lunes, 1 de octubre de 2012

No Wait!: Capitulo XXIX



Desperté sintiéndome acompañada como no lo había estado en mucho tiempo.
El brazo de papá me rodeaba con fuerza, por lo que me quede disfrutando de la sensación de calidez que transmitía.
–¿Estás despierta? –Asentí– ¿Vas a comer hoy?
Me había llevado un susto de muerte cuando me habían despertado la noche anterior.
Mis padres habían llegado por la noche a verme…

–¿Qué hacen aquí ustedes dos? –Les pregunte con miedo de lo que me podrían responder.
Mamá miro a papá– Yo le dije a mis padres y a los tuyos, ahora te toca Em.
Papá me abrazo– Cuando lo pones de esa forma… Em, mira mamá y yo estamos aquí porque no nos parece justo que estés sola en esta situación.
Iba a saltar de felicidad pero…
–No estoy sola, los abuelos están conmigo y también mis tíos y primos… –Dije sin dirigirle la mirada a ninguno– En esta situación.
Papá me tiró un mechón de cabello– No me lo estas poniendo fácil, verás no es justo que te dejemos sola siendo tus padres, te amamos y ya amamos a este pequeñín que tienes aquí. –Su mano cayó en mi pancita.
–¿Por qué no llamaban? ¿A caso es divertido dar sustos así? Tratarme así… –Dije sollozando.
Papá me abrazo mientras mamá me acariciaba el cabello y me hablaba con suavidad– Ya bebé, calma. No quisimos llamar porque nuestra idea es… bastante imprudente.
–Necesito nuevos horizontes. –Dijo papá contra mi pelo– Pero eso lo hablaremos mañana.
–Si, ahora debes comer.
–No quiero, solo quiero dormir. –Dije enojada porque me despertaran y apenas quisieran saber de mi bebé– Por cierto mi bebé esta sano y ya le he comprado un montón de cosas, gracias.
Papá hizo una mueca– Cariño, no te sientas enojada…
–No estoy enojada, estoy herida de que apenas quieran hablar conmigo, después que me despertaran llegan así y nada más, ni explicaciones ni disculpas.
Mamá estaba triste, se veía en sus ojos– Cariño, no es que no nos preocupes sino que es tarde y nos preocupo que no comieras, y tú abuelo Alfred dijo que te saltas las comidas muy seguido...
– No importa, solo quiero dormir. –Baje la cabeza desanimada.
Papá dejo que me acurrucara en mi cama– Bien, pero no vas a dormir sola hoy, no quiero que digas que estas sola cuando tus padres están aquí.
Me sentí animada pero luego recordé todos esos momentos de silencio, cada vez que los recordaba me entristecía.
–No gracias.
–No te lo estaba pidiendo, voy por mi pijama.
Minutos después volvió con su pijama, mamá también se había retirado con un tenue “hasta mañana” pero no volvió.
–¿Qué paso con mamá?
Papá se encogió de hombros y se metió en mi cama.
–Es hora de dormir, así que ven aquí pequeñita.
Me acosté de mala gana pero lo hice, y así es como desperté sintiendo la calidez de mi papá después de mucho tiempo.

–Y bien, ¿vas a comer? –Conocía ese tono de voz, me estaba queriendo decir que o baja a comer por las buenas o lo hacía por las malas.
Me levante lentamente de la cama, era un truco que había aprendido a la mala para que el mareo matutino no viniera tan fuerte.
–Ya voy, no te preocupes que si me dedico a comer, solo que tengo mis propios horarios.
Papá me frunció el ceño– El viejo dijo que apenas y comías, incluso me dijo que siempre tenía que mandar a Robin a buscarte.
Seguí mi camino hacia el baño– Eso no es así, ella siempre viene por su cuenta y es porque ella es así de adorable.
Papá no dijo más pero escuche la puerta abrirse, así que di por hecho que se había retirado. Me tome mi tiempo para arreglarme, demorándome un poco al maquillarme. Aun no sabía porqué mis padres estaban aquí, no me creía para nada que ellos estuvieran solo por mí.
–¡Emily!! Tus padres están aquí, es increíble. –Mire a Robin al salir del baño, estaba rebosante en alegría.
Le sonreí, no quería arruinar su felicidad pero…– Lo sé, papá se vino a dormir conmigo hoy.
Robin se encogió de hombros, pero algo pareció dejarla pensando sobre algo.
–Papá nunca ha dormido conmigo…
Tome mi bolso, el cual estaba tirado en el piso a un lado de mi cama, lo revise y cuando supe que todo lo que necesitaba estaba allí le hice una seña a Robin. La pobre parecía que estaba pensando hacer algo sobre su relación con su padre, esperaba que así fuera ya que no se veían muy unidos y eso no era bueno para una niña tan dulce como ella.
–Tal vez deberías decírselo.
–No sé, ayer me dijo unas cosas raras y lo dejamos así. Pero me alegraría que no me llamara tanto la atención que quizás apreciara algo de lo que hago. –La tristeza que emanaban sus palabras podía afectarme hasta mí.
Puse mi mano en mi estómago. Te juró que no te dejaré solo bebé y que nunca te reprocharé… por lo menos no más de lo necesario. Le dije a mi pequeñín.
–Deberías hablar más con tus padres…
Robin pegó un chillido– No puedo hablar mucho con ellos, en especial con mamá. Ella quería una niña adorable y a la que pudiera vestir con vestidos con muchos vuelos, maquillarla y con la que salir de compras. En cambio, obtuvo una niña que escalaba árboles, golpeaba a niños más grandes que ella cuando iba al jardín de niños y que detestaba los vestidos, bueno aun odio “esos” vestidos. No, definitivamente no creo que deba hablar demasiado con ella pero quiero hablar más con papá.
–Algo es algo, –Le di mi apoyo a través de un breve abrazo– Ahora vamos a desayunar, a propósito ¿cómo supiste que mis padres estaban en la casa?
Casi pude sentirla dudar– Bueno… entre al cuarto de Alex y me encontré Adrian, él ya sabía que tus papas estaban aquí.
Aun no conocía al hermano de Alex, esperaba que fuera como él, quien era un chico bastante dulce, apropiado para Robin. Su hermano no debería estar tan lejos, ¿no?
–Quiero conocer al hermano de Alex, ¿cómo es? De seguro se parece mucho a tío…
Robin me jalo de la manga del suéter que me había puesto– No te equivoques, ese tipo tiene un aura oscura y por alguna razón le desagrado terriblemente, y no me digas que es mi imaginación porque siempre me frunce el ceño.
Ahora me sentía curiosa con esa información– Eso… no es bueno.
Bajamos las escaleras como todos los días, en la bajada estaba un tipo alto y de cabello negro. Mire a Robin y ella estaba frunciendo el ceño de manera atemorizante.
–¿Es él? –Le pregunte.
–Buenos días, ¿quién eres?
Mire hacia abajo y me acerque lentamente– Me parece que no nos conocemos, –Le tendí mi mano derecha– Soy Emily Stonel, hija de Edward Stonel. A propósito, era yo quien debía preguntar, no tú.
Él me sonrió. Si, definitivamente era un Stonel no solo por sus ojos azules sino que, a pesar de su cabello oscuro y su tez un poco más broncínea y toda esa barba podía brindar una sonrisa que derretía.
–Soy Adrian Stonel y mi abuelo fue quien le dio nombre a tu padre, un gusto conocerte y espero que me disculpes por mi malhumor.
–Te disculparé solo si me dices la razón de tu malhumor. –Adrian miro a Robin y luego se dio la vuelta– Esta bien, te disculpo.
–Gracias. –Me dijo– Viviré.
Robin se turnaba para mirarnos– Ella esta embarazada, no deberías molestarla.
Adrian bufo– Mi esposa aguanto muy bien mi humor cuando estuvo embarazada de mis trillizos, créeme cuando te digo que las embarazadas no son para nada débiles y lo peor es tratarlas como si fueran de papel.
Esposa, esposo… igual… compañero. Me sentí hundir en un vacio, ¿sería más fácil con compañía?
–Estuviste siempre ahí, ¿cuando ella estaba embarazada?
Adrian me frunció el ceño– Por supuesto, eran mis hijos los que esperaba, no iba a dejarla tirada como si no valiera nada.
Asentí– Así es más fácil… –Pensé en voz alta, pero Adrian me estaba prestando toda su atención
–¿Dónde esta tu esposo? –Me pregunto con desinterés.
–¿Esposo? –Se me fue el aire con esa pregunta– Quiero llorar…
Adrian se preocupo– Oh Dios mío, ¿las hormonas? ¿De cuánto estás?
Robin se puso a toser de forma compulsiva– Deberíamos ir a comer, el abuelo y tus padres se van a poner nerviosos y probablemente se enojen y todo…
Estaba sintiendo que el vacio se abría a mis pies, pero con el cambio de tema de Robin, ese vacio se cerró.
–¿Comiste?
Adrian asintió– Si, desayune con mi hermano. Ahora lo estaba esperando para seguir conversando.
Robin se quejo– ¿Por qué?
–No te importa. –Le dijo Adrian.
Bien, esa era mi señal. Agarre a Robin del brazo y le hice una seña a Adrian.
–Nos vemos luego, me interesa conocer esa parte de la familia y también sobre donde vives y muchas cosas más. –Le hice unas señas pero él solo respondió con una sonrisa.
Definitivamente odiaba a Robin por alguna razón y no la quería cerca de su hermano, todo eso de hablar y hablar tenía un fin. Después de todo era un Stonel, no debía de moverse sin un motivo.
–Me odio, vi esa mirada que me dio. Pero, ¿por qué hablan tanto?
Corrí prácticamente al comedor– No lo sé pero déjalo, que no te moleste porque ya se irá pronto.
Robin suspiró– Si, tienes razón es mejor que no me moleste con él por nada.
–Eso es, esa es la actitud.
Era mejor que no la molestara con mis ideas, porque podía equivocarme y eso no sería bueno.
–Oye, ¿son gritos los que escucho?
Me pare y puse atención. Eran gritos que se escuchaban desde lejos, apenas y lograba escuchar algo pero reconocía las voces.
–Robin, vamos a correr. –Le dije arreglándome el bolso.
–¿Puedes correr con esas cosas? –Miro mis zapatos– Porque yo no lo creo.
Le di un guiño– Cariño, puedo correr y saltar la cuerda en tacones.
–Si tú lo dices…
La agarre del brazo y corrimos hasta el comedor. Apenas había abierto la puerta para ver que estaba pasando.
Papá y el abuelo estaban gritándose mientras Sam y Zack estaban tratando de hacer algo pero ellos no les prestaban atención. Tío se veía cansado y tía le fruncía el ceño a mamá, quien estaba comiendo un pastelito con naturalidad.
–Sheney te digo por enésima vez que calmes a tu marido, va a matar a mi suegro y francamente le tengo más estima que ha Edward.
Me acerque a mamá con cuidado, no se veía muy bien cuando tía le dijo eso– Mamá, tía, ¿qué pasa aquí?
Mamá me sonrió– Te veo de mejor humor que ayer, debe de ser el embarazo.
–Sheney, tu marido por favor.
Mire al abuelo y a papá– ¡Hey!! ¿Qué les pasa??
Papá se calmo– Cielo, no deberías gritar en tu estado. Siéntate y come algo.
Levante mi dedo y lo apunte, todo muy lentamente– No vengas con esa cara de preocupación papá y dime porqué discutían.
Papá apuntó al abuelo– Ese viejo es un maldito y apenas lo soporto.
–Ni siquiera yo, que ya estaba aquí antes que ellos, sé porque peleaban. –Habló tío desde su sitio.
El abuelo se me acercó– No me enojaría si este mocoso no me hiciera explotar, ¿me puedes explicar hijo por qué no quieres vivir conmigo?
–Te dije que necesito mi espacio, no voy a vivir aquí. Tú casa esta sobrepoblada.
–¡Mentira! –Mire al cielo aquí iban.
–Sheney, te lo digo por última vez que controles a tu marido.
Mamá golpeo la mesa con las manos– ¡Cállense todos! ¡Zara deja de decirme que hacer por una maldita vez!

No hay comentarios:

Publicar un comentario