lunes, 1 de abril de 2013

No Wait: Capitulo XXXIII



A veces pienso que el tiempo pasa demasiado rápido para todo menos para el olvido. Recordé una canción romántica que decía algo así; me costo poco enamorarme de ti y mil años tratar de olvidarte.
Era tan cierta.
–De nuevo aquí afuera, ¿por qué te gusta tanto estar sola?
Me quede quieta pensando si responderle o no, podía seguir fingiendo que estaba dormida descansando en la seguridad de la hamaca.
–No te vas a deshacer de mi Emily, soy tu padre y sé bien que estas fingiendo.
Abrí los ojos lentamente– Lo sé, pero no perdía nada con intentarlo.
Comenzaba a sentirme demasiado sobreprotegida mientras avanzaba mi embarazo. La pancita comenzaba a notárseme mas en este segundo trimestre y eso parecía afectar a mis padres y demás familiares, como si nunca hubieran visto una joven embarazada antes de mí.
–Y bueno, ¿no vas a responderme?
Suspire– Creo que me estoy volviendo melancólica, nada más. Estoy extrañando algo que nunca fue mío.
–Te dije cuando eras pequeña que no podía comprarte el carrusel, salía de mi presupuesto. –Le dirigí una mirada enfadada, lo que él respondió con una sonrisa agotada– Sé de que me estabas hablando pero fue mejor así, él no te merece y sé que lo único que ha hecho el tiempo es quitarte el enojo que sentías por el abandono.
Me levante con un poco de dificultad de la hamaca, donde había estado cavilando– Tienes razón, ya no me siento enojada con él. Supongo que él quería tanto que sus padres lo aprobaran que casarse fue la única manera que encontró, solo lamento que no pensara eso antes de habernos encontrado.
O esa había sido mi última respuesta a su casamiento. Últimamente gastaba mi tiempo en eso.
Papá me dio la mano para guiarme dentro de la casa– No lo lamentes, vas a tener un hijo y él no se merece eso. Por el contrario, tu hijo necesita ser amado.
Trate de sonreír– Si, él necesita mi amor y nada más.
Solo que desearía tener un padre para él… pensé en mi interior.
Últimamente sentía ansias de verlo, pero me abstenía con todo mí ser, esperaba con demasiada desesperación que me llegara un mensaje de alguien contándome algo que no quisiera oír de Paul, como por ejemplo que su mujer estuviera embarazada y él encantado con la noticia. Eso sería material para una pesadilla, una terrible para mí.
–¿No tienes nada que hacer? –Le pregunte de pronto al recordar que era medio día– Generalmente estas trabajando a esta hora.
Disfrute un poco del que comenzara a rascarse la cabeza, un signo de que estaba preocupado por algo. Y era un gesto que estaba haciendo muy seguido este último mes.
–Necesitaba un tiempo a solas… muy lejos de tu abuelo. Juro que nunca nos hemos llevado bien.
–Si te sirve de consuelo, el abuelo piensa igual que tu.
O quizás pensaba peor, el abuelo juraba que no le agradaba a papá ni siquiera cuando era un bebé.
Aunque no debía ni siquiera pensarlo, me encantaban sus disputas, a veces solían pelear como si fueran niños, hasta buscaban excusas cuando uno perdía. Aunque siempre terminaban cuando la abuela los regañaba a ambos.
Lamentablemente aunque me divertía con sus peleas, no me alejaba el suficiente tiempo de mis pensamientos, era como si tuviera un imán que atrajera los recuerdos que no quería a mi cabeza. No me hacía sentir muy bien el que tuviera una veta masoquista en mi subconsciente.
–No me sirve de consuelo que tu abuelo piense así, y menos cuando vea a tu madre. Me ha estado jalando de las orejas como un niño cada vez que peleo con mi padre, a veces juraría que me trata como Edward. –Me reí– Hablando de mi mocoso, ¿cómo estará? No he hablado con él desde ayer…
–Enfréntate a mamá ahora, Edward estará feliz de que lo llames en unas horas más cuando no este ocupado con Kate.
Haciendo muecas se fue a encontrarse con mamá.

Por la tarde ya me había rendido de lo que sea que estaba pasando allí abajo, sentía la voz de papá retumbar hasta mi cuarto, y eso era decir algo ya que estaba en el segundo piso y lejos de su estudio. Y definitivamente debía estar desahogándose con toda su alma porque ya llevaba treinta minutos gritándole a quienquiera que estuviera al otro lado de la línea. Y algo raro en mí, me sentía curiosa.
Y cuando la curiosidad golpeaba había que hacer algo.
Fui hasta el pasillo y con cuidado, aunque no lo necesitaba por la manera en que estaba gritando papá, descolgué el teléfono. La conversación que se estaba dando al otro lado de la línea me dejo asombrada.
–Suegro, sigo tratando de disculparme y usted no me deja…
–Ni voy a dejarte, ¿cómo se te ocurrió la brillante idea de mandar a Luke a ayudar a tu amigo? Si te tuviera a mi lado…
–Se que estaría muriendo por asfixia.
–Que bueno que lo sepas… quiero que le digas a Luke que vuelva, por alguna razón no contesta mis llamadas.
Por el tono en que lo decía, él sabía que Heath estaba involucrado en ese asunto.
–Él lo hace porque sabe que le va a ordenar que vuelva y él ya esta comprometido con el caso de Paul.
Paul…
¿Qué estaba sucediendo aquí? ¿Qué caso?
Tenía tantas ganas de hacer esas preguntas en voz alta, que me mordí la parte interna de la mejilla por mi falta de buen juicio.
–Si no le molesta suegro…
–¡Claro que me molesta!
–No se inmiscuya en nuestros asuntos, estamos llevando bien la oficina sin usted. –Le gruñó de vuelta Heath.
–Si claro, aceptando casos que nos pueden costar bien nuestra oficina. ¿Qué crees que sentí cuando me llegó la amenaza de que nos iban a desalojar de nuestro edificio? Mejor dicho “mí” edificio. Porque según había un negocio de drogas encubierto en él, y que la policía iba a comenzar a investigar. He trabajado desde que me gradué en esa oficina y no para perderla.
–Suegro lo estoy manejando lo mejor que puedo, pero el padre de…
–Si, lo sé. El padre de la esposa de ese granuja es un todopoderoso empresario al que le teme medio país en Francia, pero me vale poco cuando se esta metiendo conmigo y eso no me gusta.
–No puedo dejar a Paul así, le prometí ayuda…
–Ayúdalo tú.
–No tengo suficiente experiencia… –Dijo Heath en un suspiro.
Después de un breve momento, papá volvió a hablar– Eres lo suficientemente capaz hijo, solo debes decidirte a hacerlo.
–Solo le pido este favor, deje que Luke se encargué del caso. Yo me puedo encargar del resto…
Haciendo memoria, trate de ubicar el nombre de Luke… en la oficina había solo un Luke y era el encargado de…
Oh no.
Era Luke McKensie, abogado de divorcios.
Con cuidado de que no notaran nada, colgué el teléfono y volví a encerrarme a mi cuarto.

Estaba sentada en mi cuarto a oscuras por tercera noche consecutiva, aun pensando en lo que ocurría a mí alrededor sin que me enteraba. ¿En verdad se estaba divorciando Paul? ¿Cuál era mi papel en esto? ¿Tenía un papel?
No.
No creía tenerlo.
Mi teléfono me produjo un mini infarto al cantar a mi lado una canción roquera, que sabía no tenía porque estar ahí. Conteste con vacilación.
 –¿Aló?
–Sal al patio trasero ya.
Me cortaron al terminar de decir esas palabras pero reconocía esa voz donde fuera, lo que me asustaba. Aunque más asustada estaba que se escuchaba agitado como si estuviera corriendo por su vida.
Me arme de valor y tome mi abrigo de la silla donde lo había dejado.
Corrí por las escaleras como poseída y salí al patio trasero, no había nadie a la vista.
–No puedo creer que haya caído en una broma. Aunque tal vez estaban llamando a alguien más… –Después de todo, no habían mencionado el nombre de nadie en específico.
–Pss…
El ruido venía entre los árboles que rodeaban el jardín. Me acerqué a pesar que mi mente me decía que no lo hiciera, y lo supe de inmediato por la mano que cubrió mi boca.
Intenté gritar pero esa mano y el cuerpo que me rodeaba me lo impedían.
–¡Mon Dieu! C’est moi. Estas bien Emily, soy yo, no te resistas.
Me separe de él y lo mire de hito en hito– ¿Cómo puedes estar aquí?
Paul me miro avergonzado– Quería verte y creo que no he perdido mi tiempo en esto.
Me atrajo de nuevo a él, haciendo que mi espalda se pegara a su pecho y antes de darme cuenta sus manos estaban recorriendo mi estómago. ¿Cuándo me había abierto el abrigo? Y porqué aun podía hacerme sentir tan desnuda cuando llevaba puesto un vestido azul debajo del abrigo.
–Pa-para… ¿qué crees que haces?
–Toco a mi hijo. –Suspiró en mi oído– ¿No pensabas decírmelo?
Lo aparte de un golpe– ¿Quién te crees que eres para decirme eso? ¿Por qué debería contarle a mi hijo de ti? –Al ver su cara descuidada y con una expresión dolida sentí ganas de abrazarlo pero no podía echarme atrás– Además, qué le voy a decir cuando pregunte por ti, que estas casado y que por eso papi no puede estar con nosotros… eso no me suena bien.
Se rasco descuidadamente la barba– No tengo excusa para eso, pero hubiera sido agradable que me lo contaras cuando lo supiste. Te puedo ayudar a…
–¡No necesito tu caridad! –Le grite.
–Tu no, pero mi hijo necesitará de mí. –Me exasperaba tanto.
–No quiero nada de ti. –Susurre.
Sus brazos me atrajeron de nuevo a un abrazo y aunque tenía ganas de oponerme lo deje que me abrazara.
–No tengo ganas de hablar contigo.
–Entonces solo te abrazare. –Apoyo su barbilla sobre mi cabeza.
Lo tenía aquí junto a mí. No podía desperdiciar la oportunidad única que tenía para preguntar al fin lo que me molestaba desde hace tiempo.
–Paul… ¿por qué lo hiciste?
Suspiró– Me chantajearon. –Me asuste pero el siguió abrazándome– Emocionalmente. ¿Sabes? Siempre he querido que mis padres se fijaran en mí, nunca han tenido tiempo para mi. Mi padre siempre ha estado pendiente de su carrera política y mi madre… Bueno, ella nunca ha tenido instinto maternal. Por eso termine en un internado. –Su mano me acarició el cabello– Mi padre me dijo que por fin me veía como alguien importante a sus ojos, pero que lo arruinaría sino me casaba con Gabrielle. Algo similar me dijo mi madre…
–¿No tienes más familia? –Le dije algo enojada con los idiotas que tenía por padres.
–Tengo una tía; es muy estricta, tanto que mando a mi prima al convento. Digamos que era muy rebelde, nos metimos en varios problemas mientras éramos pequeños. –Un beso me cayó en mi frente– Recuerdo un poco a mi abuelo paterno, él era muy bueno, un hombre increíble. Claro que, se retiró de la vida cuando murió mi abuela, lo de ellos fue un amor de verdad. Sobre la familia de mi madre, solo sé que no tiene.
–¿No te has contactado con tu abuelo? –Negó con la cabeza– Tal vez deberías, podría ser la solución.
Tirando uno de mis rizos sonriéndome– ¿Se acabo tu enojo?
–Todavía estoy enojada, pero no puedo evitar sentir... pena por ti.
Una mano me piñizco la mejilla– Conozco un secreto para que se te acabe. –No espero a que le respondiera para besarme.
Cuando se separo de mi me sentía débil, así que me aferre a su camisa. Y aproveche para mirarlo detenidamente; vestía unos pantalones vaqueros y una camisa verde de mezclilla.
–Estas bastante descuidado, ¿no?
Me sonrió encantado– Claro, eso pasa cuando huyes.
Lo agarre de la camisa y lo sacudí. Ahora sabía como se sentía Robin con Alex, pero juraba que Paul era más centrado antes.
–¿Cómo es eso?
–Digamos que mi suegrito se entero de la demanda de divorcio… –Me miro de reojo– Me estoy divorciando, por cierto.
Me sonroje de culpa– Ya lo sabía. –Su cara de sorpresa cubrió mi visión– Aléjate.
–¿Cómo lo supiste? Solo lo sabe Heath y Luke, claro también su secretaria. Pero ninguno se lo habría dicho a nadie.
Jugué con su camisa mientras trataba de pensar que decirle, al final no supe que inventar– Escuche una conversación entre Heath y Papá, hace tres noches.
–Vaya, pues así es; me divorcio. –Enredo sus dedos en mis rizos– No escuches conversaciones a escondidas es feo.
–No me regañes como si fuera una niña, o me largo. –Dije haciendo ademan de irme a casa pero me detuvo antes de moverme.
–No te vayas, como te decía vengo huyendo, hace poco más de una semana casi me sacan a la fuerza de la casa de Heath. Gracias a Dios que escuche a tiempo que estaban entrando a la casa, pero eso no evito que tu hermana casi se pusiera de parto por el miedo que sufrió.
Me quede en shock– ¿De qué estas hablando? Si a Zoey le hubiera pasado algo, ella nos hubiera llamado.
Negó suavemente– No querían asustarlos, Zoey esta bien pero salí de la casa en cuanto lo supe, no quería arriesgarme a que volviera a pasar.
–¿Cómo sabes que quien los mando era tu suegro?

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