lunes, 29 de abril de 2013

No Wait: Capitulo XXXVIII



–¿Estás bien? –Le pregunte a Jane no por primera vez durante el día.
Jane me miro con expresión de disculpa– Siento arrastrarte a esto pero después de encontrar la radio de Marcus entre las ramas de ese árbol, me siento inquieta.
Negué con firmeza– Sé que es difícil para ti ésta situación así que déjame acompañarte a donde sea que vayas.
Asintió– Me siento feliz de que me acompañes, no podría hacer esto sin ti. –Se aclaró la garganta tratando de ocultar las lágrimas que había visto un momento antes de que apartara la mirada.
–¿A dónde vamos? –Pregunte interesado, por la ruta que estábamos tomando.
–Vamos a la única parte donde las cámaras no ven, donde están completamente ciegas.
La mire sorprendido– ¿Hay un lugar así?
–Si, es un punto donde bajan… ciertos agentes de papá. Nadie debe saber que están… –Cuando me miro el brillo de diversión de sus ojos se había apagado un poco– Te contaré quienes son pero quiero que entiendas que solo lo hago porque has visto cosas que nadie tiene permitido ver.
Sabía que se refería a la operación que había visto, y sobre todo a ella manejando un arma de fuego que no debería tener una compañía de seguridad cualquiera.
Suspiró– Son agentes que se supone deben estar muertos.
La mire sin darle crédito– ¿Cómo…? ¿Qué diablos hace tu familia?
–Seguimos con la profesión de la familia y… digamos que una parte del trabajo la hicimos legal. –Dijo algo avergonzada mientras seguíamos nuestro camino– Nos dedicamos a seguridad pero también hay una buena cantidad de mercenarios que se dedican a rescatar personas importantes o eso.
–¿O eso? –Me sentía bastante impresionado– Dime que no has participado de esas… actividades. –No sabía como llamar a lo que hacían.
Negó rápidamente– No, claro que no. Papá no me dejaría hacer nada de eso, apenas y me deja participar en los trabajos de seguridad. Pero Marcus si ha participado en misiones de rescate, por lo menos desde los dieciocho.
No paraba de sorprenderme, ¿cómo podía lidiar Marcus con eso? Yo desde hace años que me dedicaba a mi vida estudiantil, no hacía nada más hasta las vacaciones cuando debía integrarme al personal del hotel, y solo ahora había entrado a trabajar con el abuelo pero nunca algo tan arriesgado como una misión en la que podía o no volver a casa.
–Si por mí fuera, tú nunca arriesgarías tu vida así. –Le dije con firmeza.
Jane me sonrió y luego indicó un claro más adelante– Es ahí, deberíamos encontrar a alguien en el refugio que está ahí. –Iba a preguntarle dónde estaba el refugio porque no veía nada adelante pero ella continuó hablando– Esta detrás de esos matorrales.
Mire de nuevo y un tipo salió de entre las malezas, o mejor dicho abrió una puerta cubierta de malezas.
–¿Hermosa qué haces aquí? –Su acento era tan grave que no sabía ubicar de donde era pero eso era lo de menos, lo que no me agradaba era que trataba a mi mujer de “hermosa”.
Me pare en frente de él pero sólo sonrió y siguió hasta Jane, quién le tendió la mano.
–¿Cómo estás Rashid? –La voz de Jane era sobria casi sin emoción, lo que me tranquilizó de una manera extraña.
Él por otra parte continuó sonriendo– Ahora, bien. ¿Qué te trae por aquí?
–¿Has visto a mi hermano? –Me acerqué a Jane y la tome de la cintura cuando formulo la pregunta– Dime que lo has visto.
Ante todo pronóstico el tipo asintió de manera solemne.
–Si, me esta haciendo un favor personal. –Dijo de manera enigmática.
Me aclare la garganta– ¿Algo urgente?
–De suma urgencia. Él helicóptero partió hace mucho así que… ¿puedo ayudarlos en algo más? –Nos pregunto con una cortesía helada.
Jane se mordió el labio antes de hablar, parecía frustrada y eso me molestaba de sobremanera– ¿Te dio alguna orden antes de partir?
Rashid pareció meditar durante mucho tiempo su respuesta– Él no me da ordenes pero me dijo que abriera una puerta del subterráneo en cuanto se fuera, pero no me agrada entrar a la casa así que le dije a Freud que lo hiciera, aunque no pude recordar cual era la puerta. Supongo que lo hizo.
Jane y yo compartimos una mirada de comprensión, después de todo Marcus no era un inconsciente por completo.
Jane le frunció el ceño– Debiste hacerlo tu mismo.
El tipo se encogió de hombros– No quise, parecía algo alterado cuando me dijo que aceptaba hacerme ese favor si era largarse de su casa por bastante tiempo.
Me encogí por dentro, si Marcus era tan parecido a su hermana era obvio que no querría estar cerca de la persona de la que estaba enamorado, si esta estaba con otra persona. Irse probablemente le pareció la respuesta a sus problemas, lamentaba que pensara así y que no le dijera a nadie a donde iba.
–¿No te dijo nada más? –Pregunté abrazando a Jane, que parecía congelada en su sitio– ¿Algo para su familia?
Se encogió de hombros– No, supongo que se contactará cuando llegue.
–¿A dónde fue? –Jane estaba comenzando a enojarse.
–Ni idea. –Dijo eso divertido por algo que solo él sabía, luego se dio la vuelta y se fue caminando lentamente.
Jane me miro a los ojos y sentí que algo dentro de ella se movía con inquietud, la abrace más fuerte tratando de darle fuerzas.
–Estará bien, quizás ya llamó a casa para decir donde está.
Jane sonrió– Si, tienes razón. Volvamos a casa.

–¡Edward! ¡Edward! Hazme caso. –Seguí ignorándola mientras que seguía mi camino hasta la sala de estar– ¡Deja de ignorarme!
–Te dije que no subieras al auto porque debía hacer esto sólo pero seguiste adelante.
–¿Desde cuándo debo hacerte caso?
Le sonreí, llevábamos tanto de casados y ella seguía peleando como una niña. Me encantaba– Desde que nos casamos pero nunca prestaste atención a nuestros votos matrimoniales.
Sentí unos golpes en el piso, esta haciendo una rabieta– Dime a dónde vas, ¡ahora!
Me di la vuelta en un segundo haciendo que se golpeara contra mi pecho, me traía recuerdos hacer eso en casa de mis padres.
–¡Auch! Me dolió Edward. –La abrace para que no se moviera– No me vas a convencer con caricias.
–No trato de influirte pero debo hacer esto solo porque la intimidación contigo a mi lado no funciona.
–¿Intimidación? –El desconcierto en su voz era tan adorable que le robe un beso mientras unía los cabos sueltos– ¡Dios, Edward! Vas a hacerle una visita al padre de Paul. Voy contigo.
Negué– No, tú te vas a quedar con Emily y Paul, y vas a cuidar que nada les pase.
Me frunció el ceño– No me vas a dejar de lado, vamos a ir los dos.
La aparte un poco de mí manteniendo mis manos en sus pequeños hombros– En realidad voy a ir con la otra persona que tiene tan mal genio como yo, mi padre. ¿Ves? Estoy haciendo cosas con papá, ¿no es grandioso? –me di la vuelta para seguir en la búsqueda de mi padre, debía haber estado en su despacho pero no, el viejo tenía días libres según Zack.
–Edward Stonel si te vas sin mi te haré la vida miserable.
La voz helada solo la había escuchado unas pocas veces y eso no me agradaba, la mire con seriedad tratando de que entendiera al ver mi cara que no me iba a cambiar de opinión pero lo que vi cambio mi punto de vista. Volvía a sentirme como la vez que tuve que pararla para que no golpeara a un tipo que le había dicho raro a Ed, o la vez que le había roto la nariz a un imbécil que había dicho que yo era un abogado corrupto. Era la sobreprotección personificada.
–Estas hablando de la felicidad de mi hija Edward y voy a protegerla, así como voy a proteger a los niños que he adoptado como míos. Amo a Heath por hacer feliz a Zoey cada día de su vida y por darnos una nieta y lo defendería en una situación difícil. –Tomó aire tratando de calmarse antes de seguir– Y adoro a Paul porque es un chico fuerte y porque es a quien nuestra hija eligió como su pareja, además hay otra razón, voy a decirles unas cuantas cosas a esas personas que engendraron a ese niño y cuando acabe con ellos juro por mi nombre que nunca jamás se van a acercar a Paul sin pedirme permiso antes.
Ante semejante confesión solo pude asentir de orgullo, Paul no tenía ni idea que ya había sido adoptado dentro del núcleo familiar y menos que se había ganado a una suegra de miedo.
–Bueno, vamos juntos si eso quieres.
Asintió muy segura de sí misma– Voy a sacarle los ojos al que se atreva a decir algo que no me guste.
Me reí– Y Emily cree que el carácter que tiene lo heredo de mí, juró que nunca te ha visto de esta forma.
Me frunció el ceño– Me prometí hace mucho tiempo que no volvería a dejar que nada les pasara a los niños después de ese… desafortunado incidente, que sería más fuerte para ayudarte a defenderlos.
Asentí comprendiendo a lo que se refería, a mí tampoco me gustaba recordar ese incidente y en el fondo estaba feliz de que Emily no recordara nada de ello, solo tenía dos años cuando la secuestraron en frente de los ojos de Sheney mientras iba a buscarla al jardín de infantes después de sus clases de moda. Un momento estaba cruzando la calle y al otro momento estaba viendo como su hija era llevada por un extraño que la había recogido, un extraño al que las encargadas del jardín le habían entregado con demasiada facilidad la hija de otras personas. – Después de averiguaciones habíamos descubierto que estaban involucradas con el secuestro.
No culpaba a Sheney por haberse vuelto histérica mientras unos policías incompetentes se rehusaban a buscar a nuestra pequeñita, porque según ellos había más niños perdidos que estaban en lista de espera, y esos eran la prioridad. Era la única vez que había buscado ayuda dentro de la familia Evans, una ayuda que no dudo en llegar al par de horas de ser pedida y con la suerte y la experiencia de algunos hombres a nuestro lado habíamos encontrado a Emily un día después. De ahí venía el trauma de Emily a las peleas porque solo ella había visto lo que su papá podía hacer por ella, algo que no me agradaba recordar más que el secuestro.
Me sentí incómodo de inmediato al siquiera recordar de una forma tan resumida y fría la forma en como me había sentido destrozado por mi pequeña y por mi esposa tan joven y vulnerable que se culpaba por algo que no era su culpa ni su fallo.
Suspiré pesado tratando de alivianar la tensión que sentía– Eso está en el pasado, lo que paso fue por nuestra imprudencia y nuestra juventud, ¿no nos volvimos más cautelosos después de eso? –Le pregunte tratando de devolverla al presente porque sabía que ella tenía los mismos recuerdos que yo.
–Si, deje de estudiar diseño de modas para estar con ella en todo momento, nunca más pude confiar en un jardín de niños. –Dijo algo débil.
Tome su mano– Yo tampoco, pero ahora nuestros niños están bien. Emily pronto estará casada y tendrá un niño, Zoey está casada con un hombre que mataría por ella y por su bebé y Edward vive con ellos mientras termina la escuela y puede reunirse con nosotros. Todos están bien.
Sheney sonrió– Cuando terminemos con esto creo que solo nos quedará fastidiar a Edward hasta que se case.
–Si es como su padre, tendrás que ir acostumbrando a Kate porque será ella la que nos dará nietos que mantengan vivo mi apellido. –Le sonreí encantado por su sonrojo, recordando que desde siempre habíamos estado enamorados el uno del otro, a pesar de las peleas que habíamos tenido cuando niños.
–Sería bonito, ahora terminemos esto y solucionemos los problemas de Paul. –Agregó con una pequeña sonrisa que también era algo pensativa.
Asentí de nuevo para cambiar de tema– Vamos a hacer esto y después tendrás tiempo de organizar una boda por todo lo alto.
Sheney sonrió aun más– ¿En la capilla en la que nos casamos?, ¿recuerdas nuestra promesa de amor?
–Sería un imbécil de primera si olvidara ese día, ¿no crees?
–Puede ser. –Asintió con esa gracia única con la que impregnaba cada movimiento que hacia.
–Vamos a buscar a mi padre y luego deberíamos organizar nuestro viaje, no me gusta llegar poco preparado a ningún lado.
Sheney me miro desconfiando– Solo necesitamos saber donde viven e ir de visita y obligarlos a desistir de mantener esa desagradable unión que tiene Paul con esa niña rica.
Casi solté una carcajada porque en definición ella era una niña rica y mimada hasta los huesos. Solo había tenido un período de tiempo en el que había vivido con otro estatus social, pero lo deje pasar más por miedo a que se enojara que a hacerla avergonzar.
–Edward Stonel, vi esa sonrisa. Sabes que no soy una niña mimada, mi padre no me lo dio todo.
Ahora en ese punto, me reí– Tu padre te compraba lo que deseabas en cuanto salía de tu boca, te compró una casa de tamaño real para que jugaras con tus amigas, el poni que tanto te gustaba a los cinco y recuerdo bien todos y cada uno de los vestidos que te compró cuando eras una niña, nunca repetiste un vestido y…
–Mi papá nunca te quiso como marido para mí, dijo que serías un mal marido que nunca encontrarías trabajo pero yo dije que te amaba y que no me separaría de ti y él comenzó a buscarme novio en respuesta a esa pelea. –La mire transmitiéndole que sabía eso muy bien, así que continuó– Nunca quiso que aprendiera a conducir porque dijo que sería molesto para mí, por lo que nunca tuve auto. Nunca me regalo las cosas que yo quería para mi cumpleaños, lo que fue frustrante cada vez que abría regalos y aparecían vestidos y más vestidos, y hubo una vez que quería aprender a jugar básquetbol y necesitaba ropa deportiva y una pelota, me dijo rotundamente que no al igual que mi madre y muchas otras cosas más que jamás pude hacer porque no eran femeninas.
–Ahora veo que me utilizaste mujer. –Sheney me sonrió conforme, porque yo le había enseñado todo lo que su padre le había negado, además de darle regalos patéticos según su padre, como la vez que le había regalado una pelota de playa, ella nunca había ido a una antes de eso.
–No te utilice, te amo y no haría eso. –Y yo lo sabía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario