Mire a Paul
seriamente, esto se estaba volviendo un drama en vez de un romance prohibido.
Bueno, Romeo y Julieta comenzaron en romance y terminaron muertos. Ya podía
comenzar a mirar hacia todos lados, ¿cuándo aparecía el tipo con el cuchillo
que arrebataba la vida de uno de los protagonistas? Porque ya lo estaba
esperando.
–¿Por qué miras hacia
todos lados? Puedo asegurarte que les va a tomar unos días encontrarme.
Lo mire de reojo– Eso
dices tú. –Suspiré, estaba comenzando a dramatizar– Cuéntame lo que paso.
–Digamos que me lo
dijeron antes de intentar llevarme a la fuerza o eso me contó Edward, yo estaba
más interesado en golpearlos y casi me noquean sino es por él. Por cierto, algo
que no me gusta admitir es recibir ayuda de niños, pero hay que decir que el
chico sabe como patear donde duele. –Dijo con orgullo, cuando yo tenía un miedo
horroroso a que algo le hubiera pasado a mis hermanos.
Respire profundamente,
cuando lleve a mi estómago mis manos– Cómo puede haber gente así.
–Mon ange, todo esta
bien, nadie resulto herido. Ven siéntate aquí, ¿si? Respira hondo.
–¿Con qué clase de
gente te juntas? –Trate de contener las lágrimas pero fue imposible, comencé a
llorar.
–Me parte el corazón
escucharte llorar, ven a mis brazos. –Sus caricias me tranquilizaron un poco–
La pregunta esta mal amor, no es “con que gente me junto” sino “con que gente
se junta mi padre”. Y la respuesta es; no lo sé.
–¿Qué piensas hacer?
–Pregunte imaginándome como se sentía escapar de semejante persona.
–¿No te parece que
esta helando aquí? Creo que deberías entrar, no quiero que te resfríes. Entra.
Lo mire con un
puchero– ¿Por qué estas aquí?
Me sonrió con cariño–
Quería verte, y saber si… en algún momento podría tener la oportunidad de
aspirar a tu perdón. Claro si logró divorciarme en una pieza. –Quise evitar su
mirada pero capturo mi cara entre sus manos– No quiero estar al lado de nadie
más, no puedo Emily y eso lo supe cuando deje que te fueras de mi lado en
Francia. Ahora entra a tu casa, estás helada.
Quería decir algo pero
no estaba segura– Ven mañana a la misma hora y te tendré una respuesta, ¿ok?
Sino vienes olvídate de nosotros.
Me atrajo hasta él y
me dio un beso que duro mil años.
–Vendré, espérame.
Se fue antes de que
pudiera decirle adiós.
–Cuídate.
–¿Ya se fue? Tengo
frío y hambre.
Pegué un salto cuando
apareció Robin detrás de mí– ¿Qué haces aquí?
–Te vi cuando iba
hacia tu casa y después escuche que tu papá estaba preguntando por ti cuando
iba a abrir la puerta, así que antes de que viniera a buscarte él vine yo, creí
que sería mejor así.
Le di la mano– Gracias
Rob, eres la mejor.
Caminamos en silencio
y estábamos por llegar a la casa cuando me dio un jalón.
–¿Quién es él?
La mire algo
avergonzada– Es el papá de mi Jean Pierre, vino a verme.
Robin abrió los ojos
tanto que podía ver claramente la línea blanca.
Me reí nerviosamente–
Lo sé, no debería verlo pero hay veces en que hacemos cosas que sabemos están
mal pero las seguimos haciendo.
–¡Emily! ¿Eres tú?
–¡Si! –Mire a Robin–
Hablemos dentro en mi cuarto.
Robin saltaba en mi
cama como si fuera un resorte.
–No lo puedo creer,
que descaro tiene al venir aquí así sin más. Deberíamos agarrarlo y golpearlo
como una piñata. –Decía mientras trataba de no golpearse la cara con sus
trenzas. Parecía más pequeña con ese peinado.
Ignore su oferta con
la mano– Esta huyendo de su suegro, quien quiere impedir que se divorcie. –Dije
encerrada en mis pensamientos, trataba de buscar una respuesta a todo pero no
podía y algo me decía que no era mi turno de buscar soluciones.
–Uau, entonces dile al
abuelo lo que pasa.
La mire como si
estuviera loca– ¿Cómo puedes decirme eso?
–El abuelo siempre lo
soluciona todo, y es más malvado que la mayoría de los malos. –Me sonrió–
Claro, cuando quiere.
Esa sonrisa casi
enigmática atrajo mi curiosidad.
–¿Qué sabes que yo no
sé? Además de que no debo hacerle caso a mocosas hormonales.
–¡Oye! No soy una
mocosa hormonal, soy una joven “interesada” en el sexo opuesto. –Robin se sentó
de golpe en mi cama– Como te decía, anoche amenazó a Alex de muerte si me…
–Enrojeció– Si me… si él llegaba a… nosotros…
Entendiendo lo que
quería decir, le sonreí– Eso no quiere decir nada, solo que esta por sobre el
nivel de protección de tu padre.
Robin salió de su
burbuja en la que se había metido tratando de hablar– No es solo eso, lo he
visto como trata con sus competidores. Emily aun no has visto el peor lado del
negocio hotelero, el abuelo se la pasa luchando contra saboteadores y déjame
decirte que les ocurren cosas terribles cuando los encuentra. Muchas no han
vuelto al mundo hotelero por miedo a enfrentarse a él de nuevo.
Sabía de los
saboteadores, muchos empresarios competidores optan por la opción de contratar
gente como; chef o camareras que hagan mal su trabajo en el hotel y así logren
quitarle una estrella. Aun no lo han logrado con el abuelo. Pero no sabía que
pasaba con esa gente o con los empresarios.
–Sé de corazón que
confías en el abuelo pero esto no creo que este entre sus capacidades…
–¿Qué capacidades?
–¡Ah!! –Ambas pegamos
un grito.
–Casi me dejan sordo.
Mire a papá con ganas
de matarlo– ¿Qué rayos crees que haces metiéndote así a la habitación de una
mujer?
La boca de papá se
movió como si tuviera ganas de reír con esa pregunta, al final terminó por
reírse en nuestras caras.
–¿Mujer? Yo veo un par
de mocosas, una que le cambié los pañales y otra que andaba siempre con su
muñeca de trapo para todos lados, no me hagan reír.
Me puse roja como un
tomate, tenía que recordar esas cosas– ¿Qué quieres?
–¿Qué capacidades? –Me
respondió.
Me encogí de hombros–
No me has respondi…
–Ella dice que el
abuelo no puede intimidar a nadie. –Respondió más que rápido Robin.
Papá nos miro con
cuidado– A quien van a intimidar, si se puede saber.
–A un mafioso.
–Respondió Robin antes de que pudiera callarla, por alguna razón tenía un caso
de adoración con mi padre, algo que tenía “muy” celoso a Alex.
Papá le sonrió
dulcemente– ¿Qué mafioso cielo?
–El sue…
–¡No te importa! Es un
asunto mío. –Le tape la boca a Robin– Y bien, ¿qué querías?
Papá me frunció el
ceño– No trates así a mi muñequita. –Dijo golpeándome la mano con la que
mantenía tapada la boca de Rob– Pobrecita, ¿quieres comer con nosotros?
Robin sonrió atontada–
¡Si!
–¿Alex no debería
estar esperándote en alguna parte? –Pregunte rencorosa.
–Esta abajo, venía a
decirle a Robin que su novio la estaba esperando. –Le acarició la cabeza–
Tienes un buen novio, vino a buscarte porque no quiere que regreses a oscuras.
Refunfuñé pero me
alegraba de la preocupación de Alex, la casa estaba apartada de la mansión del
abuelo, por un sendero de piedra que cruzaba una arboleda. Era un lugar
bastante terrorífico para caminar en la noche, aunque la seguridad era buena…
¿La seguridad?
Como no pensé eso
antes, ¿cómo había logrado entrar Paul a través de la seguridad de la mansión,
de una u otra forma había que cruzar la protección de las cámaras de seguridad.
Esto no estaba bien.
–¿Sucede algo Em? –Me
pregunto Robin.
Le di una sonrisa
fingida– Nada, vamos que tengo hambre.
Papá me hizo la señal
universal de “estaré vigilando” y yo le respondí con una sonrisa angelical.
Bajamos en silencio
hasta que llegamos donde mamá estaba alimentando un gato enorme de color negro
con una mancha en la cara de color naranja, y Alex estaba más que feliz de
acariciarlo.
–Esta ronroneando.
–Dijo Alex extasiado.
Mamá lo miraba con
ojos muy abiertos– Al parecer si le rascas la panza ronronea.
–Y si le rascas las
orejas también. –Agregó Alex.
Era como ver a un par
de niños pequeños, ¿Qué demonios les pasaba? Ahora que lo pensaba nunca había
visto a mamá con un gato. Ni otro animal.
Papá nos miro– Ven,
este es el resultado de padres sobreprotectores; niños raros, muy raros.
Mamá lo miro enojada–
Yo no podía tener animales en casa, a papá no le agradan.
Papá me miro como un
cómplice– No es que no le gusten, apuesto a que si estuviera aquí estaría como
su hija, es solo que tu abuela les tiene alergia por el pelo.
–Mi hermana Lex
también les tiene alergia al pelo de los animales, por eso tampoco tenemos
gatos o perros en casa. –Alex habló aun mirando al gato.
Mamá se acercó a papá–
¿Podemos quedárnoslo? Por favor.
Papá se puso rojo, era
algo que hacía muy pocas veces– Si quieres quedártelo solo hazlo, no estoy aquí
lo suficiente como para que me desagrade.
Mamá lo miro como su
ídolo– Te amo Ed.
Saqué a los chicos
cuando se quedaron embobados viendo como mis papás se besaban, eso no hubiera
sido causa para que los sacara sino es porque papá estaba comenzando a subir a
mamá al mostrador de la cocina, y sus manos ya comenzaban a jugar con la ropa
de mamá.
Por supuesto, también
agarre al gato, no quería que también se pervirtiera.
–Ellos en verdad se
aman. –Dijo Robin embobada.
Alex abrazo a Robin–
Así vamos a estar tú y yo cuando seamos mayores.
–Recuerden que ellos
me tuvieron a los dieciséis, cuidado mucho cuidado. –Ambos me miraron
asustados. No lo podía evitar, torturar niños era lo mío– Por cierto, toma al
gato, Alex. Ya comienzo a sentir que me pica la nariz.
Alex me miro
sorprendido– ¿Eres alérgica a los gatos?
–Claro que no, pero me
molesta el pelo que suelta cuando mueve su cola, ¿dónde lo encontraron? Hay que
peirnarlo.
–Lo encontré en un
árbol cuando venía para acá, el pobrecito estaba asustado sin poder bajar así
que lo ayude y lo traje hasta aquí. Y creo que hice bien porque tía se sintió
muy feliz al verlo, así que decidió quedárselo, después de todo no estoy en mi
propia casa como para tener animales.
Robin lo miro de la
misma forma que mamá miraba a papá– Eres tan lindo con los animales, te adoro.
Él se sonrojo– Espero
que recuerdes eso la siguiente vez que no recuerde algo o meta la pata, mis
costillas ya dueles por los golpes.
–No te quejes, en las
noches sueles desquitarte. –La mire con renovado interés, ¿qué hacían en las
noches? Comenzaba a pensar que no jugaban cartas. Robin movió frenéticamente
las manos– No es lo que piensas.
–Si, no creo que
pienses eso, solo la beso y la acarició porque nunca me deja sentir lo blandita
que es. –Dijo soñadoramente Alex.
Robin enrojeció más–
Solo nos abrazamos.
–Tú también me tocas,
no lo niegues. En especial después que sueltas esos suspiros después que te…
–¡Paff! El golpe fue sutil pero fuerte.
Me reí de esos dos,
eran tan entretenidos de ver.
La habitación estaba
oscura y apenas podía notar donde estaban las paredes, solo sabía que estaba
contra una.
–Mmhmm… mmmhhmm…
–>>Maldito, suéltame<< Le dije al maldito bastardo que me había
atrapado.
Aun me dolía la cabeza
por el golpe del otro idiota que traía un bate y el golpe que me dio este...
tenía tantos nombres para él y todos eran innombrables.
–No te entiendo nada.
Así que creo que mejor te quito esta cosa de la boca, deberías estarme
agradecido que te salve de esos idiotas que te intentaron raptar.
–¡Y tú eres mejor! –Le
gruñí, sintiendo de inmediato la repercusión. Mi cabeza comenzó a dar vueltas.
El idiota me sonrió,
lo supe por su tono al hablar– Claro que soy mejor, no te echado como un
paquete hacia Francia o ¿si?
–No, pero bien que me
trataste como uno.
Se encogió de hombros,
otra cosa que supe no por la vista sino por el ruido– Parte del oficio.
–Heath me va a buscar…
–Dije intentando mover las piernas, pero no lo logré, me tenía bien maniatado.
–Pero no aquí,
admitámoslo; nadie te buscaría aquí.
El maldito tenía un
punto, por más que me buscara Heath nunca lo haría en ese lugar, o donde sea
que estuviera, ya no estaba seguro desde que me había tirado en el portamaletas
de un auto.
–Veo que lo
entendiste, espero que entiendas mejor mi amenaza si quieres salir de aquí.
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