miércoles, 5 de septiembre de 2012

No Wait!: Capitulo XXIV



Estar en clases era una tortura, mire a mi lado y estaba Alex que había sobornado a la chica que se sentaba a mi lado para que le dejara el lugar. Y bien ¿la tortura? Pues, era que estaba recordando a cada momento como se sentían los labios de Alex, aunque aun no sabía porqué, a mi no me gustaba.
Lo volví a mirar. ¿Cómo podría gustarme? Estaba anormalmente feliz… aunque ahora sabía que sufría por dentro. Vestía siempre con ropa de una talla más grande, y siempre lucía ojeras y el cabello desordenado, sabía que solo se lo peinaba con los dedos porque lo había visto hacerlo varias veces antes de entrar al comedor y hasta ahora no lo conocía lo suficiente para encontrar más detalles escabrosos. Pero si tenía una ventaja, desaliñado o no, el chico era guapo.
Eso me habían dicho.
–¿Por qué me miras tanto? Me asustas.
Mire hacia la pizarra– No te miraba.
Me piñizco la mejilla– Claro que me mirabas, de esa forma oscura que tienen las mujeres cuando quieren algo.
–¡Yo no quiero nada de ti! –Le grite.
Todo el mundo se dio vuelta en nuestra dirección. Alex les hizo una seña a todos, incluso al profesor.
–Lo lamento mi prima es tímida.
–¿Tú lo crees? –Le dijo una chica detrás de nosotros.
Alex se dio la vuelta para encararla– Por supuesto que lo creo, Robin es así de tímida. –Dijo, extendiendo los brazos.
Me sonroje– Por favor deja de hacer eso.
Él me sonrió– Pero si eres muy tímida.
–Basta de timidez y todo lo demás, es hora de que presten atención aquí adelante. –La voz del profesor acallo cualquier voz que estuviera hablando.
Seguimos en silencio durante mucho rato, al final el timbre rompió esa quietud y todos se dispararon hacia el salón de historia, yo no me apresure porque esa materia estaba apunto de reprobarla. Tome mis cosas y salí en dirección al gimnasio.
–¿Dónde vas? El salón de historia es para el otro lado.
–No voy a aburrirme en esa clase, además ya estoy apunto de reprobarla. –Le dije con amargura.
Al principio no era mi intención fugarme de clases, pero esos chicos mayores siempre me quitaban la mochila al salir del salón, esta era su hora libre pero ahora se la habían cambiado por causa de un profesor.
En fin, ahora simplemente me escondía allí donde no me viera nadie que pudiera molestarme.
–Ve a clases. –Le dije ya caminando hacia el gimnasio.
–Bueno. –Me dijo de mala gana.
Cuando llegue al gimnasio no había nadie, así que subí a las gradas rápidamente y lancé mi mochila con mis cosas. Solo no predije que alguien iba a tomar mi mochila desde arriba y a registrarla.
–Hola dulce Robin, ¿qué traes hoy para comer?
Me sonroje pero algo me paso– Solo yogur con frutas.
Tom me sonrió de medio lado– Así mantienes esa figura ¿eh?
Volví a sonrojarme, aun no llegaba esa melodía que solía recitar mi corazón, una que tocaba con mucha rapidez cada vez que lo veía.
–No es así, suelo comer mucho más pero hoy solo pude sacar eso de la cocina.
Tom me hizo lugar y me senté a su lado– Nunca habíamos hablado. –Negué con la cabeza– Es raro.
–Un poquito.
Su mano se poso en mi cabeza y la giro en su dirección– Bastante raro.
Su cabeza se inclinó sobre la mía y cerré los ojos, cuando me beso espere que me hiciera volar y hacer sentir mariposas en el estómago pero… nada ocurrió. Sus labios separaron los míos y su lengua entró en mi boca, algo que me dio un poco de asco. Desee que terminara, por eso me separé algo rápido de él.
Me miro con curiosidad– Ese mocoso que te acompaña es tu novio ¿no?
–¡¿Qué?! Claro que no, es mi primo.
Me dio una sonrisa de desagrado– Y yo soy imbécil, déjame solo y lárgate de una vez de mi vista.
Sin entender nada y maldiciendo también a los hombres, me retiré con mis cosas, antes de terminar de bajar las escaleras de la galería me di cuenta de que no llevaba mi comida.
Me di la vuelta y mire arriba– ¡Comete el yogur o tíralo! ¡Me da igual!!
Él me miro desde arriba– ¡¿No te vas?!
–¡¿Qué carajos te pasa?!
Por un momento pareció sorprendido– ¿Qué me dijiste?
Tire mi mochila a un lado y corrí hasta arriba– Dije, ¿Qué carajos te pasa? No entiendo a los hombres, son todos unos idiotas y…
Antes de poder continuar él se puso a reír compulsivamente.
–Pobre de ese idiota de tu novio, ¿así le gritas?
–¡Ah!! –Le di un manotazo y baje las escaleras– ¡Eres un pendejo!
Cuando iba saliendo mire hacía atrás y lo vi riéndose a carcajadas de mí. Le hice una seña obscena con el dedo medio.
–¡Jódete!
Al no recibir respuesta me imagine que se siguió riendo, lo que me hacía exasperarme. Seguí mi camino hacia el comedor, hoy iba a tener que comprar que comer.
Al llegar al comedor me di cuenta de que era aun temprano por lo que espere hasta que apareció mi curso con un muy triste Alex detrás de ellos. Corrí hasta él sin pensarlo, quería saber que le ocurría, me dolía que estuviera así.
–¡Alex! –Lo agarré del brazo– ¿Qué te pasa?
Me miro frunciéndome el ceño– ¿Por qué no me dijiste que tenías novio? No me hubiera preocupado porque te quedaras fuera de clases… o eso creo que siento. –Dijo con la confusión escrita en su cara.
Estaba harta, lo agarré y lo zarandee– Que. No. Tengo. ¡Novio!!
Él me miro enojado– Entonces, ¿quién era ese tipo con el que te besabas?
¿Él me había visto? Ups.
–Es un chico que creí que me gustaba pero no lo sentí… –Me toqué los labios mientras miraba el patio a un lado del comedor– Se supone que debo sentir “eso”, lo que todos sienten esa, esa conexión ¿no?
Él me golpeo la cabeza, mientras se reía de mis sentimientos– Tontita.
Le di una patada en la espinilla– Solo por eso me vas a invitar a comer hoy, quiero una hamburguesa y papas fritas con una coca-cola.
–¿Qué pasa con la dieta? –Me preguntó divertido.
Le di otra patada– ¿Me estas diciendo gorda? Limítate a pagar.
Él me abrazo de improviso– Bueno, aunque ¿sabías que si engordaras la grasa primero iría a tus muslos y luego a tus pechos?
Me mire y no me vi mal, le di otro golpe en la espinilla– ¿Qué te pasa con mi cuerpo?
Me miro algo confundido– Nada, tienes unas bonitas piernas y un bonito trasero y estoy seguro que tus pechos caben en mis manos…
Le tape la boca y mire hacia todos lados por si alguien nos había visto u oído.
–¿Qué? No me estaba ofreciendo para tantear con mis manos, ni nada…
Acerqué mi cara a la suya– A veces creo que haces esto solamente para exasperarme.
La inocencia que había en su mirada me decía que, no era así pero cuando sonrió mi corazón latió fuerte.
–¿Estás segura que no son novios? A mí me lo parece.
Mire a Tom que estaba con mi envase con yogur en la mano, de nuevo volví la mirada a Alex que lo miraba con odio y eso no me agrado. Le di un toquecito en la barbilla y le guiñé un ojo, Emily me había dicho que así se captaba la atención de un chico, y lo comprobé con el sonrojo de Alex.
–No me gusta que lo mires así. –Me di la vuelta– Viniste a devolverme mi pote, supongo.
Él me sonrió de mala gana– Si, aquí esta. Todo tuyo y recuerda que primero se va a tus muslos y…
Esto. No. Tenía. Nombre. Le di una patada en la espinilla y le jale la oreja.
–Perdono a ese baboso…
–¡Oye! –Me dijo Alex.
–Solo porque es mi primo y sé que no puede cambiar su forma de ser tan... especial pero no se lo permitiré a nadie más.
Tom me gruñó– A mi no me gusta que me golpeen y menos una niñita.
Alex me separó de Tom con mucho cuidado– Al poco tiempo te acostumbras, me dio un golpe duro en el estomago la noche que quise acostarme con ella.
Tom nos miro sorprendido y al poco rato me di cuenta del porqué. Me sonroje de pies a cabeza cuando entendí como sonaban las palabras de Alex.
¡Ese idiota!
–No es lo que piensas, este idiota habla de esa forma, no tienes que hacerle caso, créeme… –Dije hablando rápidamente, me cubrí la cara– Oh Dios…
Alex estaba divertido– ¿Qué pasa?
Tom lo estudió detenidamente– Acabas de insinuar que te “acostaste” con tu prima idiota.
Alex seguía sin entender– ¿Qué tiene? Un día dormimos abrazados y descubrí que Roby es calientita y esponjocita.
Me sonroje, recordaba esa tarde que me acosté a dormir en el sofá de la sala de estar.
El día había sido perfecto, con decir que Emily me había acompañado comiendo chocolate y jugando cartas, solo faltaba echarme y tomar una siesta para cerrarlo con broche de oro. Lo hice, pero al despertar unos brazos me estaban rodeando y la cabeza de “ese” alguien estaba enterrada en mi cuello. Me había girado un poquito y al ver que era Alex, quien estaba durmiendo con tanta paz me había dado pena despertarlo, así nos quedamos hasta que despertó y me dio un beso en el cuello.
–¿Esponjocita? –Tom se rió– ¿De dónde?
Le lance una patada pero la esquivo y casi perdí el equilibrio sino es por el brazo de Alex que se enredo en mi cintura.
Alex me apretó el estomago– De aquí, siempre me encanta tocarle su pancita.
Mis tripitas sonaron– Tengo hambre…
Alex me dio la mano– Bueno, nosotros nos vamos desconocido. Tengo que darle de comer después de reírme de ella, aunque no entiendo aun porque se enojo. Bueno, adiós.
Tom nos quedo mirando sin saber que decir.
Apreté aun más su mano– ¿Me vas a comprar mi hamburguesa?
Nos detuvimos en frente del letrero de comida y él comenzó a pedir comida. Mire mi pote con yogur y fruta, Tom no lo había tocado.
–Compra una cuchara también.
–Bueno.
Salimos al patio y buscamos un lugar donde poder comer, o sea, terminamos debajo de un árbol. Había muchos en el patio por una cuestión excéntricamente ecológica.
–Tú hamburguesa y papas fritas, todo acompañado por una rica y saludable coca-cola. Provecho.
–Gracias.
Tome mis cosas y las coloque encima de mi mochila.
De pronto una de las manos de Alex agarro mi vestido, –a petición de Emily me estaba vistiendo con vestidos y calzas, sin olvidar mis converse pero me sentía… demasiado femenina–, Le golpee la mano a Alex.
–No seas pervertido.
Alex me tiro del vestido– Tú no seas exhibicionista, estabas mostrando casi todo.
–Bien, lo siento. –Le dije de mala gana.
Seguimos comiendo nuestros almuerzos, él se había comprado un sándwich y ensalada de brócoli, me estaba haciendo ver gorda. Termine mi comida mucho después que él y abrí mi pote de yogur.
Le di un toquecito en la cabeza– Ahora di “a”.
Alex se acomodo en mi regazo– A.
De nuevo mi corazón latió fuerte, ¿qué me pasaba?
Le di yogur turnándonos, y aun no me dejaba esa sensación en mi pecho.
–Ya esta siendo hora de ir a clases, ¿vas a entrar? –Preguntó quitándome el pote y limpiándolo con el dedo. Iuk.
–Si dejas de hacer eso iré.
Alex tiro el pote en mi mochila y se la colgó en su hombro– Vamos.
–Ok. –Solo un par de horas más y saldría de clases.
–¿Hoy también vas a acompañar a tu prima a sus clases?
Asentí con algo de pena, hoy tocaba clases de premamá e iba a acompañar a Em, no me gustaba que estuviera sola en eso y menos ahora que Jane no podía acompañarla porque trabajaba con Marcus en algo súper secreto.
Presintiendo mi estado de ánimo, Alex me abrazo por los hombros.
–Ella es fuerte, no sé que le paso pero ella se ve tranquila y eso es lo que importa. –Me abrace aun más a Alex– ¿Qué pasa? 
–Gracias Lex.

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