hacia una ventana y vi mi reflejo, seque una lágrima que cayo por mi mejilla. Por qué mi vida es tan difícil…
No pude seguir lamentándome, ya que sentí un fuerte golpe fuera de la casa, y un grito de Seth.
Fui corriendo afuera al lado de Seth.
– ¡Liam! – Grito Seth desde mi lado.
– No te metas Seth, quédate ahí. – Liam peleaba con un tipo alto y fornido. Ambos pelaban a la par, al principio me había sorprendido de la destreza de Liam, pero el tipo no se lo estaba poniendo fácil. Liam logro apartarlo de él con una patada en el pecho, que lo lanzó contra un árbol. Liam se veía algo preocupado.
– Se supone que te di una orden, ¡obedécela!! – El tipo le gritaba a Liam.
– ¡No!!!
Me gire hacia Seth que se veía preocupado. – ¿Qué esta pasando? ¿Por qué ese tipo golpea a Liam?
– Emm… es difícil decirlo, el tipo entro en la casa y le ordeno a Liam salir, no entendí mucho, solo que Liam rompió las reglas, algo así… – Me miró con culpa – El tipo le dijo que debía estar dando caza al vampiro no haciendo de perro faldero. Además de otras cosas…
– Por el amor de todo lo sagrado, ¿qué es este manicomio? – Apareció mamá detrás de nosotros.
Liam paro de pelear al escucharnos, y levanto las manos en signo de rendición. El tipo paro con desconfianza. Dándose suficiente espacio el uno del otro.
– ¿En qué momento te pusieron el bozal y la correa “cachorro”?
– No voy a pelear en frente de mi hembra Steve, así que no intentes provocarme. Si quieres pelear iremos a otro lugar más alejado.
– Me parece bien, necesitas un escarmiento, para que aprendas a no desobedecer órdenes de tus “superiores.”
Liam me miro y asintió, sin prestar demasiada atención al tipo. Sostuve su mirada lo suficiente para darme cuenta de que estaba esperando mi aprobación. Asentí con duda.
– Bien sígueme si puedes. – Se dio media vuelta y se perdió en el bosque.
– Te sigo. – Dijo secamente el otro, siguiendo su rastro.
– Oh, oh… – Fue lo único que salió de mi boca.
– Si yo tuviera tu vida hermana no me aburriría para nada.
– Seth, cállate. – No lo pensé dos veces y corrí, intentando seguir el rastro de Liam.
>>Liam<<
Fui maldito el día en que nací.
Quizá, solo quizá había roto alguna regla del estúpido destino.
Hasta ahora solo me concentraba en buscar alguna explicación para todo esto. Estoy seguro que si escribiera un libro con mi vida haría llorar a cualquiera, hasta la medula.
– Adonde me diriges – Steve estaba que me pisaba los talones.
– Donde no estorbes y no encuentren tu cadáver. – Provocarlo me nacía del alma. Casi por inercia.
– Muy gracioso mocoso.
– Púdrete en el infierno idiota – Me di la vuelta y quise patearlo pero me esquivo con un movimiento, el bueno de Steve siempre preparado, asqueroso.
– Niño, niño, niño, no eres más que eso, conoce tu lugar y deja de molestar a los mayores.
– Que seas 3 años mayor que yo, no quiere decir que seas el gran señor idiota.
Rodéalo y lánzate a la garganta Liam, que sea limpio. Rodea. Siempre ha sido mi manera de cazar, ahora mi presa era Steve, dicen que a veces los sueños se cumplen.
– ¿Piensas que caeré en eso?, tengo más experiencia en pelea en una pata que tú en las cuatro.
– Creo que estoy cumpliendo mi sueño, si te liquido no tendré que cargar con nada, estamos en terreno ajeno así que no hay reglas.
– Por que crees que te seguí, sé bien las reglas. Y espero tanto como tú derramar sangre, tú sangre.
– Deja de hablar, me enfermas – Me lance sobre él, tirándolo al piso. Logre golpearlo varias veces, pero se levanto dejando el suficiente espacio para darme una patada que apenas logre ver. Me estrelle contra el piso con demasiada fuerza. Estaba usando su fuerza al máximo. Grandioso, no me quedaría atrás.
Le lance un golpe tras otro, pero el iba esquivando. Hasta que me di cuenta de lo que hacia, era cierto él era más experimentado en esto, encontró un espacio en mi ataque y contraataco dándome un golpe bajo la barbilla que me hizo retroceder. Aun así no iba a caer, le debía a Leah algo más que un macho débil. Me puse en posición esquivando los golpes que ahora él me daba, a diferencia de mí, Steve no tenía espacios vacios ni debilidades conocidas. Por eso el siempre fue el favorito de Papá, era su mejor aprendiz. Seguí esquivando sus golpes y patadas hasta que pude bloquear una patada, consiguiendo desequilibrarlo por unos instantes, lo suficiente como para moverme y golpearlo con toda mi fuerza.
Conseguí derribarlo, pero se recupero rápido levantándose prácticamente de inmediato del suelo. Desde un principio no creí que esto fuera fácil, matar al Segundo de mi manada, nada fácil. Steve levanto su mirada directo a mí, sus ojos brillaban de un color plata, estaba tomando esto muy enserio, o estaba muy cabreado por no haberme matado en un abrir y cerrar de ojos. Un flash nublo mi mente, esas cosas solo me pasaban a mí, un Alfa, los lobos normales se asemejan a los humanos por completo (a excepción de la fuerza y agilidad), un disfraz perfecto para poder vivir entre ellos, o sea sus ojos NO debían brillar.
Se lanzo sobre mí y su forma cambio a la del lobo, esto no podía ser… él no podía, ¡no debía hacer eso!
– ¿Qué rayos? – No había tiempo para esto, debía cargármelo ya, me cuesta bastante más tiempo cambiar de forma que él, por lo general me toma un par de minutos hacerlo cuando es de día y no esta la Luna en su esplendor. Ni siquiera había visto alguna vez hacer eso a papá. Además debía hacerlo en esta forma, no contaba con el suficiente tiempo como para cambiar sin que me haga el suficiente daño.
El gran lobo rojizo se lanzo a la carga otra vez, ahora yo sería el conejo en esta cacería y eso no me agradaba, nunca me ha gustado huir, pero debería hacerlo si quería que la pelea fuera pareja, debía cambiar ahora. Retrocedí rápidamente sin perder de vista los movimientos de Steve. Solo que no predije que él era mucho más veloz que en su forma humana. Esquive su mordida por unos centímetros, claro que mi camisa no podía decir lo mismo. Retrocedió y volvió con más fuerza, podía ver claramente que estaba usando al máximo su musculatura. Aunque lo odiara con todo mi corazón, debía admitir que el muy bastardo tenía la suficiente agilidad para moverse con precisión, aunque esa precisión me estaba por costar la vida.
– ¡Liam!!! – La peor pesadilla que pude haber imaginado se estaba materializando en frente de mí. Leah había aparecido aquí. Mi distracción le dio todo lo que necesitaba a Steve, una oportunidad.
Sentí como si todo se moviera lentamente, mi cuerpo era demasiado pesado para moverse a la velocidad que yo necesitaba. Vi una sombra acercarse a mí, y a Steve, quien no tenía el mismo problema que yo, él podía moverse muy, muy rápido.
De pronto caí al suelo y el cuerpo de Leah sobre mí. Steve retrocedió, su mente de lobo aunque limitada podía entender lo que había hecho.
Tome a mi Leah entre mis brazos, la revise con desesperación, no encontré heridas graves, a decir verdad solo encontré su hombro dislocado y un pequeño corte en la cabeza del cual brotaba algo de sangre. De seguro su hombro se había dislocado al rempujar a Steve del camino, aun así el golpe pareció ser muy fuerte por lo que perdió el sentido. Acaricie su rostro, mientras Steve estaba mudo en frente de mí. Sentía tantas ganas de…
– Auu… – Lleah hizo ademán de levantarse pero la sujete – Liam suéltame.
– Nadie te pidió que te metieras en esto Leah, ¿qué intentabas? – Dios, solo quería mantenerla así. Mantuvo sus ojos cerrados.
– Ayudar… creo.
– Me importa un bledo, es que no puedes… no quiero que vuelvas a hacer eso – Mi rabia se volcó en ella, no podía creerlo.
Steve se retiro, podía sentirlo correr sin rumbo. Podía ser un bastardo pero nunca lastimaría a una mujer.
– ¿Cuando piensas darme las gracias? – Leah se revolvió entre mis brazos, un tanto adolorida por su hombro.
– Grrrr. – Tenía ganas de… agarrarla y encerrarla en un cuarto para que nada le pasara.
– Okay, lo admito solo actué, es que ese tipo te iba a hacer daño y ¡Bang! Ya estaba ahí.
– Eres más rápida que un rayo, ni si quiera te vi venir.
– Si, me lo han dicho, sabes, creo que ya estas aceptando mi ayuda – Abrió sus hermosos ojos marrones ¿qué hubiera hecho si le pasaba algo a mi Leah? – Ahora solo falta mis gracias.
– Por supuesto que te las daré – La acomode contra mi de forma que me fuera más fácil todo, tome su hombro y lo volví a su posición de un tirón. Sentí el grito de Leah y un pequeño sonido del hueso me indico que estaba en posición de nuevo. Masculle un gracias que de seguro no era más que aire saliendo de mis labios, y la abrace más contra mí.
– No sé que fue eso, no creo que haya sido mi “Gracias”, porque uno se siente “Bien” cuando le agradecen – Toqué su rostro con la yema de mis dedos.
– Leah – ¿Cómo decirle que estos eran mis asuntos? ¿Cómo decirle que me había dejado como un cobarde? ¿Cómo decirle que me había robado 10 años de vida en un minuto? – Te amo y no lo vuelvas a hacer. Si hubiera estado de noche en Luna Llena, ahora yo estaría llorando sobre tu cadáver.
– Pero no lo es y debes reconocer que te ayude. – A vivir un día más. – Apropósito, ¿quién era él?
– Es el Segundo de mi manada, ¿puedes levantarte? Tengo trabajo que hacer.
– Estas muy enojado, no te conozco lo suficiente pero lo sé, – Dio un gran suspiro –Ahora dime ¿porqué él te odia tanto? – Me encogí de hombros, era de lo menos que quería hablar – Esta bien, lo siento, no lo volveré a hacer.
Asentí casi ausente.
– Me confundes, – Leah me miro con duda en su rostro – Es que a veces eres una mujer sería e “inteligente”, Seth te describe de esa forma, y otras eres una niña que simplemente reacciona. Particularmente me encanta tu forma de ser, pero ahora estoy abrumado. No sé que hacer, qué debo sentir. ¿Enojo?, porque te entrometiste en mi pelea. ¿Miedo?, porque te hubieras lastimado gravemente. ¿Gratitud?, porque me ayudaras de corazón. Cielo, tu dime.
– Amm… ahora tú me confundes, ¿debo decir gracias?
– Ahora sabes lo que siento, y ¿Qué tal si quedamos a mano?
– No.
Esta mujer era… mi mujer, solo eso. La mire durante un rato quería besarla pero eso era rendirse. Al demonio, baje mi rostro hacia el suyo y le di un beso.
– Gracias – Susurre contra sus labios.
– Por nada. – Me regalo una gran sonrisa.

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