Entre en casa a eso de
la media noche…
Mire hacia todos lados
pero no se veía nada, era bastante extraño porque se suponía que ella me
esperaría, no, ya no podía pedirle eso. Me reí de eso.
–¿Por qué te ríes?
–Zoey bostezó.
Zoey estaba parada en
la escalera al segundo piso, desde hace un mes vivíamos en la casa-pensión de
mamá o la ex casa de mamá ya que ahora vivían en la mansión que se veía mucho
más familiar con Becca y Jeffry corriendo por todos lados. Jeffry ya tenía dos
años y sabía como correr.
La mire con atención,
se veía tan tierna– Vamos a la cama, parece que te vas a caer en cualquier
momento.
Tome mi bolso que
había dejado tirado en el suelo al entrar en casa y me encamine hasta ella. Le
acaricié las mejillas y la bese en los labios.
–Vamos, arriba.
Zoey me abrazo– Vamos.
Me reí, se veía tan
agotada y yo no podía dejar de sonreír como un idiota cuando la veía en
especial cuando se vestía con los pijamas de ositos que le había comprado. Con
un movimiento la levante en brazos.
Zoey me beso en los
labios– Te amo.
–Si, yo también y
ahora vamos a descansar ¿cómo estuvieron tus clases?
La sonrisa de Zoey fue
de orgullo– Hasta ahora soy la mejor en literatura inglesa ¿quién lo iba a
saber?
Subí las escaleras
mientras me hablaba– Yo lo sabía, te devoras los libros con avidez y eres capaz
de darme un análisis total de ellos. Solo no te esfuerces tanto.
–Bien, déjame decirte
que no soy una minusválida sino una embarazada.
Entre en nuestro
cuarto y la deposite en la cama, lancé mi bolso lejos. Después de todo eso y de
quitarme la chaqueta del traje me tire aun lado de Zoey y como todas las noches
me puse a adorar su pancita, nuestra bebé llegarían en seis meses más y ya era
la consentida de sus abuelos paternos y maternos. ¿Cómo? Ya había una
habitación llena con una cuna rosa y blanco, un cochecito con dibujos de
muñecas, a propósito de estas había una repisa llena de estas desde algunas con
cabello rubio y otras con piel morena (favor de su abuelo Edward que se dedica
a buscar esas cosas).
–Ya quiero que nazca y
no nos deje dormir.
Zoey me miro como si
estuviera loco– Estas… no lo diré porque no quiero enseñarle malas palabras a
mi Heather.
Me golpee con mis
manos la cara– Ya te dije que ese nombre…
–Es genial, si, ya me
lo habías dicho.
Me levante de un salto
y me desvestí tan rápido como pude pero no fui lo suficientemente rápido para
Zoey que se durmió apenas dejo de hablar, se había vuelto algo innato en ella
desde hace un par de semanas según el doctor algo normal para ella en su
estado.
Me dormí con ella
entre mis brazos como lo haría ahora y siempre.
También me dormí con
una idea que iba a poner en marcha mañana.
–¿Ya terminaste?
Levante mi cabeza de
inmediato, me había vuelto a dormir. El abuelo estaba parado en el umbral de la
puerta con su pijama. Me reí de él se veía tan gracioso.
–No me digas, ¿estás
borracha? –Me apunto con el dedo y luego puso su mejor voz de amenaza– Emily…
Me levante y estiré
mis brazos por encima de mi cabeza, que rico– Déjame decirte que no estoy
borracha, sino que te ves… gracioso en pijama.
El abuelo se sonrojo–
Yo creía que me veía bien.
–Te ves bien, pero
también te ves gracioso hablando tan autoritariamente en pijama. ¿Qué dirían
tus socios si te vieran?
Fui hasta mi armario y
saque uno de mis pijamas de franela que eran bastante calentitos para esta
época invernal, también un conjunto de ropa interior y… calcetines, no podía
dormir sin ellos. Me di la vuelta para ver al abuelo, estaba con la nariz
metida entre mis cuadernos.
–Deja eso, ahora
jovencito. –Imite su voz.
El abuelo se rió de mí
imitación– Pequeñita mimada.
Puse los ojos en
blanco– Abuelo ya tengo veintiuno, soy mayor.
–Ya que tocamos ese
tema… –Me miro de soslayo aun con uno de mis cuadernos en la mano– ¿Cuándo le
vas a dar el si a Marcus?
Entre con mi ropa al
baño y cerré la puerta lanzándole una mirada llena de odio a mi abuelo. No
sabía como pero se había enterado de mi “relación” con Marcus, no era que
quisiera que fuera un misterio pero habían cosas como esas que no me agradaban
para nada que él supiera, se hacía ilusiones con bastante rapidez.
Cuando había llegado a
la casa del abuelo hacía un par de años, bueno un poco más, casi tres años, me
había enterado que para mi llegada ya estaba lista una gran habitación en el
ala norte de la mansión, y un auto estaba fuera también a mi llegada. Para mí.
Me vestí con lentitud
para aburrir al abuelo pero lo conocía lo suficiente como para saber que él no
se iría así de fácil, lo mismo pasaba cuando salía de fiesta. Él siempre estaba
esperándome en el recibidor como un perro guardián así que desde hace un año que
no salía de noche me daba pena preocuparlo, aunque tampoco era lo mismo salir
aquí, no tenía muchos amigos y cabe decir que eran todos mis primos. Ni
siquiera quería salir con chicos, lamentablemente me había dado cuenta de una
forma no muy agradable que era el centro de atención de todos aquellos hijos de
quienes querían hacer negocios con mi abuelo, al ser la nieta pobre de Alfred
Stonel creían que podían encandilarme con un poco de atención y joyas.
Lamentable para ellos que Richard me había informado de eso, y el primer día lo
había comprobado.
Suspire con desanimo
pero no me duro mucho ese estado al recordar a mi primo, a pesar de que el
abuelo pensaba que era la oveja negra de la familia era un chico muy
considerado, se había tomado la molestia de guiarme en la universidad y de
preocuparse de que nadie me molestara ya que muchas chicas también eran muy
falsas a la hora de ver a una heredera.
Era la cosa más
horrible.
Solía extrañar mi
antigua vida. Antigua. Si, era antigua porque ahora esta era mi vida, diferente
pero si así podía garantizar que Edward y Zoey, incluso mis padres pudieran
vivir sin preocuparse de nada lo haría y también estaba el que me encantaba el
trabajo en la empresa por ahora era ayudante de la asistente del abuelo, así me
pondría al corriente de todo y cuando terminara de estudiar que sería el
próximo año.
Terminé de vestirme y
salí, el abuelo estaba sentado en mi cama acomodando las almohadas. Había
estado tan solo. Fui hasta su lado lo abrace.
–Quiero a Marcus pero
no siento… –Como lo que sentí con Paul, me dije para mis adentros– Eso especial
que veo en ti y la abuela o en mis padres, por Dios lo veo hasta en Heath y
Zoey.
El abuelo sonrió– Ese
par, ¿Cómo crees que este Heath con las nauseas matutinas de mi princesita?
–Se las esta apañando
muy bien. Y eso me lo ha dicho papá. –De inmediato me puse en plan defensivo,
estimaba a mi cuñado– Y Zoey me dijo el otro día que Heath esta desesperado
porque naciera Heather.
–¿Heather? ¿Por qué
ese nombre?
Le di un pequeño
apretón– Deja eso, es hora de dormir.
Asintió, se levanto y
me dio un beso en la frente– Buenas noches, ¿quieres que le cierre la puerta en
la cara a Marcus? Se que quiere una respuesta y ese chico es malditamente terco
cuando quiere que le digan que sí.
Me reí y me metí en la
cama– Yo sé que hacer, le diré que no.
Hace un año y medio
que estábamos saliendo y hace un par de días me había pedido matrimonio, como
me había quedado en blanco en el momento no le había podido responder.
Me cubrí con las
mantas hasta la cabeza, no sabía como decirle que no pero estaba segura de que
no quería casarme con él.
Con ese pensamiento me
dormí.
Al otro día baje las
escaleras sin mucho ánimo, no había tenido un sueño muy... conciliador que
digamos y tampoco me sentía muy animada por el día que comenzaba. Tenía que dar
una prueba y entregar un trabajo e ir a trabajar a la empresa y… una cita para
cenar con Marcus.
Me sentía algo
atrapada con eso, era un chico adorable y… si terminábamos mal seguiría viéndolo
cada vez que fuera a ver al abuelo o a mi mejor amiga, que quizás dejara de
serlo porque era su hermana. Maldición.
Camine hacia el
comedor, mi café me esperaba como todas las mañanas al lado de mi abuelo. Me
sentía más mimada de lo que había estado en toda mi vida, papá me amaba pero
era realista con su amor, me daba lo que necesitaba junto con su cariño. El
abuelo era harina de otro costal, procuraba darme de todo lo que podía; una
black-card, auto, departamento (por si salía tarde de clases), ropa y… tenía un
muy grande joyero con piezas muy lindas que harían llorar a cualquier mujer.
Me acerqué hasta él y
le di un beso en la mejilla luego me senté. Era nuestra rutina. Detrás de mí
llego corriendo el tío Sackary, el hermano mayor de mi papá.
Me dio un beso en la
sien y al abuelo le dio un apretón en el hombro– ¿Qué tal están hoy?
–Bien. –Dijimos a
coro.
–Y Emily tiene una
cita para cortar con Marcus. –Agregó el abuelo– En una cena esta noche.
Tío Zack y yo lo
miramos con los ojos abiertos como platos al escucharlo. Pero por distintas
razones, tío por la sorpresa y yo porque… ¿cómo diablos se había enterado él de
todo ello? si había recibido un mensaje de texto, a menos… no, él no podía
haber revisado mi móvil.
–¿Para cortar? –Tío me
miro– Creí que iban bien.
El abuelo tomo un
trago de café– Resulta que no hay química, el chico no tiene oportunidad contra
eso y si ya estamos en eso te digo, que es un poco falto en atención y además
con eso de su trabajo...
–¿En serio? –Dijo tío Zack.
Los mire a ambos furiosa–
Estoy aquí, ¿saben?
Tío me miro
interesado– En verdad, ¿vas a dejarlo por su trabajo?
Mordí un pastelito con
ganas de matar a alguien– No voy a dejarlo por eso, no me molesta que sea
guardaespaldas y que… haga trabajos de los que no puede hablar, solo me molesta
el dejarlo porque no siento esa… –Recordé los ojos de Paul– chispa.
Tío me miro intrigado
pero se quedo en silencio, algo que no pudo imitar su padre.
–Sabes, siempre haces
lo mismo, te quedas como si quisieras decir algo más y terminas diciendo otra
cosa. –Me miro ceñudo esperando a que le contestara pero no lo hice sino que
seguí devorando los pastelitos– Vas a engordar.
Me sonroje porque era
cierto que ya no estaba tan delgada, con todos los mimos del abuelo y la abuela
con sus galletitas de miel había subido unos más que respetables cinco kilos
que según Zoey no se me notaban más que su embarazo.
–Es solo tu
imaginación. Ambas cosas. –Le dije por las dudas.
–Hola a todos. –Sin
siquiera mirar me di cuenta de que era Sam.
–Hola. –Ese era Sackary
hijo.
Tome un trago de café
y les hice una seña, ambos eran gemelos pero eran dos polos opuestos; Sam era
el gemelo feliz, Zack era el gemelo serio y reservado. Los gemelos tenían
veintidós años y me llevaban con ellos a la universidad porque no quería conducir
aun. Mi auto tenía cincuenta kilómetros de recorrido y había sido todo un logro
porque los había hecho una vez que fui al centro turístico del abuelo.
–¿Siempre se levantan
a la misma hora? –Les dije con picardía.
Zack me sonrió de su
forma única, o sea, un leve alzamiento de una esquina de su boca– Siempre me
levanto temprano para levantar a Sam, el muy perezoso nunca se levanta solo.
Sam hizo una mueca–
Puedo levantarme solo. –Me miro suplicante– En serio.
Le hice una seña
positiva con mi dedo– Te creo, pero no creo que lo hagas a horas muy decentes.
Tío se sonrió– Yo
tampoco lo creo.
–¡Papá!! –Sam se sentó
a un lado de su padre que estaba a la izquierda del abuelo– Si tú no me crees
¿quién lo hará?
–Yo puedo hacerlo, si
quieres. –Agregó su hermana menor entrando al comedor.
Sonreí para mis
adentros, la chica era el dolor de cabeza de sus padres que querían convertirla
en una señorita de la alta sociedad y… fracasando absolutamente.
–Hey Em. –Le hice una
seña con la mano y ella me respondió. A tío no le hizo gracia que nos
hiciéramos señas “eso no lo hacían las señoritas”.
–Mi bomboncito. –Sam
se levanto de un salto y aplasto a su hermana en un abrazo de oso.
–Suéltame pendejo. –Me
reí a carcajadas.
–Robín. –Le dijo en
tono de amenaza su padre.
Robín lo miro por
sobre el hombro de Sam que seguía abrazándola. Hoy estaba vestida con una
camisa escocesa roja y unos jeans desgastados en las rodillas, sus zapatos hoy
eran zapatillas de deporte negras. No llevaba nada de maquillaje y nada para
sujetar esa melena rubia oscura con risos.
–Dile a tu hijo que me
baje. –Le dijo apretando la mandíbula.
Tío se dio por
vencido– Déjala abajo, debe llegar al instituto de una vez y ya va tarde.
Una vez en el suelo
Robín se “arreglo” el cabello, lo que consistía en quitarse el cabello de la
cara– Gracias.
Se sentó a mi lado y
comenzó a armarse un sándwich que hizo poner mala cara a todos los que estaban
ahí; llevaba varias lonjas de jamón enrolladas y por encima dos de queso, luego
volvían las lonjas de jamón y tomate y lechuga, ¿de dónde había sacado lechuga?
–Provecho. –Le dije y
le serví algo de jugo para que pasara su sándwich.
Para remate– Gracias.
–Su madre lanzó un grito de angustia al verla hablar con la boca llena– Hola
mami.
–Traga antes de
hablarme. –Su madre me miro– Buenos días Emily, ¿por qué no le enseñas algo de
modales a esta niña? Estaría tan agradecida.
Tío me miro como si
hubiera recibido una idea desde el cielo– Eso es una gran idea.
Los mire a todos,
incluso el abuelo me sonreía asintiendo. Cordero inocente para el matadero,
tenía que tenerlo escrito en la cara porque Sam se rió y Zack estaba también
sonriendo pero más disimuladamente.
–Entonces esta
decidido, querida vas a pasar más tiempo con tu prima Emily, ¿no te hace feliz?
Robín me miro
sonriendo abiertamente, menos mal que ya había tragado la comida– Prometo que
me portaré bien, lo juro.
–Está bien.
Eso esperaba.
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