domingo, 7 de agosto de 2011

Cuando La Luna Al Fin Sale: "Descuidos"




>>Leah<<
Estaba por llegar a la habitación cuando Liam tomo mi mano y me guió hasta la cama, no sin antes procurar cerrar bien la puerta.
– Sé que no serviría si alguien quiere escuchar del otro lado, pero por lo menos estaremos en privado, – Dijo acomodando la almohada que estaba a mi lado, – ¿Estas muy cansada? – Negué presintiendo algo malo con esa pregunta, no tuve que esperar demasiado para saber de que se trataba, – Bien, debemos hablar de lo que tenemos pendiente.
– Tal vez si me sienta algo cansada después de todo, – Me detuve al ver la expresión seria de Liam, – No era tan importante como crees, – Dije dejándome caer hacia atrás, lo cual no pude hacer ya que Liam me sujeto inmediatamente, acomodándome suavemente.
Lo mire sin entender nada, pero él me devolvió la misma mirada, casi con un rastro de culpabilidad, alce una ceja incitándolo para que se explicara.
– Cuidado… – Dijo solamente. Me acomode entre las almohadas de nuevo, repose mis brazos a mis costados, y como si fuera un acto reflejo Liam se acomodo a mi lado colocando una de sus manos en mi vientre, – ¿Estas completamente segura? – Asentí. – ¿Entonces no piensas ir al hospital a ver a Steve?
– No, además… – Me mordí el labio… ¿porque se me había olvidado esto? – Creo que le llamaría la atención a quien me atendiera mi temperatura corporal…
– ¿De qué hablas?
Lo mire incrédula, porque no se haya dado cuenta, – Mi piel es más caliente que lo normal.
– Leah, tu piel esta en la misma temperatura que la mía. Y desde ya, te digo que nuestro camuflaje es perfecto, estamos hechos para matar vampiros y para que los humanos no se den cuenta de que existimos.
Me quede petrificada… porque no me había dado cuenta de este detalle. – ¿Desde cuando? – Pregunte con un hilo de voz por mi asombro.
– Desde que te conozco cielo, por supuesto.
Me quede quieta un buen rato, Liam se puso a acariciar mi vientre, de pronto sentía que era indispensable mantener mi mirada clavada en el techo. Me sentía tímida por primera vez en mi vida. Aparte de aterrorizada, quizás algo malo me estaba ocurriendo.
Liam comenzó a hablar con un tono más despreocupado del habitual, debía de haber sentido mi preocupación, – Mañana estaré ocupado, – Espere intentando calmarme a que terminara la frase, – Mientras veníamos en el auto para acá estuve pensando algo. Que tal vez no te sentirías muy cómoda aquí, por lo que me dije mentalmente ¿y qué tal mi departamento? Y el resto de mis neuronas dijeron ¡si! – Dijo moviendo los brazos. – Y ¿Qué tal si nos mudamos allá?
– ¡Si! – Dije en el mismo instante en que termino de hablar.
– Okay, mañana se lo diré a Steve, para que él crea que tiene la última palabra, – Estaba sonriendo cuando dijo esto, probablemente porque sabía que Steve pondría el grito en el cielo cuando se enterara.
– Creo que le dará un ataque.
– Un doctor muerto de un ataque… suena hasta irónico, – Todavía sonreía, pero esta vez lo acompañé, claro que de pronto interrumpió nuestro momento un largo bostezo. – Creo que alguien esta cansada, duerme mi vida ha sido un día muy largo para ti. Y seas lo que sea, que te preocupe no tengas miedo…
– Lo único que temo es que si me duermo pueda tener pesadillas sobre una mocosa haciendo preguntas, – Dije sin pensar, Liam sonrió maliciosamente.
– Mi amor no tengas celos, Joy no le llega ni a los talones a tu belleza…
– Eres un adulador, – Dije abrazándome a él. – Y quiero dormir.
Sentí su risa, – Probablemente lo sea, pero solo para ti, el resto del mundo no existe.
Y con ese pensamiento me deje arrastrar a los brazos de Morfeo, aunque no antes de preguntarme una vez más qué me estaba pasando.
Además de acompañarme la falsa tranquilidad de que había logrado evitar el tema con Liam de nuevo. Estaba segura que no habría una vez más. En algún minuto tendría que hablarle sobre su hermano.
Abrí mis ojos con confusión, me levante de donde estaba y di vueltas y vueltas por el lugar en que estaba ¿cómo demonios había llegado aquí? ¿Y donde rayos estaba Liam?
Volvía a centrarme en el lugar en que estaba antes de volver por eso. Frote mis ojos aun no creyendo que e encontraba en la playa First, mire hacia lo que el poco sol me mostraba, un día común y corriente en La Push, el agua oscura de siempre y como para confirmar mis sospechas mire hacia el final de la media luna que formaba la playa y vi los acantilados, que se podían ver claramente. Me encogí de hombros, sabía que esto estaba mal pero había llegado el momento de buscar a Liam, no podía creer que él no estuviera aquí.
Estaba a punto de gritar su nombre cuando un grito rompió en el silencio que me rodeaba, rompiendo así mis cavilaciones. Mire hacia todos los lados en busca del dueño de ese grito, al no verlo comencé a caminar sin rumbo por la orilla de la playa, teniendo el cuidado de no dejar que el agua me mojase. Me acerque más y más a las grandes piedras que estaban a un lado de la playa, antes de acercarme más paré. El recuerdo de hace unas semanas… unas semanas mágicas inundaron en mi cabeza, pero solo uno se sobrepuso a los demás, nuestro segundo encuentro, aquí había sido donde por segunda vez habíamos cruzado nuestros caminos Liam y yo. Estaba suspirando como una colegiala enamorada por primera vez cuando otro grito volvió a interrumpirme. El grito había venido de más cerca por lo que corrí hacia el lugar donde lo había escuchado.
Sentía como si algo extraño me pasara, por primera vez en años me sentí débil al no poder correr tan fuerte como yo quería.
Después de un rato logre llegar con el dueño de esos gritos. Al otro lado de las piedras estaba un pequeño niño que jugaba en un poza, estaba molestando a un pez que nadaba en una poza demasiado pequeña para el, cada vez que el pez hacía un movimiento brusco salpicaba al niño haciéndolo gritar.
Me acerque hasta él, el agua estaba subiendo como todas las tardes y pronto el niño no tendría donde jugar, su madre no se veía por ningún lado ni a nadie más que le estuviera haciendo compañía. Me acerque con cuidado de no asustarlo.
No podía ver sus ojos, pero su cabello era otra cosa, era de un color oscuro, la piel en las partes que la camisa que llevaba mostraba relucía de un tono broncíneo, mucho más suave que mi piel. Era un niño de unos cuatro años, ¿dónde estaría su madre? Yo no lo dejaría solo, si había hombres lobo y vampiros caminando por ahí, ¿quién sabe que más puede haber?
Me acerque hasta que estuve lo bastante cerca para no asustarlo, – Hola, – Dije con extrema suavidad. El niño levanto la cara y mostró un par de ojos dorados que me dejaron helada en el mismo momento que se cruzaron con los míos. Eran exactamente como los de Liam.
El niño se lanzo a mis brazos en un parpadeo, casi haciéndonos caer a ambos al suelo.
– Mami te extrañe mucho, – Me quede en estado de shock. El niño estaba fuertemente abrazado a mí parloteando algunas cosas ininteligibles para mi, solo a veces lograba entender preguntas como; ¿dónde estaba su papi? Pero mi mente estaba más preocupada del mami mientras lo abrazaba, ¿mami? ¿Por qué mi mente me jugaba tan cruelmente? Este solo podía ser un sueño… una pesadilla que me estaba mostrando lo que no podía… no podía tener. Rompí a llorar abrazándome al niño como si fuera lo más preciado en mi vida.
Sentí unas manos tomarme de los hombros, pero los ignore, no me separaría de él, no me lo quitarían. Antes muerta que dejarlo…
– ¡Leah! – Esa voz… era Liam. Abrí los ojos con pesadez y vi que estaba sujetando las sabanas con toda mi fuerza, las solté de inmediato, y mire a Liam que aun sujetaba mis hombros con fuerza. – ¿Ya estas conmigo? – Asentí. Liam pasó una mano por mi rostro, cerré mis ojos para concentrarme en el contacto, y luego me atrajo a él. – ¿Quieres hablar?
¿Cómo hablar de eso? – No, – Dije con la voz quebrada y por un momento casi no reconociéndola.
– ¿Estas totalmente segura? – Asentí y me abracé a él con toda mi fuerza. Me sostuvo un momento más en sus brazos antes de dejarme acostar en la cama de nuevo.
– ¿Qué hora es? – Dije para que Liam se preocupara de otra cosa en vez de mí, por lo menos durante un segundo.
– Son las tres y cuarenta de la mañana, – Dijo después de ver la hora en su móvil que estaba en sus vaqueros, – Así que vuelve a dormir mi ángel, que si es necesario me desvelare para cuidar tu preciado sueño, – Dijo teatralmente, sonreí con la esperanza de que tal vez pudiera dormir de nuevo.
– Okay, abrázame mi caballero de brillante armadura, – Liam de inmediato hizo lo que le pedí y así permanecimos hasta que amaneció, claro que él era el único que pudo retomar su sueño, él mío fue más escurridizo.
Bien, no es nada del otro mundo, tampoco es mamá quien esta del otro lado de la puerta. Eso si que me daba miedo. Incluso no es nadie conocido, ni siquiera un vampiro. Me estremecí. Puedo sobrevivir a esto, tan solo tengo que abrir la puerta y ya esta. Y más ya que esta mañana me había tomado el trabajo de conseguirme un termómetro para medir mi temperatura y como había dicho Liam, mi temperatura era normal.
– ¿Puedo ayudarla en algo señorita? – Dijo la voz de una mujer detrás de mí, haciéndome pegar un salto del susto.
– No, yo solo me estaba preguntando si el doctor Smith estaba ocupado… me dijeron que pase pero sentí unas voces dentro y no quiero molestar…
– Déme un segundo, – Dijo la mujer que parecía de mediana edad. Entro sin la más minima vacilación, de seguro le importaba muy poco interrumpir algo. Claro que eso no había sido lo que me había tenido parada allí fuera por tanto tiempo. La enfermera volvió rápido y me hizo señas para que entre.
Uno, dos, tres, conté y luego entre. No me sorprendió mucho lo que vi, al parecer todos los hospitales tenían un modelo estándar para sus oficinas, siempre blanco, un pequeño escritorio y una silla. No quise ver detrás de mí, apostaba todo a que iba a ver una camilla.
El doctor era un hombre de edad ya avanzada, su cabello estaba cubierto de canas y su mirada era de un azul transparente, me estudio un largo momento antes de señalarme la silla en frente del escritorio, él se mantenía con una seriedad profesional mientras estaba sentado en su silla de cuero. Espero un segundo a que saliera la persona que había estado hablando con él antes de dirigirse a mí.
– Bien dígame en que soy bueno, – Le pase una hoja de papel que me habían entregado al hacer mi ficha, como si me fuera a quedar aquí pensé. El hombre revisó el papel con sumo cuidado, luego alzo la vista y me sonrió, – Test de embarazo. ¿Cuáles son sus síntomas?
Los enumere con las manos, – Duermo más de lo común, siento mareos y esta mañana temprano corrí al baño a vomitar.
– ¿Qué días llega tu período? – Pregunto en cuanto termine de enumerar.
– Esta semana…
– ¿Y a qué demonios vienes aquí? – Me quede con los ojos abiertos sin saber que decir.
La enfermera tosió discretamente, y dijo en un tono algo afilado, – Comúnmente la gente espera una confirmación de parte del disque doctor.
– Ahh, bien, estas embarazada, – Sentí de pronto las ganas de estrangularlo. Pero me contuve y respire profundamente. De seguro el tipo ya estaba senil, los años pasan la cuenta ¿no? Me obligue a responder con mucha calma, más de la que alguna vez e ocupado.
– Se supone que yo no puedo estarlo, por eso estoy aquí… solo vine a descartarlo, nada más… – Baje la mirada, no quería ver la expresión que ellos tendrían.
Sentí el clic de algo y escuche, – Habla el doctor Smith. Necesito hacer un test de embarazo… aja… em, ¿cuál era tu nombre?
Lo mire de nuevo, – Leah Clearwater, – Dije sin vacilación.
– Para la señora Leah Clearwater, okay irá para allá en un momento. – Me miro y luego a la enfermera, – Haz algo útil Sara y lleva a esta chica a que le tomen las muestras necesarias, en vez de estar aquí parada mirándonos como boba.
Pude ver que la enfermera estaba apunto de reclamarle, pero cuando me miro se encogió de hombros. – Venga conmigo, por favor. – Tal vez ella también pensaba que estaba senil.
Asentí, – Gracias. – Dije al doctor, que aun seguía sentado cómodamente en su silla. Asintió levemente y me señalo la puerta.
Estaba por salir cuando me hablo, – Cuando ese niño nazca más te vale que le pongas mi nombre, memorízatelo Harrison Smith, porque estoy seguro de que estas embarazada.
Le sonreí levemente para luego salir.
– El doctor es encantador a su manera, – Me dijo la enfermera mientras recorríamos unos pasillos.
– Tanto como un puercoespín, – Me miro con el ceño fruncido, – Para mi son lindos, pero cuando te les acercas demasiado y te pinchas, dejan de serlo. – Me encogí de hombros, estaba nerviosa y comenzaba a hablar disparates, – Estoy nerviosa, – Tuve que confesar.
– No te preocupes, todo va a salir bien ya lo veras. Los test de embarazo no son tan complicados, se demorara un poco…
– Más vale que no, – Dijo una voz de hielo detrás de nosotras, me giré sin muchos ánimos. ¿Por qué tenía que estar aquí? – No pareces estar contenta de verme Leah.
– Siempre es un placer verlo señor Hunter. – Dije mordiéndome la lengua.
Me sonrió como si yo le causara gracia.
– Para mi también lo es, – Se acerco y tomo mi brazo para colocarlo debajo del suyo, – Voy a acompañarte, no sería un… buen suegro sino te acompañase, aunque el que estés sola aquí no habla muy bien de mi hijo Liam.
La palabra hijo en sus labios, hizo que un frío intenso recorriera mi columna. Lo mire a los ojos, aunque aun sonreía, su sonrisa no llegaba a sus ojos.
>>Liam<<
Steve estaba que saltaba y no era de emoción contenida, era de rabia. Le acababa de dar la rabieta del año cuando le dije que Leah y yo nos mudábamos. Histérico, era decir poco de su estado, apenas y entendía ya lo que decía, algo sobre “te salve la vida maldito y así me pagas… que te maten… vete al infierno… no te volveré a salvar…” los gritos estaban retumbando por toda la casa, y estaba más que seguro que la pobre Emily estaba en algún lugar intentando ignorarlos. Me sentí mal al pensar eso, cada vez que veía a la madre de Steve era como ver un conejito permanentemente asustado, lo que fuera que la había dejado así, fue algo muy malo. Y esperaba que no fuera algo relacionado a mí. El maldito silencio que Leah guardaba me estaba haciendo pensar lo peor de todo, sabía que anoche había tenido una oportunidad para hablar de todo eso, pero después de esa conversación tan rara no quería molestarla, por eso no la había presionado cuando me dijo que iba a salir un momento durante la mañana. Mire hacia la ventana para ver lo que había avanzado el día, Leah aun no llegaba pero me obligue a pensar que ella necesitaba tiempo… además la había dejado con un escolta.
Mire a Steve que estaba de un color rojo brillante, al parecer estaba tomando un pequeño receso en su rabieta.
– ¿Puedes parar de gritar? – Dije lo más calmado posible, Steve me miro como si esta vez quisiera arrancarme el cuello.
– Liam…
– No solo es que tu madre debe de haber escuchado todo esto, y me parece que no es algo agradable para alguien que se ve es muy sensible, – La cara de Steve se contrajo al escucharme, se había dejado llevar tanto en su reprimenda que se había olvidado de ese detalle.
– Yo, no estaba…
– Pensando, exacto, por eso yo lo hago, – Dije aun parado en donde había estado escuchando toda su cantaleta. Lo mire seriamente, anoche no solo había estado preocupándome por Leah, sino que algo más estaba preocupándome, – ¿Cuándo vas a moverte?
La expresión de la cara de Steve cambió, esta vez no dejaba traslucir ninguna de sus emociones cuando hablo. – Pronto.
Estaba por abrir la boca cuando su móvil vibro, lo saco de su bolsillo y lo atendió sin ver el número antes, fruncí el ceño cuando escuche una voz que no conocía al otro lado y no solo eso sino cuando dijo “señor…”
Escuche con más atención de la que debía darle.
– Señor…
– ¿Si? – Dijo Steve quedamente, – Puedes hablar.
– Tenemos un problema y lo necesitamos aquí.
– ¿Qué problema?
– Es mejor que venga aquí y se lo digamos. – El teléfono de Steve emitió un sonido, una señal de que tenía una llamada entrante.
– Okay iré en cuanto pueda.
– Sería bueno que viniera ahora…
– Después tengo otro lío ahora. – Me dio una mirada llena de significado. Yo era su otro lío. – Nos vemos. – Cortó y recibió la otra llamada, pero antes de que dijera algo la otra voz comenzó a hablar.
– Hola Steve, Leah acaba de hacerse un test de embarazo, y quiero que los retires en cuanto caiga la tarde, llévalo a mi casa, – Me quede de piedra, ¿por qué estaba él con ella? – Mejor envíamelo por fax, estaremos ansiosos de saber el resultado. Adiós. – Cortó sin esperar una respuesta de parte de Steve, miré a este y corrí a la entrada.
Si mi padre le ponía una sola mano en sima a Leah mandaría al diablo los planes de Steve. Este parecía haberse dado cuenta de mis intenciones ya que antes de que alcanzara la puerta de salida me estampo contra la pared, pillándome por completo desprevenido, en cuanto me abandono la sorpresa comencé a forcejear pero me tenía bien sujetado.
– Liam, escúchame… – Seguí forcejeando, ¿es que no entendía? Papá no estaba bien y Leah estaba con él, esto no podía traer nada bueno. – ¡Por un carajo Liam escúchame!
Me pare, su semblante estaba tranquilo, así que le hice caso. Steve mantuvo una de sus manos en mi hombro derecho. Tome aire si quería que me dejará ir debía relajarme.
– No puedo dejarla sola con él.
– Todo estará bien, no importa nada de lo que ella sea capaz de decir. Sabemos bien que ella es capaz de todo pero él no le hará nada mientras no tenga esos exámenes en sus manos, relájate todo va a estar bien.
– No puedes estar seguro, lo desafiaste quitándole a su hembra, lo desequilibraste con eso. No puedes asegurarme nada.
– Tu mismo lo sabes bien, si ella esta embarazada…
– ¡Que no puede! – Grite con frustración. Steve me ignoro por completo y siguió hablando como si nada.
–…significa que tendrá un heredero, alguien de su misma sangre y sus talentos.
El teléfono de Steve volvió a vibrar, con eso Steve me soltó y me dejo ir. Tenía ganas de ir y sacar a Leah de allá, pero primero debía calmarme. Salí a los jardines y me dedique a caminar por los pequeños caminos de piedra.
– Te ves mal, ¿te sientes bien? – Mire a Emily con desgana. No era una persona con la que me gustara toparme, se veía demasiado débil e indefensa.
– No estoy muy bien.
– Lo lamento en verdad, ¿dónde esta Leah?
– Con mi padre, – Dije sin pensar. – La cara de Emily se crispó y pude oler en ella la sorpresa.
– Lo siento, tengo algo que hacer, – Se escuso y salió disparada por una lado del jardín. Cada vez mis sospechas estaban adquiriendo color.
– Liam, – Dijo Steve alcanzándome, – Tengo que salir un momento, tengo una emergencia en el hospital. Si vas a ir a tu casa uno de mis lobos te seguirá, solo para que Noam no sospeche nada….
– ¿Qué te hace pensar que no iré a hacerle una visita a mi padre? – Dije sonriendo irónicamente, – Tal vez lo eche repentinamente de menos.
– Sencillamente, porque no vas a controlarte lo suficiente, tarde o temprano él dirá algo que no te gustará y Leah quedara en medio, sin decir que nuestros planes se irán por un tubo.
– Tus planes. – Corregí.
– Nuestros, no serás libre de esta manada amenos que ganemos.
Lo pensé un minuto antes de encaminarme a la salida. Un auto me estaba esperando pacientemente, me subí y miré al conductor no lo había visto en mi vida. Aunque mi experiencia en la manada dejaba mucho que desear.
Sin que se lo dijera el conductor me llevo a mi casa, mire la playa. Cuantas veces la había contemplado desde mi habitación.
Me baje del auto sin muchos ánimos y camine hasta la entrada. Todo estaba como lo había dejado hacia unas semanas, la hierba estaba un poco alta en los maceteros en el corredor que rodeaba toda la casa, algún día me animaría y la quitaría, por ahora limpiaría el interior. Mire detrás de uno de los maceteros y encontré mis llaves. Estaba seguro que yo era el único tipo en toda la ciudad que manejaba la única llave de su casa detrás del macetero. Abrí la casa y vi el desorden que había dejado la última vez.
– Estaré aquí afuera si me necesita señor, – Dijo el lobo que me estaba acompañando.
– Como quieras. – Dije y comencé a recoger todas las cosas que había tirado al suelo con mi anterior rabieta. Aunque no me había servido de nada, de todas formas había ido a Estados Unidos. Aunque sino hubiera ido no hubiera conocido a mi ángel.
Volví a la realidad y mire mi chiquero. Podía jurar que había vivido bien estos últimos siete años cuidándome por mi cuenta, pero después de ver la casa de Leah, mi casa era un desastre. Fui hasta mi habitación y comencé a recoger la ropa sucia, en cuestión de minutos ya había recogido tres canastos con ropa sucia y otro ya estaba lavándose.
Pero aun así no lograba terminar con todo lo que había que limpiar, ¿cómo lo hacía mi nana? Me golpee mentalmente, como había sido tan estúpido de haber olvidado llamar a mi nana. Siempre que limpiaba dejaba la casa como si fuera nueva. Saque mi móvil y vi que estaba apagado, lo encendí y de inmediato llego un mensaje con llamadas perdidas de un teléfono que marcaba desconocido, pero yo si lo conocía. Mi padre me había llamado. Lo primero que pensé fue un ¿por qué? Y después pensé no será que Leah dijo algo de más… Tragué saliva, no ella misma había visto a mi padre, no haría alguna estupidez, lo más probable es que él me hubiera llamado a mi antes que a Steve, si eso debía ser.
Solo para asegurarme marqué el número de que rezaba el teléfono. Timbro cuatro veces antes de que alguien me contestara.
– Noam Hunter. – Respondieron en la otra línea.
– ¿Por qué demonios Leah esta allí contigo? – Dije sin poder aguantarlo.
– Nos encontramos por casualidad.
– Y un cuerno, tu mismo me enseñaste que las casualidades no existen, solo es algo que las personas quieren hacerte creer. – Mi padre no dijo nada durante un largo rato. Por un momento pensé que me había dejado hablando solo.
– No creí que lo recordases, te lo dije cuando tenías cinco años, – No supe que decir, y al parecer tampoco él. – La enviaré a tu casa en algún rato más. – Y me cortó. Decidí creerle.
Anduve de un lado a otro sin saber que hacer en realidad. Hasta que mi estomago decidió por mi. Camine hasta cocina para ver que había en el refrigerador, no era gran sorpresa lo que me encontré, era obvio que las cosas que había dejado hace unas semanas se habían descompuesto, y lo que quedaba no tenía buena pinta. Lo agarre todo y lo metí en una bolsa de basura, incluso había comida que tenía fecha de caducidad hace un mes. ¿Por qué no me había dado cuenta?
Suspire, y volví a mi tarea, hasta que el hambre volvió a golpearme con más fuerza, esta vez le hice caso y salí a comprar algo con mi sombra pegada a los tobillos, este tipo no se iba a aburrir de mi, en especial porque había pasado algún rato desde que había puesto las manos a la obra en la casa. Compre en la tienda que quedaba más cerca de mi casa y volví, haciéndome un espacio en la encimera. Estaba por terminar cuando mi móvil comenzó a sonar. Mire en la pantalla y lancé un juramento, ¿ahora que quería?
– ¿Qué? – Dije llevándome la última alita de pollo a la boca.
– Necesito ayuda, – La voz de Steve sonaba algo angustiada cuando hablo, – Necesito que vengas ahora.
Trague, – Supongo que no es a tu casa a la que te estas refiriendo.
– No.
– Ya voy, – Dije limpiando los últimos restos de mi improvisado almuerzo. Que interesante era mi vida.
Estaba saliendo de la casa cuando se me ocurrió algo. Corrí a mi cuarto y busque la agenda que mantenía en mi mesita de noche.
– Genial, – Dije cuando encontré el número. Lo marque y esperé pacientemente cuando comenzó a timbrar.
Una voz dulce contesto. – Buenas tardes.
– Hey Jaz, – Esperé la reacción, y de pronto la mujer al otro lado del teléfono soltó un grito.
– ¡Maldito infeliz, me dejaste sola con todo el trabajo! – Grito de nuevo mi secretaria.
– Si, lo siento mucho, créeme. Ahora estoy muy ocupado por unos contratiempos pero cuando pueda me paso por la oficina.
– Entonces para que mier… para que me llamas. – Dijo mordiéndose las palabras. Cuanto me agradaba mi secretaria.
– Necesito que llames a mi nana, y la envíes a mi casa, – De repente recordé la llegada de Leah, – Dile que la llave la guardo en la misma parte y que cuando llegue la señora Leah haga todo lo que ella quiera.
– ¿Y quién es la señora Leah? – Pregunto en cuanto pudo.
– No te interesa, solo envíala rápido. – Dije eso y corté.
Salí de la casa después de eso. El conductor ya me esperaba detrás del volante.
En el momento en que llegue a la casa pude ver lo diferente del día anterior que se veía, había dos lobos caminando afuera como si fuera algo normal en ellos hacerlo, pero si mirabas con atención podías notar lo tensos que estaban.
– Algo anda mal. – Dije y el conductor asintió.
– Son los guardias de la señora, los que van caminando.
Ahora comprendía la angustia de Steve. Su mundo de fantasía se había caído.
Nos bajamos, yo partí en dirección a la casa, mientras el conductor se fue directo a los guardias que el había mencionado antes. No tuve que hacer esfuerzo alguno para encontrar a Steve, estaba gritando como desquiciado en el segundo piso, quienquiera al que le estuviera gritando debía de estar ya sordo.
Nunca me hubiera imaginado a quien le estaba gritando sino lo estuviera viendo con mis propios ojos.
– ¿Cómo se te pudo ocurrir semejante estupidez? – Decía Steve, aun no detectándome en la entrada.
– Solo estaba…
– No digas que estabas jugando Joy, no te creo nada. Ni siquiera sé por que todavía no te he cortado la garganta. – Rugió Steve. Creo que había llegado el momento de entrar en acción. La cara de Joy estaba deformada por el miedo, y la entendía, Steve estaba hablando completamente en serio.
– ¿Qué esta pasando? – Joy corrió de inmediato a mis brazos, le pase un brazo por sus hombros.
– No te hagas la victima y lárgate de una vez por todas de aquí… – Siseo Steve. Aun no podía creer lo que estaba viendo. Joy me miro un momento y luego se retiro como alma que lleva el diablo. No era para menos cuando veías los ojos del lobo de Steve, estaba a un pelo de la transformación. De la transformación que yo sabía que podía hacer aun sin luna.
– Ahora me vas a contar por qué estas así, – Steve me miro un poco más calmado. Aun así no hablaba, – Ella escapo…
– Joy la saco de la habitación… – Gruño, – Le dijo a los guardias que yo había dicho que Kate podía salir a dar una vuelta por los alrededores y la alejo de aquí…
– Y estás enojado porque dejo que Kate se fuera…
– No, comenzó a jugar con Kate como si fuera un ratón y ella el gato. – Abrí mis ojos de par en par, no podía imaginarme la escena, pero ahora si entendía porque Steve estaba tan enojado. – Aun no le he podido sacar información… – Steve no estaba terminando las palabras y eso me estaba molestando.
– No tienes idea de si está bien, – Pensé un momento, Joy tenía nuestras mismas habilidades gracias a nuestra raza, tal vez no fuera tan fuerte como un macho pero… – ¿Cómo diablos se le escapo una humana?
Steve me dirigió una mirada llena de veneno, – Kate… – Respiro profundamente antes de continuar, manteniendo sus ojos cerrados, – Joy la llevo demasiado cerca de la carretera, y ella logró hacer parar a un auto que pasaba… o eso fue lo que dijo Joy.
Me quede pensativo un momento, ¿dónde irías primero? A casa con tu ex pareja, o a algún otro lugar seguro. Yo votaba por la última opción.
– ¿No sabes donde buscarla? – Steve negó.
– Apenas y pude localizarla para secuestrarla, ¿cómo rayos quieres que sepa de dónde la saco Noam?
– Pudiste preguntarle antes de acostarte con ella.
Nos miramos ambos con el ceño fruncido durante un muy largo rato, hasta que Steve desvió la mirada de mí. Él sabía que yo tenía la razón.
– ¿Vas a ayudarme o no? – Dijo por fin Steve.
– Si, pero qué vas a hacer con Joy.
– Tengo una idea bastante clara de que hacer… – Dijo seriamente.
En cuanto bajamos las escaleras el lobo que había estado haciendo de mi chofer apareció, estaba totalmente tenso.
– Señor, no hemos dejado ir a Joy, ¿qué debemos…?
– Métela al sótano. – Dijo lúgubremente. Me quede helado, – Y no la dejen salir hasta mañana por la tarde.
Cuando el lobo se alejo para cumplir su cometido, me gire hacia Steve.
– ¿Por qué rayos hiciste eso?
– Cuando Kate llego aquí hace unos días ella la metió en el sótano, así que ahora sabrá lo que paso Kate allí. – Me miro un momento, – Estoy controlando mis ganas de ahorcarla, entiéndeme. – Asentí no muy convencido pensando en que quizás su castigo pudo ser peor, y lo seguí hasta salir de la casa para comenzar con la búsqueda.
>>Leah<<
Compartir mi día con Noam Hunter, bueno unas cuantas horas, había sido más que extraño. Y el haberlo encontrado en el hospital había sido mucho más que eso.
Mire por la ventana, estaba cansada que por el más mínimo movimiento que hiciera, el maldito chofer me mirara. Fruncí el ceño cuando lo volvió a hacer.
– Que mierda me ves, – Le dije, el lobo frunció los labios apunto de gruñirme, – Tu jefe dijo; Llévala a su casa, y si tiene un solo rasguño te cortaré la garganta. – Dije imitando el tono gélido con que Noam había echo la amenaza.
El lobo se contuvo y dirigió su mirada a la carretera. Unas cuantas horas con Noam Hunter y ya podía hacer una amenaza muy convincente. Volví a mirar por la ventana, esta vez recordando las horas que había pasado junto a Noam, me había dirigido por toda la casa mostrándome los cuadros que me habían parecido bastante de Halloween.
En fin la tarde había pasado y con ella la espera… había estado tan concentrada en mantener mi lengua a raya que me había olvidado totalmente del resultado del examen. Steve los iba a enviar, pero no había sido así. Noam había enviado a alguien a buscarlos, después de que llamara a Steve varias veces sin obtener resultado. Después de eso me había enviado a casa para que esperara cómodamente, si es que eso podía ser verdad.
Mire la foto que llevaba entre mis manos. Noam había actuado como una persona totalmente diferente a la que había visto el día anterior. Se había mostrado… educado. Incluso había sonreído una vez, mientras discutía con él sobre llevarme a casa de Liam.
– Insisto en que debería ir a casa de Liam.
– Vas a pasar el día haciéndome compañía. – Dijo tamborileando los dedos en el volante, mientras esperábamos en una luz roja. Estaba por debatirle cuando agrego. – Cuando uno se hace mayor ya nadie lo escucha. – Dijo dramatizando, había visto cientos de veces hacer lo mismo a Liam. Me quede atónita.
– Liam se va a preocupar. – Fue lo único que dije.
– ¿Siempre contradices a Liam? – Lo mire de soslayo incrédula, estaba sonriendo.
– No, él normalmente me escucha o compartimos ideas, – Él aun sonreía cuando hable. Ahora sabía de donde había heredado Liam su sonrisa y probablemente su dramatismo. Liam se parecía mucho a él.
– Llegamos señora, – Dijo el chofer como atragantándose con las palabras.
– Okay gracias, – Me baje de un salto y me quede mirando al tipo que se estaba bajando también, – Liam me debe de estar esperando. – Dije molesta.
– Solo cumplo órdenes. – Tenía tantas ganas de gruñirle, respire.
– Hey que pasa aquí fuera. – Dijo una rubia despampanante saliendo de la casa de Liam, o me había equivocado.
– Traigo a la señora Leah a su casa, – Dijo el tipo con tono monótono.
– Okay, entonces esta entregada, el señor Liam esta por llegar. – Dijo haciéndole ojitos al tipo, este se puso incómodo y asintió hacia ambas para luego retirarse. La rubia se dio la vuelta hacia mí, – Soy Jaz, la secretaria de Liam y tú eres…
– Leah Clearwater.
– Y eres su… – Dijo alargando las palabras.
– No haces muchas preguntas para ser su secretaria, y además que hace una secretaria en la casa de su jefe a las… – Mire la hora en mi móvil, – A las seis de la tarde.
Definitivamente mi día se había ido demasiado rápido.
La rubia me miro como si estuviera evaluando lo que debía decir, apoye mi peso en mi cadera y cruce los brazos. La chica cambio de actitud, quería una respuesta y me la daría.
La chica resopló.
– Solo tuve curiosidad, – Dijo haciendo un mohín, – Él nunca habla de nada, cuenta chistes, hace bromas a los que trabajan con él. Pero nunca dice nada sobre su vida. Y de pronto me llama después de semanas sin verle y dice que necesita a su nana en la casa y que está espere a la señora Leah. – Se encogió de hombros. – Fue algo que llamo mi curiosidad.
– No sé que hacer, mandarte a freír monos al África, o admirar tu valor de venir aquí y decirme todo esto.
– Podrías admirar mi valor y no decirle nada a mi jefe. – Dijo sonriendo. Y abrió los ojos desmesuradamente como si se hubiera acordado de algo, – Además ya es tarde y me tengo que ir, la nana del señor Liam esta todavía preparando la cena, pídale lo que quiera y se lo dará, fueron las órdenes del señor Liam. – Si escuchaba de nuevo “señor Liam” iba a gritar.
– Okay, muchas gracias. – Y con esas simples palabras se fue, haciendo un ruido con el juego de sus tacones en el pavimento.
Entre a la casa y me quede algo absorta, las paredes mantenían el color natural de la madera con uno que otro cuadro colgando de ellas. Había dos sofás de color crema en el centro de una sala, uno a cada lado de una mesa de centro que tenía por adornos un recipiente de vidrio repleto de guijarros de colores. Lo más despampanante era la vista que tenía la enorme ventana de la sala, a un lado había una puerta que casi se mimetizaba con la pared, al parecer ésta daba al corredor que rodeaba la casa. Era algo que no me lo esperaba, era fantástico y acogedor.
– Disculpe, – Dijo una señora de edad media, mirándome evaluativamente.
– ¿Si?
– Usted es la señora Leah ¿cierto?
– Si, – Dije, no tenía ganas de responder con algo que no fueran monosílabos, estaba agotada.
– Se le ofrece algo…
– No, gracias, – Mire hacia fuera y vi el atardecer. Y cedí a un impulso, – Voy a dar una vuelta en la playa.
La mujer no dijo nada, se limito a salir de la habitación dejándome sola. Salí por la puerta que estaba al lado de la ventana, todo esto era genial. La vista era magnifica, baje los escalones que me separaban de la playa, y me uní a algunas personas que paseaban en la playa.
Lo que nunca pensé es que entre mis divagaciones sobre los cambios que mi vida habían tenido y sobre como había llegado aquí, me iba a chocar con la persona que menos me esperaba estuviera allí.
Kate se me quedo mirando durante un largo rato con su boca formando una O, y estaba más que segura que yo tenía la misma expresión.
– Que rayos haces aquí.
– Que rayos haces aquí. – Dijimos ambas al mismo tiempo.
– Yo pregunte primero – Dije. Antes de que Kate hablara de nuevo.
Kate miraba hacia todos lados, me pregunte si ya se había vuelto loca por estar unos días encerrada, tal vez.
– Huí.
– De eso ya me di cuenta, – Dije sarcástica, Kate hizo rodar los ojos.
– Alguien me esta cazando… al principio era Joy, pero logré huir de ella, pero cuando llegue a la ciudad vi que otro de ellos me seguía. No sabía que hacer por lo que corrí por todas partes, estoy exhausta. Por eso estoy aquí. No muchos verán como arrastran mi patético cuerpo a algún lado que desconozco.
– Kate… como que Joy te estaba cazando. – Dije no creyéndome que la mocosa se había chivado.
– Es verdad, al principio creí en verdad que Steve la había obligado a portarse bien conmigo y que por eso me había traído ropa, – Señalo la ropa que traía puesta. – Me llevo fuera, me sentía tan genial por poder respirar aire fresco, hasta que la mocosa me dijo que corriera porque cuando terminara de contar hasta diez me perseguiría como si yo fuera un maldito y endemoniado conejo, – Dijo Kate pateando la arena.
– Oh, – Fue lo único que salió de mi boca.
– Si eso, – Kate volvió a removerse incómoda, – Debo huir si ese tipo me atrapa…
– Creo que te preocupas demasiado, tal vez es uno de los lobos de Steve. Ya sabes debe de haberse puesto como un loco cuando no te encontró. – Kate me miro con culpabilidad.
– No quiero volver allí Leah… – Miro hacia la playa, – No importa lo que piense Steve, Noam no es como él dice, no es toda maldad.
Créeme que lo sé, dije para mis adentros. Pero eso no quiere decir que este totalmente bien, ya había visto las dos caras de la moneda y sabía bien que él no estaba del todo normal. Quizás con Kate haya tratado con la misma amabilidad que hoy había representado conmigo, pero aun así… él pudo haberle echo daño en cualquier momento.
– Bien si no quieres volver con Steve, ¿Qué vas a hacer? ¿Volver con Noam? – Casi chillé.
– Por supuesto que lo hará. – Dijo una voz que ya había oído antes. Me giré para ver quien era y vi el rostro de aquel tipo del aeropuerto. Oh Dios. ¿Por qué siempre a mí?
Kate pego un grito y me tomo de la mano, y sin pensármelo dos veces salimos disparadas por la playa. No corrimos demasiado cuando aparecieron dos tipos más que nos obstaculizaron el paso.
Piensa Leah, piensa. Esto debe tener una solución, solo cálmate y la encontraras. Pensé y pensé. Mierda. No la hay, ¿cómo escapas de tres hombres lobo en su territorio? Haciéndote la victima, me dijo un pensamiento fugaz.
Pero antes de que pudiera comenzar el show, sentí unas manos en mi cuello y de pronto todo se torno de puntos negros.
>>Kate<<
– ¡¿Qué le hiciste idiota?! – Chillé, ¿en qué había metido a Leah? Oh por favor que este bien, no podría soportar la culpa si algo le pasaba a Leah. Intente moverme hasta ella pero uno de los tipos que habían aparecido ante nosotras me atrapo.
– No le hice nada que no se mereciera, – Contesto fríamente el tipo.
– Su pareja te va aniquilar, – Dije como amenaza, pero mi voz se escuchaba tan lastimosa que lo único que produjo fue que el tipo sonriera.
Demonios porque tenía voz de pito.
– Ahora síguenos sin armar más disturbio o te vamos a llevar igual que a tu amiga. – Tragué saliva, y los seguí. Todo va a estar bien, pero en el fondo sabía que esto no podía estar peor. Pero la esperanza es lo único que se pierde. Dicen.
– Trátalas con cuidado, el Alfa no va a soportar si las maltratamos. – Dijo el tipo que me había estado persiguiendo toda la tarde.
Mire a los otros dos pero no los reconocí, francamente Noam me había dicho una vez que sería mejor si ninguno de sus lobos me reconocía, siempre había traidores en las filas. Pero estos no parecían de esa clase, más parecían como hombres fieles a su amo. No supe si estremecerme por eso, después de todo yo había estado con Steve. Enrojecí sin quererlo.
– Sube, – Me dijo el tipo, reventando mi burbuja.
Maldita fuera Joy, mil veces maldita. Estaba segura desde el mismo momento que la conocí que me traería un gran problema. Y lo peor era que no tenía a Steve para que me defendiera de ella, o de cualquier otro peligro. Solloce. Quería que estuviera Steve conmigo, yo sabía que él me estaba buscando, pero tal vez no… quizás pensara que yo huí por mi cuenta. Rompí a llorar.
>>Leah<<
Que mierda eran esos gritos, los sentía a mi lado, como si me estuvieran gritando al oído.
– ¡Leah, despierta, despierta!! – Que voz tan molesta, – ¡Leah, no me dejes sola!! ¡Suéltame grandullón!!!
Kate.
Abrí los ojos con pesadez y ver que pasaba. Un dolor me recorrió la cabeza, puse una de mis manos en la frente, para cuando vi lo que pasaba un hombre ya había sacado a Kate del auto. Ahora que lo pensaba… cuando me había subido a un auto.
– ¡Leah!!! – Grito de nuevo Kate. Salí disparada del auto dispuesta a ayudarla.
– Suéltala imbécil, – Dije al tipo que llevaba a Kate como si fuera un costal de papas.
El tipo se dio la vuelta, pero no me miraba a mi sino a alguien detrás de mi. Me voltee rápidamente pero uno de los tipos me estaba levantando del suelo cuando escuche un gruñido, mire esperando que fuera Liam, pero no era él, era Noam.
– Suéltala y déjala en el suelo con mucho cuidado. – Dijo apenas conteniendo las ganas de golpearlo.
Mire a Kate que había parado de gritar y patalear, me pregunte instintivamente si alguna vez lo había visto en ese plan, quizás no. Noam vio lo que yo miraba y gruño por lo bajo.
– Nuestro querido Steve, – Dijo simplemente mientras miraba a Kate, – Siempre jugando con fuego, pero creo que esto fue demasiado.
– No le hagas nada a Steve, – Rugió Kate, – Si le tocas un pelo…
Noam sonrió sombríamente, – ¿Qué me harás querida Kate… gritarme hasta que me quede sordo? Creo que ni eso podrás hacer en unos minutos más, si sigues gritando.
Noam tenía razón, podía escuchar claramente que Kate se estaba esforzando al máximo por hablar, de seguro se había pasado todo el trayecto llorando y gritando. Aun así no me había despertado antes.
– Encontraría la forma de matarte, – Respondió Kate con la voz muy baja.
Noam sonrió y se acercó a mí. Por instinto retrocedí un paso. Él vio mi reacción y extendió los brazos.
– Leah, no tengo nada contra ti hija, solo estabas en el lugar y momento equivocados.
¿Ah, si? Quise decirle, pero luego me mordí la lengua. Mejor pasar por víctima que cómplice, me dije. Ya podría llamar a Liam y sacar a Kate de este embrollo.
– Bien, entonces porque no llamas a Liam y que venga por mí. – Dije fijándome sin querer en Kate.
– Lo lamento tanto, – Miro a los hombres y les señalo la casa, – Llévenlas a mi despacho, no le hagan daño a ninguna.
El tipo que tenía a Kate la dejo en el suelo, tan pronto que se hayo libre Kate corrió hasta mí y me tomo del brazo. Juntas recorrimos el pasillo hasta llegar al estudio. Habían pasado solo horas desde que había estado aquí para pasar la tarde con Noam. Ahora estaba aquí como prisionera.
– ¿Qué crees que pase? – Me dijo Kate susurrando, al parecer no había pasado mucho tiempo con hombres lobo, eso no le servía de nada.
– No lo sé Kate, no tengo idea.
Noam nos esperaba sentado en su escritorio con una copa de algo en sus manos. Les hizo una seña a los lobos que nos traían y estos se retiraron.
– Siéntanse cómodas niñas, porque esperaremos un poco a que esto comience.
Lo mire sin entender mientras recorría el lugar con Kate pegada a mí, – Que comience qué.
– Tu lo sabes mejor que incluso la propia Kate, – Dijo tomando un trago de su bebida, – Sé perfectamente lo que hacen mis niños, solo esperaba que fueran más directos. Nunca esperé a que raptaran a la pobre Kate, ¿o no te raptaron? – Kate asintió, – Ni menos que Liam trajera a su hembra.
Bufé, – Ya ve al grano. – Le dije cortante, Noam me dio una mirada severa pero luego sonrió.
– Una chica interesante, Lastima que Liam se parece tanto a su madre, ella era demasiado complicada con sus sentimientos… – Se paso una mano por la frente, – En fin Steve se parece más a mi, es competitivo y no se detiene ante nada.
Me quede helada, no podía estar hablando en serio. Él en verdad sabía que Steve era su hijo… – ¿Cómo lo supiste?
Noam me sonrió, – ¿Qué? El que Steve era mi hijo, Emily me lo contó por una carta, decía que su padre no me quería cerca de ella. Maldito viejo. En fin, de todas formas tuvo que pedirme ayuda, Steve necesitaba ayuda en el cambio y le dije que me lo entregara, pero él se negó, dijo que lo llevaría a otra manada. La siguiente vez que hablamos accedió a un trato. Hasta el día de hoy no me parece justo, yo guiaría a Steve en el cambio y lo haría parte de mi manada, pero en cambio yo no me acercaría más a Emily…
Noam se quedo callado, mire a Kate de reojo que lo miraba atónita. Ah, que no te esperabas esto, quise decirle pero me pareció de mal gusto. Seguí mirando a Noam.
– Y ahora que piensas hacer con nosotras. – Pregunte con cuidado.
– No es obvio, – Dijo aun entre sus pensamientos, – Van a ser mi cebo, los voy a obligar a que acaben esto rápido.
Sentí una opresión en mi pecho. Esto no podía ser verdad, yo sería la culpable de traer a la muerta a mi pareja…
– ¡No! – Grito Kate, y se lanzo contra Noam. Antes de que lo pudiera tocar la aparte. Noam y Kate me miraron sorprendidos. Ups se me había olvidado eso.
– No creo que sea buena idea lo que ibas a hacer… – Dije alejándola de Noam.
– Que sorpresa, – Dijo Noam, – ¿Qué eres?
– Nativo americana, se que parece un bronceado excelente, pero eso soy, – Dije dando dos pasos hacia atrás cada vez que él daba uno.
– No estoy para bromas… – Dijo Noam.
– Y no es una pena… la gente debería estar para bromas… – Dije más nerviosa que antes.
– Leah creo que lo estas cabreando. – Dijo Kate a mi lado. Noam volvió a acercarse, y con eso ambas miramos la puerta, nuestra única salida.
– Esta cerrada, y aunque estuviera abierta, tendría por lo menos dos lobos fuera de ella.
Trague saliva, esto no pintaba bien. Bueno, estoy calmada. No esto no me convenía. Puse a Kate detrás de mí, y comencé a pensar en la última vez que me había convertido, no había pasado mucho pero aun así recordé el cosquilleo que me había dado. ¿Volvería a tener esa sensación extraña? Debía arriesgarme si era necesario, volví a mirar el estudio, no era un buen lugar para cambiar de fase.
– Creo que me las apaño con dos lobos, – Dije seria.
– ¿Estás segura? – Los ojos de Noam comenzaron a brillar de un color dorado brillante. – En tu lugar yo no apostaría tan rápido.
– Leah, – Dijo Kate. Mire de soslayo que es lo que ella había visto, pero no vi nada, volví la mirada a Noam. – Leah…
– ¿Qué pasa Kate?
– No puedo moverme… – Mire de inmediato a Noam.
– También lo puedo hacer con las hembras de mi manada, Kate es la mujer de segundo de mi manada. – Dijo explicándome. Me moví para ver si también yo estaba paralizada, pero di un paso al lado de Kate.
– Creo que tienes una falla. – Dije sujetando a Kate.
– Algo previsto, era obvio que Liam se desligaría de la manada en el momento en que comenzara a vivir lejos y más manteniéndose separado de ella en las noches de luna llena. Es un Alfa. – Dijo como si la sola palabra hablara más de lo que en verdad decía.
– Okay, – Dije arrastrando a Kate conmigo.
– Leah, solo te pido que me digas lo que eres, no pretendo hacerles daño a las mujeres de mis niños.

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