lunes, 17 de octubre de 2011

I Don't Understant Nothing! : Capitulo XVIII



– ¿Quieren pizza? – Les pregunte a Emily y a Paul, ambos negaron. – Bien. – Me acerque a Zoey y a Heath, ambos estaban abrazados murmurando por lo que evite preguntarles. Me dirigí hacia papá y a mamá que habían dejado de besarse y ahora miraban la película. – ¿Quieren pizza?
Papá miro detrás de él y en frente, – Bien, yo quiero. Amor, ¿tu también? – Mamá sonrió y asintió. – Déjame la mitad, – Se puso serio. – Llévale algo a Betsy y a Vincent, deben  estar en la habitación de invitados.
Asentí y les deje la tapa de la caja con la mitad de la pizza. Con la otra parte fui escaleras arriba, los ruidos de la película comenzaban a atenuarse para cuando llegue a la habitación se escuchaban los murmullos de una conversación.
Genial, otros más.
Iba a tocar la puerta cuando se me ocurrió aguzar el oído. No quería interrumpir un momento emotivo, ya sabía por experiencia con Emily que las chicas no se lo tomaban para nada bien. Todavía sentía escalofríos de solo pensar en aquella vez que entre en la cocina y Mitch se le estaba declarando, fue horrible, durante días no pude encontrar mi laptop ni mis Dvd.
Volví mi atención a la puerta.
– No me voy a disculpar. – Estaba diciendo Betsy.
La voz de Vincent era más fuerte, – No me importa si te disculpas con esa mimada, me importa el que después te arrepientas y te sientas culpable. Le has estado dando vueltas y vueltas a esa pulsera desde que subimos y ya me esta preocupando.
Un ruido de algo chocando contra la pared hizo eco, – No me voy a sentir culpable, no es mi culpa, era el mejor momento, un ahora o nunca.
Vincent se escucho más cerca de la puerta. Me moví hacia la orilla, ¿en qué momento había pasado a ser un sapo? – Entonces sugiero que volvamos a casa, de todas formas es mejor…
Betsy también se escucho cerca. – Papá va a venir…
– Estás más segura en casa. – La interrumpió Vincent.
– Nadie va a intentar secuestrarme de nuevo, tú siempre estas a mi lado, no se atreverán a tanto.
– Pero te quiero en casa, segura. – Un suspiro.
Betsy suspiró también, – Bien, vámonos. Si así te relajas por fin, lo haremos.
¿Betsy se iba? ¿Es qué nadie podía resolver sus problemas hablando? Por lo visto, no.
Ni siquiera me esforcé en aparentar que no había escuchado nada, toque la puerta y entre. Vincent me dio una mirada de odio de inmediato.
– ¿Pizza? – Pregunte con tono amigable.
Vincent me indico la puerta. – No. Así que largo.
Betsy le golpeo el costado suavemente y me sonrió. – No, gracias Edward, es solo que no me siento con muchas ganas de comer ahora. Tengo el estomago algo revuelto.
– Te dejo la pizza aquí, – Le deje la pizza en la cama. – Come cuando quieras o mejor, cuando puedas. – Camine hasta la puerta y mire a Vincent. – Ni siquiera te conozco pero puedo ponerte en tu lugar cuando quieras.
Vincent me dio una mirada de sabelotodo, – Si, por supuesto pequeño.
¿Pequeño? Le fruncí el ceño. Tengo once años, debería darse cuenta de que no soy nada pequeño.
– Mis amigos me enseñaron como defenderme. – La voz que me salió fue demasiado tierna. ¡Ah!! Odiaba eso.
Vincent se me acercó. – ¿Si? Que lindos amigos tienes. ¿Por qué no vemos que tanto te enseñaron?
– ¡Vincent para! Sé que estas molesto, pero ya debes de dejar de ser un malhumorado. Es mi primo, así que ya déjalo en paz.
Vincent se encogió de hombros. – No iba a hacerle nada gatita. Solo lo iba a lanzar por la puerta.
Los mire a ambos. Apunte primero a Betsy, – Zoey te quiere, solo que se esta volviendo loca con cosas que no deberían afectarle y justo tu fuiste su detonador con lo del embarazo. A mi no me importa cuando me lo contarás, no soy chica y me importan poco esas cosas. Pero creo que a Zoey le hubiera gustado algo así como… no sé que se lo contarás antes… no entiendo a las mujeres pero creo que eso es un detalle entre ustedes. Después de todo es tu única amiga. – Mire a Vincent. – Tú tienes mala actitud. Y no me caes bien.
Con eso salí de la habitación.               
La gente y sus problemas, y yo soy él que no sabe relacionarse con la gente.
Vibración. Vibración. Mire mi bolsillo, toda la gente que me llamaba estaba en casa, incluyendo a mis únicos dos amigos. Saqué el teléfono preparado para darle un discurso moralista a la compañía telefónica pero era un número desconocido. Atendí.
– ¿Aló? – Nadie decía nada… seguí esperando, esperando. Nada. – ¿Hay alguien ahí?
Colgué y volví a colocar el teléfono en mi bolsillo. Baje deprisa las escaleras, había querido ver la película desde que papá la había comprado pero nadie quería dejarme verla porque no tenía la edad y porque la hora era demasiado tarde.
Ridículo.
Cuando llegue todos seguían en la misma posición, tal vez con unas diferencias. Emily dormía plácida entre los brazos de Paul, quien estaba acariciándole el cabello como si fuera una muñeca muy delicada. Me gusto. Mire a Heath que estaba abrazado con una Zoey algo aterrorizada, y no era por la peli era por algo que Heath le estaba contando que provocaba que más se pegara a él. Sacudí la cabeza en cuanto Heath me miro pero el idiota, como había indicado papá, me sonrió. Me senté al lado de la pizza fría y saque los últimos pedazos y me senté en el suelo a mirar la película. Estaba en la mejor parte, según algunos críticos cuando volvió a sonar mi teléfono.
Conteste a ciegas mientras me tragaba un pedazo.
– ¿Si? – De nuevo nada. Esto me estaba enojando. –  Si hay alguien ahí es mejor que conteste. – Dije de mala manera.
Papá se sentó en el sofá, – ¿Quién es? ¿Necesitas ayuda?
Iba a responderle a papá cuando una vocecita muy tímida me interrumpió. – ¿Edward? ¿Eres tú?
– ¿Kate? – Me sonroje aunque ella no podía verme. Pero si lo hicieron todas, toooodas las personas que estaban alrededor mío, gracias a que Heath había encendido la luz que yo había apagado en el minuto en que conteste.
– Hola, disculpa por no haber respondido antes pero… no, no sabía que decir.
Me sonroje aun más. Le había hablado mal a Kate. Pero la duda le gano a la vergüenza. – ¿Cómo obtuviste mi número?
De nuevo silencio, – Bueno, tu lo tienes escrito en tu cuaderno, yo…. Yo lo copie.
Oh mi Dios, estaba inconsciente en alguna parte del mundo y estaba teniendo el sueño de que Kate, la niña más hermosa de mi curso me estaba llamando. Si, de seguro Vincent me había lanzado por las escaleras cuando estábamos discutiendo.
– ¿Edward? ¿Edward? Yo lo siento no volveré a llamar, solo que… lo siento. – Y cortó.
Desperté de mi ensoñación, – ¡Nooo! ¿Kate? Kate, estoy aquí. – Mire la línea muerta, me había cortado. No, yo me había quedado callado y ella había creído que no quería hablar cone ella. ¡Ouch! Marque el número cruzando los dedos.
– ¿Qué esta pasando? ¿Tú sabes amor? – Pregunto mamá mientras yo esperaba a que Kate contestará.
– Pues claro amor. – Respondió papá.
¿Por qué Kate no me contestaba?
– Chica. – Coreó Papá, Heath y Paul.
Por fin la línea sonó cuando contestaron, – Kate, no tienes porque disculparte. – De nuevo silencio, de pronto se escucho una risa. Era esa risa que me encantaba.
– Lo siento, es que me siento un poco mal. Y tu siempre eres tan adorable, en especial cuando me siento triste y me das chocolate, es como si siempre tuvieras una barrita de chocolate en el bolsillo. – Puse en blanco los ojos, porque así era. Tengo hermanas no soy tonto ni suicida. – Y tu voz siempre me relaja.
Me sonroje aun más, – ¿Si? Que linda eres. – Me hele, ¿qué había dicho? Oh no, no lo había dicho. Mire a mamá que estaba sentada a un lado de papá y no era la única que me miraba con seriedad.
– ¿Quién es? Quiero saber su nombre completo, de qué año es, dónde la conociste…
Mamá interrumpió a Emily. – Déjalo cariño, él nos lo dirá después ¿Cierto?
Ya sabía lo que quería decir eso, me iba a interrogar después en su territorio, la cocina. Genial.
Pero Emily siguió, – Quiero saber hasta la hora en que le da de comer al perro.
La risa que se escucho al otro lado de la línea, mire hacia otro lado evitando miradas, y le susurre al móvil. – ¿Dime que no escuchaste nada de lo que dijeron?
La voz de Kate se escuchaba aun alegre. – No tengo perro, pero si un gato que duerme y desayuna conmigo. Es difícil no escucharlas Edward, me robe el teléfono y lo traje a mi habitación y no es como si de tu lado hubiera mucho ruido. – Cuando lo dijo me di cuenta de lo que faltaba en este momento. La televisión estaba en silencio. Genial Edward ¿y eres un niño genio? – ¿Tienes más hermanos?
– No, solo dos hermanas mayores pero ya están viejas. – Si me iban a interrogar, tenía derecho a insultar, creo.
– Conozco a una chica de cabello oscuro que siempre llega a clases contigo y no me parece vieja, es muy linda. Es tu hermana, ¿o no?
Zoey estaba sonriendo cuando mire a mis espaldas, mientras Emily peleaba por levantarse sin lograrlo, el agarre de Paul servía de algo. Claro que un agarre de brazos y piernas era siempre muy útil.
– Si, es una de ellas, la otra tiene mal genio… – Alargue adrede la palabra y Emily pataleo aun más. – La amo de igual forma. – Mire sobre mi hombro de nuevo y le hable al resto, – ¿No siguen mirando la película?
– Bien niños, démosle algo de privacidad. Pero… – Dijo papá. Me apunto con el dedo y hablo demasiado fuerte y claro. – Si esa conversación se vuelve caliente te quito el teléfono. Eres demasiado joven para tener sexo telefónico.
Mi cara y cuello ardieron y me faltaba el oxigeno, estaba por desmayarme, debía ser eso, se sentí como eso.
– ¿Qué es eso…? Oh. – Kate se aclaro la garganta, – ¿Quién dijo eso?
Le respondí algo atontado de que ella no supiera ‘eso’. – El donador de la mitad de mi carga genética, pero lo estoy dudando muy gravemente. No puedo explicar como alguien así puede llamarse mi progenitor, porque yo no soy así.
Papá bufó. – Si, como explicas el gran parecido físico que hay entre nosotros. La sangre manda, un día vas a ser como yo. – Termino con una risa de villano de los años 80’s.
Eso si que me dio un escalofrío. – Solo ignóralo, creo que tengo más genes de mi madre, ella es tan hermosa como inteligente. – Dije sabiendo que eso iba a hacer sonreír a mamá.
– Debe serlo, porque tú también eres muy lindo. – Me quede quieto como una estatua cuando su voz termino de decir muy bajito esas palabras. Ella creía que yo era lindo. No, para ella era ‘muy’ lindo. – Me tengo que ir Edward. Nos vemos en clases.
– ¡No! Espera, yo pienso… – De nuevo la televisión estaba en silencio, mire a mi familia a todos ellos, Paul y Heath ya eran de mi familia también. Ambos estaban con los pulgares arriba.
Mire a Mamá, estaba pegada al brazo de papá mientras lo miraba a los ojos, – Ed, nuestro pequeño se esta declarando a una niña, que romántico y lo vamos a poder ver en vivo y en directo.
Kate hablo con timidez, – Es mejor que hablemos después, en clase de ciencias. Necesito mucha ayuda. – Termino riendo.
Si, y yo encantado la iba a ayudar. – Nos vemos en ciencias.
No iba a poder esperar a esa clase.
***
Edward estaba rojo. Me reí un poco, Heath estaba con el pulgar levantado y con la otra mano me mantenía a su lado, no era como si fuera a hacer lo mismo que Emily que hace rato le hubiera quitado el teléfono a Edward sino fuera por la ayuda de Paul que la mantenía en su lugar con un fuerte abrazo de brazos y piernas. Se veían demasiado chistosos. Me moví un poco y saque mi móvil y de un movimiento les saque la foto del millón de dólares.
– Emily nos matará si se da cuenta de que le sacaste una foto. – Le sonreí. Él se incluía en la ecuación.
– Si tenemos suerte no pasará nada más que una de sus venganzas sutiles. Con suerte, pero esto merece ir a Facebook y merece una gran etiqueta para sus amigos y nuestros adorados familiares.
Él me abrazo fuerte mientras miraba la foto. – Tendrá que pasar sobre mi cadáver para hacerte algo malo. Y Dios sabe que puedo jaquear su cuenta.
Nos reímos de eso. Era bueno reírse un poco, lástima que Betsy ya no compartiera conmigo estos momentos.
– ¿Te cuento otra historia de terror? – Me sacudí internamente, me había estado contando una historia de terror, desde el momento en que le dije que la película me aburría. Mala idea. No me iban las historias sobre Postergáis que habitan debajo de tu cama, esta noche iba a revisar mi cama antes de dormir. Despeje mi mente y me centre en algo más y tenía una muy buena idea.
Me acomode en su regazo tratando de que me boca quedará en su cuello y le di una mordida, después le succioné fuerte. Su respiración se volvió fuerte y sus manos se cerraron en mi cabello. Cuando termine lo mire directo a los ojos.
Heath se aclaro la garganta, – ¿Eso fue un no? Porque pudiste habérmelo dicho, hubiera sido menos estimulante y más seguro.
Mire a papá y a mamá que estaban sonriéndose mientras le tomaban el pelo a Edward. – Sin problemas.
Mire a Em y a Paul, me asuste. Emily estaba con su teléfono sonriendo, le dio la vuelta y ya podía imaginarme que era lo que tenía allí.
Mire a Heath. – Creo que nuestra foto no va a llegar lejos.
– No, creo que no. – Me respondió. – Hagamos algo mejor, aunque termine en la calle a patadas, dame un beso.
No dude en besarlo, fue un beso tierno de los que te hacen pensar en el primero que recibiste, tan suaves como si fuera la brisa dulce de la primavera que rosara tus labios y tan especial como si no hubiera nada ni nadie más en el mundo. Coloque mis manos en su cuello y me abrace más a él. Heath hizo lo mismo colocando sus manos en mi cuello.
 – Te amo, mi pequeña Zo. – Se separo de mí acariciando mi rostro con sus labios.
– ¿Van a parar la miel o no? – Papá nos miraba con el ceño fruncido y era evidente que gracias a mamá que estaba colgando de su cuello, no se nos había acercado aun. – Debo atender una llamada y quisiera ir tranquilo, sin  pensar que si me doy la vuelta voy a encontrarlos en algo. – Dijo haciendo énfasis con las manos. Asentimos de inmediato aunque no se veía tan amenazante como chistoso mientras movía las manos, me cubrí la boca para evitar que viera como me mordía los labios para no reír. – Bien.
Se fue, supuse, directo a su estudio con mamá riendo porque aun seguía colgando de su cuello.
– Bien, demasiados juegos. Voy a hacer la cena, ya es tarde y una pizza no es cena. – Se soltó del cuello de papá y se fue a la cocina, contoneándose como siempre hacía cuando estaba contenta.
Nos quedamos solos en la sala mirándonos las caras. Edward fue el primero en volver la atención a la película. Aunque él era el único en la casa que no había vista ya la peli, gracias a la firme creencia de que los menores de edad no deben quedarse despiertos hasta tarde y menos ver pelis de terror.
– Bien, portémonos como los chicos buenos que somos. – Dijo Emily acomodándose en el sofá con Paul.
Heath y yo seguimos donde estábamos mirando como en cinco minutos de película después ese par estaba besándose como si el mundo se fuera a acabar y de ellos dependiera la humanidad para seguir existiendo.
Mire a Edward que evitaba con todo su ser no mirar hacia ese lado, difícil cuando tienes ruidos extraños saliendo de allí.
– Sugiero que tomemos al chico, la peli y nos larguemos a otro lado menos pornográfico. – Me reí tontamente de las ocurrencias de Heath, – Al parecer hay ciertas personas que no respetan al resto.
Paul levanto la cabeza por en cima del brazo de sillón. – No es mi culpa que no tengas sentido de la oportunidad, tienes a una chica hermosa allí y no haces nada.
Le saque la lengua a Paul, Heath fue menos suave. Agarro el cojín se los lanzo por la cabeza. Sonreí. Le dio de lleno.
Emily se sentó y se acomodo la ropa. ¿Qué estaban haciendo esos dos?
– Ese cojín casi me da a mí. – Agarro uno y nos lo lanzo.
En un dos por tres estábamos todos peleando con los cojines; incluso Ed. Estábamos todos riendo que no nos dimos cuenta en que momento bajaron Vincent y Betsy. Ambos nos miraban como sino pudieran creer que estaban mirando.
– Zoey. – Dijo Betsy. – ¿Hablamos?
Mire a Heath y él asintió. – Ve, todo se puede arreglar recuérdalo. Solo no metas la pata, ¿si? – Agrego sonriendo.
Lo golpee con el cojín y camine hasta Betsy.
– Vincent, ¿no ibas a pedirle disculpas a alguien? – Pregunto Betsy.
Vincent se encogió de hombros, – No recuerdo a quien.
Betsy apunto a Edward. – Le debes una disculpa.
Vincent bufo, – No le debo disculpas a un sapo que escucha detrás de las puertas conversaciones privadas.
Edward se levanto de un salto, – No soy sapo, tu hablabas demasiado alto y yo no soy de los que andan diciendo todo lo que escuchan. Así que No. Soy. Sapo.
Paul se levanto y fue hasta Vincent. Esto no me estaba gustando nada y a Emily menos. Mire a Heath, y vi un problema. Hubiera sido bueno el que solo fuera Paul el que se acercara pero no se puede tener todo ¿no?
Antes de que Heath se comiera al tipo corrí hasta él. – Heath respira, él de seguro no quería decir eso.
Betsy se puso en frente de Vincent. – Si, y él se va a disculpar.
– No insistas, no tengo nada de que disculparme. Él fue el que comenzó a pelear conmigo.
– Tal vez hubiera sido más amable si tú me hubieras devuelto el favor, y no me hubieras querido echar a patadas de la habitación. – Mire a Edward diciéndole con la mirada: “¿y eso es ayuda?”
– Pues toca la puerta para la siguiente vez, y hazlo en el mismo momento en que llegas a la puerta.
Edward se puso rojo. – No era esa mi intención, solo que…
– No quisiste interrumpir. – Dijo Vincent y Ed asintió, solo para que Vincent le diera una sonrisa sarcástica. – Que noble de tu parte.
Heath se removió de mi abrazo. – ¿Qué puede ser tan importante como para que trates así a un niño?
– Voto por que le saquemos la mierda a golpes. – Dijo Paul con la cara totalmente seria. – De preferencia con mi puño.
Vincent miro a Paul de arriba abajo. Esto estaba mal, lo estaba midiendo. – Quiero ver que lo intentes.
Mire a Vincent, era obvio que estaba seguro de que él podía ganarle a Paul, después de todo él estaba entrenado como guardaespaldas o quizás como militar, después de todo a tío no le gustaban las cosas a medias, y era obvio que Paul no tenía ese tipo de entrenamiento.
– Sugiero moneda al aire. – Gruño Heath.
Paul estaba con la mirada fija en Vincent. – Tú y yo afuera.
Oh mi Dios.
– ¡Ya! – Les gruño Emily. – Esto no es para tanto, podemos hacer esto civilizadamente o voy a llamar a papá y el que va a repartir golpes será él. – Señalo a Paul pero este no le hacia caso. – Paul mírame, ¡Paul! No es nada, no vas a hacer esto…
– Odio los guardaespaldas. – Dijo por lo bajo Paul.
Emily negó con la cabeza, e intento con Vincent. – Bien, lamento que mi hermano escuchara demás pero es mi culpa, él una vez interrumpió algo que en ese tiempo era muy lindo y de ahí lo obligue a escuchar antes de entrar, así que es mi culpa no suya.
– No tienes culpas de las manías de tu hermano, manías horribles. – Señalo Vincent.
Emily se puso a gesticular con las manos. – No, yo hablo en serio.
– Emily, – La voz de Heath era helada. – Apártate de él e indícanos el jardín. A esta clase de tipos o les enseñas con los puños o no entienden.
– Heath por favor, si me quieres no te metas en líos. – Le dije preocupada por él, no era mi intención que él día de hoy terminará más mal de lo que ya lo estaba haciendo. Heath hizo crujir los huesos de sus manos y asintió a regañadientes.
– De todas formas con Paul basta. – Mire a Emily pero Paul no le hacía el menor caso.
– Oui, conmigo basta y sobra. – Emily se pego a él como una lapa. – Emily apártate, no quiero que termines lastimada por una cosa de chicos.
Emily se pego aun más. – Protesto.
– Mon ange, esto no es la corte. Suéltame.
– ¡No! – Emily se estaba colocando histérica a ella siempre le habían molestado las peleas, pero ahora estaba pensando que tal vez no solo le molestaban sino que le asustaban. Solté a Heath y corrí hasta Em, tratando de hacerla soltar a Paul. – Déjame Zoey.
– Emily suéltalo ahora. – Papá acababa de llegar. – Zoey tu también apártate.
Agarre a Emily y la lleve conmigo a un lado. Papá miro a ambos, si alguien podía parar esto era él.
– ¿Qué pasa aquí? – Ninguno dijo nada. – ¿Nadie tiene voz ahora?
Paul miro a Papá. – Voy a hacer que este tipo le vuelva el buen sentido a golpes y pretendo hacerlo entre los próximos dos minutos.
Papá lo miro fijo y luego traslado su atención a Vincent. – ¿Qué pasa?
Vincent se encogió de hombros, al parecer era su mejor movimiento, – Pienso dejar que lo intente.
Papá se quedo callado y les señalo la puerta del fondo que llevaba al jardín. Oh-oh
– Allí esta el jardín. No hagan mucho ruido. Me molesta.
Emily se estremeció junto conmigo. – Paul… no.
– Esto es personal, este tipo debe entender una cosa. Nadie, absolutamente nadie, insulta a mis amigos en frente de mí. – Le señalo la puerta. – Después de ti.
– Ni sueñes en que te daré la espalda.
Paul frunció el labio superior, – Eres un idiota.
Y salió afuera.

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