Estaba terminando de preparar mi hamburguesa después de freír con mucho cuidado la carne y cortar tomate y lechuga al ritmo de una canción que nunca llegue a reconocer pero Raluca, la cocinera, decía que era una canción típica de su pueblo, ella tenía sangre gitana.
–Jovencita, su abuelo
la esta llamando. Al parecer cree que esta en su cuarto.
Me mire, después de mi
tortilla de huevo había subido a cambiarme y a arreglarme. Pero las ganas de
comer mi hamburguesa no me abandonaron nunca.
La mire con cara de
perrito.
–Oh no, no señor, vaya
a comer con él.
Tome mi hamburguesa y
la coloque en un plato.
Entré en el comedor y
con mucho cuidado de no dejar caer mi plato moví la puerta. Todo el mundo ya
estaba en la mesa, y tía junto a Robin parecían algo sorprendidas de verme.
–Buenos días.
Sam llegó corriendo
detrás de mí y chocando conmigo, por lo que casi se me cae la hamburguesa.
–Cuidado.
–¡Primita! –Me grito
abrazándome como loco.
–Suéltame, vas a tirar
mi comida.
Zack entro después–
¿Cómo estás hoy? ¿Mareos? ¿Nauseas? ¿Algo?
Sam me dio la vuelta,
quitándome el plato y dándoselo a Zack– ¿Te pasa algo? ¿Estás enferma?
–No, no lo creo pero
no te preocupes por mí, hoy voy al nutricionista y sabré que pasa.
Sam me abrazo– Ojala
sea eso, nos preocupaste mucho.
Zack pasó por mi lado
llevándose mi hamburguesa.
–¿Dónde vas con eso?
Zack me frunció el
ceño– No te vas a comer eso, es asqueroso que te la comas para desayunar.
–Emily siéntate aquí
conmigo. –El abuelo estaba sirviéndose café– Y deja esa cosa en otro lado.
–Quiero comer mi
hamburguesa, me costo mucho tiempo prepararla.
–Si, me imagino por
toda la mayonesa que tiene esa cosa. –Sam tenía la tapa de pan en su mano.
Me senté al lado del
abuelo– No es justo.
–¿Cómo que vas al
nutricionista?
Asentí– El doctor dijo
que debía ir al nutricionista, estoy bajo peso según él, que es probable que
por eso me sienta débil. –Agregué sabiendo que el doctor pensaba algo muy
distinto. Esas malditas pruebas de embarazo no dejaban mi mente.
El abuelo siguió
tomando su café.
Comí algo de pan con desgana
hasta que Robin me dio, a pesar de las miradas de los demás, mi hamburguesa,
gracias a ella terminé de desayunar satisfecha con todo.
–Eres un ángel Rob,
gracias.
Ella se sonrojo– De
nada Emily.
De pronto algo se
ilumino en mí– ¿Hasta que hora tienes clase hoy?
–Hasta el medio día,
hay reunión del profesorado.
Tío Zack no se veía
muy contento– Y, ¿cuándo pensabas decirlo jovencita?
Vi como la pobre
escondía la cara con la capucha de su camiseta. Hoy estaba vestida con una
jardinera de color azul eléctrico y su camiseta con capucha y de manga larga,
un atuendo típico en ella.
Como estaba sentada a
mi lado puse mi mano en su hombro– ¿Quieres ir de compras conmigo? Tengo que ir
al medico y luego quedo libre.
Robin se iluminó de
pronto– ¿Por qué no voy contigo al hospital?
El golpe en la mesa me
pillo desprevenida– No, tú vas al instituto, pero si después vas a llevar a mi hija en auto, te sugiero que
lleves un chofer, no quiero que pierdas el conocimiento conduciendo y termines
matándola.
Mire a tío, se veía
bastante enojado y no sabía porqué, y los más raro paso cuando me sentí
terriblemente mal, ¿en verdad creía que pondría en peligro a Robin? Eso no era
justo, la idea se me acababa de ocurrir y no pensaba en usar mi auto… sentí
ganas de llorar y solo apenas logré controlar las lágrimas.
–¿Qué te pasa Zackary
Stonel? –Tía lo miro con cierto enojo, esto nunca lo había visto, bueno solo un
par de veces pero no así en frente de todos.
–Nada, –Al ver que tía
no le creía añadió– Después hablaremos.
Tía se levantó de su
asiento– Te lo haré recordar.
El abuelo me dio la
mano– ¿Quieres que te acompañe al nutricionista?
Asentí, no me apetecía
nada estar sola. Y comenzaba a sentirme bastante mal, tal vez no era buena idea
que fuera con ella de compras.
–Si, primero debo
llamar al hospital, ¿tienes una guía telefónica? –No tenía idea del número del
hospital.
El abuelo se levanto–
Vamos a mi estudio.
Salimos del comedor y
al cerrar la puerta se dirigió a mí.
–Tú tío esta
preocupado por Robin, esta teniendo ciertos problemas, le llamaron del
instituto y le dijeron que ha dejado de estudiar y no saben porqué. Ella no le ha
hablado de lo que pasa en el instituto. –Me tomo del brazo y caminamos por el
pasillo– Cree que la está molesta por algo.
–Eso no quiere decir
que me trate mal por eso. –Aun me dolía el comentario y creía que no lo iba a
olvidar así como así.
Al final el abuelo
terminó consiguiéndome una hora para el nutricionista, debía esperar porque iba
a ser a las diez treinta de la mañana y eran cerca de las nueve.
Fui a mi cuarto y lo
primero que vi fueron los test de embarazo, tome las tres cajitas y las lleve
al baño. Ya en mis manos me sentí diferente, decidí ignorarlos, los deje en el
estante que había en el baño para la ropa.
Iría al nutricionista
y eso sería todo, no podía estar embarazada, solo había sido una vez el
descuido después Paul y yo habíamos ocupado protección.
Me mire en el espejo
del baño, no me veía diferente y Zoey me había mencionado una vez que antes de
enterarse que estaba embarazada sentía le dolían los pechos y sentía el vientre
hinchado. Mire mi vientre, sentía que estaba algo hinchado pero podía ser que
estaba cerca mi menstruación, y ahora que lo pensaba también el deseo de dormir
y sentirme algo sensible. Si, eso debía ser, ¿cómo pude olvidar que estaba
pronta a menstruar? Que tonta, debía haberme intoxicado con la comida y de ahí
los vómitos.
Ya más tranquila con
mi resolución busqué ropa para ir al hospital, me vestí con más ánimo del que
tenía cuando me levante y recordé tomar mis vitaminas, por alguna razón salí
feliz de mi cuarto a reunirme con el abuelo en su estudio.
–¿Sabes que me
recuerdas a papá con todos estos estantes horribles de libros?
–Él me copio a mí.
–Estaba sobre una escalera buscando algo entre los libreros– Estoy contigo en
un minuto.
Me acerqué a él– ¿Qué
haces ahí? ¿Te ayudo?
–No, déjalo así puedo
solo, además te puedes caer. –Sacó un libro gigantesco del último rincón del
librero– Lo encontré.
Mire con interés lo
que tenía en sus manos, se veía antiguo– ¿Qué es eso?
El libro estaba
forrado en cuero– Son los primeros registros de mi primer negocio; era una
constructora.
Me senté en un sofá–
Te sientes nostálgico.
–Si. –Se puso a hojear
el libro– Quería recordar cómo empecé, a veces es bueno recordar de donde
empiezan las cosas, los primeros pasos que diste siempre son los más
importantes.
Mire mi el reloj de su
escritorio– Ya casi es hora.
–Cierto, vamos. –Dejo
el libro sobre su mesa.
En la consulta me
encontré con una nutricionista y tuve que pasar por varias pruebas de peso y
otras cosas, me sacaron hasta sangre. Iuk.
El abuelo estuvo
siempre a mi lado sin quitarme la vista de encima, comenzaba a asustarme la
atención que me estaba colocando.
–Estás sana, pero te
voy a dejar una dieta. –La mire, la nutricionista parecía una modelo y
comenzaba a sentirme demasiado huesuda a su lado, ¿tendría el estado contrario
a la anorexia?
–Tenemos unos cinco
minutos antes de la próxima consulta.
Lo mire sorprendida–
¿Qué consulta?
Me sonrió– Lo siento
pero te puedes enojar si te lo digo y ya estamos bien, ¿no?
Lo mire feo– Sabes, no
tenía idea que te había molestado anoche mi respuesta.
–Aquí esta tu dieta,
dale prioridad a la fruta, verduras y mucha fibra. Evita las grasas dañinas.
El abuelo se rió– Eso
esta bien, hoy se comió una hamburguesa para desayunar.
Ante la cara de horror
de la doctora tome al abuelo y salí de allí.
–¡Gracias por todo!
–Le grite– ¿Algo que decir abuelito?
Me sonrió encantado– Tienes
una cita con la ginecóloga.
–¿Por qué?
Paso su brazo por mis
hombros atrayéndome a él– ¿Te hiciste las pruebas de embarazo?
Me sonroje pero negué–
Tú las dejaste en la mesita.
–Si, Zack te llevo
hasta tú cuarto y yo llevé la bolsa, sentí algo de curiosidad pero nunca pensé…
–Me apretó más a él– No pensé que me tuvieras tan poca confianza.
Suspiré– No es eso,
solo que no me siento cómoda con esas cosas, ni siquiera se lo he dicho a Jane
ni a Zoey.
–¿Crees estar
embarazada? –Me quede callada– Dime la verdad.
–Puede ser, pero no
creo que sea así. En serio, solo creo que me esta por llegar el período y que
tal vez me intoxique con algo. –Le dije con bochorno.
El abuelo asintió– La
ginecóloga lo dirá.
–No puedes saber eso,
y ella no lo sabrá con seguridad. –Le suplique con la mirada– Vámonos, ¿si?
–No, ya llegamos.
–Toco a una puerta, una joven me miro– ¿Usted es la doctora Dawson?
Asintió– Emily Stonel,
supongo.
Asentí– Soy yo.
–Pasa, por favor. –Se
movió para hacerme paso. El abuelo iba a pasar pero la doctora lo paro– Lo
siento, después lo haré pasar cuando hayamos terminado.
–Genial, creo que
necesito hacer otro trámite. Vendré luego.
Corrí hasta él– ¿A
dónde vas?
Me dio un piñizco en
la mejilla– No te preocupes.
Seguí a la doctora
dentro aun desconfiando del abuelo.
Por inercia me senté
en la camilla, la doctora se sentó a mi lado mirándome interesada.
–Es muy especial tú
papá.
Le sonreí– Es mi
abuelo, pero si, es especial.
–Me dijo que no te
sentías bien y que temías estar embarazada. –Asentí apesadumbrada, iba a tener
una charla con ese viejito– ¿Cómo te has sentido?
–Confusa, rechazada,
triste… –La mire sonriendo– He tenido nauseas, entre otras cosas.
–Genial, te voy a
revisar, te preguntaré unas cosas y me vas a responder con sinceridad.
–Bien. –Dije, de todas
formas que podía preguntarme que fuera tan terrible.
–¿Cuándo fue la última
vez que tuviste relaciones? ¿Tienes una sola pareja? Y, ¿te ha llegado tu período
dentro de ese lapso de tiempo?
El abuelo llegó veinte
minutos después, entró como si fuera el dueño del lugar y sin importarle que me
estuviera colocando la camiseta cuando abrió la puerta de par en par.
–Nunca te perdonaré
esto.
–Sé que me vas a
odiar, ¿Doctora cómo está mi pequeña?
La doctora me sonrió–
Creo que podría estar embarazada pero recomiendo una prueba de embarazo, puede
pedirla en los laboratorios, la respuesta va de uno a dos días.
–Vendremos otro día.
–Genial. –Dijo la
doctora ya abriendo la puerta.
El abuelo me dio la
mano para bajarme de la camilla– La verdad, ya tenemos una hora pedida, tenemos
que ir ya.
Le di una sonrisa
tensa– ¿Qué?
–Que ya vamos tarde, apresúrate.
Me despedí de la
doctora– Gracias por todo.
–De nada, si estás
embarazada vuelve y así comenzaras tus cuidados de premamá.
Asentí y fulmine con
la mirada al abuelo.
–Ya verás.
–Me lo agradecerás, te
lo aseguro.
–No lo creo.
–Comienza a creerlo,
porque aquí. –Toco mi pancita con su mano– Podría estar mi primer bisnieto y
quiero cuidarlo desde sus primeros meses de vida dentro de ti.
Le golpee la mano– O,
puedo estar intoxicada.
Dos días más tarde
llegaron los resultados.
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