miércoles, 4 de mayo de 2011

Werewolf; Capitulo VI "Luna llena..."



>> Cementerio General de Sibiu 2:14 PM <<

La familia de Ben estaba completa, sus padres y sus hermanos, y algunos seres queridos que quisieron acompañar a la familia, por mi parte estaba alejado del la gente. Oculto en medio de un monolito que se alzaba sobre mi cabeza, aunque estaba alejado pude escuchar la ceremonia. Supongo que Megan no podía, aun así se quedo a mi lado. Me había obligado a traerla, hace un par de horas me había llamado dándome la hora en que pasara a buscarla, intente protestar pero decidí traerla, odio estar solo. Fred estaba en el hospital, no muy feliz pero lo estaba. No tenía idea de los otros Mandos, solo que habían estado en la madrugada en el hospital para saber la situación de Fred, después de que los lobos de Fred avisaran lo sucedido a la manada.
Cuando la ceremonia acabo la gente acudió a dar el pésame a la familia, tome la mano de Megan para que me acompañara, podía oler lo nerviosa que estaba por las miradas lascivas que nos daba la gente, me culpaban, era obvia mi irresponsabilidad, han pasado días desde lo ocurrido y no había atrapado al responsable, que con sorna se paseaba en nuestras narices, ellos lo sabían y yo también. Mi fallo como Alpha.
– Lo siento – Dije mientras de daba un beso en la mejilla a la madre, estreche las manos del padre y los hermanos menores del que en vida había sido mi amigo. Ellos solo se limitaron a asentir levemente. Estreche la mano de Megan, para darme fuerzas y salir del lugar.
Estaba por irme cuando vi a Fred venir hacia mí, con una visible cojera, a su lado venían Franco (Cuarto Mando) y Mark (El Gama, como gusta llamarse), todos vestidos de negro.
– Vaya Fred, siempre dijiste que aunque nos muriéramos todos juntos nunca te pondrías un traje negro. – Dije para calmar lo tenso que estaba el ambiente a mí alrededor.
– ¿Se puede saber a donde te estabas fugando? – Dijo con una sonrisa arrogante, algo nuevo en él – Ten y ponte a tocar.
– No me digas…
– Si, toma de una vez el teclado, el pobre de Franco tuvo mala noche.
– Descuida creo que aguanto estar todo el día con el brazo estirado – Dijo Franco, aun con el brazo estirado, gracias a mis dudas. Cuando nos reunimos solo nosotros, siempre nos tratamos por nuestros nombres, es lógico después de todo somos grandes amigos. Tome el teclado que me ofrecía.
– ¿Qué canción toco? – Dije sin ánimo.
– Que arrogante, como sino te fuéramos a acompañar – Dijo Mark mostrándome que llevaba en cada mano, la guitarra acústica de Fred y la suya – Ten en cuenta que hemos dejado de lado el saber quien es esa modelo que esta a tú lado. – Dijo mirando a Megan.
– Calla o eres hombre muerto – Dije entrecerrando los ojos.
– Bien cállense – Fred pego un suspiro – Se nota que falta Ben, él era el que nos callaba cuando comenzábamos a pelear… – Nos quedamos en silencio un momento – hmph… toquemos The Unforgiven, y Nothing else matters, su favorita.
– Okay – Dijimos todos mientras Megan nos veía.
– Quédate cerca – Le dije. Y marche con los demás donde estaba sepultado nuestro amigo.
– Como tú digas. – Me dijo Megan regalándome una sonrisa.
Coloque el teclado en su atril, no necesitaba de una partitura, después de todo estas canciones varias veces las hemos tocado por hobby, siempre de la vieja escuela como Metallica.

New blood joins earth
And quickly he’s subdued
Through constant pained disgrace
The young boy learns their rules

With time the child draws in
This whipping boy done wrong
Deprived of all his thoughts
The young man struggles on and on he’s know
A vow unto his own (The Unforgiven, Metallica)

Mientras Fred tocaba la canción, Mark hacia los contrabajos con la segunda guitarra y yo los seguía dando la alusión del piano y a veces de la batería, Franco cantaba levemente, como segunda voz, nuestra voz primera yacía ahora bajo tierra. Así despedíamos a nuestro amigo. Sin darnos cuenta, varias personas se quedaron escuchando en silencio mientras tocábamos. Terminada la canción, Fred comenzó con los acordes de Nothing Else Matters.

So close no matter how far
Couldn’t be much more from the heart
Forever trusting who we are
And nothing else matters

Never opened myself this way… (Nothing Else Matters, Metallica)

No fue hasta que íbamos por la mitad de la canción cuando me di cuenta que una pequeña voz, no desentonada, cantaba a coro con Franco. Mire a Megan dándole aliento para que cantara más fuerte, en cambio me dio una leve sonrisa y siguió cantando en el mismo tono.

Terminado nuestra pequeña despedida guardamos los instrumentos y nos dirigimos a la salida.
– Se puede saber ¿Cómo es que estas aquí Fred? – El aludido simplemente se quedo en silencio.
– De donde quieres que te contemos, ¿antes o después de armarle jaleo al doctor de turno? – Dijo Mark. Todos quedamos mirando a Fred.
– En verdad quería estar aquí… – Fue todo lo que dijo Fred.
– Si, y ni te imaginas Jay, soborno al Doctor diciéndole que si le daba el alta... – Fred lo miro con ganas de matarlo – ¿Qué? Solo iba a decir que ibas a dejar de hacer barullo si te daba el alta. La decisión fue más que obvia.
– Bueno chicos, yo me voy – Dijo Franco cuando ya estábamos en la salida – Grace se ha sentido pésimo, en estos últimos días.
– ¿Grace? – Por un momento pensé que Franco no iba a responder.
– Es mi hembra, digo mi novia. Esta embarazada de 6 meses y medio – Por la cara de Megan vi que le sorprendía – Así que sino quiero dormir en el piso de la habitación, es mejor que me vaya rápido. Adiós chicos y adiós…
– Megan Grey – Dijo Megan sonriendo.
– Adiós Megan. – Dicho esto se fue.
–Así que la modelo se llama Megan Grey… un momento porque me parece familiar ese nombre… – Dijo Mark pensando.
– Tarado es la hija del Jefe de la policía – Dijo Fred provocando que los ojos de Mark se abrieran hasta más no poder.
– Jay ¿estás loco? – Dijo – ¿Qué vamos a hacer si un día de estos te pega un tiro por seducir a su hija? – me encogí de hombros.
– Pues ese día… – Dijo Megan mirándolo a los ojos – Tendrás que cavar un hoyo bien profundo… porque no he visto a papá errar un tiro nunca – Lo dijo como si fuera el comentario más inocente del mundo.


Cinco días después…
>>Castillo Difontiel 9:02 PM<<

Podía sentir a Debussy, a Beethoven, Chopin, en cada tecla que Jay presionaba… en la música que él tocaba… hasta terminar con algo tan simple como Yiruma. Y una que otra creación suya, a las que les restaba valor. Él nunca se ha dado cuenta, la forma en que ve el mundo, siempre es todo antes que él. La manada antes que todo. Esa es la ley del lobo.
Camine por el pasillo cerca de la oficina de Jay. No me permitiría entrar ya que hace una semana que no me habla. Duele. Pero admito mis errores, y si mi hijo no me quiere aquí, no le obligare a verme, por el momento me quedaría, solo espero poder aguantar. Vivir tantos años a veces te pasa la cuenta. Extrañas más las cosas, una vez las entiendes. Ahora solo sería un fantasma en el castillo, que frase tan apropiada. Era eso o sufrir por el hielo en la voz de Jeremy. Di un fuerte suspiro y regrese por donde había venido. De todas formas tenía que ir a encontrarme con…
Fui a la cochera y saque mi motocicleta, nadie pensaría que es inapropiada para mí, a excepción de quienes me conocen y saben más o menos que edad tengo. Físicamente estaba por los 26 años, gracias a Fede… quite ese pensamiento de mi mente. Arranque y partí hacia mi destino.

>> Jeremy <<

Han pasado ya varios días desde la pelea en la reserva, sin contar del funeral de Ben. No quise ir solo… No me gusta la soledad. Megan me llamo una hora antes del funeral para preguntar si quería su compañía.
Una vez terminado todo la lleve a ella y a Fred en mi auto, ya que Mark había ido por él al hospital, pero después del funeral tuvo cosas que hacer por lo que lleve a Fred conmigo.
Megan, no muy conforme la deje en su casa yo tampoco quería pero, era mejor Fred y yo debíamos conversar.
Una vez en casa lo interrogue pero estaba confundido, intente presionar pero nada salió. Desistí por ese día, ya que el anterior había estado apunto de morir.
Por otro lado me puse a pensar en la voz dentro de mi cabeza, tal vez estaba enloqueciendo. Todo esto se estaba poniendo raro, estos últimos días han sido de paz, no hay rastros dentro de la reserva ni indicios de algo, Antes de la tormenta caiga siempre hay paz. Ese pensamiento no me agradaba, pero algo me decía que el asesino no se mostraría hasta después de Luna Llena, era lo suficientemente inteligente como para no meterse con una manada completa. Y más con los lobos de Fred tan cabreados como están, humillarlos no fue lo mejor que pudo hacer. Menos dejar a Luce… sin nadie en el mundo. Uno de los lobos muertos era su hermano, el único familiar que poseía…
Mi móvil comenzó a vibrar, lo mire era un mensaje multimedia, no reconocí el número, de igual forma lo abrí. Era mi princesa, estaba vestida con un la camiseta rosa de Minnie Mouse y una faldita a plises, se había hecho dos colitas, se veía adorable, la guarde, al parecer sabía cuando me deprimía. Lo vi una y otra vez, al final lo deje de fondo de pantalla. Por último deje la pantalla del móvil encendida y lo coloque donde deberían ir las partituras. Sería mi inspiración.

Di un gran suspiro, no podía quedarme encerrado tocando durante toda la noche, intentando apaciguar mi locura, mire la hora, eran las 11:20 PM, me levante del piano, había estado tocando más de lo que en días o semanas normales hacía.
– Hasta que dejaste de tocar, – Pegue un salto, maldito cuando quería camuflarse lo hacía fantásticamente – Me preguntaba a que hora te darías cuenta que estoy aquí y que por cierto e increíble que sea NO soy parte de la decoración.
– Si quisiera el cuadro de un príncipe azul te llamaría. Pero no creo en cuentos de hadas – Dije sonriendo. Mientras el me devolvía el gesto desde mi escritorio donde estaba sentado, luego se levanto y se acomodo en uno de los sofá que están cerca del piano.
– Al parecer Megan aun no hace correr mucha sangre por esas venas, tu corazón sigue congelado. – Dio un gran suspiro, pero después pareció recordar algo gracioso – Créeme cuando les dije a los chicos que tenías novia, no me creyeron hasta que te vieron de la mano con ella. Hubieras visto sus caras… – Solté una carcajada.
– Me alegra divertirte, pero ahora dime que haces aquí… – Levanto una mano para callarme.
– Ya hombre, nada solo vine a ver como estabas y además quiero que hagas memoria con la siguiente descripción que te voy a dar, quiero que pongas atención y hagas el mayor esfuerzo posible ¿si? – Me quede en silencio para que continuara, mientras Fred cerró los ojos y comenzó a hablar pausadamente – Un hombre, alto, cabello oscuro, tez blanca, ojos marrón rojizo, musculatura promedio (entre hombres lobo), caminar airado y un arete de plata en la oreja izquierda – Abrió los ojos y me miró – ¿Lo recuerdas? – Me quede en silencio un rato, esa descripción era buena pero al parecer mi memoria no lo era, algo en mí me decía que hiciera memoria más fuerte. Pero algo estaba reacio a hacerlo.
– No lo recuerdo… – Masculle.
– Jay, primero que nada mi padre esta demorando demasiado con la investigación del arete. Segundo el tipo que te describí es quien le disparo a Luce o mejor dicho el dueño de la bala que intercepto Luce. – Luce de alguna forma se había logrado meter en la pelea cuando el tipo había intentado matar a Fred por la espalda – Tercero y lo más importante, mi memoria no es tan mala Jay, sé quien es ese tipo y si aun no has unido los cabos sueltos te lo diré de forma simple. Mi padre sabía perfectamente a quien pertenecía el arete en el momento en que lo vio. – Me quede estupefacto.
– ¿Quién es? – Solté, cuando pude volver a hablar.
– Creo que deberías preguntárselo a Steph cuando haya vuelto, estoy más que seguro que ella ya lo sabía, nada se escapa de su sexto sentido, menos algo que te dañaría – Dijo levantándose del sofá en que estaba sentado. – Ahora me voy.
– ¿Cómo que te vas? No puedes dejarme así, es mejor que lo digas de una vez. Tenemos que detenerlo…
– Jay – Dijo interrumpiéndome – Ese tipo no se meterá con nosotros por ahora, mañana por la noche haremos cacería de brujas si es lo que quieres, ahora solo quiero ir a mi casa, pero si quieres saber de quien se trata, ya sabes a quien preguntar. No intentes replicar con el que no te hablas con ella, amigo sé que tienes tus motivos, pero quiero que hagas memoria. Ella es la mujer, aunque sea un vampiro, que te salvo la vida cuando eras un bebé, si ella no te hubiera salvado en ese momento, ni si quiera hubieras llegado a tener un año de vida, solo piénsalo. Es tu madre. Adiós. – Dijo saliendo.
Me quede bastante rato parado en el mismo lugar en que había estado hablando con Fred, definitivamente mi memoria estaba mal. ¿Cómo pude olvidar lo que mamá había hecho por mí? Aun así ¿eso era suficiente para perdonarla?
– ¿Por qué la vida no es más fácil? O mejor ¿por qué no te regalan un manual de cómo vivir cuando aprendes a leer?
Con todas aquellas interrogantes me fui a mi cuarto necesitaba desesperadamente los consejos de mi almohada.

>>Stephaniel<<

Aparque cerca de la salida, deje mi moto escondida entre los arbustos, y me encamine donde sabía podía encontrarlo. Caminé mezclándome con la noche, uno de los pocos talentos que me quedaban, así lo hice hasta que estuve cerca del jardín posterior de la gran mansión, había flores de variados colores, asemejando la primavera tan escasa del lugar. La tentación ganó, me agache y corte una pequeña flor amarilla, ese color me llamaba siempre la atención. De un momento a otro me sentí observada, podía sentir el olor de la persona, aunque no la veía, también sabía que era mi cuello su objetivo, me levante delicadamente, para no llamar la atención.
– Elizabeth, por millonésima vez en todo el tiempo que te conozco, nunca vas ha lograr matarme si no sabes camuflarte.
– La verdad solo quería avisarte, que estas en mi territorio y que no necesito camuflarme para destriparte – Me dijo apunto de sonreír, de seguro se sentía feliz de tener la oportunidad de matarme sin testigos que la detuvieran.
Le di mi mejor sonrisa arrogante, odiaba parecerlo, pero si lograba salir de aquí sana y salva, sería mi sonrisa favorita.
– No tengo tiempo para ti, donde esta tu marido.
– No te interesa donde este, – Al parecer no estaba, después de estar en silencio un momento continuo – No eres bienvenida aquí. – eso lo sabía de ante mano.
– No me provoques Elizabeth, eres y serás siempre una debilucha – esta comenzó a rodearme, de a poco comenzó a aumentar la velocidad, hasta el punto en que ya no la vi. La maldita era una cazadora, era obvio que tenía el don de la velocidad. Me maldije para mis adentros por haberla provocado. Primera regla de hombres lobo Tienen el temperamento corto NO los provoques. Cerré los ojos y deje de respirar, así por lo menos sería menos doloroso.
– ¡Elizabeth! – Abrí los ojos y la vi. Estaba a punto de quebrarme el cuello de un golpe. Volví mi mirada hacia donde venía la voz que me salvo. Sino estuviera tan decidida, me hubiera lanzado a los brazos de Fede. Volví a respirar, Dios aun me quieres. Dije para mis adentros.
– ¡Frederick! – Exclamó esta con toda su frustración – Era un golpe limpio – Dijo suavemente, apenas y perceptible. Aun mantenía algo de la audición vampírica, por lo que la escuche. Fede le respondió con un gruñido.
– ¡Vete de aquí Elizabeth! – Apenas y contenía su ira. Esta dudo un momento, pero después asintió sin ganas en dirección a Fede, se volteo hacia mí y me gruño.
– Siempre hay otra oportunidad, recuerda La tercera es la vencida – Dijo antes de irse, eso solo me dejaba otro intento, ya lo había intentado hace cuatro años y se había detenido por la misma razón que ahora.
– Lo siento – Dijo Fede rodeándome con sus brazos – Acabo de llegar, pero te prometo que esto no volverá a ocurrir – Hablo contra mi cabello, se sentía tan bien estar en sus brazos, no quería separarme, pero si esto me devolvía a mi hijo lo haría. Como pude me libere de su abrazo.
– En efecto no habrá otra oportunidad, porque no nos volveremos a ver, me iré en unos días de vuelta a mi Alemania, ya no puedo permitirme volverme más débil y menos dañar a mi hijo y a los tuyos, mi conciencia no me deja.
– Eso mismo dijiste hace cuatro años y estamos aquí de nuevo. ¿Qué? No lo entiendes, debemos estar juntos…
– Tu que sabes, SOY un vampiro, tu morirás y yo seguiré viviendo…
– Ya no, o por lo menos ya no eres lo de antes, la mayor prueba es lo cerca que estuvo Elizabeth de matarte, y no intentes interrumpirme, sabes mejor que yo lo que mi sangre te ha dado…
– Por lo mismo, me convertí en vampiro porque no quería morir. Y lo que tu sangre me ha dado es lo que más odio. Me ha vuelto a ser una humana, mírame, soy deprimente, tanto que ya puedo exponerme al sol sin sentir que me quema, y mírame cada vez el calor de mi cuerpo sube…
– No, no me mientas, tu y yo sabemos porque te convertiste, lo hiciste para vengar a tu hermano de la bestia que lo mato… Steph mírame ahora tú a mí, desde el día en que te dí mi sangre por primera vez un lazo se formo entre nosotros. No lo rompas ahora, no cuando te he vuelto a recuperar. Te amo, no lo hagas.
– Fede no… no lo hagas… – Comencé a sollozar – Mira aquí otra prueba, incluso puedo llorar, estoy a poco de volver a ser humana Fede. No puedo quedarme aquí. Ya es difícil el que Jay nos viera, más si se enterase de que me diste tu sangre, él siempre ha creído que me alimento de animales…
– Técnicamente lo soy bebé… los años caen en ti Steph, ya no aparentas los 18 años, como cuando te conocí, no podrás seguir ocultándoselo a Jay, en algún momento se dará cuenta. Tendrás que decirle en algún momento que mi sangre, la de un licántropo, te volvió humana… efectos secundarios que nadie espero.
– No importa, estoy decidida a que esto es el fin – Dije más para mí que para él.
– No te mientas Steph, nos amamos y eso es un hecho.
– Pues también es un hecho el que tienes cuatro hijos, y dos de ellos te necesitan, son apenas unos bebés. Piensa en ellos, entra en razón.
– Ocupaste la misma técnica hace cuatro años, no te funcionara dos veces.
– No es ocupar alguna técnica, es apelar a tu sentido común, quiero que lo hagas. – Respiré profundamente y me encamine a la segunda cosa que me traía aquí – Frederick he pensado sobre contarle a Jay lo que olvido hace seis años.
– Vas a cambiar de tema, bueno. Pues yo también he pensado sobre eso – Dijo cambiando de actitud, ahora me hablaría como el padre que es – Ese tipo esta fuera de control, casi mata a mi hijo, aunque descuida sino quieres mandar a Jay contra él, no importa porque ahora el que saldrá de cacería seré yo. No tienes idea lo que me costó mantener bajo control a Richard.
– Yo pensaba en decirle todo a Jay, es hora que sepa contra que esta peleando.
– Ahora que van tres lobos muertos lo piensas, pudieron ser cuatro, si hubiera recibido un gramo más de plata Fred hubiera muerto, sus heridas se están recuperando todavía, cuando ya deberían estar curadas. Te aseguro que encontrare a ese bastardo y lo haré pagar – La ira centellaba en sus ojos, no pude aguantarlo y lo abracé, sin dudar él me correspondió.
– Sé que nada de lo que diga te hará cambiar de opinión, así que por favor cuídate, recuerda a Nick y a Mick, ellos todavía necesitan a su papá.
– Si, lo sé – Dijo acariciando mi espalda – Y tú ¿me necesitas?
Me quede un rato pensándolo, si le decía que si, él me seguiría buscando, pero mentir no me serviría. Nunca he sido lo bastante buena para mentirle a Frederick. Di un suspiro profundo, y comencé a hablar.
– Si yo también te necesito – Un leve rubor cubrió mi rostro.
– Te amo Steph… – Tomo mi rostro entre sus manos, acercando sus labios a los míos – Te amo y no me separare de ti – Moví mi rostro hacia un lado, no quería que leyera en mis ojos, el que yo tampoco quería separarme de él. Pero debía y lo haría. Me repetí mentalmente como una mantra, “Tiene dos pequeños que lo necesitan, cuatro hijos, una familia y TU sobras” con esto en mi mente me separe de él.
– Fede no déjalo ya por favor, es mejor que me vaya – Di varios pasos atrás – Por favor cuéntale a Jay sobre ese tipo, dile todo lo que sepas.
Dicho esto, salí corriendo de ahí, antes de lograr alcanzar mi motocicleta me encontré con una figura en medio del camino.
– Por fin te largas. Espero que esta vez te vayas para no volver. – Vi la ira contenida en los ojos de Elizabeth, su odio no podía ser medido en una escala. – Ten siempre en mente lo siguiente; “Él es mío,” soy la madre de sus hijos, y créeme que él no te extraño cuando te largaste hace cuatro años, la prueba es Nick. Si él te hubiera querido tanto no habría dos pequeños con nosotros…
No tuve el coraje para responderle, solo seguí corriendo hasta llegar a mi motocicleta, en el momento en que arranque las lágrimas inundaron mis ojos, sus palabras tenían sentido. Yo tal vez pude volver a encontrar mis sentimientos con él, pero él se había olvidado de mí, yo solo había sido uno de sus caprichos, él siempre volvería con ella.
No sé cuanto demore en llegar a casa. Pero eso no aliviaba mi dolor, aquí no había nada que me recibiera, nadie que quisiera mi presencia aquí. Las lágrimas inundaron con mayor fuerza mis ojos. Apenas abrí la puerta me arrepentí.
– ¿Jay? ¿Qué haces despierto a esta hora?
– ¿Estas llorando?

>>Jeremy<<

Mis ojos no daban crédito, se supone que los vampiros no pueden llorar. Pero mi madre tenía los ojos rojos y las lágrimas rodaban por su rostro. Se me partió el corazón por el solo hecho de verla así. En cambio ella estaba gélida, se había quedado en el umbral de la puerta sin decir palabra alguna, no sabía si eso era bueno, hasta que sentí un pequeño hipo y las lágrimas volvieron a caer. Mire con atención sus ojos. Y lo único que vi fue dolor y pena. Pero cuál era la causa, era la mayor interrogante. No. Era la segunda interrogante, la primera era ¿Un vampiro puede llorar?
Al parecer me había quedado mucho tiempo viéndola fijamente, ya que se cubrió el rostro con sus pequeñas y delicadas manos.
– ¿Mamá que esta pasando? – Pregunte, un tanto indeciso, a veces no es recomendable saber todo.
– Ja…y, ahora no – Dijo entre sollozos. La parte de mi corazón que estaba intacta se quebró y la abracé fuertemente contra mí. Su cara quedo hundida en mi pecho, pronto sentí mi camisa húmeda a causa de sus lágrimas.
– Ya mamá, tranquila…
– Jay lo siento – Dijo separándose de mí – No quería que me vieras así…
– Shh… calma – Dije no muy tranquilo. Levante su rostro, para que mi mirada se fijara en la suya – Mamá ¿qué está pasando? – Intentó esquivar mi mirada – No. – Dije tajante – Quiero que me lo digas ahora.
– Me estoy volviendo humana.
– ¿Por qué? – La pregunta se me escapo de los labios por inercia. Ella me miro por largo rato, parecía avergonzada. Hasta que soltó un suspiro y sus hombros se relajaron.
– Cuando te convertiste en Alpha, yo estaba muriendo a causa de la golpiza que me dio aquel tipo. Entonces, Frederick me había sacado de la línea de fuego y cuando todo termino nos trajo a casa, pero yo estaba en mal estado, ni si quiera mi cuerpo respondía bien, cuando se dio cuenta de eso, él me ofreció su sangre para restaurar mi cuerpo – Se encogió un poco – Después de todo los lobos pueden recuperarse rápidamente, por lo que si bebía de su sangre podría salvarme. Pero también estaba la posibilidad de morir por la misma causa – Tomo un largo aliento, le costaba trabajo hablar de esto – Siempre ha habido una teoría, sobre los traspasos de sangre entre una u otra especie, se dice que la sangre de hombres lobo es veneno para los vampiros y la de los vampiros lo mismo para ellos. Nos arriesgamos, aun cuando no estaba muy segura de esto, pero yo tenía fe en Frederick, él nunca dejaría a un niño sin su madre, no importando lo que esta fuera. Eso presentí cuando él me hizo el ofrecimiento…
– Pero no fue todo eso lo que paso ¿cierto?
– No. – Espere a que siguiera, su mirada estaba perdida en algún lugar en el que no podía alcanzarla – Se creo un lazo entre nosotros. Entre más sangre bebía, más era mi necesidad de él, me volví adicta. Pero no era lo único que estaba mal, hubo un efecto secundario, su sangre era…
Respiro profundamente, quedándose en silencio durante unos momentos, casi pensé que no iba a continuar. Iba a alentarla a seguir cuando soltó el aire que había estado conteniendo.
– Su sangre es como un antídoto para mí. Entre más bebía, más humana me volvía.
Me quedé atónito, no tuve el suficiente coraje para hablar, lo que ella decía lo cambiaba todo. No era un vampiro seduciendo a un lobo. Eran dos personas amándose en secreto. Que caprichoso podía ser el destino, jugando con nuestras vidas como le place. Mientras yo divagaba en mi mente mamá escrutaba la expresión de mi rostro. Tome aire.
– ¿Por eso te fuiste hace cuatro años? – Esa duda siempre me atacó, pero supe dejarla de lado. Pero ahora que podía obtener una respuesta no la dejaría de lado.
– Si, me sentí cada vez más débil, mis sentidos se apagaban y comencé a despertar de día. Me asusté y huí de aquí con el pretexto de que las personas se darían cuenta de lo que era. Pero era mentira, mi organismo comenzó a funcionar y seguí avanzando en el tiempo. Puedes mirar en tus recuerdos y compararme con el ahora. Me convertí a los 17 años y ahora aparento 26.
– No me había dado cuenta…
– Esa es la razón por la que vivo sola, hace mucho que deje el nido con el que vivía. Cuando no estoy contigo viajo por diferentes lugares.
No sé el motivo, pero la última frase me olió a mentira, pero ¿A dónde se iría cuando no estaba aquí? Probé mi suerte.
– ¿Tienes alguna pareja? – Negó, la mire fijamente para que hablara.
– No, solo… bueno Fede, pero él no es como eso ¿cierto? – Con esa frase supe que decía la verdad.
– Eso quiere decir que le has sido fiel a un hombre que es casado y que tiene hijos – Solté una carcajada de amargura. Ella solo me dirigió una mirada llena de reproche – Disculpa madre, pero suenas como una chiquilla ingenua.
– Por que es tan difícil creer que al amar a una persona quieras ser solo… para él… – La había hecho llorar otra vez, me sentí como el peor monstruo del mundo y lo haría a un peor.
– Lo siento mamá, pero debes alejarte de él. Aquí quien va a recibir los golpes eres tú, aléjate mientras puedas. – Termine seriamente.
– No te… preocupes, tenía pensado irme en unos días. – Dijo bajando la mirada.
– Es mejor así… si como dices ahora puedes vivir como un humano, hazlo.
– Jay – Dijo con voz vacilante – Mañana hazme un favor… – Yo asentí – Ve a ver a Frederick, él tiene información para ustedes. – Volví a asentir.
Después de eso se separo de mí, secándose las lágrimas que aun estaban en su rostro. Y se fue rumbo a las habitaciones con un suave susurro de “Buenas noches hijo”. Poco después la imité, subiendo hacia mi cuarto.

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