~Castillo
Difontiel~
–El antiguo lugar de
encuentro de la manada. –Respondió por fin Fred, los colores estaban volviendo
de a poco a su rostro.
–¿Qué hace ahí? –Pregunte a
cualquiera que me quisiera contestar.
–Por eso no me llevo, una
apuesta arriesgada. Si no estaba allí, cabía la posibilidad de que viniera
aquí.
Mire de uno al otro, me
exasperaba su tranquilidad en la situación en que estábamos– ¿Por qué seguimos
aquí? Vamos. Fred acabas de decir que sabías donde era ese lugar, vámonos. –Dije,
y camine hacia la salida, aun tambaleándome.
–Megan no puedes salir así
sin más. –Dijo la madre de Jeremy que me detuvo– Además, ¿que fue lo que viste?
De pronto te levantaste y describiste el lugar, pero debes haber visto más que
eso, ¿cierto? Lo describiste justo como lo habíamos visto Jeremy y yo la noche
en que vino el cambio.
Fruncí el ceño y sacudí la
cabeza– Eso no importa, Jeremy nos necesita, –Mire a Fred y le suplique con la
mirada, a su vez este miro a la madre de Jeremy.
–Jay nos necesita, y si
tengo que llevarla… –La madre de Jeremy lo miro con reproche– La cuidaré y no
iré solo, no soy tan idiota. Me llevaré a alguien que me ayude. Vamos Megan.
Le sonreí y lo agarré por la
manga de su camisa, que hasta ahora no me había dado cuenta de que estaba
abierta.
–¿No te gusta lo que ves? –Me
sonrió con picardía. Lo golpee en el estomago pillándolo desprevenido– ¿Eso es un
no?
–Mi prioridad ahora es
ayudar a Jeremy, ¿y tú haciendo chistes? –Masculle con rabia.
Fred me sonrió de medio lado–
No has visto a Jay en acción. Él puede con todo, ya veras.
Lo mire con desconfianza,
por lo que había visto en ese flash back de recuerdos no era contra ese hombre
el problema, su mayor enemigo era él mismo y teníamos que ayudarlo.
–Mejor vamos, ¿si? –Fred
asintió y corrimos a la salida.
Antes de que pudiera seguir,
Fred se detuvo en la salida y dio un silbido muy fino que hizo que me cubriera
los oídos por el dolor que me causo. Iba a decirle unas muy agradables palabras
sobre su educación pero apareció un chico prácticamente igual a él.
Fred lo miro y asintió– Tu
vienes con nosotros, dónde esta Lu.
El chico se encogió de
hombros– No lo sé, por lo que escuche de los otros es que ella esta en su casa
y no ha querido salir.
Fred se encogió de hombros–
Es verdad, su hermano murió. Entonces vamos. No hay tiempo para nadie más.
–Entonces vámonos por amor a
todo lo sagrado. –Dije exasperada.
Fred me sonrió– Rick te
presento a Megan Grey, Megan él es mi hermano Richard. –El chico hizo una seña
con la mano– Vámonos.
De pronto me vi alzada del
suelo para terminar en la espalda de Richard. Mire al chico para que me
explicara que rayos, pero este estaba rojo de pies a cabeza. Mire a Fred, pero
este me daba la espalda.
–Cierra los ojos Megan te
puedes marear. Yo te cuido la espalda Rick, no pares por nada y Meg saca de una
vez esa maldita arma que llevas.
–¿Cómo sabes que llevo un
arma? –Dije atragantándome. Aun no, no podía quitármela ahora.
–Apestas a plata. –Me
respondió Richard– Y no creo que lleves contigo las joyas de la familia, ¿o si?
Lo golpee en el hombro– Se
nota que eres su hermano.
Me sonrió de medio lado, de
seguro era la sonrisa patentada por los Stonel. Cuando volviera me aseguraría
de ver si el padre de ellos hacia lo mismo.
Por ahora me moví y saqué el
arma se la mostré a Fred y luego volví a dejarla donde estaba, Cuando hable lo
hice con todo el mal genio que estaba acumulando con ellos a mi lado.
– Se queda donde estaba, voy
a ir con ella y si te parece mal trata de quitármela.
Richard soltó una risita
nerviosa– Creía que estabas apurada, mejor sujétate y vámonos antes de que mi
hermano te coma. –Le gruñí como respuesta, me estaba volviendo igual que ellos
con esas aptitudes. Tal vez debía asustarme.
Apenas me pude sujetar bien,
Richard echo a correr con Fred detrás de nosotros. No quise abrir los ojos, si
era como la vez que Jay me había cargado desde la reserva a mi casa esto iba a
ser horrible.
Recordé aquella noche que
nos habíamos conocido, parecía hace tanto tiempo pero solo había sido hace
menos de un mes, el tiempo parecía transcurrir muy lento… y con esos recuerdos
vinieron los de mi padre celándome porque había estado apunto de besarme con
Jeremy Wolf, un hombre lobo que apenas conocía pero que sentía que lo había
conocido durante toda mi vida.
Sonreí con tristeza, aun no
había podido verlo. La gente de Jeremy se estaba haciendo cargo de todo pero no
podía evitar sentir el deseo de verlo una vez más, solo una vez más para
convencerme de que él no iba a volver por mí cualquier día y me llevaría a
casa. Nuestra casa, donde habíamos vivido desde que tenía uso de razón, donde
cada tarde lo esperaba para que me contara que había estado haciendo durante su
día y así poder sentirme tan orgullosa de mi padre. Él me inspiraba, gracias a
él sabía de la perseverancia, de la fuerza de voluntad, y por supuesto con él
había aprendido a observar y a investigar.
Me concentre en lo que iba a
hacer no podía dejarme llevar por los recuerdos que e iban a quitar el valor.
Por unos dolorosos minutos,
que me parecieron más horas que minutos. No pude hacer más que aferrarme a
Richard y esperar a que este no me tirara por error, nos movíamos de un lado
para otro, de un pestañazo me di cuenta de que los arboles estrechaban el
espacio por el que Richard corría, y me di cuenta de que era el lugar donde había
corrido con Jay en sus pensamientos, claro que sin la nieve y el camino ahora
estaba espeso de arbustos y plantas que habían crecido. Pero aun así sabía que
estábamos por llegar a donde estaba Jay.
De pronto Richard paro.
–Megan baja. –Dijo
soltándome, por alguna razón sabía que estábamos en peligro, tal vez era porque
el ambiente estaba pesado, sobrecargado de algo.
Fred se puso a mi lado y me
miro serio– Te vas a quedar aquí con Richard, obedécelo, si algo le pasa a mi
hermano por tu culpa, no va a haber cosa en este mundo que te defienda de mi.
–Suenas a película de mala
muerte. –Dije igual de seria.
Fred me piñizco la mejilla–
Cuídense.
Fred desapareció entre los
arboles. Me gire para mirar a Richard que estaba mirando de un lado para otro.
–¿Qué sucede? –Le pregunte a
Richard. Este me miro por un segundo antes de volver a estar atento de nuevo.
–Hay una pelea más adelante
y estoy seguro que es papá, lo siento.
Me acerque y le di un tirón–
Vamos a ayudar.
Richard me miro con
desconfianza, hasta que de pronto sentí un escalofrío y Richard salto detrás de
mí, tirándome al suelo.
Me di la vuelta y vi que
peleaba contra un hombre. La pelea no era como las que ves en la televisión, en
esta apenas se podía respirar esperando a que el siguiente golpe no fuera
mortal para Richard. El miedo me cubrió cuando una patada le dio de lleno en un
costado a Richard, lanzándolo contra un árbol. Desde donde estaba pude escuchar
claramente como crujió el tronco y por un momento pensé que el árbol se caería
sobre Richard. Pero había estado antes en situaciones de miedo y últimamente
estaba agotándose en mi la racionalidad, y creo que eso fue lo que le dijo a mi
cuerpo que hacer. Sin siquiera darme cuenta mi mano se metió en la mochila y
cuando el lobo tomo la cabeza de Richard en sus manos apreté el gatillo sin
vacilar.
Solo fue una bala y le
atravesé el cráneo. Corrí hasta Richard, pero este no estaba pendiente del
hombre, por un momento pensé que me había equivocado y que lo había lastimado
sin querer. Pero estaba en shock.
Me miraba sorprendido, pero
aun así se levanto con un poco de dolor– ¿Cómo lo hiciste?
–Todos los niños tienen una
bici cuando son niños, yo tenía una 9mm, mi papá es… era lo máximo. –Dije
sonriendo con tristeza.
Me sonrió encantado– Bien,
creo que podemos seguir adelante.
Fred apareció a nuestro lado–
¿Qué sucede? ¿Escuche un disparo…? –Se quedo callado cuando vio el arma en mis
manos.
Richard se levanto del suelo
y me tendió una mano para levantarme del suelo– Debiste verla hermano, disparo
y le dio de lleno…
Fred le dio una mirada por
lo bajo, que hasta a mi me causo un escalofrío– Debemos movernos ahora, papá se
fue a ayudar a Mark. –Me miro a mí– Si sabes usarla llévala en la mano andan
más lobos estoy seguro y con el disparo vendrán aquí. Muévanse.
Richard y yo asentimos, esta
vez pude ir caminando el bosque se espesaba en una parte y Richard no podía
cargarme, avanzamos hasta entrar al claro en el que había estado con Jeremy.
Sin pensármelo dos veces corrí hasta el risco, pero Jeremy no se veía por
ningún lado. Me gire para todos lados buscándolo, pero no estaban.
–¡Megan! ¡Cuidado! –Richard
corrió hasta mí y me jalo. Lo mire frunciendo el ceño pero después me di cuenta
de porque me había jalado hacia un lado.
A unos cuantos metros de
nosotros peleaba un lobo blanco y uno castaño contra un lobo gigantesco de un
color rojizo, el lobo castaño se veía agotado mientras que el blanco luchaba
aun cuando se veía que salía sangre de su costado.
Fred ¿dónde estaba Fred?
Mire de un lado a otro, hasta que lo vi peleando contra otro lobo. Sacudí a
Richard.
–¡Ayúdalo! –Señale a su
padre. Richard me miro y negó– ¿Por qué?
Negó– Tengo que cuidarte.
Ellos pueden solos.
¿Tenía que hacerlo todo yo? Tome
el arma en mis manos, justo cuando iba a disparar el lobo blanco logro lanzar
al lobo rojizo a un lado y de pronto la atmosfera se aliviano.
Hasta este minuto no me
había dado cuenta de que estaba conteniendo el aire, suspire y luego fui hasta
el lobo que se veía mal. Richard iba pegado a mis tobillos. Me hinqué a su lado
para revisarlo, puse mis manos en sus costillas. No tenía experiencia con lobos
pero si eran primos de los perros podía hacer algo, hace años había tenido un
perro, nunca supe que raza era, lo había encontrado en la calle. Revise las
costillas no parecían mal… de este lado, sin siquiera hacer una seña Richard le
dio la vuelta con cuidado. Tenía tres costillas hundidas.
Levante la mirada– Esto no
está bien, tiene tres costillas mal, creo que están quebradas.
Richard puso mala cara– Creo
que es mejor arreglarlas ahora. Resiste Mark.
Lo mire sorprendida y luego
al lobo, no recordaba con claridad al amigo de Jay pero sabía que tenía unos
ojos que brillaban de alegría, este lobo tenía los ojos casi en blanco por el
dolor. Y empeoro cuando Richard puso sus manos a trabajar, en unos instantes
las costillas volvieron a su lugar.
–Mantenlas en esa posición
un minuto más y estarán lo suficientemente compuestas como para resistir un
trote leve, él sabrá cuidarse solo. –Tome su lugar y metí mis manos en el pelo
del animal– Voy a ver donde están papá y Fred. –Asentí y se fue.
–Resiste un segundo, –Moví
el arma, para que estuviera a mano si fuese necesario. El lobo se removió
incomodo, recordé que Richard había dicho que apestaba a plata– Tranquilo, soy yo la
del arma de plata y no voy a matarte. Por si no lo recuerdas soy la novia de
Jeremy y si te mato él me mata, –Dije con humor. Sirvió el lobo dejo de moverse–
¿Adónde se fue Richard?
Me quede quieta por más
tiempo del que me había dicho Richard pero quería estar segura de que quedaba
bien. Mark se removió de nuevo y esta vez se levanto con dificultad. Pero eso
no le impidió gruñirle a algo que removía las ramas arriba de nosotros. Un
hombre salto en frente de nosotros, era alto y robusto pero sobre todo emanaba
algo que me hacía sentir escalofríos.
–¿Quién eres? –Pregunte algo
insegura, no podía decir si era un lobo de Jeremy o uno del otro bando. Mire a
Mark pero el seguía gruñendo. Retrocedí pero sentí que alguien estaba detrás,
mire de reojo no sentía escalofríos.
–Es uno de los lobos de
Mark. –Esa voz… la recordé; “donde esta mi Lily.” Daniel, así se llamaba.
–¿Estás seguro Daniel? –Daniel
se acercó a mí.
–Si. –Habló tan seguro que
le creí, pero de pronto me aparto a un lado– ¡Mantente aparte!
Corrió hasta el tipo y antes
de que me diera cuenta le estaba quebrando el cuello. Me quede quieta cuando
volvió hasta mí. Mark gruñó.
–No le haría daño a una
amiga de mi Lily. –Dijo amablemente– Creo que es mejor movernos, vienen más. –Lo
mire asustada, él asintió– Tengo pocos lobos, menos mal porque créeme si fueran
más sería un problema.
–Oh no, –Fue lo único que
pude decir.
Él se encogió de hombros–
Esto estaba planeado. Debemos ir a buscar a Jeremy o esto será peor.
–Ok, –Dije y me concentré
una vez más. Esta vez apenas obtuve una pequeña serie de imágenes pero sabía
que era allá arriba. Mire a la cima del risco– Debemos subir.
–Genial, eres un GPS. –Le
puse mala cara y Mark le lanzó una mascada– Solo decía, ahora, tenemos un
problema. –Se puso las manos en la boca– Debo cargarte pero tu amigo Mark no
puedes moverte, en otros tiempos te hubieras lanzado sobre la yugular de ese
tipo, ¿qué te sucede?
–Está mal herido. –Lo
defendí. Daniel me miro y asintió, luego miro al hombre que le había quebrado
el cuello, parecía que no lo había hecho muy bien. Sus manos se movían.
–Ah genial, ahora debo
buscar algo con que asegurarme que se queda muerto…–Dijo moviéndose hacia allá
pero yo ya había tomado el arma y le había disparado.
–No más rodeos, vámonos
ahora. –Daniel me miro de una forma extraña.
–Tú olías a plata. –Asintió
para si mismo– Bien, vamos.
–Espera, ¿dónde esta
Richard? –Daniel se paró y antes de que pudiera decir algo más dio un silbido
tan agudo como el de Fred. Mis oídos me dolieron aun cuando los cubría con las
manos. Y como un dejavú Richard apareció solo que esta vez acompañado de Fred y
su padre. Los recién llegados miraron con recelo a Daniel.
–Nos salvó. –Dije y como si
necesitará volver a decirlo…– Ya, subamos y vamos a ayudar a Jeremy.
Daniel me señaló con el
pulgar– Esta perdiendo el control, eso quiere decir que el Jefe no está bien.
Tenemos que encontrarlo.
Fred se acercó cojeando–
Vamos.
El lobo blanco saltó las
piedras que sobresalían del risco con una gracia casi felina, Mark le siguió y
luego Daniel. Richard volvió a jalarme hasta su espalda y salimos detrás de los
demás, Fred nos protegía la espalda.
El follaje que había al
subir el risco era menos espeso que el que habíamos tenido que cruzar antes en
la parte baja. Pero por alguna razón era más oscuro que lo que podía ver abajo,
aquí parecía que los rayos de luna no alanzaban el suelo.
–¿Por dónde?
Me demoré en responder,
estaba tan absorta en la sensación que oprimía mi pecho que escuche la voz de
Richard venir de lejos. Toque su hombro y señale a la derecha.
Sabía que ese era el camino,
allí la sensación era más fuerte que en las otras direcciones. Me aferré con
fuerza a Richard.
–Por allá estoy segura.
Me volví a concentrar en las
sensaciones de antes, que me habían conectado a Jeremy pero estas se
bloquearon, parecía como si Jeremy no me dejara ver que estaba haciendo y eso solo
me hacía perder los pocos nervios que me quedaban. Solo podía esperar que todo
estuviera bien. Que Jeremy estuviera sano y salvo.
>>Stephaniel<<
–¿Victoria? –Me gire al
percibir que alguien me estaba mirando. Me quede mortalmente quieta al ver
quien era.
Elizabeth me sonrió
abiertamente– No, no soy ella. Creo que anda por ahí con mi adorado suegro.
Puse los ojos en blanco, el
sarcasmo era la segunda lengua de Elizabeth– Tengo el presentimiento de que
ella va a ser tu peor pesadilla.
Esta vez fue el turno de
Elizabeth de poner los ojos en blanco– A veces eres tan… loca, pero bueno estoy
aquí…
Levante mi mano– No me
digas, adivinaré. –Cerré los ojos y fingí pensar demasiado– Vas a matarme ya
que no hay nadie más para evitar eso.
–Eres odiosa, solo quería
decirte que no voy a matarte… por ahora. Y si tienes un lugar donde esconderte,
búscalo. –La mire interrogativamente– Ni Fred, ni Richard están en casa. Eso
nos deja una brecha muy grande aquí, sé que ellos vendrán aquí.
Quería decir que no era así,
que podía sentir que nadie iba a venir, pero hoy casi sentía que algo se
acercaba. Suspiré fuertemente– Vamos abajo, al sótano.
Elizabeth asintió– Bien, déjame
ir por los niños…
–Te ayudaré. –Ella asintió
con desconfianza.
Corrimos por los pasillos un
buen rato antes de llegar a las habitaciones que ocupaba ella y los niños.
Ambos estaban completamente dormidos, tome a Mickey entre mis brazos y
Elizabeth cogió a Nick. Por señas la dirigí hasta el final del pasillo, donde
ya no había habitaciones sino una gran chimenea y una colección de cuadros de
Rem, que él mismo había traído desde Rusia.
Elizabeth me fulminó con la
mirada– No me digas que olvidaste donde esta la entrada, si es así…
Me acomode a Mickey y me
acerqué a la chimenea– Sabes amo los clásicos y cuando compre este lugar y se
levantó este castillo, pensé qué diablos esto debe ser el sueño de cualquier
persona… y da dam… –Metí mi mano a un lado de chimenea y encontré lo que
buscaba, una pequeña palanca– ¡Guala!
La chimenea dio paso a una
puerta, me acerque y encendí la luz, hace varios años había colocado luz
eléctrica, por lo que se veía las piedras que formaban el pasillo y las
escaleras que se veían.
Le hice una seña a Elizabeth–
¿Por qué yo primero?
–No te quejes, yo voy a
cerrar la puerta. Camina. –De mala gana Elizabeth paso por mi lado. –Pase por
el umbral y cerré la puerta con la palanca que estaba por dentro– Abre la
primera puerta.
Bajamos corriendo por las
escaleras. Con el trote los niños despertaron, mire a Mickey– Hola bebé. –Fui
recompensada con una gran sonrisa– Ya estamos.
Elizabeth abrió la puerta y
dejo ver la biblioteca que manteníamos Rem, Tesla y yo. Eran los libros que
juntos habíamos recopilado en nuestros viajes, e incluso manuscritos que el
mismo Rem había escrito recordando los tiempos antes de convertirse en vampiro,
antes cuando aun podía ver la luz del sol.
Pero lo que guardaba este
cuarto eran cosas que había recuperado de Alemania. La habitación de al lado
tenía una replica del cuarto de Jeremy, de su cuarto cuando era un bebé. Cada
vez que sentía ganas de recordar el momento en que conocí a mi Jeremy, mi hijo.
– Guau. Esto es… grande. –Dejo
al pequeño Nicky sentado en el sofá, mientras recorría todo el lugar. Hice lo
mismo.
Había pedido construir este
lugar con el suficiente espacio para seguir recopilando cosas, o si Jeremy
quería guardar cosas. Y también como un refugio para nosotros.
–Si, –Dije acercándome hasta
donde yacía la foto de Jeremy con su padre. Elizabeth no se perdió mi gesto, se
acercó detrás de mí.
–¿Quiénes son ellos? Ese
hombre podría ser Jeremy… son iguales. –Terminó con la voz del conocimiento.
–Es su padre, Jonas Wolfe y
él cuando Jeremy solo era un recién nacido. Según Victoria era un gran hombre.
–Oh-oh, estas soltando
información que creo que nadie a dicho nunca. ¿Jeremy ha visto esta foto? Solo
por curiosidad. –Dijo sarcásticamente. Le fruncí el ceño.
–Pues es obvio que si, él
viene aquí siempre en su cumpleaños, y el de sus padres, incluso en la fecha de
muerte de Jonas…
Elizabeth coloco una mano en
su mentón– ¿Por qué no, en la fecha de muerte de su madre?
Trague saliva– Porque ella
murió dando a luz. –Vi la cara de Elizabeth palidecer– No se lo he dicho, solo
le dije que no pude encontrar la fecha de muerte de ella. Y espero que no se lo
digas. –Le di una mirada sombría. Elizabeth levanto su mano al aire.
–Puedes estar segura de que
por mi no lo va a saber.
–Bien. –Le respondí y me
gire para ver que hacían los niños. Ambos se veían incómodos pero lejos Nick era
el que más incomodo se veía, hasta que me di cuenta de porque– Elizabeth porque
no ves televisión hasta que la luna te llame, voy y vuelvo.
–¿Cómo rayos hago eso? –Tome
un control que estaba cerca de la puerta y se lo lancé, luego salí de la
habitación y entre a la replica de la habitación de Jeremy.
Todo estaba tan limpio como
siempre, me encamine hasta la caja de juguetes usados y encontré lo que
buscaba, para cuando volví los niños miraban la tele y Elizabeth estaba en
forma de loba en el suelo a sus pies. Me dirigí hasta ellos y le mostré el
peluche al pequeño. La carita de Nick brillo de inmediato.
–Es de Jay, pero te aseguro
que no le va a molestar que lo uses. –Él asintió firmemente. Mire a Mickey– No
se que juguetes te gustan…
–Los autitos, –Mire a Nick,
él hablaba muy poco y por lo general lo hacía su peluche. Trate de no mostrarme
sorprendida cuando hablo para que no se pusiera tímido, así que le di una
sonrisa.
–Traeré algunos para que
juguemos. Gracias. –Salí de nuevo y traje unos cuantos autitos viejos que
habían sido compañeros de juego de Jeremy cuando tenía cinco años. Cuando volví
los niños seguían en la misma posición en que los había dejado– Aquí están.
Puse los
juguetes en el suelo y me arrodille a su lado, los niños me acompañaron de inmediato.
Me sobresalte un poco, se me olvidaba que al ser niños lobos por lo general no
eran como los bebés desvalidos normales, eran rápidos y fuertes, sobretodo
fuertes.
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