viernes, 12 de agosto de 2011

Werewolf; Capitulo XII "Recuerdos"



>>Jeremy<<
Escuche de lejos los gruñidos y luego vi un rayo blanco y luego otros oscuros pasaron por mi lado. Y sentí también una presencia a mi lado.
Volví a ver la nieve caer, el bosque ya estaba cubierto con un manto blanco. Vi a mi madre correr conmigo y luego de pronto encontrarnos con Stonel, recuerdo sus amenazas hacia mamá. No me agradaron nada.
Después vi como llegamos hasta ellos, los lobos que estaban en los rayos de luz de luna y después lo vi a él. Lo vi amenazando a mamá, después golpeándola hasta dejarla medio muerto. Recuerdo los brazos de Stonel rodeándome para no unirme a mi madre. Recuerdo que después pude soltarme y que Stonel le decía al tipo lo que había hecho mal. Pero lo único que en verdad veía con claridad era a mi madre tirada en el suelo a causa de todas las heridas que ella había sufrido en su pelea.
Seguí mirando. Él estaba allí, mi madre estaba en el suelo. Y la rabia seguía allí, seguía sintiendo ganas de lanzarme sobre él.
Me sentí gritar y mire hacia un lado, me vi pequeño, cuando todavía era el niño de mamá. Ese día me había convertido en hombre me había dicho mi madre, por fin me había convertido en un lobo por completo.
Me uní al recuerdo y a la persona o lobo que era…
– ¡Maldito Cabrón! – Sentí de nuevo un árbol caer, esta vez cerca sin hacer daño a mi madre ni a mí. En ese momento todo se cubrió de carmesí.
Ese había sido mi último recuerdo, hasta el día de hoy.
De pronto vi al Señor Stonel moverse hasta mi lado, me hablo pero yo no entendía nada, no escuchaba nada. Él negó con la cabeza y se retiro, no antes de tomar a mi madre en brazos y salir de allí, supuse que la llevaba a un lugar seguro. Pero mi atención era para él, él quien estaba parado en el mismo lugar después de haber golpeado a mi madre.
Me lancé sobre él, los primeros golpes dieron en vano. Había pasado años entrenando para ser tan bueno como mi tío Tesla, pero me llevaría siglos igualarlo pero no tantos como para dar una buena pelea. Al fin pude abrir un espacio y dar una patada, aunque no fue solo eso, dos lobos se habían metido cuando había logrado asestarle un buen golpe, los dos titubearon cuando me vieron y fue esa vacilación que alimento a mi lobo. Me tenían miedo.
En solo un instante pase de humano a lobo. Sentí mis patas tocar la nieve, y de pronto anhele la sangre que sabía que podía obtener de él. Gruñí y me lancé a su cuello, pero esos dos estorbos seguían allí, fueron los primeros en caer, me moví rápido, tan rápido que ni se dieron cuenta de quien les cortó la yugular.
Mire mis garras llenas de sangre y luego me lancé de nuevo tras ese tipo. Había tocado lo mío, merecía morir, era mía, de mi manada, era mi madre. Mía. Y él la había tocada, la había golpeado.
El tipo había cambiado en el tiempo que me había tomado acabar con los dos estorbos. Era un lobo de color oscuro con mechones grises como los que abundaban en estas montañas.
De pronto me halle dando círculos luchando por el control y por la sangre. Casi podía saborearla, me lamí de solo pensarlo en que ya la obtendría, sería mía. Solo un descuido y eso bastaría.
El lobo m miraba con desconfianza, desconfianza humana. Gruñí. De pronto el otro lobo se impaciento y me ataco, lo deje atacarme que confiara, que sintiera que tenía la ventaja, al final solo el lobo más fuerte vencería. A pesar de ser más joven como lobo era mucho más grande que él y una de mis ventajas era el peso que tenía. Cuando estuvo más cerca de mí me lancé y lo derribe, y antes de que se diera cuenta cerré mis mandíbulas en su cuello. Por poco estuve por desgarrarle la garganta, sino fuera por otro de los lobos que se lanzó tras de mí, me agarró por el cuello y me forzó a defenderme, me di la vuelta arrastrándolo conmigo, soy un alfa y la luna me ama por sobre todos sus hijos, soy el más puro de sus hijos. Me dije. E hice lo que el amor de la luna me había dado, le quebré un hueso con solo un golpe y al otro que apareció de la nada le desgarré la garganta y observe como la sangre manaba de su cuello.
Me di la vuelta despacio y observe con anhelo al lobo, y cuando me lancé esta vez pude golpearlo, logrando quebrarle varias costillas y desgarrarle la garganta. Me quede mirando con satisfacción como la sangre caía, la lamí y me sentí…
– Jeremy Wolf. – Mire a quien había pronunciado mi nombre. Era un hombre lo recordaba, ¿por qué? Pero me fije en el lobo blanco que estaba a su lado, tenía un aura extraña. – Jeremy Wolf.
Gruñí. ¿Quién se creía que era para llamarme por ese nombre? Me agazape para lanzarme sobre él.
– Vuelve. – Dijo con firmeza, me golpeo una energía que desconocía, era el lobo blanco, sabía que era él quien me hacia sentir así. – Jeremy, tu madre te necesita.
¿Por qué hablaba de mi madre? ¿Quién era él para hablar de ella? Era mi madre, mía, solo me pertenecía a mí. Gruñí con más fuerza al recordar. Ella estaba muerta, él la había matado, él debía desangrarse hasta morir, debía pagar.
Vi como el hombre miraba al lobo de reojo, – Esta perdido papá, ¿qué hago? – El lobo le gruño y yo me prepare. Él asintió y me miro. – Tu madre esta viva, te espera, cambia y la podrás ver.
Retrocedí cuando me impacto la mordida en el cuello. No me la desgarraba, pero me afirmaba con todo su peso, era tan grande como yo. El hombre se acerco a mí. – No me quieres escuchar, bueno, tu eres un sangre alfa pero nosotros también la poseemos, no tanto como tú pero la tenemos. – Hablaba demasiado, intente deshacerme del lobo, pero no se movía, tenía los ojos cerrados concentrado en no hacerme caso. De pronto una mano me cubrió los ojos. – Muy bien, de vuelta a este mundo hijo.
Una onda de calor me recorrió el cuerpo, pero luego fue sustituida por una onda de dolor, mis músculos se estiraban y otros se contraían. Estaba volviendo a ser humano. Estaba volviendo a ser débil.
No… ¡no! ¡Nooo!!!
Me revolví, pero aunque me separé del lobo blanco la mano del hombre no se separo.
– Madre luna. Durante cuatro meses completos en que reines las noches me mantendré con mi forma de lobo. Un pequeño precio por un favor tuyo. El favor, Jeremy vas a cambiar, esta parte no puede salir de nuevo. Nunca. Por ti y por nosotros tus lobos.
El dolor se mantuvo hasta que nada de mí quedo en mi cuerpo. Estaba cerrado en una humanidad indeseada.
– Jeremy. – La voz de Stonel se escuchaba cansada, jadeaba y estaba acostado a un costado del lobo blanco. – ¿Estás con nosotros?
– Mamá… – Todo estaba obscuro.
El señor Stonel me sonrió. – Vas a ir con tu madre. Descansa yo te llevaré.
La oscuridad se cerró entorno nosotros. O tal vez solo a mí.
Sentí arcadas por lo que recordaba, por lo feliz que me sentía rodeado de sangre. Y me sentí peor al saber porque no lo recordaba, me habían bloqueado para salvar la vida, era un peligro.
– Jeremy. – Esa voz y esa presencia…
Me gire en redondo y vi la silueta de Megan a mi lado, la mire horrorizado. No quería que me viera así. Sentí más asco de mí, de lo que era.
– Yo no… no soy… – Sentí como mi estomago se revolvía.
– No tengas miedo, – Extendió sus manos hacia mí pero apenas intente tocarla desapareció. – Yo estoy contigo… – Su voz sonaba suave. Quería estrecharla contra mí en estos instantes. Pero volví a la realidad.
Parpadee y me vi en el mismo lugar en que había estado antes. Miraba hacia la dirección en donde creía haber visto a Megan. Escuche un gruñido violento y mire hacia donde se estaba librando la pelea.
Stonel estaba peleando en su máximo en un sitio apartado con dos lobos, los otros no podían ni acercárseles. Los demás, incluido Mark, peleaban a un lado. Siete lobos en total, contando a Fergus. Corrí hasta Mark para ayudarlo, estaba peleando con dos a la vez y le estaba costando. Reconocí a tres de mis lobos, lobos que también le pertenecían a Daniel. Él tenía razón, había gente de su grupo implicada.
Cuando estaba por llegar hasta Mark me tope de frente con Fergus o así lo había llamado el señor Stonel cuando había tenido oportunidad.
– La fiesta esta por acá, niño. – La sonrisa que me dio era la de un depredador.
– Como quieras. – Dije preparado para pelear.
– Entonces ven y sígueme, si es que puedes. – Lo vi salir disparado y subir el risco como sino fuera nada.
Sabía que era un error el seguirlo, él tendría preparado su terreno. Pero no podía quedarme aquí. Subí el risco con toda la fuerza y la rapidez que fui capaz, por lo que subí detrás de él siguiéndolo de cerca.
>>Megan<<
No podía dormir, Jeremy no podía esperar a que durmiera. Camine de un lado para otro. Sabía que no iba a dormir, me dirigí a las maletas que ahora estaban a un lado del armario de Jay, abrí las puertas y llene el espacio que había. Su madre me había dejado un mensaje: “Te deje un espacio, ordena tus cosas”. Con todo lo que pasaba por aquí apenas y había visto el mensaje.
Abrí la maleta y saque las cosas, mejor dicho; di vuelta la maleta y tire todo al piso. En poco rato tuve todo dentro del armario, mi método era simple y efectivo, sacar y meter. Cuando no tuve nada más que meter en el armario tome la ropa que iba a necesitar. Abrace con anhelo mi campera negra, la adoraba.
Al poco rato ya estaba vestida con mi mejor ropa de investigación nocturna (vaqueros negros, deportivas a juego y mi adorada campera negra), solo para darme valor me había puesto una de las camisetas de Jeremy que tenía una calavera dibujada, supuse que no le molestaría el préstamo, probablemente le molestaría más lo que iba a hacer ahora. Me acomode la mochila que llevaba en mi hombro, si me podía fiar del olfato de Fred, entonces apestaba a plata.
Al salir del cuarto hace rato, me había dado cuenta de que no había nadie pero sería tonto de mi parte decir que todo estaba bien, sabiendo que los sentidos de casi todos de los que estaban en la casa era mucho mejores que los míos. Así que mi idea era simple; alegar inocencia hasta caer culpable.
Baje las escaleras hasta llegar al primer piso, mire a ambos lados antes de correr a la salida pero me pare en seco en cuanto me llego un pensamiento repentino. Alguien iba a estar aquí, mire hacia el otro extremo del pasillo, sabía que debía haber una puerta alterna al jardín, la había visto durante el día cuando no tenía nada que hacer más que rondar como un fantasma en el castillo. Camine hacia ese lado y luego de pasar unas cuantas puertas, al final del pasillo había una salida. Corrí hasta esta y salí a la noche.
Respire profundo, ¿ahora hacia dónde debía ir? Moví mi mochila hacia un lado para sacar el mapa, tenía una leve impresión de cómo llegar hasta la caseta del guarda…
– No tienes ni idea de a donde ir, ¿cierto?
Trate de ocultar el susto que me había dado. Me gire y puse cara de pocos amigos, tenía la impresión de que si me mostraba dura Fred me iba a respetar mucho más.
– No te interesa. – Dije y volví a colocarme bien la mochila y camine al jardín como si supiera hacia donde iba.
En cuanto llegue al bosque me eche a correr, pero me tropecé y caí de bruces al sentir un fuerte dolor en la cabeza. La angustia se apodero de mí por completo, algo pasaba. Me abrace a mi misma muy fuerte.
Fred se coloco a mi lado y me levanto del suelo, – Megan, ¿qué sucede?
Una ola de frío me invadió del cuerpo, algo no andaba nada bien. – Ten… tengo… frío Fred…
Los brazos de Fred me rodearon, me aferré a él pero el frío no se iba. Las manos de Fred se movían de arriba abajo por mi espalda pero el calor me rehuía.
– El frío no se va. – Los escalofríos no me dejaban hablar bien.
– Tranquila Megan, te voy a llevar dentro.
Me cargo como si no pesara nada y me llevo corriendo dentro, apenas y me daba cuenta de eso, sino fuera por la brisa que rozaba mi piel que me decía que Fred se movía rápido.
– Fred ¿qué pasa? ¿Por qué Megan esta así? ¿Qué paso? – La madre de Jay hablaba a mil por hora.
– No lo sé Stephaniel, solo sé que ella iba corriendo y de pronto cayo de bruces al suelo. – Sentí como se encogió de hombros. – Y después se puso a reclamar de que tenía frío.
– Siéntala aquí. Y no dejes que se mueva, voy y vuelvo.
Fred se sentó conmigo en los brazos y me pasó con cuidado al sofá, me moví algo molesta pero no hice mucho más. Me sentía débil. Al poco rato algo suave me cubrió.
Fred me puso las manos en la cara, – Megan, ¿cómo estas?
Me sobresalte por su contacto, – Estoy bien, solo débil.
La mano de la señora Stephaniel pululo por mi frente, – Te esta subiendo fiebre, esto es extraño. ¿Qué hago? ¿Qué hago?
La mire sonriendo, era obvio que siendo la madre de un hombre-lobo no tenía que preocuparse por cosas tan simples como la fiebre.
Tome su mano entre las mías, – Necesito un paño mojado, algo frío, siento que mi cabeza a esta a cien grados.
– Ah, si, si. – Asintió vehementemente, – Perdón que tonta soy, ya vuelvo.
– Bien, estaré aquí, – Sentí una fuerte punzada de dolor en la frente. Me tome la frente en las manos.
Una imagen inundo mi mente, mire a Fred y tome una de sus manos, – Jeremy ¿dónde esta?
Fred me miro confundido, – Salió no sé donde.
– Tenemos que ir con él. – Fred se soltó y me miro con desconfianza, – Ahora.
Fred me hablo como si fuera una niña pequeña, – Es que no lo sé.
– Pero Megan quizás pueda decírtelo. – Dijo la madre de Jay con un paño húmedo, me lo coloco con cuidado en la frente.
La mire con el alivio que sentía gracias al paño húmedo. – ¿Por qué crees que yo puedo saberlo?
– Si lo que te pasa es algo que le esta pasando a Jay, eso quiere decir que están unidos como pareja. – Dijo simplemente.
– ¿Pero eso no pasa después…? Ahh… – Dijo Fred sonriéndome.
Mire a ambos, – ¿Qué?
Fred me sonrió aun más abiertamente si es posible, – Pasa después de dormir con tu pareja, si me entiendes ¿no?
Me sonroje por completo y me levante tan rápido que vi el suelo peligrosamente cerca. – Pero yo no he… hecho eso con Jay.
Fred me miro encantado, – ¿Estas segura? Porque yo los vi muy cariñosos hace un rato en su cuarto.
La madre de Jay suspiró, – Fred déjala si Megan dice que no, es porque no paso nada. Pero eso solo lo hace aun más extraño, en fin no sé que decir, Jay nunca ha estado en la escala de normalidad de los hombres lobo, a decir verdad. Pero tampoco es para tanto, de seguro tiene otra forma de conectarse con la chica que es su pareja, alguna más profunda que la normal. No te rías Fred.
Fred se mordió el puño, – Lo siento. Tienes razón Steph, no es hora de reírse sino de buscar a mi hermano porque si Megan se sintió así, quiere decir que él no está bien. – Miro a Stephaniel más sosegado, – Dices que ella puede encontrarlo, ¿cómo?
La madre de Jay tomo mi mano, – Debes concentrarte primero en su imagen, en como es el ambiente a tu alrededor cuando él esta contigo. Aférrate a lo que ambos sienten, dale forma a eso y podrás encontrarlo, quizás te de una pista de donde esta.
Me puse en acción. El dolor de cabeza persistía, parecía como si alguien estuviera golpeándome por dentro. Trate de concentrarme, pero lo único que conseguí fue que el dolor aumentara. Tuve que tomar mi cabeza con las dos manos y apretarla para que no me despedazara el dolor.
Jay ¿dónde estás? Me dije como si él pudiera escucharme.
En mi mente trate de figurarme la imagen de Jeremy, de cómo me sentía cuando estaba a su lado, como era cuando me abrazaba, cuando me besaba o me hablaba, o cuando se reía. Como nos habíamos sentido aquella vez en su auto después de que saliera de la comisaria, como lo había hecho reír… Pero sobre todo me aferre a lo que había sentido antes cuando había obtenido una imagen nublada de él, fue doloroso pero dio resultado más resultado que lo anterior.
Y ahí estaba, corríamos por un bosque denso con nieve agolpada en el suelo, además de la que caía encima de nosotros, pero Jeremy que sabía iba a mi lado no le hacía caso, así que yo tampoco. Había gente con nosotros pero tampoco les hicimos caso, llegamos hasta un claro donde se alzaba un risco por sobre nuestras cabezas. Era el lugar, de alguna forma sabía que era lugar. Mire todo a mi alrededor, y por un momento me asuste cuando vi a la señora Stephaniel en el suelo, quise correr hasta ella pero me detuvo la imagen de un niño, un niño que se parecía a Jeremy pero sus ojos eran rojos, tan rojos como la sangre. Quise apartar la mirada de lo que vino después pero me fue imposible sabía que debía verlo aunque eso me produjera arcadas. Quería al Jeremy que se reía conmigo que me cuidaba, el que había conocido en este último tiempo, él que me había salvado de un Fred muy enojado, él que me había dado mi primer beso, él que me había llevado a clases… el Jeremy apasionado de esta noche. Pero lo único que veía era al lobo que se lamía la sangre.
El miedo no me dejaba moverme, hasta que lo escuche. No me había dado cuenta de que estábamos frente a frente.
– Yo no… no soy… – Pude ver en sus ojos que sentía el mismo asco que yo y eso fue lo que me hizo sentirme triste y a la vez protectora con él.
Extendí mis manos hacia él, quería que dejara de sentirse así, él no tenía porque sentirse de esa forma, eso no era él. – No tengas miedo. Yo estoy contigo… – Pero no alcanzó a tomar mis manos. Ya estaba de vuelta en el mundo real.
Mire desorientada, seguía en el mismo lugar y en la misma posición.
– ¿Qué paso Megan? – La madre de Jeremy me sacudía levemente.
Me aclare la cabeza rápidamente, ellos no podían saber eso. – Bosque, vi un bosque y un risco. Hay nieve, mucha nieve. – Fruncí el ceño, no tenía sentido, no era la época de las nevazones, ni siquiera en la montaña.
Mire a Stephaniel y a Fred, ambos estaban tan pálidos como hojas de papel.
Mire mis manos estaban blancas, ahora sentía el frío de esa noche.

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