martes, 22 de mayo de 2012

I Don't Understand Nothing: Capitulo XXXII



Hice que me bajara de su hombro y camine con él dejándolo que me llevara hasta su auto sin decir nada.
Aunque cuanto entró en el auto me miro– Lo siento Zo. Lo siento mucho, es que no me respondías y verte con ese tipo…
En cuanto me puse a recordar a esa chica y al beso de Mitch me puse a llorar– ¿Cómo querías que te respondiera cuando esa chica contesto tú móvil, se supone que tu número es personal… y me di cuenta que yo no sé nada de tu vida en Francia. Sobre lo otro, me sentía tan asustada, no podía quitármelo y solo pensaba en ti y en porqué no estabas allí para defenderme…
Heath se acercó despacio, dudando cada movimiento.
–Perdóname mi amor, te juró que esa chica no es nadie, ni siquiera la conozco es una compañera de Paul… lo lamento mucho cielo que pensaras mal y sobre todo por no haberte defendido. Si me perdonas no voy a dejarte sola nunca más, seré mejor novio, haré todo lo que me digas... voy a creer en ti. –Se oía muy apenado, por lo que deje de llorar– Me dejas abrazarte, ¿por favor?
Asentí– Esta bien.
Me abrazo fuerte, era lo que tanto había extrañado pero aun me sentía dolida por su desconfianza.
–Te amo mi amor. –Me dijo contra mi pelo.
Le sonreí con tristeza– A pesar de todo, te amo pero me siento triste aun. Quiero ir a casa ahora.
Heath asintió– Esta bien. Te iba a invitar a una película en casa… pero creo que es mejor ir a la tuya.
Lo mire a los ojos–Si, no quiero ver películas ahora.
Nos separamos y dejamos de hablar, no dijimos nada en todo el camino hasta llegar a mi casa.
–¿Quieres un poco de compañía? Podemos mirar algo en tu habitación.
Mire por la ventana del auto– No tengo muchos ánimos hoy de eso, en serio es mejor que te vayas a tu casa.
Heath me dio un momento pero al ver que no seguía hablando continúo–Mañana, ¿quieres ir a alguna parte?
Negué– No. Mañana voy a ayudar a Sara a desocupar su casillero, tendremos la mañana ocupada.
Heath jugaba con sus manos en el volante– ¿Después que vas a hacer?
–No lo sé, –Lo mire a la cara y podía ver que esta situación no le agradaba, pero yo no podía, no me sentía con los suficientes fuerzas como para estar con él ahora– Creo que es mejor que no nos veamos mañana… quiero estar sola.
Salí del auto sin decir adiós y me dirigí hasta la puerta. Abrí y al parecer era la primera en volver ya que mamá estaba sorprendida en cuanto me vio.
–¿Qué haces aquí? Creí ver el auto de Heath afuera. –Para confirmarlo vio por la ventana, hice lo mismo.
Heath ya se había ido.
–No quiero hablar de eso, ¿qué hay de comer? Tengo mucha hambre. –Lancé mi mochila en el sofá.
–Bien… creo que puedes comer un tazón de consomé mientras llegan tu padre y Edward. –Me dijo algo dudosa.
Me acordé de algo–¿Llamaste a la abuela?
Mamá se iluminó– Llame a papá y sabes, me dijo que así logro convencer a mamá de casarse con ella.
La mire con el signo de interrogación en la cara– ¿Cómo es posible eso?
Mamá sonrió con picardía– Pues, para ese entonces ellos ya se conocían del instituto pero ninguno se hablaba demasiado, y digamos que no ayudaba que papá hubiera sido tímido con las mujeres. –Se rió– Papá convenció al papá de mamá que ella necesitaba un guardaespaldas, mi papá ya trabajaba con su papá y así el romance comenzó en una de las películas de mamá…
Eso me ánimo– ¡Que romántico!
Mamá asintió– Sip, y no creas papá me confirmo que le pidió matrimonio a mamá en cuanto termino la película.
–Que lindo…
–Si, eso fue un romance de película. –Suspiró soñadoramente.
Mire a mamá– Papá y tu siempre dicen que se conocieron de niños y que se enamoraron y se casaron pero ya sabemos que Emily había nacido antes de que se casaran, ¿qué más esta alterado en esa historia?
De apoco vi enrojecer la cara de mamá– Nos conocimos de niños, pero… –Miro al suelo– Edward me detestaba con toda su alma…
Casi se me para el corazón– No es verdad, ¿cierto?
Mamá se recompuso– Yo, pues si es verdad, verás yo siempre estuve enamorada de Edward y me encantaba seguirlo a todas partes, incluso cuando él me decía que no lo hiciera… –Mamá se detuvo y me miro– Es mejor que te sirva de comer, decías que tenías hambre.
Asentí. Me lave las manos y me senté a la mesa en cuanto mamá coloco el tazón de consomé delante de mí.
–¿Vas a seguir contándome la historia?
Me sonrió– Solo no se lo cuentes a nadie. –Asentí– Bueno, a los quince años me di cuenta de que a Edward no le agradaba para nada pero aun seguíamos yendo juntos a clases, creo que su padre lo obligaba, así que deje de molestarlo, recuerdo que por ese tiempo murió mi abuelo ¿o fue después? –Mi tazón se estaba enfriando así que seguí comiendo mientras esperaba– Si, había muerto, yo lo extrañaba demasiado así que Edward siempre me abrazaba, aunque nunca note que lo hacía cada vez más y de pronto un día… –Me miro, yo estaba impactada con mi tazón a mitad de la boca– Un chico se me declaró… le dieron dos puntos en el hospital.
–¿Qué tiene que ver…?
Mamá se puso a jugar con su vestido– Digamos que tu papá lo escucho y se puso furioso, digamos que lo golpeo un poquito. –Hizo el gesto con los dedos– Tú papá no era muy bueno… es que era un chico problema, creo.
Me trague lo último de mi consomé– Increíble.
Para cuando llegó papá con Edward y mi bolsa yo aun estaba intentando digerir todo eso. Pero cuando me vieron parecía que ellos estaban viendo una atracción turística muy sorprendente ya que todos estaban impresionados de verme en casa.
–Vaya, ¿A qué hora llegaste? –Me preguntó papá sentándose conmigo a la mesa de la cocina.
Mire el reloj de la cocina– Hace un buen rato. –Le mostré mi tazón– Ya me lo tome y ustedes no llegaban. –Le sonreí a mamá– Menos mal que mamá estaba para entretenerme o me hubiera muerto de hambre.
Papá miro a mamá y luego a mí de forma bastante inquietante– Traje tu bolsa con tus cosas, tu amiga Sara me dijo que un “idiota” te había secuestrado.
Asentí– Era Heath. Que bueno que trajiste mi bolsa, me temía que se me hubiera quedado en la escuela y hubiera perdido mis cosas.
Papá asintió–Bien, quisiera hablar con tu madre un momento, hay algo que debo comentarle, ¿vienes amor?
Mamá lo miro interesada– ¿Qué es? Dime, dime.
Papá le sonrió– Ven y convénceme.
–Ya voy, pero Zo se va a quedar sola.
–Edward debe estar por bajar. –Les sonreí– Váyanse de aquí de una vez par de tortolos enamorados.
–Esa es mi señal, –Tomo a mamá de la mano y la jaló con él.
Me reí de ellos pero de inmediato me sentí sola así que me levante y lave el tazón que había ocupado.
–¿Qué hay para comer?
–No sé, yo comí consomé, ¿quieres?
–Si. –Se sentó a la mesa y yo le serví un tazón– Zo, ¿qué paso con Heath?
Lo mire pero parecía estar algo apenado– Solo una discusión de novios, solo eso, no te preocupes no hemos terminado y aunque eso pasara no importa si tu sigues siendo su amigo. –Le dije para calmarlo.
Edward probó con desconfianza el consomé– Esta helado… Zo, espero que no tengas hijos pronto.
Le gruñí y le quite el tazón colocándolo en el microondas– Voy a ser una madre excelente.
–Que confianza…
Le dirigí una mirada de enojo, pero nos reímos de ello. Él que no se rió fue papá que estaba detrás de nosotros.
–¿Mamá?
–Eso mismo. –Dijo mamá con la boca desencajada– No me hagas eso Zo.
–¿De qué están hablando ustedes dos? –Dijo Edward.
Mamá hizo una señal de la cruz– Eso. –Papá asintió.
De pronto me di cuenta y me reí– Eso es un problema de comunicación. –El timbre del microondas sonó y saqué el consomé de Edward– Toma, ahora esta calentito, listo para que te lo comas.
–Aun serías una madre horrible ni siquiera la probaste, me puedo quemar.
Agarré una cucharada y me quemé pero no lo demostré, le sonreí y se la pase.
Mamá y papá se veían más aliviados a pesar que Edward se había quemado la lengua al dar un sorbo al tazón.
Esa noche paso lentamente y sin complicaciones… o eso antes de cerrar los ojos.
Me levante en la mañana, y me prepare mi desayuno. Hoy se notaba que no tenía muchos ánimos, por alguna razón mi noche había estado plagada de pesadillas; no había sido agradable, aunque ya no recordaba ninguna de mis pesadillas solo recordaba que eran horribles.
Tan horribles que mi ropa hablaba por mí: vestida con una camiseta negra hasta un poco más debajo de mis caderas; chomba hasta las rodillas con gorro; unas calzas negras y bailarinas, junto a un pañuelo negro. Todo hacía conjunto con las ojeras que tenía; horrorosas, y con el día tan frío y nublado.
Salí de casa dejando una nota para que supieran donde estaba. Mi teléfono lo había encendido por fin y estaba en el bolsillo de mi chomba. Camine hasta la parada de taxis y esperé hasta que por fin llegó uno. Termine llegando al instituto a las nueve y cincuenta minutos, pero Sara ya estaba ahí.
Le hice una seña con la mano cuando me baje del taxi.
–Hola, ¿cómo estás? –Le pregunte.
Sara me sonrió– Bien, gracias. Ese idiota te llevo a tu casa ¿cierto? A penas y me dormí anoche, no tenía ni como preguntar por ti como no tengo tú número.
Le sonreí– Si, no te preocupes llegue temprano a casa, oye te voy a enviar mi número conecta tu bluetooth. –Sara conecto su teléfono y le envié mi número– Ahora, vamos por tus cosas.
Sara me saco una foto y luego agregó mi número– Bien, ahora… ¡Si!! Vamos, traje una de esas bolsas que tienes tú, rebusqué por todas partes en casa hasta que encontré una, lo raro es que estaba en la habitación de mi hermanito. –Se quedo pensando un rato y luego seguimos. Sara era definitivamente única.
Trabajamos juntas desocupando su casillero, era un trabajo de dos manos.
Sara tenía una colección de revistas románticas completas, la mire pero ella estaba encantada tarareando mientras sacaba sus cosas del casillero, era divertido ver como no terminaba nunca de sacar las cosas de un casillero tan pequeño, era como ver a los payasos salir del auto miniatura.
–¿Cómo puedes tener tantas cosas aquí? Y esto. –Saqué una pila de libros de romance.
Sara se encogió de hombros– Soy una romántica empedernida que aun no conoce a su príncipe azul. –Le sonreí– Espero encontrar un día alguien tan lindo como tu novio pero con mejor actitud. –Puede ver cuando se dio cuenta de lo que dijo– Lo siento si te molesta…
–No importa, creo que entiendo a Heath, yo también desconfié de él… –Dije– Probablemente estemos a mano.
–No debes ser negativa, ni te desvalorices. –Me dijo con convicción– A veces deben darse cuenta de que no son únicos.
La mire aterrada– Yo no quiero eso, hemos pasado por mucho con Heath, lo amo y sé que necesitamos conocernos mejor para que estas cosas no vuelvan a pasar. –Hojee una revista y vi a unos amantes abrazados, la cerré de inmediato– Aun nos falta para ser una verdadera pareja.
Sara se desentendió de su trabajo– ¿Cuánto llevan juntos? –Me preguntó interesada de pronto.
–Creo que ya son seis meses, falta poco para nuestro aniversario. –Dije algo más animada, todo iba a estar bien.
Sara me miro incrédula– ¿Aun no te conoce?
La mire dolida– Hay parejas que les toma una vida conocerse.
–En eso tienes razón, supongo que tus gustos si los conoce. –Asentí de inmediato– Eso esta bien.
Mire mi teléfono para ver la hora, pero tenía varias llamadas perdidas durante la mañana y lo más extraño es que no había sonado ni vibrado. Ni siquiera había escuchado los mensajes cuando llegaron.
–Creo que alguien esta intentando hablar conmigo… –Dije mirando los mensajes, no reconocía ninguno de los números.
Deje mi teléfono a un lado para ver si brillaba cuando me llamaran. Al poco rato de ordenar los libros y revistas de Sara mi teléfono comenzó a brillar. Lo conteste pero se escuchaba muy extraño.
–¿Zoey?
Reconocí la voz de inmediato– ¿Señor Tanner? ¿Qué sucede?
–Zoey…Zo…ey… –Se escuchaba muy mal.
–No lo escucho. Creo que voy a cortar. –Le dije a Sara.
–No lo hagas… Heath… hospital, ven ahora.
Me asuste… esas palabras me asustaron mucho.
–Zoey, ¿me escuchaste? Heath esta en el hospital General ven por favor, te necesita aquí. –Habló rápidamente el señor Tanner.
–Iré de inmediato.
Me quede en shock durante un rato, o creo que bastante ya que asuste a Sara quien estaba intentando llamar mi atención.
–Zoey, ¿qué sucede? Algo malo porque tu cara esta pálida y pareciera que fueras a desmayarte en cualquier momento… –Su voz se escuchaba chillona a lo lejos– ¡Por favor no lo hagas, me asustas!
Volví de a poco, sentía mi cuerpo algo pesado y extraño como si no fuera el mío.
–Heath… –Mire a Sara– Es Heath, esta en el hospital. Tengo que ir Sara, lo lamento mucho ero no puedo ayudarte.
Sara asintió– Por supuesto que entiendo, ve ahora. –Sara se desanimo– Desearía tener auto… te hubiera llevado.
La mire enternecida, la abrace por sorpresa– Eres la mejor persona que he conocido.
–Para eso son las amigas, ¿no? –Me dijo Sara con la duda marcada en la voz.
Asentí– Si, Sara para eso son las amigas. –Le di otro abrazo– Nos vemos.
–Corre Zo.
Como dijo Sara partí corriendo de allí y me dirigí fuera de la escuela, para cuando llegué a la parada uno de los buses se iba y un taxi se iba lleno. Me estaba desesperando. Corrí hasta la siguiente parada a cuatro cuadras más allá, en el camino paso un taxi que logré hacer parar.
–Al Hospital General. –Dije en cuanto me subí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario