martes, 26 de abril de 2011

Long and only life 2° parte



Demoramos más de lo previsto en llegar al lugar adonde nos dirigíamos, ahí solía pasar el día, las veces en que el amanecer estaba muy cerca.
Rem no me dirigía palabra alguna desde que salimos. Y yo por mi parte me sentía demasiado culpable como para hablarle.
Al entrar al piso, me permití respirar, no lo había hecho en todo el trayecto aquí, esta noche mis miedos me superaban. Mire de soslayo a Rem, quien inspeccionaba el departamento con la mirada. Podía verlo claramente haciendo un listado mental de las cosas que había en el departamento.
Un sillón para dos personas y dos individuales, una mesa con cuatro sillas, una despensa cubierta de polvo, al igual que el suelo y un libreo tan viejo como yo. Me sentí culpable, al ser tan antigua y mantener tan pocos bienes materiales, pero era la verdad, siempre he sido una nómade, durante 149 años he caminado por el mundo y he aprendido a que es mejor llevar lo necesario. Aunque, como todo viajero siento nostalgia por mi hogar cada década, y vuelvo a mi amado Berlín… para eso estaba este lugar… para acogerme en mi nostalgía.
– Steph, ¿en qué piensas? – Rem interrumpió mis cavilaciones.
– Rem, siento vergüenza al hablarte…
– ¿Por qué?, tu no has hecho nada malo…
– Si lo he hecho… – Debía desahogarme – Yo lleve a Daemon hasta el Alpha, solo que… no sabía que lo era… y cuando me di cuenta ya era demasiado tarde… tenía mis manos atadas, lo siento. – Mi voz se apago en susurros.
– Steph, no sé que es lo que te haya impulsado a ayudar a Daemon pero si sé que te debo mi vida y que fuiste al nido en contra de sus deseos, solo lamento el que no llegaras antes… así que por favor no te sientas culpable. Tarde o temprano Daemon iba a hacer esto, su ambición no tiene limites, y si fuera por culpables, yo también lo sería – Lo mire intrigada – Siempre he sabido de sus ambiciones y cuanto le molestaba obedecer a los vampiros más viejos, y nunca se lo dije al Maestro, pensando en que sería algo pasajero… pero, esta noche nos hemos dado cuenta de que no era así.
Lo mire apesadumbrada, eso no restaba mi culpa, YO era la que los había traicionado. Él solo había omitido información. Baje mi cabeza, en forma de aceptación. A cambio recibí un abrazo de Rem.
– El amanecer se acerca, ¿dónde nos esconderemos?
Mire alrededor, y apunte hacia una de las dos habitaciones que habían en el departamento. Una de las habitaciones tenía las ventanas con miras a la calle y la otra hacia la pared de otro edificio. Esta última era menos llamativa, por lo que sus ventanas estaban recubiertas, para no dejar entrar la luz del sol. La otra ventana aparentaba dar a una habitación bastante humilde por lo que la gente podía apreciarla al pasar. Nadie podría decir que aquí vivía un vampiro.
– Allí estaremos seguros por hoy, si es que los lobos no nos encuentran…
– Bien, debemos descansar, hay que orquestar nuestra salida de este lugar al anochecer. Los lobos no pararan las cacerías hasta que estemos extintos.
Con eso en mis oídos repitiéndose una y otra vez, me encamine al cuarto detrás de Rem, una vez dentro cerré bien la puerta y me dispuse a dormir acurrucada contra la pared, Rem merecía la cama más que yo. Aunque sentí el alba, mis parpados no querían cerrarse, nos iríamos de aquí al anochecer siguiente… el dolor cruzó mi pecho. Adiós Berlín.
Después de eso mi mente se dejo ir.


Las sombras de la penumbra y el frío de la noche, me llamaban y me decían que me levantara. Pero nada de eso lo logro, fue la mano que se cerró en mi hombro la que lo hizo. Me incorpore de un brinco, y me coloque en posición de defensa, hasta que mis ojos funcionaron bien al cambio de día a noche y me di cuenta de quien había sido el que me había tocado, era Rem. Por una vez había creído que todo era un mal sueño y que nada de esto estaba pasando, pero era la hora de volver a la realidad.
– Buenas noches Rem – Dije en un bostezo, para mostrarme tranquila – me asustaste.
– Buenas noches para ti también pequeña, la noche es joven y nosotros debemos movernos. Debemos conseguir salir de aquí.
– Oh, en serio debemos irnos, ¿no? – Rem asintió solemnemente – Si es así, solo se me ocurre un lugar al cual ir, y descuida habrá amigos ahí.
– ¿Qué clase de amigos?
– De los buenos, y creo que es mejor que lo sepas. Son buenos y no nos harán daño, aunque quisiesen porque yo los cree…
– ¡Steph qué has hecho!, no debemos crear más vampiros o seremos descubiertos, muchos ya llamamos la atención, más solo confirmarían las sospechas. Solo se necesita a un humano con bastante imaginación y nuestro mundo que con tanto esfuerzo hemos creado se descubriría…
Ya no recordaba cuantas veces en este siglo lo había escuchado con ese discurso, me recordaba a un comic de Marvel… creo que se llama Spiderman, él siempre recordaba que su tío le decía que ocupara sus poderes sabiamente. Rem siempre se lo decía a todos, y se encargaba que nos lo aprendiéramos como un credo. Si tan solo entendiera mis razones. Pero no podía contárselas todavía.
– Rem, en verdad lo lamento, pero no estoy arrepentida de lo que hice, cuando los conozcas se que te agradaran, se llaman Tesla y Johann…
– No importa sus nombres, lo que has hecho es imperdonable, ni siquiera sé como es que tuviste el suficiente autocontrol para transformar a dos humanos, solo los más antiguos pueden transformar a alguien y aun así solo a uno.
– Pero yo creí…
– Ya no importa, salgamos de aquí lo antes posible, ¿dónde viven tus iniciados?
– En Rusia.
Rem me observo quedamente durante un largo rato, parecía sopesar las ideas, probablemente ya no le parecía buena idea irse conmigo a Rusia junto a Tesla y Johann. Por fin dio un respiro.
– Bien, conseguiré transporte y buscare algunas de mis pertenencias, tu has lo mismo, lleva lo necesario.
– Si… – Respondí algo insegura por la separación, una parte de mi mente me decía que lo hacia por precaución, pero la otra parte, la más insegura me decía que era probable que no volviera. Aun así, preferí confiar y lo deje ir. Prometiendo encontrarme con él cerca de la línea ferroviaria.

Poco después, mi confianza volvió a mí. Busque un bolso y puse ropa y dinero en él. No tenía mucho que llevar, lo que necesitara me lo podía prestar Johann.
Antes de salir me asegure que todo estaba bien en la casa. Cuando todo estuvo en orden salí. No había la media señal de lobos alrededor, pero no era tan tonta como para confiarme, entre las manadas había una denominación para ciertos lobos, que generalmente asustaban a los vampiros, esos eran los Cazadores, capaces de esconder su propio olor y camuflarse con su entorno, para no ser advertido por su presa. Muchos de los nuestros habían sido cazados por ellos. Y no dudaba en que esta noche andarían sueltos por la ciudad.
Con sigilo y siempre atenta comencé mi marcha, rumbo a la línea ferroviaria. Estaba a mitad del trayecto cuando sentí un olor familiar alrededor. No pude recordar de donde, pero mis piernas comenzaron a moverse hasta que me encontré en frente del lugar de donde provenía el aroma. Por supuesto que reconocía el lugar, había estado varias veces antes, tantas que ya no recordaba bien el número. E incluso había ayudado de cierta forma a matar al dueño del lugar. Era la casa del Alpha.
Sin entender bien el por qué me quede parada mirando el lugar por tanto tiempo, tal vez porque se veía solitario, aun cuando podía percibir fuertemente el aroma de su fallecido dueño en la casa, de cierta forma era triste, parecía como si la casa llorara su perdida. Ante esta imagen de la casa quise irme, pero un presentimiento me embargo, mi sexto sentido me decía que entrara. Hace mucho había aprendido a prestar atención a lo que este decía, lo había aprendido de la manera más cruda.
Miro alrededor, no se veía o sentía algún lobo cerca, así que hice lo más estúpido que puede hacer un vampiro, me metí en la boca del lobo.
La puerta de la casa no estaba asegurada, probablemente el dueño era un descuidado o simplemente salió por un momento, del cual nunca más regreso o la tercera y más fea opción era que alguien había entrado a su casa antes de que yo llegara. Tome una bocanada de aire, y analice los olores, todos de lobo… a excepción de un humano. Seguí adelante ya que ninguno era reciente.
La casa era bastante amplia como para que viviera una sola persona. Describirla era fácil, sola, triste y quería salir de hay. Pero su maldito sentido la obligaba a quedarse. Observo las fotos que decoraban el lugar, en todas ellas reconoció a dos personas. Un hombre (El Alpha) y una mujer, que supuso era su esposa o compañera, como sea que la llamase. Pero en ninguna parte la foto de un hijo. Sintió una oleada de tristeza, podía llegar a entenderlo si no tenían un hijo, eso explicaría la falta de luz de esta casa. Dejo de ver las fotos y decidió echar un vistazo a las habitaciones. La primera puerta era del baño, nada extraordinario. La siguiente de una habitación matrimonial, aunque todo estaba vuelto patas arriba.
– Bueno supongo que nadie me matara por echar un vistazo – Me dirigí hacia la mesita de noche y comencé registrarlo, el primer cajón estaba lleno de papeles sin ningún orden, el segundo contenía una carpeta, no tenía nombre. Cuando la abrió deseo llorar. La esposa del Alpha se llamaba Cristal Shmeister y había muerto hace dos meses dando a luz a su primogénito. Apartó los papeles de sí. Y salió de la habitación presta a irse, pero algo en su interior la hizo ver la siguiente habitación.
Al abrirla se impacto. Había una cuna en medio del cuarto, había ropa de bebé tirada en rededor, y junto a la cuna había una mecedora, que encima tenía un libro de cuentos abierto.
– ¿Qué es esto? – Estaba por pensar que el lobo se había vuelto loco con la perdida de su mujer y su hijo, cuando una cabecita de espesos cabellos oscuros salió de entre medio de las mantas. Se observaron durante un momento que le pareció una eternidad.
– Oh mi Dios… ¿qué he hecho? – El bebé parecía ser bastante inteligente para sus dos pequeños meses de vida. Cuando la vio se escondió de nuevo entre las mantas, probablemente esperando al padre que jamás llegaría. Y lo peor de todo es que llevaba un día esperándolo, probablemente ni siquiera había probado bocado alguno desde ayer.
Se acerco a la cuna y lo saco de ahí, lo examino y se sorprendió al ver que estaba limpio. A lo mejor el otro olor era de quien cuidaba de él. El bebé se revolvió en sus brazos y se acomodo abrazándose a ella quedándose dormido instantáneamente. Lo acuno durante un rato, esperando a que algo llegara a su mente pero solo escuchaba una voz dentro de ella que le decía, llévatelo… ahora es tuyo.
Después de un rato abrió su bolso con una mano, mientras que con la otra cargaba al bebé. Hizo el suficiente espacio y lo lleno con las cosas que el bebé pudiera necesitar para el viaje, incluido el libro de cuentos. Pero una carpeta capto su atención al estar junto al libro de cuentos, la abrió con cuidado. Había una foto del bebé, como titulo tenía, Mi Jeremy, así se llamaba, ojeo el resto de papeles, los cuales contenían información de Jeremy desde su nacimiento hasta ahora. Una pequeña risa salió de ella al fijarse en su nombre Jeremy L. Wolf, definitivamente era un nombre que le quedaba. Guardo la carpeta con las demás cosas.
Una vez lleno el bolso, cubrió al bebé con una manta y salió del cuarto. Estaba por salir de la casa cuando recordó a la persona que cuidaba de él, si era cierto los lobos probablemente notarían su ausencia cuando ella o él hablara diciendo que el bebé había desaparecido, por lo que dejo una buena cantidad de dinero con una nota que decía, Gracias por sus servicios. Y por fin se fue.


Cuando llegue al lugar del encuentro no vi a Rem por ninguna parte.
Un sentimiento me embargo por completo, abrace al bebé con cariño, le había estado hablando y cantando viejas canciones que alguna vez escuche en tiempos lejanos. La sensación de tenerlo entre mis brazos me daba fuerza, respire su aroma, olía a lobo y a bosque aun siendo un bebé, era agradable, pensar que solo lo tenía desde hace un par de minutos atrás.
Alcé la cabeza, No importa si Rem no quiere irse con nosotros, que no hubiera esperado o que no hubiera venido siquiera al lugar, buscare la forma de irme y cuidare de Jeremy, él sería todo lo que no podía tener en esta vida, él sería mi hijo y mi familia. Lo atraje a mi rostro y deposite un pequeño beso en su mejilla.
– Te prometo darte todo el amor de una madre y cuidarte a ti y a tus sueños.
– Stephaniel – Pegue un salto al escuchar aquella vos gruesa que poseía Rem.
– Rem… yo creí… Bueno, que ya te habías ido.
– No te dejaría, sentí un olor a lobo cerca, no creí que eras tu hasta que te escuche hablar… – Rem se acerco a mí – Stephaniel aquel aroma viene de ti, ¿Qué es eso que cargas en tus brazos?
– Es… bueno tu dijiste que podía llevar lo necesario, y yo lo necesito a él – Rem me observaba de manera extraña. – Es un niño. Un bebé.
– Steph, lo que cargas es un cachorro de Lobo – Dijo en tono amenazante.
– Bueno recuerdas la muerte del Alpha anoche? – Rem asintió con cautela – Bueno él tenía un hijo – Los ojos de Rem se ensancharon, me apresure a explicarme – El pobrecito se había quedado solo, su madre murió al dar a luz yo…
– ¡Basta! Estas siendo una insensata. Queremos dejar atrás a los lobos, NO que nos persigan de por vida.
– No creo – Dije tímidamente – Que ellos nos sigan.
– Cría cuervos y te sacaran los ojos, ¿crees acaso que él no se dará cuenta de lo que eres?
– Pues si, pero tal vez si se lo explicara, el podría…
– No podrá nada, te matara porque eso es lo que hace, él es un lobo y tu un vampiro, y un vampiro no es familia de un lobo, ya deberías tener esto muy claro con lo ocurrido anoche.
– Pero Rem entiende esto, fue mi culpa dejarlo solo en el mundo, no espero que algún día me ame como a una madre – Cuando dije esto, algo dentro de mí dijo que eso era mentira, que si quería – Solo quiero cuidarlo hasta que sea lo suficientemente fuerte como para vivir solo.
– Eso espero, – Me miro con cautela – No quiero peligrar nada con este acto tan insensato de tu parte.
– Te prometo que si se vuelve un peligro, yo misma me encargare de él – No dije estas palabras sintiéndolas, sino más porque sabía que eso era lo que él quería oír de mí.
– Bien ahora vámonos de aquí.
Tomo mi bolso que descansaba en el suelo desde que me asusto, y partimos rumbo a la estación de trenes que había más adelante.

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