viernes, 29 de julio de 2011

Cuando La Luna Al Fin Sale: "Ayuda"




PLAN EN ACCIÓN.
Caminaba despreocupadamente por las calles una mujer de cabellos marrones y ojos de igual color, – y que para sus veintiún años mostraba una figura común para Sydney, – por aquellas calles de aquella ciudad tan antigua y la más grande de Australia, con aproximadamente 4,34 millones de habitantes, ella era solo una persona más de aquel lugar, un fantasma más de los que caminaban por esas calles sin ser percibidos. O eso es lo que ella pensaba y sentía.
De pronto se quedo parada en la calle mirando sin mirar su camino, dejándose llevar por en un hilo de pensamientos hasta que uno cruzó su mente de forma obstinada, “quizás hoy será un buen día después de todo”, sonrió como para sí misma queriendo creerlo firmemente, y continúo su camino hacia las tiendas departamentales cerca de la bahía.
Lo siguiente que paso nunca se lo hubiera imaginado.
Por el rabillo del ojo vio detenerse un taxi en la calzada, sin prestarle demasiada atención siguió su marcha, pero un tipo apareció de la nada y la metió en el taxi que seguía parado en la calzada, ni siquiera tuvo oportunidad de verle la cara, y tan pronto como ella quiso gritar le taparon la boca con un pañuelo. De inmediato sintió sus ojos más pesados y sus pensamientos antes tan claros fueron más nublados.
Sus recuerdos se volvieron vagos, a excepción de una palabra que escucho de alguien dentro del vehículo, no muy segura si era de su captor, solo sabía que era la voz de un hombre que dijo, “Misión Completada”.
>>Steve<<
Todo estaba ya en marcha, me había tomado poco más de una semana, pero había conseguido suficientes lobos para el plan, me había aprovechando de la confusión que causaba la inestabilidad del alfa, ya que con eso varios lobos estaban comenzando a mostrar rebelión, en fin todo funcionaba y si para esta tarde todo iba bien el Alfa estaría más inestable que nunca, por ahora solo demostraba la fachada que todo el mundo conocía la del doctor con cara de póker, la que me convenía. Ahora solo faltaba una última cosa y llamar a Liam. Contaba con él, esta idea casi suicida me cruzo por la mente en cuanto dijo que su padre lo había rechazado porque creía que era un estorbo, algo inservible, ¿qué clase de padre le dice algo así a su propio hijo? Ese tipo era un asco.
Bien, estaba por llegar a casa, mamá de seguro estaría algo confundida. Y así parecía ser, ya que cuando me baje del auto la enfermera casi se abalanzo sobre mí.
– Señor…
– ¿Lo mismo de ayer? – La interrumpí, ella solo me comprobó lo que ya me esperaba. Camine hacia la casa armándome de toda la paciencia posible, hasta llegar al jardín donde estaba mamá caminando, ahora tranquilamente.
– Ya volviste, – Dijo lanzándose a mis brazos, mi madre siempre fue una mujer amorosa desde que yo era niño.
– Si madre, solo fui al trabajo nada más. – Dije abrazándola más a mí.
– ¿Cómo estuvo la consulta hoy?
– Agotadora igual que siempre, – Se separo un poco de mí y me tomo de la mano como lo hacía cuando llegaba de la escuela.
– Ven vamos a comer antes que se… enfríe – Dijo con su voz en un hilo, reconocía es expresión la había visto miles de veces antes, se había quedando en blanco.
– Pues vamos entonces, – Quise seguir avanzando pero ella estaba quieta aun.
– Es que no recuerdo si hice o no… o no sé. – La mire con una sonrisa, tratando de mantener mi dolor apartado de ella, acaricié su mano con cariño. Tratando de darle ánimos.
– Mamá vamos, – Dije llevándola conmigo, mientras en el trayecto ella trataba de recordar si había cocinado o no, guarde mi dolor vuelto sonrisas complacientes, ella no se merecía saber que yo sufría con eso, porque solo le daría más dolor del que ya tenía.
Al final de la noche mamá se fue a dormir, después de comer lo que ella había cocinado, estaba feliz de que lo hubiera hecho porque de no ser así, se hubiera deprimido aun más. Subí a mi habitación y me cambie de ropa por una más cómoda, al bajar les di las buenas noches a los empleados que estaban todavía por la casa y salí, avisando que llegaría tarde o que quizás no llegase, ellos asintieron y me dejaron ir sin más cuestionamientos.
Conduje mi auto por la bahía, había mucho movimiento como siempre, el día de hoy había sido como los de siempre sobre los dieciocho grados de calor, por lo que baje la ventanilla del auto con el botón y me dedique a vagar en mis pensamientos y preocupaciones que me habían estado dando vueltas por la cabeza toda la tarde.
Después de pasado media hora tras el volante al fin llegue a mi destino, una casa algo apartada de las demás, y que estaba aislada de sonidos, por lo que no tenía idea de lo que estaba pasando adentro, pero apenas llegue al frente de ésta vi un taxi estacionado, ese era… sonreí.
Me baje del auto en cuanto lo apague, y casi choco con la hiperactiva de Joy.
– Pensé que te habías olvidado de nosotros.
– Y yo estaba preocupado cuando no te encontré en casa, deberías haber estado allí.
– Tu mamá no se sentía muy bien, y no quería molestarla.
– Sabes que le alegras con tu presencia, – Ella sonrió complacida. Joy tiene dieciséis años y ha vivido la mayor parte de estos en mi casa, es hija de una de las sirvientas, la aprecio tanto como si fuera una hermanita pequeña que a veces, y eso se vuelve en muchas veces, te saca de quicio.
– ¿Todo resulto bien? – Dije señalando el taxi.
– De maravilla, no les pudo haber ido mejor, – Dijo sonriendo. – Aunque yo quería acompañarlos.
– Ya te he dicho miles de veces que no te dejaría participar de esto, ni siquiera sé por qué estas aquí, – Ella hizo con sus manos una señal de tiempo.
– Ya déjalo, ahora debes venir a verla a estado algo paranoica desde que se despertó, – Dijo agarrándome de una mano y arrastrándome dentro.
Apenas entre los lobos me hicieron señas, algunos mirando por demasiado tiempo a Joy, desde el principio les deje claro que no se metieran con ella o se las arreglarían conmigo, eso fue suficiente para que no se le acercaran, pero no tanto como para que no la miraran. Salude a todos, e impuse mi dominio cuando más de uno se quedo prendado con las piernas de Joy. No soportaba eso, era como si babearan por mi hermanita pequeña.
– ¿Tenías que ponerte shorts para venir? – Dije regañándola cuando nos alejamos lo suficiente del resto y estaba seguro de que no podían escucharnos.
– Son más cómodos para moverse, bueno ya llegamos, – Dijo indicándome el subterráneo.
– Estas de broma ¿cómo pudiste meterla ahí?, – Ella se encogió de hombros.
– Te dije que estaba paranoica.
– Si te secuestraran también estarías así, en especial si te meten en un subterráneo asqueroso.
– No es asqueroso es cool… está bien, tal vez me pase un poquito. – La mire escéptico. – Me pase, lo siento mucho, me disculpare cuando ya no este paranoica.
– Bien, ¿esta sola? – Ella asintió. – Okay, que nadie nos moleste.
Dije abriendo la puerta, Joy se perdió de inmediato, era obvio que no se habían llevado nada bien con nuestra “invitada”. Una vez dentro cerré la puerta con llave, guardándomela en el bolsillo, aunque no era necesario nada de eso con toda la seguridad que había afuera.
– ¿Hola? – Dije al bajar las escaleras, este lugar daba repelús, apenas y tenía la suficiente luz como para moverse, sino tuviera visión nocturna tal vez me sentiría mortificado de estar aquí.
Una vez abajo la vi.
– ¿Quién eres? – Me pregunto asustada.
– ¿Qué edad tienes? – Dije con asombro, ella no podía ser la hembra alfa, no podía, era simplemente una mocosa. Esto debía ser un completo error, – Te he hecho una pregunta, responde. – Dije con más firmeza.
– Yo también te hice una, – Después de un rato de permanecer callados se dio cuenta de quien mandaba en esta situación, – Tengo veintiún años. – Dijo abrazándose a si misma.
Me acerque involuntariamente al ver ese gesto, casi como si mi cuerpo se mandara solo, no, como si quisiera protegerla al verla así de desvalida.
– Me llamo Steve Turner y tú eres…
– Kate Goodman, ¿qué quieren de mí? – Se abrazó con más fuerza, cuando me acerque más a ella.
Definitivamente era ella, pero tal vez había una equivocación podía existir otra Kate Goodman, tal vez. Ahora mi gran duda era ¿por qué me tenía tanto miedo?
– ¿Alguien te hizo daño? – Dije tratando de controlar la rabia que estaba creciendo dentro de mí, si era cierto alguien pagaría caro por eso.
– No, – Dijo en un susurro. – Solo quiero saber, ¿por qué estoy aquí? – Sus ojos brillaban por las lágrimas que querían brotar y otras que ya recorrían su cara.
– Si eres quien creo que eres, te relacionaste con un mal tipo, – Ella abrió los ojos de par en par, – Descuida solo te tendremos un par de días nada más, luego serás libre. – Si quieres… dije para mis adentros, algo aquí estaba mal, y creo que me di cuenta en cuanto ella salto lejos de mí para evitar que la tocara, aun así la abracé. – Tenemos un problema… – Susurre inhalando su embriagante olor. Teníamos un gran problema.
>>Leah<<
Estábamos en la playa, ya había pasado una semana y media desde que Steve se había ido de la Push, Liam trataba de parecer despreocupado pero sabía que algo le molestaba. Me abrace más a él, esta tarde la habíamos pasado caminando por la reserva aprovechando uno de los pocos días en que no había lluvia pronosticada o que no hacía frío, el día en fin estaba delicioso para estas tierras y ahora disfrutábamos de una fogata, la típica fogata que se tornaba con llamas azules y verdes a causa de la sal que tienen las ramas que están tiradas en la playa, era un espectáculo hermoso para un atardecer y más hermoso si se esta en buena compañía.
Liam me dio un beso en la mejilla, – Te amo mi ángel.
– Y yo a ti Liam, – Lo abrace pero él quería otra cosa, me tomo y me coloco de espaldas en la arena y él se puso encima de mí, mientras me besaba con dedicación.
Esta había sido la semana más maravillosa de mí vida, Liam me había estado acompañando toda la semana, de todas las formas… Se había estado quedando en casa, ya que mamá no lo dejo volver a la cabaña solo y menos que yo lo acompañara allí, por lo que lo dejo ir un día para que buscara todas sus cosas, que no eran muchas y se estableciera en la casa como invitado.
Estaba por abrazarlo más a mí cuando su móvil vibro en su bolsillo trasero, parecía querer ignorarlo pero ya se había roto la magia del momento, suspiro apartándose de mí, lo mire mientras fruncía el ceño, esta tarde iba a tener mal humor. Ya comenzaba a conocerlo un poco más. Desde que esta semana me abriera las puertas de su vida de par en par, nos habíamos contado de todo. Aunque no habíamos vuelto a tratar el tema de su madre, ya que siempre que intentaba sacarlo me interrumpía y hablaba de otra cosa, pero habíamos tratado de conocernos más en nuestros gustos, desde que color era nuestro favorito, sonreí un poco ante esto, mientras él fruncía más y más el ceño.
– ¿Aló? – Dijo con su voz cargada de todo el mal humor que tenía.
– ¿Por qué el mal humor? – La cara de Liam cambio drásticamente, de su cara de amargado a cara de pocker, que según suele ocupar en su trabajo. Esa voz también me había tomado por sorpresa, había alcanzado a reconocerla.
– Steve, – Dijo incorporándose por completo y alejándose varios metros de mí. ¿A caso no quería que escuchara?
Y eso fue lo que hizo, no pude escuchar prácticamente nada de la conversación. Solo vi uno que otro asentimiento de Liam, y lo único que puedo decir que escuche claramente fue un “Nos vemos pronto”, al rato después. Ya que se acercaba hasta mí cuando lo dijo.
– ¿Algo que contar? – Dije levantándome del suelo.
– Nada, – Dijo algo incomodo, – Bueno si, es que Steve dijo que era hora de que me reuniera con él en Sydney.
Me quede quieta, había dicho “que me reuniera”, no me incluía con él.
– Creí que me llevarías contigo. – Dije lento y despacio y sin rodeos.
– Leah, aquí el peligro no era…
– Eran cuatro vampiros que nos tuvieron contra la pared…
– ¡Pues allá será una manada! – Me grito, Liam no me había hablado así en todo este tiempo. Bueno, quien era yo para decir que lo conocía completamente, solo eran unas cuantas semanas, nada más. Baje mi mirada al suelo sin saber que responder. – Leah…
Seque mis lagrimas que corrían por mis mejillas y salí corriendo de allí.
Liam me alcanzó antes de que lograra llegar al bosque.
– Leah, – Dijo abrazándome por detrás, – Escúchame.
Guarde silencio mientras él colocaba su cabeza en mi cuello, –Ángel, lo siento no quería gritarte, pero comprende que no quiero involucrarte en esto, es mucho más peligroso que antes. No me pidas que te lleve.
– Pero yo quiero ir… – Dije entre lágrimas.
Me di la vuelta y lo mire, tenía la cara compungida por el dolor. Definitivamente no le gustaba verme así. Aunque ni siquiera yo misma sabía por qué lloraba, debería sentir rabia, ira, pero no pena, y menos sentir más ganas de las que nunca tuve de llorar.
– Leah, cielo, prefiero que me grites hasta que me golpees, pero no… no llores más, – Y como si me hubiera dicho algo terrible, comencé a llorar con más fuerza. Liam se limito a abrazarme con fuerza. Pasaron varios minutos antes de que el llanto se volviera sollozos.
– No sé, por qué lloro… – Dije entre sollozos.
– No importa cielo, es mi culpa, no debí haberte gritado. Debí mantener la calma, – Dijo mientras acariciaba mi espalda suavemente. Comencé a hipar, – Ya mi amor, será mejor que te sientes.
Obedientemente hice caso y me senté en la raíz de árbol más cercana que encontré.
– Esto es muy raro, nunca lloro por nada, y ahora menos, debería estar gritándote y diciéndote… lo estúpido y tonto que eres por querer dejarme… aquí, – Dije controlando un poco los sollozos que volvían. Cubrí mi cara con ambas manos, antes de llorar de nuevo, – No lo sé…
Después de que parara de llorar esta vez, Liam me acompaño a casa en completo silencio, una vez dentro me llevo a mi cuarto y se recostó en la cama conmigo con mucho cuidado como si fuera de cristal, susurrando palabras cálidas en mi oído.
– Te amo, y no quiero pasar por lo mismo que pase antes.
– Abrázame, – Dije ya más calmada, Liam me atrajo más a él.
– ¿Por qué quieres ir conmigo esta vez? – Dijo suavemente contra mi cabello.
– Ya te lo he dicho antes. Eres mi compañero y donde tú vallas yo iré.
Liam se quedo callado por un largo rato, por un momento creí que se había quedado dormido, hasta que respiro profundamente y comenzó a hablar.
– Esta bien, – Fue todo lo que dijo.
– ¿Esta bien qué? – Dije, no entendiendo del todo lo que había dicho, ¿estaba bien que fuéramos compañeros, estaba bien que me amara, estaba bien que él se fuera sin mí, estaba bien el que yo llorara como niñita sin su muñeca? Me estaba exasperando.
De a poco volvía a ser yo misma.
– Vas a ir conmigo, – Dijo contra mi cuello, – Pero desde ya te digo que no vas a meterte en esto, por lo menos en lo que yo crea peligroso. Si veo que se torna una situación demasiado peligroso te encerrare en mi departamento y no te vas a quejar…
Siguió hablando pero yo ya no lo escuchaba, estaba sintiéndome cada vez más feliz, aunque aun estaba confundida por todo esto, aun no creía que hubiera llorado de esa forma, era algo totalmente ajeno a mí.
En algún momento me dormí, para cuando desperté estaba sola en la cama, cubierta totalmente con una manta. Me senté, por lo menos me sentía más calmada que antes, mucho más calmada, tal vez aun estaba desconcertada.
Mientras trataba de despertar totalmente la puerta de mi habitación se abrió, Seth me miraba como si viera a un extraterrestre, le fruncí el ceño.
– ¿Qué pasa?
– Te ves horrible, creo que si Liam te viera ahora saldría corriendo despavorido. – Dijo mostrando una enorme sonrisa.
– Idiota, – Me levante y por curiosidad saque del cajón de la mesita de noche un espejo de bolsillo, ¡OH! – ¡Estoy… horrible!
Mis ojos estaban rojos e hinchados, ¿por qué no me había curado aun? Mire con atención mi cara tenía manchas rojas en las mejillas, se notaban poco por mi color de piel, pero eso no bastaba yo ya las había visto y eso bastaba para mortificarme. Ahora recordaba porque trataba de evitar llorar con todas mis ganas cuando era niña, me volvía un… monstruo espantoso.
– Dime que Liam no va a subir todavía… – Éste entro en ese momento, lo mire un instante y escondí mi cara en la almohada, – Sale de aquí ahora.
– Ángel… ¿todavía estas enojada? – Estaba por decirle algo cuando Seth metió su cuchara en esto.
– Es que no quiere que te asustes al verla, – Dijo riendo, ja, ja que gracioso, – Ven vamos.
– Es que debo hablar algo con Leah, y si es ahora mejor, – Dijo serio, Seth al parecer entendió y se fue, aunque no quería levantar la mirada para comprobarlo. Sentí a Liam tomar asiento a mi lado y colocar una de sus manos en mi espalda, – Cariño, quiero ver tu cara, así que quita esa almohada o no podremos hablar.
Quite la almohada de mala gana y me senté en la cama, no me acobardaría, era una mujer razonable que no le importaba la opinión de otra persona, aunque tal vez sea posible que quizás si la de Liam… el resto podía irse al diablo con su opinión.
– ¿Qué quieres? – Dije mirándolo fijamente.
– E… bueno quería saber si tienes pasaporte, – Me dijo con algo de desconcierto, tal vez le hable una forma un poco brusca.
– Sip, cuando había decidido irme de la reserva, había pensado en irme a Canadá o alguna otra parte lejos, no eres el único que ha pensado que se necesitabas nuevos aires. – Dije.
– Entonces mañana sacare tu pasaje a primera hora, el mío fue fácil tramitarlo por teléfono, bueno ahora me voy más tranquilo, – ¿Irse?
– ¿A dónde vas?
– Necesitas descansar y creo que para eso no me necesitas aquí, – Dijo apunto de levantarse de la cama, sino es por mi mano que lo freno automáticamente.
Me miro por un momento, esperando a que empezara a hablar.
– Liam, quédate, dormiré mucho mejor con tu compañía que sin ti.
– Sería genial, pero no quiero abusar más de la buena voluntad de tu madre, – Lo quede mirando como si me hablara en chino, – Hemos estado durmiendo juntos por más de una semana, no lo malinterpretes me encanta dormir contigo, lo deseo cada noche, solo que para un padre es algo difícil de aceptar o yo lo haría… por lo menos.
– Creo que ella entiende el asunto mejor que nadie, además pronto viajaremos, así que quédate conmigo…
– Okay, pero pido el rincón, – Le sonreí y le hice lugar en la cama.
– Okay, pasa, – Liam se desvistió en un abrir y cerrar de ojos y se metió a la cama conmigo, definitivamente él no se hacía esperar.
– ¿Ángel, ya le dijiste a tu madre que vamos a viajar? – Oh, oh. Por mi cara supo de inmediato que no se lo había dicho aun.
– Acababa de despertar cuando Seth entró, y luego nos pusimos a hablar tú y yo y aquí estamos, – Me encogí de hombros, – No creo que me coma viva por querer acompañarte en un viaje.
Liam se encogió de hombros y me atrajo hasta él, – Creo que estas muy lejos de mí cariño, – Me beso el cuello, – Si te arrepientes porque crees que no vas a descansar solo dímelo y me iré.
– Liam… cállate, – Le dije sonriendo.
>>Liam<<
Me quede prácticamente sordo cuando escuche los gritos, mi primera sensación fue asombro, luego fue miedo de verdad.
Era ya por la tarde, había vuelto con el pasaje de Leah, después de que ella me facilitara su pasaporte. Aun no estaba muy convencido con esto pero creo que tampoco estaría tranquilo sabiendo que ella esta sola aquí pensando cualquier cosa, y además no quería volver a verla llorar como antes. No, no quería eso.
Me encontraba por entrar a la casa, ya que ahora no me era necesario tocar a la puerta según Seth, que ahora se encontraba haciendo no sé que cosa en alguna parte, solo podía decir que era demasiado conveniente.
Cuando sentí los gritos después de que entendí algunas cosas al aire, supe que estaban peleándose por el viaje. Sentí deseos de entrar pero creo que no sería nada agradable el entrar y decir; “Leah, aquí tengo tu pasaje.” Así que me quede sentado en la entrada esperando a que los humos bajaran un poco y se calmaran los ánimos.
Después de diez minutos alguien salió por la puerta. Por lo menos alguien había sobrevivido a esto. Me dije sarcásticamente.
– Oh, ya llegaste.
– ¿Hay daños materiales? – Pregunte inocentemente, me gane un jalón de orejas.
– No, – Dijo simplemente, – ¿Conseguiste el pasaje?
– Aquí lo tengo, – Dije sacándolo del bolsillo de mi camisa, – Es para mañana en la noche, sino te molesta claro. – Dije alzando las manos en señal de rendición.
– No, está bien, no hace falta nada, mamá ya esta avisada del viaje así que solo queda arreglar las maletas nada más, – Dijo encogiéndose de hombros como sino hubiera librado la tercera guerra mundial hace un momento.
Siguiendo su ánimo la seguí a la habitación y me dispuse a arreglar mis cosas. También haciendo algo de asesoramiento a mi compañera. Mientras ordenaba mis cosas no podía evitar pensar si lo que hacía estaba bien, ¿por qué simplemente no tomaba a Leah y me largaba a otra parte? No le debía nada a Steve, nunca le debí algo, ¿por qué ayudarlo en esta cruzada, en esta locura en contra de mi propio padre? Quise convencerme que mi padre no se merecía ninguna de mis consideraciones, después de todo no me había querido lo suficiente, ¿por qué tratarlo como el padre que nunca fue? Pero sabía que en lo profundo no podía odiarlo tanto como quería, era mi padre, de mi propia sangre.
Me sacudí esos pensamientos, su futuro no estaba ya ligado al mío, por lo que ocurriera en los siguientes días sería cuestión del destino. Pero aun así, el sentimiento de que lo que aconteciera pesaría en mi conciencia siempre.
– Bien tengo lista mi maleta, ¿qué tal vas? – Dijo Leah desde mi espalda, sentada en la cama, y más bella de lo que la había visto en días.
– Todo bien mi amor, listo para descansar, mañana será un día intenso, – La abracé y le di un gran beso en la boca. – ¿Ya te había dicho hoy te amo?
– Como setecientas veintiocho veces, pero nunca están demás y tu lo sabes bien, – Había algo en ella… tal vez era mi imaginación pero se veía radiante, – ¿Por qué estas tan feliz?
– Nunca he viajado tan lejos en toda mi vida, esta será la experiencia del siglo, – Dijo. Junte mi frente con la suya.
– Entonces te llevare después de esto a donde tu quieras, solo tendrás que decir donde y yo te llevare.
Me dirigió una mirada de incredulidad, – Eres contador… ¿a quién has estafado para decirme eso? – Solté una carcajada.
– Eso… no te lo diré, – Me seguí riendo mientras en ella aumento la duda, – Te aseguro que a nadie, dejémoslos como fondos privados, – Ella me miro con suspicacia una vez más antes de asentir.
>>Leah<<
El momento de la partida se había vuelto un borrón, entre las despedidas de parte de mamá y de Seth me habían hecho sentir como si nunca fuera a volver a casa, tuve que asegurarles diez veces que volvería pronto. Liam se mantuvo aparte en esto, no le gustaba interrumpir en los momentos familiares, según él, pero de todos modos mamá lo abrazó y lo hizo prometer que volveríamos, por la cara de desconcierto de Liam supe que eso lo había tomado por sorpresa, buenos eso y el abrazo, Seth le dio un apretón de manos y un hasta pronto.
Después de eso básicamente el aeropuerto se había vuelto una nube en mis recuerdos, eso y los trasbordos que habíamos tenido que hacer por algunos problemas técnicos, de todas maneras íbamos con buen tiempo, por lo que Liam apenas había dicho.
Aun me inquietaba lo silencioso que estaba, tal vez fuera el viaje o tal vez fuera la idea de llegar a Sydney lo que lo mantenía silencioso. Eso también estaba por afectarme, después de tantas horas de vuelo había logrado mantener mi ansiedad por viajar a raya, pero ya estábamos más cerca de todo este plan, pronto estaríamos allí… los nervios comenzaban a crispárseme y Liam no me ayudaba en nada. Pero debía demostrar lo contrario, ya que sino lo hacía probablemente lo haría peor para él, y creo que y lo estaba haciendo.
– Leah, no estés nerviosa nada te va a pasar, yo te protegeré, – Quise decirle que no necesitaba un guardaespaldas que me cuidara, ¿por qué no podía entender que yo podía hacerlo sola? Es como si nunca me hubiera visto como una loba, ahora que lo pienso él nunca me dijo nada aquella vez, no me dijo si se sintió sorprendido o no de ver mi forma de loba.
Pero no le dije nada de eso, solo asentí, mientras que por dentro me mordía la lengua mentalmente, trataría que esto fuera de la mejor forma posible.
Me acomode mejor en mi asiento, gracias a Liam tenía un asiento al lado de la ventana, ya habían dado el aviso de que el avión pronto estaba por descender, ya se veía la ciudad y la bahía, que era algo de lo poco que me había comentado Liam al subir. Gire mi rostro hacía él, ya se había abrochado el cinturón y me miraba ceñudo, tome el cinturón y lo abroché, luego acerque mi mano a la suya y se la estreche.
– No creo que te agrade, pero abajo nos estará esperando alguien de la manada, – Lo mire algo confundida, no tenía idea de eso, él me siguió mirando a los ojos, – Se puede decir que estoy castigado sino le doy una buena razón a mi padre sobre mis últimas acciones, por eso alguien estará esperando para llevarme con él, creo que será una sorpresa el que lleve compañía conmigo, por lo que si quieres ir directo a mi departamento, te daré las llaves y la dirección, y pagaré un taxi…
– No, yo iré contigo, por lo menos déjame conocer a tu padre, – Dije seriamente, quería saber que clase de hombre había ayudado a traer al mundo a un hombre como Liam.
– No será agradable, pero sería mejor que me acompañaras, eso creo, podría equivocarme, – Dijo apartando su mirada de la mía.
– Ya lo veremos. – Fue lo último antes de que llegara la azafata hasta nosotros y nos indicara los pasos a seguir para el descenso del avión.
Como había dicho Liam, un hombre nos esperaba al salir del aeropuerto, inmediatamente se acerco a Liam, por su apariencia no era alguien que le gustara el dialogo, sino en opinión parecía esperar que Liam se revelara o intentara escapar.
– Liam Hunter, – Dijo a modo de saludo, luego se volvió inmediatamente hacía mí, parecía un verdadero animal salvaje y parecía… – Huele a ti por completo, – Sonrió asquerosamente, y si, me parecía que me estaba olfateando. Pero a pesar de eso me distraje con una pregunta ¿por qué decía que olía a Liam?
– No metas a mi hembra en esto, ella nos acompañará pero no tiene porque aguantar tu humor.
– ¿Asustado por la competencia niño?
– ¿Nos vamos a quedar a hablar todo el día o tengo que morir por una insolación? – Dije casi gruñéndole al tipo, éste me miro con ganas de golpearme, podía verlo en sus ojos y de pronto recordé lo que me había dicho Liam, que no molestara a Steve porque ellos normalmente eran muy machistas.
En un abrir y cerrar de ojos Liam me tenía detrás de si, y podía sentir su presencia más que nunca.
– Si tocas un cabello de mi mujer, considérate un lobo muerto, – No podía ver que fue lo que provoco que aquel tipo tan rudo mostrara esa expresión de miedo en su rostro, intento disimularlo y mirar a otro lado pero le fue imposible, – Llévanos con el Alfa, ahora.
El tipo asintió de mala gana, pero nos indico con un movimiento de cabeza que lo siguiéramos, nos llevo hasta un auto, guardamos las maletas en la cajuela y nos metimos dentro, me fije en Liam se veía algo tenso pero mucho más relajado que aquel tipo que parecía ya un manojo de nervios. De repente Liam me paso un brazo posesivamente y me señalo las casa que se veían cerca de la bahía.
– Ves esas casas, – Asentí, el lugar era maravilloso, nunca había estado en un lugar tan soleado, pero creo que cualquier lugar sería más soleado que de donde yo provengo, – Esa de allá es mi casa, – Abrí mis ojos de par en par, él había dicho que era un departamento, pero era una casa, una gran casa de color marfil y que daba directamente a la playa, tenía algunos árboles a su alrededor que le hacían sombra, era preciosa. – Nuestra casa.
Lo mire sorprendida, él solo me sonrió un poco y me beso la mejilla. Y como si pudiera escucharlo en voz alta, sentí su voz decir “todo lo mío es tuyo”.
Pasados unos veinte minutos de viaje, llegamos a una zona un tanto más apartada, podía decirse que era una zona residencial, había muchas casas iguales con bastante vegetación rodeándolas, como la casa de Liam “nuestra casa” había dicho él, sonreí como tonta, hasta que paramos sin darme cuenta en una casa que se asemejaba más a una mansión y de color más opaco, estaba al final de todas las casas de la residencial.
– Ya llegamos, – Dijo con pesar Liam. Me baje del auto siguiéndolo, no queriendo quedarme a solas ni un segundo con aquel tipo, que me miraba de forma extraña ahora que Liam no nos miraba. – Cielo, toma, – Agradecí su llamado, tome mi bolso de viaje, y esperé a que Liam sacara las dos maletas.
– Yo me retiro, – Dijo con un alivio que casi se notaba en su voz, pero a la vez se veía fastidiado, me pregunte por qué. Liam solo le asintió y este se retiro. Una vez lejos me acerque más a Liam, para poderle preguntar.
– ¿Por qué esta tan cabreado?
– Déjalo cielo, – Me dijo pero al verme arquear una ceja, se limito a responder, – Él es el cuarto de la manada, y hasta ahora he jugado un juego de sumisión con ellos, con todos los que tienen un puesto alto en la manada, creo que él en verdad pensaba que era más fuerte que yo, pero en el momento en que me cabreo se dio cuenta que no tiene ninguna posibilidad contra mi en una pelea, – Lo mire no entendiendo bien, – Si él hubiera sido más fuerte que yo, con solo una orden yo hubiera agachado la cabeza y echo caso de sus palabras, pero con una sola palabra mía yo barrí el piso con él. Por eso tuvo que pedirme permiso para retirarse.
– Así que ahora eres el macho cabrío.
– Así es mi chica siempre riéndose del peligro. – Me atrajo a él y deposito un suave beso en mis labios. – Ahora vamos, quiero salir de esto lo antes posible.
Asentí y lo seguí dentro de la mansión.
En el momento en que entre sentí miedo, parecía una mansión embrujada, era tan oscura y con cuadros antiguos colgando de las paredes, si estuviera en estados unidos sería la casa más visitada en Halloween. Liam parecía haber captado mi miedo, dejo las cosas en el recibidor y me abrazo con un solo brazo.
– Vamos, es por aquí, – Caminamos por un pasillo decorado con varios cuadros más pequeños que de los que se veían antes, llegamos a una puerta ancha de madera tallada, casi tenía escrito un cartel que decía “antiguo”.
Liam ni siquiera tuvo la oportunidad de tocar cuando alguien abrió la puerta. Me quede de piedra como una estatua, era una replica de Liam casi exacta solo que mayor y más serio, fije mi mirada en sus ojos, no, no eran tan parecidos los ojos de este hombre estaban apagados como si hace tiempo no fuera más que un adorno de la casa. Lo seguí observando con cuidado ya que sus ojos estaban quietos sobre Liam.
– No me esperaba a alguien más, – Mis pelos se pusieron de punta, se estuviera en forma de loba le hubiera gruñido, su voz era… no su voz llegaba a congelar, era gélido.
– ¿No, nos dejas pasar? – El hombre asintió levemente y nos dejo pasar al que parecía ser un estudio como el de las películas, con libreras y todo, pero me quede quieta en cuanto lo sentí cerrar la puerta pude sentir sus ojos clavados en mi espalda, creo que por fin se había dado cuenta de que yo existía.
– ¿Quién es? – Quise responder, pero mi garganta de repente estaba seca.
– Es mi hembra, – Dijo Liam en voz baja, por el rabillo del ojo pude ver que el padre de Liam se acercaba al escritorio que estaba en frente de nosotros, lo mire de nuevo creyendo que él miraba a Liam, pero me miraba a mí.
– ¿Cómo te llamas? – Me dijo sin ninguna emoción en la voz.
– Leah, Leah Clearwater, – Lo mire a los ojos, casi pude ver un atisbo de emoción en ellos pero se desvaneció tan rápido como apareció. Asintió lentamente.
– Ahora dime tu razón de por qué desobedeciste a Steve, – Se sentó en la silla de detrás del escritorio, desde allí tenía una apariencia aun más perturbadora.
– Estaba esperando a Leah, – Dijo sin convicción, – No me iba a ir sin ella.
Su padre asintió y volvió a mirarme, como si buscara algo en mí por lo que su hijo se interesara. – Tiene una belleza formidable, ¿nativa americana? – Asentí. – ¿Hace cuanto te acuestas con ella?, – Lo mire estupefacta, y Liam no estaba más feliz que yo por la pregunta. Aun así tomo aire.
– Hace dos semanas y algo, – Dijo a regañadientes. – Quieres saber algo más, ¿cómo si le gusta algo en especial?
Casi pude sentir como si algo invisible nos golpeara, pero no era mi imaginación, era evidente que era a Liam a quien había golpeado con toda su fuerza, ya que éste de pronto comenzó a frotarse un lado del rostro, y su padre estaba frente a él.
– Has pasado demasiado tiempo fuera de la manada, ya no tienes respeto por tus superiores, desobedeciste a Steve y ahora a mí, mereces un castigo. – Dijo subiendo el tono de voz con cada palabra.
– ¡Ya basta! – Dije no sabiendo como tuve voz suficiente, – Es su hijo… – Me interrumpí al ver sus gélidos ojos sobre mí. Ni siquiera cuando me había enfrentado a un vampiro había sentido tanto miedo como ahora.
– Leah, no te metas en esto, ¿recuerdas lo que hablamos antes? Es hora que me hagas caso, sal de la habitación ahora. – Lo mire a los ojos un momento antes de entender que, en efecto su padre era peligroso, asentí y salí con cuidado de la habitación apenas cerré la puerta detrás de mí alguien me tomo el hombro, casi pego un grito si Steve no me tapa la boca con una mano.
– Leah, quédate un momento aquí, ya lo traigo, – Y eso fue todo lo que dijo antes de entrar.
Me quede en el pasillo un buen rato, a cada momento me sentía más y más intranquila, ¿qué pasaba si Steve quería enfrentarse ahora con el padre de Liam? Me tranquilizaba el no escuchar ruido alguno desde donde estaba. De pronto la puerta se abrió Steve me hizo una seña para que me acercara.
– Noam quiere verte, – Lo mire con duda, ¿así se llamaba el padre de Liam? – Ven pasa.
Pase a su lado y corrí inmediatamente a los brazos de Liam, tenía un moretón en la barbilla con un poco de sangre seca, cuando me percate de eso coloque mi mano en ese lugar para tocarlo.
– Todo está bien, – Me dijo suavemente.
– Todo estará bien en cuanto tenga un nieto, – Dijo Noam, dejándome perpleja. Liam se puso tenso a mi lado.
– Algún día lo tendrás, ahora déjanos ir de una vez, – Su padre le dio una mirada llena de rabia, mientras Steve se removía a un lado.
– Bien, ya cálmense, lo que estaba diciendo es que Liam se quede bajo mi tutela, después de todo yo lo vigilare mejor que cualquier escolta que le pongas.
– No pensaba ponerle un escolta, – Dijo Noam, causando que Steve frunciera el ceño junto con Liam, luego me miro a mí, – Sino a ella. Sin ella Liam no va a ir a ninguna parte. – Parecían que sus palabras tenían un doble significado, porque Liam me acercó más a él. – Lo ves, pero debo admitir que tu generosidad me asombra y a la vez no me agrada. – Al juego de Steve le habían dado la vuelta a la tortilla, era obvio que no era lo que esperaba.
– ¿Por que?
– Fuiste totalmente incompetente al intentar traerlo contigo, él vino por su propia voluntad, eso deja mucho que desear sobre como desempeñas tu trabajo. – Dijo volviendo a mirar a Steve. – Me hace pensar si eres lo suficientemente fuerte como para vencerlo.
– Ahora tengo mucho más poder que antes señor, déme otra oportunidad, – Noam pareció pensárselo una eternidad antes de asentir.
– Si me fallas esta vez, tu cabeza será la que ruede, – Steve asintió solemnemente, era un actor consumado fingiendo fidelidad a su alfa, – Ahora llévatelos contigo. Mientras pienso que hacer sobre este asunto. – Dijo volviendo a su lugar.
Salimos como si fuéramos una procesión desde el estudio, solo cuando estuvimos fuera de la casa respiramos, Liam tomo nuestras cosas y las puso en un auto que estaba estacionado frente a la casa, al parecer era de Steve. Éste solo me hizo una seña indicándome que me subiera. Cuando estuvimos todos dentro hecho a andar el auto y salió disparado por el camino.
– Solo un minuto más y estarías muerto. – Dijo soltando el aire que de seguro había estado conteniendo.
– No me gusto lo que hiciste, ahora estará sobre cada movimiento de Leah, – Los mire frunciendo el ceño, ya me sentía mucho mejor que antes, tanto como para pelearme con ellos por hacerme parecer como parte del equipaje.
– No entiendo nada, ¿de qué hablan? – Mire a Steve y luego a Liam. Éste último me respondió.
– Steve le dijo que podías estar embarazada y que no te haría bien verme muerto ahora, por lo menos hasta que el bebé naciera… estúpido, – Dijo esto último con rabia mirando a Steve.
– Es lo único que pude improvisar sobre la carrera, deberías agradecerme. – Luego me miro a mi un poco arrepentido, – ¿Hay algún problema?
– Ninguno, – Quise decirle que no podía tener hijos y que había tenido una mala idea al decir eso, pero lo único que dije fue esa palabra.
Mientras miraba por la ventana, no pude ver la expresión de Steve, pero después de eso no hablamos más, ninguno de los tres. Poco a poco el paisaje se fue borrando de mi mente. Steve tenía razón con eso había logrado salvarle la vida a Liam, ¿pero ahora qué iba a hacer? Suspire levemente, lo que importaba era que Liam estaba bien, sano y a salvo por ahora por lo menos.

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