El sonido que retumbo por
toda la habitación no me sorprendió, ni a Elizabeth. Ambas estábamos en estado
de alerta después de que los niños se quedaran dormidos en la cama que había
colocado en la replica de la habitación de Jay. Me quede en la misma posición
en la que estaba.
–Vamos a
estar bien.
Los ruidos
siguieron hasta que escuche el clásico aullido de un lobo, mire a Elizabeth que
estaba pegada a mi lado. Me gire y busque con la mirada hacia todos lados hasta
que vi algo con que defenderme, era un cuchillo de plata de la decoración, era
bastante propicio en este momento.
Cerré la
puerta que daba paso a la habitación donde estaban los niños y me dispuse a
esperar lo peor.
Al poco rato
algo se rompió arriba de nuestras cabezas, supuse que era el ruido de la puerta
al romperse que retumbaba en la habitación.
Mire a Elizabeth– Que sea lo
que Dios quiera.
Elizabeth me
dio una mirada seria que comprendí de inmediato. Nos habíamos unido por una
buena razón. Y ella sabía que no teníamos oportunidad de defendernos y defender
a los niños, esto prácticamente era nuestro adiós. Puse mi mano derecha sobre
mi estómago donde mi pequeñita estaba indefensa. No quería perderla tan luego,
cuando hace poco nos había dado tanta alegría.
–No quiero
morir Elizabeth… –Le dije con pena– Lamento que nos lleváramos tan mal pero te
prometo que esos malditos no le van a hacer nada a Nick y a Mick.
Elizabeth
movió su cabeza de forma solemne.
El tipo que
bajo nos miro, por lo menos a mí, de arriba abajo.
–Linda. Me
voy a divertir. –Me estremecí por dentro.
Elizabeth
aprovecho ese momento para lanzarse sobre el tipo y éste se enfoco en ella.
Como estaba tan concentrado en sacarse a Elizabeth, me lance de lleno a su
espalda con el cuchillo empuñado. El tipo se retorció del dolor al sentir la
plata corriendo por su cuerpo. Trate de quitarle el cuchillo pero me fue
imposible removerlo. Corrí por el otro cuchillo y mire por las escaleras pero
no venía nadie más.
–¿Viene
alguien? –Le pregunte a Elizabeth pero ella negó firmemente– ¿Crees que debemos
movernos?
Elizabeth
asintió. Corrí hasta la habitación y tome a Micky mientras movía a Nick.
–Bebé
despierta es hora de movernos de aquí. Vamos. –Nick despertó algo desorientado–
Vamos, mamá esta ahí y nos espera.
–Ya. –Me
respondió aun algo distraído.
Cogí a Nick
de la mano y salimos con Elizabeth delante de nosotros. Por un momento pensé en
Megan y como estaría mi Jay. Mi corazón se oprimió por eso, pero me obligue a
seguir adelante sin importar más.
Corríamos
por los pasillos cuando nos encontramos con el padre de Fede y con Victoria, al
verlos me sentí completamente feliz. Les sonreí aunque sabía que ellos no iban
a poder responderme en su forma de lobos.
–No saben
como de feliz me hace verlos. –Nick me jalo y apunto hacia la cocina.
Debía de
haber al menos alguien ahí.
–Malo. –Fue
lo único que dijo.
Apreté aun
más a Micky contra mi pecho mientras Nick se abrazaba a mis piernas, lo único
que me consolaba era que los niños estarían más seguros al tener tres lobos
para protegerlos. Como si me leyeran el pensamiento, Victoria y el padre de Fede
salieron disparados en la dirección que apuntaba Nick.
Escuché el
alboroto y solo salí cuando Elizabeth me hizo una seña para movernos. Ningún
lugar era seguro para estar…
Me quede
pensando un momento sobre los lugares del castillo. Era verdad que había mandado
construir el lugar pero, en base al lugar principal que había estado parado
aquí y que tenía un sótano que ahora servía para guardar cosas de valor, según
Jeremy era nuestra caja fuerte por la seguridad del lugar.
Le di un
toquecito a Elizabeth– Vamos a las mazmorras, allí podremos defendernos de
ellos.
Victoria
volvió junto al señor Stonel en ese momento. Les hice una seña y nos siguieron.
Era
imperdonable el que, siendo la dueña de una empresa de seguridad no pudiera
cuidar de mi casa. Ahora iban a saber de que estaba hecha Stephaniel Difontiel.
>>Megan<<
Sabía donde
ir pero no sabía hacia donde estaba ese lugar. Jeremy me había bloqueado y la
desesperación estaba haciendo estragos en mí. Richard se paró de nuevo, era la
tercera vez que lo hacía.
–Megan…
Negué– No
siento nada, no puedo conectar con él. –Mire a Fred que estaba en una disputa
de miradas con Daniel– Fred, tu conoces estos lugares necesito que me ayudes.
Fred me miro
exasperado– ¿Qué debo hacer?
A pesar de
mi poca paciencia me estaba dando cuenta de que algo estaba ocurriendo entre
los lobos. No era solo yo quien estaba perdiendo la paciencia. Daniel estaba
mirando la nada, aun así transmitía una serie de señales desagradables, Mark
gruñía cada vez que parábamos y Richard y su padre estaban desorientados.
Algo estaba
pasando y no me gustaba. Más odiaba el no saber nada de hombres lobo.
Me obligué a
controlarme he hice acopio de mi poco control que me quedaba. Mire a Fred
directamente a los ojos– Me acabo de dar cuenta de algo…
–No me digas.
Lo ignore–
Si tu Alfa no está bien, ¿te afecta? –El padre de Fred me miro y agacho la
cabeza de forma elegante– Eso quiere decir que Jeremy se esta desequilibrando
porque veo que todos están como perdidos.
Fred me
frunció el ceño– Somos lo que es nuestro Alfa, si él es civilizado lo somos, si
él esta mal; la manada esta mal. Jeremy esta jalando de todos nosotros, es como
si algo tratara de ocupar el lugar de Jay y eso nos molesta a todos.
Asentí
aunque no entendía completamente– Necesito que reconozcas un lugar; escuche una
cascada y hay un pequeño arroyo a un lado, un pequeño claro con árboles de hoja
perenne…
Fred me
detuvo con su mano– Ya sé donde es, Richard tómala vamos a subir la montaña.
Más arriba hay una cascada y un arroyo, si Megan esta en lo cierto, Jeremy esta
cerca de aquí.
Mire la
montaña que estaba frente a nosotros me daba cuenta de que solo estábamos al
pie del enorme monumento. No pude apreciarlo demasiado porque Richard me agarró
y los demás ya se habían perdido de mi vista, no es como si pudiera seguirlos
de todas maneras. Cerré mis ojos y deje que Richard me llevara en brazos.
Me di cuenta
de que nos acercábamos al lugar mucho antes de que se detuviera Richard, ¿Cómo?
Parecía ilógico cuando lo pensaba pero, había sentido a Jeremy antes de llegar.
Cuando Richard me dejo en el suelo, me puse atenta para escuchar el sonido del
agua cayendo, aun estábamos lejos.
–¿Por qué
nos detuvimos antes? –Mire como los demás se alejaban, volví a dirigirme a
Richard– ¿Por qué nos detuvimos Richard?
Richard me
miro con lástima, no me gustaba eso– Lo siento Megan, pero no puedo seguir.
–Iba a decirle que no hiciera caso a las ordenes de su hermano pero me detuvo–
Cuando un lobo pelea ejerce su dominio en el lugar, así se evita que los lobos
menores se entrometan en lo que no les concierne y yo soy menor, no tengo tanto
dominio como mi hermano, ni siquiera el suficiente para tener algún puesto en
la manada.
Apreté sus
hombros– No te culpo Richard, sé que has hecho lo que podías. Creo que seguiré
adelante sola.
Richard me
sonrió con tristeza– Megan no estás apareada con el Alfa así que no creo que
puedas moverte de aquí, sentirás como si una burbuja te mantuviera apartada de
allí. –Aparte mi mirada de la suya– Aun un humano no querría ir allí, no podría
ir allí.
Me aparté de
él– Ya veremos.
Camine
directo a los árboles que me separaban de reunirme con Jeremy. Podía sentir que
la tensión hacía estragos en mí; las palmas de mis manos sudaban y por mi
espalda también podía sentir que el sudor caía frío. Al querer pasar entre un
par de árboles me di cuenta de que algo no quería dejarme pasar. Era una
burbuja. Richard había estado en lo correcto en su descripción.
Puse mis
manos frente a mí y empuje la burbuja hasta que esta me absorbió. Fue un golpe,
un momento estaba empujando y en el otro me tomaban y me lanzaban dentro de la
burbuja. Estuve a punto de caerme y algo más, ya que sentí a Richard jadear
detrás de mí pero él ni siquiera podía acercarse a donde yo estaba.
–Richard,
¿dónde debo ir?
Richard me
indico detrás de mí y me hizo señas para que siguiera adelante.
Me sentía
confundida– ¿Me puedes oír? –Hable más fuerte, pero el solo asintió– ¿Por qué
no me hablas?
Richard
intento hablarme, pude verlo, pero no podía escucharlo. Me hizo unas señas
tocándose la garganta y luego negando con la cabeza. Me anote mentalmente que
esa sería una de las tantas preguntas que le haría a Jeremy cuando todo esto
terminara.
Porque esto
iba a terminar hoy, y mi Jeremy era quien iba a ganar. Acomode mi mochila bien
en mis hombros y corrí en la dirección que me indicaba Richard. Corrí y corrí
sin importar que escuchara ruidos de pelea, con los que ya me había
familiarizado ya. Lo único que me importaba era Jeremy y el no caerme para no
llegar tarde a él. No sabía porqué pero sabía que me necesitaría, y no le iba a
fallar. Iba a estar con él.
–¡Megan!!
No me detuve
al escuchar la voz de Fred, seguí corriendo como nunca lo había hecho, crucé entre
los arboles, consiguiendo de paso varios rasguños, y rodee los que estaban
caídos, aunque varias veces estuve a punto de caerme a causa de la escases de
luz, a penas y la luna descubierta alumbraba mi camino pero estaba decidida a
que nada me detuviera, menos la falta de luz. Quería llegar junto a Jeremy, y
mi desesperación me llevó hasta el lugar que había visto en mi última conexión
con Jeremy.
Me detuve y
escuché, lo que no me agrado fue la burbuja de poder que rodeaba el lugar,
volví a hacer lo mismo pero esta vez al poner mis manos frente a mí parecía que
se iban a quemar. Me costo un buen rato y quemaduras en las palmas de las manos
lograr pasar por la burbuja, solo importaba que ya estaba más cerca de Jeremy.
>>Jeremy<<
Seguí
corriendo, desde algún lugar podía escuchar su voz. Me llamaba, desde algún
lugar. Hasta ahora había evitado un par de balas de plata, esperaba que solo
tuviera seis en la recamara de la pistola pero no me hacía ilusiones. Sentí un
tirón dentro de mí, como si alguien me retuviera en mi lugar.
Megan.
Lo
había estado haciendo desde hace un rato, me obligué a separarme de ella,
esperaba no causarle mal a ella pero no podía seguir con la conexión.
Me
concentré en seguir moviéndome de un lado a otro para no dejarle un margen de
tiro. Llevábamos bastante rato jugando al gato y al ratón y ya comenzaba a fastidiarme
de su juego.
–Vamos
a jugar cachorro. –Sentí la risa en su voz– Oh, el cachorro no sabe donde
estoy, tal vez deba darle una pista.
Mi
sexto sentido no fue lo suficientemente rápido esta vez, la bala me cruzó el
hombro con suma facilidad. Toque la herida con la punta de los dedos. Ardía. La
plata avanzaba por mis venas quemando todo por donde viajaba y no podía hacer
nada por detenerla.
–¡Cobarde
ven y pelea! –Mi voz trono a mi alrededor y se disipo en murmullos sin
conseguir una respuesta.
–Porque
ir a pelear contigo frente a frente, si puedo ver tu dolor desde donde estoy…
aunque admito que sería divertido ver tu dolor de otra forma… como ya sabes
matar a tu noviecita enfrente de ti. Ahora que estas débil. –Terminó
hablando despacio, supuse que para dar efecto. Lo logró.
Quise
decirle que no estaba débil y que si tocaba a Megan estaría muerto. Pero otra
bala me rozo, la plata me impedía hablar el dolor era tremendo pero el pensar
en que ese tipo se le pudiera acercar a Megan me hizo moverme. Él había
cometido un error, un grave error había disparado dos veces desde el mismo
lugar.
Me
transforme como pude, sentía cada fibra de mi ser retorcerse al cambiar, pero
si era por su cuello. Lo haría mil veces.
Apenas
me deshice de los restos de ropa, me arroje en la dirección de los disparos lo
suficientemente rápido como para alcanzar a golpearlo. Logré lanzarlo contra un
árbol, pero sin mayores daños, lo peor es que él podría curarse rápido en
cambio yo no lo estaba haciendo, mis heridas sangraban apestando a plata.
–¡Maldito
mocoso no volverás a ganarme! –Rugió desde el suelo– Esta vez de mataré, y mi
manada volverá a mí; su verdadero dueño.
Era
exasperante escuchar lo loco que estaba. En verdad creía que la manada era
suya, pero la manada no era de nadie, un alfa solo cuidaba a la manada no la
poseía; era su guardián principal y se encargaba de protegerla de los peligros
que amenazaban a nuestro modo de vida.
Di
un par de saltos y estuve por poco el piso al perder el equilibrio, la plata
comenzaba a molestarme. Busque con la mirada al tipo pero al alejarnos y con
todos los cambios, me di cuenta que buscaba algo fije mi mirada al lugar donde él
tenía fija su mirada y me di cuenta que buscaba el arma, que estaba
prácticamente en mis patas.
Me
acerqué fingiendo en que iba en su dirección. Él me miro atento, por lo que no
lo vio venir, así que, pise con una de mis patas el arma. Recordando como nos
pasábamos una pelota con Fred cuando este se convertía involuntariamente en
lobo durante el día. Así que lancé el arma al aire tomándola con mi hocico.
Presencie con gran afán como se abrieron los ojos del tipo cuando de un “crack”
el arma se hizo añicos entre mis mandíbulas.
Pero
mi felicidad duro muy poco, la plata había vuelto a hacer efecto en mí. Caí
sobre mis patas, como si estas ya no pudieran resistir mi peso ya más.
–Vaya,
vaya, vaya, me preguntaba cuando la plata te inmovilizaría. –Fije mi mirada en
él, me sonreía– Jeremy Wolf, ¿Sabes cómo se mata a un Alfa?
Lo
mire atónito mientras sacaba un cuchillo, pude sentir desde donde estaba que la
hoja era de plata.
–En
efecto no solo debes exponerlo a la plata, el efecto es dañino pero en algún
momento tu organismo se deshará de él como si no fuera nada. Así que hay que
decapitar al susodicho Alfa con una hoja de plata, pero… antigua. Genial ¿no?
Mientras los efectos de esta te mantengan inmovilizado esta hoja hará su
trabajo. Estudie mucho sobre Alfas mientras estuve en el exilio. Y claro,
mientras encontraba a un grupo lo suficientemente loco como para acompañarme en
esta incursión.
Intente
volver a mi forma humana pero me fue imposible, era cierto no podía moverme y
este tipo tenía con que matarme sin siquiera sudar una gota.
Tendría
que ver la cara de la muerte y ver como me arrebataba la vida con sus fríos
dedos, como si fuera un borrego que va a ser sacrificado. Solo pedía a Dios que
con su inmensidad protegiera a Megan, ya que yo ya no podría hacerlo nunca.
Cerré mis ojos.
–¿Sabes qué?
Matarte así es tan fácil, que te diré algo que te hará moverte. –Lo miré con
frialdad– Tu novia va a estar en mi cama antes que amanezca y tu madre va a
morir, me voy a asegurar esta vez de que así sea.
Mi mente se
nubló y todo se volvió rojo.
Fije mi
mirada en un lobo que se acercaba, toco mi hocico con el suyo– Déjame ir.
Esa voz. Era
la misma voz que había escuchado cuando… mi mente lo conecto. La primera vez
que la había oído era pidiendo la sangre de quien ahora me iba a matar.
–Déjame ir.
Todo a mí
alrededor parecía ralentizarse mientras el lobo esperaba mi respuesta.
El lobo miro
detrás de sí, donde el tipo se acercaba– Morir… o, vivir.
Este lobo,
me dije; es mi lobo. Nunca me había sentido como mis amigos decían sentirse
entre la gente común y corriente, como si les molestara lo lento que se movían
los demás o como estos solo se preocupaban de sí mismos. Ninguno encajaba pero
yo tenía amigos humanos y no me molestaban, yo encajaba con ellos.
El lobo
volvió a tocar mi hocico– Déjame ir.
–Si te
suelto, te volverás loco como la última vez…
El lobo
gruñó enojado– Nuestra hembra.
Le gruñí de
vuelta, nadie iba a tocar a Megan– Únete a mí.
Parecían
pasar minutos mientras el lobo permanecía delante de mí pero Fergus no parecía
moverse de su lugar. Después de otro rato el lobo me mostró el cuello en
muestra de sumisión.
La ola de
poder me encontró desprevenido, mi visión seguía roja y sentía ganas de sangre.
Me levante y ocurrió lo que Fergus había dicho antes; el efecto de la plata
desapareció gradualmente pero cuando me levante mis patas se sentían más
ligeras de lo que habían estado antes. De lo que habían estado nunca.
Fergus se
mantuvo en su lugar mientras yo me acercaba. Sabía que no se esperaba que me
levantara después de sus grandes esfuerzos para mantenerme drogado con la plata.
El tipo dejo
de reír, cuando habló la furia estaba marcada en su voz– Aun así te mataré, te
haré un maldito felpudo.
Me lancé
directo a él, estaba yendo directo a su cuchillo pero no me importaba quería su
sangre. El tipo sonrió al colocar su cuchillo en frente, como si estuviera
esperando el momento un disparo sonó a lo lejos y la sangre de la mano de
Fergus cayó en mis ojos eso no me detuvo de seguir mi camino, caí sobre su
cuerpo y desgarrarle la garganta.
Me separé de
él saboreando la sangre que salía de la herida, intentó alejarme golpeándome,
tome su brazo entre mis mandíbulas y comencé a desgarrarlo, no sin antes asegurarme
de que su cabeza ya no estuviera en el lugar de siempre.
–¡Jeremy!
–Escuché la voz de una hembra.
–¡Jeremy!
–Un macho me agarró y me separó de mi presa– ¡Ya basta! Lo mataste, déjalo.
Me separé de
él y le lancé una mordida. El tipo se alejo de mí, manteniendo su mirada en la
mía. Lo rodee, comencé a asecharlo como la presa que era desde mi punto de
vista.
El tipo me
miro a los ojos– Jay, mírame soy yo Fred. Nos conocemos desde hace años, eres
como mi hermano.
Otro tipo
apareció de entre los arboles. Lo sentía acercarse– Fred, apártate con cuidado.
Jeremy no esta aquí, el que esta al mando es su lobo y él no atiende razones.
–Dijo con fuerza. Me molestaba– ¡Fred! Apártate, te esta evaluando como comida.
Les gruñí a
ambos y comencé a acercármeles.
>>Megan<<
Le había
disparado al tipo que iba a matar a Jeremy, y no había sentido nada, solo un
leve sentimiento de agradecimiento a alguien superior que no me dejo fallar en
un tiro tan difícil.
Pero, lo que
estaba viendo ahora no daba crédito, sentía ganas de vomitar al ver como Jeremy
se había saboreado la sangre del muerto. Y ahora, trataba de matar a Fred y a
su padre.
Todos decían
y me consideraban su hembra. –Me dije– Entonces, porque no intentar algo loco y
espontaneo.
Me saque la
mochila y la campera, deje a un lado mi arma, ya casi no me quedaban
municiones, le había disparado a unos cuantos lobos antes de llegar aquí. Volví
a lo que estaba haciendo; me enrolle la camiseta de Jeremy y me acerqué a Fred
y a su padre. Les toque el hombro y ambos se pusieron tensos.
Los aparte y
me hinqué frente al lobo– Jeremy, ¿puedes oírme?
El lobo se
puso a olisquear a mí alrededor. No me estaba reconociendo. Sin apartar la
mirada de Jeremy, les hablé a padre e hijo– Váyanse, ahora.
–¿Enloqueciste?
–Me masculló Fred.
Su padre dio
un paso atrás bastante tentativo, pero Jeremy estaba concentrado en mí. El
señor Stonel intentó darme un pequeño toqué en el hombro, pero Jeremy le gruñó
con ferocidad.
–Vamos hijo,
está concentrado en Megan. –Fred quería protestar casi podía ver como
mascullaba– Necesito a tu abuelo, su sangre es más fuerte que la tuya. –Me dio
una mirada a hurtadillas– La última vez que Jeremy perdió el control yo y mi
padre bloqueamos a su lobo, los separamos por su propio bien.
–¡¿Qué?!
–Daba gracias que Jeremy me mirara a mi y a nadie más porque el grito de Fred
pudo haber logrado que fuera el bocadillo de Jay.
Su padre dio
otro paso atrás arrastrando a Fred con él esta vez– Su lobo no tiene su misma
personalidad, si él es un chico lobo increíblemente amable y sociable, su lobo
es un maniaco sanguinario. Demos gracias, porque esta vez no hizo los mismos
estragos que la última vez. –Dijo a media voz– Necesito a tu abuelo, con la
sangre de alfas corriendo por nuestras venas podemos retenerlo.
–Lo siento
Megan, iremos por mi abuelo y volveremos de inmediato.
Asentí. Era
increíble pero me sentía segura con Jeremy, no importaba que estuviera su lobo
al mando. Cuando se fueron me acerque a Jeremy caminando a cuatro patas, cuando
estuvimos a la misma distancia limpié su hocico con la camiseta. Después
acaricie su cuello y sus orejas. No sabía que estaba haciendo pero parecía
agradarle.
–¿Puedes
volver a tu forma humana?
El lobo que
estaba frente a mí se movió de un saltó quedando más lejos de mí, volvió a su forma
pero aun así no era Jeremy el que estaba frente a mí. Me sonroje algo al volver
a verlo desnudo. Cerré los ojos, cuando volví a abrirlos ya no estaba frente a
mí, sentí pánico al no verlo pero no por mucho, de un momento a otro tenía su
nariz pegada a mi cuello oliéndome.
–Jay…
–Susurré.
Jeremy me
abrazó– Mía.
Sabía lo que
iba a hacer, casi sentía sus colmillos en mi cuello. Fue su lengua la que
recorrió el camino desde mi oreja hasta mi hombro, sus manos se movían de a
poco. Me giro y me encontré con sus ojos… rojos. Perdí el aliento al verlos. No
por miedo, sino, por algo más. Atracción.
–Jay, ¿estás
ahí?
Jeremy
inclinó la cabeza, en un movimiento que era más lobuno que humano, aun así me
negué a asustarme.
–Lo estoy.
–Su voz sonaba ronca, como si hubiera estado gritando por horas– Si.
Tome su
rostro entre mis manos– ¿Por qué atacaste a Fred? –Jeremy cerró los ojos y
movió su cabeza, parecía… extasiado. Lo acaricié más aun– ¿Me vas a decir el
porqué?
–Me apartó
de mi presa, no tenía derecho. –Volvió a abrir sus ojos y por si fuera poco, el
iris rojizo brillaba aun más.
Volví a ver
las manchas de sangre que nos cubrían– Eso fue asqueroso Jeremy.
Él me tomo
más fuerte entre sus brazos– Merecía lo peor. Dijo que iba a acostarse con mi
hembra.
Empalidecí–
Dios…
Jeremy hizo
que lo rodeara con mis brazos– Pero eres mía. Mi olor debe estar en ti.
Lo mire sin
saber– ¿Cómo consigo tu olor?
Jeremy
ronroneo, de un movimiento me desgarró la camiseta. Me quede un tanto
anonadada, pero no tanto como para no cubrirme con las manos.
–¡Jeremy!
¿Qué haces?
Jeremy me
observaba con un brillo de hambre, y no de la clase que tienes cuando sientes
ganas de comer algo en especial sino del tipo que un hombre tiene ante una
mujer.
Y lo peor,
yo le correspondía. Me quite los restos de la camiseta dejándolos en el suelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario