jueves, 13 de octubre de 2011

I Don't Understand Nothing: Capitulo XVII



No  tuve la oportunidad de comentar nada más, Heath me agarró y me arrastro al armario de que estaba en la esquina del pasillo donde estábamos hablando. En el mejor de los casos los armarios eran estrechos, en el peor no había espacio. Nos encontrábamos, o yo me encontraba apretada contra la pared y por lo visto Heath no tenía problema en moverse.
Sus manos se movían por debajo de mi ropa. Mientras hacía eso me dedicaba a acariciar su cabello. Estaba tan suave como siempre que podía tocarlo, le di un tirón cuando abrió la blusa y se dedico a acariciar mis pechos desnudos, como siempre había evitado colocarme el odioso sujetador del infierno. Suspire profundamente, como había extrañado estar así, a solas con él.
– Cariño, si sigues pegando esos gemiditos nos van a encontrar. – Me cubrí la boca, ¿había estado gimiendo? Al parecer mi pregunta estaba escrita en la cara. – Si amor, lo estabas. Sabes que me encanta pero en este momento me interesa que no nos encuentren en especial porque no tenemos mucho tiempo.
Asentí, – He estado extrañando tus caricias. – Me sonroje al completo por esa confesión, además porque la imagen que guardaba de nuestro último encuentro se me vino a la mente.
Heath sonrió dulcemente. – Yo también he extrañado el roce de tu piel contra la mía, además de esto… – Sus manos se posaron en mi trasero y me levanto sin esfuerzo, manteniendo una mano allí, con la otra acarició mi pierna. – Enróllate en mí mi amor, quiero sentir esas hermosas piernas tuyas.
Enrolle mis piernas alrededor de sus caderas haciendo presión, el gemido de Heath fue lo mejor que había escuchado, – Ya no soy la única que gime.
Él me miro de una forma extraña, – Eres mi combinación favorita para el desastre.
Sin previo aviso me beso con rudeza, haciéndome gemir cuando su lengua jugueteo con la mía. Enrede mis manos en su cabello y presione más fuerte mis piernas contra la protuberancia que sentía. Eso fue todo lo que necesite para que Heath gimiera y comenzara a moverse contra mí, de pronto él termino el beso y chupo mi cuello. Tuve la extraña sensación sobre; que no me molestaba para nada si me dejaba una marca en el cuello, todo lo contrario lo ansié.
Pero abruptamente Heath rompió nuestro abrazo y por poco casi caí cuando se separó de mí.
– Tiempo fuera. – Pegó su frente contra la mía y coloco sus manos a ambos lados de mi cabeza. Parecía que si me concentraba bien iba a poder ver como se formaban las diferentes ideas en su mente. – Tu y yo no podemos estar juntos en un armario, esta comprobado.
Bufe, – ¿Por qué no? Si solo nos besábamos. – Por un momento creí estar peleando con papá, Heath tenía la misma mirada con el ceño fruncido. Pero luego su expresión se suavizo.
Movió una de sus manos desde la pared y la posó en mi rostro. – Eso no fue un solo ‘nos estábamos besando’, ¿sabes lo que estaba pensando? ¿Lo que aun pienso? – Negué, y quise decir que hasta ahí llegaban mis dones de adivinación, su rostro estaba tan tenso que quería relajarlo con algún comentario estúpido, pero preferí guardar silencio y esperar a que hablara. Él respiro con fuerza antes de continuar. – Estaba por tantear mis bolsillos por un maldito condón ¿y sabes lo peor? Que realmente no me importaba si lo tenía o no. Cinco segundos más y ambos estaríamos en una sesión de sexo sin protección, y ninguno de nosotros quiere eso. Además de estar en el lugar equivocado para hacer eso, muy equivocado.
Me sonroje, a mi tampoco me hubiera importado mucho lo del condón y menos lo del lugar, aun no me importaba… ¿Por qué mi cerebro no hacía nada racional hoy? Le estaba gritando hasta hace unos minutos a una embarazada en su etapa de súper híper sensibilidad, y ahora quería sexo sin protección con Heath, en el armario de mi casa.
Suspiré, y él asintió torpemente, – Exacto, no te quiero en la misma posición que Betsy, tratando de saber como decirle a tus seres queridos porque te quedaste embarazada tan joven sin que nadie se altere.
Sentí como si quince kilos cayeran sobre mí sin previo aviso.
Lo mire a los ojos, – Tú si sabes como lanzar un balde de agua fría, sobre una adolescente con hormonas desquiciadas.
Él me miro algo arrepentido. Era bueno saber que por lo menos se sentía así. – En realidad la imagen mental era para mí. Lamento si te afecto. Ahora, ¿te parece si nos reunimos con todos los demás y dejamos que tu padre me fulmine con la mirada toda la noche?
Le sonreí ya más tranquila. – No, antes de que me digas sobre que hablaron mientras estaban afuera.
Heath sacudió la cabeza y masculló algo, lo mire entretenida mientras se mecía el cabello con una mano, ¿se daría cuenta de que ese movimiento lo hacía cada vez más seguido desde que nos conocíamos? Heath se sentó contra la pared del armario y yo lo seguí adoptando la misma posición.
Un brazo se cernió sobre mí y me acerqué más a él. – Fue una charla entre hombres, así que fue algo aburrida para mujeres, pero básicamente hablamos de porqué no podemos llevarnos bien, además de otras cosas.
Lo mire interesada, – Y, ¿qué te dijo?
El brazo que me rodeaba se ajusto más a mí. – Creo, y esto que voy a decir me aterroriza como el infierno, que nos parecemos demasiado. Tú ya sabes, esa estúpida teoría de que los opuestos se atraen y los iguales se repelen… eso es lo que nos pasa, demasiado en común para el gusto de ambos.
Me reí de él. – No eres para nada gruñón…
– Cielo, contigo nunca sería gruñón, tienes bastante con que chantajearme, – La mirada que le dio a mi blusa hablo más que mil palabras. Me cerré los botones que aun seguían abiertos, ¿cómo no me había dado cuenta que aun tenía la blusa abierta? – No tenías porque hacerlo, me encantaba la vista que tenía… ¡ay! Ya entendí.
Asentí, y luego lo acaricie donde lo había piñizcado. Ahora que lo pensaba, nuestra relación había sido así. Al principio me había sentido algo asustada de lo que sentía por él, y en cuanto le deje mostrarme como era, todo fue bien… simplemente bien, era tierno con cada detalle que daba, era preocupado en más de una manera por aquellos que lo rodeaban y amaba, y era apasionado en cuanto una chispa saltaba entre nosotros… no, él siempre era apasionado.
Pero de lejos amaba el como con sus palabras y actos me demostraba cuanto le importaba, y dejaba tan en claro que sus intenciones eran sinceras. Él no iba detrás de la empresa de nadie, no, él solo me quería a mí y eso era tan dulce. Antes nadie me había visto, no más allá de la hermana de la chica súper bella o del genio en progreso, e incluso como la hija del exitoso abogado y de la mujer más dulce del mundo… si, sufría un poco de ese mal llamado la maldición del hijo de en medio. Simplemente era Zoey… Zoey Stonel.
– Presiento que la luna esta cerca esta noche. – La voz de Heath sonó divertida cuando me trajo de nuevo a la realidad.
Lo mire sin entender, – ¿Qué?
Él me sonrió. – Andabas en la luna, tus ojos de pronto miraron la nada y fue como si no hubiera nadie en casa. Siempre he creído que dejo a las chicas anonadadas con mi belleza pero nunca creí que las aburriera.
Le correspondí la sonrisa y lo golpee juguetonamente. – Espero que eso de las chicas haya terminado, – Le di una mirada sería y luego volví a mi posición despreocupada, – Solo pensaba en que te amo mucho. – Su aliento me besaba la piel cuando hablo a mi oído.
– Te amo Zoey Stonel, Je t'aime pour toujours mon ange. – Te amo para siempre mi ángel. Esas simples palabras me robaron el aliento… estaba prácticamente haciendo un puchero cuando le respondí.
– Moi aussi. – Yo también.
Cuando él se rió lo fulmine con la mirada, – Tenía el presentimiento de que sabías francés.
– Es un bello idioma, – Dije en mi defensa, aunque ambos sabíamos la razón… de saber francés.
– Si, y es realmente útil si un día te escapas a la capital de la moda. – Esta vez la sonrisa que estaba pintada en su rostro era una del estilo de cuando recuerdas algo gracioso y te lo guardas para ti mismo.
– ¿No vas a compartir el recuerdo? – Pregunte algo más animada, después de que matara mi momento perfecto de romanticismo total.
– Solo recordaba cuando me preguntaste cómo era vivir en la capital de la moda. Es solo una ciudad más, con un exceso de turistas que contaminan las calles. Hay la misma clase de arte aquí que allá, hay tan buenos diseñadores aquí como los hay allá, el chocolate es tan bueno aquí como lo es allá. Todo es igual.
Lo mire desilusionada. ¿Era eso verdad? Pues claro él vivía allí ¿no? Me sentía algo triste de que él pensara de esa forma.
Me encogí de hombros con mi burbuja a punto de explotar, ¿había algo más allí, no? Por algo seguía siendo la tierra de los sueños… lo mire por debajo del cabello que se había caído por sobre mi frente. – Sabes eso no es justo…
Él tomó mi rostro entre sus manos, – Mon ange, – Mi ángel. Lo mire seriamente. Su rostro estaba serio y mostraba determinación, – Apuesto a que contigo a mi lado, Paris se vería maravilloso; las calles tendrían color por fin, la misma ciudad tendría vida si tu caminases por sus calles, el cielo tendría un color maravilloso digno de ver y hasta el sol tendría un brillo diferente que te haría aun más hermosa, si eso es posible. Porque la belleza que tienes es inigualable.
Volví a hacer un puchero. Debía ser esa época del mes, estaba híper sensible y Heath no me ayudaba en ese sentido.
– Mon Dieu, ma petite, Je t’aime… – Mi Dios, mi pequeña, te amo.
Esta vez las lágrimas rodaron por mis mejillas.
Si, ya era esa época del mes.
Los brazos de Heath me rodearon y deje descansar mi cabeza en su pecho.
***
Bien, eso no había salido como había planeado… no, la verdad es que ni siquiera lo había planeado. De pronto estaba haciendo de Romeo versión siglo XX y en el siguiente instante mi Julieta estaba llorando como si el mundo se fuera a acabar ahora mientras estábamos en este armario en miniatura.
Genial, bien hecho Heath.
Me felicite con toda la ironía que podía. Y para colmo antes de que pudiera decir algo más la puerta del armario se abrió de par en par. Zoey y yo pegamos un salto, a ninguno de los dos se nos había ocurrido que podíamos ser descubiertos en este lugar, por un momento este había sido nuestro refugio… Ouch.
Hoy tenía esa maldita parte poeta a flote, cuanto la odiaba…
– ¿Qué mierda pasa aquí?
Levante la mirada reacio, pero no podíamos estar ya más aquí.
El señor Stonel no se veía para nada feliz.
– Pregunte; ¿Qué mierda pasa aquí?
Tome aire para hablar…
– Me han dicho la cosa más romántica que jamás he oído. – La voz de Zoey salió tan rápido que termino con un hipo.
El señor Stonel nos miraba a ambos, y de pronto se paro en mí, – ¿Y tenías que ponerte romántico en un armario?
Me sonroje, pero de nuevo no pude hablar, – Eso no importa, me ha dicho lo más hermoso que jamás he oído y no me importa el lugar donde me lo haya dicho, es simplemente perfecto. – Zoey puso la misma expresión que ya había visto una vez en el rostro de su madre. Oh-oh, – ¿No me vas a arruinar esto, cierto?
Su padre la miro con desconfianza, – ¿Qué tal si vamos a ver la peli de tu madre?
Zoey asintió después de darle “La mirada” y salió del armario. Como el perro faldero en que me había convertido desde hacía ya un tiempo la seguí sin dudar un segundo.
El señor Stonel me detuvo un momento y me hablo al oído, – Esta te la perdono, otro error y te mato… – Asentí sin dudar, estaba saliendo bien librado después de todo, porque él definitivamente no era idiota, él sabía lo que habíamos estado haciendo. Sin pensarlo más iba a continuar mi camino pero volvió a detenerme con su mano, – Haz que hable con Betsy, la pobre esta inconsolable.
Asentí, – Ya le sugerí hablar con Betsy, y prometió que lo haría. – El señor Stonel me palmeo en el hombro. Ahora, me sentía estupefacto. Eso era una muestra de afecto, guau.
– Bien, ahora ve, – Pero antes de poder correr detrás de Zoey él se volvió a acercar a mi oído. – Cuando este de un animo pesado o tenga cambios de humor es que viene esa época del mes, ¿entiendes? – Asentí, pero por lo que entendía de las mujeres, no se ponían tan pesadas… o eso creía hasta que me fije bien en la cara del señor Stonel; me estaba mirando con el rostro impasible, –  Chico, si aceptas un consejo de alguien que pasa por eso cada mes y que vive con tres mujeres, no la desobedezcas, hazle caso en cada cosa por más mínima que sea y por todos los cielos si te pide chocolate solo dáselo.
Ahora si estaba con la boca abierta mirándolo estupefacto.
– ¿No se estará equivocando de persona? Tal vez sea a Vincent a quien quiera decirle eso, él tiene a una embarazada de dieciséis años…
El señor Stonel sacudió una mano como restándole importancia, – Tú eres el que tiene el problema, Betsy se parece físicamente a Zoey, pero es como su madre; una enamorada del amor, que cree firmemente en que el amor no necesita de nada más, no se va a poner caprichosa ahora. Mi hija es muy, toma nota, muy parecida a su madre; el amor es una forma de vida para ambas, pero de lejos, el amor debe ser demostrado y cuando llega esta época del mes parto a comprar chocolates y créeme la recompensa es grande por algo tan pequeño, si quieres te lo demuestro.
Asentí con reticencia, – Eso quiero verlo.
El señor Stonel me miro con superioridad, – Tienes tanto que aprender… ven hijo, vamos a ir a mis reservas.
Lo seguí con el pensamiento claro de que en cualquier momento me mandaría al carajo, siempre tenía esa sensación a su alrededor. Parecía que un aura lo rodeaba.
Cuando llegamos a la sala donde estaban todos, el Señor Stonel se paro y le hizo una seña a Paul, de inmediato este se levanto y vino hasta nosotros dejando a Emily junto a Zoey. Betsy no estaba por ninguna parte. Cruce una mirada con Zoey, y con una seña le pregunte por lo obvio y ella se encogió de hombros, le fruncí el ceño y ella se levanto a regañadientes del sofá. Cuando me gire el señor Stonel me miraba con respeto.
– Solo no abuses de tu suerte, que te siga la corriente esta vez no quiere decir nada. – Se dio la vuelta para mirar a Paul. – ven a ti también te va a hacer falta esto, y que conste solo lo hago porque no quiero ver gente herida en mi casa, – Nos dio una mirada divertida a ambos, – y no estoy hablando de mis niñas.
Me encogí de hombros aunque sentía un escalofrío por ese comentario, ya quería ver esto.
***
Me levante del sofá sin ningún ánimo. Pero si Heath se arriesgaba a andar al son de Papá, yo podía hacer un esfuerzo.
Fui hasta mi cuarto pero ahí no había nadie. Al mirar por la ventana hacia el jardín vi que Vincent y Betsy estaban abrazados mientras se balanceaban en el columpio. La culpa me golpeo, yo no debería haber reaccionado así, ella era la única persona, bueno tal vez ya no la única persona que me entendía en este mundo pero era una de esas raras personas.
Bien era ahora o nunca. Salí fuera de la habitación y corrí escaleras abajo hasta llegar a la puerta trasera de la casa, Vincent fue el primero que me vio y su cara me dijo más de lo que esperaba; Yo no le agradaba. Podía vivir con eso, porque si ha Vincent no le agradaba el que molestara a su novia, eso quería decir que era un buen novio para mi prima ¿no? Significaba que de verdad la quería.
Camine despacio sobre la hierba, los pensamientos se agrupaban en mi mente junto con palabras de disculpa y cargos de conciencia… al final llegue a su lado y me aclare la garganta, ambos se separaron y Betsy me miro con ese deje de orgullo que reservaba para la gente que le caía pésimo, creo que eso hizo que el peso que se había puesto en mi estomago fuera mucho peor.
Mire a Vincent, – ¿Puedes dejarnos a solas?
Vincent hizo exactamente lo que esperaba. Me mando al diablo con una mirada, como no desistí hablo, – No, no voy a dejarla sola para que le grites a tu antojo, una vez esta noche es suficiente.
Me puse roja de ira, – Déjanos a solas.
– No le hables así a mi Vincent. – Betsy se levanto del columpio. – Si quieres decir algo, solo dilo y vete.
Baje la mirada, las lágrimas me quemaban los ojos por salir, – Mira lo siento, pero solo es que duele, creí que podíamos contarnos todo… creí egoístamente de que yo sería la primera en saberlo… – La mire a los ojos, – Y duele que no sea así.
Betsy me miro aun seria, – No es la falta de confianza Zoey, solo que creí que así sería mejor para todos, creí que lo entenderías pero tienes razón eres egoísta, confié en que si lo decía de esta manera me apoyarías… – Ella dejo de hablar.
Bien, sé leer entre líneas, por lo menos en esta ocasión. Esta tarde había estado jugueteando con la pulsera que me había regalado ella una vez, ella tenía una igual... Un dije de amistad, por dos primas que se querían como hermanas, pues ya no. Me la quite y se la entregue, – Ya no más amigas, ¿no?
Betsy me sonrió con ironía, – Yo creo que no. Dolió ¿sabes? Dolió mucho el que no quisieras escucharme hace un rato cuando trate de explicarme y apuesto a que estas aquí solo porque alguien te lo pidió, – Eso si que me dolió. Bueno toda verdad era así, – Así que no, prefiero no seguir siendo tu amiga, – Acepto la pulsera y si más que decir desencamine los pasos que había dado.
Cuando llegue a la puerta deje que las lágrimas corrieran. Subí las escaleras hasta mi habitación y me dirigí al baño. Me veía horrible en el espejo, trate de verme mejor lavándome con cuidado la cara. Cuando creí estar presentable baje hasta la sala.
Y casi sentí ganas de sonreír cuando vi a Heath y a Paul con la boca abierta. Papá y mamá se estaban besando de nuevo.
***
No. Podía. Ser.
Lo había hecho, era cierto. Todo era cierto.
Flash back
El señor Stonel se acercó a la despensa y saco una bolsa de M&M, Paul y yo lo observamos. Paul, porque no tenía idea de que hacía aquí y yo porque él pensaba que iba a ganar algo con una bolsa de chocolates.
Este hombre estaba loco.
– Tomen nota mocosos, – Antes de encaminarse a la sala nos dio una última mirada, – Mi esposa esta en esa época del mes y no tranza tan fácil, pero ya verán, hoy vamos a ver una autentica película de chicos.
Salió de la cocina con su bolsa de chocolates y se acercó a la sala donde estaban Emily, Ed y su esposa.
Oh si, esto tenía que verlo. Después de la última amenaza que había tenido con la película, las apuestas iban Shenney Stonel 1 v/s Edward Stonel 0.
La señora Stonel lo miraba con desconfianza cuando llego a su lado. Era obvio, yo también lo haría si lo viera sonriéndome como lo hacía con ella. – ¿No vas a querer cambiar mi peli, cierto?
El señor Stonel le sonrió mostrando los dientes perfectos que tenía, – No, tu sabes que no me gusta hacerte enojar, – ¿Su voz había bajado de intensidad? Coloco una mano sobre el rostro de su esposa, el cariño era palpable, además de otras cosas. – No me gusta estropear esa hermosa cara con un ceño fruncido, solo pensé que te gustarían unos chocolates para ver la peli.
Ella le sonrió de oreja a oreja y ambos, Paul y yo, la vimos dar saltitos en el sofá.
– ¿Me trajiste M&M? ¿Si? – Ella se le acercó, hasta que quedaron ‘demasiado’ pegados. – Tú sabes que son mis favoritos. – Ella se puso ha hacer pucheros, sip, Zoey era un clon de su madre y si un día llegaba a ser como ella, realmente iba a ser una mujer irresistible. Al demonio si dejaba que fuera así con otro. Mire a Paul, él también estaba algo contrariado o quizás tenía la misma imagen mental que yo, solo que imaginándose a Emily.
El señor Stonel bajo su boca y roso los labios de su esposa. – Puede ser, ¿ya comenzó tu peli?
Ella batió sus pestañas inocentemente, – ¿Tal vez?
Era como ver un tira y afloja, y como Paul que ya estaba sonriendo me di cuenta de a donde iba esto.
El señor Stonel abrió la bolsa de M&M y saco uno y se lo metió a la boca, – ¿Por qué no miramos otra película? Esta noche hay más hombres que mujeres… y tal vez sea más larga para que puedas comer todos los M&M que quieras.
Ella le respondió con puchero. – ¿Qué vamos a mirar? – Pan comido.
El señor Stonel tomo un M&M y se lo puso en la boca para callarla, en cuanto ella comenzó a masticarlo la beso.
Mire a Paul, estaba igual de rojo que yo. No era para menos, no todos los días podías ver a dos padres dándose un beso con lengua en frente de sus hijos y visitas. Minutos más tarde cuando se separaron, el señor Stonel se encamino a la tele y puso una película.
– Vamos a mirar el Origen. – Se tiro en el sofá haciendo a un lado a Emily y a Ed que estaban allí y apenas se termino de acomodar su esposa se coloco a hojarascas encima de él. Tuve que cubrirme los ojos cuando ella comenzó a mordisquearle la barbilla y la mano de él descanso sobre su trasero.
Fin Flash Back
Quiero ser como él.
– ¿Qué sucede? – Mire a Zoey, y luego a sus padres. Ella siguió mi mirada. – No creo que podamos estar así de juntos.
Su voz estaba ronca. Había estado llorando, la abrace y la lleve a uno de los sofás individuales. Me senté y por poco caí en la tentación de colocarla a hojarascas encima de mí. No era como si sus padres que ahora estaban besándose de nuevo pudieran vernos, y más cuando Edward había ido a apagar la luz y a recibir la pizza. ¿Era esto tan normal? Mire a Paul que también me observaba.
Sus labios me decían; Esto es increíble. Le sonreí y levante el pulgar. Estaba absolutamente de acuerdo.
– ¿Qué les pasa? ¿Qué sucede? – Zoey estaba mirándonos a todos. – ¿Es porque ellos aun después de pasar la adolescencia siguen besuqueándose como si tuvieran mi edad?
Le sonreí, recordaba como se había sentido estar entre sus pechos, por inercia una de mis manos voló hacia sus pechos.
Demonios, se sentía mejor que bien.
– Chico, tengo la experiencia de mi lado. Si crees que puedes tocar a mi hija solo porque yo estoy aquí saboreando a su madre. Estás loco. Así que quita esa mano o te mato.
La quite como si quemara, tan rápido que Zoey se quejo audiblemente. Emily comenzó a reírse.
– Paul si crees que no te veo solo porque estas más alejado de mí, eres más idiota que el que esta ahí. – Dijo apuntándome, no supe si sentirme ofendido o avergonzado con sus palabras. – Así que mantén tus labios para ti.
La risa de Emily paro en seco, – Oye, no es justo que tu seas el único aquí que pueda disfrutar. Además, no hacemos nada malo. Tú eres el único que cuenta dinero delante de los pobres.
Y como para afirmar eso, el señor Stonel hizo algo que ninguno de nosotros pudimos ver e hizo gemir a su esposa. Oh-oh, esta iba a ser una peli para adultos en un rato más.
– Edward. – Se quejo su esposa, pero antes de seguir escuche la bolsa de M&M. ¿Es que podían arreglarlo todo? Benditos sean los chocolates.
– Emily, te diré esto; beneficios maritales. Cásate y luego cúlpame.
Todos bufamos. Mientras ellos reían.
Zoey se pego más a mí y yo la abrace porque sentía que ningún chocolate iba a salvar a mi nena esta noche. La tristeza de sus pequeños suspiros me entristecía a mí también.
– No te perdono, – Le susurre al oído. Ella negó aunque había hecho una afirmación. – Se fuerte mi amor, todo va a ir bien. No hay nada que no se pueda reparar.
– Desearía no haberle dicho todas las cosas feas que le dije, – Respondió entre susurros.
– Hay veces en que nosotros no sabemos que impacto tienen nuestras palabras en otras personas, a veces nosotros simplemente queremos descargarnos y después parece imposible arreglar el daño, pero puede serlo amor. Solo dale tiempo a Betsy, deja que todo se enfríe.
Ella asintió y me beso en los labios. Y como si fuera lo más natural la acomode en mi abrazo y puse una de mis manos en su muslo derecho. Nos separamos cuando Paul se aclaro la garganta. Lo fulmine con la mirada pero él y Emily se estaban riendo, era obvio que si ellos no podían besarse tampoco lo haríamos nosotros.
Por lo menos podía tenerla abrazada de esta manera, estando entre mis brazos donde podía cuidarla de cualquier mal.

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