martes, 22 de mayo de 2012

I Don't Understand Nothing: Capitulo XXXIII



El chofer me vio y asintió.
Pasaron diez minutos antes de llegar solo podía agradecer que hubiera sido fin de semana y no un día hábil.
Pagué y me baje de inmediato en la puerta del hospital, apostaba que el tipo apenas y me vio cerrar la puerta de su taxi.
Entre y pase de largo la sala de informaciones. El verano pasado había conocido el hospital de primera mano en un pequeño incidente bastante malo, me había dislocado el hombro haciendo una pequeña investigación con Betsy… ella había salido con unos cuantos puntos y yo acabé una noche en el hospital.
Todo comenzó porque a Betsy le había parecido entretenido ver que hacía el sobrino del vecino, para eso habíamos mirado por la reja pero era molesto así que habíamos subido a uno de los arboles del jardín, pero como las acosadoras principiantes que éramos salimos descubiertas y con el susto nos caímos del árbol. En resumen Betsy tenía mejores reflejos que yo, ya que, yo caí como un saco de papas y ella cayó de pie.
–¡Zoey! –Mire al padre de Heath, estaba al lado de una puerta, no se veía exactamente bien.
–Señor, ¿qué sucedió? –Me acerqué a él.
El señor Tanner me abrazó– No lo sé, anoche Heath no llegó a casa y por más que intentaba comunicarme con él no podía, a las dos de la madrugada mi miedo se confirmo; alguien contesto el teléfono, era la policía.
Me sentí débil de un momento a otro– ¿Qué paso?
–Solo Heath puede decirnos, el auto parecer… parece que lo chocaron por el lado del conductor pero… pero no sé, la policía dice que fue error de Heath… –Lo abrace más fuerte parecía que se podía caer en cualquier momento.
–¿Por qué no se lo preguntan a Heath?
El señor Tanner demoró en contestar– Sigue inconsciente…
Me separé de él– ¿Qué…?
Me miro más pálido de lo que estaba– Cuando lo encontraron estaba inconsciente por la falta de sangre… –Esquivo mi mirada– Dicen que la sangre que tenían en el banco era escasa y que… –Me miro– ¿Qué grupo de sangre eres?
–Rh4+, ¿por…?
Me miro con tristeza– Dicen que necesitan operar a Heath, su brazo izquierdo se quebró… –Me aterrorice– Y se astillo, necesitan operar y para eso necesitan sangre O negativo.
De inmediato mi mente aturdida se puso a hacer recuento de quienes conocía con esa sangre… pero solo el quince porciento de la población tiene ese tipo de sangre. Y mi familia no la tenía.
–¿Dónde la conseguimos? –Dije con firmeza.
Miro su teléfono–Intenté llamar a los números que tiene el hospital de O negativos pero ninguno me contesta, estoy desesperado Zoey.
Lo mire seriamente– ¿Cuál es su tipo?
–Soy O positivo. –Me dijo triste.
Me di cuenta de inmediato– Entonces no heredo el tipo de sangre de usted…
El señor Tanner me miro asustado– Sé a lo que te refieres pero ella no me quiere ver… no me dejara ni que le explique lo que esta pasando.
–Yo la convenceré, solo deme el número de teléfono. –Pero él ya estaba negando– ¿Tiene su dirección?
El señor Tanner sacó su teléfono– Aquí tengo la dirección, toma.
Tome el teléfono y anoté en el mío la dirección y entonces me di cuenta…
–Nosotros estuvimos allí… pero la joven que nos atendió dijo que la señora de la casa estaba fuera de la ciudad indefinidamente.
Me miro un momento– Probablemente era ella. Cuando no tiene cuartos ocupa esa excusa, –Lo mire sin creerle– No sabe decir que no.
Un médico se nos acerco– Señor Tanner, ¿ha encontrado un donante? Lo necesitamos urgentemente…
Lo mire enojada– ¿No deberían estar ustedes haciendo eso? El señor Tanner no debería estar haciendo eso.
El señor Tanner me abrazo– Déjalo Zoey.
El doctor me miro por el rabillo del ojo– No tenemos a nadie a mano señorita.
–Creo que ya lo tenemos, no se preocupe. –Dijo el señor Tanner aun abrazándome.
–Bien, cuanto antes operemos será mejor, debemos retirar las astillas pronto antes de que se comprometa un nervio importante.
El señor Tanner asintió y me alejo del doctor.
–¿Sabes conducir? –Asentí– Bien, ¿sabes como llegar? –Volví a asentir– Toma las llaves de mí auto y ve por ella, no me importa cuanto proteste hazla entender la situación, aunque bastará con que le digas que Heath esta en problemas, ahora ve por ella.
–Volveré pronto con ella, lo prometo.
–Apúrate, trataré de que me dejen pasar a ver a Heath. –Me dijo en confidencia mientras me daba las llaves– Ojalá tengas suerte, sino… creo que podremos esperar…
–No me tardaré… si Heath despierta, dígale que lo amo mucho.
Salí corriendo, daba gracias de estar en buena forma o terminaría mal. Mire el llavero del señor Tanner, iba a tener que conducir… papá me había enseñado hace tiempo y hace un par de meses había sacado la licencia gracias a que Heath me dejaba conducir su auto. Pero no había vuelto a conducir, papá decía que era innecesario.
Desactive la alarma del auto y así supe cual era el del señor Tanner, me subí y trate de recordar todos los consejos que me había dado Heath cuando saque la licencia.
Salí con cuidado del estacionamiento del hospital, para cuando entre en el camino aceleré, estábamos relativamente lejos de aquella pensión, por lo menos de lo que recordaba, aquella vez que fuimos a buscar a la madre de Heath recordaba haber pasado por lo menos dos horas buscando aquella dirección ya que estaba lo bastante lejos de la ciudad pero quedaba bastante cerca de una de las universidades estatales.
–No me demoraré Heath, la voy a llevar conmigo.
Los minutos pasaban tan lentamente, odiaba cada luz roja que se topaba en mi camino. Termine acelerando más de la cuenta, solo esperaba no causarle demasiadas multas al señor Tanner, aunque era por una buena causa.
Al llegar a la entrada donde estaba la pensión me encontré con un taco horrible causado por un choque, estaba apunto de tocar la bocina cuando me di cuenta de que una mujer con un cochecito de bebé estaba por cruzar la calle y recordé lo que me había dicho el señor Tanner sobre que ella odiaba decir no y por eso fingía no estar…
Era ella.
Salí del auto tomando las llaves, apreté la alarma y cruce la calle hasta ella.
–¡Margaret!! –Como me había dicho el señor Tanner ella se giro hacía mí– ¡Deténgase!
La vi como miro hacia todos lados, parecía que estaba aterrorizada de lo que yo podía hacer o decir. Me acerque hasta ella pero levanto una mano.
–No te me acerques o voy a gritar. –Me dijo desesperada.
La mire enojada– ¿Quién demonios cree que soy?
Ella me miro con seguridad– Vienes de parte de Jeffry pero dile que no lo quiero cerca, he aceptado sus cheques no tiene que volver a verme nunca más. Dios, yo no quiero verlo nunca más.
La mire cada vez más enojada, sentía tanta frustración– Me importa un rábano si lo quiere ver o no, yo no estoy aquí por él. –Me miro como si quisiera hablar– Cállese, solo me interesa saber su tipo de sangre.
Me miro con desconfianza– Soy O negativo… pero yo a ti ya te había visto antes…
–Cállese, va a venir conmigo. –Ella alzó la barbilla– Si, va a venir conmigo porque Heath la necesita.
Su cara empalideció– ¿Qué le sucedió?
–Venga conmigo y se lo contaré. –Dije mirando el cochecito de bebé con curiosidad.
Asintió– Vamos.
El llanto del bebé nos saco a ambas de tensión.
–Mi Becca, no ahora. –Tomo a la niña del cochecito– Vamos.
Tome el cochecito y partí hasta el auto, muchos autos detrás de mí estaban tocando la bocina para que me quitará de allí. No les hice caso, cerré el cochecito y abrí el maletero con el llavero del auto, quitando la alarma antes.
La madre de Heath ya estaba sentada en el asiento trasero cuando me senté en el asiento del piloto.
–¿Está bien la pequeña? –Le pregunté.
–Solo quiero ver a mi hijo. –Me dijo fríamente.
–Bien, vamos. –Saqué el auto del taco y me dirigí hacia el camino de vuelta
Después de varios minutos en el auto no pude aguantar más el silencio.
Me preparé para lo que iba a contar, me dolía mucho–Esta madrugada Heath tuvo un accidente en auto, al parecer un auto lo choco de costado pero los policías no están seguros… –Se me estaba nublando la vista por las lágrimas que querían caer– Se quebró el brazo y hay astillas… lo van a operar pero necesita un transfusión de sangre después de la perdida de sangre que tuvo mientras fue rescatado...
–¿Qué eres de él? –Me habló más suave que antes.
–Soy su novia… solo quiero que este bien, necesito que este bien… –Me obligue a controlarme, llevaba a una bebé en el auto.
–Se ve que eres una buena niña. –Le sonreí– Becca va a necesitar alguien que la cuide mientras doy sangre.
Mire a la niñita que estaba despierta, era igual a Heath o mejor dicho era igual a su madre; ojos verde esmeralda y pelo oscuro con risos. Era hermosísima.
–No se preocupe, cuidaré de mi cuñada. –Le dije con toda la seriedad mientras cruzaba otro cruce hacia el hospital, lo bueno es que después de andar y andar ya comenzaba a ver los avisos que me decían que el hospital estaba cerca.
Escuche la risa de la madre de Heath– Es gracioso como lo dices, te tomas en serio los parentescos.
Mire por el retrovisor– Heath la ha estado buscando… por eso estuvimos allí la última vez.
Me miro sorprendida– ¿Mi Heath estaba ahí? ¿En verdad estaba allí?
Asentí sin dejar de mirar el camino, ya casi podía ver el hospital– Estaba en el auto, creo que fue la última pensión que revisamos. Heath estaba cansado de las desilusiones así que yo termine las últimas pensiones por él.
–Que irónico, pude haber visto a mi hijo hace mucho tiempo… sin embargo ahora lo voy a ver. –Dijo para sí– ¿Cómo te llamas?
–Me llamo Zoey. –Al fin avistaba la entrada del hospital.
–Lindo nombre, pero ¿qué edad tienes?
La mire por el retrovisor cuando iba a entrar al estacionamiento– Diecisiete.
Asintió– Bien, eres un año mayor de lo que yo era cuando tuve a Heath.
Bufe– Eres de la misma edad que mamá entonces, mi hermana es de una edad con Heath.
Ella se rió– Me alegra saber de alguien más que metió la pata, así no me siento tan mal…
–¿Por qué lo dejaste con el señor Tanner? –Pregunté estacionándome de inmediato en un puesto que acababa de quedar libre.
Me miro sonrojándose– Fueron… muchas cosas.
Le sonreí– No importa, solo la preparo porque un día Heath querrá saber eso. Y él si va a querer una respuesta.
Me sonrió– Gracias, cuando él me pregunte tendré la respuesta apropiada, descuida.
La ayude a sacar a Becca y nos dirigimos hasta la sala de espera donde estaba el señor Tanner dando vueltas como loco.
–¡Solo quiero ver a mi hijo! ¡Diablos!! –Nunca había escuchado gritar al señor Tanner.
Me asuste tanto que me aferré a la madre de Heath.
–Zoey, toma a Becca. ¡Zoey! Escucha, voy a dejarte a Becca. –Asentí y tome al bebé entre mis brazos– Bien, siéntate por ahí.
Me dirigí hasta los asientos, el señor Tanner me miro preguntándome hasta que se fijo bien en Becca y comprendí que él la conocía.
–La trajiste… –Se dio la vuelta y vio a Margaret– Maggie.
Ella lo miro preocupado– ¿Qué esta pasando? Prometiste que ibas a cuidarlo, yo te creí… –Las lágrimas estaban apunto de caer– Yo confié en ti.
El señor Jeffry la abrazo– Lo siento amor, no pude estar allí para él, ni siquiera le soy útil ahora…
Ella lo miró– Zoey me dijo que fue un accidente… ¿por qué te echas la culpa siempre? Debes decirme que estoy mal, que estoy equivocada, ¿sabes? No siempre debes dejarme gritarte.
Él la miro con pesar– Te dejo porque siempre es mi culpa lo que pasa.
Era como ver a papá y a mamá, en especial cuando ella se puso en puntillas para abrazarlo del cuello. Ella era de mi estatura así que la entendía.
–No es tu culpa amor, simplemente no todo se puede. –El señor Tanner la abrazo levantándola del suelo y a la vez besándola.
Cuando se separaron el señor Tanner la dejo en el suelo–Hay cosas que si se pueden hacer, –Le acarició el rostro con ambas manos– Voy a llamar al doctor.
–Ve, apresúrate. Yo estaré aquí esperándote.
Mire a Becca que estaba medio dormida mirándome, era demasiado parecida a Heath… se me ocurrió algo, le levante la chaquetita que llevaba y mire en su espaldita. Si, la tenía. Heath tenía una marca de nacimiento en el nacimiento de la espalda, en la misma parte que Becca, cuando se lo había dicho a Heath mientras estábamos en su cama él me había dicho que su padre tenía la misma marca de nacimiento que esa era una de las cosas por las que sabía que no era adoptado.
Mire a la madre de Heath la cual estaba también mirándome con atención.
–Tiene la misma marca que Heath… –Ella asintió– Esa marca es la misma que tiene su padre, Heath me lo dijo.
Ella se sonrojo pero se recuperó de inmediato– ¿Cómo sabes de esa marca?
Evite sonrojarme porque Heath y yo nos amábamos y no había nada malo en eso– Porque una vez en su habitación me di cuenta, se lo comente y él me dijo de donde la había heredado.
Me miro con reproche– No deberías estar haciendo esas cosas con un chico, o mejor que mejor, no deberías acercarte a la habitación de un muchacho pueden pensar mal de ti.
Me sonroje inevitablemente– Nos amamos.
–Si, pues a nosotros nos paso lo mismo. –Me dijo mirando hacia el pasillo donde venía el señor Tanner– Becca también es una Tanner, esta registrada.
El señor Tanner se aclaró la garganta para llamar nuestra atención– Maggie, este es el doctor que atiende a nuestro pequeño, él te dirá lo que tienes que hacer no te preocupes ni te pongas nerviosa.
Margaret le sonrió– Si con esto puedo ayudar a nuestro hijo lo haré encantada.
La abrazo y le dio un beso rápido en la boca– Ve.
Margaret se fue con el doctor y nos quedamos solos los tres. El señor Tanner se sentó a mi lado tomando a Becca de mis brazos.
–¿Dónde esta la bebé de papá? ¿Dónde? ¿Aquí? –Dijo haciéndole cosquillas no cambio el tono de voz cuando me habló– ¿Cambio la imagen que tenías de mí Zoey?
Lo mire como abrazaba a Becca– Es tonto, pero no pienso menos de usted, solo querría saber ¿por qué se caso con una mujer que no ama? Cuando es evidente que aun ama a la madre de Heath.
Él me miro apenado– Por un contrato, amenace a papá con casarme con Maggie y reconocer a Heath pero él no estaba de acuerdo conmigo, me obligo a casarme con Louis… la odié por obligarme junto con mi padre y me odié por no ser más fuerte. En ese tiempo no tenía donde caerme muerto, si mi padre me quitaba lo que me daba no iba a tener como mantener a Maggie y a Heath pero si me casaba con Louis tendría acceso a mi herencia…
Seguí mirándola embobada recordaba un poco como jugaba papá con Edward a esa edad, y se veía igual.
–¿Cada cuánto ve a Becca? –Hice una mueca para que Becca se riera y funcionó.
Él le sonrió a Becca– De vez en cuando, ¿Becca cuando vas a hablar? Sé que ya das pacitos…
–Pero si se ve pequeñita. –Dije sorprendida.
El señor Tanner me sonrió– Ella es pequeñita pero ya tiene un año y diez días, hace como un mes que da pequeños pacitos pero adora que la carguen.
Nos quedamos callados después de eso. El silencio comenzaba a pesar demasiado cuando llamaron al señor Tanner para que fuera por su mujer. Se levanto y fue de inmediato, dejándome con Becca, era una niña modelo apenas y hacía ruiditos de molestia.
–Sabes, creo que eres bastante linda. –Refregué mi nariz contra la suya– Desearía tener una hija como tú.
Mire hacia arriba y me di cuenta que ya no estaba sola.
–¿De nuevo con la idea de ser madre? No quiero ser abuelo.
Le sonreí a papá– Y no lo serás pronto.
Papá se sentó a mi lado y le hizo unos cariños a Becca– ¿Y de quién es esta pequeña?
–Nuestra. –Dijeron el señor Jeffry y Margaret.

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