lunes, 10 de septiembre de 2012

No Wait!: Capitulo XXV



Esta tarde había sido más amena que cualquiera de las anteriores, creo. Emily estaba de buen humor y habíamos comprado unas cuantas cosas para el bebé antes de venir a casa, ahora era poseedor de una bonita cuna y unos cuantos trajecitos de marinerito.
–¿Por qué me miras de esa forma?
–¿Otra vez? –Chillé– Eres la segunda persona a la que me quedo viendo fijo.
Emily me sonrió con picardía– Y, ¿quién fue el primero?
Trate de no sonrojarme– Alex.
Emily se sirvió más chocolates, era nuestro ritual de antes de dormir; comer chocolates hasta más no poder.
–Me agrada Alex porque es tan ingenuo y es muy cariñoso contigo, aunque creo que le recuerdas un poco a su hermana gemela.
Me quede a medio camino de un chocolate con menta– ¿Hermana gemela?
Emily asintió– Si, cuando vio a tus hermanos dijo, “ah, con que es de familia” y cuando le pregunte me dijo que tiene una gemela idéntica.
Ahora que lo recordaba… él lo había mencionado antes, solo que estaba más preocupada por su hermanita que murió recientemente. Esto último no se lo pensaba decir a Em, solo serviría para deprimirla.
–¿Quieres hacer algo mañana por la tarde? –Le pregunte.
Emily se puso a ordenar la ropa del bebé– No sé tú pero a mí me dan ganas de seguir comprando, no había entrado a las secciones de bebé antes pero ahora…
Le sonreí animada. ¿Sería posible que se estuviera interesando por el embarazo? No parecía muy interesada antes, tal vez no le molestara ahora que le preguntara…
–¿Qué nombre le vas a poner al bebé? –Me acomode en el sofá.
Estábamos sentadas en el sofá de la sala de estar. Papá decía que era nuestro cuartel general y no estaba muy perdido con esa afirmación, aquí pasábamos la mayoría de nuestras tardes haciendo una u otra cosa.
Emily se estiro en el sofá dejando su cabeza en mi regazo.
Se quedo callada demasiado antes de hablar– No es que no haya pensado en un nombre pero es tan difícil, creí que si llamaba a papá me iba a dar una idea pero solo me dijo “ponle mi nombre” y el abuelo me dijo lo mismo, ni hablar de tío.
Esos tipos eran para la risa– Son unos ególatras, no les hagas caso alguno.
La puerta se abrió de golpe– ¡Les traje galletas y leche! ¡Leche y galletas! Esto es solo para menores y futuras madres. –Alex me golpeo la mano cuando intente sacar una.
Emily golpeo el sofá a su lado cuando se sentó– Siéntate aquí entre nosotras y haznos compañía.
–Bien, no me voy a negar ante una dama. –Dejo las galletas y los vasos de leche en la mesita de centro que estaba enfrente. Le tome de la manga y lo jalé– ¿Qué?
Hice un puchero– Yo también quiero.
Alex me tomo el rostro y me beso la nariz, por un momento espere a que me besara y solo esa impresión causo estragos con mi pulso.
Oh no, ¿estoy loca?
El piñizco que me dio en la mejilla me volvió a la realidad– ¿Qué te pasa?
–¿Por qué me pasaría algo? –Pestañee.
–No lo sé, solo me preocupa el que pareces distante a ratos.
Emily llamo mi atención– Contigo no lucen los trucos femeninos. –Me apunto hacia una esquina con un dedo– Deberías castigarte contra la pared, ahora.
Me sorprendí, me consideraba moderadamente más señorita que antes– Con él no luce nada, no es mi culpa.
Clave la mirada en Alex que de pronto tenía la cara de un iluminado– Por eso me guiñaste el ojo en el almuerzo, ¡Me probaste!
–No te hagas el ofendido, te lo mereces después de insinuar que nos acostamos. –Aun me sentía avergonzada por eso.
–¡Pero si nos acostamos! –Me gritó.
Lo agarre de los hombros y lo zarandee– ¡No de esa forma!
–¡¿Qué forma?!
–¡No tuvimos sexo!!!
–¡Claro que no tuvimos sexo!!!
Le agarre las mejillas y se las tire, aun no me entendía– ¡¿Por qué no entiendes?!
–¡¿Qué debo entender?!! –Me grito, soltándose de mi agarre.
–¡Que le dijiste a uno de los chicos más populares de la escuela que tu y yo nos acostábamos!!! –Tome aire– ¡¿Te explico?!
–¡Si!!!
–¡Le diste a entender que teníamos relaciones sexuales!!!
La comprensión pareció llegarle lentamente pero lo importante es que había llegado.
Me aclare la garganta– Eso paso.
–¿Por qué no me lo explicaste de esa forma? te hubiera entendido sin lastimarme la garganta en el proceso. No entiendo porque te gusta gritar.
Este tipo me sacaba de quicio, iba a golpearlo pero al ver a Emily reír sin contenerse, me contuve.
–Ustedes van a terminar casados. –Miro la hora en su reloj de pulsera y nos apunto– Debemos ir a dormir, mañana tengo una ecografía y cita con la nutricionista, y ustedes tienen clases.
–Bien, me voy. –Me levante y antes de tenderle una mano a Em, Alex ya la había levantado– Buenas noches, duerme bien y mañana haré un listado de nombres para bebé.
Alex me abrazo colocando sus manos en mi estomago– ¿Por qué no le pones Julius?
Emily hizo una mueca– Muy… romano.
–Simon. –Mueca de nosotras– Tyler.
–Me suena a hombre lobo de película para adolescentes. –Dijo Emily.
Alex siguió moviendo sus manos en mi estomago– Bryan.
–No. –Dijimos ambas.
–Jean Pierre. –Ambas nos quedamos calladas– Me gusta ese nombre porque fusionado suena bien, ¿y a ustedes?
Sabía por Jane que el padre del bebé era francés pero no sabía como había seguido el resto de la historia, ni de porqué Emily no quería hablar de él.
–Es un bonito nombre; Jean Pierre Stonel. –Me sorprendí al igual que ella, el nombre sonaba… adecuado– Me gusta. ¿Tú que piensas bebé? –Emily le habló a su pancita.
Ese acto me enterneció.
Le di un toquecito a Alex– Tienes un don parece con los nombres.
–Mi hermano me hizo ayudarle a ponerle nombre a sus trillizos, fue una pesadilla. En especial porque todos los nombres que decía no le gustaban a él o a su esposa, fue un infierno de mes.
–¿Por qué no ayudaron tus hermanas?
No me perdí su mueca de horror– Susan no sirve para una decisión, fue un milagro que se decidiera por abrir un café con el dinero de nuestra abuelita… y Lexy nunca llegaría a una decisión, nunca le gusta nada de lo que hace.
–Perfeccionista. Por cierto, ¿cómo se llama tu hermana gemela?
Me sonrió con sarcasmo– Alexa.
Ahora entendía la mueca sarcástica. Sus padres no tuvieron imaginación– ¿Alex y Alexa?
–No, –Me corrigió– Alexander y Alexa.
–Tienes un nombre épico, como Alexander Magnus. –Le dijo Em– Bueno, basta de charlas váyanse a dormir de una vez niñitos.
–Está bien. –Le respondimos– ¡Buenas noches Em!

Me separé de Alex y subí corriendo a mi cuarto; tenía que cambiarme de ropa, ponerme mi pijama favorito y después podría al fin meterme en la cama y olvidarme del resto del mundo.
Claro esa era la teoría.
–Espérame. No sé porque corres, no es como si tu cama te tuviera horario.
Seguí con el mismo ritmo– No es mi culpa que seas flojo.
–Oye, no soy flojo. Me limito a hacer el ejercicio necesario, no más. –Alex estaba sonando más cansado con cada peldaño.
–Flojo.
–No soy flojo.
Me pare a mitad de camino– ¿Por qué me estas siguiendo?
Alex se aferro de las rodillas– Déjame recuperar el aliento.
–Estas mal, ¿por qué no vamos a correr mañana en la tarde? Podemos correr en los jardines, en una semana te tendré en forma.
Alex se puso serio– Estoy en forma, pero acepto una vuelta en el jardín, no doy para nada más.
–Vives en un centro de esquí, no puedo creer que…
Alex siguió subiendo las escaleras– No corro allí, si necesitas alguien que baje una montaña en Snowboard o en esquís, soy tu chico. Si necesitas a alguien que conduzca una moto de nieve, soy tu chico. Pero si necesitas que corra, chica estás loca.
Me quede un momento procesando. Me partí de risa.
–Eres tan… tontito. –Subí riéndome.
–Si, segurito.
Llegamos hasta el ala de los cuartos y entre en el mío– Te veo mañana al desayuno.
–Mañana tenemos tarea.
Me quede esperando el resto pero no llegó– ¿De qué?
Puso su mano en su barbilla– No lo sé.
Cerré la puerta de mi cuarto y procedí a cambiarme. Cuando estuve lista me metí en la cama y espere a que el sueño me invadiera.
No paso, y no paso por la imagen que me invadía la mente; Alex besándome en el auto.
–Es un idiota.
La puerta se abrió al mismo tiempo que hablaba– ¿Quién es idiota?
–¿Qué haces en mi cuarto? –Lo mire de pies a cabeza– Y en pijama.
Cuando comenzó a rascarse la cabeza, comencé a temerme la respuesta que iba a darme.
–La verdad, desde que ese chico me hizo recordar que eras blandita y calentita para dormir, me dieron ganas de dormir contigo. ¿Me haces lugar?
Me sonroje– No.
Alex se metió rápido en la cama– Bien, buenas noches.
Me levante en la cama– Sal, tienes tu propio cuarto y cama.
–Me rehusó. –Extendió una mano hasta la parte baja de mi pijama– No llevas la parte de abajo del pijama.
Me metí rápido a la cama– Claro que no, es un Victoria Secret, es así.
Se rascó la cabeza– ¿Por qué querrías ponerte algo así? No te abriga nada, ¿no te da frío en la noche? –Cómo podía hablar así.
–Duerme.
Me acomode en mi rincón, menos mal que mi cama era de plaza y media, o eso pensaba hasta que un brazo me rodeo y ese rostro volvía a colocarse en mi cuello.
–Buenas noches.
El beso que me dio en el cuello fue peor que cualquier otro. Me obsesionó más que ese beso en el auto, tal vez, porque estábamos solos en mi cama y que me besara el cuello para mí, era más intimo.
–Buenas noches. –Volvió a decir.
El brazo se apretó más a mí y también el resto de su cuerpo.
–Estas demasiado lejos y me da frío Roby.
Trate de alejarme un poco pero al no poder me quede en el mismo sitio– ¿Cómo sobrevives en tu casa?
–Tengo una piel de oso. –Su aliento me golpeó en el cuello y casi me retuerzo por las cosquillas
–¡¿Qué?! –Dije tratando de disimular.
–Era broma. –Percibí su sonrisa– Protectora de los animales.
Maldito– Tu siempre…
La boca de Alex se movió sobre mi cuello y de pronto…
–¿Qué es-estas ha-haciendo? –Alex me estaba chupando el cuello.
¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? Me pregunte frenética.
–A-Alex, por favor. –Alex se separó de mí para mirarme– ¿Por qué hiciste eso?
Alex me sonrió– Buenas noches.
Me toque el cuello algo avergonzada– Eres un idiota.
–¿Estás haciendo un puchero? Apenas te veo.
–No estoy haciendo nada. –La verdad si estaba haciendo un puchero por lo que me acosté contra mi almohada.
–Me estas mintiendo. –Cantó antes de acostarse a mi lado y tomar mi cara– Beso de las buenas noches. 
–Buenas noches. –Dije antes de que sus labios tocaran los míos.

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