lunes, 1 de abril de 2013

No Wait: Capitulo XXXIV



Mire a Paul seriamente, esto se estaba volviendo un drama en vez de un romance prohibido. Bueno, Romeo y Julieta comenzaron en romance y terminaron muertos. Ya podía comenzar a mirar hacia todos lados, ¿cuándo aparecía el tipo con el cuchillo que arrebataba la vida de uno de los protagonistas? Porque ya lo estaba esperando.
–¿Por qué miras hacia todos lados? Puedo asegurarte que les va a tomar unos días encontrarme.
Lo mire de reojo– Eso dices tú. –Suspiré, estaba comenzando a dramatizar– Cuéntame lo que paso.
–Digamos que me lo dijeron antes de intentar llevarme a la fuerza o eso me contó Edward, yo estaba más interesado en golpearlos y casi me noquean sino es por él. Por cierto, algo que no me gusta admitir es recibir ayuda de niños, pero hay que decir que el chico sabe como patear donde duele. –Dijo con orgullo, cuando yo tenía un miedo horroroso a que algo le hubiera pasado a mis hermanos.
Respire profundamente, cuando lleve a mi estómago mis manos– Cómo puede haber gente así.
–Mon ange, todo esta bien, nadie resulto herido. Ven siéntate aquí, ¿si? Respira hondo.
–¿Con qué clase de gente te juntas? –Trate de contener las lágrimas pero fue imposible, comencé a llorar.
–Me parte el corazón escucharte llorar, ven a mis brazos. –Sus caricias me tranquilizaron un poco– La pregunta esta mal amor, no es “con que gente me junto” sino “con que gente se junta mi padre”. Y la respuesta es; no lo sé.
–¿Qué piensas hacer? –Pregunte imaginándome como se sentía escapar de semejante persona.
–¿No te parece que esta helando aquí? Creo que deberías entrar, no quiero que te resfríes. Entra.
Lo mire con un puchero– ¿Por qué estas aquí?
Me sonrió con cariño– Quería verte, y saber si… en algún momento podría tener la oportunidad de aspirar a tu perdón. Claro si logró divorciarme en una pieza. –Quise evitar su mirada pero capturo mi cara entre sus manos– No quiero estar al lado de nadie más, no puedo Emily y eso lo supe cuando deje que te fueras de mi lado en Francia. Ahora entra a tu casa, estás helada.
Quería decir algo pero no estaba segura– Ven mañana a la misma hora y te tendré una respuesta, ¿ok? Sino vienes olvídate de nosotros.
Me atrajo hasta él y me dio un beso que duro mil años.
–Vendré, espérame.
Se fue antes de que pudiera decirle adiós.
–Cuídate.
–¿Ya se fue? Tengo frío y hambre.
Pegué un salto cuando apareció Robin detrás de mí– ¿Qué haces aquí?
–Te vi cuando iba hacia tu casa y después escuche que tu papá estaba preguntando por ti cuando iba a abrir la puerta, así que antes de que viniera a buscarte él vine yo, creí que sería mejor así.
Le di la mano– Gracias Rob, eres la mejor.
Caminamos en silencio y estábamos por llegar a la casa cuando me dio un jalón.
–¿Quién es él?
La mire algo avergonzada– Es el papá de mi Jean Pierre, vino a verme.
Robin abrió los ojos tanto que podía ver claramente la línea blanca.
Me reí nerviosamente– Lo sé, no debería verlo pero hay veces en que hacemos cosas que sabemos están mal pero las seguimos haciendo.
–¡Emily! ¿Eres tú?
–¡Si! –Mire a Robin– Hablemos dentro en mi cuarto.

Robin saltaba en mi cama como si fuera un resorte.
–No lo puedo creer, que descaro tiene al venir aquí así sin más. Deberíamos agarrarlo y golpearlo como una piñata. –Decía mientras trataba de no golpearse la cara con sus trenzas. Parecía más pequeña con ese peinado.
Ignore su oferta con la mano– Esta huyendo de su suegro, quien quiere impedir que se divorcie. –Dije encerrada en mis pensamientos, trataba de buscar una respuesta a todo pero no podía y algo me decía que no era mi turno de buscar soluciones.
–Uau, entonces dile al abuelo lo que pasa.
La mire como si estuviera loca– ¿Cómo puedes decirme eso?
–El abuelo siempre lo soluciona todo, y es más malvado que la mayoría de los malos. –Me sonrió– Claro, cuando quiere.
Esa sonrisa casi enigmática atrajo mi curiosidad.
–¿Qué sabes que yo no sé? Además de que no debo hacerle caso a mocosas hormonales.
–¡Oye! No soy una mocosa hormonal, soy una joven “interesada” en el sexo opuesto. –Robin se sentó de golpe en mi cama– Como te decía, anoche amenazó a Alex de muerte si me… –Enrojeció– Si me… si él llegaba a… nosotros…
Entendiendo lo que quería decir, le sonreí– Eso no quiere decir nada, solo que esta por sobre el nivel de protección de tu padre.
Robin salió de su burbuja en la que se había metido tratando de hablar– No es solo eso, lo he visto como trata con sus competidores. Emily aun no has visto el peor lado del negocio hotelero, el abuelo se la pasa luchando contra saboteadores y déjame decirte que les ocurren cosas terribles cuando los encuentra. Muchas no han vuelto al mundo hotelero por miedo a enfrentarse a él de nuevo.
Sabía de los saboteadores, muchos empresarios competidores optan por la opción de contratar gente como; chef o camareras que hagan mal su trabajo en el hotel y así logren quitarle una estrella. Aun no lo han logrado con el abuelo. Pero no sabía que pasaba con esa gente o con los empresarios.
–Sé de corazón que confías en el abuelo pero esto no creo que este entre sus capacidades…
–¿Qué capacidades?
–¡Ah!! –Ambas pegamos un grito.
–Casi me dejan sordo.
Mire a papá con ganas de matarlo– ¿Qué rayos crees que haces metiéndote así a la habitación de una mujer?
La boca de papá se movió como si tuviera ganas de reír con esa pregunta, al final terminó por reírse en nuestras caras.
–¿Mujer? Yo veo un par de mocosas, una que le cambié los pañales y otra que andaba siempre con su muñeca de trapo para todos lados, no me hagan reír.
Me puse roja como un tomate, tenía que recordar esas cosas– ¿Qué quieres?
–¿Qué capacidades? –Me respondió.
Me encogí de hombros– No me has respondi…
–Ella dice que el abuelo no puede intimidar a nadie. –Respondió más que rápido Robin.
Papá nos miro con cuidado– A quien van a intimidar, si se puede saber.
–A un mafioso. –Respondió Robin antes de que pudiera callarla, por alguna razón tenía un caso de adoración con mi padre, algo que tenía “muy” celoso a Alex.
Papá le sonrió dulcemente– ¿Qué mafioso cielo?
–El sue…
–¡No te importa! Es un asunto mío. –Le tape la boca a Robin– Y bien, ¿qué querías?
Papá me frunció el ceño– No trates así a mi muñequita. –Dijo golpeándome la mano con la que mantenía tapada la boca de Rob– Pobrecita, ¿quieres comer con nosotros?
Robin sonrió atontada– ¡Si!
–¿Alex no debería estar esperándote en alguna parte? –Pregunte rencorosa.
–Esta abajo, venía a decirle a Robin que su novio la estaba esperando. –Le acarició la cabeza– Tienes un buen novio, vino a buscarte porque no quiere que regreses a oscuras.
Refunfuñé pero me alegraba de la preocupación de Alex, la casa estaba apartada de la mansión del abuelo, por un sendero de piedra que cruzaba una arboleda. Era un lugar bastante terrorífico para caminar en la noche, aunque la seguridad era buena…
¿La seguridad?
Como no pensé eso antes, ¿cómo había logrado entrar Paul a través de la seguridad de la mansión, de una u otra forma había que cruzar la protección de las cámaras de seguridad. Esto no estaba bien.
–¿Sucede algo Em? –Me pregunto Robin.
Le di una sonrisa fingida– Nada, vamos que tengo hambre.
Papá me hizo la señal universal de “estaré vigilando” y yo le respondí con una sonrisa angelical.
Bajamos en silencio hasta que llegamos donde mamá estaba alimentando un gato enorme de color negro con una mancha en la cara de color naranja, y Alex estaba más que feliz de acariciarlo.
–Esta ronroneando. –Dijo Alex extasiado.
Mamá lo miraba con ojos muy abiertos– Al parecer si le rascas la panza ronronea.
–Y si le rascas las orejas también. –Agregó Alex.
Era como ver a un par de niños pequeños, ¿Qué demonios les pasaba? Ahora que lo pensaba nunca había visto a mamá con un gato. Ni otro animal.
Papá nos miro– Ven, este es el resultado de padres sobreprotectores; niños raros, muy raros.
Mamá lo miro enojada– Yo no podía tener animales en casa, a papá no le agradan.
Papá me miro como un cómplice– No es que no le gusten, apuesto a que si estuviera aquí estaría como su hija, es solo que tu abuela les tiene alergia por el pelo.
–Mi hermana Lex también les tiene alergia al pelo de los animales, por eso tampoco tenemos gatos o perros en casa. –Alex habló aun mirando al gato.
Mamá se acercó a papá– ¿Podemos quedárnoslo? Por favor.
Papá se puso rojo, era algo que hacía muy pocas veces– Si quieres quedártelo solo hazlo, no estoy aquí lo suficiente como para que me desagrade.
Mamá lo miro como su ídolo– Te amo Ed.
Saqué a los chicos cuando se quedaron embobados viendo como mis papás se besaban, eso no hubiera sido causa para que los sacara sino es porque papá estaba comenzando a subir a mamá al mostrador de la cocina, y sus manos ya comenzaban a jugar con la ropa de mamá.
Por supuesto, también agarre al gato, no quería que también se pervirtiera.
–Ellos en verdad se aman. –Dijo Robin embobada.
Alex abrazo a Robin– Así vamos a estar tú y yo cuando seamos mayores.
–Recuerden que ellos me tuvieron a los dieciséis, cuidado mucho cuidado. –Ambos me miraron asustados. No lo podía evitar, torturar niños era lo mío– Por cierto, toma al gato, Alex. Ya comienzo a sentir que me pica la nariz.
Alex me miro sorprendido– ¿Eres alérgica a los gatos?
–Claro que no, pero me molesta el pelo que suelta cuando mueve su cola, ¿dónde lo encontraron? Hay que peirnarlo.
–Lo encontré en un árbol cuando venía para acá, el pobrecito estaba asustado sin poder bajar así que lo ayude y lo traje hasta aquí. Y creo que hice bien porque tía se sintió muy feliz al verlo, así que decidió quedárselo, después de todo no estoy en mi propia casa como para tener animales.
Robin lo miro de la misma forma que mamá miraba a papá– Eres tan lindo con los animales, te adoro.
Él se sonrojo– Espero que recuerdes eso la siguiente vez que no recuerde algo o meta la pata, mis costillas ya dueles por los golpes.
–No te quejes, en las noches sueles desquitarte. –La mire con renovado interés, ¿qué hacían en las noches? Comenzaba a pensar que no jugaban cartas. Robin movió frenéticamente las manos– No es lo que piensas.
–Si, no creo que pienses eso, solo la beso y la acarició porque nunca me deja sentir lo blandita que es. –Dijo soñadoramente Alex.
Robin enrojeció más– Solo nos abrazamos.
–Tú también me tocas, no lo niegues. En especial después que sueltas esos suspiros después que te… –¡Paff! El golpe fue sutil pero fuerte.
Me reí de esos dos, eran tan entretenidos de ver.

La habitación estaba oscura y apenas podía notar donde estaban las paredes, solo sabía que estaba contra una.
–Mmhmm… mmmhhmm… –>>Maldito, suéltame<< Le dije al maldito bastardo que me había atrapado.
Aun me dolía la cabeza por el golpe del otro idiota que traía un bate y el golpe que me dio este... tenía tantos nombres para él y todos eran innombrables.
–No te entiendo nada. Así que creo que mejor te quito esta cosa de la boca, deberías estarme agradecido que te salve de esos idiotas que te intentaron raptar.
–¡Y tú eres mejor! –Le gruñí, sintiendo de inmediato la repercusión. Mi cabeza comenzó a dar vueltas.
El idiota me sonrió, lo supe por su tono al hablar– Claro que soy mejor, no te echado como un paquete hacia Francia o ¿si?
–No, pero bien que me trataste como uno.
Se encogió de hombros, otra cosa que supe no por la vista sino por el ruido– Parte del oficio.
–Heath me va a buscar… –Dije intentando mover las piernas, pero no lo logré, me tenía bien maniatado.
–Pero no aquí, admitámoslo; nadie te buscaría aquí.
El maldito tenía un punto, por más que me buscara Heath nunca lo haría en ese lugar, o donde sea que estuviera, ya no estaba seguro desde que me había tirado en el portamaletas de un auto.
–Veo que lo entendiste, espero que entiendas mejor mi amenaza si quieres salir de aquí.

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