Cuando tocó la media noche me retire a mi cuarto. Habíamos estado viendo películas antiguas por la tele de la sala de estar, pero ya me había dado mucho sueño y no tenía sentido estar más tiempo allí cuando Zack no se separaba de mí, manteniéndome apartada de Paul, como si quisiera volver a caer en sus redes.
Me había dedicado a
pensar mientras veía la televisión, ahora no me sentía tan predispuesta a estar
con él, había llegado a la misma conclusión que Zack, mientras no escuchara las
palabras mágicas no lo dejaría enredarme en sus juegos. Esta bien que me
distrajera pero Zack tenía razón él no había dicho que no a ese matrimonio y
esta tarde había hablado con sus padres, no se veía mejor que antes, todo lo
contrario más sombrío.
Me levante del suelo–
Me voy a dormir, buenas noches a todos.
–Buenas noches.
–Dijeron todos.
Me acerque a todos y
les di un beso a todos, cuando llegue a Paul le di un beso en la frente.
Me detuvo un momento– Subiré
en un rato.
Me sonroje– Esta bien,
¿algo importante que decir?
Me guiño– Algo
importante que quiero que sepas.
Le di otro beso en la
frente– Te esperare, no te demores.
–Emily Linda Stonel
Evans, vete a dormir de una vez. –Me gruñó Zackary– Déjate de coquetearle a ese
granuja.
–Voy a golpearlo, lo
juro. –Me susurro Paul al oído– Ve a tú cuarto, ya iré más tarde.
Subí corriendo a mi
cuarto y me cambie a mi pijama de franela, y tome las mantas que estaban en el
armario. No sabía que quería decirme Paul pero si sabía que el frío había
aumentado en el cuarto, solo había una chimenea en la sala y en los cuartos
todavía no se conocía la calefacción central.
Me acurruque entre las
mantas y al poco rato me quede dormida, o eso creí ya que las manos que me
rodearon me sacudieron un poco, así que… ¿cómo entró el dueño de esas manos?
Abrí los ojos con
pesadez y me encontré con los ojos claros de Paul frente a mí.
–Hola. –Dije medio
dormida aun.
Paul apartó las mantas
y se metió en la cama, debía de estar hace rato en la habitación porque estaba
con la camiseta y los bóxers.
–Esta noche voy a
dormir contigo, hace demasiado frío como para estar solo esta noche. –Me dijo
divertido por algo.
Le sonreí adormilada–
Bueno, puedes dormir aquí si quieres, mientras solo sea eso.
–Oui, mon amour
platonique. –Me susurro al oído con algo de nostalgia, o eso me pareció.
Nos abrazamos y así
dormimos juntos. Con unos cuantos susurros que me dedico contra el cabello, no
las entendía porque estaba hablando en francés mientras me dedicaba leves
caricias en el cabello.
Esa noche tuve los
mejores sueños que pude haber tenido en
mi vida, después de conocer las peores pesadillas ya sabía cuando apreciar los
buenos sueños. Sueños que involucraban una vida feliz, o así me sentía.
Camine por un prado
lleno de flores con margaritas aquí y allá y varias flores más de verano. La
brisa mecía mi cabellos, me sorprendí al llevarlo suelto, caía hasta mi
cintura. Nunca había tenido el cabello tan largo.
La sorpresa por llevar
el cabello suelto no fue nada en comparación con la sorpresa de ver mi vientre
abultado. No fue miedo lo que sentí, sino felicidad… esto faltaba en mi vida,
algo que fuera mío y de nadie más. Sonaba ridículo, tenía una familia
maravillosa, sería tía dentro de poco y en menos probablemente volvería a
serlo, si podía confiar en lo que veía a mí alrededor.
Acaricie mi pancita
con cariño, era mi pequeñito que esperaba ver el mundo… Sonreí feliz de todo
pero hacía falta alguien, ¿o era algo? Todo se volvió confuso en ese momento,
me vi girando y girando y de pronto me hallaba rodeada de oscuridad. No quería
estar aquí, no quería. Pero había alguien me dio su mano y todo volvía a ser lo
de antes cuando la tome.
Abrí los ojos
sintiéndome más tranquila, mire a todos lados pero no estaba mi acompañante. Me
levante de golpe y pagué por eso, mi cabeza daba vueltas, tuve que quedarme
sentada un rato y luego me levante.
Paul había querido
hablar pero no había dicho nada mientras me abrazaba, nada que hubiera
entendido. Mi francés no era para nada bueno, Zoey era la maniática del idioma
y del país. Salí del cuarto en pijama y me encontré con una escena algo
extraña.
–¿Qué pasa? –Les dije
a Jane y a Zack que estaban parados en el pasillo.
Zack se encogió de
hombros– Venía a despertar a Jane, es hora del almuerzo y quería que me ayudara
a preparar algo.
Lo mire un tanto
incrédula– ¿Sabes cocinar? ¿Tú?
Me sonrió– Sé hacer
ensalada de lechuga y Jane se ofreció a enseñarme a cocinar algo decente.
Comencé a reírme–
Menos mal sabes hacer algo muy difícil.
–Emily vas a
avergonzarlo. –Me dijo Jane frunciéndome el ceño.
Deje de reírme pero
por otro motivo– ¿Dónde esta el resto de la gente?
Jane dudo al mirar a
Zack– Salieron un momento, no dijeron a que hora volverían.
Asentí, me di la
vuelta y entre a mi cuarto. Me vestí rápidamente con una camiseta con gorro, un
jeans y unas zapatillas.
Comimos un almuerzo
contundente y después salí a recorrer el lugar, apenas me dirigí a las
pesebreras cuando me encontré con el encargado del lugar. Era un hombre bajito
y me sonrió apenas me vio. Con un francés lamentable y bastantes señas le pedí
un caballo ensillado.
Veinte minutos después
salí de las pesebreras, montada en un caballo inglés de carreras, cabalgar era otra
cosa que aprendí con el abuelo. Al abuelo Alfred le encantaba andar a caballo
pero ninguno de sus nietos que vivían con él le agradaba eso, en cuanto a mí,
me había encantado en cuanto le pille el tranquillo y supe como ganarme al
caballo, una zanahoria o manzana y eran los animales más felices de la
historia.
Cabalgue por los
senderos aledaños a los campos. Me dio un momento para pensar, y, ¿si Paul se
había ido? Un pequeño dolor me comenzó en el centro del pecho, pero lo mitigue
haciendo correr al caballo, quien mostro su alegría bufando y después
comenzando a correr. Dimos la vuelta a la casa y volvimos a las pesebreras,
allí nos esperaba un Paul vestido en jeans y una chaqueta ligera, me hizo una
seña pero luego se interno dentro de las pesebreras, cuando salió lo hizo en un
caballo bayo.
–¿Sabes montar? –Le
dije bastante feliz de verlo.
Él me sonrió en
respuesta– Si, estaba en el equipo de polo en el instituto.
Asentí, eso no lo
sabía y si ya me ponía a ello, no tenía idea de nada de Paul. Debía cambiar
eso.
–Paul, ¿cuál es tu
color favorito?
Paul comenzó el trote
y lo seguí– No lo sé, diría que el blanco, me grada el blanco.
–¿Cuál es tu comida
favorita?
–¿Cuenta si es un
postre? –Mire al cielo– Entonces, la crème brule.
–¿Cuáles son tus
hobbies?
Paul pensó un momento–
Me gusta crear juegos en ordenador, a veces tengo pacientes de doce años y les
gusta que su doctor sepa algo “actual”. –Recalcó la palabra.
Se veía tan tranquilo
y ni siquiera me pregunta el porque de tantas preguntas, le di un guiño.
–¿Tienes muchos
pacientes? ¿Dónde atiendes? –Le pregunte interesada.
La risa de Paul me
pillo desprevenida– Si, tengo varios pacientes, a veces atiendo a bebés y otras
veces a niños malhumorados y otros felices de verme. Atiendo en un hospital de
bajos recursos, en las zonas bajas de la ciudad. No, nadie sabe quien soy
realmente. Y antes que pregunte, adoro mi trabajo y no lo cambiaría por nada.
Aminore el paso– Por
tu tono de voz sabía que adorabas tu trabajo, ¿sabes que cuando me dijiste que
eras Pediatra no te creí? Fue Edward quien me dijo que en verdad estudiabas
pediatría y que le detectaste un dolor de oído, eso fue muy tierno por cierto.
¿Por qué me miras de esa forma?
La cara de Paul cambio–
¿Por qué me hacías tantas preguntas Emily?
–Me di cuenta de que
apenas te conocía. –No pude evitar responder con sinceridad al verlo
directamente a los ojos.
Paul asintió– Me
parece justo, ahora comenzare yo, ¿cuál es tu color favorito?
Pensé un momento– Creo
que el azul, siempre he tenido cosas con diferentes tonos de azul y me
encantan.
–¿Cuál es tu comida
favorita?
–Macarrones con queso,
mucho queso. –Dije pensando en el plato, le había dicho a Jane que hiciera
macarrones y ella solo me había mirado y había dicho que no. Maldita Jane,
maldita.
Paul me jaló la manga–
¿Cuáles son tus hobbies? Aparte de montar, ya sé que te gusta por la cara de
felicidad que tenías al correr a caballo.
Sentí el calor inundar
mi cara– Si, me gusta. Tengo otros hobbies, suelo jugar al basquetbol.
–¿De verdad? –Asentí–
Deberíamos jugar un día.
Asentí– Esta bien, oye
una última pregunta, ¿te gustan los niños? No los de otros sino la idea de
tener uno propio.
Paul se quedo en
blanco– Me encantan los niños y me gusta la idea, pero no lo realizaría en un
futuro muy cercano. Creo que en unos quince años más, mínimo. –Ante mi cara de
escepticismo me dio una sonrisa– Adoro los niños pero aun no los míos.
Me sentí mal y no
sabía porqué– Está bien, pero, ¿por qué tan… lejos?
Paul suspiró– Simple,
porque quisiera darle un lugar lindo y lejos de cualquier manipulación de mi
familia, lo criaría lejos de ellos y de todos, le daría una educación mejor que
un internado, que fue lo que yo tuve. Si, definitivamente será dentro de quince
años. Mis padres estarán casi con un pie en la tumba.
Hice una mueca– Que
bien por ti, me parece algo muy racional de tu parte y un bonito detalle lo de
tus padres.
Paul también hizo una
mueca– Se ve que eso no te agrada, te haré la misma pregunta, ¿te gustan los
niños?
–Si, ¿recuerdas que
soy hermana mayor? Me encanta cuando niña ver dormir a Zoey, inclusive le di de
comer varias veces a Edward, eso era una proeza, siempre lanzaba la comida y
tenía una puntería inigualable.
La mano de Paul detuvo
mis riendas– Sabes como ser hermana mayor, pero, ¿madre?
Tome su mano y
continuamos– Mi mamá dice que nadie te prepara para ese trabajo, es instinto lo
que te dice como valerte y los consejos de alguien más sabio, pero solo son
consejos el resto es todo improvisación.
Paul no dijo nada más
y continuamos el camino hasta la pesebrera, solté su mano al bajar del caballo
y Paul me ayudo a quitarle la montura a mi caballo. Seguimos camino a casa y
comenzaba a aburrirme del silencio.
–¿De quien será esta
casa? –Dije al llegar a la entrada.
Paul me miro
incrédulo– ¿En verdad no sabes? –Negué– La casa es de Heath, la heredo de
Louis.
Me pare de inmediato–
Pero creí que era una casa en la ciudad, decía así el testamento, ¿no?
Me dio un toque en la
cabeza– Esta diez kilómetros de la ciudad, no es nada, esta prácticamente al
lado de la ciudad.
Levante las manos en
rendición– Esta bien, esta bien, pero es que, cuando pregunte nadie me quiso
decir.
Paul me paso un brazo
por los hombros– Descuida mon chere, la casa es bastante bonita y de la
decoración me han dicho se ha encargado Zoey el verano pasado.
Hundí los hombros–
Nadie me contó eso…
–Creo que vives muy
lejos, ¿por qué no vuelves? –Dijo contra mi pelo.
¿Por qué no volvía?
Varias veces me había tentado pero después lo había desechado, tenía un deber y
a pesar de que había veces en que me veía superada, siempre encontraba esa
motivación que me hacía seguir adelante. Sin contar que, el abuelo había puesto
su fe en mí.
Levante la cabeza– Mi
casa esta en Rumania junto a mi abuelo, allí me siento cómoda y soy muy feliz
estudiando allí, tal vez no tenga amigas pero me importa poco con tal de cumplir
mi objetivo.
–¿Cuál?
–No te lo diré, solo
cuando cumpla lo que tengo en mente lo diré.
Entramos a la casa y
nos separamos un momento por el bien de la salud mental de Zackary, que nos
miraba con desconfianza.
–¿Nada que comentar?
–Agregó secamente, aunque no logró causar mucho efecto con un delantal de
florcitas.
–Lindo delantal. –Dije
sin más, tratando de no reír al ver a un tipo muy macho de un metro ochenta y
tantos vestido con un delantal rosa con florcitas– Muy lindo en verdad, saca tu
mejor lado. –Me puse a reír a carcajadas.
Hizo una mueca– No te
rías que tu no cocinas casi nada y me tienes envidia, además, Jane me lo puso, creo
que después de todo hago mucho desastre pelando papas, estoy comenzando a pensar
que la cocina no es para mí. –Asentí pero después sonrió encantado por algo–
Pero como dicen, todos nos equivocamos cuando somos principiantes, ¿no? El lema
es nunca rendirse.
Ante tanto optimismo
lo mire interesada, no era la única Paul hacía lo mismo.
–Mon dieu todos hacen
desastres pero no pelando patatas, es mejor que dejes a la chica hacerlo. Se ve
que tiene experiencia con los cuchillos, espero que no sea de la forma que lo
es con un bate. –Termino mirando a Jane que picaba cebollas con mucha destreza.
Zack lo apunto con un
dedo– Supéralo, mi Jane es así y no tiene porque cambiar. Solo digo eso, por si
se te ocurre algo así.
Paul me agarró por la
camiseta– Vamos a un lugar menos conflictivo. Diviértanse cocinando niños.
Fuimos a la sala de
estar y nos encontramos con un par de tortolos besándose, iba a retirarme pero Paul
se puso a toser adrede.
–Lo siento, después de
andar a caballo me pasa esto, mucho aire limpio creo para mis pulmones
contaminados. –Dijo con voz enfermiza que era obviamente fingida.
Heath le hizo una seña
con la mano– Cállate de una vez, no te creo nada. –Dio un suspiro pesado– Ya
nadie deja que un hombre le de mimos a su bella esposa embarazada, no tienen
respeto ya.
La risa de Zoey llamo
mi atención, parecía divertida con el comentario de Heath– Vamos arriba para
que sigas mimando a tu querida y hermosísima esposa. –Dijo Zoey levantándose–
¿Van a ver una película?
Mire a Paul– Creo que
sí, ¿por qué no?
Paul negó– La verdad
es que tenemos una conversación pendiente nosotros dos, agradezco que nos
dejaran la sala de estar.