jueves, 20 de septiembre de 2012

No Wait!: Capitulo XXVII



Me acerque a ella por la espalda, no porque quisiera asustarla francamente no creía que pudiera asustar a alguien caminando tan ruidosamente con tacones altos pero ella parecía no darse cuenta al estar pendiente de algo en la ventana.
–No parpadeas.
Robin pegó un salto– ¡Emily!
Me reí de su cara de miedo– ¿Estás esperando a Alex? Creí que ibas a salir con él.
Robin se hundió en la silla al lado de la ventana, seguramente ella la había colocado así.
–Su hermano quería hablar a solas con él, no quería compañía extraña.
Uy, no sabía mucho de Alex pero no creía que tuviera un hermano muy diferente de él, debía de haber algo entre esos dos.
Moví mi mano sobre mi estómago al sentir algo extraño, había algo que me decía que mi bebé estaba aquí moviéndose pero eso era irrelevante ahora. Respire profundamente y le sonreí a Robin con confianza.
–No te desanimes, es comprensible que quiera estar a solas con su hermano sin que nadie le robe la atención, ponte en su lugar. –Trate de transmitirle toda la confianza que no tenía.
Robin se animo un poco, se le veía en la cara– Gracias Em, ¿cómo te fue en el doctor?
Me acerque a la ventana– Bien, Jean Pierre se esta portando de maravilla tengo una foto de él es tan pequeñito, según la doctora esta bien, –Recordé la expresión del abuelo al decirle el nombre de mi hijo– Va a ser un niño modelo.
Robin me miro a los ojos y luego sonrió.
Ella no se daba cuenta de lo que me había costado aceptar que tenía que ponerle un nombre, me sentía tan asustada y herida con el embarazo pero… es mi hijo, mi bebé y aunque su padre fuera un idiota no lo podía culpa por eso, tres meses me había tomado aceptarlo a él; mi hijo.
–Te ves débil, –Me di la vuelta y me encontré con otra alma en pena.
–¿Qué haces Zack? ¿No deberías estar en clases? –Le pregunté al ver que no despegaba la mirada de Robin.
Él me miro y me sonrió– Jane aun no vuelve de esa misión y tengo que esperarla, tengo los nervios destrozados.
Robin volvió a mirar por la ventana– Se esta haciendo de noche y aun no llegan.
Zack la ignoro y me abrazo– ¿Llegaste hace mucho?
Dude antes de asentir– Si, tenía que ver mi departamento y ver como puedo acomodar mis cosas. –Termine de decir no sintiéndome muy segura si debía o no compartir esa información.
El brazo de Zackary se ajusto– No creo que debas hacer eso.
–Ya he pensado en que debo irme. –Baje la intensidad de mi voz, esa confesión era demasiado.
–El abuelo no lo permitirá. –Me esperaba esa respuesta.
Levante la cabeza– Donde iré es mi problema y mi responsabilidad. No les concierne.
–No peleen, me hacen sentir triste. –Robin se levanto– Es como ver a papá y a mamá pelear, no lo hagan.
Suspiré– Lo siento, creo que es mejor que me vaya a mi cuarto, compré muchas cosas hoy y tengo que ordenarlas.
Zackary me aferró con fuerza– No te vas a ir, te lo aseguro.
Me aleje de él. No soportaba la sobreprotección, con el abuelo me bastaba. Pero una parte de mi anhelaba la protección de alguien, además de papá que parecía desentenderse de mí.
Comencé a alejarme de ellos, comenzaba de nuevo a deprimirme y no quería que ellos me vieran llorar como lo hacía todas las noches antes de dormir. Solo así conciliaba el sueño pero la sicóloga que me habían obligado a ver me había dicho que podía ser independiente, que podía seguir adelante y que ahora mis metas habían cambiado; Le iba a hacer caso.
Me sequé las lágrimas que apenas habían caído.
–Somos tú y yo pequeño, esa es nuestra familia.
Entré en mi cuarto y cerré la puerta con llave, ya había comprado un montón de cosas que me harían falta y necesitaba en mi departamento, un cochecito, una cunita y mucha ropita.
Saqué todo de las bolsas y las metí ordenadamente en mi ropero, desarme el cochecito y lo deje también en el fondo de este y la cunita… era tan linda, tenía tallados de ositos. Zackary y Sam junto a Robin me habían ayudado a armarla, la deje en su lugar junto a mi cama.
Todas estas cosas hacían tan real todo, me asustaba.
Mire el reloj que estaba en mi mesilla de noche, el mismo reloj que pertenecía a Paul. Lo tome en mis manos y lo volví a dejar donde estaba como recuerdo de algo que no paso, del último sueño de la adolescencia; no más príncipes azules para mi.
–De ahora en adelante soy solo tú mamá pequeño, mi pequeñito. Ahora, ¿qué vamos a hacer antes de dormir Jean Pierre? –Pensé un momento– ¿Si llamamos al abuelito? ¡Si!!
De pronto sentí un movimiento en mi panza, no podía ser. Negué con la cabeza, me estaba volviendo loca.
–Que tonta, solo deben ser gases o algo así.
Me senté en la cama y comencé a cambiarme la ropa por el pijama que tenía en la cama, no me sentía con ganas de bajar a cenar. Tome el teléfono y comencé a marcar.
El teléfono solo sonaba, así que colgué y llame a Zoey.
–Me parece que abuelito no esta en casa, ya le llamaremos. –Hasta yo escuche mi timbre de amargura en la voz, comenzaba a sentirme hundida.
El teléfono dejo de timbrar– ¿Aló?
–Hola, soy Em. –Tuve que fingir entusiasmo para que Zo no notara mi estado de ánimo.
–¡Em!!! ¿Por qué llamas? ¿Estás bien? ¿Está bien el bebé? –Para que me esfuerzo si igual se asusta, me dije algo mezquina.
Suspire, los gritos de Zo me estaban dejado sorda– Estamos bien, JP esta fantástico ya es un niño muy bueno y eso que solo tiene unos cuantos meses.
–¿JP? ¿Ya le pusiste nombre? Y pensar que ni siquiera me llamaste para opinar, yo quería ser parte Em. –Casi podía ver como hacía un puchero desde aquí.
Sonreí contra todo pronostico– Nuestro primo Alex lo hizo, tiene un don con los nombres que no te lo imaginas, fue el que mejor sonaba.
–¿Primo Alex? No lo habías mencionado antes, ¿quién es? o espera un momento entonces, ¿cuál es su nombre?
Me prepare para lo que venía, iba a ser lo mismo que con el abuelo– Jean Pierre Stonel, y no, no lo voy a cambiar.
El silencio al otro lado de la línea me dijo más de lo que deseaba, no le agradaba el nombre de mi pequeño.
–Sé lo que debes de estar pensando pero no le puse este nombre porque espere que su padre un día vuelva con nosotros, sino porque mi hijo conocerá su ascendencia y espero que la respete. Su nombre es símbolo de eso y además es un buen nombre quieras o no suena genial con su apellido.
–Emily, ¿Hablas en serio, no esperas que Paul vuelva un día? –Su voz sonaba algo opaca con esa pregunta.
Me acosté en la cama– No, él se caso y si quiere puede seguir estándolo porque no correré por él, creí que podía hacerlo volver conmigo pero volvió a dejarme y esta vez se aseguro de matar lo bueno que habíamos tenido. –Dije con más resentimiento del que creía tener– Pero él único que perdió es él quien va a tener que vivir con alguien sin amor, yo gane alguien que me va a amar siempre. Por eso les pedí a ustedes que no dijeran nada sobre mi embarazo porque mi hijo es mío de nadie más.
Contuve la respiración, ella también era madre y estaba pronta a dar a luz así que ella debía entenderme.
–Nadie le ha dicho nada a Paul sobre ustedes, es más, Heath no se habla con él desde el día en que nos separamos todos en la casa de campo, bueno creo que lo hicieron una vez más después pero eso no cambio las cosas.
La culpabilidad brotó de inmediato, ellos eran amigos desde hace muchos años como para separarse de esa forma.
Cubrí mis ojos con una mano– No tenía que haber echo eso, esto es un problema entre nosotros no de él o tuyo.
–No lo hizo por ti, sino por él, se sintió mal de haberte usado para rescatar a su amigo y que este le pagara tan mal. –Se hiso un silencio– Si te hace sentir mejor, creo que ellos pueden solucionar sus problemas cualquier día, claro un día en que ambos estén de buen humor.
Me sentí mejor– Si, me hace sentir mejor. Pero yo no te llamaba por eso, solo quería saber de papá y mamá, últimamente me siento abandonada por ellos. Me siento sola Zo.
–¡¿Qué?! ¿Cómo puedes decir eso? Ellos nos aman y siempre están pendientes de nosotras, ni te imaginas las cosas lindas que le han comprado a Heather…
Tragué– Creo que es hora de que cuelgue, debo ir a comer algo antes de que el abuelo se vuelva loco y todo.
Un suspiro sonó del otro lado– Ve, necesitas comer por dos ahora.
–Si, tienes mucha razón aunque nunca tengo mucho apetito con estas nauseas. –Todo me sabía a tierra desde la primera nausea.
–¿Todavía tienes? Deberían de haber desaparecido ya. –Me preguntó deprisa como si le fuera a cortar de inmediato.
Me acomode de nuevo en la cama– La matrona me dijo que era de las afortunadas, no me van a desaparecer hasta el parto, genial ¿eh?
–Iuk, que lástima Em, pero aun así debes comer.
–Lo sé, por eso sigo comiendo, –Dije contra la almohada– Aunque a la fuerza.
–¡Come más! –Me grito desde el otro lado.
–Se te esta olvidando mocosa quien es la mayor aquí, respeta. –Le dije entre divertida y ofendida– ¿Me oyes?
Hubo un ruido del otro lado– ¿Quién es? ¿Es Em? Pásamela. –Me emocioné, era Ed pero…– ¡Em!
–¿Qué haces ahí? Sé que hay una diferencia horario pero igual es tarde allí. –Comencé a unir cabos.
–Hay Em, no me dices ni siquiera hola, pero yo si soy educado. –Él si que estaba ofendido– Buenas noches Em, ¿cómo están tu y el pequeño Ed?
Me reí– Se llama Jean Pierre para tu información y estamos bien, gracias.
–Genial, ya le pusiste nombre, sabes, suena muy niñita debes de ponerle Edward; tiene carácter y es un nombre de lujo que varios honramos.
–Haz estado tomando clases para hablar mejor ¿cierto?
Suspiró– Kate me obliga a hablar bien, cuando no lo hago me castiga.
Zoey grito desde algún lado– Adivina como lo castiga.
–Sal de aquí Zo, quiero hablar con Em a solas.
–Nuestro hermano es un pervertido en potencia. –Siguió gritando Zo.
–Sal de aquí y vete a esperar a tu marido como buena esposa.
Zoey volvió a gritar– Lo encontré manoseando a Kate la otra noche y créeme que apenas se dio cuenta de que estaba allí.
–No le hagas caso en nada, enloqueció con el embarazo. –Se apresuró a callar a Zo.
–Le estaba quitando la ropa a Kate.
–Te pasaste Zo, aun puedo tirarte de las orejas.
–Te acusaré con Heath.
Me reí de esos tontos, los extrañaba a todos tanto.
–Quiero estar con ustedes.
Ed volvió al teléfono– Entonces vuelve a nosotros, no tienes que seguir con eso, sabes que no necesitamos más de lo que ya tenemos. Papá nos mantiene bien, Zo esta casada y Heath no es ningún pobre diablo. Vuelve, ¿si?
Casi me pongo a llorar– No puedo, lo prometí.
–Emily…
–Adiós y cuídense mucho. –Dije fuerte y alto.
–Tú igual. –Dijeron ambos al mismo tiempo.
Corté y casi me ahogué en lágrimas, papá apenas y me llamaba y nunca había mencionado nada sobre juguetes o algo para mi hijo. Bueno, si yo misma no lo quería reconocer probablemente él también siente lo mismo.
Ninguno de los dos había reaccionado bien a la noticia, este no fue motivo de fiesta como Heather, solo de desilusión. 
Me abrace y esta noche me dormí llorando pero no por Paul y su “nunca volveré” sino, porque mis padres no me apoyaban. Lo sentía así.

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