La mañana del domingo estaba soleada y calurosa, algo que comenzaba a ser escaso por la época del año. Sentí muchas ganas de bañarme en la piscina y disfrutar del sol. No resistí la tentación y busque un bikini rojo, me lo coloque debajo de la ropa así no perdería el tiempo después de desayunar.
Y vestida de jeans y
una camiseta de tirantes baje a desayunar, como nunca Robin ya estaba allí y me
miro casi suplicante. Vivir con sus hermanos ya era un calvario en estos días y
lo aceptaba, era mi culpa.
Estos últimos dos días
me había mantenido entretenida enseñándole a Robin como defenderse, y tratando
de que mis primos no me ahorcaran por comprarle ese pijama “diabólico” a su
pequeña hermanita, hasta tío se había mostrado perturbado por eso diciendo que
había pervertido a su bebita. Solo porque una noche Sam había entrado en la
habitación de su hermana y la encontró vestida con su adorado pijama, el muy
metiche corrió a contarle a su padre y a Zack y así empezó todo.
Por supuesto, exageraban.
–Vamos a desayunar
juntas.
Robin me tendió la
mano de mala gana– Si intentan de nuevo eso de quemar mi ropa, ¿Qué vas a
hacer?
La mire muy segura–
Procurar que no la quemen contigo dentro.
Robin se enfurruño–
Eso no me gusta, pueden hacer lo que quieran con la ropa pero el pijama me
encanta, es muy lindo y cómodo.
La estudie; llevaba
una camisa ajustada a cuadros verdes, de los cuales llevaba varios botones
abiertos dejando ver una pequeña camiseta blanca, y unos shorts negros también
ajustados, con calzas verdes. Se veía como un duendecillo bastante hermoso y
hasta tierna, aun con esas convers. Raro.
–Solo vamos a
desayunar, te prometo que si intentan quemar tu ropa rescataré tu adorado
pijama.
–Lo prometiste,
recuérdalo.
Al entrar de nuevo
veía que estaban todos sentados desayunando, se me había hecho costumbre, les
hice a todos una seña y me fui a sentar al lado del abuelo.
El abuelo estaba como
todos los domingos, vestido de una forma más relajada una camisa y unos
pantalones de chándal. Y por alguna razón que desconocía estaba nervioso al
mirarme.
–¿Qué sucede?
–Hablaremos después
del desayuno. –Miro a Robin– Te ves hermosa, querida.
–Gracias abue, ¿le
puedes decir a mis hermanos que dejen de intentar quemar mi ropa? Comienzan a
comportarse como los mocosos malcriados que son. –Mientras hablaba no dejaba de
mirar a sus hermanos.
–¿Por qué dejaste de
vestirte como lo hacías? – Sam no ocultaba su mueca de disgusto
–¿Por qué te molesta?
–Le preguntó claramente confundida– Ustedes querían que cambiara…
Zack interfirió– La
verdad, me sorprende que te olvidaras de tu guardarropa tan rápido.
–Y, ¿por qué nadie me
dijo que mi hermanita bebé tenía pechos? –Grito Sam.
Todos nos quedamos
callados. Me concentré en el abuelo que intentaba no reírse, y en tío Zack que
estaba bastante confundido. Al final, el abuelo rompió a reír.
–¿Qué pensabas? Es una
chica y muy bella, no veo nada de malo en eso.
Sam estaba sonrojado– No
entiendes, nadie me dijo que mi hermanita tenía las curvas de una mujer fatal.
–Dijo– Así me hubiera esforzado más en cuidarla.
–¿Qué piensas Zackary?
–Le pregunte con inocencia.
–Si veo a un tipo
cerca de ti, Robin. Voy a golpearlo y nadie me va a parar hasta que lo mate.
–Uy, estaba enojado. Su cara lucía un ceño fruncido.
–Y yo te voy a ayudar.
–Dijo Sam bastante satisfecho– Oye Zack, se me acaba de ocurrir una idea,
¿quieres ir conmigo a buscar todas las tardes a nuestra hermanita al colegio?
Digo, si quieres acompañarme, no te estoy obligando a que dejes de lado a Jane.
–Por supuesto que te
acompaño hermano, Jane entenderá.
Los mire a ambos tan
celosos y sobreprotectores con su hermana. Que tiernos.
Robin, por otro lado,
estaba molesta– Son unos tontos.
–Tienes que ver el
lado positivo de esto, tus hermanitos mayores son muy tiernos. –Le sonreí.
Sam y Zack me miraron,
hablaron al mismo tiempo– Pijama.
–Que rico hay pastel
de chocolate.
Con tensiones y al
final con chistes sobre Sam y su incapacidad de mantener una novia, termino el
desayuno.
–Ven conmigo a mi
oficina. –El abuelo me tendió la mano– Vamos, es algo importante.
Me levante con su
ayuda y salimos del comedor.
–Abuelo, me estas
preocupando.
–Es un tema delicado, ayer
no revise mi correo y antes de desayunar tuve tiempo de darle un vistazo.
–¿Le paso algo a Zoey?
–Mis nervios se dispararon, si le pasaba algo a mi hermanita…
Negó con la cabeza– No
te preocupes, quiero que lo veas con tus propios ojos.
Entré en la oficina,
más conocido como su estudio, y me dirigí a su computador, después de mover varias
veces el mouse vi la bandeja de entrada.
–¿Has pensado en
comprar un netbook o notebook? –El abuelo me indico un correo y lo abrí– Oh mi
Dios.
–Si, lo mismo pienso.
Escuche unos pasos
acercárseme, pero no me preocupe, esos pasos silenciosos los conocía de hace
bastante. Cuando se sentó a mi lado seguí callada, pasaron varios minutos o eso
me pareció a mí antes de que él rompiera el silencio.
–¿Cómo estás? –Dijo
por fin.
Lo mire sin saber que
decirle, no tenía palabras para describir lo que sentía y no me sentía muy
proclive a contarle algo tampoco. Pero gano la confianza que le tenía.
Mire a Marcus, pese hace
un buen rato que se había sentado a mi lado en la piscina había esperado
pacientemente, no dejando de mirarme, debía de haberle costado demasiado hacer
su pregunta y si bien habíamos sido novios y hace tan poco que habíamos
terminado no podía dejarlo aparte de esto, aunque doliera.
–Embarazada, así me
siento.
Me había embarazado de
otro hombre, por las fechas había sido esa primera noche en que Paul y yo nos
vimos en el spa. Un par de días después de cortar con Marcus.
No me hacía sentir
nada bien estar hablando de esto con Marcus, no era justo. Me dije. Seguía
pensando, mientras él seguía aquí a mi lado.
–Y eso significa…
–Que estoy voluble, no
me siento segura de nada y aun no sé como decírselo a mi padre sin que nos quiera
destripar al abuelo y a mí. –Y si ya estamos, a ti tampoco. Lo mire a los ojos–
Y eso no me hace sentirme demasiado segura ni feliz.
–¿Embarazada?
Me decidí a explicarle
de la mejor forma...
Tire de una de sus
manos y la puse sobre mi pancita– Si, embarazada. Bebé, ¿conoces el concepto?
Marcus asintió de mala
gana y se recostó a la orilla de la piscina– ¿Lo vas a tener?
Lo mire indignada por
su pregunta– Por supuesto, es mí bebé.
Me hizo una señal
positiva con el dedo– Eso esta bien, ¿le vas a decir al padre del bebé sobre
él?
–Claro. –No lo dude,
Paul quería tener niños aunque no ahora pero él entendería la situación, de eso
estaba segura– Él debe saber sobre su hijo.
–Está bien. –Nos
quedamos callados un momento– ¿Aun lo le llamas?
–No.
–¿Qué esperas?
¿Qué esperaba?
Nada, quise decir pero
eso no era verdad. Esperaba que un día de estos Paul me llamara y me dijera que
me amaba y que no quería dejarme ir de nuevo, que había sido un tonto al
decirme adiós de esa forma.
Mire el cielo y trate
de no pensar en él.
El cielo se veía claro
y ahora que lo pensaba mi bebé nacería en invierno, no lo vería este cielo
despejado nacer. Me recosté en la orilla de la piscina como Marcus y seguí
mirando el cielo.
–¿Cuándo comienzan las
lluvias?
–En unos dos meses y
luego vendrán las nevazones en unos cinco meses más. –Ni siquiera me pregunto
el porqué de mi pregunta– Podremos salir a esquiar, bueno por lo menos yo podré
ir.
Me reí– Te estas
burlando de mí, ¿eh? –Me toqué la pancita– ¿Oíste eso bebé? Tío Marcus se burla
de mamá.
Marcus se levanto y me
miro de forma seria– Te sale natural el papel de madre.
Me sonroje– Bueno, lo
seré dentro de unos meses, es mejor que comience a mentalizarme, mejor temprano
que tarde.
–¿A quién más le has
dicho que estás embarazada?
–Eres el primero. –Robin
aun no lo sabía pero ella estaba enterada de la prueba. Marcus iba preguntarme
algo pero me adelante– Me enteré hace un par de horas, ni el abuelo supo que
decirme para amortiguar el golpe, así que, no te molestes en tratar de
consolarme o decirme cosas lindas. –Disfrute del sol– No me siento mal, sino
algo como... confusa, tengo sentimientos encontrados.
–¿Qué dijo tú abuelo?
–Su mano se poso en mi mejilla pero cerré los ojos y los mantuve así– ¿Está
enojado?
Disfrute de sus
caricias, y por eso me sentí egoísta– No, solo se veía algo sorprendido pero lo
deje solo, creo que necesitaba tiempo al igual que yo para digerir la noticia.
La sombra me cubrió y
cuando sentí el roce de los labios de Marcus en la frente me di cuenta de que
era su sombra la que sentía– ¿Aun la digieres?
Me sonroje por su
cercanía– Más o menos, creo que ya estoy aceptando la idea que ahora seré
madre. Es algo extraño, porque me sentía confusa sobre como cuidar de un niño
pero nunca me cuestione de mi maternidad, en el fondo sé que quiero tenerlo
conmigo. –Marcus no me decía nada y eso me estaba poniendo nerviosa y
parlanchina– Tampoco me importa perder mi hermosa figura en el proceso.
Un beso cayó en la
esquina de mi boca– Que bien, te verás hermosísima de eso estoy seguro.
–Gracias. –Trate de
apartarme pero Marcus me mantuvo en mi sitio con uno de sus brazos, aun así no
abrí los ojos– ¿Marcus…?
–Quédate quieta, te
ves hermosa.
–Apártate muchacho.
–Abrí los ojos adormilada ya por el sol– No deberías estar asoleándote Emily.
Bostecé– Si, eso creo.
–Que bueno. –Me dijo
un abuelo no muy feliz.
Los mire a ambos y
decidí irme por las buenas– Iré a dormir, ¿te veré después? –Le pregunte a
Marcus.
Hasta ahora no me
había dado cuenta de que le había contado mis problemas a Marcus y no le había
preguntado porqué estaba aquí. Aunque aun me sentía algo sorprendida por
contarle esas cosas a mi ex.
Me levante con su
ayuda y volví a preguntarle.
–Depende de cuanto
duermas, estaré aquí un rato hablando con Zack.
–No importa. –Le di un
breve abrazo– Adiós, por cierto, ¿por qué estás aquí?
Me sonrió– Vine a
amenazar a mi cuñado.
–Ah genial. –Mire al
abuelo– ¿Y tú?
Imito a Marcus– Vine a
amenazarlo a él, pero ya que vas a entrar vamos, no quiero que asolees más a
nuestro pequeño.
–¿Desde cuando es
“nuestro”?
–Desde que ese niño va
a nacer aquí.
–Por si te olvidas, ya
no estoy en la empresa; tú me sacaste. He perdido muchas clases, y sabes bien
que habíamos quedado en que iba a volver a casa. –Enumere con mis dedos.
Él me golpeó la mano–
Soy viejo y tengo derecho a cambiar de opinión.
–Y yo soy la
inconstante. –Dije más despierta y algo molesta por sus cambios.
–Ya dije, yo soy
viejo, tú no. –Me dijo ya empezando a caminar– Además Zackary se sentía mal por
quitarte el puesto, no me tomes a mal, él también va a entrenarse de igual
forma que tú pero con su padre decidimos que van a turnarse. Con tu embarazo,
eso es ideal.
–Que considerado. –Mi
molestia crecía.
El abuelo me abrazó
por los hombros– Eres mi nietecita y debo cuidarte, no creo que a Edward le
moleste si te quedas aquí durante el embarazo. –Me apretó– Por ahora vas a
estudiar y a seguir tu rutina normal, ¿te parece?
–¿Si hablamos con papá
primero? Él suele ser la voz de la razón.
El abuelo me frunció
el ceño– Yo soy más viejo que él…
–Y él suele tener más
razón que tú. –Lo interrumpí. Ya me sabía de memoria eso de “yo soy más sabio
que él”, lo había escuchado miles de veces en sus peleas.
–Golpe bajo. –Dijo
Marcus que se mantenía caminando por detrás de nosotros.
El abuelo le dio un
golpe en la cabeza– Piérdete mocoso o has de una vez lo que has venido a hacer.
–Ya voy, ya voy, no se
enoje.
Me reí pero dentro de
unos minutos no me iba a reír para nada, era mejor comenzar a hacer llamados, a
Zoey le iba a molestar si no era una de las tres primeras personas en saber que
estaba embarazada. Papá iba a estar furioso pero se le pasaría, y no sabía que
pensar de mamá, ella era la más sensata.
Mi problema era el padre
del bebé, ¿me respondería la llamada? Y si lo hacia, ¿cómo le contaba la
noticia?
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