Papá me
agarró del brazo y me arrastró lejos de Megan, temía por ella, si casi todos
los mayores en la manada le temían a Jeremy ¿qué podía hacer una adolescente
humana contra él? Como papá no me soltaba el brazo me resigne a seguir
adelante.
Al poco
alejarnos de Jeremy y Megan nos encontramos con mi hermano, estaba en el suelo
en forma de lobo. Ni siquiera había notado que mi hermano estaba resistiéndose
a la luna cuando corrimos en busca de Jeremy, pero ahora parecía descansar en
el suelo. Esperaba que solo fuera eso.
–¿Estás bien
Richard? –Papá se coloco a su altura examinándolo– Me parece que solo esta
cansado. Sigamos adelante.
Richard
movió la cabeza negativamente. Mire a papá que no sabía que hacer a pesar de lo
que había dicho– Dejémoslo aquí. –Dije. Mire hacia todos lados pero no había
nadie alrededor como para ser un peligro para él– Perdimos a los demás,
¿están…?
–Están bien,
concéntrate y tú también sabrás como están. –Papá me sonrió– Puedo decirte que
Daniel viene hacia acá. Vamos por tu abuelo, aunque no creo que sea necesario
en este instante.
Tragué con
fuerza, y lo seguí. Me sentía nervioso y quería saber como estaban mis hermanos
y mamá.
El camino a
casa parecía alargarse, ni siquiera me había dado cuenta de haber corrido tanto
cuando veníamos, salte varias veces sobre los arboles caídos, ¿Habían estado
ahí cuando hacíamos el camino de ida? Mi mente estaba rodeada por una neblina
de hechos que venían ocurriendo y que hasta esta noche habían conseguido su
fin. Solo esperaba que estuvieran a salvo en el castillo.
Como si me
leyera la mente, papá apuro el paso camino al castillo, donde nos quedamos
parados un momento observándolo con atención.
Apoye a papá
que casi se cayó al ver el castillo– Steph… mi Steph…
No tuve
tiempo para sentir el dolor de su declaración. Me preocupaba que de un lado del
castillo estuvieran saliendo llamas y que mi familia estuviera dentro y que
papá corriera como un loco a lo que podría haber sido una trampa. Aun no
llegábamos al jardín que rodeaba la casa, al cruzarlo vimos las llamas más
grandes y las puertas de entrada que tanto llamaban mi atención estaban tiradas
en el suelo como si no fueran nada.
El pasillo
de entrada se veía bien, tal como se veía siempre, lo malo estaba cuando
seguíamos hacia las salas; en el comedor todo estaba en el suelo, la biblioteca
estaba patas arriba.
Seguí a papá
de cerca pero no había rastro de nada viviente, lo que si había era una serie
de cosas tiradas por el suelo hacia donde papá se dirigía. Como veía que él
seguía su búsqueda incansable me pare un momento a buscar un pantalón de uno de
los armarios que estaban destrozados, algo estúpido pero recordaba que a mamá
no le agradaba que anduviera desnudo por todas partes y cuando la encontrara no
quería que me viera así.
Luego seguí
a papá que cada poco se detenía.
–¡Stephaniel!
¡Steph!! –Su voz comenzaba a sonar cada vez más desesperada– ¡Contéstame!
¡Steph!!
Corrí hacia
las escaleras que daban al subsuelo, Jeremy me había dicho que había una
habitación segura allí.
Mire a papá–
¡Vamos abajo!
Papá me miro
desesperado– Sé que está en la mansión pero no sé donde.
–Por acá
está la habitación segura de la casa. –Le dije lentamente, me parecía que
estaba a un paso de volverse loco por la angustia.
Papá paso de
largo– Vamos.
Bajamos las
escaleras hasta la entrada de la habitación, no me sorprendí al encontrar al
abuelo haciendo guardia frente a la puerta.
Papá miro al
abuelo– ¿Están todos adentro?
El abuelo se
movió de la puerta, papá la abrió de golpe y casi recibe un buen golpe de un bate
de beisbol, sino es porque se movió a un lado unos cuantos centímetros,
probablemente hubiera tenido un lindo moratón en la frente por cortesía de
Steph, quien era la que sostenía el bate.
Me quede
mirando la escena un momento, Stephaniel sostenía el bate aun en sus manos
cuando papá la abrazo sin darse por aludido con lo del bate. Moví la cabeza,
eran imposibles. Pase al lado de ellos y corrí hasta mis hermanitos, mamá
estaba aun en su forma de loba, lo que me alivio de sobremanera. Ella se me acercó
y puso su hocico en mi cuello, le di una caricia como respuesta.
–Que bueno
que estén a salvo, pero debemos hacer algo con las llamas que están saliendo
por un lado del castillo.
Steph se
separó de inmediato de papá– ¿Llamas? ¿Fuego? –Asentí, quise decirle de que más
esperaba pero ella siguió hablando– Oh, Dios. Hay que llamar a los bomberos,
¡Mi casa se esta quemando!!
Casi era
divertido ver como ella daba saltos y papá trataba de contenerla, sino fuera
porque mi padre no debería estar haciendo eso, hubiera por lo menos sonreído.
Como no se
movían me puse manos a la obra, busqué pero no veía ningún teléfono a mano,
Steph al darse cuenta de lo que estaba haciendo fue hasta la puerta y de un
pequeño compartimiento sacó un teléfono móvil bastante antiguo.
Nos miro
cuando comenzó a llamar– ¿Alguien tiene una coartada? ¿No? Bien, entonces…
¿aló? Habla Stephaniel Difontiel desde el castillo Difontiel, si, el mismo, si,
si. Demonios ¡mi casa se quema!! –Le grito al móvil– Claro que necesito a los
bomberos… ¡ya!! ¡Mi casa se esta quemando!!!
Todos la
mirábamos anonadados, a excepción de papá que la miraba encantado por sus
gritos.
–Mi Steph,
siempre tan divertida. –La abrazó– Y ahora, ¿qué vas a hacer cuándo lleguen los
bomberos?
Steph se
quedo momentáneamente en shock hasta que nos sonrió despacio– Primero todos los
lobos se van a ir, los que están en forma humana se van a vestir… –Agregó
mirándolo– Y después… voy a llorar como si se acabara el mundo y a decir que
acabo de sufrir la repercusión de un ataqué terrorista, ya se enteraran. Ahora
todos a sus lugares, necesito a Jeremy… –Nos miro asustada– ¿Dónde está Jeremy?
No… no me digas, ¿qué le paso algo a mi bebé?
Papá le dio
un beso en la boca– Está mejor que todos nosotros, créeme.
Steph se
separó de papá al ver que yo estaba pendiente de ellos– Bueno eso esta bien, ya
muévanse de una vez, Fred ayúdame a llevar a tus hermanos arriba al patio. Fede,
tú anda a vestirte, busca ropa de Jeremy y ustedes tres vayan al bosque, les
mandare ropa luego al amanecer. Que debe ser pronto.
Salimos
rápido cada uno a lo suyo, tome a Nick y a Micky y los lleve arriba al patio.
Mamá y nana Vi corrieron al bosque, el abuelo salió en dirección al segundo
piso con papá. Steph salió y traía la ropa desordenada y sucia, en las manos
traía algo que no sabía que era, de su brazo colgaba una camiseta negra, no
había que adivinar que era de Jeremy. Cuando llego a mi lado me mostró la
camiseta.
–Póntela.
Me la
coloqué sin decir nada más, cuando me la coloque saco un poco de lo que traía
en las manos, era carbón. Me mancho el rostro, el cabello y la camiseta junto
con los pantalones. Hizo lo mismo con mis hermanos.
Steph abrazo
a los pequeños– Vamos a jugar un juego, vamos a fingir que somos
sobrevivientes. Todos nosotros. Cuando vengan los señores que van a apagar el
fuego les diremos que estábamos durmiendo y que personas malas vinieron y nos
atacaron, y que además quemaron el castillo. –Me miro a los ojos– Todos
estábamos aquí porque anoche había una pequeña reunión en casa entre las dos
familias, además queríamos dar nuestro apoyo a Megan que esta sufriendo por la
muerte de su padre. Todos se quedaron a dormir y hace un par de horas un grupo
de maleantes tomaron represalias con mi familia por un trabajo de uno de mis
equipos de seguridad, como un ataque personal.
Asentí– Hay
un problema, ¿dónde esta Megan? La necesitas aquí.
Steph apuntó
detrás de mí. Jeremy traía en brazos a Megan, esperaba que no estuviera herida.
Caminaban con calma hacia la casa, como si tuvieran todo el tiempo del mundo,
probablemente ellos creían tenerlo. Demoraron pero llegaron hasta nosotros.
Jeremy me
miro apenado– Lamento lo de antes.
Le sonreí
agradecido de que volvía a ser el de antes– No te preocupes, ¿cómo volviste a
ser el de antes?
Jeremy
abrazó aun más a Megan. Estaba
totalmente sonrojado– Preferiría que no me preguntaras.
Megan se
removió entre sus brazos– ¿Ya llegamos?
Jeremy le
dio un beso en los labios– Si, ¿te puedo dejar en el suelo?
Megan
asintió, Jeremy con un movimiento la dejo en el suelo.
>>Megan<<
Me
desespérese, me había dormido camino al castillo, a pesar de las molestias que
aun sentía.
Recordé.
Jeremy no había
tenido que darme más señales para decirme como podía conseguir su olor en mí. Habíamos
tenido un momento romántico aunque su lobo se había mantenido presente, pero
cuando terminamos ambos nos sentíamos diferentes. Jeremy me había tratado como
si fuera de porcelana, aun sentía algo de vergüenza por ello pero Jeremy me
había calmado.
–Terminaremos
esto después. –Me había dicho, yo lo mire como si estuviera loco y él me había
sonreído– Si, esto cuenta, ¿lo sientes no? Pero te prometo que te daré una vez más…
romántica que esta. –Su rostro se había vuelto serio– Lamento que tuvieras que…
Le había
tapado la boca con mi mano. Había perdido mi virginidad, tal vez, no como lo
sueñan todas las chicas pero no me arrepentía de nada. De todas formas había
sido especial para mí y así se lo había dicho.
Tuvimos que
volver porque Jeremy había sentido que debíamos ir a casa, por lo que me había
vestido con mi ropa hecha girones, al menos la camiseta que me había colocado
entraba en esa clasificación. Los jeans habían sobrevivido porque me los había
quitado antes de que Jeremy se desesperara más. Jeremy había vuelto a besarme
después de eso, lo que había resultado en que tuve que acomodarme la ropa antes
de volver, era necesario.
Mis cosas
menos mal aun estaban en el mismo lugar en cual las había dejado, así que
Jeremy las tomo y dejo que terminara de arreglarme. Cuando termine me tomo en
brazos y partimos de vuelta a casa.
Y ahora me
sentía como si fuera un bicho en exposición, la madre de Jay y Fred me
observaban fijamente, aun cuando hablaban con Jeremy sus ojos estaban fijos en
mí.
–Vayan a
cambiarse de ropa y luego vuelven aquí, los bomberos deben de estar por llegar.
Mire las
llamas, salía del ala trasera del castillo por lo que entendía que no se
sintiera tan incomoda viendo quemarse su casa, aunque solo salían unas cuantas
llamas.
Jeremy toco
mi hombro– Ven acá, te llevaré arriba.
Le tendí los
brazos por inercia, me di cuenta de la confusión que había por lo que estaban
viendo. Le di un beso en el cuello a Jeremy donde lo había mordido hace poco y
disfrute el estar entre sus brazos y el no tener que decirle a los demás porqué
no quería caminar.
–¿Qué crees
que piensan?
Jeremy no
dijo nada hasta que entramos en el castillo– Cierra los ojos, vamos a correr un
poco.
Cerré los
ojos– Espero no haber molestado a tu madre.
Jeremy rió–
Vamos arriba y después de todo este lío terminaremos lo nuestro.
Lo mire a
los ojos un momento, ese brillo rojo aun se veía alrededor del color ámbar. Me
abrace a su cuello y cerré los ojos nuevamente.
Jeremy llegó
en tiempo record a su cuarto entramos de golpe y estaban el señor Stonel con un
hombre mayor muy parecido a él.
–Hola a
ustedes dos. –Dijo Jeremy, mire a ambos interrogativamente, lo que se dio
cuenta Jay– Es el señor Stonel y su padre, el abuelo de Fred.
Les hice una
seña– Hola.
El abuelo de
Fred se acercó a mi y me dio un beso en la frente– Un gusto conocer a la hembra
alfa.
Enrojecí,
daba un poco de vergüenza que el resto de los lobos supieran lo que Jay y yo
habíamos hecho y con lo que me había vuelto la hembra alfa. Pero era algo obvio,
ya que, si yo me concentraba podía sentir que había más lobos en la cercanía,
era como una certeza. Simplemente lo sabía. Aun así, eso no evitaba que me
sonrojara cuando me llamaran de esa forma.
Después que
se fueran el señor Stonel y su padre, Jeremy busco algo con que vestirse en su
armario. Lo mire buscar una camiseta y un pantalón negro junto a unas
zapatillas del mismo color. Le di un toquecito y saque una de sus camisas
negras.
Su mirada se
quedo prendada en mí cuando me quite la ropa que llevaba, lo ignore y busque
una falda entre mis cosas. Me sentía un poco avergonzada y a la vez me sentía
como una reina cuando lograba que él me mirara.
Saqué la
ropa de mi bolso– ¿Jay te han dicho que tu guardarropa es público? Lo juro,
Fred llevaba una de tus camisetas, lo sé porque era negra y no lo he visto
llevando ese color y ahora su padre y su abuelo llevaban tu ropa también. –Me
coloque una camiseta encima de la ropa interior limpia que ya me había
colocado, después mi falda y por último la camisa de Jay.
Él se rió–
Si, me doy cuenta pero que voy a hacer, si lo necesitan pueden tomar lo que
quieran. –Se quedo mirándome un momento– Me parece que te has arreglado con
esmero mi hembra alfa. –Lo mire sin saber, Jeremy se me acerco y me quito la
camisa y luego la camiseta– Esto fuera, te quiero con la camisa y la falda,
ponte unas zapatillas sin calcetines.
Con bochorno
hice lo que me dijo– ¿Después qué?
Jeremy me
sonrió de medio lado– Vamos abajo y en todo caso; tu y yo estábamos durmiendo
cuando tuvimos que correr abajo a refugiarnos. Nuestra seguridad hizo el resto.
–Me dio un beso en la boca– Después terminaremos lo que comenzamos en el
bosque.
Lo vi
recoger su móvil y comenzar a teclear como loco.
Asentí y
bajamos juntos a representar nuestra pantomima. Los bomberos no estaban muy
seguros de creer pero al ver que todos
estábamos a medio vestir y muertos de la preocupación decidieron
creernos. También era de ayuda el que la madre de Jeremy llorara desesperada y
que los hermanitos de Fred también lloraran diciendo que unos hombres grandes y
malos los asustaron y que por eso tuvieron que esconderse todos en el sótano.
La policía
les creyó, después de todo, los niños no mienten.
Se fueron a
las nueve de la mañana y todos estábamos agotados. La nana de Jeremy nos dijo
que entráramos y fuéramos a la cocina, irónicamente era el único lugar que
estaba sano y salvo. Todos hicimos eso, mientras ella cocinaba junto a la madre
de Jay y bajo la atención del abuelo de Fred que no paraba de toquetearla, algo
que divertía muchísimo.
–¿Qué paso
con el lobo maniático? –Pregunto nana Vi.
Todos
miraron a Jeremy pero quien respondió fue Fred, que estaba sentado a mi lado en
la mesa de la cocina. Estaba flanqueada por Jay y Fred y ambos se veían
sombríos y por más que me preguntaba no lograba dar con una respuesta de porqué
estaban así.
–Digamos que
el tipo perdió la cabeza. –Lo mire y a pesar de lo grotesco de la situación se
me escapo una risotada histérica. Fred me sonrió encantado.
Jeremy movió
la cabeza– No puedo creer que tengas su mismo sentido del humor, negro,
negrísimo.
Mire la
mesa– Debes admitir que fue gracioso. Bueno, si no piensas en que le arrancaste
la cabeza… –Jay me dio un codazo.
Mire a todos
los que estaban frente a mí y me di cuenta que todos tenían en sus rostros
diferentes niveles de desagrado. Me encogí de hombros.
–Lo siento.
–Mire a la madre de Fred que se reía bajito, tenía abrazados a sus dos pequeños
que se veían curiosos– Lo siento.
El teléfono
comenzó a sonar y Stephaniel lo contesto, de pronto cayó el silencio. Todos
estaban pendientes de la conversación.
–Castillo
Difontiel, si con ella, si aquí esta. Claro se lo diré. –Stephaniel evitó mirar
a nadie– ¿Quieres hablar con ella? Oh, bueno.
Mire a
Jeremy que había hecho una mueca– Gladys, esta llamando para avisar que la
ceremonia de cremación de tu padre va a ser a las dos de la tarde.
Hice una
mueca de angustia, ¿mi padre iba a ser quemado? No podía ser. Me levante de
golpe y corrí hasta Stephaniel, quien me dio el teléfono de inmediato.
–Debe estar
allí por lo menos a las trece cuarenta y cinco, si llega tarde le cerraré la
puerta.
Apreté el
teléfono– Y un demonio, no vas a quemar a mi padre, si algo sabía era que él
quería reposar al lado de su amada esposa y eso va a hacer. –Mire a Jeremy y
este asintió– Lo arreglare todo para que no tengas que cambiar la hora.
–No seas
malcriada niña, ya esta arreglado. –Me cortó.
Volví a
marcar el número con el re discado– Tú no me cortas bruja, lo hago yo. –Corté.
Aplausos,
mire a mi espalda y el padre de Fred y su abuelo me estaban aplaudiendo.
El padre de
Fred se me acerco, desde que habíamos entrado había permanecido sentado en
frente de nosotros. Ahora se veía serio, no sabía si era así o se veía de esa forma
al usar la ropa negra de Jeremy. Cuando estuvo frente a mí me pidió el teléfono
con su mano, se lo di sin pensarlo.
–Debo hacer
unas cuantas llamadas, –Miro a Jay– Arreglaré este problema de paso. Si me
traes los papeles de la sepultura que tu padre debía haber comprado para tu
madre estaría encantado, claro, tu padre debía tenerlas en algún lugar en
especial.
Asentí– Si,
están en la caja fuerte. Tengo que ir por ellas.
Él asintió–
Tráelos, probablemente me sirvan como una formalidad.
Lo mire
asustada– ¿Va a sobornar a alguien?
Me sonrió
con la misma sonrisa que había visto en sus hijos. Si, era hereditario– No será
necesario, solo todos esos tipos hablan el mismo idioma. –Me hizo un gesto con
las manos; dinero.
Le sonreí y
me fui a sentar con Jay, quien me miraba entretenido con la conversación, vi
que iba a comentar algo pero se detuvo. Nana Vi nos interrumpió con su fuente
llena de huevos que coloco en la mesa.
–Más vale
que a todos les gusten los huevos con jamón, no voy a preparar nada más. –Fue a
colocar la cafetera y nos puso a cada uno un plato y una taza– No quiero oír
nada despreciativo, solo aceptare; Que bien cocinas Vi, esta delicioso Nana Vi,
y quiero más de eso, ¿quedo claro?
Asentí
encantada y más cuando me colocaron pan casero en frente, tome de inmediato una
rebanada y la llene con huevo. Suspire. Me encantaba el pan hecho en casa,
cuando lo hacía nunca me podía quedar bien.
–¿Dónde has
estado toda mi vida?
Nana Vi me
sonrió– También lo acepto.
Desayunamos
tranquilamente, aunque seguía dándole vueltas al entierro de papá. Comenzaba a
volver a sentirme triste como antes, volvían mis problemas. Jeremy me abrazó
dándome fuerzas.
–Ánimo mi
amor, yo estoy contigo. –Le di un beso en la boca.
Se me
ocurrió una cosa, mire las caritas aburridas que estaban frente a mí.
–Después de
desayunar. –Dije mirándolos– ¿Quién quiere jugar a las escondidas?
–¡Yo!! –Gritaron los pequeñitos.
–¡Yo!! –Gritaron los pequeñitos.
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