martes, 3 de mayo de 2011

Werewolf; Capitulo IV "Buscar no siempre es encontrar"



Fred

Había ido en la dirección que me había indicado Jeremy, había encontrado los rastros de la pelea, pero aun así no podía encontrar la dirección exacta por donde se había ido el tipo, revise durante varias horas el lugar y los alrededores aun así no encontré nada, este tipo se reía de nosotros a carcajadas.
Por entretenerme buscando en la nada es que se me hizo tarde para llegar a casa, cuando entre me encontré con que mi mamá dormía en el sillón del recibidor, me dio un tanto de vergüenza el que se haya quedado dormida ahí, porque de seguro me esperaba para cenar, me pasaba casi igual que a Jay con Steph, mamá nunca se ha fijado en que ya crecí hace ya mucho, pero con una diferencia Jay no tenía algo que yo si…
– Frederick, qué horas son estas de llegar, se supone que tu turno terminaba hace ya 2 horas – mire mi reloj ya eran las 2:30 de la madrugada – tu madre ha estado esperándote hasta esta hora. – Si. Yo tenía un padre que me vigilaba.
– Pa estoy bien, no tienes porque preocuparte – Dije dando una vuelta sobre mis talones.
– Eso dímelo cuando tenga más de 60 años y tenga un pie en la tumba – Siempre tan exagerado.
– Ya soy mayor de edad y me sé cuidar solo.
– ¡Ja! Déjame que me ría. Soy tu padre y me preocupo todo lo que quiera. Además por si aun no te das cuenta hay un asesino suelto.
– Si, si calma. – ¿Se le olvidaba que YO era uno de los que estábamos buscando a ese famoso asesino? Opte por no preguntar.
– Fede ya déjalo – Aleluya, mi salvación.
– Lo siento mucho mamá, pero me concentre mucho en un rastro.
– No importa, ya estas aquí así que ve a cenar y luego vete a descansar. – Dijo con algo de pereza.
– Okay – Si. Soy el hijo querido de mamá, y eso es lo que le revienta a mi padre, el que ella me salve.
– Hmph… – Fue todo lo que dijo papá y se fue.
– Buenas noches mamá
– Buenas noches hijo, que descanses – Y se fue rumbo a su cuarto.

Me fui a la cocina a cenar, es bueno tener visión nocturna ya que todo estaba oscuro, encontré mi cena algo fría encima de la mesa que tenemos para los desayunos en la cocina, no me importo comérmela así, después de todo había llegado tarde, supuse que como siempre mi madre había preparado la cena, tenemos algunas sirvientas y cocinera, pero mamá prefiere hacer la cena y ordenar nuestros cuartos. No sé como aguanta tanto, vivir con 5 hombres y mantenerse en pie es demasiado, nuestros cuartos son un desastre, Rick es el más ordenado, ya sé que por ser el mayor debería dar el ejemplo, pero no, no lo soy, claro que mis hermanitos pequeños, “Los Enanos” son más desordenados que yo. Nicholas, el de 4 años, con lo que sus juguetes insisten en PASEAR por la casa, Michel con su idea de que todo debe estar en todas partes, aunque no lo culpo solo tiene 2 añitos y algo más. Habla muy poco, pero habla, en cambio Nicholas apenas y habla, bueno en realidad el que habla es el Señor Teddy, su oso. Si, mi hermano habla en tercera persona, hasta a nuestros padres. Ya olvide cuando lo aprendió.
Termine de cenar y me fui a mi cuarto, ya se me antojaba una ducha caliente, pero antes hice algo que siempre (desde que soy hermano mayor hago, revise a mis hermanos). Comencé en orden hasta llegar a mi habitación, primero fui a la de Nick, estaba profundamente dormido abrazando su oso, luego fui con Micky estaba durmiendo todo destapado así que me acerque y lo volví a arropar. Fui a ver a Rick estaba igual o peor que Micky ya que había tirado la cobija al piso, recuerdo bien que cuando pequeño se iba a dormir conmigo, lo odiaba, no es que sea malo sino que Rick tiene la costumbre de darse vueltas y vueltas en la cama sin importarle con quien duerme, lo admito varias veces lo tire cama abajo. Me acerque recogí la cobija y se la puse de nuevo, claro que no fui desapercibido…
– Fred, ¿Qué haces? Ya tengo 16 – Dijo apenas despierto.
– Si, y aunque te parezca increíble también puedes enfermar a los 16 – Dije en un susurro, al parecer me escucho ya que se rió. Es cierto el que seamos lobos no quiere decir que no nos afecten las enfermedades… pero solo un poco.
– Gracias hermano, te quiero.
– Oh, no me hagas llorar – Dije fingiendo emoción.
– Buenas noches hermano – Me dijo acomodándose para seguir durmiendo.
– Buenas noches, yo también te quiero hermanito – dije no olvidando algo que desde los 12 años me ha prohibido decirle – Ex enano – Cerré con cuidado la habitación.
Después de eso me dirigí a mi cuarto que quedaba al final del pasillo, apenas entre comencé a quitarme la ropa y a tirarla al piso, sé que soy desordenado… pero ya soy muy viejo para cambiar. Me metí a la ducha y adivinen qué, mi querido padre me acababa de castigar… ¡ME CORTÓ EL GAS!!! El castigo por preocupar a mis padres… helarme en la ducha.
Me di la ducha más rápida de la historia, pero basto para dejarme temblando, busque mi pijama entre las cosas del closet, el cual consistía en un pantalón de algodón, no uso camiseta porque sé que no amaneceré con ella puesta. Y salí al pasillo, caminé lo bastante cerca de la habitación de mis padres…
– ¡YO TAMBIÉN TE AMO PAPÁ!!! – Le grité de donde estaba. Antes de entrar a mi habitación escuche la replica.
– ¡Que bueno que te des cuenta hijo! – Eso fue todo, me metí en mi cama y pobre del que me despertara.

Me traslade no sé en que momento a un lugar muy verde, había un bosque a un lado y pradera en el otro. Me sentí tan feliz de poder correr como lobo en aquel lugar. Me encanta mi forma de lobo, me siento libre. Aunque mi pelaje sea algo extraño al ser un poco más oscuro que mi cabello, y mis ojos se vuelven más claros, sin contar que mi lobo interno sale a flote, mi poder como dominante me hace ser problemático, esa es una de las razones por la que soy el Segundo de la manada, me pelee con Jay las suficientes veces… no soportaba el hecho de ser uno más entre la manada…
Bueno como decía me sentía totalmente libre y feliz al correr por esa hermosa pradera hasta que… la vi al otro lado del prado, me acerque lo suficiente para asegurarme de quien se trataba. Ella me sintió y se giro, dejándome verla de un mejor ángulo.
– Hola Fred – Su voz me invadió por completo, hace ya casi un año que no la veía, no entendía por qué mi subconsciente me hacia verla tal cual la había visto la última vez… era tan hermosa, aun más con ese vestidito rosa que tanto le gustaba, me encantaba su cabello color marrón rojizo, sus ojos chocolates, sus hermosos labios, su cuerpo… me encantaba todo de ella, hasta su… ingenuidad.
– Jess… – Ella solo me sonrió como solo ella podía hacer para volverme totalmente loco… quise acercarme pero algo me impedía mover mis patas… en un abrir y cerrar de ojos todo desapareció… junto con ella… y quede yo, mi soledad y mi dolor…
Abrí mis ojos justo en el momento en que mi madre se asomaba por el umbral de mi puerta.
– Hijo veo que ya despertaste, que bueno porque Jeremy te necesita.
– ¿Tengo qué ir al castillo? – Mamá asintió – OK, ya bajo. – Mamá salió, agradecí que no notara mi estado de ánimo. Mejor, porque no quería contar nada sobre ese sueño… mejor dicho, no quería hablar nada sobre ella…ella era equivalente a dolor. Pero también… Del amor al odio, un solo paso… en los sueños podría amarla, pero en la vida real siempre la odiaría…
Decidí levantarme y ducharme esta vez a elección mía con agua fría, quería desesperadamente borrar el recuerdo de ese sueño.
Al rato baje a desayunar, al fin y al cabo había dormido hasta las 9 de la mañana, por lo que tuve que desayunar con Nick, el Señor Teddy y Micky, (es increíble como te acostumbras a los personajes ficticios), volví a agradecer, esta vez de que no se encontrara papá en casa, o a esta hora me estaría interrogando sobre mi estado anímico.
Después de negarme diez mil veces, mientras trataba de comer, a jugar a las escondidas salí rumbo al garaje a buscar mi coche. Me lo había regalado papá hace un año, cuando se aburrió de prestarme su auto, me lo compró con la intención de que no me quejara, por lo que soy propietario de un Porshe Cayman de color azulado, tal vez no sea como el Lamborghini de Jeremy, pero corre tal cual me gusta, o sea mucho.
Cuando llegue al castillo me sorprendió el ver a Steph sentada en el sofá del recibidor de la casa.
– Hola – dije de manera casual, desde el umbral de la puerta. Me evalúo con la mirada un rato mientras me paraba frente a ella.
– Hola… no dormiste bien anoche ¿cierto? – Me tense por completo – ¿Quieres hablar? Si quieres no le diré nada a Jay.
– Déjalo Steph, solo fue un mal sueño.
– A veces los sueños nos quieren decir algo – Dicho esto se retiró, dejándome solo y aun más tenso que antes. Qué rayos se suponía que debía pensar. No, era mejor no pensar nada… vivir ignorante es vivir feliz.
– Hola – Dijo Jay detrás de mi, ocasionando que pegara un salto, ya que me había quedado mirando hacia la puerta donde había desaparecido hace poco Steph – Woo ¿qué paso? Parece que por fin te he pillado con la guardia baja, amigo eso me asusta.
– Solo me pillaste pensando – Dije aun con la mente en las nubes.
– Okay – Dijo no muy convencido – Tengo algo para tu entretención – Dijo sacando algo de su bolsillo.
– ¿Un arete? – Dije extrañado. No es común ver a un lobo con un arete, menos con un arete de plata y más si es de plata antigua. Arde como el infierno – ¿Dónde lo hallaste? – Dije aun mirando el arete.
– Megan me lo dio anoche, lo encontró en el lugar.
– Mmm… y me puedes decir que hiciste para que te lo diera así de fácil? – Lo dije sin pensar, cuando vi a mi amigo, no pude dar crédito estaba totalmente sonrojado, esperen qué dije… ¿sonrojado??? – Dios estás mal, ¿tienes fiebre? – Dije tocándole la frente, Jay respondió a mi acto de amigo preocupado dándome un golpe en la mano.
– No seas tonto… solo le di confianza… no fui como otro que trato de matarla – OK eso es un cambio de tema, bastante notorio si lo hace casi tartamudeando. Así que le seguí el juego.
– No me culpes, la chica no tenía nada que hacer ahí, además andaba un intruso en el lugar y justo donde ella estaba había un aroma de lobo extraño, ¿qué querías que hiciera? – Alce una ceja incitándolo a responder.
– No esperes a que avale tus actos. No me gusto nada como la trataste – Aquí había algo.
– Por mi no me la topara más – Mi amigo me miraba con el seño fruncido – OK quiero saber qué pasa. – Me miro extrañado – Bueno primero que quieres que haga con el arete.
– Pues mandarlo a analizar, creo… además de rastrear su procedencia.
– Aja. Puedo rastrear la procedencia con el código del arete, además es plata antigua por lo que debería ser fácil a menos que sea reliquia familiar… – Dije pensando más para mí que para Jay – y sobre buscar posibles huellas debes pedírselo al Jefe de la policía – Cuando nombre a este último Jay se tenso hasta la medula. – Ahora si, dime qué pasa.
– Este yo… – Uh estaba nervioso. Volví a alzar una ceja – Nos vio a Megan y a mi apunto de besarnos – Woo no sabía que decir, a mi amigo nunca le han interesado las chicas… no será que él… no, quise creer que era un simple capricho, en vez de creer que se tratara de eso…
– Jeremy amigo estas en un lío – Fue lo que dije cuando reaccione.
– Gracias, por aclarar lo obvio.
– Mejor dime que fue lo que paso cuando me fui. – Dije por curiosidad.

>> Jeremy <<

No quería hablar sobre lo ocurrido ayer, ni yo mismo lo entendía bien, de igual manera tuve que contarle todo, como ella era un imán para mí. Anoche antes de dormir analice un poco, en como me porte delante de ella, y llegue a la conclusión que era un imán ya que mis manos buscaban tener contacto con ella sin que yo se los ordenara. Mientras que le contaba esto, Fred se quedo helado mirándome como si de repente se hubiera ido muy lejos.
Cuando volvió, me miro de una manera diferente… ¿pena?
– Fred ¿qué sucede? – Dije algo preocupado por sus reacciones.
– Jay, tienes que ir a hablar con mi papá. Él te lo explicara – Dios, estaba serio.
– Okay, lo haré después que terminemos con esto, ¿si? – Fred solo asintió.
– Bien, entonces me lo llevo, nos vemos a la tarde ¿OK? – Se guardo el arete en un bolsillo de su camisa azul eléctrica, su color favorito, por lo menos desde que lo conozco. Y se marchó haciéndome unas señas con la mano a modo de despedida. Antes de entrar en casa lo único que vi fueron las luces traseras de su Porshe.
Me quede meditando el que, tarde o temprano debía ir con el Jefe Grey, estaba en mi poder el decidir cuando. Necesitaba los resultados de la investigación, por lo que subí a mi cuarto por mi campera negra y salí por mi auto a la cochera.

Cuando entre a la ciudad baje la velocidad del coche. Nunca me fijo en el límite de velocidad, esta vez quise hacerlo, no por seguridad sino más bien por otro sentimiento, la verdad quería demorar mi encuentro y no encontraba el por qué. El limite establecido por la ley dentro de zonas urbanas es de 60 Km./Hra. Y 120 Km./Hra. En carretera abierta. Mi casa se encuentra a las afueras de la ciudad a unos cuantos kilómetros. La mansión Stonel estaba también a las afueras, un tanto más alejada que la mía, a unos 10 Km. Aproximadamente por lo que varias veces hemos hecho carreras con Fred rumbo a su casa. Ambas casas alejadas de la urbanización, por distintos fines, la de mí familia es el mantener la seguridad de la reserva y la de la familia Stonel el turismo. Si. La familia de Fred tiene una cadena de hoteles aquí en Rumania, y el que esta situado aquí en Sibiu es además un complejo turístico, que ofrece caminatas en la reserva y charlas sobre medio ambiente. Para cuando terminé mis cavilaciones ya había llegado a la estación de policía, me estacione en el primer lugar desocupado que encontré, antes de salir abrí la guantera y saqué mis lentes de sol, odiaba el que la gente se me quedara mirando por mi color de ojos. Una vez listo me encamine a mi misión.
Cuando abrí la puerta de la estación note varias miradas sobre mí, las ignore a todas, o eso creí hasta que mi mirada se poso en unos ojos ámbar oscuro de una linda joven que me dedico una sonrisa que me dejo babeando, por mero instinto me estaba acercando a ella, pero el aroma de alguien conocido me hizo reaccionar. En efecto el Jefe Grey estaba parado a unos metros a tras de mí hablando con su secretaria, más bien dándole ordenes, me acerque a él ignorando la reacción de Megan, cuando me aleje de ella, ni si quiera me detuve a pensar que hacia aquí.
– Jefe Grey – Dije detrás de él. Dio un leve respingo y se giro.
– Jay – Dijo algo… ¿Nervioso? – Sígueme, vamos a mi oficina. Me ahorraste una llamada.
– Si usted lo dice – Dije algo desconfiado por el modo en que me trataba.
Seguimos por uno de los pasillos que dirigían a la zona ejecutiva de la estación. Ni si quiera intento hablar en el transcurso del camino. Llegamos enfrente de una puerta que tenía su apellido en letras grandes, me abrió la puerta y pase, sentándome en el asiento enfrente de su escritorio sin esperar a que me invitara, esto me olía mal.
– Bueno… el análisis del lugar de los hechos no arrojo los resultados esperados… no hay nada. – Al parecer puse mala cara ya que el Jefe Grey me dio una mirada de disculpas – Lo siento Jay, en cuanto a los análisis de tu amigo…– Saco un papel de un archivador – Toma –Me los tendió. Los leí con cuidado… es que no podía ser…
– Es que… esto…no puede ser. ¿Cómo que no hay nada? Ni huellas ¿nada?
– En realidad Jay, huellas hay, pero no concuerdan con ninguna registrada. Por lo que no podemos identificar al asesino. – Se encogió de hombros.
– OK – Dije levantándome del asiento – Disculpe por encomendarle algo tan difícil. – Dije mirándolo a los ojos antes de darme la vuelta.
– Jay – Dijo mientras yo salía por la puerta, ahora mi esperanza estaba en Fred…
Estaba por salir de la estación de policía cuando unas manos se cerraron en mi brazo, no tenía ánimos para nada. Me di la vuelta con la intención de asustar a quien me había tocado, pero me encontré con Megan, que me miraba preocupada.
– ¿Qué sucede Jay? – Me seguía mirando así.
– Megan – Le tome la mano y me la lleve fuera hacia mi auto, sin oír ninguna protesta. Una vez dentro miré hacia fuera por el vidrio de mi puerta.
– Me sorprendes – Dije más para mí – Estas aquí conmigo sabiendo lo que soy, y ni siquiera me preguntas por que te traje a rastras hasta aquí. – La mire a los ojos y ella me sonrió.
– Jay yo confió en ti, se que no me harás daño, además… yo quería verte – Dijo esto último sonrojándose, mientras miraba sus manos.
– Yo… ni siquiera sé por que te traje hasta aquí.
– A lo mejor tu subconsciente intenta salvarme de mi padre. – Dijo sonriendo.
– ¿Qué hiciste? – Dije más animado.
– YO nada – Dijo seriamente – Fue TODO culpa de Kahru y Carmen – Dijo asintiendo – Iss y yo estábamos intentando hacer un experimento en química, como nos tocaba en equipos de dos. Solo compartimos el mesón con las chicas y de repente se les ocurrió a estas una idea – Dijo fingiendo notablemente inocencia – Jugar al científico loco, comenzaron a mezclar polvos y polvos en un tubo de ensayo. Y cuando no nos dimos cuenta La Mezcla hizo ¡Booom! – Dijo alzando los brazos para demostrar el efecto. Su carita era tan expresiva que no pude evitar reírme a carcajadas de ella. – Hey no te rías esto, es serio. Esa mini explosión me lanzo al piso junto con Iss. Luego llego la profesora y nos acuso de terrorismo a las cuatro, y ahora estoy aquí. – Terminó seriamente. – Y por supuesto suspendida por una semana por vandalismo.
– Lo lamento mucho… – Dije mientras me secaba las lágrimas de risa.
– Bien ya te alegre, así que ahora me voy a afrontar mi destino. – Dijo abriendo la puerta.
– Espera – Le tome la mano y la atraje hacia mí. – Algo quedo pendiente. – Ella me miro confusa. Le tomé el rostro en mi mano y me aproxime a sus labios – Me debes un beso. – Cerré mis labios sobre los suyos y los moví lentamente, de a poco fui aumentando el ritmo, no quería intimidarla, cuando quise separarnos ella enredo sus manos en mi cabello y jalo de mí para no distanciarnos. Por mi parte genial. Enrede mi mano derecha en su cabello y con la izquierda entrelace mis dedos a los suyos. Podía estar todo el día así, pero una gota de realidad me llegó.
– Megan – Dije jadeando un poco – Tienes que ir con tu papá, ¿recuerdas?
– ¿No me puedo quedar contigo? – Dijo haciendo un puchero.
– No, cielo debes ir – Asintió levemente, estaba saliendo del coche cuando regreso. Se me acercó y me dio un leve beso en los labios.
– Para que te acuerdes de mi – Me sonrió y se fue.
– Esta niña… – Dije tocando mis labios. Me mire en el espejo retrovisor y me di cuenta que sonreía como un desquiciado.
Puse el auto en marcha y me fui a casa a esperar resultados de algo. Cuando llegue a casa, me estacione al lado del Porshe de Fred. Apenas salí del auto me di cuenta que él no era quien conducía.
– Jeremy debes decirme con exactitud donde encontraste este arete – Siempre frío.
– Estaba afuera de la caseta del guarda, Señor Stonel.
– Entonces creo que tendremos más de ESO, hasta que encontremos al asesino Jeremy. – Me quede atónito. – Este solo fue el ensayo Alpha.
Qué me estaba diciendo, ¿qué iban a haber más muertes?

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