jueves, 28 de abril de 2011
Long and only life 5° parte
Había que hacer esto cuanto antes, ya había estado aquí antes y por lo visto Victoria aun no aprendía a cubrir su rastro, había abierto un poco la ventana cuando había entrado a la pequeña villa, bueno para mí pero malo para su relativa seguridad. Debería ser más cuidadosa.
Actualmente, llevaba el bolso de Jay con nosotros en el auto que había logrado conseguir a fin de no dejar rastros suficientes a cualquiera que se acercara a la casa, había dejado el resto de nuestro equipaje en la habitación del hotel. Con la idea de que volveríamos rápido de este lugar, con suerte.
Avance por frente de las casas, esta vez segura de a cual dirigirme. La última y más alejada de las otras, apenas llegue a la entrada pare el auto y me baje disponiéndome a bajar a Jay conmigo. Él parecía reconocer el lugar, aunque yo lo negué, tal vez él podía recordar los olores, y los que le hacían recordar cosas malas como el intento de rapto de Victoria.
No necesitamos anunciarnos, apena levante mi mano para llamar a la puerta Victoria la abrió.
– ¡Jay!! – Dijo mirándolo como sino pudiera creerlo, después de un momento levanto la mirada hasta encontrar la mía, – En verdad cumpliste, estas aquí.
– Te dije que vendría, ¿por qué te sorprendes? – Dije fingiendo molestia, pero por alguna razón no podía estarlo con ella, tal vez era porque esta vez se veía en ella más alegría que antes. – Nací en una época en que la palabra de una persona valía mucho. – ella me miro como sino se lo creyera, algunos aun no podían digerir el que no sea una neonato – Nací en el apogeo de la revolución industrial.
La cara de sorpresa de Victoria valía oro, definitivamente me agradaba esta chica. Pero yo no había venido a congraciar con ella, tenía que resolver mis asuntos pendientes si quería vivir o existir en paz.
– Vamos al grano Victoria, ¿qué ocurre? – Me hizo una seña con la mano para que entrara a la casa, una vez dentro me señalo el sofá de la pequeña salita mientras ella cerraba la puerta con llave. Espere a que se acercara para sentarnos.
– Hace unos días, después de que te marcharas me contacte con unos amigos en la manada. Y me dijeron que los vampiros andan como locos dando vueltas por la ciudad, se aprovechan que la manada no tiene estabilidad y rondan por lugares que no deberían, – Como cerca de la casa del Alfa, era un trato en común que teníamos hace mucho, ellos no se acercaban al nido ni nosotros al territorio de su Alfa. – Hasta hace poco lograron sonsacarle un poco de información a uno de ellos, están buscando a una hembra vampiro que es especial, que tiene un don y a un vampiro que tiene varios siglos.
Sentía un nudo en mi garganta, cómo pudo darse cuenta de mi don, y ¿por qué buscar a Rem?
– Según dicen, el nuevo maestro es algo inestable y no puede controlar a los neonatos, – Ahora ya sabía para que buscaba a Rem. – Y según dicen es su capricho encontrar a la hembra, y da la casualidad de que pregunte por los rasgos de aquella hembra, mis compañeros no habían pensado en eso así que espere un par de día y volví a llamarles, esa vez me dieron la descripción y adivina que “Es una hembra de cabello rubio, ojos marrón claro y no aparenta ser muy mayor.” Y resulta que la primera persona en la que pensé fuiste tú, ahora la pregunta es ¿eres tú? – Liberé el aire de mis pulmones, y asentí. – Mierda, ¿qué harás?
– La respuesta es muy simple, he estado pensando algo, – Era algo que pensaba más por instinto que por otra cosa, – Te quedarás con Jay en el cuarto de hotel donde nos estamos quedando, y yo me haré cargo del resto. He dejado algo de dinero ahí, así que si escuchas noticias de mí, que no sean favorables lárgate de aquí con Jeremy, después de todo tu tampoco eres libre.
– Tu plan no me agrada demasiado, en especial porque no quiero repetir lo de la otra vez con Jay.
– Esta vez él será más paciente, – Levante a Jay hasta la altura de mi cara para que me viera. – Mamá tiene cosas que hacer bebé y no puede llevarte, pero no te dejaré solo, ella te cuidara tan bien como yo. – Dije mostrándole a Victoria, al verla se incomodo un poco, quizá costaba un poco más de lo que pensaba.
– No creo que funcione, – Dijo rotundamente, – cuando te irás a resolver tus asuntos.
– Prepara tus cosas, un bolso grande, no creo que esto salga muy bien pero lo haré lo mejor posible.
– ¿Quieres decir que te marcharas ahora mismo? – Asentí ante su incredulidad.
– No puedo huir, lo intente, pero no ha resultado. No quiero que esto siga hasta que involucre a alguien más en esto.
– Eres rara, he visto a más de los de tu especie y solo dan asco. Se creen superiores por vivir una larga existencia, y porque según ellos son más civilizados que nosotros. Pero hasta ahora, no te he visto mirarme de esa manera. No he visto en ti nada de lo que he visto en ellos anteriormente. Me desconciertas.
– No sé si sentirme honrada con tus palabras, pero lo haré, solo porque entre ellos tampoco me he sentido tan a gusto, como lo he hecho con Jay. – Ella asintió y salió de la sala, de seguro a buscar sus cosas.
Tenía algo menos de que preocuparme, Jay estaría bien cuidado y él presentimiento de que Victoria estaba en peligro estaba desapareciendo, había evitado algo pero aun no sabía como.
El dejarlos instalados en el hotel fue la parte fácil de todo, había ordenado que la habitación quedara al nombre de Victoria y que se le atendiera si ella lo necesitaba. La parte difícil fue encontrar un pasaje de tren que me llevara cerca de Berlín, desperdicie la mayor parte de mi tiempo en ello, pero valió la pena. Y estaba en camino y eso era algo. La siguiente parte no sería tan agradable como viajar, si Victoria tenía razón, y los seguidores de Daemon rondaban la ciudad a diestra y siniestra me costaría demasiado el lograr llegar hasta él para matarlo, pero si lo lograba, era probable que pasara igual que los lobos, que los demás no supieran que hacer sin un líder. Estaba depositando mi fe en este pensamiento. Sino resultaba así, tendría que recordar que la cara de Jay haciendo un puchero había sido la última vez que la vería. Pero debía ser positiva, debía resultar, hasta ahora mi sexto sentido no me había dicho nada, así que iba confiada.
Pero apenas al cerrar los ojos, un millar de imágenes pasaban por ellos, años pasados, años que están guardados en tantos recuerdos diferentes dentro de mi memoria. Tantos. Como aquella vez que lo conocí.
Flash Back
– Vaya, vaya, vaya – Dijo alguien detrás de mí, sentí un leve cosquilleo recorrer mi espalda, de arriba abajo, – Creo que a ti no te conozco todavía, ¿cómo te llamas?
A primera vista se veía como otro de los novatos, recién convertido y seguro de sí mismo, al punto de ser molesto. No intenté ser muy cortés, seguí mi paso hasta donde estaba el maestro y mi mentor, Rem, apenas los alcance me di cuenta que aquel tipo me seguía. En ese instante quise darle un golpe, yo venía de otra época, más moderna quizás pero todavía era arraigada a las costumbres, y en lo que refería a eso yo no quería dar una mala impresión.
– ¿No piensas hablar? Es aburrido hablar solo, – Dijo cada vez más cerca de mí, mire hacia otro lado.
– Daemon, déjala en paz, – El maestro se nos acerco, mire con mi mejor cara suplicante hacia Rem que venía a su lado.
– Stephaniel, él es nuevo por aquí, deberías ser más educada y sensata con él, – Dijo Rem lentamente, y como si sus palabras fueran alfiles que me atravesaban la piel sentí algo extraño dentro de mí.
– Si, podrías ser más educada Steph y mostrarme el lugar, – Abrí mi boca para decir algo mordaz por el apodo, pero la cerré al momento. Todavía recordaba una vaga enseñanza de mis padres, Una señorita no hace comentarios mal educados ni mordaces, sino que mira con una sonrisa y guarda eso dentro de sí. Lo intente.
– Quizás debas presentarte, Stephaniel no habla con desconocidos, ella no es de esta época. – Dijo Rem dirigiéndose a ese tal Daemon, él le devolvió una sonrisa incrédula. Luego me miro a mí, pero su mirada estaba cargada con algo más.
– Bien, dime Daemon porque ese me gusta más que mi nombre de nacimiento, y no recuerdo mucho de mi vida por lo que, esto que estas viendo ahora será lo que conocerás de ahora, – Dijo tomando mi mano derecha, – en adelante. Hermosa Stephaniel.
Desate mi mano tan rápido como pude y mire hacia otro lado, – Ya conoces mi nombre, Soy Stephaniel Difontiel y soy nacida aquí en Berlín, y no me agrada que desconocidos se tomen tantas libertades para conmigo.
– Pues en eso te equivocas mi querida Stephaniel, en el momento en que te dije mi nombre deje de ser un desconocido “para contigo”. – Me sonrió burlón y luego hizo una reverencia indicándome con su mano que me seguiría, él había dado por un hecho el que yo le acompañaría a conocer el lugar.
– Stephaniel, – Dijo el maestro a mi lado, – se complaciente con él, recuerda que una vez tu también quisiste encajar aquí. Ve.
Quise decirle que yo no fui de esa forma. Pero agache la cabeza e hice lo que me dijeron. Daemon, el nuevo, estaba esperando a un lado del maestro, me seguía sonriendo. Una sonrisa que no era como la que te regalan los amigos, él quería algo.
Abrí mis ojos de nuevo, al parecer me iba a ser imposible estar tranquila, era fastidioso el poder recordar, aquella vez me pareció un tipo desagradable y luego con el tiempo pensé que era un malcriado y que la seguridad que tanto demostró cuando lo vi la primera vez, era parte de él, de todo él.
Y sin querer sentí sus labios sobre los míos, y la impotencia que sentí aquella noche, la rabia que sentí recorrer mi ser. El odio, que nunca había dejado controlar mis acciones, pero que ahora en cada milla que me acercaba a Daemon, emergía de la nada, le enseñaría porque no necesito de alguien que me cuide, y le daría un escarmiento por todo lo que ha hecho. No dejaré que él me arrebate mi oportunidad de ser feliz, quizá sea por poco tiempo, pero la felicidad es un sentimiento efímero que hay que saber guardarlo dentro de sí.
“Defender la alegría de los míseros y de los miserables.”
Él no me arrebatará la alegría de tener a Jeremy, de verlo crecer. Por lo menos, hasta que él sea lo suficientemente grande…
“Defender la alegría como un principio.”
No dejaré que él me quite lo único que me mantiene, lo que me ha hecho pensar en lo impensado… una familia.
“Defender la alegría como una trinchera.”
Porque cuando esto se acabe, podré estar al fin tranquila, y mi vida estará… quizá no al fin en paz, pero estaré feliz con mi hijo.
Era de noche cuando llegue a las fronteras de la ciudad, había algo bueno y algo malo con mi don. Lo bueno, si sentía peligro algo dentro de mi me lo diría. Lo malo, que quizás no me diera el tiempo suficiente para esquivar ese peligro. Pero quien no arriesga, no gana.
El nido debía de estar en el mismo sitio, la misma casona. Por lo que me acerque a un auto, rompí la ventana y pedí disculpas mentalmente por lo que hice. Claro que el dueño no pensaría en eso. Corté los cables correspondientes e hice contacto con ellos, y en un abrir y cerrar de ojos tenía auto. No podía darme el lujo de rentar un auto, podía ser demasiado arriesgado buscar un vehiculo, o pedir un taxi, eso terminaría involucrando a alguien, y eso no podía cargarlo en mi conciencia, ya llevaba demasiados inocentes en ella, no otro más.
Crucé las calles, una tras otra. Perdí las cuentas al cabo de media hora, también perdí la cuenta de cuantas veces intente acelerar y adelantar un auto ilegalmente. Hasta que de pronto sentí una opresión en el pecho, mientras más corría por las calles más se apretaba mi pecho, me acercaba a algo, mire por las ventanillas como si fuera a girar en la siguiente entrada, no había nada ni nadie conocido. Me forcé a mirar de un lado a otro con el rabillo del ojo, pero seguía sin ver nada que fuera un peligro. Trate de relajarme en cuanto me quede en medio de una cola de autos que esperaban la luz verde. Los segundos corrían y todo parecía lento, un ruido a lo lejos me saco de mi estupor, la gente salía de sus autos, baje la ventanilla un poco y me dedique a escuchar. “Un choque… ¡hay que llamar a la ambulancia!”, “Ese tipo apareció de la nada”, “¿Sacaron ya a los heridos?”, y la cosa seguía, “La ambulancia esta por llegar calma…”. Si me bajaba probablemente no seria de mucha ayuda, por más que haya bebido lo suficiente para mantenerme, era eso, solo para mantenerme, no podía hacer milagros en un accidente en que más que obvio había heridos y tal vez graves.
La ambulancia llego al poco rato y también algo más, la opresión del pecho se volvió aun peor, puse mi mano en el pecho pero el dolor era fuerte, mire hacia fuera y por fin los vi, eran algunos de los tipos que acompañaban a Daemon aquella noche de horror, incluso Thomas. Debía moverme pero no tenía lugar, si me movía de aquí probablemente me verían.
Estaba tan concentrada en eso que no vi lo otro. Alguien abrió la puerta del copiloto, que se me olvido asegurar, y se sentó a mi lado, muy tarde ya tenía al enemigo en mi espacio.
– Querida Stephaniel… – Dijo mientras sentía recorrer mi cuello por su mano, quise moverme pero la opresión seguía doliendo.
– Daemon, que honor me haces al compartir vehículo conmigo, pero sabes, me gusta más viajar sola. Ya sabes, el dicho ese…
– Que graciosa dulzura, – Tomo mi mano con la que apretaba mi pecho. – ¿Sucede algo? – Lo mire a los ojos y me di cuenta por segunda vez en la vida, que su mirada estaba cargada con algo…
– Si, me ensucias con tus manos. – Hizo un rápido movimiento y tomo mi cuello entre sus manos, trate de zafarme pero estaba mal posicionada. Lo único que pude hace fue sujetar sus manos para que no me apretaran más.
– Parece que algo ha cambiado en ti este último tiempo, un cambio demasiado rápido mi amor. – Con esa última palabra sentí ganas de morderlo. – No quieres saber acaso como te encontré, ¿quieres? – Logré mirar hacia otro lado, pero el devolvió mi mirada a la suya. – ¿No te apetece?
– Para que, de todas formas me lo vas a decir, así que para que debo darte el placer de eso. – Daemon me miro fijamente, luego miro mi barbilla o eso creí. Hasta que me beso, trate con más fuerzas soltarme. Me pregunte como diablos podía él hacer eso y que el resto del mundo no se diera cuenta. Y antes de que esto empeorara lo mordí, Daemon se aparto rápidamente pero aun sin soltar mi cuello.
– Mi querida Stephaniel, siempre tan… exquisita. – Dijo saboreándose los labios.
– No vuelvas a tocarme.
– Tantas amenazas… ¿por qué te fuiste Steph? Estamos a un pelo de ser felices, – Dijo dramatizando en aquella última frase.
– Estás loco, pusiste precio a mi cabeza.
– Te saque de tu escondite, mi amor. Eso fue lo que hice. – Dijo a mi oído. – Ahora da marcha atrás y vamos por aquel carril, – Señalo con su cabeza.
Mientras mi mente daba vueltas y vueltas. Había intentado salir de cacería y había acabado cazada, como un conejo.
– A dónde vamos, – Hable sin humor, mi cabeza no lograba hallar una respuesta a todo esto.
– A mi lugar de descanso, allí podremos hablar tranquilamente.
– ¿Sobre que? – Si yo no quiero hablar contigo, quiero matarte. Dije a mis adentros. Y de pronto sentí que el dolor de mi pecho se desvanecía en medida que avanzábamos, algo extraño. Llevaba al peligro conmigo en el auto a su territorio, sin embargo el sentimiento desaparecía, respire profundamente.
– Siempre me gusto como respirabas, no nos es necesario pero lo hacemos, algo que añoramos ¿no?
– Tal vez, – Dije más calmada, poco a poco recuperaba la seguridad que había perdido hace algún momento. Lo mire por un momento pero seguía viendo algo en su mirada que me molestaba, por lo que mire hacia otro lado.
– ¿Es verdad aquello que dicen? – Trate de mantenerme callada, ya había sido demasiado mordaz, – ¿De que entre más viejos más fácil se queman?
– No hay muchos de nosotros, ¿Qué te dice eso?
– Que entre más fuerte nos volvemos, nuestras debilidades crecen también ¿no? – Seguí callada. – ¿Qué tan débil eres Stephaniel?
Mantuve el volante firmemente agarrado, eso era parte de su plan ¿quemarme? Gracias por las torturas sicológicas. Que irónico. Nunca me había sentado a pensar en como iba a morir. Suspire, tal vez todavía no tenía que pensarlo. Tal vez.
El camino se hacia cada vez más estrecho hasta que por fin note que nos acercábamos a zonas privadas. Él seguía indicándome con gestos vagos, como un leve moviendo de cabeza o susurrando despacio cerca de mí. Cada vez sentía más ganas de matarlo, odiaba el sentirme tan débil.
– Aquí es, – Señaló una casa en el fondo del camino, que lúgubre.
– Que lindo, – Dije irónica. Él me miro como sino entendiera y me saco por el lado del copiloto como si fuera una muñeca.
– Cielo, no seas tan quisquillosa, te traje aquí con todas las buenas intenciones y así me pagas. – Dijo como si la situación fura de lo más graciosa.
No poseía tanta fuerza como los demás de mi especie, tenía un don que con los años había perfeccionado. Ahora que lo pienso no me había vuelto tan fuerte. Suspire nuevamente, pero tenía algo que al parecer a Daemon le faltaba. Tenía cerebro, o quizás técnica con años de experiencia.
– Entra, – Abrió una puerta y me lanzó dentro. Era la entrada principal o lo parecía. – Hablaremos en la siguiente sala, no intentes resistirte. Sabes tengo un poco de ayuda aquí.
Por más que quise sentir un poco de miedo al estar con él y sus amigos, no sentí miedo. Tal vez ya me había vuelto loca, al haberme metido en la boca del lobo y no poder escapar de la fauces de éste ilesa.
Sacudí mentalmente ese pensamiento, no debía ser negativa, volvería a ver a Jeremy mañana por la noche. Lo volvería a ver.
Camine hacia la sala que me había indicado, poco a poco podía sentir el peso de miradas sobre mi cabeza, como intentando relajarme comencé a tomar un mechón de cabello y a enredarlo en mi mano, debía planear el como poder quedarme a solas con él. Pero no fue tan necesario, al entrar en la sala me di cuenta que era un despacho y no solo eso sino que estábamos completamente solos, las miradas que antes no me dejaban sola se habían retirado, estaban demasiado confiados de que Daemon podía conmigo. Era mejor así, el que no me vieran como una amenaza, más fácil me sería salir victoriosa de este encuentro.
– Siéntate, – Me indico con un movimiento de su mano una silla antigua, me senté siguiéndole la corriente, aun no era mi oportunidad.
– Sabes que estas muerto ¿no? – Dije casualmente mirando una mota en mi pantalón.
– ¿Tú me vas a matar Stephaniel? – La risa resonaba en su voz. Estaba dicho yo no era un peligro. No para él.
– No, yo no, o quizás, – Seguí mirando la mota, – Solo que en verdad seas tan imbécil como para creer que los lobos te van a dejar impune después de matar a uno de los suyos, – Menee la cabeza, – Como puedes ser tan… ingenuo.
– Yo no soy ingenuo, solo que ellos no poseen ni una cuarta de intelecto como nosotros, – Tomo aire, – Ellos ni siquiera pueden controlar su naturaleza, nosotros en cambio si podemos, ellos son más bestias mientras nosotros tenemos nuestro lado humano casi intacto, ocupamos más nuestra cabeza. De seguro aun están vagando como locos por la ciudad sin saber que hacer al no tener un Alfa que los guíe. Patéticos.
Al parecer en verdad el creía todo lo que me decía, no podía estar más equivocado, tal vez yo no lo mataría esta noche pero los lobos de seguro le darían caza cuando la luna este llena, y cuando eso sea, todo vampiro que tenga dos dedos de frente deberá salir de Berlín sino quiere morir.
– ¿Terminaste tu charla? – Bien, si iba a hacer algo tenía que hacerlo ya.
Daemon me miro divertido, para él yo no era más que un pequeño incordio que había escapado de sus garras.
– Claro, ¿tienes algo que agregar?
– Si, – Dije y me lancé encima. Caímos ambos al suelo entre una lluvia de golpes, Daemon estaba debajo de mí sin poder más que bloquearme, si en verdad creía que yo había vivido tantos años sin saber pelear pues se estaba llevando una sorpresa.
Pero la sorpresa fue más grande para mí cuando unas manos enormes me tiraron contra una pared, haciendo que cayeran pedazos de madera encima de mí. Me levante quitándome las astillas y vi por fin quien había sido el que me había lanzado por los aires, no era más que Tomas. En cuanto me vio sonrió despreciablemente. Ahora estaba en un problema…
– Nuestra Stephaniel es algo hábil después de todo, tal vez debamos enseñarle modales Tomas. – Dijo ya acercándose a mí. Me puse en guardia, que sea lo que deba de ser, dije para mis adentros.
Tomas fue el primero en lanzarse sobre mí, prediciendo sus movimientos me lancé en una carrera desesperada para salir de aquella habitación, jugar al gato y al ratón por lo menos me daría algo más de tiempo para vivir y pensar en algo que me salvara.
Pero corriendo por uno de los pasillos casi choco con otro vampiro bajo las órdenes de Daemon, otra marioneta pensé. Este había estado a punto de atraparme sino es por una ayuda inesperada.
Unas manos tomaron por el cuello a la marioneta y se lo quebraron de un movimiento, suspire de alivio al ver a mi salvación.
– No cubres tus rastros, – Me reprocho Victoria.
– No piensas en eso cuando eres capturada en territorio enemigo, – Dije mirando por todos lados. – Debemos movernos, me persiguen…
Tomas apareció en frente de nosotras y olvidándose de mi comenzó a pelear con Victoria. Conocía a Tomas era un sanguinario que se dejaba llevar por la sangre, aun no me explicaba como no había sido muerto aun.
Sin perder más tiempo en mis pensamientos me lacé a la pelea para ayudarle a Victoria, algo desconcertado Tomas peleo con ambas pero solo en el momento en que pude tomar toda la atención de Tomas, Victoria pudo arrancarle el cuello. Nos quedamos mirando sin saber que hacer durante un minuto, hasta que me levante y comencé a arrastrar una parte del cuerpo hasta sacarlo de la casa.
– ¿Victoria tienes un encendedor? – Dije, esta se encogió de hombros.
– Que crees, que soy girl scout, – La mire con el ceño fruncido.
– No, solo pensé que eras una mujer precavida, – Dije, luego volví a centrar mi atención en el cuerpo, – Dos veces logre zafarme de ti, solo que esta vez será para siempre. – Le dije a un ya muerto Tomas.
– Haces que se me ericen los pelos hablando así. – Le sonreí a Victoria, pero esta en crispó los labios, – Hay otro cerca, huele un poco diferente a ti.
Mire a la casa, ya sabía de quien se trataba. Camine de vuelta a la mansión.
– Tengo algo que hacer, – Dije, – Volveré pronto.
– Si necesitas ayuda grita, Jay te extraña. – Y eso hizo que me detuviera.
– ¿Dónde esta?
– En un lugar seguro te lo prometo. – Asentí y volví a caminar.
Volver al salón fue algo que me llevo tiempo, pero una vez que entre Daemon levanto la mirada de lo que estaba mirando con atención. Parecía ser que algo se había caído después de que Tomas me lanzara por los aires.
– Te toca, – Dije simplemente.
– Te tome muy a la ligera, ¿no?
– Supongo que mi apariencia engaña demasiado, – Dije acercándome con cuidado.
– Ya no más, – Y eso fue todo lo que dijo mientras volvimos a pelear.
Esquivo cada una de las patadas que le lancé, pero tuvo menos suerte con los golpes. Acerté dos que lo hicieron retroceder, pero conecto un golpe que me hizo encogerme.
De ahí la pelea se volvió a su favor, los golpes me hacían perder el equilibrio y no me dejaban conectar un buen golpe. De una patada me lanzó a un extremo de la habitación.
– Pudiste ser mía, ¿por qué Stephaniel? ¿Por qué?
– No sé de que hablas, – Dije intentando levantarme, hace siglos que mi cuerpo no se sentía tan… herido.
– Pudiste haberte quedado a mi lado, haber sido mía, pero preferiste la lealtad a tu estúpido maestro.
– Él es como mi padre, ¿y tu quien eres? – Dije con todo el desprecio que pude marcar en mi voz.
– Pude haber sido todo para ti…
– O por el amor de todo lo sagrado, hablas demasiado. – Dijo Victoria entrando en la habitación. – Stephaniel, ¿qué rayos haces en el piso?
– Lo que a ti no te importa, – Dije levantándome.
– Claro que me importa, hay un niño esperándote esta noche y tú no te lo tomas en serio, claro que me importa tarada. – Fulmine con la mirada a Victoria.
Daemon se nos quedo mirando asombrado. Me voltee para mirarlo.
– ¿Qué?
– Amiga de un lobo, – Dijo con asco.
– Aliada, – Dijimos ambas a la vez. Victoria se dio la vuelta y volvió a la entrada.
– Vienen más. – La mire y esta supo de inmediato lo que quise decir.
– No te tomes mucho tiempo, no creo retenerlos por mucho. – Asentí, y Daemon se lanzó de nuevo encima de mí. Aproveche cada una de las lecciones de artes marciales que había tomado en algún momento de la mano de William. Con sus enseñanzas no volvería a caer otra vez.
Mientras nosotros peleábamos podía escuchar a Victoria pelear en el otro lado de puerta. Ella la había cerrado en cuanto salió de la habitación. Me mantuve lo más concentrada que pude, pero uno de los gritos de Victoria me perforo por dentro ¿por qué la había metido en esto? Quise ir en su ayuda, pero Daemon aprovecho mi momento de confusión para quebrarme la pierna derecho. Caí al suelo retorciéndome por el dolor agudo que me hacía ver puntos de todos colores en mi visión.
Daemon se acerco a mi oído, – Lo lamento Stephaniel, pero creo que ya no quiero un futuro contigo.
Se acerco para poner sus manos en mi cuello, pero de un movimiento yo fui la que tuve en mis manos su garganta.
– Yo no quiero un futuro contigo, ya sé con quien quiero compartir parte de él.
Y con todas mis fuerzas le partí el cuello. Me acerqué a su escritorio que estaba casi intacto. Y como era de esperarse tenía una daga en uno de sus cajones, me acerque a su cuerpo y le corte la cabeza.
– Con eso ya no molestaras más. – Victoria volvió a gritar y salí corriendo en dirección a ella, con la daga en mi mano.
Victoria estaba peleando contra dos de los vampiros – marioneta de Daemon, uno ya yacía en el suelo. Me acerque lo más cuidadosa de que nadie escuchara mis pasos y le corte la garganta a uno, después de eso Victoria aprovecho la distracción y le partió el cuello al suyo.
– Hacemos buen equipo, – Dijo jadeando y pasándose una mano por la frente para secarse el sudor que perlaba su frente.
– Si eso creo, es un poco raro pero lo hacemos, – Dije acercándome al que recientemente Victoria le había quebrado el cuello, le corte la cabeza y luego hice lo mismo con el resto.
– Creo que ya no se iban a levantar, – Me dijo algo asqueada por lo que yo estaba haciendo.
– No me gusta correr riesgos innecesarios.
Después de eso quemamos en una sola pira todos los cuerpos de los vampiros que después de esa noche ya no molestarían más en Berlín.
– Vamos con mi Jay, – Dije algo ansiosa después de toda esta noche.
– Seh, – Dijo Victoria dirigiéndose al auto que yo había ocupado para llegar aquí con Daemon.
Mi sorpresa aquella noche no termino. Llegamos a la casa en que el padre de Jeremy había vivido con él. Hice el mismo recorrido que antes entre a la habitación de la cuna y vi aparecer inmediatamente la misma cabecita que había visto antes, solo que estaba vez mi Jay me tendió los brazos con una sonrisa.
– Yo también te amo bebé, – Dije abrazándolo.
– Debes irte ahora, los lobos están incómodos con la presencia de los vampiros. Así que vete, adiós Jay. – Dijo con la tristeza en su voz, creo que eso fue lo que me desgarró.
– Y tú, ¿qué piensas hacer?
– Buscaré algún refugio y luego me iré. Ya no tengo motivos para estar aquí. – Se encogió de hombros. Mi novio murió hace poco, Y Jay era quien me mantenía aquí, pero eso ya no será así.
La mire evaluativamente, ella había cuidado de Jay por bastante tiempo, sabía todos los hábitos de los lobos y sabría a lo que me tendría que enfrentar. Quizás cuando Jay ya no me quisiera, ella podría cuidarlo y sobre todo amarlo.
– Porque no te vienes conmigo y mi Jay, en algún tiempo más tú podrías cuidarlo por mí. – Dije mirándola seriamente, – Llegara un día en que ya no pueda cuidarlo, en que tal vez él ya no me quiera a su lado y… él necesitaría a alguien de su especie. – Dije dándole énfasis a esta última palabra. – Por favor.
Victoria pensó durante un largo rato, hasta que por fin asintió, – ¿Dónde iríamos?
– Quiero ir a Francia, sería un lugar estupendo para criar a un niño, ¿qué dices?
Victoria abrió mucho los ojos y asintió. – Si, quiero ir.
– Esta decidido, – Dije y salimos de aquel lugar que tanta tristeza cargaba.
>>Años después<<
– Jeremy, mi querido hijo, hoy pasaras de ser mi bebé a un hombre – Dije tratando de esconder mis ganas de abrazarlo y llevármelo de allí, pero era verdad mi bebé había crecido tan rápido, y debía aceptarlo. Sin embargo había algo que molestaba a mi sexto sentido, y eso hacía ponerme aun más nerviosa. Aunque Victoria me lo había dicho, lo que haces es suicidio. Suspire, haría cualquier cosa por mi Jeremy.
– Yo siempre seré tu bebé madre – Le sonreí respondiendo a su bella sonrisa, y ante sus palabras, él no sabía cuan feliz me hacía cuando hacía o decía cosas para animarme. Nada de lo que Rem había dicho había pasado, e incluso Jeremy lo admiraba.
– Te amo mi Jeremy. – Impregne mis sentimientos en esa frase, lo amaba con todo mi corazón.
– Y yo a ti mamá – Diciendo eso se paro, mi nerviosismo creció al ver sus músculos tensos, como esperando por algo.
– ¿Qué sucede Jeremy? ¿Por qué paraste? Debemos llegar rápido – Trate de persuadirlo, mi sexto sentido decía que debía quedarme y ver, pero mi sentido común decía que debía correr. Hasta que por fin me di cuenta del por qué.
– No estamos solos – Me puse firme, no debían ver que tenía miedo, quien o quienes fueran que estaban aquí, – ¡Hey tu, no te escondas cobarde! ¡Sal de una vez! – Las palabras quedaron suspendidas en el aire durante un tiempo, de pronto una silueta comenzó a salir de entre los arbustos.
– Me sorprende que sintieran mi presencia, por lo general nadie me percibe hasta que estoy encima de mi presa. – Su voz era fría, y algo en mí me decía que ya le conocía. Pero mi mente no lograba situarlo en ningún lugar.
– Mamá… – Dijo Jay dudando, levante mi mano para acallarlo y así concentrarme en lo que no estaba percibiendo. Mi sentido común me había alertado de un lobo, pero mi sexto sentido no me dejaba en paz.
– Guarda silencio un momento Jeremy, ¿Quién eres? – Dije señalando al tipo enfrente de mí, cada vez notaba algo más familiar en él.
– Grrr… Yo no soy el que esta en territorio de otro – Gruño el tipo – Así que tu responde, ¿Quién eres y de dónde sacaste a este niño?
– Hmph OK – Dije no prestándole atención a su falta de educación, sino algo molesta por no poder recordar quien era él, – Mi nombre es Stephaniel Difontiel y este niño es Jeremy Wolf. – Trate de responderle en su mismo tono.
– No has respondido de donde sacaste a este niño – Dijo el tipo, esta vez fingiendo inexpresividad. Trataba de ignorarme.
– Soy su hijo – Dijo Jay, mientras ese tipo lo escrutaba de pies a cabeza.
– Llévanos con tu alpha, él esta por cambiar – Dije al darme cuenta de que estaba omitiendo mi cerebro, – Y necesita de la manada para controlarse o controlarlo, – Él nos miro a ambos y asintió levemente.
– Mi nombre es Frederick XI Stonel y soy el Beta de esta manada. Y la siguiente vez que tú o cualquier ¿Oíste? hembra de tu especie me hable así, juro que la quemare viva.
Mire a sus ojos azules que no había visto en tanto tiempo, y asentí sin decir palabra alguna, en especial cuando por fin me había dado cuenta de quien era. Y lo peor él esta vez era de verdad, ¿sería esta una bendición o una maldición? ¿Qué tan caprichoso era el destino?
Asentí internamente, mientras algo en mi interior volvía a vivir, “Todavía te amo mi príncipe”.
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Hola buenas noches yuuki.
ResponderEliminarAcaba de encontrar tu blogs y la primera historia que empecé a leer fue esta Long and Only Life.
Me gustaría que siguieras escribiendo mas de Stephaniel, Jeremy, y de Frederick me dejaste intrigada.
Att: vivi