Hice que me bajara de su hombro y camine con él dejándolo que me llevara hasta su auto sin decir nada.
Aunque cuanto
entró en el auto me miro– Lo siento Zo. Lo siento mucho, es que no me
respondías y verte con ese tipo…
En cuanto me
puse a recordar a esa chica y al beso de Mitch me puse a llorar– ¿Cómo querías
que te respondiera cuando esa chica contesto tú móvil, se supone que tu número
es personal… y me di cuenta que yo no sé nada de tu vida en Francia. Sobre lo
otro, me sentía tan asustada, no podía quitármelo y solo pensaba en ti y en
porqué no estabas allí para defenderme…
Heath se
acercó despacio, dudando cada movimiento.
–Perdóname
mi amor, te juró que esa chica no es nadie, ni siquiera la conozco es una
compañera de Paul… lo lamento mucho cielo que pensaras mal y sobre todo por no
haberte defendido. Si me perdonas no voy a dejarte sola nunca más, seré mejor
novio, haré todo lo que me digas... voy a creer en ti. –Se oía muy apenado, por
lo que deje de llorar– Me dejas abrazarte, ¿por favor?
Asentí– Esta
bien.
Me abrazo
fuerte, era lo que tanto había extrañado pero aun me sentía dolida por su
desconfianza.
–Te amo mi
amor. –Me dijo contra mi pelo.
Le sonreí
con tristeza– A pesar de todo, te amo pero me siento triste aun. Quiero ir a
casa ahora.
Heath
asintió– Esta bien. Te iba a invitar a una película en casa… pero creo que es
mejor ir a la tuya.
Lo mire a
los ojos–Si, no quiero ver películas ahora.
Nos
separamos y dejamos de hablar, no dijimos nada en todo el camino hasta llegar a
mi casa.
–¿Quieres un
poco de compañía? Podemos mirar algo en tu habitación.
Mire por la
ventana del auto– No tengo muchos ánimos hoy de eso, en serio es mejor que te
vayas a tu casa.
Heath me dio
un momento pero al ver que no seguía hablando continúo–Mañana, ¿quieres ir a
alguna parte?
Negué– No.
Mañana voy a ayudar a Sara a desocupar su casillero, tendremos la mañana
ocupada.
Heath jugaba
con sus manos en el volante– ¿Después que vas a hacer?
–No lo sé, –Lo
mire a la cara y podía ver que esta situación no le agradaba, pero yo no podía,
no me sentía con los suficientes fuerzas como para estar con él ahora– Creo que
es mejor que no nos veamos mañana… quiero estar sola.
Salí del
auto sin decir adiós y me dirigí hasta la puerta. Abrí y al parecer era la
primera en volver ya que mamá estaba sorprendida en cuanto me vio.
–¿Qué haces
aquí? Creí ver el auto de Heath afuera. –Para confirmarlo vio por la ventana,
hice lo mismo.
Heath ya se
había ido.
–No quiero
hablar de eso, ¿qué hay de comer? Tengo mucha hambre. –Lancé mi mochila en el
sofá.
–Bien… creo
que puedes comer un tazón de consomé mientras llegan tu padre y Edward. –Me
dijo algo dudosa.
Me acordé de
algo–¿Llamaste a la abuela?
Mamá se
iluminó– Llame a papá y sabes, me dijo que así logro convencer a mamá de
casarse con ella.
La mire con el
signo de interrogación en la cara– ¿Cómo es posible eso?
Mamá sonrió
con picardía– Pues, para ese entonces ellos ya se conocían del instituto pero
ninguno se hablaba demasiado, y digamos que no ayudaba que papá hubiera sido
tímido con las mujeres. –Se rió– Papá convenció al papá de mamá que ella
necesitaba un guardaespaldas, mi papá ya trabajaba con su papá y así el romance
comenzó en una de las películas de mamá…
Eso me
ánimo– ¡Que romántico!
Mamá
asintió– Sip, y no creas papá me confirmo que le pidió matrimonio a mamá en
cuanto termino la película.
–Que lindo…
–Si, eso fue
un romance de película. –Suspiró soñadoramente.
Mire a mamá–
Papá y tu siempre dicen que se conocieron de niños y que se enamoraron y se
casaron pero ya sabemos que Emily había nacido antes de que se casaran, ¿qué
más esta alterado en esa historia?
De apoco vi
enrojecer la cara de mamá– Nos conocimos de niños, pero… –Miro al suelo– Edward
me detestaba con toda su alma…
Casi se me
para el corazón– No es verdad, ¿cierto?
Mamá se
recompuso– Yo, pues si es verdad, verás yo siempre estuve enamorada de Edward y
me encantaba seguirlo a todas partes, incluso cuando él me decía que no lo
hiciera… –Mamá se detuvo y me miro– Es mejor que te sirva de comer, decías que
tenías hambre.
Asentí. Me
lave las manos y me senté a la mesa en cuanto mamá coloco el tazón de consomé
delante de mí.
–¿Vas a
seguir contándome la historia?
Me sonrió–
Solo no se lo cuentes a nadie. –Asentí– Bueno, a los quince años me di cuenta
de que a Edward no le agradaba para nada pero aun seguíamos yendo juntos a
clases, creo que su padre lo obligaba, así que deje de molestarlo, recuerdo que
por ese tiempo murió mi abuelo ¿o fue después? –Mi tazón se estaba enfriando
así que seguí comiendo mientras esperaba– Si, había muerto, yo lo extrañaba
demasiado así que Edward siempre me abrazaba, aunque nunca note que lo hacía
cada vez más y de pronto un día… –Me miro, yo estaba impactada con mi tazón a
mitad de la boca– Un chico se me declaró… le dieron dos puntos en el hospital.
–¿Qué tiene
que ver…?
Mamá se puso
a jugar con su vestido– Digamos que tu papá lo escucho y se puso furioso,
digamos que lo golpeo un poquito. –Hizo el gesto con los dedos– Tú papá no era
muy bueno… es que era un chico problema, creo.
Me trague lo
último de mi consomé– Increíble.
Para cuando
llegó papá con Edward y mi bolsa yo aun estaba intentando digerir todo eso. Pero
cuando me vieron parecía que ellos estaban viendo una atracción turística muy
sorprendente ya que todos estaban impresionados de verme en casa.
–Vaya, ¿A
qué hora llegaste? –Me preguntó papá sentándose conmigo a la mesa de la cocina.
Mire el
reloj de la cocina– Hace un buen rato. –Le mostré mi tazón– Ya me lo tome y
ustedes no llegaban. –Le sonreí a mamá– Menos mal que mamá estaba para
entretenerme o me hubiera muerto de hambre.
Papá miro a
mamá y luego a mí de forma bastante inquietante– Traje tu bolsa con tus cosas,
tu amiga Sara me dijo que un “idiota” te había secuestrado.
Asentí– Era
Heath. Que bueno que trajiste mi bolsa, me temía que se me hubiera quedado en
la escuela y hubiera perdido mis cosas.
Papá asintió–Bien,
quisiera hablar con tu madre un momento, hay algo que debo comentarle, ¿vienes
amor?
Mamá lo miro
interesada– ¿Qué es? Dime, dime.
Papá le
sonrió– Ven y convénceme.
–Ya voy,
pero Zo se va a quedar sola.
–Edward debe
estar por bajar. –Les sonreí– Váyanse de aquí de una vez par de tortolos
enamorados.
–Esa es mi
señal, –Tomo a mamá de la mano y la jaló con él.
Me reí de
ellos pero de inmediato me sentí sola así que me levante y lave el tazón que
había ocupado.
–¿Qué hay
para comer?
–No sé, yo
comí consomé, ¿quieres?
–Si. –Se
sentó a la mesa y yo le serví un tazón– Zo, ¿qué paso con Heath?
Lo mire pero
parecía estar algo apenado– Solo una discusión de novios, solo eso, no te
preocupes no hemos terminado y aunque eso pasara no importa si tu sigues siendo
su amigo. –Le dije para calmarlo.
Edward probó
con desconfianza el consomé– Esta helado… Zo, espero que no tengas hijos
pronto.
Le gruñí y
le quite el tazón colocándolo en el microondas– Voy a ser una madre excelente.
–Que
confianza…
Le dirigí
una mirada de enojo, pero nos reímos de ello. Él que no se rió fue papá que
estaba detrás de nosotros.
–¿Mamá?
–Eso mismo.
–Dijo mamá con la boca desencajada– No me hagas eso Zo.
–¿De qué
están hablando ustedes dos? –Dijo Edward.
Mamá hizo
una señal de la cruz– Eso. –Papá asintió.
De pronto me
di cuenta y me reí– Eso es un problema de comunicación. –El timbre del
microondas sonó y saqué el consomé de Edward– Toma, ahora esta calentito, listo
para que te lo comas.
–Aun serías
una madre horrible ni siquiera la probaste, me puedo quemar.
Agarré una
cucharada y me quemé pero no lo demostré, le sonreí y se la pase.
Mamá y papá
se veían más aliviados a pesar que Edward se había quemado la lengua al dar un
sorbo al tazón.
Esa noche
paso lentamente y sin complicaciones… o eso antes de cerrar los ojos.
Me levante
en la mañana, y me prepare mi desayuno. Hoy se notaba que no tenía muchos
ánimos, por alguna razón mi noche había estado plagada de pesadillas; no había
sido agradable, aunque ya no recordaba ninguna de mis pesadillas solo recordaba
que eran horribles.
Tan
horribles que mi ropa hablaba por mí: vestida con una camiseta negra hasta un
poco más debajo de mis caderas; chomba hasta las rodillas con gorro; unas
calzas negras y bailarinas, junto a un pañuelo negro. Todo hacía conjunto con
las ojeras que tenía; horrorosas, y con el día tan frío y nublado.
Salí de casa
dejando una nota para que supieran donde estaba. Mi teléfono lo había encendido
por fin y estaba en el bolsillo de mi chomba. Camine hasta la parada de taxis y
esperé hasta que por fin llegó uno. Termine llegando al instituto a las nueve y
cincuenta minutos, pero Sara ya estaba ahí.
Le hice una
seña con la mano cuando me baje del taxi.
–Hola, ¿cómo
estás? –Le pregunte.
Sara me
sonrió– Bien, gracias. Ese idiota te llevo a tu casa ¿cierto? A penas y me
dormí anoche, no tenía ni como preguntar por ti como no tengo tú número.
Le sonreí–
Si, no te preocupes llegue temprano a casa, oye te voy a enviar mi número
conecta tu bluetooth. –Sara conecto su teléfono y le envié mi número– Ahora, vamos
por tus cosas.
Sara me saco
una foto y luego agregó mi número– Bien, ahora… ¡Si!! Vamos, traje una de esas
bolsas que tienes tú, rebusqué por todas partes en casa hasta que encontré una,
lo raro es que estaba en la habitación de mi hermanito. –Se quedo pensando un
rato y luego seguimos. Sara era definitivamente única.
Trabajamos juntas
desocupando su casillero, era un trabajo de dos manos.
Sara tenía
una colección de revistas románticas completas, la mire pero ella estaba
encantada tarareando mientras sacaba sus cosas del casillero, era divertido ver
como no terminaba nunca de sacar las cosas de un casillero tan pequeño, era
como ver a los payasos salir del auto miniatura.
–¿Cómo
puedes tener tantas cosas aquí? Y esto. –Saqué una pila de libros de romance.
Sara se
encogió de hombros– Soy una romántica empedernida que aun no conoce a su
príncipe azul. –Le sonreí– Espero encontrar un día alguien tan lindo como tu
novio pero con mejor actitud. –Puede ver cuando se dio cuenta de lo que dijo– Lo
siento si te molesta…
–No importa,
creo que entiendo a Heath, yo también desconfié de él… –Dije– Probablemente
estemos a mano.
–No debes
ser negativa, ni te desvalorices. –Me dijo con convicción– A veces deben darse
cuenta de que no son únicos.
La mire
aterrada– Yo no quiero eso, hemos pasado por mucho con Heath, lo amo y sé que
necesitamos conocernos mejor para que estas cosas no vuelvan a pasar. –Hojee
una revista y vi a unos amantes abrazados, la cerré de inmediato– Aun nos falta
para ser una verdadera pareja.
Sara se
desentendió de su trabajo– ¿Cuánto llevan juntos? –Me preguntó interesada de
pronto.
–Creo que ya
son seis meses, falta poco para nuestro aniversario. –Dije algo más animada,
todo iba a estar bien.
Sara me miro
incrédula– ¿Aun no te conoce?
La mire
dolida– Hay parejas que les toma una vida conocerse.
–En eso
tienes razón, supongo que tus gustos si los conoce. –Asentí de inmediato– Eso
esta bien.
Mire mi
teléfono para ver la hora, pero tenía varias llamadas perdidas durante la
mañana y lo más extraño es que no había sonado ni vibrado. Ni siquiera había
escuchado los mensajes cuando llegaron.
–Creo que
alguien esta intentando hablar conmigo… –Dije mirando los mensajes, no
reconocía ninguno de los números.
Deje mi
teléfono a un lado para ver si brillaba cuando me llamaran. Al poco rato de
ordenar los libros y revistas de Sara mi teléfono comenzó a brillar. Lo
conteste pero se escuchaba muy extraño.
–¿Zoey?
Reconocí la
voz de inmediato– ¿Señor Tanner? ¿Qué sucede?
–Zoey…Zo…ey…
–Se escuchaba muy mal.
–No lo
escucho. Creo que voy a cortar. –Le dije a Sara.
–No lo
hagas… Heath… hospital, ven ahora.
Me asuste…
esas palabras me asustaron mucho.
–Zoey, ¿me
escuchaste? Heath esta en el hospital General ven por favor, te necesita aquí.
–Habló rápidamente el señor Tanner.
–Iré de
inmediato.
Me quede en
shock durante un rato, o creo que bastante ya que asuste a Sara quien estaba
intentando llamar mi atención.
–Zoey, ¿qué
sucede? Algo malo porque tu cara esta pálida y pareciera que fueras a
desmayarte en cualquier momento… –Su voz se escuchaba chillona a lo lejos– ¡Por
favor no lo hagas, me asustas!
Volví de a
poco, sentía mi cuerpo algo pesado y extraño como si no fuera el mío.
–Heath…
–Mire a Sara– Es Heath, esta en el hospital. Tengo que ir Sara, lo lamento
mucho ero no puedo ayudarte.
Sara
asintió– Por supuesto que entiendo, ve ahora. –Sara se desanimo– Desearía tener
auto… te hubiera llevado.
La mire
enternecida, la abrace por sorpresa– Eres la mejor persona que he conocido.
–Para eso
son las amigas, ¿no? –Me dijo Sara con la duda marcada en la voz.
Asentí– Si,
Sara para eso son las amigas. –Le di otro abrazo– Nos vemos.
–Corre Zo.
Como dijo
Sara partí corriendo de allí y me dirigí fuera de la escuela, para cuando
llegué a la parada uno de los buses se iba y un taxi se iba lleno. Me estaba
desesperando. Corrí hasta la siguiente parada a cuatro cuadras más allá, en el
camino paso un taxi que logré hacer parar.
–Al Hospital
General. –Dije en cuanto me subí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario